━━🕋. 물: 𝗘𝗫𝗧𝗥𝗔 𝟬𝟮
Mi simple existir se traslada al inimaginable Punt cuando lo sostengo entre mis brazos e instintivamente me rodea con amor. Como un insignificante testigo escondido en las extensiones de trigo. Espectador embelesado de ese mundo que estalla en flores. Esa tierra de quimeras dulces. Orillas de arenas placenteras. Fragancias del santo Mar.
Mi amor. Eres esencia pura de rosas.
Encanta a este alfa con tu voz. Deleita mi vista con tus peligrosas curvas. Hechiza a este perdido soberano con tu mirar encantador. Ama a este esclavo con el poder de tus anhelos. Yo te observo. Me miras. Y no puedo evitar someterme ante el hechizo natural de tan indescriptible mirar. No puedo retroceder a tu acercamiento. No puedo controlar mis toques. No puedo controlar ese efecto tan fuerte que provocas con un solo roce. Te trepas a mi cuerpo... Y te atrapo con un suspiro apasionado. Me besas tan lento... Y te abrazo porque no quiero apartarte. Te entregas con amor... Y entonces enloquezco ante tu maravillosa fragancia de flores.
Mi hermosa luna. Mitad faltante de mi interior. Esposo eterno de mi vida. Divino concebidor de mi sangre. Bienquerencia pura es entregada en mis manos. Solo para ti. Para el primero. Para el final. Para el sempiterno omega de esencias melifluas. Para la bendita presencia que colorea mis caminos. Hermoso omega de mirar brillante. Apacible a mi tacto. Obediente a mi voz. Bonito. Deleitable. Paz acendrada entre conflictos. Punto oculto de paladar. Belleza sublime e inquebrantable.
—Mi soberano—. Los tonos suaves se hacen paso entre el inmenso miradero. El alfa perdido en sus pensamientos ignora el primer llamado pero la dulce fragancia empieza a colarse por su sensible olfato. Y ni su lobo es capaz de ignorar al deslumbrante omega que lo observa en la entrada de la inmensa terraza con vistas al sagrado Nilo. —Mi esposo—vuelve a hablar. Una diminuta sonrisa se asoma por sus suaves labios. El soberano respira lento gustoso de disfrutar el aroma que empieza a rodearlo. Y un instante luego ha volteado el cuerpo por completo sin levantarse del mueble envuelto en telas de lino. El alfa no ha podido evitar soltar feromonas ansiosas ante tan perfecta vista.
—Luna brillante—responde hechizado. Su lobo se encuentra inquieto. Deseoso de tenerlo cerca de una vez. Deseoso de enterrar su nariz en su cuello o de besar su marca consecutivamente. Sus latidos se aceleran mientras sus labios se secan porque le es inevitable no eclipsarse con tan deslumbrante apariencia. Su omega lo mira suave. Con esa sonrisita traviesa que sus labios cerrados disimulan. Y con ese mirar coqueto que lo pone sediento de pronto. Su Luna sabe provocarlo. Sabe bien como hacerlo enloquecer.
Por eso acaricia sus castaños cabellos entre sus dedos. Por eso lleva su otra mano a su cuello en un movimiento sensual. Acariciando su cuerpo con deleite. Y moviendo sus caderas por unos cortos segundos que son suficientes para hacer tragar sonoramente al contrario. El alfa respira pesado al verlo acercarse. Su Luna mueve su cuerpo provocativo. Y las finas telas turquesas que lo rodean lo moldean de manera maravillosa en su beneficio.
—Mi alfa hermoso—responde con una voz vibrante entre ronroneos. Abriendo sus delgados brazos cuando se ve cerca del imponente hombre. El alfa lo recibe gustoso entre sus piernas sin oposiciones ni reclamos. Llevando sus enormes manos a la delicada espalda de su bonito esposo. Y acariciando suave con sus dedos sin despegar la vista de ese precioso rostro. —Me pertenece esposo—. Y al soberano le encanta tanto esa nueva faceta en su esposo embarazado: Tiernamente posesivo e irremediablemente meloso. —Usted me pertenece tanto como su fiel servidor ahora presente lo hace—. Y el soberano se encuentra a punto de perder la cordura ante el encantador puchero que le ha mostrado.
—Completamente—responde. Segundos luego toma la blanquecina mano para llevarla hasta sus labios depositando un beso. El omega suspira apretando suavecito los anchos hombros de su soberano. Y su lobo ronronea al sentir ahora los suaves besos sobre su abultado vientre. Al bonito esposo le encanta que su alfa mime a su cachorro. Repartiendo caricias dulces con su nariz o acariciando delicado con sus dedos. —Mi omega precioso—dice contra su vientre pegando su rostro. —Mi cachorro—. Y la patadita que ha recibido ha hecho saltar a su lobo que no ha dudado ni un poco en aullar de felicidad.
El soberano emite una sonrisa ante los activos pero leves golpecitos de su cachorro. Su preciado heredero siente la presencia de su padre por lo que no duda en esmerarse para captar todo su enfoque. Las grandes manos se pasean de la delicada espalda al abultado vientre para sostenerlo afectuoso entre una risa varonil. Su cachorro no ha parado de moverse vigoroso. Desenvuelto. Y su padre hincha el pecho en orgullo porque presiente que esos activos movimientos le pertenece a un futuro alfa. A su futuro heredero al trono.
—Mi perfecta manada enviada por los dioses—. Y al omega le brillan los iris completamente cautivados. Disfrutando del duradero beso en su vientre. Y acariciando los oscuros cabellos de su soberano. Su eterno protector.
Semanas antes.
Fue una noche de luna cuando tu llanto me mantuvo quieto erizando cada vello de mi piel. El mundo se detuvo ante mi mirar. Y entonces apenas me observaste. Fastidiado por esa luz a la que no estabas acostumbrado. Tu madre suspiraba exhausta como ave guardando sus alas para caer sobre el suelo. No pude permitirlo. Lento me tuve que acercar para sostener su mano. Helada como el agua que la Luna toca en las noches desprotegidas. Sin calor vigorizante que guardar. Supe que el conclusivo estaba cerca a darse. Y tu madre tuvo conciencia de ello. ¡Benditos sean los dioses ese tiempo! ¡Benditos sean los dioses siempre! Porque esa noche tuve entre mis brazos al futuro esposo del gran soberano de Egipto. Y porque esa noche tu madre pudo recuperar sus respiros.
Dulce llanto que rompe a miles. Poderoso balbuceo que somete a los indestructibles. Mi cachorro hermoso. Mi lucecita brillante. Has tenido siempre ese poder. Has tenido siempre esa vitalidad que captura a todos. Dulce cachorro. Valiente chico. Enorgullece a tu padre. Levanta tu nombre. Traza tus caminos. ¡Pero tranquilo! Siente el aliento de Ra acariciar tu piel e impulsa tus sentidos a escucharlos. No temas. No llores. Sabes bien lo endeble de mi ser. Sabes bien lo poco que puedo resistirme. Sabes bien que no puedo negarte nada.
—Usted va a comprenderme... mi soberano—. Debe ser consciente que por tu sangre matas. Y que por su llanto ruegas. —Usted va a ser padre—. Y entonces va a comprender que van a existir nuevas debilidades en su vida.
—Nunca debieron ocultarme un tema como este Dongwook—. Y el suspiro cansado se escapa de mis labios. Porque no me entiende ni lo sabe. Porque no es consciente de lo mucho que me duele el solo verte llorar. —Es de mi heredero al trono del que hablamos. De mi cachorro.
—Yo no puedo pedir disculpas por algo que no siento mi soberano—. Porque nunca he de arrepentirme por evitar tus sollozos ni de calmar tus llantos. —Kook es mi todo. Es mi cachorro. Y no puedo abstenerme a hacer lo que me solicite.
—¿Ni hablando del heredero al trono? —el tono se acumula sobre mis hombros. Pero he hecho bien. Y no espero que lo comprenda pronto.
—Ni hablando de los dioses. Lamento el comentario honesto mi soberano—. Porque importa mi cachorro. Mi luz. Porque es mi cachorro por quien siempre he de ver primero.
—Era mi derecho Dong... era importante saberlo—. Lo entiendo. ¡Lo comprendo enormemente! Pero no he podido evitarlo.
—El cachorrito ha pasado por muchas peleas e inconvenientes—. Merezco su mirar de desacuerdo. Grite su enfado... pero no me aparte de mi cachorro. No imponga distancias. No intente hacerlo. —El gran esposo real no quiso preocuparle con asuntos como est-
—¡Es mi cachorro! —Y es mi nieto. Mi luz. Mi pobre cachorro que ha tenido que soportar dolores. Rupturas e interminables quiebres que han partido mi alma endeble. —¡Estuvo a punto de perder a mi cachorro! ¡Y ustedes han osado en ocultarme algo como aquello!
—Nunca ha estado entre nuestras intenciones querer provocar su ira ni desosiego. Eso debe tenerlo claro—. Pero sepa usted que por delante de su grandeza siempre ha de estar mi manada. Mi ser de luz. —El gran esposo real ha estado tanto tiempo llorando por su ausencia. Tan preocupado si con un nuevo amanecer... el cachorro iba a seguir en su vientre—. No lo ha visto. No sabe ni puede entender el dolor que ha pasado. —No ha querido ilusionarse ni tampoco ilusionarse a usted con este maravilloso regalo de los dioses—. Porque incluso sus manos pasaban nerviosas por su delicado vientre. —No ha querido dar una noticia incierta e inestable—. Porque no ha habido noche en la que no lo viera observando la Luna. En medio de llantos ahogados con esas diminutas manos temblando sobre el mismo lugar que incontables punzadas le ocasionaron. —Su Luna ha llorado tanto mi soberano. No castigue su proceder. No lo aparte de su lado—. No lo aparte. No lo haga llorar.
Lo necesita tanto.
Lo necesita incluso al doble que a sus padres. Porque mi cachorro ha encontrado su propio hogar. Y hace mucho que ha abandonado el nido. Se lo ruego e imploro. No aparte a su omega por querer protegerse. No aparte a su mitad porque sus sentimientos son puros. Y el brillo perdurable en su mirada lo ha causado solo usted.
—No quiero que... —Y temo. Temo porque usted es el soberano e imponente. Pero sobre todo porque en sus manos lleva un alma tan delicada como las plumas blancas de un alado. —Algo como esto vuelva a pasar.
El alma retorna a mi tembloroso cuerpo. Por dentro celebro las decisiones de mi cachorro.
Tienes a un gran hombre a tu lado. Y comprendo que nada les va a faltar. Ni a ti... Ni a su cachorro.
©lduhn2here | ©alduhdhanna.
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