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2 | Cita con la diosa

Fue a las 8:40 p.m. cuando la diosa llegó acompañada del imponente Jirou al parque de diversiones, sin duda con una noche tan estrellada y con las luces de los juegos y puestos de comida, se veía venir una noche muy especial para ambos, claro que para esto él ya sabía esconder sus alas y mostrarlas a voluntad, tal como el tan conocido idol Kurama llegó a hacer en la escuela o, actualmente, en sus conciertos donde ocultaba y mostraba a voluntad según fuera el momento.

Una diosa humana vestida con una falda café claro, blusa de manga larga azul rey de cuello en V y una bolsita en el pecho izquierdo, pantimedias negras y zapatos negros, su persona resaltaba tanto, en parte por su belleza natural y porque, al ser una deidad tenía algo especial que llamaba la atención de los demás, pero los humanos no podían descubrir qué era... quizás, era la bondad que reflejaba su rostro, la calidez que emanaba de su cuerpo, la amabilidad que se sentía en su voz, en fin; Jirou apenas intentando adaptarse al mundo humano, sentía esto algo extraño, y es porque él es un hombre que, aparte de imponerse por su estatura y físico fuerte, se le complicaba ya que no le gustaba que otros vieran a su ninfa celestial, se notaba a leguas que es un hombre celoso, pero ni modo, a fin de cuentas ella iba con él, no con los que la miraban.

Ahora, pasados unos minutos y después de caminar un poco por el parque a modo de checar que tanto hay disponible, desde juegos hasta comida y bebida, Nanami se detuvo a los pies de la montaña rusa que iba tan de prisa como ella cuando se le hacía tarde para la escuela.

-¿Qué es eso? -preguntó Jirou mirando el juego sin encontrarle sentido.

-Eso Jirou, es la montaña rusa, iremos sentados mientras el juego recorre rápido todo esos rieles.

-Bueno, no se ve tan interesante... pero por ti me subo.

Ella sonriendo caminó directo al juego aprovechando que ese turno justo había terminado y ya empezaría el nuevo, poco pasó cuando el juego ya estaba lleno, con la pareja en los asientos de adelante como quería la diosa para que "Jirou disfrutara como debe de ser en su primera vez en el juego", comenzó el recorrido, Nanami ya estaba emocionada y eso que iban unos segundos apenas, mientras Jirou no sentía nada, y con justa razón pues él vuela, que juego va a impresionarlo, pero... con la compañía de la chica que ama, todo cambia, mirarla sonreír, reír y gritar por la emoción, la adrenalina junto con la felicidad que la jovencita irradiaba le llenaban a él su alma, su corazón, su cuerpo; todo, y así iniciaría a disfrutar de todo lo que a ella le gusta, por más simple que fuera. Cinco minutos duró su turno y bajaron del juego, la mayoría de la gente andaba despeinada con semejantes vueltas que dieron y la velocidad del recorrido, claro que Nanami no era la excepción y, Jirou como todo un caballero, le acomodaba el cabello haciéndola sonrojar para ahora, él tomar la iniciativa del juego que seguía, el cual terminó siendo la casa del terror.

Llevando a la chica de la mano corrieron hacia allá y dentro a él nada le asustaba, no obstante Nanami de vez en cuando soltaba un grito si algún maniquí o trabajador aparecía de la nada para asustar, claro que, o estaban disfrazados con máscaras y trajes o andaban muy bien maquillados, sino no se lograría el efecto de terror que deseaban provocar; ahí el cuervo aprovechaba que su mano era apretada por su ninfa celestial para tocarle el hombro o el cabello en muestra de que, aunque fuera un juego, él deseaba cuidarla, asimismo de vez en cuando también la abrazaba y con eso quedaba todavía más clara su intención. Diez minutos le duró el gusto al líder cuervo donde, podía demostrar con un poco más de facilidad su amor hacia ella, porque el tercer juego lo escogió la diosa humana con la misma táctica que él, tomándolo de la mano y llevárselo corriendo... correr directo a la casa de los espejos.

Dentro era tan chistoso el lugar, todo lo opuesto que vivieron hace unos instantes pues, los primeros espejos que les tocó mirar hacían ver a Nanami alta con una cabeza miniatura y a Jirou, aunque con su estatura normal, unas orejas enormes como las del elefantito dumbo. También encontraron espejos para adelgazar a niveles exagerados como para engordar lo suficiente y hacer que uno quiera hacer ejercicio. Otros espejos lograban el efecto de alguna extremidad grande o pequeña, era curioso ver a Nanami con su cuerpo normal a excepción de sus manos que eran tan enormes como llantas de autobús, sin contar lo divertido de ver a Jirou también de cuerpo normal a excepción de sus alas que dejó salir aprovechando que no había nadie, éstas tan pequeñas como las de un cuervo de 4 años.

Ya con tres juegos, Jirou estaba más en confianza con la diosa y, por qué no, con los humanos, así que quiso probar algo con más convivencia hacia la gente, los carritos chocones, pero en una versión para adultos pues, los carritos eran mucho más grandes que en el juego de los niños a adolescentes, ella en uno negro con el número 29 y él en uno amarillo con el número 21, conducían y chocaban con cada persona en el lugar, sorprendentemente Jirou sonreía, ya le estaba gustando convivir así, además de ser divertido era especial si se encontraba Nanami a su lado peleandolo con el carrito.

Sin embargo, los turnos no son infinitos, poco después llegó el momento de abandonar los carritos, pero a la vez también llegó el momento de que fueran a comer algo, sencillo, pero delicioso, hot dogs. Ella les ponía mostaza y él catsup con mostaza, aunque ambos disfrutaban igual de bien cada mordida, y para complementar el alimento, una bebida, ella malteada de chocolate y él de fresa, no obstante se daban probadas de la del otro, ahora de postre, ella quiso unas papas y él algo clásico, una barra de chocolate. Ya terminando de comer ahora sí, caminaban por el parque tranquilamente, Jirou le ofreció su brazo y, aunque la diosa por un momento dudaba si tomarlo o no, terminó agarrándolo, ahora caminarían más cerca, pero también sin ningún riesgo de que los separara la multitud que poco a poco crecía, debía ser por la hora seguramente, ya eran cerca de las 10 y normalmente la gente a tales horas está desocupada buscando algo por hacer.

Ahora, con tiempo todavía de sobra, luego de que la comida ya había sido digerida lo suficiente. A Jirou le llamó la atención el probar el tiro al blanco con dardos, todo porque vió a un chico ganar un gran peluche de oso para dárselo a la chica que lo acompañaba, su novia o esposa quizás, si ella le terminó agradeciendo con un beso en los labios, así pues el cuervo lo quería intentar también, posiblemente Nanami reaccionaría igual o similar... y, vaya que el líder cuervo tiene muy buena puntería, acertó los cinco dardos en el círculo del centro ganando un gran peluche de vaca, el cual obviamente entregó a Nanami sonrojado para enseguida sonrojarse más debido al agradecimiento de la diosa con un beso en la mejilla.

Continuaron caminando llegando a otro tiro al blanco, pero éste de globos para reventar, ahora Nanami quiso hacer lo mismo para Jirou, hecho el cual consiguió, posiblemente su puntería mejoró al nivel de la perfección por todas las veces que tuvo que arrojar sus talismanes a ciertas personas u objetos, y si lograr atinar un papel es difícil, darle a unos globos con un dardo es fácil. Sin embargo en este juego podían escoger el premio, ella impulsó a Jirou para que escogiera el que más le gustara de los peluches, después de todo era para él, era su regalo de recuerdo de aquella noche tan bella y divertida; había tortugas, perritos, gatitos, conejos, hámsters hasta flores, corazones, caritas, aunque para él la elección era clara: el peluche de flor de cerezo.

Una deliciosa comida, mucha diversión, peluches grandes y esponjosos con un hermoso cielo estrellado, Jirou quiso finalizar esa noche especial yendo a la ruleta de la fortuna. Así con una sonrisa y corriendo de la mano llegaron a la atracción, poco a poco el juego iba subiendo y la diosa miraba feliz la ciudad, el santuario que a lo lejos se miraba, aunque un poco apagado debido a su ausencia; Jirou por su parte, la miraba a ella asombrado de que el amor fuera tan maravilloso de experimentar, tan especial y tan divino como lo es ella. Pocos minutos pasaron cuando llegó el momento tan esperado, la ruleta se detuvo y los dejó en el centro, en lo más alto, ella sonrojada desviaba la mirada fijandola en la bonita vaquita, no quería enamorarse, pero él ya no tenía opción, la miraba sin ocultar su profundo y completamente sincero amor abrazando su flor de cerezo.

En el santuario, Tomoe y Mizuki estaban en la puerta, él sentado y el zorro acostado con su sake al lado, de hecho era del sake que Mizuki hacia regularmente, ambos mirando al cielo no decían nada, de sorpresa Onikiri y Kotetsu se les unieron, ahí fue cuando Tomoe extrañando la presencia de su diosa, al fin habló, aunque de manera seria.

-¿De dónde sacará dinero ese cuervo tan brusco para traerle cosas a Nanami e invitarla a salir?

-¿No lo sabe señor Tomoe? -preguntó Kotetsu sorprendido.

-¿Saber qué?

-Pero si es de lo que todos hablan últimamente -añadió Kotetsu.

-¡Hablen ya! -exigió el zorro desesperado.

-Ay Tomoe, eso te pasa por no estar pendiente de lo que sucede en el mundo exterior -contestó Mizuki y continuó-. Kurama incluyó a unos de sus hermanos cuervos de la montaña en sus conciertos.

-¿¡Qué dices serpiente!?

-Lo que oíste.

-Señor -intervinó Onikiri-, es que después de terminar la preparatoria, Kurama ha estado más enfocado en su vida de idol, y en unos conciertos se le ha visto con varios cuervos de la montaña... ellos hacen como él, de ángeles caídos, a las fanáticas les encanta, hasta a las madres les llamó la atención porque también ha sacado a varios cuervos niños, y pues se ven tiernos.

-¿Me están diciendo que el cuervo desgraciado de Jirou se prestó para ser como un modelo del cuervo presumido de Kurama? ¿Es en serio?

-Sí Tomoe, ya bájale, está bien que Jirou sea el líder de los cuervos ahora, y que tenga sus responsabilidades, pero en su tiempo libre puede ayudar a su hermano Kurama, además de que le da su paga a cada cuervo, oh y también ha ayudado a la montaña, eso me lo contó Nanami.

-¿Cuándo? ¿Por qué no me contó nada a mí? -cuestionaba molesto el zorro a la serpiente.

-Me lo dijo antier, quizás se le olvidó comentarte -comentó con una sonrisa cínica.

-¡Te exijo que me digas que tanto te contó!

-Mmm, veamos -dijo Mizuki y prosiguió-. Aunque los cuervos obtienen sus alimentos y todo lo que necesitan para vivir de manera natural en la montaña, como recordarás Kurama ya se lleva bien con todos, entonces el dinero puede comprar ciertas cosas que naturalmente ellos no tendrán o al menos no tan fácil, y el dinero también puede remodelar...

-¿Cómo van a remodelar si ellos son demonios cuervos y no deben saber nada de ellos los humanos? -interrumpió Tomoe.

-No lleva humanos... -añadió Mizuki-, Kurama compra, va por sus hermanos y lo llevan con discreción, casi todo lo hace él porque entiende que son demonios cuervos todos, inclusive él -comentó con énfasis-, así que ningún humano sabrá de la existencia de ellos ni de la naturaleza de Kurama. Ya relájate.

De repente, Onikiri y Kotetsu miraron al cielo, volando Jirou se acercaba con Nanami en brazos, y en los brazos de ella, los peluches. Tomoe miraba serio conforme iban acercándose para, al tenerlos a menos de 300 metros, sorprenderse por los peluches. Mizuki, sin embargo, estaba celoso, inmediatamente cruzó los brazos y puso una mirada molesta una vez que la pareja sonriendo bajó a la tierra, Onikiri y Kotetsu los recibieron con abrazos mientras Nanami le entregaba su peluche a Jirou y Mizuki se le acercaba para abrazarla y decirle que la extrañó, demostrándole su cariño e ignorando sus celos, Tomoe en cambio, se quedó donde estaba mirando la escena aún sorprendido.

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