1 | El santuario de la diosa
Hace unas semanas que Nanami se graduó de la preparatoria, no fue el mejor promedio, pero si uno decente y más aún considerando que debía dividir su tiempo para dedicarse a sus labores de deidad terrenal. En fin, ella se graduó aún amando a Tomoe, pero el tiempo no pasa en vano pues, el día de su graduación se propuso seguir el pensamiento que tenía cuando era niña "permaneceré soltera", y hasta el momento lo ha sabido mantener, en especial con la constante atención de parte de su guardián serpiente, Mizuki, y del cuervo Jirou, no obstante esto ya comienza a incomodar a Tomoe...
Mediodía, un viernes más en la vida de la joven diosa, acaba de despertar y bastante exaltada corriendo por todo el santuario buscando a Tomoe sin dejar de gritar su nombre, es en el jardín donde al fin da con el zorro guardián, completamente aterrado por los gritos corre al verla para abrazarla.
-¿Qué pasa Nanami? ¿De quién huyes?
-¿Qué? Espera no... yo no huyo de nadie Tomoe, sólo estaba buscándote.
En el momento él algo molesto la soltó y miró serio.
-Relájate, es sólo que, bueno... ¿cómo llegué aquí? Si ayer estábamos en la montaña Kurama y yo platicaba con Jirou.
-Ni el año nuevo te quita lo torpe... volviste a confundir por enésima vez el licor con jugo de frutas...
-El año nuevo pasó hace semanas... pero ¿qué hice?
-Después de emborracharte sin querer... como ya es costumbre, te quedaste dormida. El cuervo quería que nos quedaramos allá a pasar la noche, pero yo no confío en él así que mejor te traje acá al santuario.
-Ay menos mal -suelta una risa en forma de alivio-. Pero una cosa si te digo...
-¿Cuál?
-¡Eres un tonto!
Nanami golpeó a Tomoe en la cabeza dejándolo sorprendido.
-No es costumbre que me embriague... es que son idénticos el jugo y el licor, encima siempre los ponen juntos y si estoy en una plática amena, bueno... generalmente no me pongo a ver cuál es cuál.
-Pues si quieres volver a ir a la montaña Kurama empieza a analizarlos, porque no volveremos a ir si sigues así de distraída.
Mizuki apareció de la nada con Jirou detrás de él.
-Tomoe no molestes a Nanami... ella puede hacer e ir a donde quiera, si tú no vas no importa, yo siempre la acompañaré.
-¡No te metas serpiente metiche!
-No peleen... -comenta firme Nanami y mira a Jirou-. Lamento lo de anoche Jirou.
-No hay problema... ninfa celestial.
El cuervo se sonrojó y Tomoe sólo podía pensar en lo ridículo que se veía.
-Jirou vino a verte Nanami, lo dejé pasar porque pues, es parte de la familia.
-Exactamente Mizuki, gracias.
-Sólo vine a traerte esto -le entrega un ramo de rosas rojas que escondía en la espalda.
Nanami sonriendo las tomó y agradeció el gesto tan lindo, ahora Tomoe simplemente quedó con la mente en blanco.
-¿Jirou quieres almorzar con nosotros?
-¡¿Qué dijiste serpiente?! -preguntó molesto Tomoe.
-¡Mizuki esa es una gran idea! Jirou, quédate, Tomoe cocina delicioso.
-Vaya, gracias, me gustaría comer con la diosa en verdad...
«Pero a mí no me gustaría cocinar para ti cuervo tosco...» ,pensaba Tomoe con los brazos cruzados.
-¡No se diga más!
Con esa frase finalizó la charla Nanami para comenzar el almuerzo en la cocina, Tomoe de mala gana preparaba hamburguesas y de reojo cuidaba a la diosa, no quería que Jirou se propasara con ella, pero bien sabe que ella, aunque siga siendo humana y no tenga mucha fuerza, es capaz de defenderse.
Pasaron 40 minutos y fueron los más largos para el zorro pues, entre cocinar y cuidar a la diosa, casi arruina una hamburguesa... aunque aprovechó para dársela a Jirou, sin embargo, Mizuki se dió cuenta y debido a que Tomoe seguía sirviendo cosas de la cocina, distrajo con un chiste a Jirou y a Nanami para, la hamburguesa casi quemada dejársela a Tomoe y la de Tomoe que se se veía bien, dársela a Jirou; así fue como su estratégico y simple plan resultó en un exitoso cambio.
Comían los cuatro, Jirou en momentos miraba a Nanami al igual que Mizuki, sólo que éste último era más obvio, Tomoe por su parte a media hamburguesa se dió cuenta de que no sabía del todo bien, y al pensarlo un poco supo que era la destinada a Jirou, aunque no podía hacer escándalo por eso, en primer lugar no es su estilo y en segundo, Nanami no dejaría pasar que la comida en "malas condiciones" fuera dada a un invitado. Por lo que mejor guardó silencio y comió con mala cara el resto.
Pasaban las horas y Jirou no se iba, Tomoe hacía labores domésticas desde limpiar la cocina, los cuartos, hasta la entrada; Nanami acompañada de Jirou estaban en el cuarto donde, por fuera se ve a los fieles pedir a su deidad; a comparación de antes, ya llegaban más y todo gracias a que la jovencita en estas semanas se dedicó a ayudar a todo aquel que iba al santuario a hacer sus plegarias y, si a un fiel le iba bien por consecuencia le diría a sus amistades, para que creyeran en ella y rezaran, así fue como poco a poco crecía Nanami en seguidores y eran 100% fieles a ella e incluso iban hasta 3 veces al día.
Debido a lo anterior también las limosnas aumentaron, el templo ya tenía mejor aspecto, parte del dinero fue invertido en la fuente, en la entrada, en una bodega donde iban guardando las plegarias de los fieles más adeptos, en fin; esos gastos más la manera tan pulcra de Tomoe para cuidar y limpiar hacía lucir el santuario, pero por la divinidad de Nanami es que el lugar y a los alrededores resplandecía, incluso en las noches, un aura apacible y de bondad llenaba todo el lugar y eso, sólo una deidad puede hacerlo.
Pasaron las horas y, al volverse de noche, los fieles eran menos, la mayoría siempre iba entre la 1 p.m. y 6 p.m., así que, Jirou al fin, después de tantos años, se animó a algo inesperado mientras él y la diosa salían del cuarto.
-Mi ninfa celestial... vayamos al parque de diversiones, ¿si?
-¿Jirou? ¿En serio?
-Claro.
Tomoe escuchaba a lo lejos bastante curioso y un poco incómodo, pero le llegó la ansiedad cuando Mizuki lo descubrió y encima quiso hacerle compañía.
-Yo nunca he convivido de esa manera con humanos, pero por ti lo haría... am, Shinjirou me comentó hace unos días que es divertido ir ahí, que a ti diosa, te gusta.
-Me encanta ir ahí.
-¿Iremos?
Nanami asintió sonrojada y una hora después, ella ya estaba arreglada y lista para salir... al igual que Tomoe y Mizuki.
-¿Ustedes a dónde van?
-Ay Nanami la pregunta ofende -comentó el zorro-, vamos a hacerte compañía.
Jirou frunció el ceño.
-¿Cómo dices Tomoe?
-Lo que oíste, Mizuki y yo vamos con ustedes a la diversión... ¡si! ¡Wuuu! -Sonriente abrazaba por un hombro a la serpiente quien, confundido por la actitud tan alegre de Tomoe sólo sonreía para Nanami.
-A ustedes nadie los invito... y si algún fiel viene, alguno anotará las plegarias para yo hacerme cargo mañana temprano.
-Nanami eso pueden hacerlo Onikiri y Kotetsu.
-No, te equivocas serpiente... -dice Tomoe serio-, sólo un guardián puede hacer eso por su deidad.
-Me quedaré entonces Nanami.
Añadió Mizuki triste y Tomoe estaba cerca de celebrar cuando la diosa intervino.
-Los dos se quedarán, pueden turnarse o si llegan más de uno dividirse, así no perderán ninguna plegaria. Es una orden.
En el momento el lazo divino que tiene con ambos se dejó ver como dos aros en las muñecas de ambos demonios guardianes, aros como si fueran de una luz dorada especial, de modo que no tuvieron más opción que obedecer, Tomoe de mala gana y Mizuki feliz, ese lazo divino era de lo más valioso para él, después de Nanami claro.
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