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— ¿Planeabas emborracharte sin mi?— Puchereó Beomgyu indignado —Que malo. —Había regresado en la noche de ese mismo día a la casa de Yeonjun con muchos paquetes de papitas, golosinas y el vino favorito de Yeonjun, o bueno, uno de sus muchos favoritos, porque al rubio le fascinaba. Yeonjun vivió en Europa cuando era adolescente había trabajado en un viñero, de ahí su buen gusto por los vinos.
Hacía pataleta como un niño pequeño, no porque le molestara que el rubio se echara sus copas de vez en cuando, pero le preocupaba lo que podía llegar a hacer solo en ese estado (deprimido), así que se animó a acompañarlo hasta las diez, hora en la que lo recogería su adorable y mal geniado novio.
— Pensé que estarías con Taehyun —Murmuró Yeonjun sentándose en un cojín en el suelo cerca de las latas de cerveza una que otra botella de soju. No se veía ebrio pero si tenía cara de pocos amigos como ya era usual desde que había caído en un cuadro de depresión.
—Viene por mi a las diez —Respondió Beomgyu —¿Son cervezas alemanas? — El rubio asintió — Traje tu vino favorito, El viñero, merlot.
—¡Wow! Gracias Beom... Sin embargo cerveza con vino, como que no combinan. Dejemos el vino para después ¿Qué te parece? Toma una— Yeonjun sonrió y le extendió una lata a Beom. —Son tan deliciosas —Tomó otra para si mismo y bebió de ella como si tuviera mucha sed: y si, aunque había tomado ya una cerveza, su sed no se calmaba, y lo más frustrante que Yeonjun sentía que era porque su sed, no era sed no era física si no del alma, y eso, era aun peor que tener el corazón roto. No tenía la costumbre de beber, pero su condición le obligó a querer salirse de su realidad por unas horas y callar esa voz en su cabeza que se encargaba de recordarle a cada segundo que no le servía de nada ser lindo y buena persona, esas virtudes no le daban lo que más buscaba, que era amor.
Se sentía tan solo
Jamás tuvo amor de nadie. Sus padres era empresarios secos y calculadores y apenas había podido arreglar su relación con su medio hermano.
Contaba solo con el cariño de Beom y sus otros amigos que no eran muchos tampoco; si no fuese por ellos. Yeonjun ya no tendría una razón por la cual seguir ¿Por qué nadie se enamoraba de él? ¿Por que parecía como si mendigara amor todo el tiempo? Odiaba cuando las parejas iban al parque y se veían tan acaramelados o los padres jugaban con sus hijos y el estaba solo, a veces leyendo una revista o escuchando música, pero jamás con una compañía como esas.
Por supuesto que Yeonjun había tenido más de un pretendiente, después de todo era un hombre más que bello en todos los aspectos. Es bonito, era sexy, encantador, talentoso, agraciado, y sobre todo tierno y cariñoso, pero eso no parecía ser algo que los demás admiraban en él: no, ellos solo admiraban su perfecta retaguardia virgen y el resto pasaba a ser omiso.
Nunca le habían dicho un «Me gustas » sin segundas intenciones ¡Nunca! Y era lo que más soñaba y se sentía frustrado por eso. Quería un ser fuerte, cariñoso, que le diera muchos mimos y le dijera que era bonito, que tenía ojos bonitos, sonrisa bonita que le diera amor, placer, sonrisas y muchos bellos recuerdos. Eso era lo que necesitaba; cálidos abrazos en días lluviosos, un compañero de cobijas, un dueño de sus labios, alguien que lo celara... Necesitaba al amor de su vida.
Pero
¿Dónde estaba?
¿En Narnia? O quizá el amor de su vida era uno de esos vendedores puerta a puerta a los que muchas veces no le quiso abrir? Quizás era uno de esos evangélicos a los que tampoco quiso recibir en su casa para no escuchar que los homosexuales no heredarán el reino.
—¿Vas bien con Taehyun? —Preguntó Yeonjun para amenizar el ambiente.
—Es el mejor — Beom sonrío y Yeonjun sintió felicidad por su mejor amigo. Si él no era feliz al menos era maravilloso que Beomgyu lo fuera
A veces discutimos pero ya sabes, no existe nada perfecto, a excepción mío.
—Es genial Beom. Espero que la respuesta no cambie para mal ¿Ya son cuatro meses?
—Así es — Tenía su boca llena de papas —Hoy los cumplimos.
—¿Y qué haces aquí!? ¿No deberían estar follando como conejos? En vez de estar aqui conmigo.
—Hey, relaja la raja, Junnie. Por eso estaré solo hasta las diez. No me gusta cuando bebes solo, creo que puedes hacer algo de lo que puedas arrepentirte después como llamar a esos chicos idiotas que solo te buscaban para desflorarte.
Yeonjun asistió riendose y destapó una segunda lata.
—¿Y qué ha sucedido con Jungwon? ¿Aun gusta de Taehyun?
—No —Contestó Beomgyu —Ahora sale con Jay, el chico de diseño de modas y se ven felices.
—¿¡Qué!? Desde cuando
—Hace un mes.
—Mierda Beom, no estoy enterado de nada ¿Algún otro chisme?
— Pues desde que dejaste la universidad han pasado muchas cosas — Beomgyu se acomodó para hablar con su amigo — Jennie rompió con JiYong, el muy desgraciado la nalgeó frente a todos y dijo que por fin se habían acostado y no se que más mierdas.
—¡Que atrevido! Jennie es una tonta si lo perdona por eso, es decir ¿No se supone que son cosas personales?— Yeonjun terminó la segunda lata y abrió otra para seguir bebiendo rápido.
— Si Taehyun hiciera eso lo mataría —Bufo Beomgyu — ¡Ah si! ¿Recuerdas a la profesora que tenía nariz de bruja? — Yeonjun asintió —Fue despedida.
—¿Por?
—El director la encontró infraganti con un alumno de último semestre de arquitectura, creo que se llamaba Yuta.
—¡El japonés! Mira que tirarse a esa mujer — Yeonjun hizo mala cara — ¿También lo echaron a él? — luchaba por seguir coherente pero sus sentidos comenzaban a dislocarse prontamente. Nunca fue demasiado tolerante. Cuatro cervezas eran más que suficiente para emborracharlo más con la forma en la que bebía; llevaba tres cervezas y Beom apenas terminaba la primera.
— No, él ya casi termina la carrera. Le permitieron finalizar.
Ambos guardaron silencio para comer algunos dulces y luego siguieron hablando de chismes de la universidad durante horas. Yeonjun estaba borracho y Beomgyu apenas se había tomado una lata y media de cerveza, ya que no quería emborracharse.
Eran casi las diez y Taehyun había llegado antes de lo planeado.
—¿Estarás bien? — Preguntó Beomgyu como por enésima vez.
— No estoy borracho aun — Mentira —Vete, tu novio te espera. Estaré bien, necesito tiempo a solas de todas formas... Ya sabes, para pensar bien las cosas y eso —Intentaba no arrastrar las palabras.
— Llámame cualquier cosa ¿Si? No importa si estoy a mitad de orgasmo, vendré de inmediato aunque tenga que correr en medias por toda la calle y me corte con algún vidrio — Yeonjun hizo expresión de asqueado ¿Por qué era tan exagerado?, luego sonrió y dejó que su amigo besara su mejilla antes de irse y darle mil recomendaciones más como toda una abuelita.
Estaba super mareado y su vista no se podía quedar quieta en un solo lado, todo se movía en círculos.
Intentó levantarse, pero cayó al sofá como un saco de papas, a parte tenía sueño y ganas de vomitar.
— ¿Crees qué algún día encontraré eso que jamás he tenido? —Preguntó a la nada. Sentía como las lágrimas comenzaban a luchar por salir de sus ojos y no era posible retenerlas. Pronto sintió algo incómodo en su cintura y lo levantó para comprobar que se trataba, era el estúpido libro del «dios del placer» gracias a ese tonto libro, había estado deprimido todo el día pensando en que tan desgraciado tenía que sentirse como para recurrir en esperanzarse creyendo que ese ridículamente guapo dios pudiera salir de allí mágicamente diciéndole que lo iba a amar o algo así... ¡Patrañas tonterías! La vida real era así, perder tu juventud creyendo esas estupideces que nunca serán reales. solo, deprimido, borracho y lamentable: o por lo menos eso era su vida real.
“Solo una tremenda estupidez para niños bobos ”Bufó. Abrió el susodicho libro encontrándose de nuevo con el perfecto retrato del chico que suponía ser el dios del placer y acarició el retrato con sus dedos.
—Si alguna vez exististe... ¿Fuiste así de guapo o el pintor exageró? — Arrastró sus palabras — ¿Te enamorarias de mi? —Soltó aunque sonara necesitado —Soy un tonto por hablar con un libro —Rió.
Miró la página de al lado y comenzó a leer.
—Pero que diablos — La letra no se mantenía quieta, y además no parecía ser coreano lo que había allí, sin embargo, lo leyó como se supone que se pronunciaba.
Pentagonum tentorium sacris super ripam Elpei amnis. In Deo est voluntas, quos vocant nullaque praepediti condicione, ut ministrent mihi, obsecro hercle vocatio
—¿Griego? No, latín —Se dijo así mismo recordando de repente las misas en latín que escuchaba su abuela materna. El libro comenzó a moverse en sus manos y él solo se carcajeó y terminó por pensar que el alcohol había llegado a su cerebro finalmente, antes de caer dormido en cerca de su habitación.
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—¡Diablos! —Se quejó el rubio al despertar —Mierda, mierda — Una jaqueca mortal azoto su pequeña cabeza —Infiernos, no vuelvo a tomar NUNCA MAS —Se levantó del piso y se dirigió a su baño ignorando completamente la presencia de una segunda persona sentada en la sala, en ese mismo sofá donde ayer había hablado con un libro
—Oh por dios —Chilló cuando vio el reflejo. Se veía horrible ¿por qué rayos tenía papitas en el pelo? Hasta se quitó una gomita. Tenía lágrimas secas en la cara y un asqueroso rastro de saliva, además de unos ojos muy hinchados, pequeños y rojos. Enseguida lavo su cara con agua fría confiando en que ello haría que sus ojos se desinflamaran un poco y se intentó acomodar su cabello que parecía disparar en todas las direcciones.
Del estante del baño sacó pastillas para el dolor de cabeza y se tomó un par de ellas para aliviar su malestar y luego se cepillo. Cuando salió del baño se dirigió a la cocina pero creyó haber visto a alguien en la sala por el rabillo del ojo ¿Quizás Beomgyu?
—¡Ah! Santa mierda — Yeonjun cayó de trasero al suelo —Demonios ¿Quién diablos eres!? ¿Cómo entraste? ¡No me vas a violar! ¿Verdad? — Miró asustado al chico en frente suyo que estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas y los brazos estirados en el espaldar del sofá. Estaba semi desnudo y joder, estaba más bueno que la nutella. Solo tenía una extraña bata blanca de seda que cubría su cintura hasta más arriba de las rodillas y dejaba todo su pecho al descubierto excepto el hombro izquierdo.
Sus fuertes piernas y su dorso esculpido no dejaban nada a la imaginación. Tenía un hermoso cabello negro ligeramente rizado y unos ojos azules que no pasaban para nada desapercibidos.
Simplemente caliente además de tener ese toque de elegancia en su porte.
— Soy Choi Soobin, dios del placer, hijo de afrodita. Seré tuyo dos meses, donde complaceré hasta tus más oscuros deseos sexuales —Contestó a Yeonjun. Su voz era profunda con un ligero acento que Yeonjun catalogaba como romano, aunque en realidad era griego — ¿Orgías? ¿Tríos? ¿Sadomasoquismo? Puedo hacerlo todo — aseguró orgulloso.
El chico griego podía notar que estaba en una época más moderna. Las casas eran extrañas y la ropa de Yeonjun también.
—¿Estás de broma? —Un foco se encendió en Yeonjun cuando recordó que el chico se le hacía familiar porque era el mismo del estúpido libro que le trajo Beomgyu.
— Tú me invocaste, querido — Dijo a Yeonjun suavemente —Estoy aquí para complacerte como quieras. No tienes que hacer nada, puedo ser todo
— Que ofrecido. No necesito eso — Bufó “En serio funcionaba” Murmuró refiriéndose al libro —¿Eres siquiera real? ¿No estoy soñando?
—Soy tan real como tú ¿Quieres una prueba? — Hizo el ademán de ponerse de pie pero Yeon lo detuvo con algo de incomodidad.
Soobin admiraba con desdén a Yeonjun. Era tan pequeñito, y aunque su rostro estaba lleno de preocupación y parecía querer llorar, sus hermosas mejillas delataban su timidez con un precioso sonrojo que enterneció algo dentro de Soobin. El chico rubio tenía ese tipo de belleza que nunca se quita, ni en las peores fachas. Incluso así, con esas ojeras, el cabello despeinado y los ojos hinchados, se veía bonito. Muy bonito.
—Entonces ordename... Amo — Habló Soobin. Hace siglos no tenía un amo tan bello, y además hace siglos no lo invocaban. Él no se quejaba de su trabajo, le gustaba el sexo, amaba los orgasmos, las mujeres o hombres hermosos, y todo lo que abarcaba el placer en general, pero eso no omitía que habían algunos invocadores que le producían asco. Con un agravante, el no podía negarse a ninguna petición aunque quisiera, excepto si ésta ponía en peligro su vida. Cada vez que le ordenaban algo que no quería hacer, su cuerpo funcionaba solo y odiaba eso. Pero estar alli con Yeonjun era una de esas pocas veces en las que agradecía enormemente su trabajo, o bueno, en realidad castigo. Si el rubio le decía que lo dejara ser el de arriba, con poco gusto se abriría a él sin rechistar.
— Vete ¿Si? No necesito follar con nadie — Contestó Yeonjun —Necesito... Necesito procesar que aun saliste de un puto libro ¿Entiendes? Eso no sucede casualmente.
—Claro que si, precioso. Tómate el tiempo que desees, tenemos dos largos meses.
— Empiezas a molestarme —Gruñó Yeonjun irritado.
Soobin sonrió por primera vez haciendo que el corazón de Yeonjun se acelerara y maldiciera internamente unas mil veces ¿Por qué tenía que ser tan guapo? ¿Por qué justo su tipo?
Tenía esa sonrisa que podría derretir a cualquiera y odiaba eso. Además de por si ya era guapo y todo un Dios griego literalmente.
— ¿Hay algo que no te guste, principe? — Cuestionó Soobin con una semi sonrisa aún. Lo preguntó con un ligero tono retador y travieso.
— ¡Tú! No me gustas. Me llamo Yeonjun ¡No principe! ¡No precioso!
El rubio se sentía tan molesto consigo mismo por pensar que ese dios del placer era guapo como ninguno que el hubiera visto alguna antes. También se molestó con su corazón por haberse acelerado cuando él sonrió. También odió el hecho de que le encantara el ligero acento, según él, romano, con el que hablaba Soobin.
— Bien, Yeonjun ¿Te molestan los apodos?
— Me molestan si un desconocido me los dice.
Beom. Necesitaba llamarlo en definitiva.
— Yeonjun —Lo llamó el pelinegro — No puedo irme de tu casa aunque quisiera, lo siento. Mi trabajo es estar aqui durante dos meses.
—¿Cómo que no puedes irte?
De la nada Soobin comenzó a correr hacía la ventana y justo cuando llegaba fue impulsado hacia atrás con fuerza y cayó contra la pared de la sala.
—¿¡Estás bien!? — Yeonjun corrió hacia él. Podía ser un desconocido y toda la cosa pero él tampoco era tan horrible como para dejar un herido.
— Estoy bien — Soobin se puso de pie —¿Lo viste? No puedo irme.
—Tiene que haber otra forma _ Dijo Yeonjun mientras mordia sus uñas con ansiedad. Cogió su celular y le marcó a su mejor amigo. Él era el culpable de todo eso, asi que o le solucionaba el problema o si no se las vería con un enojado Yeonjun.
—¿Junnie? ¿estás bien? ¿Te golpeaste? ¿estás herido? ¡Responde!
—¡Cállate demonios! Me duele la cabeza —Suspiro — Estoy bien.
—Wow alguien no está de muy buenas pulgas.
— Más te vale que traigas tu puto trasero aqui, Beomgyu, tengo en la sala de mi casa a un tipo que salió de ese estúpido libro.
—¿¡Qué!?
— Si no llegas en veinte, te corto las pelotas.
Colgó furioso.
— ¿En primer lugar por que estabas en un libro? — Preguntó después de colgar de mala gana.
— Porque debo cumplir mi misión en el universo.
—Ajá ¿Y cuál es tu misión?
— Brindar placer.
— ¿Te gusta eso? ¿No sientes vergüenza de ello? No, espera ¿Recuerdas si quiera cuando fue tu primera vez?
— Me gusta —Se encogió de hombros— No siento vergüenza, y si recuerdo mi primera vez, príncipe. De hecho te pareces tanto a ella que llegué a creer que eres su reencarnación.
—Lo que me faltaba —Bufó Yeonjun. Se regañó mentalmente tratando de disipar su enojo y buscando llevar una conversación tranquila —¿Y cuántos años tienes?
— Perdí la cuenta.
—Genial.
— ¿Y tú cuántos tienes?
—Veintitrés.
Ambos guardaron silencio. Yeonjun buscaba una forma que se fuera y Soobin de calmar al enojado rubio que estaba en frente suyo.
—¿Por qué me sucede esto a mí? —Susurró Yeonjun bajito. De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas y no pudo evitarlas.
— Hey, Yeonjun, en serio si pudiera complacerte con tu deseo de que me vaya, lo haría —Dolió un poco el rechazo pero Soobin lo dijo para mostrarle afinidad. Se acercó a Yeonjun y lo abrazo para que dejara de llorar y demostrarle que también lamentaba no poder cumplir su deseo. El rubio se sobresaltó pero dejó que el más alto lo abrazara. Olía un poco a papel, pero había un delicioso perfume que resaltaba en Soobin. Quizá un perfume de esos caros antiguos. Pensó Yeonjun. Escondió su rostro en el cuello del chico y comenzó a calmarse.
¿Podría convivir sin caer en la tentación dos meses...?
Diosito, otra vez soy yo, Yeonjun...
☃️
Me había olvidado un poco de esta historia pero ya la actualize <3
Perdonen la demora 💔
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