Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

017.

Lee saerom

Metí un trozo de carne a mi boca. A penas había comido hoy, así que casi obligada me encontraba en la cafetería de la empresa comiendo junto a Jiheon.

—Me di cuenta de que no se postuló para ir a Busan, a revisar la tierra.

Negué ante lo que dijo.

—Creo que sería mejor ir en la siguiente temporada. Aunque no lo creas, aún sigo adaptándome a este lugar.

El encargado de la bodega me lo recomendó, y he estado pensando que si en algún momento decido no volver a Australia, me mudaré a Busan, para trabajar en la bodega. Las cosas no me están yendo nada mal en la empresa, pero he involucrado cuestiones personales, que me fastidian cada vez más.

Tomé el vaso con limonada, y lo llevé a mis labios. Al no estar comiendo bien, consulté con un médico, que me recomendó tomar limonada. Te suele hidratar bastante y vaya que aporta vitaminas.

—Sabe, me enteré de que la secretaria Han, de recursos humanos, se acaba de divorciar. Hubo un tipo de infidelidad, y la culpan a ella.

Otra vez con los chismes. Traté de hablar con ello de esto ayer, después de contarme eso de la CEO Kang. No voy a negar que está bien saber un par de cosas importantes, pero de alguna forma se enteraba de todo, me dejaba sorprendida.

—Dejando de lado eso, recuerdo que me dijiste que querías decirme algo, ¿de qué se trata?

Soltó sus palillos, ya que había terminado de comer. Me miró fijamente, que hasta me dio miedo.

—He confirmado que me gusta el secretario Kim YeonJun.

Dejé a un lado mi vaso de limonada, sin poder cerrar la boca por la impresión. Un poco más, hasta casi me atoraba también. No me lo esperaba para nada, ósea, si recuerdo una o dos veces que dijo que el chico le parecía atractivo, hasta ahí, pero ¡Le gustaba!

—¿No es una broma? —Negó— Vaya que me has dejado sorprendida.

—A penas he podido admirarlo de lejos, y así se quedará. Me cae muy bien, es atento en todo lo que hace, en las reuniones en que nos encontramos fue amable y lindo conmigo, solo provocó que me gustara más.

De tantas personas, se fijó en él, justo en el hermano de Kim. Vaya coincidencias.

—No te voy a negar que me parece bonito lo que has dicho ¿Tú sabes si él tiene novia?

—Podría saberlo, pero casi no sé nada de él, ni nadie, es bastante privado, con diferencia a su hermano, el director Kim.

—Entiendo. Sabes, yo podría ayudarte un poco si quieres.

Como si hubiese dicho una palabra mágica, sonrió, estirando sus brazos para tomar mis manos.

—¿Harías eso por mí? Muchas gracias, sé que no significaría nada, pero al menos tendría claro que él no tiene pareja, y puede ser que se enamore de mí, aunque no lo sé... Ah.

Solté una carcajada por lo rápido que habló, tan nerviosa. Hice que soltara mis manos, para ponerlas encima de las suyas y darle un par de palmaditas.

—Tranquila. Veo que te gusta mucho, hasta tu rostro se volvió rojo. No te preocupes, te ayudaré. Lo poco que conozco a Yeon, me parece un joven tan educado, bueno y seguro que si llega a sentir algo por ti, será bueno.

O tal vez no lo sienta, pero al menos le ayudaré en algo. Me parece increíble esta situación, vaya que sí.

Ahora ya estaba más tranquila, se quedó callada, seguramente avergonzada.

—Ah, ingeniera Lee...

—Me tuteaste hace nada, puedes hacerlo cuándo estemos solas.

Asintió con una sonrisa.

—Quería preguntarte, ¿usted no tiene pareja, no? —Negué— Supongo que los has tenido antes.

—Sí. Importantes, dos. Un par de lios sin relevancia también, pero me concentré bastante en mis estudios y en mi carrera, que todo eso lo dejé a un lado.

Y esos dos chicos, fueron relevantes, pero se desvanecieron cuándo mi madre se entrometió en mi vida, como siempre lo ha hecho sin cansarse.

—Entiendo, por ahora no le interesa nadie tampoco.

Negué, mintiendo esta vez. Quise decir algo, pero mi mirada se fue a la puerta de la cafetería, viendo como entraba Hoseok. Se había cortado el cabello, y solo lo hacía ver más guapo.

Claro que sentía algo por alguien, algo por Hoseok. Era tan atrayente, tan alegre que con su sonrisa alejaba todas las dudas que provocaba Taehyung. Me molestaba, no quería sentirlo, y aunque me duela, tampoco hubiera querido sentir esto por Hoseok.

Los dos eran el fuego que encendía la llama de mi interior, que me volvían loca, dejándome sin recursos para mover un dedo y defenderme de ellos. De alguna forma, sentía que ninguno resultaría ser bueno para mí, siendo tan iguales y distintos a la vez...

Era un dolor de cabeza.





Alejé mi silla del escritorio, y elevé mis manos en forma de estiramiento. Mientras miraba fijamente la pantalla de mi computador, masajee un poco mis hombros. Había estado casi todo el día leyendo noticias del nuevo vino que ha salido al mercado de la competencia, es bueno conocer todo, ya que dentro de un par de meses, nosotros lanzaremos algo innovador.

Hoy ha sido un buen día, a pesar de estar trabajando todo el tiempo. Me reuní en un restaurante con un socio, era la primera vez que nos ponemos en contacto. Tuvimos una buena retroalimentación para cada uno, y espero que se haya llevado una opinión mía, agradable.

Ahora que recuerdo, ayer, antes de salir del trabajo recibí una caja de bombones de chocolate, que ni siquiera me llevé a casa, ya que no me gusta el chocolate. Me dejó un poco pensativa, por qué no tenía ni idea de quién podía tratarse, puesto que solo traía un papel que decía "Espero te gusten, Lee".

Le mandé un mensaje a Jiheon, preguntando si sabía algo, por el hecho de que se había ido pronto. Solo dijo que un repartidor solo lo dejó ahí, ni tenía dirección de quién lo envió.

Me fijé en la hora, y ya era mi hora. Qué emoción. Un día fantástico, además de que era viernes. Pasaría el fin de semana entero haciendo el vago, viendo series, durmiendo, tal vez salga a correr y ya.

Apagué la computadora y cerré mi laptop también. Debía hacer cosas con ellas, por ello la traje hoy. Me levanté de la silla y fui hasta el perchero para tomar mi chaqueta.

Solo me dio tiempo de guardar unos papeles, ya que escuché como la puerta se abrió.

Falta de educación, y nada más se podría tratar del idiota.

—No puedes entrar así, por más que mi secretaría no esté.

Volví a darle la espalda, guardando una libreta a mi bolso, mi laptop y cerrándola.

—¿Cómo estás? Veo que ya te vas —Me di la vuelta, lista para irme. Este parecía concentrado mirando otra cosa, así que me giré para ver a mi escritorio— ¿No te has comido los chocolates?

Ahora entiendo, así que fue él quien los envió. Dispuesta, fui hasta mi escritorio para tomar la caja de bombones, y volví a él, para devolverlos. Me dejó con la mano estirada, solo viéndome a los ojos.

—No me gusta el chocolate.

—No lo sabía.

Suspiré. Volví a hacer un gesto para que agarrara la caja, pero no le importaba.

—Tienes razón, no lo sabías. Eso solo lo sabría alguien cercano, y nosotros no lo somos.

Rendida, tomé con fuerza la caja y la dejé en la mesa de en medio de la oficina, posiblemente se los regalo a Jiheon, o que haga algo con ellos, parecían caros. Dispuesta a salir, me detuve, o mejor dicho, me detuvo colocándose enfrente de mí.

—¿Quieres ir a cenar conmigo? —Negué— ¿Qué quieres que haga para que aceptes? En serio me apetece tener una charla agradable contigo, conocerte mejor.

—Si acepto, no quiero que me vuelvas a molestar.

Mencioné, cruzándome de brazos. Y como si le hubiese puesto una condición a un niño berrinchudo, soltó una gran sonrisa, sonriendo. Resoplé, indignada conmigo misma, sin saber si hacía lo correcto.

Decidimos que saliera primero, mientras yo apagaba las luces de la oficina y bajaba a mi tiempo. No es como si quisiera que me vieran con él. Bajé al garaje de la empresa, y estando ya ahí, me costó un poco reconocer el coche de Taehyung, hasta que este encendió las luces.

Fui hasta él, abrí la puerta del acompañante y me subí. ¿Acaso hacía lo correcto? Podría aprovechar esta cena, ya que tenía hambre.

El motor del coche se encendió, y emprendimos camino hacia algún lugar desconocido para mí. Hace dos días quería aventarle mi escritorio por las cosas vulgares que dijo, pero ahora, estoy en su coche, escuchando la música que no se decide en poner.

Podría decir que me sentía hasta desprotegida, la forma en la que ni siquiera me miraba, solo concentrado en la carretera, siendo tan cuidadoso. No soy la mejor para entablar una conversación, pero este silencio me hacía sentir cohibida.

—¿Tu coche se secó, supongo?

Me miró unos segundos, y no sé si fue por la música que sonaba, que mi cuerpo sintió escalofríos.

—Por supuesto, si pensaste que me enfadaría, no lo hice. Lo mandé a secar —Y después de su respuesta, otra vez en silencio. No podía dejarme llevar por este tipo. Gracias a Dios, el ambiente dentro del coche, el olor, era agradable, por más que me volvía a loca, ya que me recordaba a su perfume—. Así que no te gusta el chocolate. Escogí los mejores, eran bombones de licor, por eso creí que te gustarían aún más.

—No me gusta el chocolate, cuándo solía comer, uno me dejaba mal sabor de boca, además de que no me gusta lo dulce, así que...

Tengo que admitir que me siento un poco mejor, solo que a veces todos mis sentimientos son incomprensibles, hasta para mí misma. Mis ideales eran demasiados fuertes, que me dejaban pensando por horas si lo que hice es correcto.

Por lo que me di cuenta, a donde íbamos no estaba lejos de la zona donde vivíamos. Ya habíamos llegado, aparcó el coche y pronto me bajé, esperando a que él lo hiciera.

Salimos separados de la empresa para que nadie nos viera juntos, pero comeríamos en público, cualquiera podía vernos. Estaba siendo tan tonta, ni siquiera sé si lo estoy haciendo bien en aceptar, podía tomarlo como una cena de empresa, algo de compañeros de trabajo... no sé qué pensar.

Ambos nos adentramos al restaurante, y mi apetito creció por el olor. Creí que nos quedaríamos cerca, pero en cuanto un camarero se acercó a nos nosotros, Taehyung le dijo algo. Nos guio hasta un pasillo, donde había salas típicas salas privadas, que utilizaban los empresarios y personas medianamente importantes.

Quité mi chaqueta, dejándola detrás de la silla donde me sentaría. Podía sentir su mirada a todos mis movimientos, y me sentía cada vez más incómoda. Me senté, y él justo enfrente de mí. El chico que nos había traído, nos dejó el menú, pero ni siquiera pude ver algo, cuándo escuché a Taehyung hablar.

—Trae los entrantes especiales de la casa, carne para freír, ensalada y...

Se detuvo para verme, esperando seguro a que yo dijera algo. La verdad es que no tenía inconveniente que pidiera eso, normalmente es lo que suelo comer, amo las barbacoas, incluyendo la sopa.

—Yo quiero una sopa de fideos con costillas de cerdo y tofu.

—Ya la escuchó. También traiga una botella de Lamella del 2019.

Al escuchar el nombre de ese vino, me trajo recuerdos. El camarero, después de apuntar, se marchó. Creo que traerían bastante comida, aunque a veces son porciones pequeñas en sitios como este.

—Por lo visto conoces los vinos famosos de Australia.

Mencioné, llamando toda su atención.

—Si no lo supiera, no merecería el puesto que tengo. Aún recuerdo que la cata que le hicieron, decían que era de aromas torrefactos, herbales y minerales, que se funden con notas de fruta roja madura. Aquí venden las versiones pequeñas, pero recuerdo que en casa tengo una de las grandes.

Había la posibilidad que ganó su puesto gracias al estatus de su padre, pero por primera vez debo admitir que tiene bastantes conocimientos.

Bufé, para no esconder la sonrisa traviesa que quería salir. A esto me refiero cuándo digo que me descontrola completamente. No tenía necesidad de discutir con él, no encontraba nada, y me miraba con tanta intensidad que solo me enfadaba.

—¿Has ido a Australia?

Negó, moviendo su cabeza.

—Solo he ido a Francia, a Reino Unido y Estados Unidos. No me he quedado mucho tiempo por esos países, pero ahora que te conocí, me llama la atención viajar al país que te vio crecer.

Tenía tanta labia en sus palabras, la forma tan concisa en que hablaba, hasta podía ser seductora. Lo peor es que siempre me había hablado así, y seguramente lo hacía con sus conquistas, pero esta vez lo siento más o menos diferente.

—Yo solo he ido a Francia, nada relevante. Pero he visitado muchos lugares de Australia, te aseguro que si vas, te encantará.

—Seguro que sí.

Aparté mi mirada de sus ojos, me estaba volviendo loca, todo de él. Gracias a Dios, el camarero llegó con toda la comida.

Durante todo el transcurso en que disfrutamos comiendo, casi no hablamos, solo los típicos comentarios sobre la comida, sobre la carne si ya estaba lista, si la sopa que pedí estaba rica. Además, se enteró de que era fan número uno del tofu, me encanta. Yo tomé agua, no me gustaba mucho tomar vino mientras comía, normalmente solo lo hacía en citas de trabajo, ya que era primordial que notaran que era conocedora de todos los vinos que traían, pero por ahora, no era necesario.

También me comentó un par de cosas sobre él, admitiendo que recibió un poco ayuda de su padre para entrar a RLS, pero que él no tenía ni idea, ni siquiera a su padre le gustó la idea de que se dedicara a otra cosa diferente a que decidió su padre. El rebelde de los Kim, como dijo Jiheon, tenía razón.

—¿No comerás más? —Como lo sabía, las porciones eran pequeñas, menos la carne que él pidió, así que comí solo la sopa, tofu y unos trozos de kimchi con otros entrantes— Al menos has comido, ¿te gustó?

Asentí. Puse mis codos sobre la mesa, para apoyar mis manos en mi rostro, viendo hacia él.

—Veo que tú no comerás más.

—Bueno, entre los dos lo acabamos todo —Relamió sus labios, y me quedé ahí, viendo su lengua pasar por sus rosas labios. Tragué saliva, sintiendo una presión en mi pecho por los pensamientos obscenos que llegaron a mí— ¿Nos vamos?

Asentí. Me puse de pie, junto a él. Tomé mi chaqueta y mi bolso. Nos dirigimos a salida, así que le dije que me esperara, que iría al baño.

Pasó todo el día en la empresa, y como ahí, por esas razones siempre llevaba mi cepillo de dientes en mi bolso, debía asegurarme de tener los dientes limpio y buen aliento. Solía encontrarme con clientes importantes, tener una buena imagen era fundamental. Casi parecía un psicópata, pero era la verdad.

Después de hacerlo, me aseguré de volver a ponerme un poco de labial. Salí del baño, sin ver a Taehyung en la recepción, así que salí completamente del restaurante, viéndolo apoyado sobre el coche.

—Te dije que me esperaras. Debía pagar yo la mitad.

Mencioné al estar enfrente de él.

—Bueno, yo insistí en traerte a cenar, debía pagar. Si quieres, la próxima pagar todo tú.

Quería decirle que no habría una próxima vez, pero no quería discutir, así que guardé silencio. Abrió la puerta del coche para que entrara, y eso hice. Ya ambos dentro, encendió el motor del coche y arrancó.

—Dame la dirección de tu casa, te llevaré.

—Eso es lo último que quiero. Puedes aparcar enfrente de tu edificio, y luego yo tomaré mi camino.

Suspiró con fuerza, dándome una mirada breve.

—Como quieras.

Sin problemas, llegamos hasta el garaje de su edificio, donde aparcó. Tengo que admitir que fue una buena velada, pero no tenía ganas de repetirla, peor con él, aunque me la hubiese pasado bien.

Me bajé del coche, al mismo tiempo que él. Estaba dispuesta a despedirme cuándo nos acercamos, pero este me habló.

—¿Quieres subir a tomar una copa? Me fijé que solo tomaste agua.

La verdad, me apetecía un trago. Podría pasar por la tienda comprando uno, eso haré.

—Estoy bien así, debo irme.

—No me rechaces, Saerom.

Lo peor es que no me sentía tan enfadada con él para decirle que no de nuevo, así que simplemente acepté, charlar con él estaría bien, para ver que más me dice, y aprovechar para preguntarle sobre Yeonjun, ya que se me había olvidado.

Subimos hasta su casa, y por tercera vez entraba. Esta vez lo sentía tan diferente, no tan malo podía decir. Me mencionó que podía dejar mi chaqueta en el sofá, y desapareció de mi vista.

—Huele muy bien tu casa.

Murmuré, creyendo que no escucharía, pero lo hizo. Ya no tenía su chaqueta, ni su corbata puesta, solo la camisa color crema claro, con unas zapatillas para estar en casa en sus manos.

—Es que hoy vino la señora de la limpieza —Dejó las zapatillas en el suelo, justo al lado de mis pies—. Mira, las mismas que te di la vez pasada.

Me senté en el sofá, para quitar mis tacones y ponerme las zapatillas. Cuándo alcé la mirada, de nuevo él no estaba. Sentía un gran peso encima, confusa por todo, por lo amigable que era y atento, me estresaba.

A los segundos, regresó, con dos copas en su mano y una botella de vino. Me recordó a Hoseok, esa vez que comimos juntos en mi casa. Dios mío, yo no debería estar aquí.

Se sentó a mi lado, mientras que yo seguía sus movimientos. Sirvió un poco de ese líquido matiz oscuro del rojo, y desde aquí podía sentir su olor delicioso, extrañamente me apetecía mucho.

Tomé la copa entre mis dedos que me ofreció, moví la copa para ver a detalle el líquido, para después llevarlo a mis labios y beber.

—Es el lamella que dijiste que tenías.

Se recostó mejor sobre su sofá, con su copa en la mano. Dio un trago, viéndome en el proceso, solo erizando mi piel.

—Tengo una gran colección de vinos, estaría contento de enseñártelo.

—Estaría bien.

Di otro trago.

—Me gusta el color de uñas que llevas hoy.

—¿Te has fijado en eso?

Susurré mirando mi mano, hoy las llevaba color azul marino.

—Es que me gustan tus manos, y cuándo de las pintas de colores suaves que combinan, se te ven bien.

—Gracias, yo me las pintó ¿Te gustaría que algún día te las pinte?

En mi mente sonaba bien la pregunta. No tuve que haberla dicho, era tonta, ni que él y yo fuéramos amigos. Este simplemente sonrió, aceptando.

La verdad, la situación era agradable para cualquiera, solo que para mí era sofocante, todo por sentir algo hacia él, y era asfixiante el sentimiento. Peor cuándo vi que se remangó las mangas de su camisa, y pasó su mano sobre su cabello, pareciendo más atractivo, envolviéndome cada vez más a través de sus palabras, de sus acciones.

—Ya regreso.

Se puso de pie, pasando por la puerta que por lo visto llevaba a su cocina. Me sentía tan cómoda, confusa. ¿Este era acaso su comportamiento para atraer a las mujeres? Lo estaba consiguiendo con la que dijo que jamás lo besaría o estaría con él. Como si hubiese escupido hacia arriba, justo así se sentía todo lo que mi mente y mi corazón decían.

Me puse de pie también, para buscarlo. Puede ser que me vaya pronto, así que sería mejor despedirme. Entré a la cocina, encontrándome con él sacando una bolsa de la nevera y luego sacar un cuchillo de un cajón. Di un par de pasos, acercándome, llamando su atención.

Tomé un poco de aire, sentía revuelto el estómago. Posiblemente, ese vino que tomé, hizo que todo me diera vuelta, o simplemente era por haberme colocado a su lado. Después de lavar sus manos, se detuvo para verme.

Me miró confuso, pero luego de unos segundos, al notar que yo no decía nada, simplemente se quedó viéndome, y cuándo noté que bajó su mirada hasta mis labios, yo también hice lo mismo con él.

Fugazmente, se acercó a mí para plantarme un beso. Tomó mi nuca y mi cintura, pegando más nuestros cuerpos, besándome con necesidad. Pasé mis manos alrededor de su cuello, deseando tocar su cabello a la vez.

Todas mis acciones equivocadas, me trajeron hasta aquí. Siendo tocada por el mismo diablo, besada y extrañamente, haciéndome sentir necesitada por él. Sus manos bajaron, tocando mi trasero, llegando hasta mi muslo para cargarme. Me sentó sobre el frío mueble de cocina, él entre mis piernas, acariciando mi rostro, viendo mis ojos, drogándome más con su presencia.

Y de pronto, tomó mi rostro entre su mano, acercándose a mí, solo sintiendo el roce de su nariz con la mía.

—No tengo palabras para decirte como me haces sentir.

Sus palabras chocaron contra mis labios, para después besarme más suave, lento, metiendo su lengua. Todo estaba perdido, yo me perdí para descubrir que era lo que había más allá de un idiota como él, pero acabé peor. 

Herbst

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro