015.
Lee saerom
Pasé mi mano por mis labios, como si los estuviese limpiando en aquella acción. Cuándo llegara a mi oficina seguramente tendría que volver a pintarlos, pero que más daba.
Apreté mis puños, deseando tanto balancearme hacia él, para darle puñetazos sin parar, por tener la culpa de que no tenga conocimiento relativo sobre mis sentimientos. No era capaz de formular una oración mentalmente, que fuesen de rotundo rechazo.
Taehyung era un ingrato, un idiota, un inhumano que solo pensaba con su polla, seguramente jamás habrá sentido amor verdadero hacia una mujer. Eso es lo que pasaba ahora, por alguna razón entré en su tonto juego y él egocéntrico quiso obtenerme como un trofeo, tanto así como a sus otras chicas. Yo no era eso, ni lo sería.
Tengo claro mis objetivos, escalando hacia arriba, y un hombre como él, no haría que yo cayera en picada.
¿Por qué lo he besado todas estas veces? Podría decir que eran simples impulsos, donde dejé que mi cuerpo tomara el control, cosas que nunca me había pasado. Pero todo se acabaría ahí. Debía hacerlo, aunque disfrazara la verdad en lo que yo quería.
—Dime que te pasa, ¿por qué estás tan arisca?
Medio cerró sus ojos, mirándome completamente.
—He sido así, desde el día en que nos conocimos.
Dio un paso hacia enfrente, y yo dos hacia atrás.
—Quiero saber sobre el enólogo...
—No le importa, director Kim. Esta es mi vida, no la suya. Le voy a pedir, de nuevo, el favor que no se entrometa. No se atreva a volver a besarme sin mi consentimiento. Si quiere seguir siendo un hijo de puta promiscuo, adelante, pero conmigo no. Yo no seré otra más.
Tragué saliva, viendo como su mirada dejaba de ser tan dura, pero a la vez, sentía que mis palabras lo eran.
>>> —Así como me llamó fea, insipida y no sé que más... Jamás debería hablar de una mujer de esa manera, sin antes verse al espejo, sus imperfecciones y como no cualquiera puede verlo guapo, cuándo es un demente de mierda —Suspiré, tratando de estar segura de mí misma, por más que impusiera sobre mí—. Eso es lo que siento. Así que, no se vuelva a acercar a mí con otras intenciones, que no sean estrictamente laborales, por qué tendré que hablar con la CEO, para que de una vez por todas lo suspendan.
Dándole una última mirada, me di la vuelta yendo hacia mi oficina.
Por más que algo dentro de mí me dijese que había sido dura, tenía que recordar la forma en como me trató, tal como basura, insultando, llamando puta, zorra, y demás. Podría dejarlo pasar, pero poner un alto sería lo mejor.
Ni siquiera saludé a Jiheon que estaba en la entrada. Mi cabeza daba vueltas sin parar. ¿Era eso lo que tenía que hacer para que se detuviera? Es que en serio, no quiero relacionarme más con él, si lo hago, todo me joderá completamente, más cuándo acepté y quise que me besara todas esas veces. Solo me estaba convirtiendo en lo que más odiaba.
Quité mi chaqueta dejándola en el sofá, para luego ir hacia mi silla detrás del escritorio y sentarme.
Después de lo que ocurrió el sábado, con Hoseok, podía estar segura de que sentía algo por él, eso no cambiaría bajo ninguna circunstancia. Me aliviaba, seguía siendo medianamente normal por más de mis dudas.
Solté una pequeña risa, siento que estaba quedando loca. Trabajo, en eso debía concentrarme mejor.
Encendí la computadora, dispuesta a empezar a hacer algo. Tomé entre mis dedos unos papeles que tenía sobre el escritorio, que se trataban de unos gastos. Volví a la pantalla ya encendida, para revisar los correos y mientras bajaba me encontré con uno de Kim.
Tragué saliva, deseando que el nudo en mi garganta se disolviera. Este hombre aparecía hasta en mi sopa. Razón cincuenta por la que no se debe relacionar el empleo ni combinarlo con algo personal, todo se vuelve jodido.
Pegué mi frente en el escritorio, viendo mis tacones negros. Ojalá que no llueva cuándo salga. Debería ir a casa a hacer la maleta y alcanzar a Chris, aún estaré a tiempo.
Si todo me está provocando problemas, realmente me hace cuestionarme sobre lo que en verdad quiero, si lo que estoy haciendo me llevará a algún sitio importante, a un puesto superior. Aunque no me guste ponerla en esa perspectiva, me pregunto que haría mi madre en este caso.
"El punto clave del éxito es que pienses en ti, para ti y por ti. Todos los que se metan en tu camino, deséchalos, y más si es un hombre. Alcanza el pico alto de tu triunfo, y después resuelve esos conflictos interpersonales que solo arruinarán tus sueños"
Ah, mi madre era una pieza de ajedrez complicada para su propio juego. Solía repetir como ella consiguió todos sus sueños, hasta que conoció a mi padre, donde quedó embarazada de mí, pero aun así, tenía muchas que hacer, y sin importarle lo siguió haciendo. Hasta cuándo nació mi hermano, quiso ser una madre ejemplar.
Irónico.
•
Después de estar todo el día en mi oficina, viviendo de los tés que Jiheon traía, quise descansar mi vista y mente, saliendo un rato. Como les suelo llamar, dar un paseo por la empresa.
Había poca gente. Sus turnos estaban acabando, mientras que a mí me faltaba dos o tres horas para salir, ya que debía terminar un informe y una carta.
Suelo ir entre los pisos, distrayéndome, esta vez decidí ir al primero de todos. Al otro lado estaba la cafetería principal, pero por este costado jamás había pasado. Decían que aquí era donde almacenaban los vinos, en la pequeña bodega.
Miré hacia enfrente, para luego sonreír al ver quién venía hacia mí. Se trataba de YeonJun.
—Buenas noches, ingeniera Lee.
Hizo una reverencia y yo la respondí.
—¿Qué tal? Veo que sigues trabajando.
—Bueno, lo de todos los días —Mi sonrisa desapareció al recordar que era hermano de Kim, es decir, también era un Kim—. Ahora iba hacia la bodega de vinos, ¿Ya la ha visto?
Negué.
—Deberías enseñármela.
Asintió.
Di la vuelta, siguiéndolo. Entonces, me di cuenta qué había pasado justo por aquí y no sabía que era la bodega. Miré como introdujo la llave y luego un código, que abrió la puerta dejándonos entrar.
Bajamos un par de escaleras, todo para fijarme en que se trataba de una habitación bastante grande. Algunas paredes parecían estar hecha de fuertes ladrillos marrones. Muchas estanterías llenas de botellas, barriles y una mesa con sillas. Por lo que tengo entendido, traen aquí a socios y gente importante para catar los vinos.
—Detrás de esa estantería, hay más.
Señaló, así que caminé hacia ahí. Me puse a la orilla, viendo como tenía razón.
—Supongo que los vinos están correctamente ordenados.
—Gracias a Dios, sí. Cada viernes un encargado viene a revisar que todo esté en orden. Cada estantería tiene el título de qué vinos se trata.
Me alejé de él, que seguía hablando de lo mismo, yendo hacia la parte de atrás. Según decía, estos de aquí eran los vinos propios que cosechaba la empresa, diferentes sabores, colores, calidad y precio. A mi lado derecho, había una estantería de cristal, lleno de copas y otros utensilios.
—Es hasta ilógico que yo no haya venido aquí.
Salí de ahí, para llegar donde él.
—Bueno, ya le había mencionado que cuándo quiera, me puede pedir la llave y venir. Yo la tengo gracias al director Kim, ya que es el encargado por ser el enólogo jefe, junto al ingeniero Jung.
Suspiré, no podía estar tranquila. A donde fuese, debía escuchar ese nombre. Me di la vuelta, queriendo ver uno de los vinos.
—Por lo que veo, esta botella está a la mitad.
—Ingeniera Lee.
—Dime.
Lo miré.
—Lamento mi intromisión sobre un tema que no me concierne por completo, pero me agradaría saber cuál es el conflicto que existe entre el director Kim, y usted.
Estoy segura de que si el idiota de Kim me hiciera la pregunta, le insultaría, pero su hermano era tan diferente, y no podría responderle mal a alguien que es el lindo conmigo.
—En la primera reunión que coincidimos, después de ese supuesto viaje largo, fue cuándo nos conocimos también, y no fue nada agradable.
Había sido tan arrogantes desde el momento en que interrumpió mi plática con la CEO, sin respeto alguno.
—Oh —Bajó la cabeza—. Lo lamento de su parte.
—No debes disculparte por qué tu jefe sea un idiota. Es una persona arrogante, egoísta y sobre todo egocéntrico. No llegará a ningún lado siendo así, ni creyendo que derribar a su competencia de manera agresiva es la mejor opción.
—¿Le hizo algo más?
—Que no me ha hecho. Inventó cosas a agentes sobre mí, me insultó con palabras ofensivas.
Y no solo eso, que de pronto se comporta tan asqueroso para luego besarme. Inaceptable. Miré el rostro de Yeon, y volví a caer en cuenta de que estaba hablando de su hermano, quise disculparme ahora yo, por qué lo ofendí, por más que sea verdad.
—Entiendo lo que dice, y no puedo culparla por hablar así de él. Todos tenemos nuestro lado oscuro, hasta llegar a ser crueles, pero él tiene un buen corazón. Puede llegar a ser tan testarudo que dan ganar de darle un puñetazo, pero es una buena persona. Va a su rollo, trabaja duro. Tan generoso que le sorprendería, ha luchado por años para estar en ese puesto de trabajo que tiene, y le importa sus seres queridos.
Dibujó una sonrisa en su rostro, como si hubiese recordado algo
Podría mofarme, pero en la forma en la que lo dijo fue bastante tierna que me tocaba el corazón. Cuándo escuché como se hablan estando a solas –bueno, yo estaba bajo el escritorio de Kim–, sonaban bastante cercanos.
—Yeon, sé que vosotros sois hermanos, por eso dices eso de él.
—Tiene muchos defectos, pero le aseguro que no podría pedir a un mejor hermano en esta vida.
Eran buenos hermanos, eso estaba claro, pero Taehyung era una mierda, que no se comparaba a él. Suspiré, entendiéndolo al menos. Me dio por mirar la hora en mi reloj, y darme cuenta de que era tarde, debía regresar.
—Gracias por dejarme echar un ojo. Nos vemos Yeon.
—De nada ingeniera Lee, trate de no enfadarse por mi hermano, el director Kim.
Sonreí, por lo gracioso de la situación. Últimamente, estaba más enfada de lo normal, todo por su hermano.
Fui hasta la salida, para volver.
¿Buen corazón? Casi ni podía creerlo, ni todo lo que dijo, por más que fuese Yeonjun que lo dibuja de esa manera. Era todo lo contrario a lo que me ha demostrado, y seguro su verdadera cara.
Recibí un mensaje de Jiheon, que ya se había ido. Por lo visto, su padre pasó a recogerla, ya que tenían una cena familiar. Espero tenga una buena cena. No sé qué me pasaba hoy, pero hasta el hecho de que yo llegaría a casa a maldecir mi estadía en el país, mientras comía tofu yo sola, me molestaba.
Ojalá tener una cena con mi padre, platicar, ver sus series favoritas de doctores que se convirtieron en mis favoritos, comer atún o tofu juntos. Lo hecho de menos.
Llegué hasta mi oficina. Me tocaba acabar todo. Era fácil.
Cerré mis ojos, para luego tocar ambos parpados con mis dedos, frotándolos. Estaba cansada y me ardían los ojos, al menos agradecía que ya era mi hora de salir. Terminé de colocarme la chaqueta, mi bolso, saliendo de mi oficina.
Desde la siguiente semana, viendo que no hay tanto trabajo, saldré posiblemente más pronto. Me estaba matando salir a esa hora, sin descanso apenas.
La vida no me sonreía, ya que justo cuándo salí del ascensor, me fijé en como llovía. Se supone que esto ocurría cuándo ya estuviese en casa, joder, debía salir más temprano.
No podría llegar a salvo hasta la parada de bus, ni siquiera podría llamar a un taxi, puesto que antes no me importó que mi móvil se apagara. Miré a mi alrededor, como no había nadie, ni siquiera el conserje que a veces estaba. Tampoco había señal alguna de que la lluvia se detuviera.
Sin opciones, salí, no importando mojarme. Por lo menos eran simples y pequeñas gotas. Cubrí mi bolso metiéndolo dentro de mi chaqueta, aunque no serviría de mucho. Agradezco que dejé mi laptop en la oficina, y no llevaba cosas superimportantes.
Mientras más caminaba, por alguna razón la lluvia incrementaba, hasta el punto de que llovía a cántaros. No valía la pena seguir cubriendo mi bolso, estaba completamente empapada. Seguramente el conductor del autobús no me dejaría subir.
El día no podía ir a peor.
O tal vez sí.
Me percaté que un coche desde hace unos segundos iba al mismo ritmo que yo, justo a la orilla de la acera. Solo falta que me asalten. La bocina de ese mismo coche empezó a sonar, llamando mi atención, pero para querer salir corriendo, por qué daba miedo, hasta que me dio curiosidad a ver, para darme cuenta del conductor. Kim.
Seguí mi camino como si nada. Claro que si iba a dar miedo, un tonto egocéntrico me estaba siguiendo.
—¡Lee! —Estaba llegando a la parada, tendré que rogarle al conductor que me deje subir, ya que un loco me acosa— ¡Lee! ¡Ven, te acercaré a donde quieras!
Me detuve, girando para ver directamente su coche.
—¡Oh vamos! ¡Ven aquí, no seas tonta, entra!
Lo miré apenas, por el hecho de que la lluvia estaba siendo más fuerte. Parecía que el cielo se iba a caer.
—Idiota.
Murmuré. No tenía opción, pero no me subiré.
—¡Lee Saerom, sube al maldito coche! ¡No hagas que yo vaya por ti!
Di unos pasos hacia su coche, dispuesta a insultarle o algo.
—No, gracias. Tu delicado coche podría mojarse.
Ahora que estaba más cerca, vi su rostro, y estaba molesto.
—Joder, si no quieres ir a mi lado, está bien, súbete atrás. Pero, ¡Súbete!
Lo quería matar.
Tiré de la manija de la puerta, abriéndola y adentrándome con cuidado. Cerré esta misma con fuerza, dejándome dentro junto a Kim, quien se dio la vuelta para verme. No sentiré lástima por mojar por completo el asiento.
Vi como estiró su mano hacia mí, con un pañuelo blanco. Lo miré, y no podía negarlo, realmente no tenía nada con que secarme aunque sea el rostro. Lo tomé, susurrando un gracias. Tomé el suave pañuelo, y lo pasé por mi rostro, mientras emprendíamos camino. Cuándo llegara a casa, tendré que tomar una ducha caliente y tomar un té, para no resfriarme.
Durante todo el camino, no existieron las palabras. Lo que agradezco. No tenía muchas ganas de hablar con él. Pero, ya quería llegar, no aguantaba el frío por más que estuviésemos en verano, estaba completamente mojada.
Cerré mis ojos, queriendo tomar una siesta, imposible, pero bueno. Me distrajo un poco no escuchar ese sonido fuerte de las gotas de lluvia cayendo sobre el techo del coche, se habían detenido por lo visto. Tampoco podía ver mucho por la ventana, ya que estaba completamente mojada y afuera lucia todo oscuro.
Aunque no quería hablarle, me tocó hacerlo.
—¿Dónde estamos?
—En un garaje.
—¿De su casa?
—Sí.
Hice sonar mis dientes, disgustada.
—Yo no vivo aquí.
—Bueno, pero supongo que pronto reconocerás el edificio. Digo, como de alguna forma viniste ya a mi casa.
No tenía forma de defenderme de eso, así que guardé silencio avergonzada. Bueno, pero seguramente él no sabía donde yo vivía, así que podría irme.
Me bajé del coche en cuanto el motor se apagó, dispuesta a largarme. Si seguía lloviendo, no me mojaría tanto, vivía al lado. Tampoco es que llegue a salir del lugar, ya que Kim bajó al mismo tiempo que yo del coche, viniendo hacia mí.
—Gracias por haberme acercado, creo que vivo cerca.
—No dejaré que te vayas. Sigue lloviendo demasiado allá afuera, ¿no escuchas? Además, se nota que te estás muriendo de frío.
Tiene razón, eso hace que mi sangre hierva. Suspiré, consternada por la situación, pensando en decirle que me diera un paraguas entonces, pero este seguiría molestando con algo nuevo.
—¿Qué quiere?
—Puedo darte ropa seca por mientras la lluvia se detiene un poco. No puedes irte así, ni siquiera sé si vives más lejos. ¿Quieres que te dé hipotermia y ni siquiera puedas ir a trabajar?
—Eso no le interesa, director...
—¡Dios mío! Que molesta eres, joder. No me importa si me tuteas, Saerom.
—Yo no quiero hacerlo, usted debería...
—¿Vas a faltar al maldito trabajo y dejar que yo te alcance? Soy muy bueno en mi trabajo, ya lo sabes.
—Pero no eres mejor que yo, claro está.
Fruncí mi entrecejo, pero este simplemente suspiró.
—Solo acompáñame, te doy la peor ropa que tenga, te vas y dejas de ser tan insoportable.
—Si me la das, las voy a quemar después.
Se encogió de brazos.
—Haz lo que te plazca.
Lo vi de reojo, y me crucé de brazos. Lo acepto, un poco ofendida por qué me llamó insoportable.
Yendo detrás de él, llegamos hasta el piso donde vivía. No me hice la sorprendida cuándo este abrió la puerta de su hogar, ya había estado aquí por un error mío. Peor aún, cuándo el idiota volvió a bromear sobre que yo ya había estado allí. Él era el tonto insoportable.
Decidí quedarme en la entrada, ya que ese mencionó que iría por algo, que lo esperara. Lo peor es que no se daba prisa, y tenía las manos, o mejor dicho, todo el cuerpo congelado. También, no entraría toda empapada, ensuciando el suelo, siendo esta casi una falta de respeto.
No sé como es posible que volví a meterme a la boca del lobo, o mejor dicho, del diablo por segunda vez. Qué asco no aprender de los errores. Saerom, sí eres una idiota.
Apareció en el pasillo, con una toalla bien doblada en las manos, y encima un par de pantuflas, que al llegar donde mí, las dejó en el suelo.
—Quítate esos zapatos y déjalos a un lado.
Así hice. Dios, mis tacones parecían estar arruinados... llevaban mucho tiempo conmigo. Quité mi chaqueta que pesaba por lo mojada que estaba, y la dejé en el suelo, junto a mis tacones.
Cuándo me reincorporé, sin preguntar, Kim desdobló la toalla, poniéndola sobre mis hombros, y enrollándome. Lo miré mal, me hacía enfadar por cualquier cosa. Pero, no me quedó de otra que seguirlo después.
Mi mirada fue un poco más cotilla viendo más cosas que la primera vez que entré. Nos desviamos hacia el lado derecho, llegando hasta una habitación y nos detuvimos.
—Encima de la cama te dejé un pantalón y una camisa. Cámbiate.
Dijo señalando hacia dentro.
—Parece que es tu ropa, no usaré eso.
Suspiró cansado, viéndome fijamente.
—Me llamas idiota, egocéntrico y no sé qué más, tienes razón. Pero tu ingratitud es más grande —-Fruncí mi entrecejo—. Ponte eso, y regrésalo cuándo desees dejándolo afuera de mi casa, de igual ya sabes donde vivo. O, quémalo como dijiste, me es igual. Además, quiero decirte que si dijiste todo aquello en la mañana para herir mi orgullo o algo así, no te preocupes, no me importa, no por ello dejaría de ayudar a una dama.
Su voz me irritaba. "Ayudar a una dama" Mis ovarios. Este se dio la vuelta, yéndose de ahí. La verdad es que no trataba de herir su orgullo, solo quería que me dejara en paz, pero no parece que sucedería.
Me adentré a la habitación, cerrando un poco la puerta. Dejé la toalla a un lado, para quitar mi ropa, quedando solo en ropa interior. Mi sostén estaba más mojado que las bragas, y ni siquiera podría irme sin el, ya que el idiota me dejó una camisa suya blanca, se notaría todo, tampoco podría cubrirme con mi chaqueta, pues está empapada.
Bueno, qué más daba, apenas se sentía lo húmedo. Tomé la camisa para ponérmela primero, no hizo falta que desabrochaba todos los botones, puesto que me quedaba grande. Era de Kim, más que obvio. Joder, olía tan bien, una combinación a detergente y levemente a perfume.
Tragué saliva. Parecía tonta poniendo mente a que olía bien. Seguí con el pantalón gris que era demasiado holgado, pero gracias a mi trasero, no se caía completamente. Desaté mi cabello y con la toalla que él me dejó, la sequé un poco y la coloqué sobre mi cabeza para que desapareciera un tanto el agua.
Dejé mi ropa mojada en el suelo, le diría al idiota que me dejara una bolsa para meterla, así llevármela. Y justo cuándo salí, me lo encontré afuera, olvidándome que era lo que debía decirle. No dejaba de verme fijamente, con sus ojos tan oscuros.
—Ah, ¿tiene algo... para llevar mi ropa mojada?
Miré como en su mano tenía algo, y lo alzó hacia mí. Era una bolsa, lo que yo había pensado antes. Quise agradecer, pero escuché su voz.
—Te vi cambiarte.
Es que no se podía confiar ni un segundo en él.
—¿Perdón? Alucino.
—Al menos te estoy diciendo la verdad. Y quiero decirte otra cosa —No me quedaba de otra escuchar la tontería que diría esta vez—. No te miento cuándo digo que no he podido estar con una mujer desde hace casi un mes, desde que nos besamos por primera vez.
Reí, mofándome.
—No me importa nada de eso.
Lo dejé ahí, dándome la vuelta hasta la habitación para meter mi ropa a la bolsa que al menos era grande. Regresé al pasillo junto a él, dispuesta a irme, pero me detuve justo cuándo empezaba a caminar por el pasillo. Me giré para verlo, como este me seguía mirando.
Me desesperaba su mirada, me desesperaba sus labios, todo de él me hacía querer hacer la cosa más idiota jamás contada. Mi respiración se estaba volviendo agitada. Apreté mis labios, sin entender que me sucedía, por qué había algo en él que me empuja a querer acercarme. Lo mataría a golpes, por estresarme así, pero antes dejé caer la bolsa con la ropa, yendo hasta él, rápido y juntar nuestros labios.
Abracé su cuello con mis manos, besándolo tan desesperada como me ponía. Me sacaba de quicio, de mi buen juicio, y acababa aquí, metiendo mi mano en su cabello sedoso, sintiendo su lengua jugar con la mía.
Estaba loca. Pero no evitaba las ganas de sentirlo, tocar mi cintura, como pegaba más mi cuerpo al suyo. La toalla de mi cabeza cayó al suelo, mientras que nuestros labios impacientes se detuvieron.
—Me has besado sin mi permiso ¿Cómo me lo pagarás?
Susurró entre nuestros labios, pero hice que me soltara. Esto solo me confirmaba lo que más temía, y me atormentaba. Taehyung y yo, éramos química y rechazo a la vez, pero la química estaba ardiendo en fuego, quemándonos a ambos dentro.
En el pasillo solo se escuchaba mis jadeos por lo agitada después del beso, al igual que a él. Casi en angustia, le di la espalda, caminando lento hacia la salida del pasillo, recogiendo la bolsa. Relamí mis labios, deseando que nunca me hubiese besado ese día.
Los pasos se acercaron, deteniéndose justo detrás de mí, lo que hizo que me detuviera.
Moví un poco mi cabeza a un lado, agitada, sintiendo el calor de Taehyung, en como sus manos se fueron a tocar mis brazos, y su rostro apareció enfrente de mí, tan cerca. No podía retenerlo más, que volví a cerrar mis ojos, anhelando el contacto de sus labios contra los míos.
Completamente jodida.
•
Buenas. El capítulo ha sido un poco largo, lamento si nos les termina de agradar. Pero es importante ya que Saerom está expresando sus sentimientos reales con los que lucha.
Gracias por leer, no olviden votar, comentar. Espero les esté gustando.
Dios les bendiga.
xoxo
—Herbst
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