014.
Lee Saeron
Acomodé mi cabeza en mis rodillas, tranquilizando mi cuerpo por lo nerviosa que me sentía.
Quién había entrado, era nada menos que Yeonjun, que le llevaba un té que le pidió antes. Debía tener cuidado, porque si hacía un leve ruido, podría escucharme. No sé qué es lo que haré cuándo este se vaya y vuelva a quedar a solas con Kim.
—Además, me encontré a la secretaria Ri, me pidió una reunión privada con usted, lo cual le dije que debía preguntarlo primero. Y la directora Im, está afuera esperándolo.
Vaya, todo el mundo quería verlo. Solo faltaba que sea otra presa de este idiota, para hacerles lo mismo que a mí. Es que, de verdad, siempre había pensado con la cabeza fría, no con la que quería mi cuerpo.
—Dile a Nayeon que puede pasar, y olvídate de la secretaría Ri, tengo asuntos más interesantes.
Maldición, otra persona más iba a entrar.
—Ah, Tae hyeong, quería saber si al final iremos a cenar esta noche.
—Sin problema.
¿Le llamó Tae hyeong? Bueno, era más que obvio porque era su hermano. Lo peor, es que su voz, tan suave y tranquila, me parecía de alguna forma conmovedora, no era lo que parecía cuándo lo he escuchado hablarle a Yeonjun.
Escuché la puerta, pero estábamos solos, ya que Taehyung alejó un poco su silla, para verme.
—Discúlpame, pero debe entrar Nayeon.
Quería decir algo, pero en eso la puerta volvió a sonar. Fruncí mis labios, ¿qué es lo que iba a decir? No tuve que haber venido nunca, al país directamente.
Por lo visto era como una pequeña reunión. Hablaban sobre los costes de administración, y sobre campañas publicitarias. Suspiré, ya cansada.
Necesitaba salir de aquí, ver como una de sus piernas se movía con tic, me daba nervios.
—Te envié también los documentos de lo que está haciendo el departamento de comunicación, que organicé las operaciones económicas que llevará todo eso. Ah, ¿y sabes donde se encuentra Saerom?
¿Qué? Había dicho mi nombre.
—No.
—Bueno, tenía que entregarle algo sobre ese proyecto, que ella será la protagonista por decirlo así. Tampoco su secretaría está. Bueno, se lo enviaré más tarde.
Si no mal recuerdo, ya que a lo que se refiera. Sobre la entrevista.
Gracias a Dios, después de mencionar unos asuntos más, escuché la puerta por última vez, eso espero. La silla se movió, dejándome paso para que saliera. Me levanté con un poco de dificultad, pero este me tomó de la mano para ayudarme. Pero lo jodió más, por qué aun tomando mi mano, y que me dolían las piernas –las sentía débiles–, me acercó a él, para acabar sentada sobre sus piernas, pero esta vez de lado.
Sus manos se fueron a mi chaleco, para abotonar ese botón.
—Me gustaría invitarte a salir.
Suspiré, ya cansada.
—Eso jamás sucederá. Además, debes ir a comer con tu hermano.
—Pero existen muchos días —Traté de ignorarlo, queriendo levantarme, pero este lo evitó tomando mi cuerpo. Sus ojos me parecían tan diferentes a cuándo me pedía algo, hasta diría que le brillan, pero solo es una estúpida ilusión. Sus dedos tomaron mi cabello, peinándolo un poco—. Piénsalo. Me gustaría pasar un rato a tu lado, sin discutir, solo hablando medianamente bien.
Bufé, levantándome por fin. Me puse mi chaqueta, mientras me acercaba a la salida, pero me detuve al ver la taza en la mesa que tenía en medio de su oficina, recordando que era té.
—¿No tomas café?
Me giré para verle.
—De solo pensarlo, me da escalofríos. No me gusta.
—Pues, yo suelo tomar un poco, pero prefiero más el té... preferible la tila y la valeriana para dormir.
Cuándo lo vi sonreír, me di cuenta de mi error. Mierda. Fui hasta la puerta, la cual abrí con cuidado, fijándome que no hubiese nadie cerca. Un completo, gigante error.
Me siento más confusa que antes, pero de forma distinta. Ni siquiera discutimos tanto, ¿acaso eso no estaba bien? Digo, una relación laboral que mejora, pero no por qué los besos se volvían cada vez más íntimos.
Esto era algo que se salía de mis manos, definitivamente. Si tenía que dejar mi orgullo de lado, puedo afirmar que sus besos eran cautivadores de cierta forma tentadora, cuándo me hablaba con su voz grave. ¿Tendrá eso algo que ver con que lo siga odiando?
Necesito un médico.
•
Seguí por el siguiente pasillo, para ver que es lo que me hacía falta de ahí. No recordaba que la nevera estuviese casi vacía de carnes, que soy demasiado básica en la cocina, que hago lo mismo, pero con Chris en casa, comemos mucho.
Ahora que pienso en él, mañana por la mañana viene a casa, ya que desde ayer estaba en Daegu, haciendo negocios. Pero, debía regresar a Australia. Me ponía triste, era como recordar cuándo nos despedimos, aunque esto que podíamos volver a vernos casi constantemente, me alegraba un poco.
Si mi memoria no me falla, creo que no me hacía falta nada. Me encaminé hasta la caja, aunque no llegué, ya que me encontré con Hoseok de cara. Podría decir que es una sorpresa, pero no cuándo vivimos en el mismo edificio y este supermercado era el más cercano.
—¡Lee!
—Hola.
Me regaló una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Cómo estás?
—Bien, y ¿tú?
—Pues, bien, supongo —Entonces recordé que había salido de casa con el cabello sin peinar y sin maquillaje. Joder, seguro me miraba horrible, debería escabullirme por algún pasillo, salir corriendo y encerrarme para siempre en mi casa—. ¿Ya vas a pagar?
Volví a mi cruel realidad, solo por afirmar su pregunta. Lo más incómodo era que no dejaba de verme, si tan solo estuviese decente, mi corazón saltaría de alegría por su mirada. Bueno, debo actuar de manera madura, continuar la conversación.
—Con respecto a lo que ocurrió aquel día, ¿cómo sigues?
Se movió, para ponerse a mi lado. Ambos empezamos a caminar, yo siguiendo su camino mejor dicho.
—Tratando de llevarlo con calma. Mi amigo que conociste cuándo nos encontramos en aquel restaurante, Yoongi. Me llama todos los días para preguntar si ya comí, que si no me preocupo más, juró que llamaría a mi madre. Si lo hace, esa mujer armaría un escándalo.
Reí por el tono con el que hablaba. Este cogió un par de carnes, para luego mucha verdura y frutas. Por mi parte, solo lo miraba mientras hablaba de lo buena que era cierta comida, con ganas de decirle que si sabía por qué no comía.
Cuándo volteaba a mí, para verme, a causa de su leve sonrisa, se dibujaban unos pequeñísimos hoyuelos arriba de sus labios. Era tan diferente a cuándo nos conocimos, puede ser por qué ahora existe un poco más de confianza y me gustaba mucho eso.
—¿Qué comerás hoy?
Dije mientras ya estábamos haciendo fila en la caja.
—Ahora que lo dices, no tengo ni idea. Pensaba pedir comida a domicilio, aunque sería gastar mucho dinero.
Entonces se me ocurrió una idea, que para algunos sería horrible y para otro algo fascinante. Mordí mi labio, pensando en como decirlo. Había llegado mi turno. Dejé todas mis cosas en el mostrador.
—Y, ¿te gustaría que comiéramos juntos?
Murmuré, para que no me escuchara, pero a la vez deseándolo. En mi cabeza sonaba mejor. La idea era un tanto atrevida para las personas de aquí, ¿no? Mejor tuve que guardar silencio.
—Claro.
Lo miré. Había aceptado. Aguanté las ganas de sonreír como una boba, y me dediqué a ver mi compra, y a pagarla. Tenía un extraño sentimiento, no tenía sentido pasar un día jodida por culpa de un idiota egocéntrico, para que otro, simplemente con saber que comeré con hombre apuesto y amable, me alegra el día.
Él pagó sus cosas, y ambos nos dirigimos a nuestro edificio. Por lo visto, cocinaríamos en mi casa, así que él fue a dejar su compra, mientras que yo casi corriendo llegué a mi casa. Así como mi cabello era un desorden, mi hogar también.
Dejé las bolsas en la cocina, y de forma rápida traté de ordenar. Quité la ropa que había dejado en el sofá de ayer, guardándola en mi habitación. Tomé un trapo para querer quitar el polvo, moví unas sillas que por alguna razón estaban en medio del salón y salí de prisa a la cocina.
Joder. Los últimos dos días, estuve comiendo lo mismo y se me olvidó lavar la sartén. Como pude, hice todo eso, pidiéndole al cielo que el timbre no sonara aún. Cuándo, miré medianamente todo bien, salí corriendo a mi habitación, desasiéndome de mi camisa mojada.
Encontré una mejor camisa manga corta, me la puse. Até mi cabello con una pinza de cabello, para luego colocar un poco de labial en mis labios y justo escuchar el timbre sonar.
Gracias divinidad del cielo, por escuchar mis plegarias.
Traté de guardar la calma, había tenido suerte. Fui hasta la puerta, abriéndola y dejándome ver a Hoseok, con una botella de vino en sus manos.
—Vaya.
—Fue difícil escoger. Creo que tengo esta botella desde el año pasado guardada.
Dejé que se adentrara, así cerrar la puerta luego. Le invité directamente a que fuéramos a la cocina, donde averiguaríamos qué hacer. Antes que nada, busqué dos copas.
En el lugar de trabajo, con su frente descubierta, me parecía tan atractivo y serio, pero igual que la vez pasada, y hoy, con todo su cabello cubriendo su frente, se veía realmente tierno y lindo, esto no podía ser cierto.
Nos pusimos manos a la obra.
Decidimos hacer japchae. No tenía mucha idea de como se hacían, pero tenía todo lo necesario, y entre los dos lo hicimos. Durante todo el transcurso, hacíamos comentarios sobre nuestras horribles habilidades en la cocina, chistes, que me permitían escuchar su risa.
—¿Cuál es tu comida favorita?
Tomé la olla donde estaban ya cocinados los fideos y los dejé en una sartén. Me detuve para verlo unos segundos, que estaba acabando de cortar todas las verduras de la comida.
—Me gusta el tofu, también el arroz morado o negro... Ah, también las anchoas.
—Deberíamos hacer arroz morado.
Estaba conociendo un poco más su forma de ser. Callado a veces, soltaba comentarios de diferentes temas, y hablaba seguro de lo que decía. Es decir, no era arrogante, ni prepotente, eso me gustaba.
Después de que el tiempo se nos fuera cocinando, al fin habíamos acabado. Todo estaba listo. Él me ayudó a llevar los dos tazones de sopa al salón, el japchae, el arroz, anchoas y las copas de vino, junto a la botella.
Como verdaderos coreanos, nos sentamos en el suelo, empezando a comer. La televisión estaba encendida, así que nuestra mirada pasaba de la pantalla, a la comida y a nosotros.
—Está muy buena.
Asentí, sin poder decir algo, ya que tenía la boca llena. Sabía cocinar muy bien, más que yo podría decir. Tomé mi copa, llevándola a mis labios para tomar un poco.
—¿Qué sueles hacer en tus días libres? Justo como ahora.
Llamé su atención.
—Normalmente, si no tengo trabajo pendiente, veo videos en internet, duermo, o salgo a pasear. Sin relevancia.
A pesar de tenerlo enfrente de mí, disfrutando la comida, estaba más tranquila. Debía pensar con tranquilidad, algo que era obvio. Tenía sentimientos por Hoseok, tal vez desde el primer día por más que me parecía un poco arrogante. Con él, todo iba poco a poco, todo a su tiempo.
Empezamos a charlar de cosas triviales, hasta del trabajo, compitiendo por quién adivinaba más sabores de vinos. Salía todo tan natural, era agradable. Un hombre atento, amable y atractivo. Tenía la sonrisa más bonita que había visto. Me hacía tener un millón de pensamientos.
Pero, tenía un problema.
Kim Taehyung. Era como un maldito grano en el culo.
No solo me ponía de los nervios con solo recordar su nombre, con recordar el primer beso descarado que me dio, no lo podía sacar de mi cabeza. Era un idiota, egocéntrico, patán, con miedo de que una mujer u otra persona pudiese ganarle en algo. Promiscuo. Narcisista. Infame. Perverso que era capaz de meter su lengua a mi boca sin yo permitirlo, que tocaba mi cuerpo tan ansioso y sonreía pícaro, provocando a que yo cayera en su estúpido juego.
Yo tenía toda la culpa. Lo había permitido todo, dejé que la excitación me ganara. Debemos ser capaces de retener nuestros deseos cuándo no es correcto, ¿no? Tampoco puedo decir que desee al idiota de Taehyung, simplemente aquello ocurrió sin yo esperarlo, él tiene la culpa.
Después de acabar de comer, y quedarnos exhaustos con la barriga llena, nos levantamos –con pereza–, para lavar todo y limpiar. Lo hicimos rápido, ya que estaban emitiendo una película que se nos hizo intrigante, y queríamos acabar de verla.
Regresamos al salón con prisa, sentándonos en el sofá.
Nos acabamos la botella entre los dos, y no sabía si era por el vino o por qué estaba a su lado, que mis mejillas se sentían calientes.
—¿Crees que los mate?
—Sería razonable por todo lo que les hizo pasar.
Comenté. Era gracioso compartir pequeños comentarios o críticas, casi parecíamos pensar lo mismo. Lo peor es que, sentí ardor en mis ojos, lo qué significaba que tenía sueño.
Luché lo mejor que pude para que mis ojos no se cerraran, además que la voz de Hoseok era de ayuda, mejor no, ya que era tan suave que podía caer completamente dormida. Necesitaba permanecer despierta, tal vez podría descubrir si él siente algo por mí.
Si sintiera algo por mí, ¿lo demostraría? Aunque yo tampoco lo he demostrado.
Posiblemente, me arrepentiría luego, pero estaba segura de que si estuviese borracha, lo besaría sin parar, confesando como me hace sentir.
Ojalá poder sentir su mano contra mi mejilla, sus labios besándome con furor, acariciar su cabello seguramente sedoso, compartir secretos íntimos, reír sin parar, divertirme más así como esta noche, sintiéndome llena.
Hoseok. Enólogo Jung, usted es mi hombre ideal, que no quisiera dejarlo ir. No se encuentra a alguien igual dos veces.
•
Tenía muchas razones para hacer mi maleta y regresar a Australia. La primera era por besarme con Taehyung. La segunda porque Christopher se fue del país. Y la tercera, por haberme quedado dormida el sábado, cuándo Hoseok estaba conmigo.
Ayer, cuándo abrí los ojos, me di cuenta de la vergüenza que sentía. ¡Me quedé dormida!
No sabía si dormí con la boca abierta, si era sonámbula –no lo soy–, si hice algún ruido o algo indecente. Maldición, lo peor es que me sentía más que tonta. Cuándo abrí los ojos, con obviedad, él no estaba. Tenía ganas de pedirle disculpas, pero no lo he hecho, ya que no tengo su número de teléfono y no bajaría a buscarlo a su casa.
Suspiré, como si así se iría la pesadez. Estaba casi llegando a la empresa, ni siquiera sé si podré concentrarme, o que pasará cuándo me lo encuentre.
Con respecto a Chris, la despedida de anoche me hizo sentir triste. Me prometió que volvería, lo esperaré. También había la posibilidad de que yo fuese, pero no era tan viable. Ahora bien, mi gran apoyo se marchó. Tuve que comentarle la situación y no ocultársela, seguramente diría la verdad cruda, tal cual, para que entrara en razón. Eso necesitaba ahora.
Mi corazón se detuvo al ver quién también estaba llegando a la empresa, casi al mismo tiempo que yo. Hoseok. Traté de mantener la calma, sobre todo parecer normal por el hecho de que me miró.
—Buenos días, Lee.
Y en algún momento, empezó a saludar. Hice una reverencia. Ambos entramos, y yo seguía en silencio, avergonzada. Seguro que si hablaba, iba a tartamudear. Mi padre contaba que cuándo aprendí a hablar, era tartamuda, así que había posibilidades de que eso volviera.
Tomé la valentía que al menos ha sido mi fuerte, y antes de subirnos al ascensor, lo miré.
—Sobre lo que...
—Dicen que hoy lloverá, a muchos no les gusta cuándo pasa, pero es lindo. ¿No crees?
El nudo que podía sentir, desapareció. Solía decir todo lo bueno de él, y me faltó decir lo gentil que era, por cambiar el tema. Al menos, estaba más tranquila y la tensión desapareció.
—Yo no traje paraguas.
—Bueno, dicen que pasará a media noche, ya estarás en casa.
Las puertas se cerraron, dejándonos a los dos adentro. Olía jodidamente bien, y hoy estaba más guapo de lo normal. Daba sofoco solo pensarlo, esto era por qué sentía algo por él. Mordí mi labio inferior, esperando a que llegáramos pronto para ir a trabajar. Necesitaba ocupar mi cabeza en otra cosa.
—Mi ayudante me comentó que hoy habría una reunión.
Comenté, viéndole. Después de lo que ha pasado entre nosotros dos, que tampoco es la gran cosa, tal vez podría considerar que somos amigos. Lo peor es que estaba en contra de mis supuestos principios. Separar el trabajo de mi vida personal.
—Sí, justo me toca dar la charla a mí. Es para los nuevos empleados que se incorporan. La ceo quiso que yo, junto al de recursos humanos lo hiciéramos.
—Yo también te hubiera escogido. Lo harás increíble.
Sonrió al escucharme, pero de pronto se volvió serio que me confundió. Sus ojos seguían brillando, siendo tan fijos hacia mí que un escalofrío recorrió por completo mi cuerpo. Las puertas se abrieron, distrayéndonos. No sé de lo que podía ser capaz si seguíamos más tiempo aquí dentro.
Una vez afuera, él estaba a punto de despedirse, pero lo detuve. Sé que él fue amable evadiendo el tema, pero quería decirle algo.
—Lamento haberme quedado dormida.
Reí, para no llorar de la vergüenza.
—Tranquila, no escuché como roncabas.
Separé mis labios, sin poder articular palabra. Quería salir corriendo.
—Yo... no tenía ni la más remota idea de que roncaba o hacía...
Guardé silencio al ver como se echaba a reír. Oh Dios mío, no podía hacerme esto.
—Era una broma. Al ver que estabas dormida, apagué la televisión y te abrigué con la manta que tenías a un lado, yéndome segundos después. No debes preocuparte por algo así.
La pesadez en mi pecho me hacía estar consciente de mis sentimientos. Por más que también me sentí fastidiada por él al inicio, debo darle gracias por no ser tan idiota como los demás. Sí, era y es estricto con respecto a su puesto de trabajo, pero nunca me jodió de ninguna forma.
Ambos hicimos una reverencia. Empezó a caminar, hacia el lado derecho, mientras que yo estaba dispuesta a seguir recto. Imposible, al escuchar la voz de alguien.
—¿Dormiste con él? —Giré mi cuerpo, asustada, pero se trataba de Taehyung. La vida por lo visto quería que afrontara mis problemas de una vez por todas—. Respóndeme, ¿dormiste con Jung?
Parecía molesto, oh... vaya que sí lo estaba. Resoplé, para luego soltar una risa, mofándome de él. Este ni siquiera se inmutaba, lo que hizo que me quedara seria, procesando todo.
—Quiero dejarte una cosa en claro, antes que nada, sería agradable volver a las formalidades. Usted y yo no somos amigos, no somos nada, director Kim, simplemente compañeros de trabajo. Agradecería que...
No pude acabar de hablar, cuándo este se acercó a mí con prisa, tomando mi cintura para luego intentar besarme, pero sentir nuestros labios rozándose, hice que me soltara, para regalarle una cachetada.
Miré a todos lados, asegurándome que no había nadie alrededor. Todo esto, se salió de control, y no lo iba a permitir más por más que no tuviese claros mis sentimientos.
•
Buenas buenas muñeques.
¿Será que Saerom le pondrá un alto a Kim? Pensando... 🤨
Espero os este gustando la historias. No oidéis votar y comentar si podéis, me hace darme cuenta que vale la pena seguir escribiendo.
(Hoy es el cumple de hobi, y como no lo tenemos aquí por el maldito gobierno coreano, os mando abrazitos de ánimos a todos)
Cuidesense, manténgase saludables y sean felices.
Dios les bendiga.
xoxo
—Herbst
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