012.
Kim Taehyung
Solté la copa, después de haber bebido todo el vino que había dentro. Cada vez que era parte de alguna fiesta, decidía estar a cargo de promocionar los vinos que tiene poco de haber lanzado al mercado, era una gran forma de difundir más la verdadera calidad.
Aunque ya había bebido una botella entera con Jimin, que no era algo que nos emborrachara, seguía sintiendo los labios y el sabor de Saerom en mi boca, algo que estresaba.
—He vuelto, perdona que tenía que ayudar a ese camarero —Miré al rubio que se acercó, sentándose a mi lado, mientras yo seguía de pie—. Por cierto, no me respondiste en donde te habías metido antes, regresaste extraño, no sé cómo explicarlo.
—Justo estaba en la habitación donde me tomaron las fotos, pero con una mujer.
Miré a quién estaba sirviendo las bebidas, y pedí que me llenaran la copa.
—Debí suponerlo ¿Con quién fue?
Evité no sonreír, pero era imposible recordar las palmadas que dio Saerom en mis hombros para que la bajara, cuándo la cargué.
—Esta vez, la identidad de esa mujer, debe estar en secreto.
—¿Bromeas?
Me miraba confusa, y era obvio. Normalmente, no me importa decirle casi todo, es mi mejor amigo, el único que ha estado para mí, cuándo estoy de buenas y cuándo soy una completa mierda.
—No. Ella se enfadaría como el diablo si se entera de que otra persona, además de nosotros dos, conoce nuestros besos.
Demasiado enojona, pero cuándo me acerqué a ella para volver a besarla, mi cuerpo se calentó en un segundo, quería hacerla mía justo en ese momento, quería que me besara con esa pasión reprimida.
—Me estás diciendo que te has besado más de una vez con ella, ¿estás hablando de la loca de Ri?
Arruinó la conversación al mencionarla a ella. Negué, sintiendo dolor de cabeza al recordar la noche en que se metió a mi casa y me acosté con ella.
—No. Te juro que esa mujer estaba desesperada, pero cuándo estábamos en el acto, aquello fue poco para lo que esperaba. No quiero recordarlo.
Confesé, sin pudor. Agarré la copa entre mis dedos, que ya estaba llena.
—Escucha Tae, estoy cansado de decirte esto, pero debes dejar esas adicciones. Piensas que es una tontería, pero un día podría acabar mal por el alcohol, por consumir algo o por coger una enfermedad.
Lo miré, no puedo negarlo, pero a este tipo le queda bien el rubio, es como si hubiese nacido así natural. Suspiré, y traté de mostrarme serio, justo como él, para que supiera que siempre tomo todos sus consejos, además de que cuándo no le prestaba atención, se enfadaba mucho conmigo, daba miedo.
—Te aseguro que con todas he usado condón, soy muy cuidadoso, no lo hago con la primera que veo tampoco. Si pudiera, usaría uno doble.
Me ignoró, para pedir que rellenaran su copa. Por mi parte, mi mirada se desvió hacia aquella mesa, donde estaba Saerom junto al tipejo ese, charlando amablemente. ¿Cuál es la razón de que se haya quitado la chaqueta y solo ande en tirantes, ¿qué espera?, ¿enseñar sus músculos? Ah, me daba tanto asco, ¿por qué miraba tan fijamente a Saerom? Me provocaba jaqueca el hecho de verles tan cercanos.
—Quería mencionarte —Gracias a Dios, escuché hablar a Jimin, para distraerme de aquella imagen asesina—, al final no podré ir a tu comida.
Confuso por lo que dijo, deseé que fuese mentira.
—¿Por qué? No me puedes dejar.
—Recordé que Nayeon ese día pidió una baja, ya que tiene médico y debo acompañarla.
Tapé mi boca con mi mano, luciendo totalmente sorprendido. No voy a negar que me dolió. Esto de que esa mujer loca me aleje de mi compi del alma, me hace odiarla.
—Esto pasa desde hace tres años, y todo por mi culpa. No debí meter a mi amigo a esa empresa, solo me alejaron de mi mejor aliado.
Agaché la cabeza, dramatizando que me dolía el pecho. Este solo me miró con desaprobación y aguantando las ganas de reír.
—Pero que siempre salimos juntos, para ya de ser un llorón.
Cambiamos un poco de conversación, en el momento en que otros conocidos se acercaron a socializar con nosotros.
Dejé que Jimin hablara más, mientras yo me dedicaba a escuchar. Pero, no sabía en verdad sobre que charlaban, por qué solo pensaba en lo bien que le quedaba ese jodido vestido blanco a Saerom, como se bajaban sus tirantes, y esas medias blancas con un dibujo que no pude ver bien, por qué solo me concentraba en acariciarla.
Estaba teniendo problemas con esa mujer, y es que en ningún momento se me ha pasado por la cabeza alejarme.
•
Pasé de un documento a otro, tratando de hacer un buen informe. Cuándo me tocaba hacer estas cosas, debía tomarme unos minutos de descansos, por qué si no acabaría usando gafas, por culpa de la pantalla del ordenador.
Teclee un par de veces más. Según había hablado con la CEO, debíamos realizar un nuevo estudio de mercado, ya que se estaría a punto de lanzar otro vino, y a ver, nuestro público siempre es el mismo, pero podía variar. Podía dejarle este trabajo a otros, pero era demasiado importante que lo empezaría a mí, y luego se lo daría a alguien de estudio de mercado, para luego hacer una supervisión.
Piqué un botón de mi teléfono, que conectaba en la línea directa para llamar a YeonJun.
—Yeon, ¿estás ahí? Ven aquí.
Dije.
—Ahora mismo, director Kim.
Me moví un poco, para que mi mano llegara hasta el último cajón de mi escritorio. Busqué un poco para sacar una carpeta que decía "salas de marketing". Leí un poco un par de páginas, hasta que la puerta se abrió, dejándome ver a Yeon.
—Escucha, necesito que me traigas en un informe en lo que está trabajando ahora mismo los de promoción y comunicación. Además, debes atender a Byo Samuel, un ingeniero técnico en producción de vino —Cerré la carpeta, dejándola en su lugar—. También recuerda que hoy nos iremos temprano.
Me puse de pie. Tomé mi chaqueta y me la puse.
—Está bien, señor.
Puse mi mano en su hombro, y le di una palmadita. No podría querer a otro ayudante, todos eran tan inútiles y se les olvidaba todo lo que yo les decía. Puede ser por qué es mi hermano que lo soporto, pero me costará encontrar a alguien mejor cuándo este me deje.
Salí de la oficina, al mismo tiempo que él. Quería ir a hacerme un té, así que dirigí a la mini cafetería del departamento. Arreglé con cuidado el cuello de mí chaqueta de vestir, pero me espanté cuándo noté que alguien caminaba a mi lado.
Me detuve, para verle. Estaba completamente sorprendido, ella simplemente me miraba de forma coqueta, esperando a que cogiera su mano.
—Director Kim, no esté tan tímido.
—Estamos en la empresa, secretaria Ri, en los pasillos.
Seguí mi camino, sintiendo la presencia de ella aún detrás de mí. Seguía hablando de que se cortó el cabello, que estaba pensando en hacerse un tatuaje y que opinaba al respecto. Llegamos hasta la mini cafetería, donde empecé a calentar agua. No encontraba razón alguna para hacerle la pelota a Ri, me parecía más que pesada por más que tuviera bonitos pechos.
Su voz dejó de ser audible, justo cuándo escuché una voz conocida entrar. Me giré, para ver a Saerom junto a su secretaria entrar. La vi de pies a cabeza, la forma en la que su pantalón de tela le quedaba perfecto, todo su atuendo, hasta como movía su cabello, me volvía un tanto loco, ya que era llamativa para mis ojos, y seguramente para otros hombres.
La mano de Ri, tomó mi brazo, haciendo que me espantara y tirara el agua caliente sobre la mesa.
—Mierda —Susurré, viendo el desastre que podía haber hecho si me hubiese caído sobre mí—. Por favor, déjame en paz.
Lo dije con un poco de enojo, calmándome al paso. Aunque ella sí se enfadó ante mi respuesta, que se dio la vuelta ofendida. Qué estrés, había salido para relajarme, pero acabé fastidiado.
Suspiré, buscando servilletas o algo para limpiar. Lo peor, es que me di cuenta de que estaban justo en el lado de Saerom, y esta me ignoraba por completo. Gracias al cielo su secretaria me vio, dándome una toalla que acepté con gusto.
Regresé a la mesa, limpiando todo aquello. Al menos, quedó un poco de agua que me dio la oportunidad de beber un poco del té.
Con respecto a Saerom, joder, esa mujer tenía algo que me encantaba y no podía saber el qué. No puedo negar que a la vez quería seguir haciéndole la vida imposible, para ver de lo que ella sería capaz de hacer, y vaya que era peligrosa cuándo se enojaba, aquello mismo me volvía loco.
Sonreí, recordando la forma en que me insultó y acabamos besándonos tan ardiente, solo me hacía tener escalofríos al querer meterle la lengua en su boca.
Acabé de tomar mi té, tiré el vaso, dispuesto a irme. Ya en la puerta, ellas también saldrían, así que dejé que pasaran primero. Justo cuándo Saerom salía, aproveché para decir algo.
—Hoy te ves tan atractiva.
Esta simplemente me vio con desdén, siguiendo su camino. A mí me tocaba ir hacia otro lugar, así que me quedé ahí, viendo como caminaba por el pasillo. Dios mío, tenía tantas ganas de tenerla entre mis brazos de nuevo.
Me aseguré de aparcar bien el coche, viendo un par de veces a mis lados, ya que estaba lleno de automóviles por aquí.
—¿Crees que han venido los de siempre?
Mencionó Yeonjun, a lo que simplemente asentí. Era obvio que vendrían los mismos, hasta más personas por lo visto. Se trataba de una gran comida que había cada cierto tiempo. Todo organizado por mi padre, invitando a socios, afiliados, amigos de alto rango, hasta los padres de Jimin venían, por eso lo esperaba, pero bueno.
Nos bajamos del coche, dirigiéndonos hacia la entrada, donde dos chicas nos atendieron. Me daba un poco de vergüenza ajena que me llamaran el "joven Kim" o el "el niño Kim", por más que dijera algo, no iba a cambiar aquello.
—Es increíble que tengamos que venir después de un día de arduo trabajo.
Resoplé, sintiendo un gran dolor en mi cuello.
—Solo será un momento, Tae.
Entonces, nos fijamos en la mujer que aparentaba ser la más elegante de todas. Con una amplia sonrisa, vino hacia nosotros, extendiendo sus brazos para que sintiéramos su cálido abrazo de madre. Nos dio un beso en la mejilla y luego nos tomó de la mano a cada uno.
—Mis niños, ¿cómo habéis estado? ¿Todo bien mis amores?
Escuché que Yeon habló. Por mi parte, alejé mi mano y miré un poco todo el ambiente. Hice una reverencia hacia ella, para alejarme un poco. Un par de personas que me encontraba, trataba de entablar una conversación, con los típicos de "como me iba de director", las relaciones personales y negocios. Poco me importaba lo que tenían que decir esos vejestorios.
Llegué al salón, para aprovechar a sentarme. Saqué mi móvil, y me quedé ahí, mirando un par de cosas. Ahora que lo recuerdo, deberé decirle a Yeon que organicé una reunión, máximo, antes de que acabe esta semana.
Me dio por revisar mis redes sociales, y la casualidad siempre me perseguía, por qué me apareció una fotografía de Namjoon en la isla Jeju, vaya hijo de puta. Seguramente si nos llegamos a encontrar, va a terminar matándome o algo por el estilo. Al menos, me seguía cayendo bien, él y Jungkook son parte de mi vida como un maldito rebelde en contra de mi padre, haciendo tonterías incorrectas.
Salí de mi nube, todo por ver que alguien se sentó al lado mío.
—Casi podría asegurar que pareces uno de esos adolescentes que se alejan de la sociedad para estar con esos aparatos electrónicos —Guardé mi móvil, ya fastidiado. No me digné a verlo, no valía la pena—. Taehyung, quiero que sepas que aún estás a tiempo de regresar cuándo tú decidas. Necesito a alguien que siga en la empresa después de mi retiro, y amaría que fuera uno de mis hijos. El problema es que ambos acabaron en lo mismo.
Seguía con el mismo cuento de siempre. Ahora venía la parte, donde seguramente me culpaba de que descarrié a su pequeño hijo.
>>> —Tú siendo el mayor, debías entender la responsabilidad que lleva todo esto. Te fuiste, y mi esperanza fue Yeonjun, pero este se encaprichó con seguirte. Por alguna razón este te admira.
Hoy llegaré a casa, y posiblemente me meta a darme una larga ducha. Leí que hay sales que pueden llegar a relajarte, me parece llamativo, así que no estaría mal intentarlo. Comer un poco, revisar papeles mientras tomo un té y acostarme a dormir. Buen plan para esta noche.
>>> —Si tan solo hubiese tenido conocimiento de que esto sucedería, habría tenido otro hijo para enseñarle desde pequeño como son las cosas.
Me puse de pie, cansado de escucharle.
—Me largo, ya cumplí con la promesa que le hice a mi madre después de insistir tanto porque viniera, para darle la cara a los vejestorios de tus amigos.
Dispuesto a irme, literalmente di dos pasos, todo para que este se pusiera enfrente de mí.
—Ya publicaron las fotografías de la fiesta del club. Parecías medianamente decente, aunque te hubieras asegurado de abrochar esos botones —Lo miré—. Además, date prisa a escoger a una persona para que esté contigo, así como yo con tu madre.
Expulsé una pequeña risa burlona, después de haber escuchado semejante cosa. Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón, viéndolo fijamente.
—Prefiero seguir por ahí follando libremente, que estar con una sola mujer y engañarle.
Nada más acabé de hablar, se acercó a mí con aspecto amenazador, queriendo levantarme la mano, pero justo llegó mi madre que nos miró asustada. Las personas que estaban cerca, notaron el altercado, lo que hizo que el hombre se calmara un poco.
A los segundos, Yeonjun también se acercó a nosotros, así que me dispuse a irme.
—Fue un gusto, querida familia. Debemos retirarnos, ya que mañana trabajamos.
Esperé a que este se despidiera, mientras que yo vi solo a mi madre, haciendo una reverencia. Me encaminé hasta la salida, donde un hombre me dio las llaves de mi coche y fui hasta este. Abrí la puerta y me adentré.
Casi trotando, Yeon llegó, haciendo lo mismo que yo.
La siguiente vez, me dará igual lo que mi madre diga, no me dan ganas de volver a aquí.
—Tae hyeong, deberías parar de discutir con nuestro padre.
Decidí quedarme en silencio. Tenía razón, vaya que sí, pero él era el único que me rompía las bolas desde que tengo uso de razón. Yo solo quería llegar a mi casa para sentirme sereno en mi propio hábitat.
•
Me despedí de un miembro del departamento de comunicación, que me había acompañado a una reunión importante que tenía en un restaurante de afuera. Por desgracia, yo no escogí el sitio y la comida había estado horrible, al menos en estos días no suelo comer mucho.
Seguí caminando, casi llegando a la zona de ascensores, hasta que me detuve al ver a Saerom junto a su estúpido amigo, yendo hacia la zona de cafetería. Hoy se veía bastante guapa, ese rojo de su chaqueta le quedaba tan vivo, le daba hasta más atractivo a su rostro. Pero, si tan solo fuese sola, sería más que perfecto.
Supongo que no pasa nada si me acerco a ella. Teniendo una adecuada distancia, miré como efectivamente se dirigía hacia la cafetería. Me quedé viendo como ella no entraba, solamente él, mientras que esta se dio la vuelta para ir a otro sitio.
Casi no la vi en esta semana, desde que nos besamos, y podía asegurar que la necesitaba. Era gracioso pensar en la rabia con la que me miraba, y la misma con la que me besó.
Iba hacia el baño, y justo antes de que entrara, me di prisa para detenerla. Tomé su mano de manera suave, pero de igual manera se asustó. Ahí estaban, esos ojos gélidos y gestos de asco.
—¿Qué crees que haces aquí?
—Te ves hermosa.
Me dio la espalda, abriendo la puerta del baño para entrar. Esbocé una pequeña sonrisa, teniendo ganas de detenerla para besarla, pero simplemente me quedé ahí, de pie.
Bueno, no me daría por vencido para que sucediera nuevamente eso que hicimos en la fiesta. Había algo en ella que me conducía a querer dejar de ser un hombre idiota, como me decía, podría ser un idiota para ella, tal vez.
Me di cuenta qué no había nadie dentro del baño, ya que después de varios segundos nadie salía ni nadie entró. Así que, tomé la manija de la puerta para poder entrar. Justo, Saerom se encontraba en el lavamanos, y me dirigí hasta ella. No tenía su chaqueta puesta, ya que acomodaba su camisa. Seguí sus movimientos, desde lavar sus manos, secarlas, colocarse nuevamente la chaqueta e intentar recoger su cabello.
—Te miras mejor con el cabello suelto.
Como siempre, me ignoró. Recogió todo su cabello, dejando solo dos pequeños mechones al aire, en la parte de enfrente de su rostro. Esta se giró, encontrándose conmigo cara a cara, aunque yo bajé mi mirada hasta su escote. Alcé mi mano, colocando uno de mis dedos justo en su escote, queriéndolo bajar para ver algo, pero solo quise ver sus ojos, los cuales me miraban con repulsión.
Por más que hubiese intenciones distintas, yo besarla hasta cansarme, y ella matarme hasta cansarse, mi cuerpo se sentía inquieto. Puse ambas manos alrededor de ella, acorralándola casi.
—Deja de fastidiarme.
—¿Tienes algún fetiche? Digo, algo así como una devoción sexual.
—No me pondré a hablar contigo de eso.
Suspiró, viendo a otro sitio. Quise que me viera, así que tomé su cintura para atraerla a mí. Justo como esperaba, me miró confusa, asqueada, que puso sus manos sobre mi pecho.
—Oh, vamos, no me mientas ingeniera Lee, me pareces que eres igual a mí. Vas a negarme que disfrutaste los besos que te di, esa forma en la que acariciaba tu pierna, anhelabas no tener esa media, ¿verdad?
—Deja de hablar tonterías.
Acerqué mi rostro a ella, y ahí estaba la tensión inaudita de la cual me estaba volviendo adicto.
—Muñeca, a mí me encantaron tus labios, esa forma en que aceptabas cada uno de los besos, cómo bajaba a tu cuello y como mi mano frotaba tu trasero, de solo recordarlo podría...
Me detuve al haber escuchado un leve ruido. Volví a Saerom, quien me miraba con esos ojos negros. Seguro alguien entraría, así que tomé su mano y la atraje hasta uno de los cubículos, donde nos esconderíamos.
—¿Qué pasa? —Llevé mi dedo a sus labios, para que guardara silencio. Habían entrado unas chicas. Me senté en la tapadera del váter, haciendo que esta se sentara sobre mi regazo—. Eres un idiota, todo esto es por tu culpa.
Susurró apenas. Sonreí viendo lo bonita que me parecía desde aquí abajo. Sus manos se posaron sobre mis hombros, mientras que las mías fueron hasta su cadera. Me gustaba mucho, no estaba lo suficientemente loco, como dejar pasar esta oportunidad.
—Déjame besarte.
Me dio un leve puñetazo en el pecho, que solo hizo que me riera. Así como antes, traté de bajar su camisa, colocando mi mano sobre su escote.
—Aléjate.
Y siendo rápido, la besé.
Podríamos decir que mis acciones fueron para que guardara silencio, ya que era demasiado escandalosa y nos podrían descubrir. Después de darme un par de empujones en mi pecho, sentí esas mismas manos, subir a mis hombros y llegar a mi cuello, para abrazarme, mientras seguía mi beso.
No sabría como decirlo mejor, pero esto era tan diferente a lo que podía llegar a tener con otras. Con Saerom, un simple beso me parecía todo, esas miradas efusivas me emocionaban por alguna razón.
Alcancé a escuchar que las que habían entrado, salieron, dejando todo en silencio. Nuestros labios se separaron poco a poco después de que tratase de llevarlo más allá. Toqué suavemente esos bonitos labios rojos, húmedos, que me desesperaba.
—Saerom, de verdad me pones de una forma un tanto absurda. Dime que mierda tienes, que no me dejas.
Ahora fue ella la que sonrió, dándome cuenta en definitiva de que era tan peligrosa.
—Yo no tengo nada, pero tú necesitas ayuda para hacerte ver eso de que eres promiscuo.
Se puso de pie, dándome la espalda para querer abrir.
—Eso no encubre lo hermosa que eres. Joder, lamento tanto haberte dicho que eras fea, cuándo en realidad tienes un buen culo.
Pude escuchar su refunfuño, todo para darse la vuelta y darme una cachetada, qué madre mía lo fuerte que las daba. En vez de lamentarme por el ardor de mi mejilla, con rapidez me puse de pie, tomando su mano a la vez.
>>> —Me gustaría invitarte a cenar.
No hubo respuesta. Salió del cubículo, queriendo ir hacia la salida, mejor dicho, saliendo, ya que me ignoraba por completo todo el tiempo. No mentía, tenía un buen culo que me hacía dar volteretas.
Yendo un tanto lento, me acerqué un poco a la puerta, asegurándome que nadie venía, y así salir completamente. Ahí iba ella, caminando, apresurada, seguro que tenía al mismo diablo encima por su supuesto enfado conmigo, que no lo creería nadie.
Pero había algo que me incomodaba, Jung Hoseok, el mismo que pude ver salir del baño de hombres. Ese idiota seguro estaba interesado en Saerom, había algo en él que me fastidiaba cuándo le sonreía, nadie me engañaría sobre ello.
Si se metía en algo, me aseguraría de quitarlo de mi camino, por qué justo ahora ascender en la empresa y conseguir algo con Saerom, eran mi único objetivo.
•
—Herbst
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