010.
Lee Saerom
Después de tanto tiempo deseándolo, al fin puede entrar al laboratorio de la empresa. Tomé esta oportunidad, todo para mostrarle a Chris cada lugar de aquí. Hoy estaban revisando la calidad de uno de los vinos espumosos que había.
Tuve la oportunidad de hablar con algunas de las personas del lugar, eso como si estar con Chris me diera más ánimos. Sobre él, ayer cuándo lo vi, tuve una carga completa de serótina. Por lo visto había venido como de vacaciones, también con la excusa de buscar "clientes" para su empresa, que era una comercial que distribuía bebidas alcohólicas de alto valor. Casi no despertamos hoy, ya que nos quedamos hasta tarde hablando de tanto.
Solo estaría dos semanas, pero me aseguraría de pasarlo bien.
—¿Qué te parece todo lo que has visto?
Susurré. Este me miró de reojo.
—Pues, me parece bastante adecuado todo el lugar. Tu oficina es increíble de ante mano, las personas lucen amables, los espacios perfectos. Siguen las perfectas normas para que el empleado pueda realizar su trabajo.
Bufé.
—Lo de las personas amables, no lo creo. Contigo lo son por qué les pareces guapo.
—Ay Lee, deja de pensar mal.
Me mofé de él, queriendo advertirle de esas chicas que no dejaban de babear, pero nuestra atención se fue a la entrada, como alguien entraba ya listo con su bata blanca. Se trata de Yeonjun. Cruzamos miradas, y directamente vino hacia aquí.
—Hola Yeon, ¿qué tal?
—Vamos bien, podría decir.
Mi mirada se desvió de nuevo hacia la entrada, donde ahora era Kim Taehyung el que entraba. Yeonjun se despidió y se acercó a él, por mi parte traté de ignorarlo por completo, justo cuándo cruzó mirada conmigo.
—Entonces, ¿ese chico nos habló amablemente porque me mira guapo a mí, o a ti?
Miré a Chris. Reí por su comentario.
—Podría decir que además de Jiheon y ese chico me cae bien, me recuerda a Oliver.
Entre los hermanos siempre se discute, y si no es así, sería extraño. Pero con el mío, es tan diferente, ambos tuvimos nuestras discusiones, pero completamente absurdas. Nada serio, era mi pequeño que quería siempre lo mejor para él.
Creo que ya era el momento de irnos de ahí, Chris ya había tenido la oportunidad de ver como se trabaja aquí. Me levanté de la silla, llamando su atención para que me siguiera.
—¿Dejamos las batas y los guantes donde lo cogimos?
Asentí.
—Esos guantes, tíralos y lávate las manos.
Fuimos hasta la habitación trasera, donde se dejaban las batas y todo eso. Él salió primero, pero yo que quedé guardando su bata en otro sitio, ya que estaban las de visitantes y los trabajadores.
Después de lavar mis manos y ordenar rápido, quise salir, algo imposible al ver como Kim estaba conmigo.
—¿Quién es ese hombre? —Fruncí mi entrecejo. Tomé mi chaqueta que estaba ahí y me la coloqué, sintiendo su mirada— Lee, dime quién era ese hombre que te hablaba con tanta confianza.
—No te metas en mi vida.
Bufé, indignada. Dispuesta a pasar a su lado, fue en vano. Se abalanzó hacia mí, tomando mi cintura con su mano. Pasmada por aquel movimiento, traté de que me soltara de inmediato.
—¿Qué es lo que te pasa? Tú no tienes ni un derecho de tocarme, o de besarme tan siquiera.
Expulsé, casi alterada. Lo estaba a tal punto, que no podía soportar esa mirada dirigida hacia mí, en algún momento cambió tanto.
—Dime por qué respondiste a ese beso, se notaba que eso querías.
Lo miré, boquiabierta. Moví mi cabeza, negando y flipando. Llegué hasta la puerta, tocando la manija, y al tiempo sintiendo el tacto frío de Kim sobre mí otra mano libre. Lo miré, frunciendo mis labios.
—Espera —Acarició mi mano con su pulgar, que parece increíble que por aquel gesto me detuve, para escuchar que diría—. Quiero volver a besarte.
No. Alejé mi mano para que dejara de tocarme. Lo aborrecía por completo. Lo dejé ahí, saliendo del lugar. Puedo jurar que pude respirar mejor estando fuera, me ahogaba tanto cuándo me encontraba con él.
Me encontré con Chris, quien me preguntó qué sucedía, pero no pude responderle por solo pensar en mi estrés.
—¿Te siguen molestando?
Negué escuchándolo de nuevo. Ojalá esto nunca hubiese pasado.
Ahora que los miro bien, estos zapatos que llevaba eran tan bonitos, debería ponérmelos casi siempre. Me sentía tan absorta en nada, con mi frente pegada en mi escritorio, sin tener ganas de hacer algo. Digo, no soy capaz de concentrarme.
Por lo menos Chris se fue, ya que tenía que visitar otro lugar. Me levanté de mi silla, debo hacer algo con estas pocas ganas de hacer alguna cosa.
Caminé un poco, yendo hacia mi estantería. Había tantos libros, y a la vez tantos espacios vacíos. Si tan solo hubiera sabido que Chris venía a Corea, le pediría traer un par de libros que dejé allá, de algo podrían servir.
Toqué con mis dedos la pasta de un libro marrón, que de título decía "La esencia del vino". Solo había tenido la oportunidad de leer las primeras páginas. Lo devolví a la estantería y tomé otro de la siguiente línea. Este segundo se trataba mayormente de la empresa, por lo visto todos los fines de año hacían un recopilatorio de todo lo que ha pasado con respecto avances. Estaría bien echarle un ojo también.
—Adelante —Dije, después de que la puerta sonó. Miré a Yeonjun ingresar, haciendo una reverencia en el camino. Se detuvo en la pequeña mesa, así que fui donde él— ¿Qué te trae por aquí?
—Ingeniera Lee. El director de marketing, Kim, le manda estos informes recientes sobre los agentes de cata australianos.
Le miré confundida. Los dejó en la mesa, listo para irse, pero hablé antes.
—¿Por qué me manda esto?
—Supongo que ambos necesitan la información, no lo sé.
Ahora que lo pienso, esto no podría servirme de mucho, digo, esos agentes me tenían de lo peor, y yo solo estaba ahí para explicarles cuestiones de cuándo el fruto estaba aún sembrado.
—Gracias.
Murmuré. Este hizo una reverencia y salió. Pasé las páginas de la carpeta, leyendo todo por encima mientras me encaminaba con pasos torpes hacia el escritorio. Llegué hasta la última hoja, tampoco eran muchas, solo para encontrarme con un correo electrónico impreso.
Detuve mi paso para leer bien, por qué creí que alucinaba. Se trataba de un correo enviado por Kim hacia los agentes, donde desmentía todas las ofensas que dijo sobre mí.
¿Por qué haría esto, y por qué me lo envía a mí? Mordí leve mi uña del dedo pulgar, distraída en mis pensamientos, esos que no tenían conclusión en las acciones de ese tipo. Cerré la carpeta, teniéndola en mano salí de la oficina. No pude continuar, por qué justo Hoseok pasaba por ahí y se detuvo a hablarme.
—Lee, ¿a dónde vas con tanta prisa? —Lo peor es que, sin pensarlo, iba justo hacia la oficina de Kim, para enfrentarlo y preguntarle que mierda tramaba— ¿Quieres bajar a la cafetería conmigo?
Eso sería mejor. Asentí.
Me agobiaba muy rápido, extraño. Antes no era así, pero desde que conocí a ese tipo estoy en constante estrés y aumentando el consumo de mi té, acabaré en el hospital. Debería mantener mi carácter y demostrar con acciones que no estoy dispuesta a soportarlo más.
¿Estará tramando algo desmintiendo lo que dijo de mí? Seguro es para que baje mi guardia y se pondrá a hablar mal de mí, diciendo más barbaridades. Estoy colapsando mentalmente, deberé tomarme un descanso, todo gira ahora alrededor de este idiota.
—¡Lee! —Salí de mi laguna, para ver a Hoseok que tomaba mi mano— ¿Estás bien? Puedes decirme si algo sucede.
Sonreí apenas. Ahora me siento mal, por qué me estaba hablando y ni siquiera recuerdo el qué.
—No te preocupes.
—A veces me preocupa la forma en la que quedas ida en algo, seguro tendrás mucho trabajo.
Asentí.
—También. Últimamente, estoy distraída, mejor dicho. Si no logro concentrarme, no acabaré nunca a tiempo mi trabajo.
—Exacto. Asegúrate de no saltarte las comidas también —Sonreí— Ya vuelvo.
Se levantó para ir hacia donde estaban haciendo un bocadillo que pidió. Por mi parte solo pedí un té. Giré un poco mi cabeza para ver hacia Hoseok, pero solo pude observar a Taehyung entrando.
Mierda.
—Oh, muchas gracias.
Mencioné, viéndolo llegar y dejar el té enfrente de mí. Normalmente, solo tomaba el té que preparaba Jiheon en la pequeña cafetería de nuestro piso, pero el de aquí, mejor llamada el "comedor", lo hacían de paso todo.
—¿Y, cómo le va a tu amigo?
—Muy bien, ahora se fue a otra empresa donde en realidad debía buscar unos clientes.
—Supongo que se conocen desde pequeños.
—En realidad, es gracioso. Yo nací en Corea del Sur, él también, pero acabamos conociéndonos en la escuela de Australia, teníamos 6 años, creo, no recuerdo ya.
Fuimos un caos al conocernos, ambos parecíamos superintrovertidos, pero nos volvimos grandes amigos junto a otros niños.
—Que bueno que tengas a alguien y sobre todo, que venga a visitarte.
Asentí. Bajé la cabeza recordando todos esos momentos con él, hasta ver la carpeta de mi lado. Será mejor que deje las cosas así y no cruce palabra con ese tarado. Por lo menos acabamos pronto. Nos levantamos de la mesa, y tomé la carpeta entre mis manos.
—Gracias por esto, Jung.
Me miró.
—¿Por qué?
—Necesitaba aire, o distraerme un poco. Ahora sí que podré hacer todo mi trabajo.
Hizo una pequeña sonrisa, la que me pareció tan atractiva, justo como aquella vez. Nos separamos y él se fue hacia la puerta de salida, y yo hacia la puerta de las escaleras. Estoy segura de que Kim estará por algún lugar, y no me apetecía verlo. Estar unos minutos con Hoseok, fue como una recarga de ánimos.
Abrí aquella puerta, todo para quedarme impresionada de como la vida me odia. Kim estaba justo ahí, y las escaleras cubiertas de humo, ya que estaba fumando un cigarrillo. Cruzamos miradas, y no podía tan siquiera moverme.
—¿Qué haces? Está prohibido fumar aquí.
Alejó el cigarrillo de su boca.
—Estaba tan estresado, lo necesitaba.
Bufé. Sus pies se movieron hacia mí, aun fumando. Era un asco, no me gustaba para nada el olor.
—Ahora dime, ¿por qué hiciste esto?
Levanté mi mano hacía su vista, donde estaba la carpeta azul, para que la viera.
—Me equivoqué. Tal vez podría haber hecho otra cosa para llegar a ti, que no fuese a golpes.
Lo miré, confundida por sus palabras que no acaban en algo lógico.
—¿A qué te refieres? —Casi ignorándome, le dio otra calada al cigarrillo y de pronto lo tiró al suelo, aplastándolo al tiempo. Quedé viendo todo lo que hacía, y antes de acercarse más a mí, movió un poco su cabeza, sacando todo aquel humo. Tosí, por qué había sentido que me había caído todo a mí— Me da asco el olor del cigarro.
Susurré, sintiendo repulsión. Di un par de pasos hacia atrás, sin quitarle la mirada.
—¿Qué es lo que planeas hacer ahora? Ya estoy harta de tus jugadas sucias.
Escuché como simplemente sonrió socarrón, pero de pronto se volvió serio.
—La única forma en la que quiero jugar contigo, es usando tu boca.
Después de escuchar aquello, sentí como mi respiración se entrecortó. No podía soportarlo más. Tomé la carpeta y la pegué en su pecho, para que la tomara, pero este ni siquiera se inmutó, solo me miraba.
Resoplé. Di la vuelta, yendo hacia las gradas y empezar a subirlas. Tendría que haber hecho lo que propuse al principio, no hablarle, pero fue lo primero que hice. Lo peor de todo, es que podía sentir como me seguía.
—No me sigas —Dije, sin darme la vuelta para verle— Debes entender que no deseo que te acerques a mí con otra intención, te odio Kim. Tendrías que saberlo, por qué has sido un idiota conmigo.
Al llegar al siguiente trozo de escalera, en el descanso, me detuve por el agarre de este en mi mano. Lo miré, tenía una pequeña sonrisa, siendo tan descarado.
—Lo lamento de nuevo por aquello —Realmente ni siquiera sabía por qué se disculpaba, había tantas cosas en las que me había jodido, hasta el punto de que mi propia jefa tenía conocimiento de casi todo. Con su otra mano libre, la alzó para tocar los mechones de cabello que caían por mi hombro—. No me había dado cuenta de que te lo cortaste bastante.
Guardé silencio y me solté. Me pregunto que es lo que pensara este hombre, no tiene idea de nada, ni que las mujeres no reaccionaran igual si hace algo así. Seguí por las escaleras, sin escuchar los pasos de Kim, agradeciendo al cielo.
Pero tuve que detenerme en seco en el siguiente descanso, al escuchar un ruido. ¿Alguien estaba bajando? Estaba a punto de girarme, pero sentí el cuerpo del idiota justo detrás. Sus manos se colocaron en mis brazos.
—¿Qué sucede?
—Alguien está bajando.
Tampoco era como si yo quisiera que me vieran con él, en las escaleras. Pensarían cualquier cosa, es lo que menos quería. Tragué saliva, podría bajar y salir en este piso, qué más daba.
—Tengo una idea.
Su voz salió tan grave, justo cerca de mi oído en un susurro. Tomó mi mano, y de forma rápida me dio la vuelta pegándome a la pared. Levanté mi cabeza escuchando las voces justo arriba de nosotros, y dejé de tener noción de algo cuándo tomó mi cabeza y me besó.
Mantuve mis ojos abiertos, viendo como los suyos estaban viéndome. Tenía su cabeza de un lado, como si gracias a aquello no lograrían verme. No me moví, ya que agradecí en pequeña parte que aquel beso solo consistía en el roce de nuestros labios.
Escuché un pequeño susto y murmullos, justo a la vez, pasos alejándose entre voces inaudibles. Quise alejarme al momento, pero el cuerpo de Kim se movió, tomándome de la cintura y sobre todo, moviendo sus labios. Cerré mis ojos, dejándome guiar como estúpida.
Tomé con fuerza su chaqueta de traje, sintiendo la forma en la me hacía moverme al mismo ritmo que el suyo. Abrí más mi boca, dejando que su estúpida lengua entrara a mi cavidad bocal, jugando con la mía. Sentí un hormigueo en mi estómago, y tuve que separarme.
Me faltaba la respiración. Apreté mis labios con mi mano, como si los estuviera limpiando. Tenía que calmarme, era irreal, la posibilidad de que me alejé solo por el asqueroso sabor que tenía su boca a cigarro.
Este tipo aún seguía acercándose más a mí. Me tomó hacia su cuerpo y apretando mis caderas, bajó su cabeza quedando a mi misma estatura, que simplemente se quedó viéndome. Vino hacia mí, dejando un beso en mi quijada, y luego, simplemente me soltó y se alejó.
Mi cuerpo temblaba. No paraba, no paraba de pensar que seguiría con su absurdo beso. Era como estar expuesta conmigo misma. Agh. Lo ignoré, girando y subiendo las escaleras, escuchando una pequeña risa por parte suya.
Lo odio. Lo odio. Odio a Kim Taehyung.
Maldita sea, ni siquiera hubiese salido de mi oficina, solo me encontré con más problemas.
•
Estiré mis piernas, y me crucé de brazos. Nos pusimos de acuerdo desde hace un par de horas para iniciar una serie juntos, según dijimos, la acabaríamos antes de que se fuera, pero nos hemos perdido bastante de la trama, por estar hablando tonterías.
—No, pero ya en serio. Las cuotas que debes pagar me parecen elevadas, sí, admito que el piso me encanta, es grande, tiene tres habitaciones de buen tamaño, pero deberías comprarlo.
—Te he dicho que aún sigo pensando si me quedaré o no.
—¿En el país?
Asentí. Escuché como bufó, indignado.
—Si eso es lo que quieres, te apoyo, pero no llevas tanto tiempo para tomar esa decisión. Sabes que solía venir aquí casi siempre, y te decía que algún día me mudaría. Aún sigue eso en pie, amo mi país natal.
—Yo también tonto, pero no me siento a gusto.
Era toda una vida en otro sitio, así que podría ser comprensible. No solo por ello, sino por las personas. Suspiré, sintiéndome cansada. Lo estaba realmente, por la rutina que tengo. Al menos en Australia variaba un poco, pero ahora es tan trivial. De la casa al trabajo, del trabajo a casa. Los fines de semana en casa, si es que no salgo con Jiheon o salgo a hacer la compra.
—Te he notado extraña. ¿Ha sucedido algo en estos días?
Negué. Y no puedo negar que los días en que me encuentro en la empresa, también son monótonos, sin contar aquellas repetidas peleas que tenía con Kim, y ahora estos momentos que se volvieron íntimos, que me fastidiaba que fuera lo único relevante. Me molestaba completamente en lo que me estaba volviendo, es decir... mostrándole interés a algo que siempre me pareció irrespetuoso. Tener un enredo con alguien.
—Si no ha pasado nada, deberías estar tranquila. Y ahora que yo estoy aquí, deberías aprovechar a salir un poco. Somos jóvenes aún, aprovechemos nuestras vidas antes de volvernos más viejos.
Me dio un leve toque en mi brazo, para que me levantara.
—Oh, no, prefiero que miremos algún sitio para ir a comer, o salimos a pasear.
—Podemos comer en casa, pero divertirnos en un sitio tal vez, extravagante. Di que sí.
Negué con una sonrisa. Recosté mi cabeza sobre el respaldar del sofá, pero de inmediato Chris se puso de pie y me tomó a la fuerza de la mano, jalándome. Caí al suelo, entre risas.
—¡Déjame!
Aun en el suelo, tomó mis tobillos entre sus manos y empezó a arrastrarme por la casa, no aguantaba las ganas de reírme y pensando lo sucia que quedaría mi camisa por su culpa. Una puerta se abrió, mi habitación. Me soltó ahí, y apenas pude verle.
—Lee Saerom. Quiero que te des una larga ducha, no importa si tardas, y te pongas el mejor atuendo que tengas. Hoy saldremos de fiesta.
Cerró la puerta y simplemente me dejé caer al suelo, rendida. Entonces, recordé lo que justo me ha comentado Jiheon en estos días.
Por lo visto, cada primer sábado del mes, se hace una fiesta privada en un club. Por lo visto, los que asistían, eran aquellos con un buen capital, y amigos. Según confirma Jiheon, ella hace un par de años, se volvió parte, ya que su padre lo ascendieron en su trabajo, y anhelaba que su hija se relacionara con "buenos partidos". Literalmente, todo tan capitalista, pero era tendencia en Seúl por lo visto. Dentro de todo aquello, existían reglas; nada de móviles, debías vestir algo extravagante si querías, y tener más de 19 años.
Tomé mi móvil y marqué le numero de Jiheon. Mientras esperaba, me levanté del suelo, para sentarme en la cama.
—¿Ingeniera Lee?
—Lamento que esté molestando. Quería preguntarte sobre algo —Escuché un "mmju" de su parte— ¿Recuerdas de aquella fiesta que me comentaste, y que sería buena idea si yo hablo con más persona?
—Sí. Hoy es la fiesta por cierto. No tenía planeado ir, ya que normalmente se van con amigos, y las mías están ocupadas —Guardé silencio. En realidad, sería genial que yo pudiese ir, junto a Chris, pero no sabía como decirlo—. Espera... ¿Quieres ir Lee?
Reí.
—Me daba vergüenza decirlo así por así, pero sí.
—¡Oh Dios mío! Esto es increíble, me parece fantástico. Te juro que lo pasaremos bien, ahora mismo iré a darme una ducha y buscar que ponerme ¡Recuerda, debes lucir lo más extravagante que puedas, es decir, desborda tu belleza, no importa!
Mi oído sangraría por la emoción que desbordaban sus palabras. Corté, luego de que confirmar todo.
Tardé más de lo que suelo tardar para saber qué ponerme. No parecería extravagante, como creía. La verdad es que ellos mismos hacían un tipo de burla, de como casi todos derrochan el dinero sin tener idea.
Abrí la puerta de mi habitación, ya lista completamente, con mi bolso en una mano y mis zapatos de tacón en la otra. Busqué con la mirada a Chris, quien estaba en el sofá, ya listo. Solté una carcajada al verlo. Estaba en tirantes y pantalones de cuero, y una chaqueta en sus piernas, que luego seguro se pondría.
—No pareces nada extravagante, en el sentido de ellos, pero sí extraño. Te juro que si en tu empresa te ven vestido así, se asustarían.
Se levantó del sofá, viéndome ahora a mí de pies a cabeza.
—Quisiera burlarme de ti, pero te ves fantástica.
—Oh, vamos, no mientas.
Bufé, sintiéndome cohibida. Literalmente di vuelta a mi armario para saber qué ponerme. El timbre sonó, así que fui hasta este a ver por la pantalla que se trataba de Jiheon. Venía por nosotros.
—Sae, te ves muy bien. Te aseguro que hoy será una gran noche.
Debía servir para salir de mi monotonía, conocer más gente y sentirme en casa.
•
—Herbst
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