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009.

Lee Saerom

Podríamos decir que este era mi segundo viernes hasta tan tarde. No había casi nadie, tal vez algún segurata. Jiheon se marchó así como le he indicado. Masajee mi cuello, por el dolor que sentía, bajando a mis hombros.

Me levanté de mi escritorio para ir a hacer un té. Agradezco al menos tener siempre mis pantuflas en la oficina. Llegué hasta la pequeña cafetería, abrí la puerta con cuidado, pero me detuve en seco justo al escuchar un par de murmullos. No puede ser, otra vez.

Reconocía de espaldas a ese tipo de las veces que, desgraciadamente, lo he tenido que ver así. Tenía a una mujer casi escondida enfrente de él, subida a la mesa, mientras que esta rodeaba sus manos por el cuello de él. No podía creer esta escena, en uno de sus pies, con tacones, sus bragas. Agradecí que no observé la forma que la penetraba por lo grande que era Kim.

Solté la puerta, pero todas las malditas puertas de este lugar hacen ruido. Casi corriendo, llegué a mi oficina, cerrando con prisa. Me senté en mi sofá, agitando mi cabeza, como si aquello sacaría la imagen más cercana de Taehyung teniendo sexo con alguien.

Yo solo quería té, un maldito té para calmar mi ansiedad de tardar tanto en el trabajo, y ahora me sentía peor.

Elevé mi rostro, creí que había quedado loca creyendo que la puerta sonó, pero lo confirmé cuándo esta se abrió. Me levanté con prisa, viendo el perchero de pie, tomándolo entre mis manos con dificultad, ya que pesaba –entre todas las cosas, escogí la más pesada–. Sin darme cuenta, aquel trozo de madera, cayó sobre alguien, alguien equivocado.

Solté el perchero, haciendo ruido. Era Jung, quien se cubrió con sus manos para que una loca –yo–, no le matara.

Fui hasta él, quien tenía un gesto de dolor, que solo me hizo preocupar más.

—¿Pero qué haces Lee?

—No lo sé, tuve miedo de que fuera algún intruso.

Lo escuché bufar, mirando su mano. En la parte de enfrente de su mano, estaba completamente rojo, seguro le quedaría un gran morete.

Sin pedir permiso, tomé su mano y vi como aquello rojo se volvía de un color verde. Me sentí tan mal, es que en serio que es gigante. Tragué saliva, sin saber qué hacer, sintiendo su mirada sobre mí, hasta que recordé que tenía un par de cremas y vendas en el baño de mi oficina.

Lo atraje a mí, para que me siguiera, sin soltar su mano. No tenía hielo, y no creo que haya en la cafetería –el último lugar al que quería ahora–.

—¿Tú crees que esa crema me hará algo?

Asentí, quitándole el botón. Saqué un poco, untándolo en mis dedos, para después pasarlo sobre su mano.

—En serio, lo lamento. Tal vez debería dormir un poco más para dejar de hacerme alucinaciones.

Solté su mano, para verle. Este esbozó una pequeña sonrisa que me parecía, de cierta manera, dulce.

—Mi secretaria se fue tarde, y comentó que estabas tú, por ello quise venir a verte. Pero, por lo visto, sabes defenderte bien.

Ahora fui yo quien soltó una risa. Me dejó espacio para salir primero del baño, y él detrás. Pero si lo pienso bien, prefiero quedarme en el baño.
¿Qué mierda hace Kim aquí? Estaba en medio de mi oficina, con sus manos dentro del bolsillo de su pantalón, con una estúpida sonrisa justo cuándo nos vio.

—Entonces sí que te estás metiendo con Jung para asegurar tu puesto.

Si por cada burrada que me decía este tipo, me dieran un dólar, sería millonaria justo ahora.

Aunque me estaba muriendo de la ira por dentro, simplemente hice una leve sonrisa, casi bufando por aquello. Él quería que yo tuviera su misma edad mental, pero, yo no soy así, detendría a la Saerom que tanto buscaba, a la maldita que lo jodería a él.

Iba a contestar, pero alguien se adelantó.

—Creí que estaría trabajando, pero está aquí, faltando al respeto a sus compañeras de trabajo.

—¿Faltando al respecto? Jung, deberías estar evitando a pequeñas zorras que andan por ahí trepando.

—¿Zorras? ¿Hablas de las mismas que pasas follando por qué eres un promiscuo?

Mencioné. Arreglé mi cabello, sonriendo como si hubiese dicho la cosa más normal, que era así. El silencio que apareció, no fue para nada incómodo para mí, quería escuchar que tenía para decir. Simplemente, teniendo esa media sonrisa, se dio la vuelta para salir de ahí, sin antes darle una mirada a Jung.

Cuándo la puerta se cerró, mi compostura se deshizo. Gruñí con rabia, pero traté de contenerme, sabiendo que Jung estaba ahí.

—Qué fuerte ha sido todo esto.

—Supongo que sí. Lamento si fue incómodo.

—No tienes de que preocuparte. Deberías concentrarte en lo tuyo, y dejar a Taehyung de lado.

Suspiré. En cambio, la noche no acabó siendo más desagradable, ya que Jung decidió quedarse unos minutos más aquí, preguntando que era lo que tenía hacer, y comentando como iba la siembra.

Fue agradable, al menos.



Tomé la palabra de Jiheon y acepté salir con ella. Era buena idea que saliera a tomar el aire, y más para a comprar.

Fuimos al centro comercial de Shinsegae, aunque los precios fue un susto para ella, le regalé un vestido que por lo visto le había encantado. Tenía muchos ahorros, ya que estaba esperando un tiempo para poder comprar ropa nueva, y algunas cosas de casa.

Nos lo estábamos pasando superbién, nos hacía falta. Necesitaba olvidar por varias horas los problemas del trabajo, me agobiaba demasiado.

—¿Surfeaba? —Asentí— Es increíble, yo apenas puedo nadar.

—Bueno, no era el mejor por qué mi amigo me quitaba el puesto, pero algún día te enseñaré mis videos haciéndolo.

Nos detuvimos un par de veces, todo para que nos dieran las muestras de perfume.

—Parece casi el paraíso vivir en Australia.

—Tiene sus pros y contra. Deberías llevarte algún día.

Seguimos por los pasillos en centro comercial, pasando entre las personas que paseaban. Le comenté sobre ir a comer, tenía mucha hambre. Debía seguir comiendo mis comidas, aunque sea no saltarme ninguna los fines de semana.

Nos adentramos en un restaurante, pedimos una mesa para dos y vaya que cuándo nos fuimos a sentar, todo parecía delicioso en el menú.

Sé que pensaba olvidar todo, pero había una cosa que de vez en cuando recordaba. Kim besándome, eso me generaba estrés, asco y rabia. Despejar mi mente, ese debía ser lo único que recordar.

—Entonces, ¿qué es lo que en verdad quieres ser?

Mencioné.

—Pues, enología. Estoy haciendo un curso online, pero es un poco complicado compaginar todo. Me gustaría ser como usted, alguien reconocido, teniendo altos conocimientos que no me turban.

Dejé de prestar atención a la camarera que servía nuestra comida, todo por lo tímida que me sentí. Había halagos que eran normales, y otros iguales que me hacían sentir especial, creo que depende de quién los dice.

—Quiero que sepas que, cualquier cosa que necesites o no entiendas, no dudes en preguntarme. Y, creo que va siendo hora de que tal vez dejes de tutearme en privado.

—¿En serio? Como ordenes, Lee.

Solté una carcajada.

Metí un poco de Tteokbokki a mi boca, sintiendo como se deslizaba por mi garganta después de masticarlo, y como mi lengua se prendía por lo picante que era. Me gustaba. Seguimos nuestra comida, mencionando información desconocida para ambas, pero interesante a la vez.

Toda mi atención se fue a como dos camareros se acercaron a la entrada. Por lo visto, todo estaba lleno y no quedaban mesas.

Los que estaban esperando, a penas pude fijarme que se trataba de Hoseok y otro hombre. En nuestra mesa, había tres sillas disponibles, supongo que no estaría mal decirles que pueden sentarse con nosotras si quieren.

—Jiheon, ¿le decimos?

Me miró, dudando un poco, hasta que asintió. Ella misma, fue la que levantó la mano, para mencionarlo. Aquellos dos, se dieron cuenta de quién había sido tan amable.

—¿Lee?

Escuché su voz, mientras más se acercaba. Le sonreí. Se sentó justo a mi lado, mientras que su amigo enfrente, al lado de Jiheon.

—Me daba pena que tuvieran que ir a otro sitio, dicen que este lugar es el mejor.

—Supongo que muchas gracias —Miré a su amigo de cabello largo—. Te presento, él es mi amigo Yoongi.

El ahora llamado Yoongi, hizo una leve reverencia.

—Mucho gusto, soy Lee Saerom. Ella es Baek Jiheon, de la misma empresa.

—Un gusto, Saerom y Jiheon.

Sonrió apenas. Parecía un gran tipo, un poco serio, tal vez un extravertido escondido. Ellos pidieron su comida, mientras que nosotras nos detuvimos un momento, para tratar de hablar un poco.

—De alguna forma, siento que te he visto en algún sitio.

Miré a Jiheon.

—En la televisión seguramente. Soy jugador de baloncesto, no uno tan reconocido que digamos, pero también he salido en algún sitio con mi padre, es un famoso entrenador de boxeo.

Una nueva sorpresa. Vaya que teníamos aquí a un superjugador. Me distraje un poco de aquella conversación, viendo a Hoseok, como ya había empezado a comer. Tomé mi copa de vino, para probarlo. Me gustaba mucho, era el especial de la empresa.

—¿Cómo estás?

Lo escuché.

—Bien, mejor después de comer —Me sentí aún más aliviada, viendo como comía. Recordé esa llamada suya con alguien, prometiendo comer bien—. ¿Cómo estás tú, te va bien?

Tomó ahora su copa, levantándola y chocando el vidrio de forma suave contra la mía, como un brindis. La piel se me erizó, una extraña sensación, un poco más preocupante, ya que era lo mismo de todas esas veces en que nos hemos encontrado, desde el viaje de Busan.

—Por ahora, puedo asegurar que todo marcha bien, ni un problema, o eso creo —Siguió comiendo, y yo traté de centrarme en acabar lo poco que me quedaba en mi plato. Traté de disimular un poco, pero por alguna razón no podía dejar de ver su rostro, realmente era atractivo, tenía una bonita nariz, una bonita quijada y unos bonitos labios rojos—. Saerom...

—Dime.

Dije en un hilo de voz, en serio esto era preocupante. Chris tenía cierta información de mis pensamientos, y a él se le ocurrió decir que posiblemente me sentía atraída a Jung, por aquella amabilidad que parecía esconder. No quería creerlo, pero nuestras pláticas se estaban volviendo más amenas, me sentía más cómoda, y mi corazón no dejaba de latir con fuerza cada vez que hablaba.

—¿Tienes algo que ver con Kim?

Mierda. Por un momento creí que diría algo más interesante, que preguntar sobre ese idiota. Jiheon había escuchado aquello, así que cruzamos miradas.

—No sé a qué te refieres, pero siéndote sincera, lo único que deseo es molerlo a golpes.

Soltó una risa, inesperada. Lo había visto sonreír y reír un poco, pero esto no. Mi estómago se revolvió.

—Bueno, te aseguro que muchos quieren hacer eso.

—¿Tú tienes algo que ver con él?

Ahora fui yo la que preguntó. Según la información de Jiheon, si habían sido un poco unidos, pero hasta ahí.

—Pues, éramos, más o menos, amigos. Nos conocimos el primer día en que él entró a trabajar a RLS, yo llevaba apenas una semana. Fuera de la empresa, salíamos a beber, platicábamos mucho, pero su forma de actuar provocó que acabara alejándome —Normal, ¿quién podría ser amigo de ese patán?— Y si me permites darte un consejo, aléjate de él. Puede ser bueno en su trabajo, pero como persona es tan inestable.

Lo decía con tanta seguridad, que le creía, teniendo en cuanta que lo conoce desde hace mucho.

Gracias a Dios, cambiamos de tema. El par que estaba enfrente de nosotros, que eran un poco callados, su plática se detuvo y se dedicaron a vernos, así que hablamos entre todos. Por lo visto, Yoongi y Hoseok se conocen desde que tienen 10. Y algo que me llamó la atención fue cuándo el de cabello largo mencionó que Jung debía comer más, y este se negó, era como si fuesen a empezar una pequeña discusión.

La comida estuvo muy bien, fue divertida en cierta manera. Cuándo nos tocó pagar la cuenta, ellos se ofrecieron a pagar todo, y nos tuvimos que rendir por el rostro molesto que tenían. Podría volver a salir a comer con él... seguramente que sí, me gustó mucho.

Cargué con fuerza las bolsas que llevaba todas las prendas que compré, mientras caminábamos enfrente de otras tiendas llamativas.

—Siempre podré decir que el ingeniero Jung, me parece atractivo —La miré, tenía razón— Pero hay algo que noté, parecía brillarle los ojos cada vez que tú hablabas, con cuánta dedicación te miraba.

Bufé.

—¿De qué hablas? Estás loca.

Y por más que me burlara de lo que dijo, no pude sacarlo de mi cabeza en toda la tarde.




Pasé al siguiente informe, revisando sobre todo el proceso que estaban explicando. Hoy estábamos teniendo una reunión con tres representantes de cada departamento. Todo se trataba sobre la vendimia.

Im estaba a mi lado, habíamos cruzado un par de palabras y por alguna razón me fijé en sus zapatos, y es que eran casi idénticos a los de aquella chica con la que estaba Kim. Debería dejar de pensar en tonterías.

Seguí con lo mío, pero cuándo alcé la mirada de mis papeles, solo me encontré con los ojos de Kim hacia mí, no sabía que había estado enfrente todo este tiempo. También lo ignoré, tratando de escuchar al director de recursos humanos.

Después de varios minutos, empezamos a recoger nuestras cosas, ya que había acabado. Sí, teníamos cosas que hacer, que ordenar aún. Faltaba dos meses para la vendimia, pero que todo quede perfecto es vital, por todos los socios importantes que también visitarán el lugar del evento.

—Lee —Giré mi cabeza, hacia la dirección de la voz que me llamaba de forma dulce— Habrá una reforma en el edificio, donde vivimos. Te lo quería decir de antemano, ya que al parecer es en el ascensor y el encargado suele comunicarme todo de antemano.

—Oh, vaya. Nos tocará subir las escaleras por lo visto —Asintió, con una leve sonrisa—. Gracias Jung.

Hizo una leve reverencia y me quedé inmersa en la forma en que se alejaba. Por tonta, parecía ser entre las últimas que quedaron ordenando todo, así que tomé todo y lo coloqué en mi antebrazo. Dispuesta a irme, me di la vuelta, solo para mirar a Kim enfrente, con ese mismo gesto, tan serio. Parecía casi un fantasma, por qué no sabía como apareció aquí.

—¿Qué tienes con Hoseok? —Fruncí mi entrecejo, alucinando un poco. Decidí ignorarlo, queriendo pasar a su lado, pero fue inútil cuándo su mano, sin tocarme, sirvió como barrera para que no pasara— ¿No me dirás que tienes con él?

Suspiré.

—Quítate.

Traté de pasar por el otro lado, pero justo este me tomó de la mano, lo que por inercia dejé caer los papeles y le di una cacheta. Como idiota, simplemente tocó su mejilla.

Era demasiado, me había pasado, pero él más, cruzaba líneas que nunca querría que cruzara, desde el momento en que me besó.

Me agaché para recoger todas mis cosas y justo cuándo incorporé mi cuerpo, él estaba más cerca que antes, a penas me podía mover.

—Ayúdame a entender por qué no puedo tener sexo estos días. No sabes la molestia tan grave que me está provocando esto.

Estaba confusa, realmente.

—Déjame en paz, en serio ya.

Pero no sería así. El aire que se podría sentir aquí, era capaz de cortar cualquier hoja por la tensión. No entiendo qué sucede, por qué me mira así, con esos ojos tan negros, lascivos. Su maldita mano tomó mi cintura y pegó más su cuerpo a mí. Y es que esta vez me sentía incapaz de hacer algo, por la forma en que su perfume me había drogado, olía tan bien.

Moverme, eso debía hacer, no dejarme caer por este idiota patán, egocéntrico, que acercó su rostro hacia mi cuello, pegando su nariz justo a mi piel, y pude sentir la forma en la que me olía. ¿Qué mierda? Empezó a alejarse poco a poco, casi sintiendo su roce, contra la piel de mi rostro.

Alejarlo, molerlo a golpes, pero me sentía sumamente agitada por alguna razón, viendo sus ojos y pasando a sus labios entreabiertos.

—¿Quieres que te deje en paz? —Susurró, tan grave— Pero, es gracioso sentir tu cuerpo agitado temblar.

—Sí, quiero que me dejes en paz.

Murmullé, tragando saliva. Su otra mano fría se adentró entre mi cabello suelto, tomando mi cuello y tuve escalofríos. No podía volver a dejar que este idiota se atreviera a besarme.

Nuestras narices se tocaron, y nuestros labios estuvieron a punto. Por inercia cerré los ojos y justo sentí como me soltó. Era una idiota, yo, y él. Bufé, empujándolo para que se quitara. Maldito bastardo.

Lo miré por última vez, con ganas de molerlo a golpes. Me di la vuelta, pero no pude ir más lejos, ya que el agarre en mi mano hizo que me detuviera. Todo estaba siendo tan rápido, que no percibí el momento en que mis papeles estaban en el suelo de nuevo, Taehyung me tenía entre sus manos, fundiendo nuestros labios en un beso, que por una estúpida locura, yo lo acepté.

Dios, mi corazón iba tan rápido que no sabía qué seguir haciendo al sentir su mano acariciar mi cadera. Dejé mis brazos en el aire, sin tomarlo, pero subí una mano lentamente hasta tomar con fuerza su chaqueta de vestir.

Abrí más mi boca, por la forma en la que él lo hacía tan rápido, y justo sentí su lengua entrar y tocar la mía. Fue como volver a la realidad. Me separé, alejándolo.

Estaba tan agitada, asimilando aquella situación. No podía creer que lo siguiera en algún momento. Lo peor de todo esto, era ver la forma en la que sus labios estaban rojos, y no dejaba de verme.

Quise ignorarlo, así que me agaché rápido para recoger todos mis papeles. Me levanté a los segundos, viéndolo y recordando sus labios aún en los míos.

—Lee —Hice de oídos sordos, y simplemente di media vuelta para salir—, espera.

Gracias a Dios, dejé de escuchar su voz, no me sigue. Seguí mi camino hasta llegar a mi oficina, ofuscada completamente. Abrí la puerta, adentrándome para irme a sentar a mi silla, y esconderme.

No podía comprender en que momento se me ocurrió seguirlo, esto estaba siendo una locura. Tendría que pedir una cita al psiquiatra, se me estaba saliendo de las manos.

Alcé mi vista al escuchar de nuevo la puerta abrirse, y ver a Jiheon preocupada.

—¿Qué sucedió en la reunión? ¿Le dijeron algo malo?

Llevé mis manos a mi cabeza, viendo a algún punto fijo, sintiendo los labios de Kim sobre los míos, la forma en la que me tocó tan íntimo. Ofendida, trastornada, mejor dicho.

—No pasó nada, solo tráeme un té triple, por favor, ahora.

Mencioné desesperada. Toqué mis labios, inundada de pensamientos que tenía tiempos de no tenerlos, algo que jamás creí que volvería, una sensación que aborrecía con todas mis fuerzas, por culpa de Taehyung, ese idiota egocéntrico que su mirada obscena me hacía perder los estribos.

Después de tomarme aquel té, y correr a Jiheon para que no me preguntara nada, me di cuenta de que aún quedaba dos horas para que saliera, pero no podía permanecer más tiempo aquí. Así que tomé todas mis cosas, y decidí irme.

Ni siquiera tomé un taxi, solo empecé a caminar, escuchando uno por uno mis pensamientos. ¿Podría ser posible que el idiota me esté usando? Lo más obvio. ¿Por qué me besó de nuevo? Esa es la pregunta milenial. Necesito respuesta, alguna con lógica. Ese tipo quería hacer que perdiera la cabeza, tal vez como una forma de ganarme en esta lucha que tenemos por saber quién es el mejor.

Estaba demente si creía que por darme esos dos besos ganaría, yo también podía jugar su juego sucio y asqueroso. No, estaba pasándome de la raya. Lo mejor sería alejarme aún más de ese tipo, ni siquiera hablarle –si no fuese necesario–.

Volví a mis cabales, y decidí tomar un taxi.

En corea... no, en todo el mundo, un beso es algo preciado. Yo no voy por la vida besando a cualquiera, peor a alguien que odio con todas mis fuerzas. No puedo ser capaz de llenar el vacío inquieto de mi cabeza, ese que anhela respuestas que no soy capaz de obtener.

Jamás seré, ni soy una de esas mujeres que desean tener un mínimo afecto de Kim Taehyung.

Me bajé del taxi luego de varios minutos, pagué y me quedé enfrente del edificio. Lo peor es saber que también vive al lado de mi edificio. ¿Acaso quería que en verdad cayera en el maldito infierno? Seguí, queriendo llegar al ascensor y subir a este.

Debía calmar mi mente, dejar de crearme películas. Solo fue un beso, o mejor dicho, dos. Los cuales no fueron bajo mi consentimiento, por más que el segundo por alguna razón lo siguiera. Si lo volvía a hacer, me aseguraré de molesto a cachetadas y de golpes.

Las puertas se abrieron, dejándome salir. Caminé hasta llegar a mi pasillo, y encontrarme con alguien en la puerta de mi casa. No podía ser. Tomé prisa, para verlo bien, y no había duda de ser él.

—Al fin llegas.

Sonreí, expulsando así todo el estrés que acumulé desde que me mudé. Desapareció con solo verlo ahí, parado, sonriendo y mostrando sus bonitos hoyuelos.

—¡Christopher!

Hola. Hace tiempo no saludaba. Hoy es 30/12, significativo ya que es el cumple de Taehyung. Le mando tantos ánimos y amor 
(le echo de menos, maldito gobierno coreano).
A lo que iba, gracias por estar aquí leyendo, y espero que 2023 haya sido próspero, si no lo fue, le pido a Dios que 2024 lo sea para todos vosotros que leéis ahora, en el presente y en el futuro.

Sigan siendo felices. Feliz año nuevo. Dios les bendiga.

xoxo.

Herbst

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