008.
Lee Saerom
Pasaba de una aplicación a otra, aburrida. La película que estaban emitiendo en la televisión me aburría, así que me distraje con el móvil. No tengo mucho para hacer, ni para salir, tampoco era algo que quería. Gasté mi tiempo libre en ordenar la casa, y acabar un informe.
Ahora que lo recuerdo, antes de viajar, mi padre prometió venir a visitarme en vacaciones, pero no lo creo lo suficiente, tampoco me quejo. Todo este tiempo que he estado sola, me he sentido bien, esto era lo que necesitaba, por eso planeaba mudarme, y justo salió esta oferta de trabajo.
No puedo quejarme mucho de la vida que viví ahí, todo fue medianamente bien, dejando de lado la insistencia de mis padres diciéndome que hacer todo el tiempo, más lo de mi madre, la forma en la que me quería controlar. Trato de no guardar resentimiento por lo que ocurrió bastantes años atrás, eso de no prestarme un mínimo minuto de atención, por su trabajo.
Pero lo que ocurrió después de dejar su trabajo para centrarse en mi hermano menor... manipularme, obligarme a querer seguir su carrera de modelo, sus constantes burlas hacia mí, algo que superé. Y ahí fue cuándo quiso presionarme en cada momento en que yo encontraba algo que me gustaba, quería que yo fuese la número uno.
Olvidar, dejarlo atrás, o perdonar. Sinceramente, traté de hacer que todo eso me diese igual, ignorarlo completamente, aunque eso significara que al final explotaría.
Me estiré un poco antes de levantarme del sofá, me apetecía comer algo. Fui hasta la estantería de la cocina, para coger un par de snacks. Al volver al sofá, me detuve en el ventanal, donde tenía las cortinas abiertas, lo que me permitió admirar un poco el lugar. Casi podía jurar que al final se veían los grandes edificios.
Bufé, sintiendo un mal sabor de boca al recordar como tenía mi reputación por el suelo entre algunos socios, por culpa del idiota de Kim, el mismo que justo vive al lado de mi edificio.
Lo peor de todo, es que ayer Jiheon me mandó un mensaje, mencionando que en el grupo en que estaba, dijeron que la secretaria Ri no dejaba de perseguir a Kim, y que se confirmó que hoy pasaría a verlo a su casa, ya que ella descubrió la clave para acceder.
Era una completa acosadora.
Si lo pienso bien, según la hora que esta divulgó que lo esperaría en su casa antes de que llegara, sería justo en nada. Podría plantearme la idea de hacer lo que dijo Jiheon, lograr a entrar a esa casa y buscar algo que lo incumpla, es que debía pagármelas.
Sé que dije que no era una psicópata, no lo soy, pero la forma en la que Kim Taehyung me estaba arruinando, me dejaba sin ideas, sin un soporte mental.
Al diablo todo. Tomé mi teléfono y me puse mis zapatos, para salir a ese sitio. Es increíble que ha vivido justo a mi lado todo este tiempo.
Traté de ubicarme una vez estaba dentro de aquel sitio, tomé el ascensor, revisando el mensaje que Jiheon me mandó con la información. Las puertas se abrieron, dejándome salir, pero me quedé helada al poner un pie fuera. Mi buen razonamiento, me decía que diera la vuelta y volviera en mi camino, olvidando esta tontería.
Escuché una voz, y di unos pasos para ver a la secretaria Ri frente a una puerta, en la casa de Kim. Vaya, parecía saberse de memoria el código, ya que no tardó mucho en abrirla y adentrarse. La maldita casualidad quería que yo entrara, la puerta se quedó abierta, cerrándose poco a poco, por sí sola. Tomando fuerza de voluntad, corrí y me quedé a un lado de la puerta para que no se cerrara por completo. Parecía una espía.
Tragué saliva, sintiendo mi cuerpo temblar. Me escabullí, adentrándome y haciendo que la puerta se cerrara.
Me encontré directamente con un largo pasillo, así que, aun con mis zapatos puestos, caminé hasta la otra puerta. Acerqué mi rostro, viendo como ella no estaba en la sala, así que pasé. Dios, este lugar parecía enorme, no sabía a donde ir, o donde podría estar ella, pero justo cuándo escuché un ruido, salí trotando hasta otra habitación que casi no pude apreciar que era. Me escondí detrás de un escritorio, casi sin aire.
No sé en lo que me había metido, joder, quiero salir de aquí. Por lo que tengo entendido, hoy no llegaría Kim, así que tenía oportunidad de esperar a que esta revisara como loca, se fuera y empezara a revisar, además, podía salir sin problema.
Alcé mi cabeza, dándome cuenta de que estaba en un tipo oficina. Pero, había un pequeño armario a un lado, estanterías, un sofá, y este escritorio donde me escondí, perfecto. Sin hacer mucho ruido, empecé a abrir los cajones, viendo todos los papeles que tenía. Cosas no importantes, del trabajo con fechas de hace años. Pasé a otros cajones, donde había facturas, informes, proyectos antiguos que ya había tenido la oportunidad de ver en diferente formato, hasta que llegué a una carpeta, que al abrirla me encontré con su curriculum.
"Kim Taehyung, 27 años. Graduado de la Universidad de Yonsei, como el mejor en la facultad de comercio..." Pasé página, y solo había constancias de los sitios donde ha trabajado, diplomas, y me llamó la atención que en el mismo cajón donde saqué esto, había cuadros, cartas y cosas que no entendí. Dejé a un lado todo, y tomé una retratera.
Pude ver a un joven Taehyung recién graduado de la secundaria, con los que parecían ser sus padres y el pequeño Yeonjun. Había más, pero escuché a la chica quejarse, y antes de guardar algo, tomé un sobre gris que no tenía nombre entre mis manos. Cerré el cajón con cuidado y me quedé escondida, sin moverme.
Después de varios minutos de no escuchar nada, traté de levantarme, caminando hasta el marco de la puerta, donde logré ver hacia el salón y miré como la secretaria Ri, estaba a punto ir hacia el pasillo que la llevaría a la puerta, pero se detuvo por qué alguien entró.
¿Había otra persona que sabía el código de la casa de Kim?
—¡Director Kim!
Mi cuerpo se quedó estático. Debía ser una broma ¿Era él?
—¿Qué diablo haces aquí? Te dije que porque hayas averiguado el código, no tenías derecho de venir.
Y ahí estaba, cuándo lo vi aparecer, salí corriendo a esconderme. Me senté en el suelo, tapando mi rostro con mis manos. Esto no podía estar pasándome, debía ser un tipo de maldición o consecuencia de haber hecho algo mal –claro, entrar a la casa de alguien–.
A penas escuché que discutían, hasta que dijo que lo esperara. El sonido de la maleta se acercaba más y más a donde estaba yo. Casi no podía ni respirar, el idiota estaba en las mismas cuatro paredes que yo. Traté de quedarme quieta, porque puedo jurar que en cualquier momento podía dar la vuelta y querer sentarse en la silla, que si muevo un pie puedo moverla.
No escuché mucho ruido, así que supuse que se había ido. Por un lado del escritorio, traté de asomar un poco mi cabeza, aunque sea para que un ojo sirviera para ver. Y vaya que sí miré, por qué él seguía aquí. Estaba enfrente de aquel armario abierto, desabrochando un par de botones de su chaqueta de traje, para después deslizarla por sus brazos.
Cogió una percha y colgó su chaqueta, y posteriormente aflojó su corbata, quitándosela a los segundos. Debía moverme, esconderme porque podía verme, pero me quedé sumergida viendo como desabrochó los botones de su camisa blanca.
Volvió a faltarme el aire, cuándo sentí que iba a ver hacia mí, me escondí rápido, rezando a la divinidad que no existiera la posibilidad de que me haya visto. Apreté mis manos con fuerzas, pero sentí que todo se fue a la mierda al escuchar su voz.
—¿Por qué viniste?
No puede ser, ¿me descubrió?
—Tardabas mucho.
Pude respirar con más tranquilidad, no era conmigo, era con esa chica. Sentí como si mi corazón hubiese salido de mi cuerpo.
—¿Por eso te desnudaste?
—Bueno, después de tantos besos, creo que hacía falta que por fin me vieras.
No puede ser, y lo que me faltaba, escuchar su conversación asquerosa. Tuve que esperar a que se fueran de ahí, a pesar de que me tocó escuchar los ruidos que hacían cuándo se besaban. Ahora que lo pienso, ella no podía ser la misma chica con la que lo encontré teniendo sexo en las escaleras.
Me tocó quedarme ahí un buen rato, hasta que con valentía me levanté y fui hasta aquel pasillo, evitando pisar las prendas de ropa del suelo y pensar en otra cosa que no sean los gemidos que salían de algún lugar, joder.
Abrí la puerta, evitando hacer ruido, hasta que salí, casi corriendo.
No puede ser, no puedo creer lo que he hecho. Lo peor de todo, que durante el camino a casa, no podía quitarme la imagen de Taehyung quitando su chaqueta, y sus asquerosos gemidos, tendría que ir a terapia después de esto.
De paso, toda esa tensión que sentí, esa sensación extraña, me hizo pensar en cosas que no termino de comprender. Toda esa preocupación no me sirvió de nada, solo me traje un sobre que no creo que me sirva para algo. ¿Si en algún momento lo necesita? Dios mío.
•
Estaba un poco agitada, pero debía llegar rápido a la empresa. Podría asegurar que era la primera vez que tuve que correr, porque me quedé dormida. Dios mío, me había desvelado buscando unos clientes, por ello se me olvidó activar la alarma.
Seguí por el pasillo, más tranquila al ver como Jiheon me saludaba.
—Buenos días, ingeniera Lee.
—Buenos días. Tengo muchas cosas que hacer hoy, y como puedes ver, he llegado tarde. Necesito que me busques el listado de todos los socios que hay en la empresa, es decir, los clientes principalmente, también necesito un té.
Después de verla apuntar lo que le dije, me adentré a mi oficina. Dejé mi bolso y mi chaqueta en el perchero de pie. Hoy me había puesto unos tacones demasiado altos, mala decisión, pero gracias a Dios que tengo unas pantuflas aquí. Me las coloqué y me acerqué a mi escritorio.
Hoy parecía ser un buen día, dejando de lado que aún seguía sintiéndome exhausta. Me agaché por debajo del escritorio, para poder encender el ordenador desde la torre, y justo escuché la puerta abrirse de forma brusca, que me asustó, provocando que me golpeara la cabeza. Alcé mi cabeza, todo para encontrarme con Kim, con sus manos metidas en sus bolsillos del pantalón, viéndome tan fijamente.
Erguí por completo mi cuerpo, tratando de sostener la mirada.
—¿Qué estabas haciendo el domingo?
Su tono de hablar también era brusca, pero sentí un poco de miedo, porque podría referirse a algo de lo que sabemos.
—Buenos días, y no sé a lo que te refieres.
Movió sus pies, acercándose a mi escritorio. Le dio un sonoro golpe a la madera que solo me hizo cerrar mis ojos por el susto.
—No soy idiota. Ya sé la mierda que hiciste, y amaría que supieras que no tienes ni un derecho a entrar en propiedad ajena —Lo sabía. Me puse de pie, pareciendo confundida. Giré por el escritorio, colocándome justo enfrente de él—. Ayer no vine a trabajar, porque me quedé casi todo el día averiguando quién fue la otra loca que le intrigo tanto para invadir una casa. Tú, la gran Lee Saerom.
Expulsé aire, soltando una pequeña risa. Pasé mi cabello por detrás de mis orejas, mirándolo fijamente.
—¿Sabes que es lo peor? Que vienes a reclamarme por algo, cuándo andas por ahí inventando mentiras sobre mí. Sé la otra parte de por qué los agentes no quisieron negociar conmigo, hasta que tú los convenciste.
Alzó ambas cejas, desinteresado.
—No creo que haya dicho alguna mentira —Puso su mano en su pecho antes de empezar a hablar de nuevo—. "Una pobre estudiante que no cuida sus modales enfrente de sus mayores, y que posiblemente resultará siendo despedida". Pero si lo pienso bien, me faltó decir que parecía que querías asegurar tu puesto acercándote a uno de nuestros famosos enólogos, Jung.
Resoplé, aguantando las ganas de gritarle sin parar.
—Te estás pasando Kim, debes detenerte.
—Espera... —Suspiró, y es que el asco que me provocó por la cara de inocente que puso, no tenía nombre—, deberías tener cuidado con las sonrisas que le lanzas y todas esas cosas, por qué, que yo sepa, el idiota de Jung no se acuesta con putas.
Abrí un poco la boca por lo ofendida que me sentí, y justo al tiempo levanté mi mano para dirigirla hacia su mejilla, dejando una perfecta y sonora cachetada. Mi corazón iba muy rápido, estaba tan enfadada, no podía seguir aguantando a este tipo.
Pasó su lengua por la comisura de su labio, y apenas pude ser capaz de reaccionar en el momento en que este se acercó a mí, tomándome por los hombros. Alcé mi vista, viéndolo, daba miedo la forma en la que me miraba con desdén, ¿me quería intimidar?
—Suéltame —Mencioné apenas, pero no me hacía caso, en cambio, me acercó más a él. Puedo jurar que podía volver a pegarle por la sensación que sentía en mi cuerpo de repulsión—. ¡Suéltame maldito hijo de puta!
—Vuelve a pegarme cariño, por qué te aseguro que si lo vuelves a hacer, te vas a arrepentir toda tu vida.
Me soltó con tanta fuerza que me dejó tambaleando y tuve que sostenerme del escritorio. Puedo jurar que tendría algún tipo de marca por su culpa en los hombros, era un idiota. ¿Qué le pasaba? No podía seguir trabajando en este sitio con un desquiciado. Dios, lo peor que fui yo la culpable, tan solo le hubiese culpado al la CEO, para que lo despidieran de una vez por todas. Ahora mismo, ambos estaríamos perjudicados.
Cuándo lo tenía tan cerca, sus ojos parecían sumamente negros, perdidos en algo que me hizo temblar. Un completo maníaco.
Lo vi, ahí de pie mirándome de la misma manera que antes. No pude reaccionar debidamente cuándo se acercó a mí de nuevo, tan rápido que quedé perpleja. Me tomó por mi nuca con fuerza y pegó sus estúpidos labios contra los míos.
Debía estar soñando, deseaba que fuera algo que estaba alucinado. Sus labios se movían de forma desesperada, y yo apenas trataba de reaccionar. Apreté los ojos y gruñí cuándo mordió mi labio inferior, a la vez de que no dejaba de apretar con fuerza el cabello de mi nuca.
Puse mis manos sobre su pecho, empujándolo. Al estar separados, le aventé una segunda cachetada con más fuerza. Empecé a respirar agitada, viendo la forma en la que sonreía como idiota.
El primer día que llegué a corea del sur, tenía ese extraño sentimiento y esperanza de que todo iría bien, que podría hacer mi trabajo debidamente, sin ningún inconveniente. Acabar besada por un idiota, eso no estaba en mi lista, claro que no.
Toqué mi labio, me ardía, pero al menos estoy segura de que no me sangra. Estaba dispuesta a insultar e incluso volver a pegarle, pero la puerta se abrió, dejándome ver a una Jiheon asustada. Sentí que podía respirar mejor.
Tragué saliva, controlando mi cuerpo que estaba temblando. Ese idiota simplemente estaba ahí, pasando su mano por su mejilla, ojalá le arda más que a mí, por qué estaba dispuesta a darle los golpes que hicieran necesarios.
—¿Está todo bien ingeniera Lee?
Se puso a mi lado, tomando mi brazo, así que solo asentí. No la iba a preocupar tampoco, no era mi deseo armar un escándalo. Su sonrisa... lo odiaba tanto, no sé quién cojones se creía para besarme, para tomarme así tan a la ligera.
Me daba repulsión, que ni lo vi cuándo se fue. Al escuchar la puerta cerrada, me sostuve en mi escritorio, respirando mejor. Jiheon hizo demasiadas preguntas, según ella, para calmarme de algo que desconocía, pero solo me alteraba más.
—¿Dónde está el té que te pedí?
Rápidamente, lo trajo y a pesar de que ya no estaba tan caliente, me lo tomé todo.
Necesitaba darme una ducha y no salir nunca, estaba más que bien en Australia, da igual que mi madre estuviese hostigándome todo el tiempo, prefiero eso a estar aquí y sintiendo aún los labios de ese tipo sobre los míos.
¡Ah, Dios mío, me iba a volver loca! ¿Qué le pasaba a ese idiota descerebrado? Ja, ¿besarme cuándo me llamaba puta? Perdí por completo la cordura, peor cuándo sus ojos y los míos permanecieron abiertos, y solo podía observar la forma tan lujuriosa en la que me miraba.
No me voy a arrepentir toda mi vida de haberle pegado, en cambio, le daré tantos golpes que él es quien quedara jodido. Lo lamento, pero no me quedaré con los brazos cruzados.
•
Metí un trozo de kimbap a mi boca, disfrutando lo rico que me había quedado. Podría asegurar que he estado sobreviviendo con el ramen y el tofu que venden en la tienda de al lado de casa. Teniendo en cuenta, que no soy buena preparando comida coreana.
La aún preocupada Jiheon, se sentó enfrente de mí, con su bandeja de comida, sin dejar de verme. Suspiré, estaba segura de que me haría muchas preguntas. Ayer tuve que detenerla, mencionaba diferentes cosas que lo que pudo haber pasado, que tuviese confianza y no sé qué más cosas.
—Ingeniera Lee, lamento tanto incomodarla, pero quiero que tenga presente que estoy de su lado, y que todo el mundo conoce ese extraño historial de Kim.
Dejé los palillos a un lado, para tomar un poco de agua. No podía negar que me intrigaba saber que más tenía ese idiota en el pasado, así que me dispuse a preguntar.
—Baek, dime todo lo que sabes.
Tal vez no esperaba que le preguntara. Se quedó en silencio unos segundos, pensando, hasta que parecía acomodarse.
—Se lo diré, por qué le tengo confianza, pero no debe decir nada —Asentí—. Le llamaban el rebelde de la familia Kim-Park, después de haber sido el más consentido. Su padre es Kim Jun hyung, CEO del banco Kim Bank. Es un banco subsidiario de KB Kookmin Bank, el mayor banco tanto por valor de los activos como por capitalización de mercado de Corea del Sur.
No sé qué me sorprendía más, si la información que no tenía idea, o que Jiheon lo supiera todo.
>>> —Y como lo puede sospechar, el director Kim Taehyung era el sucesor. Dejando eso de lado, el hombre escogió algo totalmente diferente, y se especula que logró entrar a la prestigiosa RLS, gracias al conecte de su padre, o eso murmuran.
Así que por la influencia de su padre. Vaya, trataba de imaginarme a alguien dedicando toda su vida para lograr conseguir un empleo aquí, pero simplemente todo fue suerte de haber nacido en cuna de oro.
—No me lo esperaba, a pesar de pensar lo peor de él.
—Muchas que siguen trabajando aquí, desde que él ingresó a la empresa, mencionan que era un joven responsable, el mejor junto a Jung, pero Kim parecía querer ser siempre el centro de atención, y que se acostaba con un par de secretarias.
Solté una risa, es que esto sí que era muy él. Dios, un maldito sin vergüenza. Me daba asco el hecho de que se atrevió a besarme, sabiendo que ha besado a tantas mujeres...
—Lo de acostarse con compañeras de trabajo, parece algo tan irreal. Eso no debería estar permitido, por el ambiente hostil que se puede crear.
Guardó silencio un segundo, solo para seguir comiendo. Esta parte me daba mucha gracia de ella, era tan extrovertida, le gustaba hablar y pasarla bien cuándo entraba en confianza.
—También opino lo mismo, es incómodo. Varias dejaron de trabajar aquí, pero las otras, pareciera que les costó olvidarle. Ah, y hay un fuerte rumor de que se acuesta con alguien importante de la empresa, desde hace tiempo.
—¿Sabes de quién se trata?
Negó. Dios mío, jamás me han gustado los chismes, ni creído en rumores que recorren una empresa o una escuela, pero justo ahora, siento que todo lo que tenga que ver con Kim Taehyung, me interesa.
—En el chat grupal de secretarias de enología... existe a pesar de que suene extraño. Hace unos meses mandaron una foto de Kim saliendo en un coche que no era el suyo, junto a una chica alta de cabello largo.
Vaya, una descripción imposible de descubrir. Ahora que lo pienso, podría revisar todas y cada una de las políticas de la empresa, para ver que puede estar en su contra, y en la mía, por supuesto, no quiero meter mis manos al fuego para defenderme a mí misma, jodiéndolo a él.
Debe existir alguna cosa que pueda ensuciarlo hasta el fondo, amenazarlo, inculparlo o algo. Si lo despiden, no pasa nada, su conexión cable puede ayudarle.
Por ahora, prefiero no preguntarle más a Jiheon, no quiero parecer una cotilla completa, simplemente haré alguna jugada en cualquier momento, y me las pagará.
•
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro