006.
Lee Saerom
Guardé mi móvil después de revisar la hora. Estaba llegando a tiempo gracias al cielo. Teníamos la cita con el viticultor de la bodega, quien estaría a cargo de hacernos un recorrido de una parte del viñedo, para conocer el seguimiento de la cosecha.
Hacía bastante sol, agradezco de haberme puesto protector solar antes de salir de la habitación. Para ir al viñedo, debíamos pasar por la bodega, donde nos daban el permiso, así que eso hice.
Me aliviaba haberme dormido pronto ayer, ya que hoy realmente me levanté temprano. Todo esto, porque tomaron la decisión de planear la visita a primera hora, por lo visto sería agradable por la poca gente que habría en los alrededores. Seguí mi camino, viendo como a lo lejos estaba Jung junto a alguien.
Cuándo llegué donde ellos, justo me di cuenta de que el tonto de Kim había venido detrás de mí todo este tiempo.
—Buenos días, señores. Me presento, soy Ahn Bomin, viticultor de todo lo que estáis viendo. Un gusto.
Hice una pequeña reverencia. Era la primera vez que lo veía, ya que a estas cosas siempre se encargaba Jung. Los tres, seguimos al Bomin, que escuchando su nombre y apellido, él es hermano del dueño de la bodega, mismo que es parte de la empresa. Agradecía estar enterada de esto.
Mientras avanzamos por el pasto verde, entre las pequeñas y delgadas cepas, es decir, el pequeño tronco donde brotan los racimos, el viticultor nos explicaba las primeras fases vegetativas de la vid. Kim o Jung hacían una que otra pregunta entre la charla, pero yo decidí quedarme callada hasta que terminara todo.
Nos detuvimos unos segundos a la mitad, así que aproveché para acercarme a una cepa, observando los pequeños racimillos de flores, las cuales se veían tan diminutas que me provocaban ternura.
—Hace un par de semanas que inició con la floración, realmente se ha estado revisando con cuidado, ya que tuvimos un par de problemas con unas cepas que había más arriba del viñedo. —Erguí mi cuerpo, y miré con atención al señor— Se encontró un pequeño hongo en uno de ellos, tuvimos que llamar al experto, para tener en control esa plaga que podía distribuirse.
—No tuvimos información sobre ello.
Habló Jung, quien se cruzó de brazos.
—Queríamos evitar crear algún caos, primero era solucionarlo. Lo hicimos. Ha estado en tratamiento aquella zona y esta también, para que no se contaminara de algo.
Se me había olvidado traer mi carpeta, así que saqué mi móvil de mi bolso y apunté un par de cosas que me parecieron importante mientras avanzábamos. Todo parecía ir en orden, y eso me agradaba, ya que no habría problemas en el futuro, aunque debían tener cuidado con las plagas, son un verdadero problema.
Lo más extraño de esto –que no debía interesarme–, que después de un rato, Kim se mantuvo callado, viendo todo. Podría tomar esto como un regalo de Dios, tener a ese hombre en silencio, es algo para apreciar.
Estábamos llegando al final del viñedo, supuse que aquí terminaría la charla.
—Por lo que vi en el informe, había un agrónomo, ¿no?
—Sí, soy yo.
Mencioné, teniendo la mirada de aquellos dos sobre mí.
—Quédese un momento —Asentí—. Ustedes, pueden ir a la bodega si desean.
Sonrió amable. Kim apenas hizo una reverencia que estoy seguro de que ni quería y se largó, mientras que Jung, se despidió y siguió caminando lento.
—Dígame, ¿ocurre algo?
Cuestioné, llamándome la atención.
—No es nada grave. Pero he escuchado sobre usted bastante, y vaya que tiene conocimientos amplios, teniendo en cuenta que es ingeniera agrónoma. Ahora bien, su real trabajo es estar en la viña, tomando decisiones necesarias para asegurar un adecuado desarrollo de las vides y sus uvas. ¿Qué hace siempre en una oficina?
Quedé atónita por lo que me dijo. Eso lo sabía, pero era un tanto raro.
—Cuándo vivía en Australia, pasaba casi siempre en el viñedo y en la bodega. Pero, usted ha de conocer como funciona la empresa. Tiene sede en Seúl, junto a la bodega principal, después dos bodegas junto a sus respectivos viñedos en Jeju, como en Busan. Teniendo esto en cuenta, yo tomé la decisión de quedarme en la empresa, siendo literalmente la cabeza de algunas decisiones.
Detuvimos nuestros pasos justo al llegar al final del camino del viñedo. Ahí pude observar como Jung no se había ido, sino que estaba ahí, viendo los pequeños racimos.
—Si me deja darle un consejo... deberías centrarte en lo que te gusta, por qué si se especializó en esto, estoy seguro de que amarías estar trabajando en la bodega. No limites tu espacio. Aquí no hay una gran empresa representante de RLS, pero en la bodega contamos con oficinas donde realizamos nuestro trabajo.
Apreciaba sus palabras. Tenía razón, pero me gustaba donde me encontraba ahora. No negaría que a veces ver por fotos como va el procedimiento de la vid es compilado, pero tampoco se me complicaría viajar cada dos meses o tres para revisar la tierra.
—Gracias, lo tomaré en cuenta.
Hizo una sonrisa, alejándose también.
No entendía qué hacía Jung ahí, pero yo planeaba quedarme un momento, para estudiar como iba la tierra y el verdadero estado de la cepa, ¿él haría lo mismo? Lo que sea. Me quedé en silencio echando un ojo a un tronco que tenía enfrente, todo se veía en buenas condiciones. Miraría un par más, pero me di cuenta de que Jung mantenía sus ojos en mí.
—¿Lleva mucho estudiando para esto?
Giré mi cabeza, desconcertada. Señalé mi propio cuerpo, preguntando si era a mí a quien le hablaba. Al ver como asintió, hacía que entendiera menos. Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón, mirándole.
—Desde que salí de la preparatoria. —No dije más, ya que realmente no me sentía tan a gusto entablando conversación con él, sobre cosas que no fuesen laborales. Aunque, me sentía mal por no devolverle la pregunta — ¿Y usted?
—Pues lo mismo, no he parado nunca.
—Seguro.
Se cruzó de brazos, y en ningún momento separó su mirada de mí, lo que me hizo sentir incómoda. Miré lo que quería, así que sería mejor que me fuera. Debía volver a la bodega para echarle un vistazo. Lo que no pudo ser, ya que me detuve al ver como se acercó a mí.
—Lee —Era tan raro este tipo— ¿Por qué pediste venir a la supervisión? Este es mi trabajo en todos los años que he estado en la empresa, seguro que lo sabías.
Qué fastidio. Bufé, sin creer que era real lo que escuchaba. Primero el idiota de Kim, ahora él. Entiendo su punto, por lo visto son muy privados con hacer lo que parece su obligación, por qué el trabajo en equipo no funcionaba para ellos.
—Así como se lo dije a Kim, la ceo me lo ordenó. Estoy siguiendo mi trabajo, no es mi culpa que ahora escojan a otras personas para venir aquí.
—Pero ni siquiera podemos acabar de conocerte, ya que no hay información sobre ti. ¿Se puede confiar completamente?
Sinceramente, alucino.
—No soy un agente en secreto, señor Jung. Tenéis la extraña costumbre de poner en dudas mis conocimientos —Lo que me estaba molestando más, es que ya no me prestaba atención, ¿a dónde carajos miraba?—. Estoy cansada de que me ataquen así como así.
—Deja de moverte.
—¿Qué? —Toqué mi cabello, para pasarlo detrás de mi oreja— Por qué no sepáis nada de mi vida personal, no afecta en nada mi trabajo. Si no tuviera lo necesario, ni siquiera me hubieran contratado...
El comportamiento de Jung se había vuelto extraño, y más cuándo su mano trató de tocar mi hombro, haciendo que por reflejo lo empujara. Su cuerpo se balanceó y por mi culpa, acabó cayendo de trasero encima de un par de racimos, destruyéndolos. Llevé mi mano a mi boca, es que no me esperé nada esto.
Lo peor de todos, que cerca de ahí, había lodo, ya que ayer por lo visto llovió toda la noche.
Jung se mantenía en el suelo, quieto y con la mirada fija en algún punto. Iba a morir. Ese hombre siempre parecía vestir elegante igual que el tal Kim, y justo ahora le había ensuciado su atuendo tan lindo.
No sabía si ayudarle, así que solo me quedé viendo como trataba de levantarse. Dios, por culpa del tronco, parecía que había rasgado parte de su camisa. Maldición.
—¡¿Estás loca?! —Refunfuñó— ¡Me has cubierto de lodo y de uvas aun sin madurar completamente!
—¡Pero no grite, esto es tu culpa!
—¡¿Mi culpa?! ¡¿Mi culpa?! ¡Me lanzaste al maldito lodo!
En verdad que estaba furioso, pero no tenía que gritar así. Parecía calmado, o eso creí.
Maldita sea el momento en que me puse en el mismo puesto en el que estaba él antes de que fuese lanzado. Yo no quería que me tocara, pero acabé con sus dos manos en mis hombros, empujándome hacia el mismo lugar donde él cayó. Estoy segura de que esta vez sí que quedó jodido el racimo.
Me dolía el trasero por la caída, además de que había algo que me hirió la espalda, que era justo donde no me llegaba la camisa. Me quedé un poco, viendo como Jung me miraba sin ninguna expresión. Era tan idiota, me caía tan mal, muy mal.
Como pude, me levanté, ensuciando mis manos. Estaba sucia, más que él o igual, no lo sé, pero me las pagaría.
—¿Qué pasó aquí?
El supervisor...
Fuimos llevados a una sala de la bodega, donde tuvimos el placer de ser regaños por el señor Ahn, quien estaba demasiado indignado por más que pidiéramos disculpas.
Nos comportamos indebidamente, me sentía culpable, es que era mi culpa. Solo tuve que alejarme de él y ya está, o salir corriendo. Qué tonta era, ahora sí que me comportaba infantil, la directora se enfadará mucho conmigo, primero, discusiones con Kim, y ahora hasta este punto con Jung, que afecta al comercio.
Ambos prometimos hacernos cargo de pagar los daños que se produjeron, era lo mínimo que podíamos hacer ahora.
—Lo lamento —Fue lo primero que dije al quedarnos solos, en aquella habitación que olía raro. Giré mi cuerpo para verle, con el lodo seco en su ropa y manchas en sus brazos— Soy estricta con respecto al espacio personal, tuve una acción muy exagerada.
Cuándo le tocó explicar a Jung que había sucedido, mencionó que de repente se acercaron dos avispas y que estaban cerca de mi cuerpo, por ello no quería que me moviera. Si lo hubiese sabido en ese momento, no estaríamos aquí.
—Está bien, no pasa nada, Lee. Yo también lo siento por devolverte tu acción.
Me miró apenas, para luego hacer una reverencia. Se fue de la sala, dejándome. Si él hubiese venido solo como siempre, tal vez no hubiera pasado nada. Vaya que me estaba convirtiendo en un problema para la empresa.
Jung Hoseok era tan estricto en su trabajo, que estoy segura de que esto lo tomará muy mal para su reputación. Lo que puedo hacer es, hablar con el supervisor y comentarle que fue mayormente mi culpa.
•
Pasé todo lo que quedó de tarde en la ducha, en verdad ese lodo donde caí olía fatal. Quité la toalla de mi cabello, mientras seguía secando un poco. Llegué hasta donde estaba Jiheon, quien estaba recostada sobre su cama, mirando su móvil.
Le había pedido el favor después de ducharme, que me ayudara a curar la herida que me había hecho. Porque sí, al final sí que me hice daño con un pedazo de tronco. Al menos espero que no llegue a dejar una cicatriz.
—Ingeniera Lee —Llegué hasta mi cama, para sentarme—, hoy miré muy ocupado a Yeonjun, aunque se miraba lindo.
—¿Ah si? —Asintió— No tenemos mucho que hacer que yo sepa, pobre chico, el tonto de Kim lo explotará.
Dejé la toalla sobre la cama. Sobre mi mesita de noche, tenía mi bolso, así que lo tomé. Si no mal recuerdo había metido unas pinzas para el cabello. Las busqué, pero lo único que encontré fue un collar que lo tomé entre mis dedos.
—¿Cómo se ensució su collar?
—No es mío —Cuándo el supervisor nos habló para que lo siguiéramos hasta la bodega, Jung simplemente le siguió, pero yo me quedé unos segundos para levantar mi bolso que se cayó y justo al lado estaba un collar que Jung llevaba antes. Se lo iba a dar, pero no encontré el momento—. Se lo devolveré al dueño.
Antes de salir de la habitación, le eché agua al collar, para quitar el sucio que tenía.
Si no mal recuerdo, este había sido asignado a dos habitaciones de la nuestra. Seguí por el pasillo, hasta llegar a la puerta correspondiente. Toqué el timbre, esperando a que alguien viniera a abrir la puerta, no escuchar un "adelante" de alguien. Por lo visto estaba abierto, y bueno, entré.
Vaya, le habían dado una gran habitación por lo visto. Seguí caminando poco a poco, hasta que un Jung Hoseok en bata apareció enfrente de mí, tan sorprendido como yo.
Su pecho estaba completamente al descubierto, y de tonta solo podía fijarme en ello y en su cabello despeinado. Tragué saliva, recordando por qué había venido, ¿para qué vine? Dios, se miraba tan...
—Lee, ¿qué necesita?
Me dio la espalda, yendo hacia una silla al lado del pequeño sofá que tenía.
—Pues, se le cayó este collar cuándo por accidente lo tiré.
Fui hasta él, donde alcé mi mano, donde estaba aquel collar. Este me miró y luego al collar para tomarlo.
—Sé que le dijiste todo lo que sucedió al supervisor. No hacía falta, en serio —Vaya que se enteraba de todo—. Y gracias por esto.
Esbozó una pequeña sonrisa, qué me hizo creer que soñaba. Hoy habían pasado muchas cosas, desde hablar con él, pelearnos y ahora esto, esto que me hizo sentir por primera vez avergonzada.
—Espero no ocasionemos problemas mañana.
—Yo también lo espero.
Sonreí, sintiendo mi cuerpo extraño. La puerta se volvió a abrir, viendo como traían la comida. Ahora entiendo por qué esta estaba abierta.
Entre tanto que se distraía con el camarero, me escabullí para salir de la habitación.
•
Odiaba mucho los taxis de los aeropuertos, tenía mala experiencia de cuanto llegué hace exactamente tres meses.
Jiheon y yo ya nos habíamos despedido. Íbamos a compartir el taxi, pero vivamos en dos puntos distintos y nos querían cobrar más de la cuenta. Maldito taxista.
Me crucé de brazos, esperando a que el taxista que llamé, llegara pronto. Era el mismo que a veces me llevaba al trabajo o a casa cuándo se me hacía tarde. Realmente, quería llegar a descansar todo este fin de semana.
Por lo menos, no tenía mucho que hacer solo que revisar el informe de Jiheon y el mío para enviarlo al departamento de dirección general y desarrollo.
Observé como las personas no dejaban de salir, hasta encontrar a Hoseok junto a su ayudante. A penas lo miré en el avión, y estaba tan serio que me daba la percepción de que era el mismo tipo que conocí. Extraño, en cierta manera, ya que ayer cuándo nos encontramos en la bodega, conversamos amenamente, haciendo que me olvidara por completo de las tonterías de Kim.
Caminó en mi dirección, haciendo contacto visual a los segundos. Justo pude ver como mi taxi llegaba. El conductor se bajó, se acercó y tomó mi maleta para meterla en el maletero.
—Hola, ¿compartimos taxi?
Mencioné. Sería un poco injusto, ya que teníamos el mismo destino.
—Está bien.
Señalé al conductor que metiera también la maleta de Hoseok, mientras yo trataba de entrar al vehículo, pero me detuve al ver como este abrió la puerta antes. Sin pensarlo, me adentré.
Bueno, tal vez no habíamos vuelto al principio. Él lucia tan atento, y ahora sonriente desde que entró al coche. Se dedicaba a ver su móvil, desconectado de todo.
Durante el camino, estuvimos en silencio, no algo incómodo, sino ¿normal? Lo que sea. Pero me hizo recordar a cuándo salí de su habitación, ese día sentí mi cuerpo extraño que me hizo pensar unos segundos de que debía hablar con Chris para comentárselo.
Busqué entre mi bolso mi billetera, para sacar mi tarjeta y pagar la cantidad que salía en taxímetro. El coche se detuvo, así que alcé mi cabeza viendo que ya habíamos llegado y a un Hoseok con su tarjeta pagando.
La verdad, pensaba pagar la mitad, pero este terminó pagando todo, sin decir nada y solo se bajó. Tomé mi bolso y salí también, yendo hacia la parte de atrás, donde este se dedicaba a sacar las dos maletas.
—Gracias.
Musité, tomando mi maleta. La puerta del maletero se cerró y le dio un golpecito, dando entender que todo estaba en orden. El taxi se fue, dejándonos solos.
—¿Entramos?
Asentí. Al fin y al cabo, vivimos en el mismo edificio, nos encontraríamos de igual manera. No sé qué me pasaba, no me sentía capaz de entablar conversación, era como si de pronto me volví sumamente introvertida.
Llegamos hasta el ascensor, y este apretó el botón para que bajara.
—Ah, nunca imaginé que viviéramos en el mismo edificio.
Debía romper el hielo aunque sea.
—Ni yo. Llevo bastante tiempo viviendo aquí y un día escuché que alguien se había mudado. Pero estaba tan ocupado, llegaba tarde y salía demasiado temprano que parecía imposible que nos encontráramos.
Lo mismo pensé. El ascensor llegó y nos adentramos a esa cabina. Volvimos a quedar callados, pero mi mente no dejaba de pensar cosas raras, como cuándo lo vi en bata. No es como que fuera la primera vez que vea a un hombre, pero tampoco era como si verle casi todo el torso a Jung Hoseok estuviese en mis planes.
Lo peor de todo, es que también no podía dejar de halagar su buen vestir, vaya que sí. Podía parecer tan simple y urbano cuándo no estaba en el trabajo. Además, su ropa no era nada ajustada, como ahora, ese polo blanco que traía lo hacía ver atractivo.
Llegué a mi piso, las puertas se abrieron. Tomé con fuerza mi maleta, saliendo.
—Nos vemos.
Dije, recibiendo una leve sonrisa de él. Me quedé unos momentos de pie, ahí, a pesar de que las puertas se habían cerrado. Mi corazón estaba latiendo tan rápido, ¿qué le sucedía? ¿Se me iba a bajar la presión o algo?
Joder. Despabilé un poco y fui casi corriendo para llegar a casa. Abrí como pude la puerta, ingresando. Caminé por la sala, entrando en mi habitación. Dejé la maleta a un lado y me tiré sobre la cama. Busqué mi móvil y marqué el número de Chris, para hacer una videollamada.
Estaba en una emergencia.
•
—Herbst
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