004.
Lee Saerom
Hace unos días, tomé la decisión de salir por primera vez con Jiheon, sin que tuviera que ver con algo laboral. He de admitir que me divertí mucho, es una persona muy distinta afuera de esta empresa, podría llegar a decir, que me trataba como una amiga.
La confianza creció más, y creo que fue un punto de partida para que nuestro trabajo en equipo mejorara. Me refiero a que, ese rechazo que tenía con pasar más de lo laboral, no estuvo tan mal. Tenía bastante conocimientos, por el hecho de llevar más tiempo trabajando aquí que yo. Gracias a eso, puedo decir que sé como sobrellevar ciertas situaciones, ya que ella me lo ha advertido antes, justo como cuándo la directora Kang me mandó a llamar.
No era para algo malo, simplemente necesitaba que le mostrara y explicara detalladamente unos procesos, que no entendía bien. Volvió a parecer una mujer fenomenal, dedicada a su trabajo, atractiva, amable e inteligente. Podría llegar a admirarla, talvez.
Ahora que recuerdo, se me ocurrió preguntar sobre esa supervisión de la que tanto se habla. Y la verdad, no sé si fue correcto, ya que mencionó que tenía planeado mandar a alguien como yo.
Me metí en problemas.
Al menos, Jiheon dijo que en la zona que me tocaría estar, era imposible encontrarme con Kim o con Jung. Espero que sea cierto. Si se enteran de que voy, se amaría un lío.
Seguí caminando por el pasillo, recordando donde me habían dicho que quedaba el laboratorio. Tenía que ver el trabajo que se producía ahí. Me encantaba esta empresa por eso, que tenía muchos departamentos, dependen de ellos mismos. Tener confianza es tus socios es primordial, pero el hecho de que tus mejores expertos analizaran el propio producto, pero parecía increíble.
Di unos cortos pasos hacia la puerta que con obviedad decía "laboratorio". Asomé mi rostro, colocando mis pies en puntillas. Miré a través del recuadro de vidrio que tenía la puerta, dándome la oportunidad de ver el interior.
Mis ojos viajaron de un lugar a otro, viendo muchas personas con batas blancas, sentados, revisando copas llenas de vino. Otros de pie, ordenando, con uvas, hasta que vi que enfrente había alguien hablando con un tubo de ensayo en las manos. Era Kim Taehyung.
Parecía concentrado en lo que hacía, que fui incapaz de separar mi mirada en él. Se paseaba de un sitio a otro, ayudando a casi todos. Quién diría que ese idiota engreído era así.
—¿Ingeniera Lee?
Me separé de la puerta de golpe, solo para encontrarme con Yeonjun, ese mismo del incidente. Descubrí que era mano derecha de Kim, o secretario mejor dicho. Nunca me había fijado que siempre estaba detrás de este, y casi siempre parecían discutir. Pobre de Yeon.
—Hola, hace tiempo que no nos vemos. ¿Todo bien?
—He estado sumamente atareado con tantas cosas, que es como si hasta respirar me hiciera perder tiempo.
Solté una pequeña risa por su comentario. Su cabello estaba más corto y su frente descubierta, lo hacía parecer más adulto de lo que era.
—Pasaba por aquí, quería ver el laboratorio y entrar, pero creo que otro día será.
Hizo mi misma acción de acercarse a la puerta, para después girarme y verme.
—¿No entra por qué ahí está el director Kim? —Fruncí leve mis labios— Entiendo. Puede venir más tarde o como desee. Él también ha estado muy ocupado, su agenda es agotadora de solo verla, por ello trato de no quejarme tanto.
—Todos estamos ocupados, así que está bien quejarse un poco.
Ambos empezamos a caminar por lo visto iba hacia a su oficina, así que como quedaba cerca de la mía, nos dirigimos juntos a nuestro destino. Tenía la misma edad que Jiheon, pero mayor que mi hermano. De igual, me caía muy bien. A pesar de que, a simple viste, Kim era un idiota, parecía tenerle admiración por lo bien que se expresaba de este.
—Todos lo ven como un ogro, pero para los que llevábamos con él mucho tiempo, sabemos que no podemos hacer que alguien así cambie su forma de ser. Es buena persona.
No sé si hablábamos del mismo. Solo imaginarme a Kim Taehyung saludando correctamente, sonriendo amable, y siendo generoso, me provocaba escalofríos.
—Por lo visto, tú sí que lo conoces.
Dejamos el ascensor, justo en nuestro piso. Antes de separarnos, se detuvo.
—Quería mencionarle que, tengo acceso a la pequeña bodega que hay en el último piso de la empresa. Se almacena un par de ejemplos de licores, entre otras cosas. Si algún día desea ir, con gusto le dejo. Nos vemos ingeniera Lee.
Asentí, para devolverle su respetuosa reverencia. Era un buen muchacho. Tal vez tenía demasiado conocimiento para solo estar como un secretario, y más de ese tipo. Lo que sea, ojalá trabajar con él en lo que me quede trabajando en ese lugar, era un muchacho bueno, él sí.
Llegué hasta mi cómodo sillón, lanzándome sobre este y acomodando mi cabeza en el respaldar. Dar esa vuelta hizo que dejara de dolerme la vista por tenerla tanto en la pantalla de mi computador.
Giré mi cabeza, para ver hacia donde venía aquel ruido. Una Jiheon muy tranquila entró, solo para espantarse al verme.
—Ingeniera Lee, no sabía que había vuelto. Lamento tanto entrar sin tocar.
Me levanté del sofá, para ir hacia el escritorio.
—No pasa nada. ¿Tienes algo para mí?
Esta también vino hacia el escritorio, dejando una carpeta encima, justo para que mi vista cayera sobre, como de repente se volvían dos carpetas más.
—Son los papeles del presupuesto del mes pasado que pidió, además, la directora Im envía los del año pasado, que dijo que no fueron pasados a digital.
Lo que me tocaba hacer, como si no tuviese más cosas. Apilé las carpetas, junto a otras que tenía a un costado, que fueron traídas antes. Tendría que revisar al menos dos completas, antes de llegar al fin de semana, para no llevar tanto trabajo.
Miré a Jiheon, quien no dejaba de verme. Eso significaba que tenía algo que decirme, así que esperé paciente unos segundos.
—Dime.
—Quería invitarle a salir de fiesta el viernes por la noche. Sé que el fin de semana pasado, ya fuimos a comer, y que tal vez esto sería sobrepasar la...
—Está bien. Iré.
•
Metí la la pajita a mi boca, para beber del coctel de mi vaso. El lugar era agradable, pero me sentía fuera del lugar.
Éramos cuatro en la mesa reservada, dos amigas de Jiheon, ella y yo. Parecían ser buenas chicas, sobre todo sabían como divertirse. Como no lo harían, si este club era ideal para pasar una noche, solo que no me sentía completamente acostumbrada al ambiente.
Pasé viendo como ellas hablaban sin parar, mencionando su semana, tratando de no dejarme afuera, pero el hecho de que era jefa de su amiga, no permitía que cruzaran esa línea. No les culpo, tampoco sé si decirles algo.
Me levanté al notar que no quedaban bebidas, así que como su mayor, me ofrecí a ir a por un par. Siento que son las típicas tímidas que les cuesta ser extrovertidas, pero cuándo cogen confianza son capaces de todo.
Seguí entre todas las personas, hasta llegar a la barra. Tardé un par de segundos en ser atendida por un chico.
—Tres margaritas y un mojito.
El bartender apuntó en su libreta y desapareció de mi vista. Estoy segura de que Chris pegará el grito al cielo cuándo le comenté que salí de fiesta. Ahora que lo pienso, me alegro de que tengan el aire acondicionado fuerte, porque creí que traer un vestido de manga larga sería un problema. Literalmente fue el más atrevido que encontré, y menos formal. Era de color gris con rasgos negros y blancos, que llegaba hasta muy por encima de mi rodilla, eso era atrevido para mí.
Pero, me gustaba como me veía en un ámbito no laboral.
Seguí viendo el lugar desde donde esperaba, hasta el momento exacto, en que mi vista cayó en seco sobre Kim Taehyung, al otro lado de la barra. No puede ser cierto. Por una maldita vez que salgo y tengo que encontrarme con el idiota. Busqué al bartender, que justo venía con una bandeja con mis bebidas y lo que parecía ser algo para picar.
—Con tarjeta.
Dije. Saqué de la funda de mi teléfono mi tarjeta para pasarlo por su datáfono. Al salir la señal del pago, agradecí y tomé la bandeja. Mi misión era, llegar hasta la mesa de las chicas sin ser vista. Lo más extraño era que no me di cuenta de su presencia en el camino y recordando la escena, estaba junto a un chico que creo recordar... el del comercial.
Seguí con mi camino, pero, era impredecible que no me escaparía de su campo de visión, justo al lado de ellos.
—¡Hey! —Posiblemente, si daba por hecho que mi desgracia era suficiente con verle la cara todos los días, un viernes por la noche era el infierno mismo—. ¡Lee!
¿Yo? Me detuve, hasta que el cuerpo del egocéntrico apareció frente al mío. Podría jurar que es la primera vez que lo veía tan, informal y básico.
Lo rodearía, ignorándolo. No tengo la obligación de saludarle cuándo me cae mal. Espóiler, fue en vano. Cuándo quería ir hacia el lado izquierdo, también se colocó ahí.
—¿Qué quieres?
Musité entre dientes, pensando que escucharía.
—Te lo iba a decir el lunes, pero agradezco encontrarte hoy.
—Yo no lo agradezco, en cambio, siento que es una desgracia.
Bufó, grotesco. Fruncí mis labios, reteniendo las ganas de decirle todo lo que pensaba. No teníamos nada que hablar fuera de la empresa, casi nada dentro. ¿Entonces?
—Pediste ir a la supervisión. Te advertí que no quería que te involucrarás, Lee.
Así que de eso se trataba.
—Yo no pedí nada. La directora Kang me lo ofreció, además, la original supervisión es del enólogo Jung, no tuya.
Solté, haciendo que este volviera a mofarse en mi cara.
—A ti no te interesa. Concéntrate en lo tuyo joder, no vez que si te entrometes en terreno ajeno, vas a terminar cavando tu propia tumba.
—Egocéntrico, ridículo e idiota. Tres palabras que te definen.
Su gesto cambió. Me estaba cansando, siempre atacándome. Insoportable. Podría gruñir justo de la rabia que sentía. ¿Quién le daba derecho de verme con tanta superioridad? Teníamos el mismo rango en la empresa, podría hasta considerarme mejor enóloga que él, además de tener conocimientos agrónomos. Pero su cabeza no procesaba que otra persona, aparte de él, supiera más.
Sonreí, tras exhalar. Quería pasarle de nuevo, solo que esta vez del lado derecho, pero su maldito cerebro no funcionaba.
—No he acabado contigo.
—¡Déjame en paz Kim! No me interesa nada de lo que tengas que decirme. Si tienes algún problema con que la CEO de la empresa en que trabajamos, considere que tengo que ir a esa supervisión, lo hablamos los tres, el lunes.
Mi cuerpo podía ser capaz de empezar a temblar ahora por el enfado. No trataba de alcanzar una razón para la que fuese tan fastidioso.
—Llevo casi 5 años en RLS, tengo más experiencia de antes, pero vas a venir tú a decirme que por casualidad te van a considerar para algo más importante.
—¡Pero si tú irás también! ¡¿Qué más quieres?! ¡Yo solo voy como una maldita agrónoma!
Había chillado tanto, que los que estaban cerca, empezaron a ver. Su amigo se acercó a la escena, colocándose justo detrás con sus pequeños ojos preocupados. Mi respiración era agitada, no podía creer que había gritado así, era difícil hacerme enojar de esa manera.
Su amigo empezó a hablarle, pero este no separaba su mirada de mí, que no mentiría que dijera que me dio cierto miedo, pero por él. Gracias al cambio de luz que tuvo el lugar, pude darme cuenta como sus pupilas estaban tan dilatadas.
—Una maldita agrónoma que se mete en toda mi mierda.
Soltó, sin ningún gesto en su rostro.
—Oye, Tae —Su amigo seguía hablándole, hasta que se entre puso entre los dos, para mover su cuerpo— Basta, detente. Ella no te está haciendo nada.
Aquellas personas que se dieron cuenta, parecían interesarse más, lo que me hacía sentir más incómoda. Lo mejor era irme y dejar su propio desastre.
—¿Nada? Me gritó mientras me miraba con esos ojos de zorra.
Oh, estábamos frente a un demente. Recordé que tenía educación y todo lo que a él le faltaba, así que me quedé callada, solo para irme, sin antes escuchar como decían un par de cosas.
—Te has pasado.
—Ojos de zorra, el animal tonto, son lindos.
Drogado. No tenía más explicación ante esa situación en la que me encontré. Puede ser que estar fuera de la empresa lo hiciera sentir más libre para ser un idiota que insulta a los que tiene en su camino.
No era mi persona favorita, me caía muy mal, pero jamás creí que este llegar al tal extremo de ser insoportable. Lo peor era ahora, escuchar como las chicas sacaban sus teorías de lo que ocurrió.
—Pero Jiheon dijo que los rumores eran ciertos, los videos lo prueban.
—¡Chae-won!
La voz de Jiheon, hizo que prestara más atención a lo que hablaban.
—¿Más rumores?
Cierto, eso de que se drogaba. Por lo que había entendido, eso fue algo de su pasado, ¿acaso lo seguía haciendo? Sería una vergüenza no haber salido de ello. Digo, parece que le va bien en todo.
—Lo que Chaewon quería decir, es sobre el video que le envié. A ellas les enseñé otros videos en aquel tiempo, ya que estaban un poco locas por él.
Reí. Mi mirada cayó en Kim, desde aquí podía verlo en la barra junto a su amigo. No entiendo que le podían ver, era un completo demente que no tenía bien claro sus intereses. Además, era más guapo Jung.
—Agradezco que siga soltero.
Mencionó ahora Na-gyung quién había estado bebiendo un poco.
—Es imposible que lo esté, no hablando así. Se sabe que es un mujeriego, y tiene un don para hacer caer a cualquier mujer. Ojalá me hiciera caer a mí.
Las tres empezaron a reír, en su mundo. Por mi parte, tomé mi copa entre mis manos, imaginando lo imposible que sería ver a ese tipo con una mujer de forma decente, sin hablar de lo que ocurrió en las escaleras. ¿Qué tipo de mujer pudo aceptar tal barbaridad de tener sexo en la empresa? Me da escalofríos solo de recordarlo.
—Ingeniera Lee...
Miré hasta la de ojos grandes.
—Lo siento Chaewon, pero puedes llamarme por mi nombre.
—Unnie, me gusta más. —Asentí, aceptando— Quería preguntarle algo. Jiheon suele exagerar a veces cuándo ve a alguien atractivo, pero... usted que ha trabajado con el guapo Kim, ¿cómo es? Dejando de lado lo tonto que fue hace un momento.
Alcé mis cejas, sin comprender.
—Jamás lo he escuchado hablar, pero dicen que su voz es tan grave que hace tu corazón estremecer.
Eran como unas niñas idealizando a un hombre que por lo visto ni siquiera conocen a la perfección. La única palabra, ahora que merecía, era "salvaje".
—No sé si hablas de la misma persona con la que he tenido que convivir.
Me crucé de brazos, frunciendo mis labios al encontrar solo ganas de hacer alguna maldad hacia ese tipo. No había nada bueno.
—Chicas, deberían parar con esas preguntas. Mejor divirtámonos.
Tenía razón.
Lo que quedó de noche, bailaron, bebieron, hablaron hasta los codos, rieron como locas y agradecí por compartir su felicidad conmigo. Me hicieron bailar... creo que parecía un completo tronco de madera. Habían pasado tanto tiempo desde que no movía mis cadera de una forma extravagante. Fue bueno.
Al ser mayor, me sentí responsable de ellas, así que las mande juntas en un taxi que yo misma pagué, para que las llevara a casa. Por mi parte, decidí caminar, para tomar el fresco aire. Sentía mi rostro caliente por todo el alcohol ingerido.
Llegué hasta un semáforo en rojo, así que aproveché para sacar mi móvil. Tenía bastantes notificaciones, y entre ellas de mi madre. Contándome como siempre todo lo que pasaba. No podía negar que era tan intensa, me echaba de menos, pero estaba lejos del país, yo no tenía el poder de solucionar conflictos que, hasta cierto punto, no tenían que ver conmigo.
Después de un rato, -vaya que si estaba lejos- me acercaba a mi edificio. Las calles eran solitarias, este comunidad como solían llamarle, tenía residentes muy competentes, muy a lo suyo, privados y educados. Tenía la idea de cambiarme en algún futuro, pero estaba a media hora del trabajo, debería pensármelo mejor.
Fui hasta el ascensor, para poder subir a mi casa ya. Lo único malo es que solo había uno. Deberían instalar otro para no estar tanto tiempo esperando. Cuándo la puerta estaba a punto de abrirse, pude percatarme de la presencia de alguien. Jung.
Nuestros ojos se encontraron, pero el estaba más sorprendido. Pues al parecer no sabía que yo vivía aquí.
—¡Hoseok!
Ambos miramos hacia aquella voz. Era su amigo con quien lo vi antes. Se acercó a nosotros, así que yo simplemente me alejé de estos para adentrarme, pero no esperé que estos también ingresaran.
Por mi parte, decidí ir enfrente, mientras que ellos estaban en una esquina.
—No era necesario que vinieras hoy Yoongi.
—Te lo había prometido hombre, así que nada. Recuerda que solo te ayudaré en algunas cosas y me quedo dormido.
Me sentía fuera del lugar con la conversación, pero he de admitir que aparte de las charlas que Jung daba, esta era la primera vez que lo escuchaba hablar, con tanta confianza y tranquilidad con alguien. No era igual a Kim, teniendo en cuenta que era raro que hablaran mal de él en el trabajo.
—Oye, dile a tu jefa que no te haga trabajar hasta tarde.
Mi oreja literalmente se levantó. ¿Estuvo trabajando hasta ahora? Eran pasadas la media noche. No podía ser.
—Cállate, tenía mucho trabajo y no iba a salir hasta que lo acabara.
Lo que sí decía Jiheon, es que el enólogo Jung era conocido como el mejor trabajador, por encima de todos. En sus años de aprendiz, decían que no dormía nada, todo por entregar las cosas a tiempo, tan dedicado. Pero, siento que era demasiado.
El piso 7 se marcó en la plantilla arriba del ascensor, y las compuertas se abrieron. Me debía bajar. Antes de hacerlo, bajé mi cabeza en una pequeña reverencia hacia ellos. Podía caerme mal, pero mi madre siempre decía que la educación era primero. Salí, y al ver las puertas cerrarse de nuevo, me percaté que él vivía dos pisos más arriba.
•
Los pasillos de la empresa estaban casi vacíos. No había mucho personal hoy. Los del departamento de desarrollo tenían una excursión junto a los de operaciones. Se iban hoy, y volvían mañana, ya que era fuera de Seúl a una gran bodega de vinos, para estudiar un poco.
Aún había bastante cosas que hacer, como un día normal. Miré mi oficina, y junto a ella, como siempre, a Jiheon, pero que no paraba de dar vueltas sobre su mismo eje, como un perro.
—Buenos días, ¿todo en orden?
Su cuerpo se espantó al escucharme. Vino hacia mí, con ojos asustados, lo que me alertó.
—Ingeniera Lee, yo... no sé qué pasó. Estoy tratando de recapitular, pero es que...
Sus palabras eran torpes, así que dejé mi bolso sobre su escritorio, para tomar sus manos, calmándola.
—Dime que ocurrió, tranquila.
—Yo siempre llego 30 minutos antes que usted, como casi todas las secretarias, por ello me encontré con la directora Im. Me dio unos archivos para darle, y como todas las mañanas, dejo cosas en su oficina, pero esta vez cuándo entré, había un desastre.
—No entiendo.
Solté sus manos, para querer entrar a mi oficina. Abrí la puerta, todo para encontrarme con el desastre que mencionó. Caminé más, viendo como las cajas con un par de papeles que yo ordené en una estantería estaban tirados por todo el suelo.
Por otro lado, la segunda estantería, lado derecho, donde yacían un par de pertenencias mías, estaban patas arriba y ni hablar de mi escritorio. Fui hasta este corriendo, la pantalla del computador estaba encendida y bloqueada, alguien había intentado entrar. Los papeles de mi escritorio revueltos. Qué mierda era esta.
Mi mano se formó en un puño. Cerré mis ojos y traté de respirar. Pensar y no actuar desmesuradamente. Pero abrir los ojos para encontrarme una maldita colilla al lado de mi silla, me enfadó mucho.
Volví a ver toda mi oficina, y solo quise pegar un grito.
—No quise tocar nada, para que viera todo. Lo que sí hice fue revisar. La puerta que lleva al baño, no fue abierta, pero los cajones del escritorio fueron forzados.
Al escucharla, me senté en mi silla para poder ver los cajones. Comprobé el contenido y me di cuenta qué un par de papeles que recuerdo haber dejado ahí el viernes por la noche, desaparecieron.
¿Quién tenía que necesitar esos papeles? No eran importantes. Eran simples cuentas que debía llevar yo e información del campo de donde se podría hacer la siguiente cosecha. Si alguien los quisiera, ¿por qué no me los pidió?
Pasé mi mano por mi cabello, sin entender nada. Era más el desorden que habían hecho.
—Ingeriera Lee —La miré ante su llamado— ¿Qué importancia tenían esos papeles?
Me encogí de hombros, sin tener idea. Aunque, ahora que lo pienso ¿Por qué revisar los papeles de la estanterías que son facturas y cosas que no son relevantes? Mierda.
Volví a los cajones, para verificar el de abajo. Rebusqué, todo para no encontrar mi carpeta negra. Ahí solo habían copias de información que tenía digitalizada ya. Pero, era valioso. Nombres de grandes empresarios que conocí en Australia, con toda su información que he recolectado por años. No era algo secreto, pero la mayor parte de cosas, eran personales que conseguí por mi medio, que ellos mismos me dieron en confianza.
—¿Sabes quién estaba en la empresa más o menos, cuándo llegaste?
Me puse de pie, enfrente de ella.
—Los de la excursión esperaban el autobús en la entrada, según Han, alguien de desarrollo... —Se detuvo, como si hubiese dado cuenta de algo. Me molestaba que se detuviera así en seco, me dejaba con la intriga— Han dijo que solo el director de Marketing estaba en este piso.
Resoplé. Una vena me iba a explotar. Me buscó y ahora me robó, pero haré que se arrepienta, Kim Taehyung me las pagaría.
.
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro