002.
Lee Saerom
Caminé por toda mi casa, buscando una camisa que me hacía falta, mientras de fondo escuchaba a Chris hablar.
Anoche, al regresar del trabajo había puesto a lavar mi ropa, y dejé un par de cosas listas para hacer el aseo hoy. Había mucho desorden, empezando por la revuelta de papeles en mi escritorio, un par de platos sucios en la cocina y nevera casi vacía.
—Sae, ¿le preguntaste al casero la idea de venderte el piso?
Me acerqué hasta mi ordenador, viendo en la pantalla a Chris. Comía un helado, esperando alguna respuesta mía.
—Ya sabes que me gusta este sitio, buena vista, hay muchos negocios en los alrededores, cerca de mi trabajo, pero no para vivir siempre aquí.
Expliqué. Dejé la cesta de ropa limpia en la mesa, para empezar a doblarla mientras hablaba con él.
Al menos agradecía tener un sueldo decente, para pagar por un sitio pequeño, que no me costaba. Pero como digo, seguramente, si me llegan a subir el sueldo, me cambiaré a otra zona, y compraré un piso. Aun así, no tenía tan seguro si me quedaría por mucho tiempo en Seúl, me veía un año como mucho, pero si me va bien, tendré que replantearme esa idea.
Estuvimos platicando sobre la situación de nuestros padres, ya que se enteraron de que nuestros hermanos salían en una relación amorosa. Así es, su hermana era novia de mi hermano menor. Lo sabíamos, pero preferíamos que estos hablaran, y por lo visto no se lo tomaron tan mal, pero... es gracioso imaginar a nuestros padres hablar con esos dos adolescentes sobre una relación. Gracias a Dios no pasé por eso.
—Oye, ¿al final volviste a cruzarte con el tipo ese? El altanero.
Bufé, recordando el jueves, cuándo me amenazó el tonto ese.
—No. Ayer fui a trabajar y casi no salí de la oficina.
Dejé el último pantalón que había en la cesta sobre la mesa. A pesar de que me levanté para dejar mi ropa en mi habitación, pude escucharlo hablar.
—Hoy es fin de semana, ¿es en serio que volverás a quedarte en casa? Deberías salir un rato, con alguna amiga, o sola.
Casi no tengo días para respirar con tranquilidad, ya que tengo demasiado trabajo, me concentro en ello cada minuto, y eso de salir no me acaba de convencer. Se siente un poco extraño a pesar de que luzca como los demás. Algo difícil de explicar y entender.
Regresé al mismo sitio, para verle ahora a él hacer cosas.
—¿Vas a salir o no?
—No
—Deja de parecer antisocial que no lo eres, ni siquiera trates de ser dura conmigo. Ponte algo lindo, sal unos minutos y disfruta una noche. Te aseguro que no vas a arrepentirte.
Suspiré. No me apetecía salir, me sentía cómoda en mi casa, era mi lugar seguro, donde nadie me miraba, donde nadie pudiese hablar a mis espaldas llamando forastera. Es irónico. Pensar que al ser mis ojos rasgados, en Australia fui un punto para burla hasta que llegué a la secundaria y conocí a Chris. Regresar al país de tus raíces, debería ser un poco más acogedor, erróneo.
En la empresa me miraban como un bicho raro desde el primer día, por más que hablase en coreano, sentían que llegaba a quitarles su trabajo. No era mi culpa.
Jiheon no era nada más que mi asistente, y me gustaba dejar el trabajo en las oficinas. Sin relacionarme con nadie, así estaría mejor.
—Ya lo veré.
—Eres tan soberbia.
•
Revisé detalladamente, -aunque me tardara un poco- los papeles que me trajo la secretaría de Nayeon. La empresa tenía terreno en Jeju, y una bodega, entonces se debían hacer revisiones pertinentes para la próxima cosecha. Esta había sido una idea de Jung. Por ahora, me mandaban los costes de aprovisionamiento y un par de cosas, solo para tener en cuenta esta información, ya que debía encargarme de confirmar que el estudio realizado al suelo a través de calicatas, dio un resultado positivo.
Cerré la carpeta, después de que comprobara que todos aquellos papeles me los hubieran mandado por correo también. Se los devolví, adjuntando los resultados que dio la tierra, que estaba en cuidados.
—Dile a la directora Im, que mandé una hoja de cálculo sobre la reducción de gastos para la próxima cosecha.
—Está bien. Con permiso, ingeniera Lee. —asentí, viendo como hizo una leve reverencia, a punto de retirarse, hasta que se detuvo y volvió a mí— Ingeniera...
Alcé mis cejas, esperando a que hablara.
—¿Ocurre algo?
—Ahora mismo se está rodando un comercial en la zona de marketing, con el modelo estrella.
Parpadee unos segundos. No estaba enterada que habría algo así, ni siquiera Jiheon que sabía todo.
—Así que el modelo de la empresa está aquí. ¿De qué va el comercial?
—Promocionando el vino de San Marzano Sessantanni.
Sonreí apenas, simulando que no me dio risa su forma de decir el nombre.
—Gracias por decirme, me hace ilusión echar un vistazo.
Más de un mes trabajando aquí, y a penas me enteró de que promocionan los vinos de San Marzano Sessantanni. Los conozco a la perfección, les había estudiado. Sus vinos eran exquisitos, eran antiguos y vasta experiencia en el negocio.
No tenía mucho que hacer ahora, así que no estaría mal bajar un rato.
Habían partes de la empresa que aún desconocía, así que confirmé con Jiheon donde quedaba esa zona de marketing. Después de escucharla, creí que era mejor idea bajar por las escaleras, mucha gente esperaba los ascensores.
La última vez que tuve que subir las escaleras, pude darme cuenta de que estaban cerca de la oficina de Kim. Era un sector un tanto solitario, ya que por aquí solo habían un par de otros directores. Según me habían dicho, estas oficinas eran realmente amplias, igualando la del presidente.
Llegué hasta las escaleras, abriendo la puerta dispuesta a bajar, hasta que me detuve en seco por aquel ruido. Miré a mi alrededor, confirmando que no había sido cerca de aquí, peor cuándo el mismo ruido apareció con más fuerza. Mi cuerpo se estremeció de la vergüenza, quería salir corriendo de ahí.
De forma lenta, me acerqué a la baranda, bajando mi cabeza y asegurándome de que no eran en las escaleras de abajo. Tenía que subir, hasta llegar al rodaje, pero mis piernas fueron rápidas o mejor dicho, estúpidas y bajé. No pude continuar, ya que los gemidos provenían del siguiente trozo de escalera, es decir, alguien estaba en el descanso de estas mismas.
Siendo aún más indiscreta, volví a acercarme al pasamanos, bajando la cabeza y encontrándome con la semejante escena que me hizo quedar atónita. Puedo jurar que la mujer gemía un nombre, mientras le acariciaba el cabello al hombre de traje... lo podía reconocer.
Kim.
A penas pude ver a la mujer, y me espanté más cuándo quise retroceder, chocando con mi propio pie como si fuese torpe, para caer en la grada. Los jadeos se detuvieron, me habían escuchado, estaba jodida. Me levanté rápido, subiendo con prisa las escaleras hasta llegar al piso al que tuve que ir desde el inicio.
Llegando, pude sentir como mi cabello empezaba a caer por mis hombros. Joder. Solía llevar recogido el cabello con el mítico palillo u horquilla largas, no puedo creer que al caerme este se desató. La mala suerte me perseguía desde que llegué a este sitio.
Abrí la puerta de golpe, sin recuperar aliento, fui hasta el salón 12 que mencionó Jiheon. Mi corazón se saldría de mi cuerpo en cualquier instante. Con la ayuda de mi mano, ordené un poco mi cabello, y para mi mala suerte lo tenía sucio.
Me adentré en aquel salón, donde había mucho ruido, luces y personas. Recuperé un poco de aliento mientras observaba todo el escenario a lo lejos. Decidí acercarme un poco, escabulléndome entre los que también venían. Por lo visto, justo ahora habían empezado a grabar alguna escena.
La cámara grababa al hombre que lucía tan natural en medio del fondo negro. Este llevaba una camisa blanca, que se adornaba con los tirantes para pantalones, dichos pantalones eran de tela y negros. Se sentía una aura elegante en lo que querían mostrar. El modelo caminó lento y con un gran porte hasta una mesa, donde se sentó en el banquillo que había, alzó su mano.
—¿Cuál es su color favorito?
Dijo a a la mujer que actuaba de bartender.
—Granate oscuro.
Me acerqué más, para escuchar con claridad. Estuve al lado de una gran mesa, donde por lo visto estaba el vino que se promocionaba y varios papeles. Tomé la botella de vino entre mis manos, observando que decía Primitivo di Manduria, Sessantanni Old Vines, en su etiqueta, lo que me pareció raro, ya que el modelo, mientras actuaba, mencionaba sobre sus sabores que más le envolvían, uno de ellos era la frambuesa y la manzana.
Había un error.
Saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón, para buscar sobre el vino. Y como lo sabía, en realidad, este sessantanni no llevaba tan siquiera manzana, era imposible. El comercial iba a semejar el gusto que tenía el modelo por su vino favorito, comparándolo con los labios rojizos que hicieron ver de la chica. Pero de igual, no encontraba el punto favorecedor que llamaría a las personas a comprar el vino.
—¡Corte! Park, después de que bebas la copa, antes de levantarte ponte el sobrero.
Alcé mi vista, prestando atención a lo que pasaba. Claro, estaba que debía mencionar sobre el error, más cuándo el diálogo estaba mal, si el comercial resultaba desalentador, ese no sería mi problema.
Fui hasta el director que se encargaba del rodaje, quería mencionarle que se detuviera por unos segundos.
—¿Es usted el encargado?
Dije, esperando a que el hombre me prestara atención.
—¿Usted es?
Me miró con desdén, casi sin ganas de verme, mientras seguía dando instrucciones a quién sostenía el micrófono.
—Soy una enóloga de esta empresa, e ingeniera agrícola. Me gustaría saber quién dio la orden del rodaje del comercial, ya que hay un par de errores.
El hombre se quitó sus gafas, viéndome con más atención y desagrado.
—Usted no tiene nada que ver con el marketing de esta empresa, así que sería mejor que no se entrometa. El director de marketing ordenó esto, y no hay nadie que mande más que él.
Ignorándome, se acomodó en su silla, viendo como el modelo le hacían un par de retoques. Vacilé un momento sobre lo que debería hacer, hasta que vi a un chico a lo lejos, también observando el rodaje, con una libreta en sus manos. Me acerqué, dándome cuenta de inmediato que era un supervisor.
—¿Lo que tienes en tus manos, tiene que ver con el rodaje?
Hablé al chico, quien me miró de prisa. Asintió, siendo un poco más amable que el resto.
—¿Usted es la ingeniera Lee Saerom, no? Es muy conocida.
—Lo sé. Pero, quisiera saber si tú eres el supervisor del rodaje, entonces has de tener conocimiento sobre el vino que se promociona.
Miró la libreta de sus manos, y me la mostró.
—Sí. Todo está aquí. El director Kim me lo devolvió después de revisarlo y aprobarlo.
Así que el jovencito era el encargado de todo literalmente. El error fue de ambos, más de Kim, al no prestar su debida atención. Yo lo advertí, y aunque no es de mi incumbencia, si algo sale mal en el trabajo, perjudica a los demás.
Suspiré, tomando fuerzas para meterme a la boca del lobo. Dejé al joven atrás, caminando hasta el modelo. Escuché un par de quejidos y el famoso corte.
—¡Lo lamento! —Chillé, para que me escucharan— ¡Hay un error en el diálogo, cuándo se está describiendo el sabor!
—¡Salga de en medio!, ¡Le dije que no se entrometiera!
Dijo, levantándose de su silla. Todos estaban medianamente enfadados. Miré hasta donde estaba el modelo, me acerqué y tomé el vino que yacía a su costado.
—¡Este vino, el Sessantanni Old Vines Primitivo di Manduria, un tinto pullés, no tiene ni olor ni sabor de frambuesas o manzanas! ¡En cambio, se debería resaltar sus verdaderas virtudes!
Los murmullos se hicieron presentes y vi al joven acercarse a mí.
—Ingeniera Lee, ¿de qué habla?
Miré el vino en mis manos, y volví al modelo, quien tenía una copa también, donde apenas había rastro del vino. Lo tomé para llevarlo hasta mi nariz y olerlo.
—Fruta carnosa y suculenta, como moras, guindas. —Sin importarme poco, bebí aquel poco que quedaba en la copa— Especias y maderas dulces, como cacao, pimentón dulce... y otros ingredientes que con obviedad no distingo. Hablar de que al modelo le gustan un color y una fruta no resalta el verdadero valor de este vino especial.
El joven abrió su libreta, revisando por lo visto toda la información. Me la mostró, era evidente que cometió un error al investigar y lo dejaron por alto. Las cosas se debían hacer bien.
Al menos, agradecía que mi destreza les cautivó poco para que el director se alejara a hablar con un par de personas de su alrededor.
—No tenía idea de esto. Si el director Kim se entera me gritará en todos los idiomas posibles y me echará.
Puse atención al joven, que ni siquiera pregunté su nombre. Parecía preocupado, vaya que sí.
—No es solo tu culpa... espera, ¿Cómo te llamas?
—Soy Yeon...
—¿Qué sucede aquí?
Todos los del lugar se enfocaron al dueño de la voz que había ingresado al recinto. Se trataba del imbécil de Kim, que fue donde el director. Me quedé parada, junto al joven Yeon mirando como hablaban, y me señalaban. Sentí un escalofrío recorrer por mi cuerpo al sentir su mirada sobre mí, por qué pude recordar que hace unos minutos estaba teniendo sexo en las escaleras con una mujer.
—Ingeniera Lee, viene hacia nosotros.
Escuché en un susurro.
—Todo estará bien, no tienes de que preocuparte Yeon.
Le miré de reojo, y pude recordar la de escenas que existían en mi historial familiar, cuándo mi madre venía hacia mi hermano y yo para regañarnos cuándo hacíamos alguna travesura. Es diferente, por qué este hombre era un loco demente.
—¿Quién diablos te dio permiso de detener un rodaje cuándo ni siquiera te incumbe?
Suspiré, viendo la forma en la que su cabello estaba mal peinado.
—Me incumbe en el momento en que afecta a la empresa. Se debe revisar detenidamente los informes cuándo haya un proyecto. Por poco podríamos decir que promocionan un vino que no es, por los...
—Tú no sabes nada.
Interrumpió.
—Señor Kim, en realidad sí hay un error.
—¿De qué hablas Yeonjun?
No me sentía bien dejando que atacara al pobre chico, por más que fuese culpable.
—Escuche una cosa director Kim. Como enóloga de esta empresa, y conocedora de los vinos, le puedo decir que la investigación que se hizo sobre el Sessantanni es incorrecta. Los atributos no son de este vino, se debe cambiar de inmediato, solo es eso. Tampoco se debe armar un gran escándalo.
Su mirada pasaba de la mía, a la de Yeonjun. Nos odiaba por alguna razón, que no acaba de comprender por qué esto era de ayuda, le beneficiaba hasta a él, ya que si esto fuera lanzado, estaríamos en problemas.
>>> —Haz lo que quieras. Yo hice mi trabajo de informar del descuido. Además, lo confirmé con solo oliendo el poco vino que tenía la copa del modelo, una virtud que cualquier enólogo debería tener, ¿no cree?
Sonreí. Tal vez me metí en su camino, pero ese también me pertenecía y lo iba a salvar de alguna cagada. Tomé la mano de Yeonjun, para que saliéramos de ahí, sería bueno que no se quedara con ese hombre que reventaría en cualquier momento.
No debí bajar, eso hubiese sido mejor.
—Sabía que usted era una increíble ingeniera, pero no tanto.
Existían cumplidos que me llegaban al corazón, por qué sonaban tan sinceros. Los de mi hermano solían ser así. Podría decir que a Yeonjun lo adoptaría como hermano por ahora, me caía bien.
—Gracias Yeonjun. ¿Llevas mucho tiempo trabajando aquí?
—Bueno, desde que cumplí los 20, más o menos hace tres años. Soy del departamento de marketing.
Sonreí, sabiendo lo difícil que pudo ser para mí cuando entré también a mi primera empresa. Pero son diferentes carreras.
—Cualquier cosa, puedes contar conmigo.
Sonrió, siendo tan pequeño a la vez. Echaba de menos a mi tonto hermano la verdad. Iba a despedirme, pero justo miré al brusco de Kim salir de la sala, buscándonos con la mirada y al encontrarnos, vino hacia nosotros.
—No voy a agradecerte por esto.
YeonJun hizo una reverencia, para despedirse. Supongo que Kim se refería a lo que ocurrió hace unos minutos. Era claro que tenía razón, y a pesar de que ese no era el punto, no necesitaba tampoco que me agradeciera, ya que era mi trabajo.
Quise ignorarlo, no tenía necesidad de ponerme a discutir, así que simplemente traté de hacer lo mismo que Yeon, pero este se puso enfrente de mí, impidiendo que pasara.
—¿Qué quiere ahora?
Bajé mi mirada, encontrándome con su mano en un puño y dándome cuanta que sostenía mi horquilla plateada.
—Pudiste haber hecho bien, pero no vuelvas a meterte en mis asuntos. El departamento de marketing no es tu responsabilidad.
—Tiene razón, no es mi responsabilidad, es la suya. Así que, hágase cargo de sus obligaciones de manera correcta, por qué esta es la primera y última vez que arreglo un error suyo.
Bufó, llamando mi atención a que viera sus ojos. No puedo describir como eran, no era buena para eso. Lo único que sé, es que me caía tan mal, podría escupirle, es sus estúpidos zapatos perfectos que lucía con tanto orgullo como la persona arrogante que era.
Fruncí mis labios, sabiendo que lo mejor sería que me fuera de ahí, para no seguir soportando esa situación.
Me hice a un lado, ignorando su cuerpo, pero justo cuándo le di la espalda, escuché su voz.
—Espero logres dar un paso seguro sin caer en el mismo infierno.
Fui directo al ascensor, ignorándolo.
Aquí el único infierno era él. Debía alejarme lo más que pudiera, estaba siendo repulsivo el ambiente, lo que no quería. Necesito concentrarme en mis asuntos, esta vez sin entrometerme aunque me afecte. Tanto respeto le tienen a ese patán, que un día se darán cuenta de quién es verdad.
Me daba tanta repulsión, su cabello desordenado que luchan por cubrir sus ojos despiadados, la forma en la que quiere parecer tan correcto con un traje impecable, media sonrisa y tan... tan... idiota.
Arrugué mi nariz, deseando tener algo en mi mano para aplastarlo por la rabia que sentía. Inhalé y exhalé con fuerza antes de salir del ascensor, solo para espantarme al ver como las puertas se abrieron, alguien entraría.
Jung.
Nuestras miradas se encontraron, pero no hubo indicio de saludo, así que me inmuté en moverme.
Tragué saliva por el mareo en el que entraría. Solo estábamos él y yo en aquel espacio, y mi nariz inundada de su fragancia casi refrescante que me hizo sentirme confusa por comparar aquello como algo suave y tranquilo.
Será mejor que el ascensor sé dé prisa, tengo que llegar pronto a mi oficina para empezar con el guion de la charla que daré este jueves. Pensando en ello, según las instrucciones, no era obligatorio, pero sí conveniente que otro enólogo me acompañara a esa charla con los consumidores en la bodega.
¿Otro enólogo? Literalmente solo he cruzado palabras con los dos que más me odian.
Las puertas se abrieron, y decidí salir de primero. Mientras más me acercaba al pasillo donde estaba mi oficina, pude fijarme en como había un grupo de personas en medio. Pasaría por ahí de igual manera, así que no los esquivé, teniendo en cuenta la presencia de Jiheon que llamó mi atención.
—¡Ingeniera Lee!
Los demás se giraron, viendo como estaba ahí. Por mi parte, hice una reverencia. Se trataba de dos secretarias y de la misma Nayeon.
—¿Sucede algo?
Miré a Jiheon, esperando respuesta, pero, en cambio, Nayeon se adelantó.
—Sí. El encargado de la bodega ha mencionado que la cantidad de personas que llegarán el día jueves a la charla informativa, incrementó. Así que, además de un agrónomo, necesitan a dos enólogos más.
—Tengo entendido que solo sería a uno, ya que también cuánto como un enólogo.
Respondí, confusa y más cuándo Jung de pronto se colocó al lado mío.
—Lo que está tratando de decir Im, es que necesitan a otro enólogo más. Uno de esos seré yo.
Le miré. Joder y más joder. Preferiría ponerme de acuerdo en lo que diré con otra persona con la que no cruzo palabras, que con alguien que no dice ni buenos días.
Fruncí mi entrecejo, viendo como la secretaria de Nayeon le entregaba una carpeta a esta misma, quien la alzó pronto hacia mí.
—Jung tiene razón. Toma, son los papeles con información general y adicional necesario para la reunión. Compártela. Además, la hoja de cálculo que me enviaste, está perfecta.
Tomé la carpeta, pegándola a mi pecho y viendo como esta misma se iba, junto a las demás, quedando nada más Jiheon. Bueno, no puedo renegar porque es mi trabajo y al menos se me avisó antes de que iniciara el guion. Me gusta tener todo en orden, por otro lado, no tengo ni idea que hacer con este tipo.
—¿Puso en marcha la sinopsis?
Alcé mi cabeza para verlo. ¿Acaso me hablaba a mí? Oh.
—No. Tengo una idea por ahora, pero...
—Ok. Cuándo lo tenga hecho, mándemelo por correo y lo revisaré.
Al menos le interesaba. Pero, se lo enviaría porque debía hacerlo, no para que lo corrigiera. Sé que lo haré perfecta, mi redacción siempre es pulcra y digna de halagos.
—Necesitará otra revisión, claro, la mía.
Me di la vuelta, solo para encontrarme con el idiota de Kim. Este hombre hará que pierda mi cordura y mi total estabilidad.
•
—Herbst
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