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001.

Lee Saerom

Necesitaba una valeriana, o cinco.

A penas pude prestar atención a la pequeña conferencia, nadie podría hacerlo si había un tipo enfrente de mí, encendiendo mi ira. No recordaba que podía enfadarme de tal manera, a pesar de que tuviera el completo control sobre mi boca aún, y no quería sobrepasarme, era consciente de que este era mi lugar de trabajo e iba a respetarlo lo mejor que pudiese.

Me despedí de un par de personas que se acercaron a mí, pero solo quería regresar a mi oficina y trabajar. Salí del salón, dispuesta a llegar, y no quería interrupciones, y no las tuve gracias al cielo.

Miré a Jiheon, centrada en unos papeles y fui hasta ella.

—Baek, perdona —Alzó la vista, atenta— ¿Podrías traerme una valeriana? Sé que no es tu trabajo, pero la necesito y tengo trabajo.

—Por su puesto ingeniera, para eso estoy yo aquí.

Sonrió, levantándose y yendo hacia la cafetería del piso. Me sentía un poco mal, esta era la segunda vez que le pedía estos favores, pero es que me había prometido que ella solo se encargaría de papeleo.

Me adentré a la oficina, yendo directamente a mi escritorio, pero me detuve en seco, trayendo la imagen del cretino, mientras me sonreía ladino en medio de la reunión, mofándose en mi cara. Nunca me había pasado esto, ¿quería joderme la vida?

Inhalé y exhalé tan fuerte como pude, para que la ira no me controlara, yo no era así. Alisé con cuidado la falda de mi vestido, acomodé el cinturón y justo escuché la puerta abrirse después de le dije que se adentrara.

—Escucha Jiheon, recuérdame investigar sobre ese tipo. —Me giré, para verla, pero no era ella, en cambio, era un hombre... que si lo reconozco, era el mismo que dio la conferencia hoy, Jung. — Hola.

Musité, apenada. Hice una pequeña reverencia.

—Disculpe por haber entrado de esta manera, la secretaria Baek mencionó que estaba en su oficina. Soy Jung Hoseok.

Él mismo. Lo conocía. Habían veces en que lo he visto en el mismo ascensor que yo, pero ni siquiera cruzaba mirada conmigo o me hablaba. Cuándo le pedí a Jiheon que investigara sobre él, salieron maravillas.

—Sí, lo sé. Un gusto. ¿Le puedo ayudar en algo?

—Olvidó los archivos que dejé para todos los que estuvieron en la reunión. Se los traigo yo personalmente, ya que todos desaparecieron y mi secretaria está haciendo otro pendiente.

Los tomé, y pude apreciar que eran bastantes páginas, lo que me tocaría leer esta noche, todo por no prestar atención también.

Quise sentir que el hombre sería más amable que el cretino u otros, pero... no lo sé, no conocer a alguien, es confuso. Con su gesto serio, sin despedirse, salió de mi oficina, chocando con Jiheon en la salida. Solo me quedó arrugar mi rostro, analizando como la empresa era famosa por la familiaridad a los clientes, pero tan bastardos entre ellos.

Jiheon estaba a punto de dejar la valeriana en mi escritorio, pero la detuve y tomé la taza, devolviéndole a ella los archivos.

—¿Qué es esto?

—Todo lo que se habló en la reunión.

Dije después de tomar un trago.

—Es extraño que el ingeniero Jung le trajese esto —La miré— Es que, ya se lo dije ese día, los ingenieros enólogos que están en este piso, respetan mucho al ingeniero, es un hombre increíble en su trabajo, a demás de ser vicedirector de marketing.

—Ya lo sé, pero eso no le da derecho de ser arrogante. Puede tener un par de años más que yo, pero también sé las mismas cosas que él, no lo hace distinto.

Solté. Fui a mi escritorio, para sentarme. Cerré mis ojos, esperando que el té hiciera efecto.

—Espero que cuando se encuentre con el director de marketing, no le vaya tan mal, ese es peor.

—No he escuchado sobre él.

—Una vez le dije que esos dos se volverían a encontrar pronto después de su viaje, son enemigos a muerte, compiten por ser de los mejores. El señor Jung Hoseok y Kim Taehyung. Uh, hasta sus nombres imponen, y son tan atractivos.

Abrí mis ojos, teniendo el techo a la vista y sabiendo que la ira volvería a mí. Necesitaba calmarme, ¿Esos dos acaso son con los que deberé competir? Joder.

Llevé mi mano al tabique de mi nariz, sobándolo y tratando de no caer en la locura.

—Jiheon, solo llevo un mes aquí, y creo que uno de esos es mi enemigo.

—¿Qué?

Negué, sabiendo que si me alejaba y movía mis cartas por mí misma, todo estaría bien. Tenía que solo hacer mi trabajo, enfocarme en ello, nada más, para conseguir todo lo que soñé, aunque me costase.





Llegué con un poco de prisa a la empresa, ya que el día de hoy tenía una reunión con los representantes de la marca famosa de vinos Black Stallion. Desde hace un mes, trato con ellos, literalmente, fueron mis primeros clientes oficiales. Hemos concertado dos citas, en las cuales hablamos de las empresas donde trabajamos, sobre los vinos que se producen -los que se comercializan-, además de hablar sobre la posible expansión.

En nuestra anterior reunión, encontramos buena idea formar un pequeño acuerdo, donde nosotros promocionemos sus vinos en el país, dando más visibilidad, claro, debíamos mencionar otros puntos, por eso decidimos vernos hoy, en el restaurante donde quedamos siempre.

Después de esperar un par de minutos por el ascensor, al fin las puertas se abrieron, dejándome pasar. Marqué el número 9, y justo vi como no se cerraron las puertas, ya que alguien lo detuvo. Kim Taehyung.

—Buenos días.

Al darse cuenta de que era yo, solo escuché un pequeño bufido.

—Buenos días.

Respondí, sin importancia alguna.

Si lo pienso bien, podría plantearle la idea a Black Stallion, sobre ir a visitar una tierra que pertenecía a la empresa, para saber que les parecía y para su próxima cosecha, trajeran sus uvas aquí.

Tomé mi bolso, para sacar mi tablet. La prendí y fui directamente a notas, y apunté un par de cosas, hasta darme cuenta de que las puertas se abrieron, saliendo primero el tipo de traje negro, tan altanero.

Salí, yendo directamente a mi oficina.

—Buenos días, Jiheon.

Saludé mientras me acercaba. Jiheon al escuchar mi voz, se levantó para hacer una reverencia, pero hice que se volviera a sentar.

—Ingeniera Lee. La reunión se adelantó.

—¿Qué?

—Sí, pero por qué se cambió de lugar. —La miré confusa, sin entender absolutamente nada. — La reunión es en 6 minutos exactos, en la cafetería de la empresa.

—¿Aquí? —afirmó—. Esto es increíble. Tuvieron que avisarme antes, no 6 malditos minutos antes, que irresponsabilidad.

—No fueron ellos. Por lo que tengo entendido fue otra persona. Es mejor que se marche ya.

Refunfuñé, confusa. Entré a mi oficina, para dejar mi bolso y recoger unos papeles que había dejado anoche, junto a mi tablet. Me despedí de Jiheon, indicándole que si alguien pasaba por ahí, que me dejara los papeles con ella.

Me dirigí hasta la cafetería, donde había estado solo un par de veces. Sigue sin entrarme en la cabeza que hayan cambiado el sitio de la cita, no tiene sentido, además que yo soy quien la organizó, y debía saberlo de antemano.

El espacio estaba casi vacío, normal, ya que era la primera hora de la mañana donde los empleados a penas vienen llegando. Busqué con mi mirada, hasta ver una mesa al fondo con 3 personas... una de más.

¿Qué demonios hacia Kim ahí?

Apreté los papeles que tenía en mi mano, un tanto enfadada y comprendiendo de inmediato que el tenía que ver con el cambio de lugar. Fui hasta donde ellos, y al estar justo detrás, carraspeé mi garganta llamando su atención.

—¡Ingeniera Lee!, buenos días.

Dijo uno de los representantes, Stewart. Por mi parte, le saludé extendiendo mi mano, al igual que con Morales, quien me miraba con una amplia sonrisa.

—Lamento que llegase unos segundos tarde. Mi ayudante mencionó que se había adelantado la reunión.

Comenté.

—No hay problema. Tomemos asiento, que el director Kim nos explicaba un par de cosas.

Jodido, entiendo. Como íbamos a hablar sobre un tema de marketing, el despabilado metió sus narices. Mi trabajo no era sobre el marketing, pero había una explicación para que yo fuese intermediara.

Por desgracia, me senté justo al lado de Kim, viendo a los próximos clientes. Mientras encendía mi tablet, escuchaba como el altanero hablaba sin parar sobre campañas que tenía listas, y es que parecía que estaba más que al tanto de la situación.

Morales explicó que quería hacer una pequeña campaña promocional de su nuevo catálogo de vinos, que nuestra empresa interviniera y que estaban dispuestos a echarle un vistazo a nuestras tierras.

—Señor Morales, me agrada el hecho de que esté tan interesado en ese tema, pero supuse que solo se trataba del anuncio.

Alcé mi cabeza, escuchando al altanero.

—Bueno, hemos estado hablando con la ingeniera Lee, es ella con la que hablamos sobre el tema.

Mencionó Stewart, confuso. Suspiré, tratando de intervenir en la conversación.

—Por supuesto. Estaría bien seguir hablando sobre la marcha, para que se firme el acuerdo, papeles de derechos, de confidencialidad y de otros. Por ahora, podemos definir los puntos que estarán en los documentos, así...

—Antes de firmar, se debe hablar sobre las condiciones de acuerdo.

Interrumpió Kim. Le miré, sin entender por qué carajos tenía que meterse, ya había hecho mucho con estar aquí, cuándo no eran sus clientes.

—Lo lamento, en ningún momento he dicho que ellos tengan que firmar. Tenemos mucho de que hablar hasta mi siguiente reunión, además de poner otra cita para llevarlos a nuestro viñedo.

Solté un pequeño suspiró después de decir aquello, anhelando que se quedase callado. Por mi parte, tomé la carpeta de papeles que traje, para ponerla frente a ellos.

—¿No tienes para mí?

Escuché en un susurro, que hizo que le mirase de reojo, para ignorarle luego.

—Les enviaré un correo con los datos necesarios de la campaña, para que no sea alterado algo del producto.

Morales cerró la carpeta, junto con una gran sonrisa en su rostro, dispuesto a decir algo, hasta que en la cabeza pequeña del altanero se le ocurrió intervenir.

—Ingeniera Lee, creo que ese correo lo enviará alguien del departamento de marketing, o yo, que soy el director.

Fruncí mi entrecejo. Realmente estaba haciendo sentir incómodos a los clientes, debía detenerse ya y dejar la estúpida rivalidad a un lado. Mi mano se formó en un puño, que estaba dispuesta a dejarlo caer en su rostro.

—Eso podemos discutirlo luego, director.

Musité, rogando que se callara de una jodida vez, pero simplemente hizo que Morales y Stewart se levantaran.

—Creo que será mejor que regresemos en otro momento.

Literalmente, no me dejaron momento para opinar que empezaron a ir, carajo. Este tipo me había arruinado todo. Hubiese agradecido que no supiese hablar en inglés, para que yo controlara la situación y este simple se mantuviese en silencio.

Gruñí en lo bajo, saliendo de ahí para llegar donde los señores.

—Lo lamento tanto, Morales y Stewart.

Se giraron.

—Oh Lee, por lo que vemos tienes un par problemitas con ese señor. Te aconsejamos que trates de llevarlo bien, y te pongas en contacto con nosotros.

—Preferimos hacer el acuerdo contigo, ese hombre no nos inspira confianza.

Asentí, dándoles mi palabra de que yo estaría al tanto de todo. No iba a permitir que una marca como Black Stallion se llevase una mala imagen de mí, claro que no. Su enólogo era uno de los mejores, y había podido hablar con él. Existía una relación laboral, que podía hacer que la empresa reconociera mi trabajo, así que Taehyung no me jodería más.

—¿Qué cree que hace?

O tal vez sí. Dejé de ver a los señores irse, solo para girarme y encontrarme con él.

—No sé de lo que habla.

Respondí, sin atención, yendo hacia la mesa a la que estábamos para tomar mis cosas.

—Soy el director de marketing, el mejor enólogo de la empresa, tenía el deber de atender a esos representantes.

—Pero eso no le tiene que importar a usted, ya que la CEO de la empresa me puso al mando, y no al supuesto mejor enólogo. Debería morderse la lengua antes de ir lanzando veneno, ocúpese de sus asuntos.

Me detuve enfrente de él antes de dirigirme a la puerta de las escaleras. No estaba dispuesta a compartir ascensor con él de nuevo. Dándole una última mi mirada, empecé a alejarme.

Black Stallion era una empresa de vino, estadunidense. Ya conocía a los representantes de antes, ya que vinieron un par de veces a mi empresa en Australia, me enseñaron muchas cosas y conocí a su enólogo, quien me dio consejos y aproveche mucho. Recuerdo que solía decir que siempre debía existir el mismo objetivo "Crear un vino perfecto y armonioso que capture la mejor expresión varietal de las cosechas."

Siempre lo tenía en mente cuándo debía controlar los vinos o incluso, cuándo revisaba las tierras donde estaría la siembra. Tener un buen control era fundamental, y tener la cabeza centrada por conseguir lo mejor siempre.

Marketing no era mi trabajo, pero tenía conocimiento del tema, así que saldría bien.

Abrí la puerta de las escaleras. Subí las primeras hasta llegar al siguiente piso, hasta que me detuve por el ruido de unos zapatos y ver a Kim perseguirme.

—¿Por qué no me deja en paz?

Cuestioné, aun caminando para subir las siguientes escaleras, pero este me tomó de mi brazo.

—Escucha una cosa Lee Saerom —Quedé inmóvil en cuánto lo escuché. Tragué saliva, viendo la forma en la que acercaba su rostro al mío— No te vuelvas a meter en mi camino, te lo dije el día que nos conocimos. No te creas el centro del mundo, por qué eres la supuesta nueva, no eres nadie.

Di un par de pasos hacia atrás, con una sonrisa en el rostro.

—No había conocido a una persona tan asustadiza como usted, señor Kim —Coloqué mis cosas contra mi pecho y quité cualquier sonrisa de mi rostro, para verle seria—. No se atreva a volver a ponerme un dedo encima, y que le quede claro, si me vuelve a insultar, se lo devolveré.

Mencioné. Qué tipo más arrogante y asqueroso, en serio. Era capaz de llamarle nadie a alguien solo por qué literal alguien había querido mi atención antes que la de él. Fui hasta la escalera, tomando la barandilla, pero me detuve al escucharle hablar.

Lo miré, como solo parpadeaba con tranquilidad, con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, su cabello ahora más liso cubriendo su frente, dándome cuenta de que su rostro me daba coraje.

—Lee, si vuelves a joderme otro negocio, te juro que me las pagarás.

Bufé, sin prestarle atención, subiendo las escaleras y dejándole ahí.

Sentía mi cuerpo tan caliente que estallaría si me volvían a molestar. ¿Quién carajos se creía para amenazarme? Si pudiese, ahí mismo le hubiese dado un puñetazo. Que rabia.

Había llegado hasta mi piso, que apenas me percaté. A penas pude responder a Jiheon, quien pude escuchar que entró luego de mí a la oficina. Fui hasta mi silla detrás del escritorio, hundiendo mi cuerpo en esa, viendo fijamente a la pantalla negra del computador.

—¿Ingeniera Lee? ¿Ocurrió algo?

—Jiheon —Susurré— Necesito que me traigas todo lo que sepas del director de marketing, hasta su comida favorita.

Llevé mi mano a mí labios, para poder morder mi uña, sin fuerza para no romperla.
No sé qué es lo que se pensaba ese tipo, o si era una costumbre joderle la vida a sus compañeras de trabajo, por qué yo sería la excepción. Si Kim quería guerra, no me quedaría con los brazos cruzados y haría que se arrepintiera hasta de su nacimiento.

Tenía un objetivo, y así como dijo él. Si se mete en mi camino, uno de los dos acabaría terriblemente mal.







Sentía mis ojos pesados y pronto podría sacar una mantita y acostarme en el suelo. Odiaba los ascensores de este sitio, siempre estaban ocupados, hasta a la hora de salida.

Después de un par de segundos, las puertas se abrieron y cuándo estaba a punto de entrar, alguien parecía tener más prisa, ya que ingresó antes. Parpadee, viendo que se trataba del enólogo Jung. No le di importancia y me adentré también.

Tenía mucha hambre, justo ahora tenía ganas de los pasteles de carne que hacía mi abuelo. Sentí mi estómago rugir, pero al menos no se escuchó nada gracias a la vibración de mi móvil. Lo saqué de mi bolso, solo para ver el nombre de Chris en la pantalla.

—Dime

No me llamaste esta mañana.

Escuché que dijo a través de mi móvil. Lo había olvidado, debía hacerlo, pero he tenido tantas cosas en la cabeza, que lo único que he hecho es revisar papeles y leer el informe de Jiheon.

—Ahora estoy en el ascensor y apenas hay cobertura, cuándo esté en casa te llamaré, debo contarte un par de cosas de un tipo insoportable.

No pude oír bien lo que respondió, así que solo finalicé la llamada. Acomodé mi bolso en mi hombro, soltando un suspiro disimulando un bostezo. Las puertas se abrieron y estaba más que dispuesta a salir, hasta que el maleducado ese estuvo a punto de tirarme por pasar como si nada. ¿Qué diablos le pasaba a todos en esta empresa?

—Mucho alardeo y poca educación.

Dije, con la mínima intención entre que escuchara y que no. Pero, lo oyó en el momento en que se detuvo, girando un poco para verme.

—Supongo que te referías a mí.

Asentí. Me acerqué más, cruzándome de brazos y siendo igual de indiferente que este.

—No entiendo por qué todos en esta empresa son tan antipáticos. ¿Les hace daño responder un saludo?

Bufé. Este me quedó viendo, sin inmutarse en absoluto.

—Todos los que se hacen llamar enólogos en esta empresa, no importa el sexo, ni edad, son rivales para mí.

Vaya que era un tipo lleno de sorpresas estúpidas. Si hago una escala, no sé quién me cae peor, si Jung o Kim, aunque este parece un tanto decente.

—No tiene nada que ver.

Pude fijarme en como sus ojos parecían caídos, y tal vez no lo conocía de antes, pero podría jurarme que estaba bastante delgado, pero no le quitaba el pequeño atractivo que transmitía por su seriedad.

No es por nada, pero tampoco estaría mal acercarme aunque sea alguien. No hablar con nadie era un poco cansado, y Jiheon era una gran aliada, pero sentía que había algo que nos separaba. Al menos, debería poder entablar una conversación con otra personas, si este era un idiota.

—Tampoco me beneficia responder. Limítate a hacer solo tu trabajo, yo haré el mío sin importarme que una linda chica que llegó hace nada alardeando de conocimientos me perturbe.

Al terminar su genuina respuesta, se giró y fue directo a la puerta, saliendo de la empresa. Lo seguí con la mirada, enfocándome nada más en el hecho de que me llamó "Linda". Parecía un bipolar o algo así.

Era un tipo tan enfocado en lo suyo, pero por alguna razón quería saber más de él. Podría decirle a Jiheon que me hablara más de Jung y dejar de lado al estúpido de Kim, oh... ni siquiera quiero recordarlo.

Kim Taehyung, maldito altanero. 

—Herbst

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