Capítulo 6. Vínculos.
—Eso crees. Claro que puedo hacer algo, pero primero debo saber que están dispuestos a dar a cambio.
Todos en la habitación estaban confundidos, pero esta confusión solo aumentaba la emoción de los quintillizos. Parecía que los quintillizos aceptarían sin dudar, sin embargo, antes de que dijeran algo, el hermano más sensato cuestionó la oferta.
—¿Qué cosa pides a cambio? —Preguntó Eric.
—Oye, que impolta lo- e- ida. Pa-ece que e-te u-eto pue-cer al-go po-zuki. —Expresó Juan mientras masticaba la comida.
—Primero que nada, Traga antes de hablar, casi no se te entendió nada. —Cuando Eric dijo esto Juan tragó y le sacó la lengua a Eric en forma de burla—. Segundo. Antes de dar algo a lo imbécil, me gustaría saber que ganancia obtendré.
—¿Nunca dejas que tus emociones te guíen o sí?, joven Eric. —Cuestionó Yami.
—Cualquier cosa que estos idiotas propongan, aún y siendo lo más idiota que pueda ser, lo haré sin dudar. Con usted es diferente, debo de analizar tanto las ganancias como los riesgos del trato en cuestión.
—Maravilloso. Se nota que eres el hermano mayor. Escuchen, ya saben la condición de la chica, para evitar el dolor deberá de estar sedada por al menos dos semanas.
—¡¿2 semanas?! Eso es demasiado. —Interrumpió Juan.
— Exacto. ¿Qué pasará con el examen? —Preguntó Raúl.
—Sencillo... Ella será dada de baja. Al no realizar el examen ella quedará fuera por inasistencia... Si no mal recuerdo en su familia se respeta a aquellos que logran convertirse en cazadores mágicos. Un título que se otorga a aquellos que pasan a segundo año. —Respondió Yami.
Un ambiente de culpa se esparció por toda la habitación, mientras que los quintillizos agachaban la cabeza. Pasaron varios minutos y nadie respondía, todos miraban a la nada buscando consuelo de sus preocupaciones.
—Muy bien, me reti...
—Acepto. —Comentó Fernando.
—¿...? ¿Aceptas? Ni siquiera has escuchado el precio.
—No importa el precio cuando ella luchó sin esperar nada. Así que yo también acepto —Comentó Raúl con seriedad.
—Pues yo desde el principio acepte, pero por si las dudas. Acepto. —Comentó Juan mientras miraba a David.
—Cielos. Que fastidioso... pero si ya la mayoría aceptó, pues hagámoslo. —Comentó David.
—¿Enserio aceptan así de rápido? —Comentó confuso Yami.
—¿Qué esperabas? Cuando mencioné idiotas, no lo hice como insulto. Los llamo así porque los lazos que hemos formado nos da la libertad de llamarnos de esa manera, digamos que es de cariño. Además, cuando dije que haría cualquier cosa por aquellos idiotas, no solo me refería a mis hermanos. Suzuki fue una idiota al pelear por personas como nosotros, pero gracias a eso se ganó el aprecio de los cinco. Ahora ella es de nuestro grupo, una amiga, y nosotros hacemos cualquier idiotez por nuestros amigos, así que acepto.
El confiado profesor no esperaba este tipo de reacción en los herederos de una familia de alta categoría. Que alguien de la "realeza" quisiera formar un vínculo con una plebeya, que apenas acababan de conocer, es algo extraño. Sin embargo, Yami les dio el beneficio de la duda.
—Muy bien. Iniciemos con la técnica. Veamos...—Yami comenzó a mirar con detenimiento a cada quintillizo. —Oigan, esa marca que tienen en su mano, ¿Qué significan?
Los quintillizos no sabían que responder, al final de cuentas, nunca les interesó saber su significado, simplemente querían saber cómo borrarlos para regresar a su mundo. Al analizarlos con detenimiento, los quintillizos notaron que cada marca era de un color diferente, pero compartían una similitud. Cada marca era formada por un círculo, el cual era adornado por una especie de pétalos alrededor de la circunferencia, además de que la cantidad de pétalos variaba según el hermano. Otra cosa que los distinguía era una especie de símbolo dibujado dentro del círculo. Al instante Raúl reconoció aquellos símbolos.
—Confírmame esto, Eric. Estos símbolos son una especie de Mantra.
—Al parecer si, Raúl.
—¿Mantra? —Preguntó Juan.
—Mantra. Palabra sánscrita que se refiere a sonidos que supuestamente tienen algún poder psicológico o espiritual. —Respondió David.
—Tal parece que si tenían significado. Creo que eso puede servir. —Comentó Yami.
—¿A qué se refiere?
—Esas marcas quizás significan algo relacionado con su hermandad. Y eso puede ser un gran pago. Imagínense que una chica, de una familia de clase "plebeya", comparta una marca tan distintiva como las de ustedes. No hay nada más valioso en este mundo como la estima social, así que, si están dispuestos a hacer lo que sea por ella, rebajarlos de esa forma no debería ser problemático.
Quizás Yami esperaba una reacción más egoísta por los herederos Windsor, sin embargo, grande fue su sorpresa al escuchar las palabras de los quintillizos.
—Puf. Como si eso fuera importante. —Comentó Raúl.
—¿Eh? ¿Narcisismo? Nunca imaginé que hubiera algo más importante en el mundo que el propio capitalismo. —Cuestionó Juan.
—No puede ser, problemas de desigualdad. Me lleva, las clases sociales me dan ansiedad. —Comentó David mientras se cubría con las sabanas.
—Parece que esto se complicará cada vez más. —Susurró Eric con angustia.
—Oiga, señor profesor. Mientras usted habla de cosas sin sentido, Suzuki sigue sedada. Así que menos charla y más acción. —De forma arrogante comentó Fernando.
El Profesor Yami sonrió con satisfacción mientras pensaba «Parece que puedo confiar en ellos».
—Hmph. Comencemos entonces. Primero colóquense alrededor de la cama de la linda Suzuki. Después extiendan el brazo, en donde tienen la marca, encima de ella sin que llegue a tocarla. —Yami juntó las palmas, para luego recitar el hechizo—. Magia de sellado: "Vinculo de empatía."
Era muy extraño, las manos de Yami se comenzaron a iluminar con una luz muy cálida la cual quedó opacada cuando los colores de aquellas marcas, portadas por los hermanos, se desprendieron de sus manos y formaron en el aire una especie de esfera gelatinosa. Dicha esfera fue mezclando todos los colores hasta transformarse en una esfera color verde, dentro de ella, mediante una luz blanca, se dibujó un símbolo muy extraño y atrás de esta se podía apreciar unas líneas entre lazadas que dibujaban una estrella de seis picos.
Yami separó sus manos con delicadeza y esto ocasionó que la esfera se transformara en una especie de polvo verde, la cual cayó encima de Suzuki. Al caer, aquel polvo verde desapareció al tocar la piel de Suzuki, quien repentinamente fue iluminada por una luz que recorrió todo su cuerpo hasta detenerse en su mano derecha. En la mano derecha se dibujó una marca muy similar al de los quintillizos, esta marca era de forma circular color verde, que dentro de ella estaba dibujado la estrella de 6 picos con un mantra en medio, al igual que era decorado con 12 pétalos en la circunferencia.
—Eso es todo.
—P-pero ¿qué pasó? —Preguntó Fernando.
—Creé un vínculo mediante el sello. Dicho vinculo comparte los sentimientos de aquellos que estuvieron en el sellado... —Comentó Yami mientras se dirigía a la puerta—. Nos vemos después. Que tengan suerte en su examen.
—¡Espere! ¿Y Suzuki? ¿No se supone que haría algo por ella? —Preguntó Juan preocupado.
—Parece que eres el más cabeza dura de los cinco así que te explicaré con peras y manzanas. —Los demás hermanos estuvieron a punto de reír, pero se contuvieron la risa—. El sello comparte entre ustedes los sentimientos. A ella la agobia el sentimiento de dolor, así que repartí dicho dolor entre ustedes, reduciendo la intensidad y que sea más fácil de manejar.
—¿Eso es posible? —Cuestionó Raúl.
—Con la magia todo es posible. Lo aprenderás cuando pases el examen. Ahora si me disculpan, tengo cosas que hacer.
Los quintillizos se quedaron más tranquilos con las palabras del profesor. Ahora lo importante era que Suzuki descansara su cuerpo, y aunque ellos también debían de hacerlo, se enfocaron más en el examen próximo.
De un momento a otro, la puerta de la enfermería se abrió y de la nada, Sebastián saltó eufórico hacia los quintillizos, detrás de él venia Emma.
—¡¡Mis honorables y queridos amos!! Sentí como mi corazón estuvo a punto de detenerse cuando me dijeron que estaban en la enfermería después de una pelea. Pensé que habían dañado sus hermosos y finos rostros. —Sebastián abrazó a los quintillizos mientras lloraba y les acariciaba la cabeza.
—Oiga, deje de hacer ruido, una paciente se encuentra descansando. —Comentó Tanabe.
Rápidamente Sebastián la miró con disgusto y dijo de forma pretenciosa.
—¿Disculpe? ¿Acaso no sabe que ellos son los honorables y queridos amos? Usted debe de estar agradecida de haberlos tocado. Solo los mejores médicos han podido tocar a un linaje tan puro. Por ello los demás pacientes no importan, ¡solo importan mis honorables y queridos amos!
Al presenciar esa escena tan bochornosa, los quintillizos solo se encogieron de hombros e inclinaron la cabeza.
—Oye, Sebastián. Si no es mucha molestia podrías bajar la voz. —Susurró Eric.
—¡¡Claro que sí, mis honorables y queridos amos!!
Aquella incomodidad fue cortada por la acción tan inesperada de Emma. Repentinamente Emma golpeó a cada hermano en la cabeza provocándoles un gran chichón. Debido a la acción imprevista Sebastián cayó inconsciente al ver que Emma golpeó a sus amos.
—Esto es de parte de su madre. Pasé el recado sobre lo que pasó y después de preguntar sobre su salud por más de 2 hrs, finalizó con una orden para hacer esto. Tómenlo como una muestra de corrección materna. Hablé con el profesor que salió de la habitación y dijo que ya no era necesario quedarse, así que preferiría que descansaran en casa, mis queridos amos.
Aunque todavía estaban adoloridos por el golpe, los hermanos tenían su preocupación en otro aspecto. Emma se percató que los hermanos miraban a aquella chica en cama y preguntó sin expresión alguna.
—Queridos amos, no es necesario que se peleen por una chica, si quieren puedo hacer una invitación a las mejores candidatas de la nobleza. Y si ustedes lo desean pueden crear su propio harem.
—No era es es... ¿Enserio un harem? Digo, ella nos ayudó y pues ella necesita descansar. Nos gustaría estar con ella por un rato. —Comentó Juan.
—Pues no sé cómo podría descansar con estas camas tan incomodas. —Comentó David mientras acomodaba la almohada de la cama en donde había estado acostado.
—Él tiene razón. A decir verdad, las camas de nuestra casa son muy cómodas. —Comentó Eric mientras tenía su mano en la barbilla.
—Eso de ser el hermano mayor te está afectando demasiado, Eric. —Dijo Raúl mientras buscaba en las bolsas su comida.
—Emma, ¿podríamos llevar a Suzuki-san a nuestra casa para que descanse? —Preguntó Fernando.
Emma mantenía un semblante muy serio ante la petición de los hermanos, así que ellos no podían saber si Emma estaba a favor o en contra. Para tratar de convencer a Emma, los quintillizos la miraron como cachorros que miran con ternura a sus dueños. Sebastián apenas se estaba recuperando y en el momento en que se estaba poniendo de pie, fue deslumbrado por la ternura de los quintillizos, provocando que volviera a quedar inconsciente.
—Enfermera Tanabe, ¿podría darme el número telefónico de los familiares de la chica? —Rápidamente Tanabe sacó un pequeño papel con el número y se lo entregó a Emma—. Gracias, enfermera Tanabe. Preparen sus cosas, queridos amos. Trataré de convencer a la madre que deje ir a su hija inconsciente a la casa de cinco chicos que la miran de forma lasciva... Broma. —Comentó Emma con un rostro en completa seriedad.
—¡Al menos cambia el semblante cuando hagas eso! —Exclamó Fernando.
Emma se retiró de la habitación y después de un rato regresó con buenas noticias para los quintillizos. Al parecer la madre estaba en su trabajo sin poder salir y estaba muy preocupada, pero se alivió al saber que su hija sería cuidada por los miembros de una de las once familias. Después de darles la noticia, los quintillizos se veían felices y exhalaron de alivio.
Después de un tiempo, todos estaban en el carruaje cansados por el día que habían vivido. Emma estaba acariciando con suavidad la cabeza de Suzuki, la cual estaba durmiendo en el regazo de Emma. Algo interesante era que cada vez que Emma acariciaba a Suzuki, parte de su cansancio desaparecía y una hermosa sonrisa se dibujaba en el rostro de Suzuki. Los quintillizos miraron muy contentos, ya que al final esa alegría de Suzuki seguía intacta, también se veían aliviados porque sabían que ella no tendría que soportar tanto dolor. Aunque también se sentían muy inútiles por lo sucedido.
—No se preocupen, ella estará bien. Al final de cuentas será atendida por los mejores médicos cuando lleguemos.
—No es eso, Emma-chan. Se supone que tenemos poderes muy especiales, pero ni así logramos vencerlo. —Comentó Eric.
—Detesto admitirlo. Ese tipo estaba a otro nivel. —Dijo Raúl mientras sostenía con fuerza su Katana—. Fuimos derrotados en nuestra primera batalla. Eso es muy humillante.
—No tienen de que preocuparse. Sonará muy atrevido, pero la única forma de perfeccionar algo es mediante el entrenamiento. No importa si naciste con un talento. El esfuerzo y la constancia vence al talento natural.
—Eso es, Emma. Tú has estado más tiempo en este mundo que nosotros. Debes de tener al menos un par de consejos que nos pueda ayudar. —Comentó Juan.
—De ninguna manera, querido amo. No puedo compararme ante su fuerza. No estamos en la misma categoría.
—Emma, ¿crees que somos tontos? —Cuestionó Eric.
—Claro que no, querido amo.
—Mira, sabemos que no solo eres nuestra guía en este mundo. Eres nuestra cuidadora enviada por nuestra madre. He de creer que tienes la fuerza suficiente como para detenernos en cualquier momento, claro que solamente cuando nuestra vida corra extremo peligro. —Comentó Eric mientras los demás quintillizos lo miraban fijamente—. Así que no tienes por qué mentir. Debes de tener un poder extraordinario. Y tal vez podrías enseñarnos un par de trucos.
Emma miró fijamente a Eric, para después de pensarlo por un momento aceptar la petición.
—Está bien. Si ustedes me lo permiten. Mañana comenzaré a entrenarlos, pero solo para prepararlos para el examen. Después de eso les conseguiré un instructor adecuado. Al escuchar esto los quintillizos sonrieron, ya que habían conseguido lo que querían.
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Al día siguiente...
—(Cállense, la despertarán.)
—(¿Por qué mejor no te callas tú, Bik?)
—(Vaya, hasta que volviste a llamar a Juan de esa forma, Fernando.)
—(David tiene razón. Creo que desde que llegamos no había vuelto a llamarlo de esa manera... Oye, Eric, ¿dijo Emma que la despertáramos, pero ya llevamos más de 20 min observándola. ¿Eso no nos hace pervertidos?)
—(Tal vez, pero si nos vamos sin ella, Raúl, Emma nos golpeará. En modo entrenadora es muy despiadada. No entiendo como una chica tan tierna puede llegar a ser tan sádica.)
Después de varias horas inconsciente, Suzuki lentamente se fue despertando, al mismo tiempo podía escuchar algunos susurros de voces muy familiares que la rodeaban por completo. Se encontraba en cama descansando, acobijada por las más finas sabanas. Poco a poco Suzuki fue abriendo los ojos, y aunque borroso, parecía que veía quíntuple.
—(Esperen. Parece que ya está despertando.)
—(Si, si... Hey, Su-zu-kiiii. Suzuki)
«¿Do-dónde estoy?... Ellos... ¿ellos son?» Con mucha calma Suzuki analizó la situación en la que estaba. «Que extraño. Usé mucho poder mágico, así que entonces, ¿por qué no me siento tan adolorida? Además, me siento muy ligera y cómoda. Pareciera... Pareciera como si estuviera desnuda.» Lentamente ella movió sus manos dentro de las sabanas, y pudo comprobar sus sospechas.
De la nada, el color en el rostro de Suzuki se tornó de un rojo intenso, debido a lo avergonzada que estaba. No era para menos, al final ella se encontraba desnuda enfrente de cinco chicos. Debido a esto Suzuki tuvo una reacción involuntaria, saltó sobre la cama mientras se alzaban las sabanas que la cubrían, al final ella quedó expuesta a las miradas de los quintillizos, y con un grito ensordecedor los asustó.
—¡¡¡Kyyyyaaaaaaaaaaaaaaaahhh!!!
Rápidamente Eric y Fernando cerraron los ojos y al mismo tiempo taparon los ojos a los hermanos menores. De la misma manera Raúl solamente desvió la mirada. Suzuki, al notar la acción vergonzosa que realizó, se envolvió nuevamente en las sabanas.
—¡¡¿Qué tenían pensado hacerme?!! ¡¡Pervertidos!! ¡¡Depravados!! ¡¡Degenerados!! ¡¡No pensé que fueran así!! ¡¡Llevar a una chica inconsciente a una casa para luego desnudarla!! ¡¡Cerdos lujuriosos!! —Suzuki comenzó a gritar varios insultos hacia los quintillizos quienes estaban sonrojados, pero con los ojos cerrados.
—Creo que esos insultos están de más. Al final de cuentas te trajimos a nuestra casa para que descansaras como muestra de agradecimiento. —Comentó Raúl con la mirada puesta en dirección contrario de Suzuki.
—¿Eh? Este... Gracias. —Con una dulce voz agradeció Suzuki—. Les agradezco lo que hicieron, sin embargo... ¡¡Esa no es razón para que me estés viendo por el espejo!! ¡¡Maldito pervertido!!
Al parecer Raúl sí había desviado la mirada, pero no había cerrado los ojos, además, por pura coincidencia, Raúl tenía enfrente un espejo. Este espejo reflejó todo lo que pasó detrás de Raúl, y esto hizo enojar tanto a Suzuki que comenzó a arrojarle todas las almohadas que estaban en la cama, además de gritarle varios insultos de que era un pervertido. Al mismo tiempo en que esto sucedía, los hermanos menores se encontraban un poco molestos.
—Oigan, me siento ofendido. ¿Por qué me estas tapando los ojos, Eric? —Comentó Juan con molestia.
—Vaya. Así que a ti también te taparon los ojos. —Comentó David.
—¡¡Piensan que soy un pervertido de lo peor!! ¡¡No lo niego, pero tampoco es que me dejara llevar por mis instintos carnales!! ¡¡Además por respeto a Suzuki desviaría la mirada!!
Juan comenzó a gritar por rabia debido a la acción de sus hermanos. La habitación se había convertido en una zona de guerra, Raúl vs Suzuki, los hermanos mayores vs los menores, todo era un caos de gritos e insultos. Debido a esto nadie notó que Emma había tocado la puerta y al escuchar tantos gritos decidió entrar, encontrándose con una escena bastante peculiar.
—Cof, cof. Disculpen la molestia. —Todos en la habitación se detuvieron, quedando en poses muy extrañas. Emma caminó hacia la cama en donde estaba Suzuki.—. Le he traído algo de ropa, ama Suzuki.
«¿Ama?» De manera extraña, simultáneamente los quintillizos se preguntaron confusos el por qué ella usó esa expresión. No eran los únicos.
—¿"Ama"? No, no. ¿Podrías usar solo el "señorita"? Me siento rara si me llamas de esa manera.
—Discúlpeme, pero es imposible ama Suzuki.
«Lo volvió a decir» —¿Por qué dices que es imposible? Este de... ¿Podrías decirme tu nombre? —Preguntó Suzuki.
—Claro, ama Suzuki. Mi nombre es Emma y soy su maid. Y la llamo de esa manera debido a que ya usted pertenece a la familia. —Emma acomodó la ropa a lado de Suzuki y después comentó—. Aquí tiene su ropa. Estoy lavando su uniforme, cuando esté listo se lo entregaré, ama Suzuki. Muy bien, me retiro. Tengo que organizar su boda.
—Ah, claro. Ya entiendo. Si, si, ve a preparar mi boda... —Suzuki se despidió con una sonrisa muy fingida. Por unos cuantos segundos se cuestionó lo que dijo Emma—. ¡¡¿Boda?!! ¡¿De qué boda hablas?!
—¿...? Hablo de la boda de usted y los quintillizos. Al final de cuentas usted les quitó la inocencia a los amos saltando y exhibiéndose desnuda enfrente de ellos. —Comentó Emma sin expresión alguna. Lo que comentó Emma ocasionó que Suzuki se volviera a quedar inconsciente—. Broma.
—¡¡Ya te dije que al menos cambies la expresión cuando hagas eso!! —Exclamó Fernando.
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Después de haber desayunado, los hermanos y Suzuki, se dirigieron al jardín trasero de su enorme casa. Era sorprendente, detrás de aquella gigantesca casa se encontraba lo que parecía ser un bosque, un bosque muy extenso en donde se encontraba una cascada que desembocaba en una gran fuente de agua. Los chicos atravesaron el bosque y después de caminar unos minutos se encontraron con la bella cascada.
—Tengo entendido que son de una familia con dinero, pero... ¡no me jodan! Tienen un bosque y una cascada en su patio trasero. —Comentó Suzuki mientras caía de rodillas al suelo.
—Esa misma sorpresa tuvimos nosotros. Esta casa es nueva y apenas la hemos explorado. —Comentó Raúl.
—Así que eso es tener dinero. Pueden comprar cosas sin pensar en el costo. —Comentó Suzuki mientras se ponía de pie y sacudió el polvo del vestido nuevo que le dio Emma—. Aunque tengo que admitir que este vestido rosa es muy lindo. Y sin mencionar que la textura es suave y ligera...
—Si tanto lo quieres solo dilo. —Interrumpió Juan.
—Claro que no haría eso. —De forma fría comentó Suzuki—. No estoy aquí para pedir limosna. Además, ¿qué hacemos en este lugar?
—Para entrenar. —Comentó Fernando mientras se acercaba a la orilla de la laguna—. Por si no lo recuerdas, nosotros necesitamos quedar en una mejor posición que Odak. Así que desde las 4 de la mañana estamos entrenando.
—Emma-chan nos explicó de que va el examen. El examen consta de 3 biomas diferentes en los cuales debemos de cazar a varios animales que nos otorguen puntaje. El puntaje máximo es 10,000 puntos como calificación a 100, esto nos acomodaría en la clase A, la más prestigiosa. —Comentó Eric mientras, de una pequeña bolsa de mano, sacó unos fragmentos de cristal con un brillo reluciente.
—Escucha, ese vestido floral que cargas puesto es un regalo de David. Ayer que estabas en la enfermería fueron a comprar comida y te trajeron eso. Aunque no lo parezca David acertó con el vestido, es ligero y fresco, sin mangas para evitar que tengas calor. Un vestido ideal para la primavera. —Comentó Fernando, sin intención de poner nervioso a David, sin embargo, este último estaba completamente sonrojado y oculto detrás de Juan.
Lo que dijo Fernando alegró demasiado a Suzuki, tanto así que su listón delataba su emoción. Ella miró a los quintillizos mientras en su mente se decía a sí misma. «Ellos no me abandonaron. Siempre que uso mi poder los demás se asustan, me consideran un monstruo. Pero ellos no. No entiendo el por qué, pero cuando estoy con ellos siento una calma muy agradable. Estoy contenta de haberlos conocido.» Pequeñas lagrimas comenzaron a brotar de los amables ojos de Suzuki, para evitar que los quintillizos se percataran de sus lágrimas, Suzuki se dio la vuelta y comenzó a secarse las lágrimas.
—¿Estas bien, Suzuki? —Preguntó Fernando.
—¡Idiota! ¡¿qué le hiciste a Suzuki?! —Exclamó Juan.
—¡¡Yo no hice nada!! Además, ¡¡¿A quién llamas idiota, idiota?!!
Los hermanos comenzaron a pelear y Suzuki de reojo miró confundida. De la nada, una cálida mano se colocó en su cabeza, cuando regresó la mirada observó a Raúl, por primera vez, con una sonrisa, no era una risa fingida, simplemente era una sonrisa que expresaba empatía.
—No tienes que ocultar tus emociones cuando estés con nosotros. Si te das cuenta, ninguno de nosotros oculta lo que sentimos. Siempre gritamos y reímos sin ocultar nada, ya que no nos juzgamos, al final de cuentas eso hacen los amigos. De hoy en adelante puedes confiar en nosotros. En este momento Suzuki se convierte en un integrante más de este inusual grupo. Espero que no te importe que este grupo este repleto de idiotas.
Estas palabras habían disipado algo oscuro que se encontraba dañando el corazón de Suzuki. Nunca nadie le había pedido a Suzuki que formara parte de nada. Por fin, ella había logrado encontrar personas a las cuales considerar amigos. Suzuki miró a los hermanos, quienes no eran nada normales, Fernando y Juan se encontraban discutiendo mientras que David sujetaba a Juan y del otro lado Eric solo le arrojaba pequeñas piedras a Fernando.
—No te preocupes, Raúl.
Este comentario detuvo en seco a todos los quintillizos, quienes observaron una radiante sonrisa llena de alegría, esto ocasionó que todos los quintillizos se sonrojaran, para sorpresa de todos Raúl era el más sonrojado. Tanto las palabras de Raúl y las acciones de los hermanos, generó una leve sonrisa de satisfacción en Eric.
—Bien. Es hora de seguir entrenando. Suzuki quedó muy herida debido a la pelea, así que como muestra de gratitud nosotros nos encargaremos de conseguir los puntos. —Comentó Eric.
Al escuchar esto, todos los hermanos se fueron hacia su lugar de entrenamiento, Eric y Raúl se alejaron en la misma dirección mientras el primero llevaba consigo su maleta y el segundo su Katana. Los dos hermanos menores se dirigieron hacia la cascada, se quitaron su ropa para quedar en traje de baño, para así nadar hacia la cascada. Aunque nadar era un decir, Juan no sabía nadar así que era llevado por David. Los únicos que se quedaron en el mismo sitio fueron Fernando y Suzuki.
Fernando comenzó a meter lentamente las manos en el agua, cerrando los ojos en el proceso. Una extraña sensación de calma inundó el lugar, el viento soplaba generando que el agua comenzara a moverse. Toda el agua tenía movimiento, excepto aquella que fluía entre las manos de Fernando, la cual parecía ser diferente, estaba en calma.
Aunque Suzuki quería preguntar sobre lo que Fernando estaba haciendo, ella sentía que esto no sería prudente, ya que Fernando parecía estar en un estado de concentración total. Luego de unos segundos, una esfera de agua, con un tamaño considerable, emergió de la laguna mientras que Fernando levantaba sus manos. El agua de aquella esfera estaba tranquila, formando una esfera perfecta mientras que dentro de ella un par de peces seguían nadando.
—¡Wooooow! Impresionante, Fernando. Usas magia de agua.
Repentinamente, aquella esfera comenzó a deformarse y a deshacerse en el aire, toda el agua cayó de nuevo a la laguna mientras que un agotado Fernando, con suavidad, se acostaba en el suelo sujetando su pecho.
—Te equivocas, Suzuki. Esto no es magia de agua. Es mi telequinesis. Trato de obtener mayor resistencia con ella.
—¿Telequinesis? Si buscas resistencia, ¿no deberías de estar cargando cosas pesadas? —Comentó Suzuki, se acercó a Fernando y se sentó a lado de él.
—Eso mismo pensé, pero Emma me dijo que no. Primero me dijo que buscara el control. —Fernando estiró su brazo izquierdo levantando unas piedras con ayuda de su telequinesis—. Al parecer todos los objetos sólidos son fáciles de controlar. Aunque necesitas una gran fuerza de voluntad para levantarlos. En cambio, el agua es más difícil, se necesita mantener un flujo constante de fuerza para mantenerlo en el aire. Una pequeña variación y todo se va al carajo... —Un dolor agudo azotó el pecho de Fernando, cortando así sus palabras, Suzuki se percató de esto, aunque no le dio mucha importancia.
—Oye, Fernando... Quería agradecer lo que hiciste ayer por mí. En ese momento se nubló mi mente y no sabía qué hacer. Te lo agradezco de corazón.
—Hmph. No lo agradezcas. Solo prométeme una cosa... —Fernando detuvo su telequinesis y las piedras cayeron al suelo, después de que cayeran al suelo Fernando se sentó y colocó su mano en la cabeza de Suzuki—. No importa lo que pase, no importa lo que los demás te digan, por favor nunca pierdas esa sonrisa.
Estas palabras generaron un brillo de felicidad en Suzuki, quien solo asintió con la cabeza. De la nada, un sonido estruendoso atrajo la mirada de Suzuki.
—¿Qué fue eso?
—Casi lo logra. —Comentó Fernando mientras se ponía de pie—. Es Juan, casi logra cumplir con su entrenamiento. Hmph. No puedo dejar que ese idiota me supere. —Comentó Fernando, sin embargo, parecía estar hablando solo, ya que Suzuki estaba con la vista perdida hacia donde estaban los dos hermanos menores. Fernando observó como el listón se movía de forma extraña, parecía que expresaba curiosidad. —Oye, ¿quieres ir hacia dónde están esos dos?
—Este de... no. —Suzuki desvió la mirada para detener las sospechas, pero su listón la delataba.
—Si quieres ir solo dilo.
—N-no, claro que no. No quiero que pienses que eres aburrido y por eso quiero irme. Al contrario, me parece muy curioso. Además, no podría ir ya que tendría que nadar, y no quiero mojar el vestido. —Comentó muy nerviosa Suzuki mientras movía los brazos frenéticamente.
Quizás Suzuki no lo decía con mala intención, pero sus palabras provocaron que una vena resaltara en la frente de Fernando, quien alzó su mano y levantó a Suzuki en el aire.
—¿Fernando? ¿Qué vas a hacer? ¿No pensarás en lanzarme al agua?
—Claro que no. Eso mojaría tu vestido. Solo te llevaré amigablemente hacia donde están ellos. —Comentó Fernando con una sonrisa completamente fingida.
—¡Espera, no te creó nada!
Fernando, al mover los dedos, movió a gran velocidad el cuerpo de Suzuki, quien simplemente pensaba que Fernando la dejaría caer al agua. Luego de pasar por un momento de terror, Suzuki había impactado con el cuerpo de una persona, la cual cayó al agua.
—¿uh? Ah, es Suzuki. ¿Cómo llegaste aquí? —Preguntó Juan.
Rápidamente David salió del agua y escupió a chorros toda el agua que había tragado.
—Cof, cof, cof. Apuesto que fue Fernando quien ocasionó esto.
Suzuki había logrado llegar hasta un fragmento de roca, de casi 3 metros de largo y menos de un metro de ancho, en donde se encontraban entrenando los hermanos menores.
—E-este de... lo siento... este de... ¿Cómo te llamas? —Preguntó Suzuki.
—Me llamo David, el que te compró el vestido.
—Mucho gusto, David. —Comentó Suzuki con una radiante sonrisa, luego giró la cabeza hacia donde estaba Juan—. Tu eres Juan, ¿cierto?
—Exacto, aunque preferiría que me llamaras Bik, Suzuki. Normalmente mis amigos cercanos me llaman Bik, pero si quieres puedes llamarme como quieras.
—Mucho gusto, Bik. —Con una determinación excepcional, Suzuki logró saludar a Juan como se debía y este mismo solo respondió con una sonrisa de alegría.
—El gusto es todo mío, Suzuki.
David levantó la mirada y observó un intercambio de miradas muy peculiar, era la primera vez que veía a Juan hablar con una hermosa chica sin que este se pusiera nervioso.
De un momento a otro, David había desaparecido de la superficie, provocando que juan se arrojará al agua. Suzuki no entendía que había pasado, los dos hermanos se habían perdido de vista, Suzuki miró por todos lados, pero no estaban los hermanos, cada segundo que pasaba preocupaba a Suzuki. Suzuki comenzó a prepararse para saltar al agua, hasta que unas burbujas comenzaron a verse por la superficie. Era David, quien sujetaba a Juan del brazo, este último estaba sacudiendo su cuerpo de manera salvaje, parecía temerle al agua.
A como pudo, David logró arrastrar a Juan hasta donde estaba Suzuki, lo sacó del agua y Suzuki le ayudó a subirlo.
—¿En qué pensabas, idiota? Ni si quiera sabes nadar. Cof cof.
El comentario de David dejó anonadada a Suzuki, quien solo pudo mirar a Juan, el cual estaba acostado en el suelo mientras respiraba con mucha dificultad.
—¿P-por qué? ¿Por qué lo hiciste? Saltaste sin pensar en nada. —Comentó Suzuki mientras ayudó a Juan a sentarse, tratando de que él pudiera respirar mejor.
—Es simple, Suzuki. Como dicen en una película que vi. No importa que todos seamos diferentes, al viajar juntos nos convertimos en una manada. Y nosotros estamos juntos en este viaje llamado vida. Lo que significa que somos una manada y los miembros de una manada se ayudan entre si... y ellos nunca se abandonan.
Estas palabras, aunque muy estúpidas para David, despertaron un interés mayor de Suzuki hacia los quintillizos. A lo lejos, Fernando también pudo escuchar lo que dijo Juan, simplemente observó el cielo y comentó: "Puede ser un idiota, pero al menos tiene algo de razón".
Después de haber descansado un poco, Juan recobró la compostura y se puso de pie.
—Muy bien. Continuemos.
—Ah, es cierto. ¿Por qué entrenas aquí, Bik?
—¿Eh?
—Digo, no sabes nadar y estás muy alejado de la orilla. Eso es peligroso.
—Bueno, David está conmigo. Así que no hay por qué preocuparse, Suzuki. —Exclamó Juan con entusiasmo.
—Ella tiene razón, Bik. No siempre estoy aquí. —Comentó David mientras saltaba al agua.
—¿Uh? ¿Qué hace David?
—No te preocupes, Suzuki. Es parte de su entrenamiento. Debido a que su cuerpo no resiste su poder, él tiene que ganar resistencia.
—Entiendo. Bucear siempre es bueno para eso. Un momento, ¿no debería estar entrenando su poder de hielo? Parece que su estado es muy precoz.
—Hmm. Se supone que entre más profundo nade, la temperatura baja. —Comentó Juan mientras se alejaba a una distancia considerable de Suzuki, para luego tomar una posición conocida como mabu en el kung fu—. Su cuerpo se adapta al frio del agua mientras que adquiere resistencia. —Con un puñetazo, Juan logró atravesar la cascada ocasionando que el agua se detuviera, pero después de unos segundos el agua prosiguió con su trayectoria.
—¿Qué es lo que intentas hacer, Bik?
—En la pelea utilice una técnica que me permitió absorber magia para luego expulsarla, pero al no controlarla tanto mis brazos como mi espalda quedaron muy heridas. Gracias a Tanabe no poseemos cicatrices. Así que por eso busco control, Emma mencionó que mi magia servía como imitador, al absorber un tipo de magia, mi propia magia protege a mi cuerpo de los daños, sin embargo, al expulsar la magia sin moderación mi cuerpo es herido.
—¿Pelea? ¡Solo recuerdo que baje de la rama! ¡Después de eso mi memoria es borrosa!
—Es verdad, te desmayaste. Al parecer la cantidad de magia que iba a expulsar hacia Odak podría haberlo matado...
—¡¡Y lo dices como si nada!!
—Hmph. Esa enfermera me rompió la muñeca y no me estoy quejando.
«¿Realmente están poderoso como para matar a Odak con esa técnica? Los Windsor son una familia de temer» pensó Suzuki mientras se acercaba a Juan.
De la nada, Suzuki comenzó a observar con detenimiento cada parte del cuerpo de Juan.
—Oye, Suzuki, ¿qué haces?
—Solo verifico que no tengas cicatrices. Sabes, sigo sin entender el propósito de partir una cascada.
—Si te soy sincero yo tampoco. Pero creo que he mejorado mucho. Ahora puedo concentrarme hasta el punto de poder mantener un flujo constante de magia, si lo perfecciono podre partir la cascada y detener la caída del agua. Ahora mismo puedo detenerlo por un segundo.
—Ya entiendo. Mi padre siempre decía que no importa la potencia cuando no se da al objetivo, primero necesitas precisión. —Suzuki miró por todos lados buscando a los demás hermanos, pero no los encontró—. ¿Dónde están los demás, Bik?
Juan se dio la vuelta y señaló hacía unos árboles que quedaban enfrente de la cascada.
—Están por esa dirección. Tanto Eric como Raúl manejan técnicas que, al no tener experiencia, pueden lograr dañar a terceros en su entrenamiento.
Las palabras de Juan dejaron confundida a Suzuki mientras que Juan se apretaba el pecho por alguna extraña incomodidad, Suzuki notó está acción, pero no le dio importancia, ya que algo más llamó su atención. Cuando Suzuki despertó no lo notó, pero en el desayuno se percató que en su mano tenía una marca muy rara que antes no tenía. En ese momento ella se dio cuenta que Juan tenía una marca similar en su mano.
—Oye...
Repentinamente, David salió del agua y se acercó a la roca en donde estaban Juan y Suzuki, parecía fatigado y temblaba de frio. Juan se percató de esto y se apresuró a sacarlo del agua.
—¿Estas bien, David?
—Bik, recuérdame por qué soy el único que debe de hacer esto. Soy el único que parece que está siendo llevado al límite.
—Es debatible. —Juan respondió cortante—. Eric tiene que utilizar mucha precisión a la hora de utilizar la alquimia, un paso en falso y todo explotaría. Además de eso, Raúl está intentando cortar el árbol de goma. Ese maldito árbol es difícil de cortar, intenté varias veces con el hacha y nunca pude, parecía que mi hacha no poseía filo. El único capaz de hacerle algunas pequeñas cortadas es Raúl, así que debe de imbuir magia a su espada para intentar cortar el árbol de un golpe, pero si imbuye demasiado el arma explota provocándole varias heridas. Comparado con ellos, lo que nosotros hacemos es un juego de niños.
—Lo sé... Solo buscaba ánimos de mi hermano menor.
Suzuki observó como los hermanos se encontraban muy desanimados, ya que pensaban que su nivel no estaba a la altura de sus hermanos. Ella se acercó a los hermanos y les acarició la cabeza.
—No se preocupen. Están haciendo lo mejor que pueden y eso es suficiente. Yo confió en ustedes. —Con una ternura y calidez excesiva, Suzuki parecía haber aliviado aquella preocupación que afligía a los hermanos. Los hermanos habían recobrado el entusiasmo, así que decidieron seguir esforzándose.
—¡Muy bien! ¡No dejaré que me ganen! —Gritó eufórico Juan.
—Como sea. Si con eso mantendré callado a Fernando... me esforzaré. —Comentó David mientras entraba al agua.
—¡Si! ¡Yo les estaré dando ánimos! ¡Vamos chicos! ¡Vamos!
Todos los hermanos continuaron esforzándose, dieron todo de si, desde los hermanos mayores para poner el ejemplo, hasta los hermanos menores siguiendo los pasos de los demás. Siguieron entrenando hasta que llegó el atardecer, cada hermano estaba al límite, sus músculos temblaban de dolor y sus manos estaban muy sensibles y lastimadas. Emma sabía que esto pasaría así que cuando fue a buscar a los quintillizos, trajo consigo a varios mayordomos, los cuales cargaron a los chicos para llevarlos a casa.
En el camino a casa, David, Juan y Fernando, debido al agotamiento, se durmieron mientras que Raúl y Eric decidieron continuar caminando por su cuenta, quizás era por el exceso de orgullo que ellos poseían.
—Emma, ¿todavía hay de ese té? Me duele ese lugar que te comenté en la mañana. —Comentó Raúl mientras tenía la mano en el pecho.
Aunque Suzuki iba distraída, debido a que cuidaba a los chicos que iban durmiendo, pudo notar el gesto de dolor realizado por Raúl. Este gesto lo notó en varios de los hermanos, parecía mucha coincidencia esto, así que la intriga la estaba matando. Al enfocarse mucho analizando la situación, Suzuki quedó atrás de todos, Eric al notar esto decidió ir a buscarla.
—Siempre tienes la costumbre de quedar al último ¿Eh? Suzuki. —Comentó Eric tratando de romper el hielo, sin embargo, Suzuki estaba intranquila—. Sabes, si les preguntas a ellos no te responderán con la verdad. No quieren herirte, piensan que te sentirás mal con la situación. Así que yo lo diré. —Después de una ligera brisa, la voz amable de Eric cambió a una imponente y dominante voz—. Esa marca en el brazo es un sello que se te dio ayer. Estabas sufriendo por el dolor, así que los cinco optamos por una egoísta y estupida petición. Queríamos que dejaras de sentir dolor, no por ser buenas personas, sino porque nos sentíamos culpables.
Estas crueles palabras comenzaron a oscurecer el brillo en la mirada de Suzuki, ella simplemente bajó la cabeza, enfocando la mirada en el suelo. Su vista se tornó borrosa a causa de que lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos. Gota tras gota caían las lágrimas mientras ella se decía a sí misma.
«Lo sabía... Siempre ha sido así... No entiendo por qué me hice ilusiones... lo que ellos me dijeron fue simplemente para quedar bien...»
El cuerpo de Suzuki temblaba debido a que estaba conteniendo el llanto, apretó los puños con fuerza tratando de olvidar esos estúpidos sentimientos. Sin embargo, todo ese sentimiento se desvaneció cuando una cálida mano se colocó en su hombro.
—Nos sentíamos culpables por ser tan débiles. —Suzuki quedó sorprendida, no comprendía lo que Eric había dicho, sentía que él se había equivocado o ella estaba comprendiendo mal—. Si tan solo hubiésemos sido más fuertes, no tendrías que haber estado en la enfermería. Conociendo a Juan, él te hubiese invitado a venir con nosotros después de la escuela. Hubiéramos explorado la ciudad y hubiésemos pasado la tarde platicando y conociéndonos. Desde que chocaste con nosotros pude notar que, de alguna manera, terminarías relacionándote con nosotros, y creo que los demás pensaron lo mismo. Quizás no sería al momento, pero sé que no hubiésemos convertidos en amigos. Lastimosamente todo sucedió de esta manera, estabas muy herida y sufrías por el dolor. Así que cuando supimos que la única manera de que no sufrieras tanto era repartir el dolor entre los cinco, no lo pensamos dos veces y aceptamos.
—Eso quiere decir que... —Comentó Suzuki mientras alzaba la mirada.
—El sello, cuando alguien esté siendo afligido por un sentimiento tan agobiante que atente con su persona, repartirá entre todos ese sentimiento para que juntos ayudemos a esa persona a cargar con su dolor. —Eric sostuvo la mano de Suzuki mientas que con la otra mano secaba las lágrimas de aquellas suaves mejillas—. Este es un sello que dicta nuestra amistad. Hmph. Es como dijo Juan, "Los miembros de una manada siempre se ayudan entre sí y nunca se abandonan".
Este comentario hizo que Suzuki comenzara a llorar, pero no eran simples lágrimas de felicidad, eran lágrimas de una persona que había sido liberada de unas ataduras que desde varios años la mantuvieron cautiva.
—¡¡Hey, Suzuki!! ¡¡No te quedes atrás!! ¡¡Rápido ven, Fernando sigue durmiendo y podemos dibujarle cosas en la cara!! —A lo lejos Juan le gritó a Suzuki con una gran sonrisa.
—Parece que ya despertó. Vamos Suzuki, los demás te están esperando.
Además de la hermosa puesta de sol, la cual era muy deslumbrante, una nueva y hermosa amistad había nacido. Desde ese momento, un peso en el corazón de Suzuki se había ido, por fin disfrutaría de una buena amistad.
Desde ese día Suzuki visitó a los hermanos en sus entrenamientos, aunque su cuerpo no estaba bien del todo, ella siempre estuvo con ellos desde la madrugada hasta el anochecer. Gracias a que la enfermera Tanabe los mandó a reposo, los seis pudieron faltar a la escuela y esto fue aprovechado por los quintillizos quienes entrenaron para el reto más grande que enfrentarían en este mundo, el examen de colocación.
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