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46 Sangre y lágrimas

Lo primero que sintieron fueron los temblores que provocaban en el suelo las pisadas de cientos de caballos y soldados. Luego escucharon las trompetas que anunciaban su llegada. Los corazones de los cuatro consortes dieron un vuelco y sin pensarlo salieron corriendo para recibir a las tropas y los heridos. Montones de personas, desde equipos médicos hasta familiares y voluntarios, les acompañaban.

Divisar el caballo del rey fue como volver a respirar para Jin. JiMin aún tuvo que ver también el del general. Pero ninguno de los dos recobró del todo el aliento al ver al príncipe.

- Está muy malherido. - Fue lo único que logró arricular JungKook, aún si sabía que ya todos habían sido informados. En una camilla, alzada por dos caballos, yacía inconsciente. Respiraba con dificultad. La herida estaba en su pecho. Tenía la herida cubierta por paños y por encima le habían puesto una manta para que no perdiera el poco calor corporal que le quedaba.

- Oh... mi vida... - JiMin se inclinó hacia YoonGi. TaeHyung se llevó las manos a la boca y los ojos se le pusieron llorosos. HoSeok se tambaleó mareado y hubiera caído desmayado de no ser porque Jin reaccionó prontamente.

- Llevadle dentro. - Dijo sin mirar a su esposo. Sabía que si cruzaba miradas con él ya no sería tan fuerte. JungKook bajó del caballo y el general le siguió. JiMin le observó, pero no dijo nada. Las palabras se le atascaban en la garganta. Ellos mismo condujeron a los camilleros de YoonGi al interior del palacio, donde habían preparado todo lo necesario para atenderle. Del resto de los heridos se encargarían todos los sanadores y voluntarios a los que habían organizado con anterioridad. Ahora su prioridad era YoonGi. Como padres o como esposos, no podían pensar en nada más. - Ponedle ahí. - Ordenó.

- Con cuidado. - Era obvio que debían ser cuidadosos, pero JiMin no pudo evitar la tenue súplica.

Retiraron la manta y luego el mejor médico de la ciudad, y probablemente de toda la región de Silla, se arrodilló junto a su paciente. Quitó los paños empapados en sangre que estaban sobre la herida y entonces todos pudieron ver el horrible corte. Era claramente un espadazo que le cruzaba el pectoral casi de lado a lado. Con la herida que presentaba parecía difícil de creer que siguiera con vida. Estaba cosida rápidamente y aún sangraba mucho. Aunque estaba limpia. Al menos eso si lo habían logrado incluso en el sucio campo de batalla.

- ¿Se pondrá bien? - La pregunta escapó de los temblorosos labios de TaeHyung. HoSeok sintió una fuerte oleada de ira por sus palabras, las cuales él consideró una falsa preocupación.

- Es pronto para saberlo, joven consorte. - Fue lo único que pudo decir el médico. - Pero tendrá más posibilidades cuanto antes empecemos a operar. - HoSeok volvió a marearse con esas palabras. ¿Operar? No sonaba nada bien. Había sangre. Demasiada sangre de su amado como que para que HoSeok pudiera soportarlo.

- Salgamos de aquí, majestades. - Se dirigió el general NamJoon hacia el rey y los demás. Poco podían hacer en esa habitación ahora más que molestar. - Está en buenas manos. Dejemos que los profesionales se ocupen de cuidar del príncipe. - JungKook tardó en reaccionar, por lo que los demás tampoco tenían nada que decir. No podía dejar de mirar a su hijo tumbado en el lecho. Apretó los puños. Su heredero, su hijo, su sangre... su pequeño. El niño que había tomado en sus brazos al nacer y al que había criado con absoluto amor. Era incapaz de ver aquella escena únicamente como el futuro de su pueblo desvaneciéndose, sino que lo que se desvanecía era su propio corazón. Se acercó a él. Se arrodilló y le habló al oído.

- Eres la persona más importante de mi vida. Mi hijo. Así que tienes que sobrevivir. Mantente con vida cueste lo que cueste. Demuestra que eres más fuerte que esto. - Le rogó. - Yo lo sé. Muéstrales la fortaleza de un verdadero príncipe. Hijo mío. - Besó su mejilla y luego su frente. Estaba ardiendo de fiebre, pero eso no hizo temblar sus puños bien cerrados, ni lagrimear sus ojos. Se levantó.

- NamJoon tiene razón. Nada hay que podamos hacer ya aquí. Sólo esperar. - Declaró saliendo de la sala antes que nadie.

La habitación contigua era grande y contaba con sillones, sofás y una mesa de comedor. Ideal para esperar todos juntos.

Nadie dijo nada mientras el rey guardaba silencio viendo como las puertas se cerraban. Pasaron unos segundos hasta que dio un largo suspiro y levantó la cabeza. Cruzó mirada con todos ellos y se detuvo en la de sus queridos consortes.

- Venid aquí. - Dijo con los brazos abiertos.

Jin se lanzó llorando a sus brazos. No lo soportó más. Había guardado las apariencias poniendo a prueba sus fuerzas para no caer en la desesperación. Cayó en los brazos de su esposo desconsolado. JiMin no tardó en hacer lo propio. Arropados al fin contra el pecho del rey, encontraron algo de paz. JiMin le miró a los ojos y luego palpó su pecho y brazos.

- ¿Tú estás bien? ¿No estás herido? - Le preguntó desesperado.

- Estoy bien, JiMin, esposo mío. - Aseguró. - Calma. Calmad ambos. Os lo ruego. - Acarició sus mejillas con devoción. - Ya pasó todo. Ya estoy aquí.

- JungKook... la guerra... - Pronunció Jin no pudiendo ser muy certero.

- No te preocupes por eso ahora. - Susurró. Elevó la cabeza y miró a HoSeok, pero el príncipe consorte estaba demasiado conmocionado como para reaccionar. Se inclinó al oído de Jin. - Ocúpate de él. - Le murmuró. Jin miró a HoSeok y luego asintió a su rey con una leve sonrisa. JungKook volvió a apretar a ambos consortes en un fuerte abrazo. - Os he echado tantísimo de menos. - Besó a Jin, aún con JiMin también entre sus brazos. Poco importó si los presentes fueron testigos de su profundo y ansiado beso. Al fin y al cabo, era el rey. Acto seguido hizo lo mismo con JiMin, al que no amaba menos.
Se separaron. Jin caminó rápidamente hacia HoSeok.

- HoSeok, querido. - Le dijo con suavidad rodeándole los hombros con su brazo con instinto paternal. - Vamos a sentarnos aquí. - Le acompañó. Estaba profundamente aturdido.

JiMin, por su parte, no necesitaba que le dijeran que hacer. Fue hasta el general. Ya no había secretos, ni motivos para ocultar su amor por él.

- Haré venir inmediatamente a otro sanador. - Pronunció antes que nada.

- ¿Disculpad, majestad? - Dijo confundido.

- Déjate de tonterías. ¿Crees que no he visto cómo cojeas? ¿O el gesto de dolor que has hecho al bajar del caballo?

- Es sólo un rasguño. - Aseguró.

- El consorte real tiene razón, general. - Apoyó el rey. - ¡Qué traigan a un sanitario enseguida! - Ordenó. - Id los dos. Pero no os alejéis. Qué te curen en una habitación próxima. - Formuló. - Os necesito cerca. A los dos. - Eran su esposo y su mejor amigo, poco importaba el hecho de que fueran amantes, eran a quienes más necesitaba a su lado.

Cuando salieron de la estancia, JungKook levantó la mirada una vez más. Esta vez hacia la única persona que había sido ignorada hasta ese momento. Alguien que no había dejado de mirar a su majestad con lastimera súplica. Aquel que era el más joven y quien, aunque guardaba el sentido mejor que HoSeok, estaba terriblemente asustado.

- Tae. - Le llamó. Caminó hasta ponerse junto a él.

- Majestad... - Sollozó haciendo lo imposible porque no se le notase el nudo de la garganta.

- Tranquilo. - Le arrulló con su voz y su presencia cercana.

- Tenía tanto miedo de no poder volver a veros a ambos. - Gimoteó. - Y ahora YoonGi...

- Mi amor. - Pronunció sin tapujos. - YoonGi saldrá de esta. - Aseguró. TaeHyung asintió confiando en él.

- Vale. - Se frotó los ojos intentando serenarse. JungKook suspiró enternecido. Le abrazó con cuidado, dejando que su abrazo protector le consolara.

- Confiemos en él. Tiene mucho por lo que vivir.

Hola!!!!  Espero que os haya gustado el capítulo. ¿Qué pasará con YoonGi ahora?

Hoy es domingo y acaba la semana prometida de maratón de capítulos, pero aquí el estado de alarma se ha extendido 2 semanas más. No puedo prometer nada porque esto supone un esfuerzo alto y yo sigo trabajando, pero voy a intentar publicar más frecuentemente durante toda esta cuarentena.

Un besazo!!! Os quiero un montón!!!

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