32 El arte de la guerra
Eran ya tarde y YoonGi seguía entrenando con el ejército. Habían estudiado una y mil veces los planes de batalla en ese tiempo y habían seguido practicándolos una y otra vez. Ahora, en el campo de entrenamiento, seguían luchando a espada. YoonGi se sentía exhausto, pero no podía rendir menos que sus soldados. Había llevado un ritmo inagotable las últimas semanas y ahora jadeaba mientras alzaba su espada contra la del general. YoonGi era un buen espadachín, pero NamJoon no era el general por nada. Tras un rato de fiera lucha, más derrotado por el cansancio que por la espada de su contrincante, YoonGi trastabilló y cayó al suelo rodando, no por la caída, sino voluntariamente para no hacerse daño. Luego, de rodillas en el suelo, jadeó un segundo antes de redoblar la fuerza en la empuñadura de su espada de madera con intención de volver a ponerse en pie sin aceptar su canssancio.
- Basta. - Ordenó el rey. - No soporto verte jadear de esa manera frente al ejército. - Formuló con exasperación.
- Lo lamento. - Dijo YoonGi en respuesta. Había hecho todo lo que podía pero en ese instante sintió estar decepcionando a su rey, y lo que se sentía aún peor, a su padre. Además, estaba dejándole en ridículo delante de toda la tropa.
- La culpa es mía. No debí haber sido tan duro con vuestra alteza. Le ruego que me disculpe. - Pidió tendiéndole la mano a YoonGi para que se levantase. La verdad, tenía que reconocer que había sido muy agresivo a la hora de pelear, para ser un entrenamiento. El motivo no era YoonGi, por supuesto, llevaba días guardando en su interior un sentimiento tan poderoso y útil para la batalla como corrosivo para sí mismo. Era casi nauseabundo. Pero nadie veía eso ahora, sólo veían a su general luchando con fiereza. A pesar de ambas disculpas, el rey negó con la cabeza.
- Príncipe en la mañana, soldado en la tarde y esposo en la noche. Demasiado. - Pronunció. Se levantó de la silla que ocupaba frente a escritorio donde estaban los documentos de los soldados. - Es demasiado incluso para ti. - Pronunció. - Mis fieles y aguerridos soldados. - Se dirigió al grupo de guerreros que estaba entrenando allí, pues había muchos más entrenando en otros lugares o dedicándose a otros quehaceres. - Mi hijo y yo luchamos a vuestro lado y conocemos el cansancio tan bien como vosotros. Mi hijo ha estado, como todos los aquí presentes, sintiendo en su interior la llamada de los tambores de guerra. Y su espíritu se embravece por ello. Más el cuerpo de mi hijo y el mío propio, aunque bendecidos por la sangre real, son tan humanos como los vuestros. - Habló con humildad. - La batalla esta pronta. - Anunció. - Y no ganaremos con un agotado ejército que sirve a un agotado príncipe en la lucha. Sólo tengo una orden más hoy para vosotros. Id a descansar. - Clamó. Agradecidos y exhaustos, los soldados se inclinaron hacia su rey y luego se fueron marchando en una formación dirigida por sus capitanes. - Tú también, hijo mío. - Pidió cuando ya estaban solos ellos dos y el general. - Ve con tus esposos y descansa esta noche.
- En realidad, debería visitar el lecho de NoRan esta noche.
- No. No debes. - Le aseguró su padre. - La guerra va a estallar en cualquier momento y si estás tan agotado no vas a poder luchar. El descanso es tan necesario para la victoria como la preparación y el entrenamiento.
- Pero la batalla es algo que otros pueden hacer por mí. Otros soldados mejores que yo lucharán. Engendrar a un heredero, sin embargo, es algo que sólo yo puedo hacer. Además, con la estúpida traición de JaYan, nuestras probabilidades de éxito se reducen en gran medida. - Le recordó YoonGi. - Y de ello depende el futuro del reino.
- Sé bien que el estrés y el cansancio en tu dolorido cuerpo a penas te dejan dormir las pocas horas al día que puedes hacerlo. - Mencionó su padre. - ¿Crees de verdad, que en esas condiciones podrás engendrar un hijo sano?
- Tengo que intentarlo.
- No hoy. Primero has de descansar. Es una orden. - Terminó diciendo el rey. - Ve a comer algo y a dormir. No te presentes ante mí hasta el medio día y procura ahorrar energías. - YoonGi sabía bien a los que se refería JungKook con eso de ahorrar energías. Nada de sexo con sus esposos esa noche. Tampoco hubiera tenido fuerzas aunque les echara de menos. - Y, por favor, YoonGi, no hables de tu futuro hijo como de una "probabilidad de éxito". Sé que es precipitado, forzado y necesario, pero será tu hijo y lo amarás más que a nada en el mundo. - Aseguró. El príncipe se inclinó suavemente, miró a su padre a los ojos viendo en ellos una sonrisa amable que sus labios no reflejaban.
- Tenéis razón, padre. Perdonadme. No volverá a suceder. Que tengáis una buena noche.
- Buenas noches, hijo mío. - Respondió el rey de vuelta. Discreto y silencioso, tras la conversación del rey y el príncipe, NamJoon hizo una reverencia ante su rey ccon intención de retirarse del lugar. - Tú no, general. Contigo tengo algo pendiente.
- Usted dirá, majestad. - Pronunció NamJoon con gesto firme a pesar de que él también estaba cansado. Jamás mostraría cansancio o debilidad ante su rey. No sería propio de un buen general.
El rey volvió, ante la atenta mirada del general, a la mesa donde había estado revisando por enésima vez los documentos de la batalla. Era tremendamente difícil movilizar las tropas para una guerra. Había infinidad de cosas que preparar. Pero JungKook no cogió ningún documento. Cogió las dos espadas que estaban sobre la mesa. La primera era suya, la segunda era de NamJoon. El resto de los soldados no podían llevar armas reales dentro de las murallas de la ciudad, y menos cerca del rey.
- Tira ese juguete de madera. - Dijo con determinación lanzándole su verdadera espada, aún guardada en su vaina. - Quiero pelear contigo.
Hola!!!! 🌸🌸🌸Pues aquí os dejo el capítulo. Espero que os haya gustado mucho!!! Tened una buena semana, recordad siempre que os quiero mucho!!! 💜💜💜
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