Bill entró por la ventana algo tarde pues el día anterior se había separado de su pequeño cuando ya la noche estaba bien entrada.
Busco entre las sábanas a su pino pero no lo encontró.
–Que extraño –dijo la pared–¿habrá bajado ya? No puede ser siempre espera a que venga a despertarle.
Siguió buscando sin encontrar le por lo que decidió bajar al salón donde Stanley veía la televisión, este al darse cuenta de que el demonio le observaba se giró.
–¿Has venido a ver a Dipper? –dijo antes de que el rubio pudiese hablar– esta arriba.
–Yo vengo de arriba y allí no está.
–No puede ser él no ha bajado, revisa bien– dijo volviendo a concentrar su atención en la pantalla.
El demonio volvió a subir cada vez más preocupado, quito todas las mantas que se amontonaban en la cama, pero no encontró nada, revisó cada esquina de la habitación pero dio el mismo resultado, ninguno.
La preocupación se notaba en todo el cuerpo del rubio, por un minuto deseo estar teniendo una pesadilla pero sabía que eso no era así.
Finalmente decidió sentarse un minuto a reflexionar sobre lo que podía habré pasado, pero entonces sólo pudo pensar en horribles escenarios donde el moreno acababa mal de mil formas distintas.
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Mientras tanto Dipper encontró lo que Bill buscaba o más bien el demonio que Bill buscaba lo encontró a él.
–Valla, valla, valla, pero si la princesa decidio despertar– dijo un chico de ojos y pelo negros como la noche, piel pálida y ropa oscura, cuando Dipper comenzó a abrir los ojos descubriendo que se encontraba recostado en una jaula como la de pájaro –la última vez no pudimos hablar mucho.
–Dejame salir de aquí –exigió mientras se ponía de pie.
–A mi no me grites, yo no soy como ese rubio idiota y no tengo ningún problema en matarte lenta y dolorosamente.
Tras estas palabras Dipper no volvió a hablar.
–Bien, escucha enclenque mortal, solo siges vivo por que te necesito de cebo para pescar a un demonio, así que te estarás quietecito o te borraré del mapa.
–¿Y con que piensas pescar entonces?
–No te preocupes, Bill ya te está buscando, aún que bien le puedo enviar uno de tus ojos para que sepa que voy en sereio, al fin y al cabo tienes otro ¿no? –dijo observando más de cerca a Dipper –parece increíble que tu hallas conseguido adiestrar a ese loco, a tal punto, que ni pensó en mi y yo pude escapar.
–Espera ¿qué?
–¿No te lo ha explicado? Oh pequeño, tú vuelves débil a ese idiota y cuando un demonio comienza a tener sentimientos su poder sufre las consecuencias, él me tenía encerrado, cuando su poder disminuyó yo aproveche y escapé.
–¿Y ahora solo esperaras a que venga? Quiero decir, ya te encerró una vez ¿Por qué no ocurriría de nuevo?
–Porque yo estoy listo y te tengo a ti.
–Piensas usar me de rehén.
–No, ya lo estoy haciendo.
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Bill trato de concentrarse en localizar a Dipper por la pulsera, que sabia, aún llevaba.
Tras unos largos minutos de concentración descubrió que no estaba muy lejos, se encontraba en una pequeña cabaña en mitad de bosque y sin pensarlo mucho se teletransportó hasta allí.
–No te saldrás con la tuya– escucho la voz de Dipper al otro lado de la pared– Bill no es tan idiota como crees.
–Tonto, Bill vendrá corriendo a rescatarte por ese estúpido amor que sentís y entonces yo le destruiré y después te tocará a ti maldito incordio.
De repente la pared que daba al esterior desapareció.
–Nadie tiene derecho a secuestrar a MI DIPPER salvo yo y encima llamarle incordio– los puños de Bill se encendieron en llamas y sus ojos se volvieron completamente amarillos, definitivamente Dipper nunca había visto así al demonio– ahora pide perdón si es que quieres volver al menos a ver tu prisión.
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Tan tan tan.
Y así se queda por ahora, el próximo capítulo saldrá pronto.