Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⭑⚝II: Destinos entrelazados⚝⭑

¿El reino de qué?

¿Valtoria?

Jamás había escuchado un nombre tan raro, y eso que él era un acérrimo fanático de los videojuegos de fantasía en los que cosas como esa eran muy comunes. También dudada en demasía de que un país o ciudad tuviera ese nombre, porque él era un absoluto profesional cuando se trataba de aprender capitales y países, a menos que no se tratara de una ciudad tan importante como lo era la capital o que de un día para el otro hubieran fundado un nuevo país en Asia—guiándose en los rasgos faciales que poseían sus hospedadores—, y él no estuviera al tanto de esto. Pero lo cierto era que ninguna de esas ideas tan rebuscadas le convencían en absoluto.

Estaba imaginándoselo, eso debía ser.

No existía otra explicación lógica para ello.

Y eso incluía el término tan particular por el que fue llamado. ¿Qué acaso omega no significaba la letra final del alfabeto griego? Él podría jurar que escuchó decir aquello a su profesor en la secundaria.

Jungkook parpadeó varias veces, pero al comprobar que ni Namjoon ni Seokjin desaparecían de su campo visual tras dicha acción, optó por frotarse con fuerza los ojos, esperando que dichas alucinaciones por fin se esfumaran y él pudiera comprobar que todo lo sucedido en últimos minutos no era nada más que un mal sueño.

—¿Crees que esté bien? Parece que quisiera sacarse los ojos—inquirió Seokjin en un tono nervioso a su pareja, Namjoon, sin apartar la mirada de la escena que se desarrollaba frente a ellos.

El alfa de cabello grisáceo suspiró antes de responderle a su omega, a quien ya había tomado por los hombros para mantenerlo cerca de su cuerpo. Nadie podría juzgarlo por ser territorial con su luna, muy a pesar de que estuvieran juntos desde hace varios años, pues la llama de su amor seguía siendo tan intensa como la primera vez que cruzaron palabras.

—Siendo honesto, parece que está entrando en pánico... Lo que me confirma mis sospechas.

—¿En qué estás pensando? —El omega giró su rostro con rapidez, provocando que su cabello se alborotara, pero eso no impidió que su alfa colocara uno de los traviesos mechones rubios detrás de la oreja de este.

—Él no es de aquí, mucho menos pertenece a un reino cercano. Viene de otro mundo muy distinto a este, Jinnie —concluyó con seguridad—. Su comportamiento da mucho que pensar, se nota que no se cree nada de lo que le está sucediendo. Si yo estuviera en sus zapatos, hace rato me hubiera desmayado.

O tal vez su corazón hubiera dejado de latir por la impresión, pero él no era el importante en esta situación.

—¡Por la diosa Luna! Yo se lo dije de broma hace un rato, Nam.

—Tranquilo, yo hubiera hecho lo mismo.

Por más que Namjoon le diera consuelo con sus palabras, Seokjin se sentía un poco culpable por haberle estado tomando el pelo al principio. Mal momento para tener una personalidad juguetona, pues si lo analizaba con cabeza fría, el pobre omega no debería estarlo pasando para nada bien. Se había despertado en un sitio desconocido, muy ajeno a su realidad y él en lugar de aclararle sus dudas, le alargó la tortura de estar en completa incertidumbre.

Aunque existía un detalle que no le cuadraba.

—Pero es un omega —susurró, buscando no alarmar más al chico que seguía frotándose los ojos con desespero, mientras soltaba pequeños quejidos que desbordaban exasperación pura. Su dulce aroma lo delataba—. ¿Hay posibilidades de que las castas existan en otras dimensiones aparte de esta?

—No lo descarto ni lo afirmo, pero tendremos que hablar con él para comprobar si sabe lo que es o no un omega y depende de eso, sacar más posibles hipótesis sobre lo sucedido. Porque a estas instancias, es obvio que un golpe en la cabeza no pudo ser la causa para ser transportado a otro mundo.

—¿Ya te había dicho lo atractivo que me parece que te pongas a divagar sobre teorías locas?

Seokjin le miró con ojitos de amor y Namjoon sonrió con los labios, negando con la cabeza. Su pareja siempre encontraba la manera de quitarle el hierro a cualquier asunto, sin embargo, bien sabía que esa también era su forma para poder lidiar con situaciones que empezaban a generarle estrés de cualquier tipo, así fuera mínimo.

—Nunca está de más escucharlo de tus labios, mi luna. Solo que este no es el momento idóneo para que me lo recuerdes.

—Lo sé, prefiero escucharte después de que hayas leído algún libro que saque tu lado más existencialista y conspiranoico.

—Eso está mil veces mejor— El alfa acercó su rostro al de su omega, embriagándose con el aroma del susodicho y perdiéndose en la forma pomposa de sus belfos rojizos.

Por un efímero instante, Namjoon y Seokjin casi se olvidan de que no eran los únicos en esa habitación, pues sus lobos estaban tan ensimismados en el otro que no sería de sorprenderse si se dejaban llevar. Algo que no sucedió gracias al fuerte carraspeo que escucharon, el cual los sacó al instante de la burbuja romántica en la que se sumieron sin pretenderlo.

—Por favor, explíquenme que mierda está pasando o en serio voy a tener un colapso mental.

Jungkook les rogó con una expresión suplicante. Había ignorado deliberadamente los murmullos de ese par para que su jaqueca no aumentara, tras convencerse de que por más que se frotara los ojos, los desconocidos no desaparecerían de su vista, pero presentía que, si continuaba de ese modo, sería peor para él.

—Lo notamos, así que toma asiento otra vez, por favor—indicó el alfa con un ademán, cortando el contacto físico con su omega.

El chico obedeció sin rechistar, sorprendiendo a Namjoon y Seokjin, quienes creyeron que luego de la crisis de hace un rato, este tomaría una actitud más reacia y poco cooperativa contra ellos con cada cosa que le dijeran.

Era un alivio que no fuera el caso.

La pareja se apresuró en tomar asiento frente al omega de cabellera rojiza, que no dejaba de mover la pierna con ansiedad.

—Antes que nada, me presento. Soy Namjoon Thoriun —con cordialidad, el alfa extendió su mano para que el contrario la tomara. El otro omega sonrió cuando vio como el saludo de su pareja era correspondido—. Un placer conocerte...

—Jungkook, Jeon Jungkook.

—¿Jeon? Qué nombre para más extraño—opinó Seokjin y Namjoon le dedicó una mirada de regaño, temiendo que eso pudiera poner tímido a su acompañante.

—Lo mismo podría decir de ustedes—comentó sin pensárselo dos veces, provocando que los esposos sonrieran ante su espontaneidad—. Pero Jeon no es mi nombre, es mi apellido.

—Gracias por aclararlo, aunque eso no quita que nos sigue pareciendo peculiar.

—Jinnie...

—Perdón, es que es más fuerte que yo dar mi sincera opinión.

—No te juzgo, porque claramente soy ese —aseguró, sintiéndose más relajado de un momento a otro. La pareja frente a él no era mala, se notaba a leguas.

Por fin se permitió bajar la guardia y pensar con cabeza fría respecto a la poca información que tenía.

Si quisieran dañarlo de algún modo, ya lo hubieran hecho, porque tuvieron la oportunidad perfecta para hacerlo cuando estaba en estado de inconciencia. Namjoon estaba siendo muy amable y comprensible, percibía en cada una de sus palabras y gestos que no quería presionarlo. También Seokjin le brindó comida, la cual ansiaba seguir devorando, pero no lo veía correcto ahora que iban a conversar con seriedad.

—Sí, también lo notamos, por lo que intuyo que te llevarás de maravilla con mi luna.

Jungkook asintió con una leve sonrisa, mientras los colores se le subían al rostro a Seokjin por culpa de las palabras de Namjoon.

—Seguro que sí.

Los orbes chocolate se perdieron por un instante en el desayuno que se quedó a medias, abandonado a un costado suyo. Esta acción no pasó desapercibida para Namjoon y no dudó en hacérselo saber a Jungkook.

—Puedes seguir comiendo, ni a Jinnie ni a mí nos molesta.

—¡¿De verdad?!

Sus padres le enseñaron que era de mala educación hacer algo así, pero si ellos le estaban dando su permiso, la cosa cambiaba, ¿no?

—No sería raro pensar que estás hambriento, así que adelante.

—Muchas gracias, Jin...

—No hay de qué, rojito.

Jungkook agarró la rebanada de pan, devorándola en cuestión de segundos y Namjoon prosiguió con lo que tenía pensado decirle.

—Para poder entendernos mejor, he decidido contarte cómo es que te encontramos y luego que tú nos cuentes tu versión para que al final podamos aclararte dudas más puntuales y tú también hagas lo mismo con nosotros, porque créeme que ya no eres el único confundido en esta habitación.

—Me parece bien —habló con la boca llena y los ojos brillantes por la felicidad interna que se desató en su pecho al probar un pan tan exquisito.

Seokjin juraría que Jungkook poseía unos ojos capaces de resguardar una hermosa galaxia ahora que su mirada dejaba de estar ensombrecida por la preocupación y el desasosiego.

—Perfecto—Namjoon se aclaró la garganta y comenzó con su relato—. Era un día común y corriente cuando...

Namjoon y Seokjin pasaban sus días ocupados con sus respectivos trabajos, pero últimamente habían decidido tomárselo con calma, pues estaban en planes de por fin agrandar la familia. Sí, ya era hora y estaban muy contentos por ellos, sobre todo porque no tenían arrepentimientos de haber esperado casi diez años para tan importante suceso.

Desde que comenzaron su relación, tuvieron muy claro que querían un periodo dedicado para crecer como personas, pareja y en sus respectivos trabajos; buscando alcanzar un balance entre economía y estabilidad emocional para garantizar que sus cachorros crecieran en el ambiente adecuado. Uno en el que jamás les faltaría nada, mucho menos amor.

El alfa era profesor en una escuela ubicada en la plaza central del reino y el omega era dueño de una tienda de herbolario que quedaba cerca de su hogar, en donde podías encontrar todo tipo de hierbas, especias y plantas medicinales. No era como que, si con esos trabajos pudieran costearse una vida llena de lujos como los de cualquier otro noble en Valtoria, pero vivían decentemente. Tenían su propia casa con un bonito huerto, pues Seokjin adoraba cultivar su propia comida y Namjoon amaba ayudarlo, ya fuera abonando o arando la tierra, por lo que se daban por satisfechos. Asimismo, contaban con dos caballos para transportarse a cualquier sitio, porque nunca les llamó la atención contar con un carruaje personal a pesar de poder tener el dinero suficiente para adquirirlo.

Tras un día agotador en la escuela en la que impartía clases, Namjoon tenía presente que quería salir con Seokjin para relajarse, así que fue a buscarlo en su acogedora tienda para sugerirle que, en lugar de ir a casa, se marcharan al campo que quedaba fuera de los límites del reino para tener un picnic antes de que oscureciera demasiado. Cuando el alfa llegó al lugar de trabajo que, rebosaba de distintos aromas por culpa de la variedad de plantas presente, se encontró a su omega terminando de organizar algunas en pequeños jarros de cristal.

No era novedad que le pidieran aquello, sobre todo las personas que pertenecían a la nobleza, quienes a veces hacían grandes encargos de ellos como parecía suceder en este caso.

—¿Ocupado?

—¡Cariño! —dejó lo que estaba haciendo para acercarse a su esposo, que no demoró en envolverlo con sus feromonas. Era adicto a marcarlo, aunque la euforia que le recorría en sus venas cuando le clavaba los dientes en el cuello no tenía ni punto de comparación con esto—. No te escuché entrar.

—No me sorprende, estabas muy concentrado.

—Cierto, a veces me pierdo en mi mundo cuando trabajo —confirmó, ganándose una asentimiento por parte de su alfa. Tras unos segundos, el omega añadió—: Respondiendo a tu anterior pregunta, lo estoy, aunque voy a muy buen ritmo dado el gran pedido que me hicieron. Cincuenta frascos de manzanilla, cuarenta de menta, treinta de laurel, y veinte de canela.

—Diosa, ¿cuánto has avanzado? ¿Y para qué necesitan tanto? ¿Acaso es el pedido de algún noble con gustos excéntricos?

—Desde la hora del almuerzo estoy aquí, falta una hora para que el sol se oculte, y apenas estoy por comenzar a llenar los frascos de laurel—comentó con un atisbo de cansancio colándose en su voz, pero se fue recomponiendo conforme recibía mimos en su cabellera dorada—. He tenido pedidos más grandes, así que no me puedo quejar cuando ha sido costumbre por tanto tiempo. Además, no son para cualquier noble, es para su majestad...

Un brillo en la mirada de Seokjin delató lo orgulloso que estaba de contar aquello.

—¡¿Para el rey?! —Namjoon casi se atraganta ante la reveladora información—. ¿Cómo es que te han pedido tal cosa? ¿No se supone que tienen distribuidores exclusivos de plantas y especias para el palacio?

—Según lo que me dijo el siervo que realizó el pedido, las familias de otros reinos que distribuían este tipo de cosas al palacio, no están pasando por una buena racha, por lo que el producto que han estado entregando no es de la mejor calidad que digamos y eso ha estado colmando la paciencia de nuestro perfeccionista rey.

—Comprendo, pero... ¿por qué se decantaron por este lugar de entre todos?

—No sé si debería sentirme ofendido o halagado por lo que me estás diciendo, esposito —le dedicó una mirada filosa y el alfa al captar la otra interpretación que su omega podría darle a sus descuidadas palabras, negó con rapidez.

—Mi luna, no lo digo con el afán de hacerte sentir inferior, porque yo mejor que nadie sé lo mucho que te empeñas en ofrecer hierbas y especias de buena calidad a cada uno de tus clientes. No por nada te has convertido en el favorito de varias familias de duques, condes, varones y ni qué decir de los nobles o personas comunes y corrientes que vienen de otros reinos solo para comprar uno que otro frasco—aseveró, enredando sus manos en la cadera impropia para romper la distancia entre sus cuerpos—. Lo que haces aquí no se compara con el trabajo que realizas en nuestro huerto, pues ahí yo puedo darte una mano, pero en este lugar te las apañas solo. Sin contar que tienes un amplio conocimiento del tema, sabes cómo sacarle provecho a cada una de las plantas que existe y eso vuelve más valiosa la labor que haces día con día, pues no creas que no sé qué mucha gente que viene no solo hace el gasto, sino que también te pide consejos al respecto. Ya sea para tratar un dolor de cabeza o elevar el sabor de alguna preparación, tú siempre tienes la sugerencia adecuada para dejar al cliente lo más satisfecho posible.

—Es imposible enojarme contigo si das tan buenos argumentos. No es justo, alfa.

El puchero que se formó en los belfos de Seokjin no demoró en ser castamente besado por Namjoon.

—Claro que sí, porque lo menos que deseo es que mi hermoso omega esté molesto conmigo.

—Ahh, de acuerdo, te salvaste de que no te deje dormir en nuestro nido.

—La diosa Luna me ha bendecido por tener un esposo tan benevolente, pero yo también tengo mi manera de recompensar el mal momento desde antes de haber actuado tan imprudentemente.

La amplia sonrisa que apareció en el rostro de Namjoon intrigó a Seokjin. Y también causó maripositas en su estómago como era costumbre cada vez que visualizaba esos coquetos hoyuelos en sus mejillas.

—¿Qué traes entre manos, cariño?

—En primer lugar, pensaba invitarte a un picnic improvisado ya que me desocupé más temprano, pero como estás tan ocupado, he decidido ayudarte, porque quiero que vayamos a dar un paseo a caballo, luego iremos a casa y te dejarás consentir por mí —ante esa comentario, Seokjin arqueó la ceja—. Te preparé tu comida favorita... Pollo en salsa de rábano.

—Oh diosa, ¡yo soy el verdadero afortunado! —se abalanzó contra Namjoon, abrazándolo con brazos y piernas cual koala—. Me convenciste y gracias por querer ayudarme, lo valoro como no te imaginas.

—Para mí es un placer, somos un equipo y no me cuesta nada.

—Eres un amor—le plantó un beso en la comisura de la boca antes de separase por completo—. La entrega es mañana al mediodía, pero quisiera avanzar lo más que pueda.

—Me lo imaginaba, así que pongámonos manos a la obra.

Y así fue, alfa y omega dedicaron su tiempo a trabajar para alcanzar su objetivo en hora y media, mientras charlaban sobre su día. Cuando acabaron, Seokjin ya solo tenía pendiente los veinte frascos de canela para el próximo día y Namjoon estaba contento por ello, pues eso garantizaría que su pareja no tuviera que hacer al apuro el último encargo de aquel pedido.

En menos de diez minutos acomodaron el pequeño desastre que tenían en el lugar y luego de cinco, Seokjin ya se encontraba cerrando la puerta en compañía de Namjoon, quien le ofreció su brazo para que caminaran hacia sus caballos; los cuales esperaban por sus dueños en plena entrada.

A pesar de ser pasadas las seis, el cielo aun mantenía un tono demasiado claro que, dentro de media hora más debería haberse esfumado; tiempo suficiente para que la pareja pudiera dar un paseo de ida y vuelto, siendo la luna la única compañía que iluminaría sus caminos antes de que la oscuridad fuera absoluta en el firmamento.

Los caballos siguieron el camino que los humanos les dictaminaron, cruzando por un amplio campo de flores, hasta que Seokjin decidió molestar un poco a Namjoon.

—¡Quién llegue al último es un huevo podrido!

—¡¿Qué?!

El omega obligó a su caballo a acelerar el paso, dejando atrás a su desprevenido alfa.

La suave brisa impactaba con el rostro de porcelana de Seokjin, ignorando los regaños de Namjoon que se escuchaban cada vez más a la lejanía. Lo más probable es que se llevaría un buen regaño de su alfa cuando volvieran a reunirse, pero el omega pensaba recompensarlo dentro de su nido de la mejor manera que conocía.

Seokjin hubiera continuado disfrutando del paisaje de no ser por el abrupto movimiento que su caballo hizo, deteniendo su andar con rudeza y provocando que gritara por el temor de caerse del animal. Cuando se recompuso, estuvo a punto de regañar a Manchas —sí, la creatividad se había ido de paseo cuando el omega decidió nombrar al corcel de esa forma por su pelaje, pero estaba muy convencido de que era mejor que llamarlo solo "Blanco" como su alfa hizo con el suyo—, no obstante, fue capaz de divisar el motivo por el que reaccionó de ese modo a tal punto de que el corazón se le heló como un glacial.

Frente a él, un joven yacía tirado cerca de un conjunto de árboles que indicaban cual era el verdadero límite entre Valtoria y el próximo reino en el mapa. Esta vez si se había alejado más de la cuenta y quizá por eso la diosa Luna lo estaba castigando por poner en aprietos a su pareja.

Seokjin temía acercarse mucho, porque jamás tuvo la desdicha de ver un cadáver y de cierto modo, no sabía si podría quitarse la imagen de la cabeza si es que se aventura a hacerlo. Era muy sugestivo cuando algo le impactaba mucho. Tampoco visualizaba sangre por el momento, pero como no alcanzaba a ver el rostro del desconocido, no sabía si su cuerpo ya estaba en proceso de descomposición o no. No apestaba, lo que le parecía curioso, aunque tampoco quería arriesgar a su delicada nariz en el proceso.

Tal vez debería esperar a Namjoon, a él se le daba de maravilla pensar con cabeza fría en situaciones estresantes a diferencia suya; ese era su plan a partir de ahora.

Pero tal parecía que el universo contaba con otros planes para el susodicho.

El "cadáver" se movió y eso despertó las alertas en el omega.

¡Seguía vivo!

La impresión se multiplicó cuando la luna iluminó el rostro del desconocido. No se trataba de un adulto, era joven, quizá un poco menor que él. Su cabello era rojizo, algo poco común en estos lares y su dermis era tan nívea que parecía competir con la luz que lo cubría. La ropa que portaba era un tanto extraña, pero no era nadie para juzgar los gustos ajenos de personas de otros reinos.

Ni siquiera fue consciente de cuando se bajó del lomo de Manchas y se acercó a revisarlo, descubriendo que efectivamente no tenía ninguna herida visible. Mientras su mente pensaba en los motivos por los que acabó en dicho estado, decantándose luego de unos segundos por un posible golpe en la cabeza tras caer de un caballo que escapó, muy en lo profundo escuchó la voz de su alfa diciéndole que se alejara, porque podría tratarse de un ladrón o alguien peligroso, que estuviera buscando la oportunidad perfecta para dañar al buen samaritano que le brindara compasión.

Oh, no era su imaginación.

—¡Jin, aléjate de esa persona ahora mismo! ¡Podría hacerte daño!

El omega desconocía cuando fue que su alfa apareció, pero una vez más, optó por escuchar a su corazón. Si bien era cierto que tuvo miedo al principio, ahora su lobo y él estaban de acuerdo en ayudar a este omega sin importar las consecuencias.

El dulzón aroma del desconocido era demasiado suave y relajante como para que pudiera darle mala espina. Tan solo esperaba que su instinto no se equivocara, porque podría estarse jugando su seguridad y la de Namjoon.

—Está inconsciente, Nam—informó, revisando el pulso en el cuello del chico. No estaba grave como pensó en primera instancia, porque lo sentía latiendo con normalidad—. No podemos dejarlo así.

Namjoon se bajó de su corcel de pelaje blanco, dejándolo a la misma altura que el de su pareja para comprobar lo dicho por este. Efectivamente, el omega desconocido no estaba en sus cinco sentidos, por lo que no representaba un peligro... por ahora.

—Podría ser un ladrón, un asesino, un desertor... Por favor, Jinnie, vámonos, no nos arriesguemos tanto.

—No puedo creer que me estés pidiendo algo así cuando tú eres el primero que me ha dicho que, si alguien necesita una mano, debes dársela—le reprochó, agarrando con cuidado al omega para poder levantarlo.

—Sí, pero ese consejo no involucra desconocidos.

Hasta su lobo interior gruñó como reprimenda a su despreocupada y testaruda luna.

—Confía en mí, no creo que sea alguien malo. Y mi lobo también lo cree—prometió con los ojos brillando de pura determinación, mientras luchaba en encontrar estabilidad dado el peso muerto que significaba el desconocido que tomaba por los hombros—. Ayúdame, por favor.

—¡Maldición! Jamás puedo decirte que no y eso algún día nos meterá en problemas peores que estos.

—O tal vez nos de sorpresas. ¿Qué tal que se trata de alguien importante? —bromeó para tratar de aliviar la tensión, a la par que su esposo se colocaba al otro lado para cargar al chico.

—Me conformo con que no sea un psicópata que quiera matarnos mientras dormimos. Ya conoces el dicho de: cría cuervos y te sacarán los ojos.

—Eres un aguafiestas cuando quieres, ¿eh?

—Luego tendrás que recompensármelo, cariño.

—Planeaba hacerlo desde que el principio, amor mío.

Namjoon dejó su ceño fruncido por una pequeña sonrisa y eso bastó para que Seokjin supiera que habían superado esa pequeña discusión. Acto seguido, el alfa ubicó al omega en el caballo de su pareja, quien se aseguraría de cuidarlo durante el trayecto, mientras él le cuidaba las espaldas desde su propio corcel.

La cena no pudo realizarse por obvias razones, mucho menos pudieron continuar con la idea que tenían prevista desarrollar entre las sábanas, luego de varias semanas sin poder hacerlo por culpa de lo cansados que quedaban por el trabajo, aunque en su defensa, semanas atrás era mucho peor. En este tiempo al menos eran capaces de charlar largo y tendido antes de caer en un sueño profundo. De todos modos, su primogénito no se haría solo, debían empezar a intentar con más frecuencia ahora que Seokjin dejó de tomar esos brebajes anticonceptivos exageradamente efectivos.

Minutos después de que Seokjin acomodara la habitación de invitados para el desconocido, y Namjoon lo arropara, el chico se había vomitado de un momento a otro; a lo que el omega se asustó lo suficiente como para determinar que velaría su sueño a pesar de las quejas de su alfa, quien sabía que sería una noche larga y quien sabe, unos días futuramente tormentosos.

—Y así fue como mi omega no quiso separarse de ti durante una noche completa, dejando solo a su pobre alfa.

—Qué dramático que eres, Nam. Tampoco podía dejarlo a su suerte luego de que vomitara, porque podría volver a hacerlo y ahogarse sin que nadie pudiera rescatarlo.

—En serio lo agradezco y ahora entiendo la razón por la que no tengo mi hoodie...

Cuando se vio al espejo, no le dio mayor importancia, pero ahora comprendía que debió mancharse con la última comida que estuvo en su estómago. Era una suerte que estuviera usando una camiseta blanca por debajo para cubrir su torso o se estaría muriendo de pena.

—Supongo que con hoodie te refieres a la prenda que nos tocó sacarte, pero para tu paz mental, ya se está secando. Nam fue el que la lavó.

—No fue nada—se adelantó a responder antes de recibir un agradecimiento del chico que le miraba con ojos de ciervo—. Ahora estoy más calmado y ya no temo por la situación en la que estamos, así que considera ese gesto como una ofrenda de paz por mi parte luego de tantas negativas que le puse a mi esposo sobre ayudarte.

—Lo valoro mucho, gracias Namjoon.

—De nada, igual tienes mucho que explicar—justificó, ignorando lo tímido que se puso ante la mirada de su omega, quien sabía lo que estaba pasando por su mente, es decir, que había juzgado mal al pobre chico—. Ya te dimos nuestra versión.

—Sí que lo hicieron, pero igual omitiré la información acerca de que les dañé el encuentro pasional.

—Disculpa a mi alfa, a veces la lengua se le suelta sin querer, pero ya entendiste nuestro punto.

—Sin duda, y ahora permítanme contarles todo lo que sé.

—Entonces una suerte que nos hayamos tomado el día, porque siento que esto va para largo.

—No saben cuánto...

✴️

Ya habían pasado dos largas semanas desde que una horrible catástrofe se orquestó en el palacio de Valtoria, un grave problema que se conocía a puertas cerradas, porque lo menos que el gobernante de aquel reino deseaba era que su reino se sumiera en el caos.

Él se encargaría de resolverlo, Juró proteger sus prósperas tierras desde el fallecimiento de su padre alfa y no pensaba dejar de hacerlo por más obstáculos que el destino pusiera en su camino. Sin embargo, no podría desempeñar su trabajo sin antes desestresarse como era debido.

Taehyung Althaeon se incorporó con lentitud, escuchando como las gotas caían de su cuerpo que ahora era impregnado por un delicado aroma a manzanilla y menta tras el baño relajante que se había dado durante las últimas horas de la tarde. Un joven beta no demoró en envolverlo con una esponjosa toalla, cubriendo su intimidad luego de salir de la alberca circular de mármol, mientras otro le otorgaba una copa rebosante de vino de uva sin esperar ninguna orden de por medio. Fue automático, porque esa era como una rutina para el alfa al que servían, así que ya se la sabían de memoria.

Minutos más tarde, el alfa se encontraba cenando en la soledad de su despacho un delicioso platillo de lomo de cerdo con salsa de tomate al laurel, y un té de canela. Un pequeño suspiro de satisfacción se escapó de él al saborear el último pedazo de tierna carne. Sí, esto era lo que había necesitado después de otra larga semana sin noticias del jodido ladrón que tuvo la osadía de poner su mundo de cabeza de un momento a otro al extraer cada una de las piezas de la joyería Valtorixa de la familia Althaeon.

Que la diosa lo perdonara, pero cuando lo tuviera entre sus manos le cortaría la yugular y se regodearía de ver como su vida se apagaba poco a poco. Nadie se atrevía a poner en riesgo a su reino sin pagar las consecuencias.

Su momento de reflexión fue interrumpido por los incesantes golpes en la fina puerta de roble de la habitación.

¿Quién lo buscaba con tanto desespero cuando se suponía que todos ya deberían estar descansando?

Tras soltar un bufido, el alfa se levantó y se encontró con el mismo beta que le entregó la copa una hora antes. Kai era su nombre y si no le fallaba la memoria, su otro compañero se llamaba Beomgyu.

—Dime que es algo de vida o muerte, Kai. Porque bien saben que no me gusta que me interrumpan antes, durante o después de mi cena.

—Mil disculpas por eso, su majestad —jadeo, tal parecía que había corrido hasta su despacho como para tener la respiración inestable y el cabello pegado a la frente por el sudor—. Se trata de una de las piezas de Valtorixa. Su madre me pidió que viniera a buscarlo... Ella convocó una reunión en la sala del trono de último minuto y usted obviamente debe estar presente.

—Mierda... —poco le importó decir una mala palabra, no era el momento de comportarse como el rey correcto que era. La sangre hervía en sus venas y su lobo mostraba los colmillos con sed de venganza—. Voy enseguida.

Primero debía ponerse ropa decente, pues por más que casi todos sus empleados conocieran su cuerpo cuando lo asistían a la hora del baño o cuando lo vestían para ocasiones importantes, no era correcto presentarse en su bata de seda.

—Lo esperamos, su majestad.

Kai desapareció de la vista de un pensativo Taehyung. ¿Acaso encontraron al ladrón? ¿Al fin podría hacer justicia? Si era así, esta noche podría dormir tranquilo como no hacía desde el instante en que su mundo se vino abajo cuando le comunicaron que el salón donde reposaba el anillo, brazalete, pendientes, y collar de su familia, había sido violentado; dejando vacío el cofre en donde las sagradas piezas se mantenían resguardadas.

Quince minutos más tarde, Taehyung hacía acto de presencia frente a unas cuantas personas, luciendo una camisa de lino blanca y un pantalón oscuro como el carbón.

—Buenas noches a todos. ¿Me pueden contar qué es lo que está sucediendo?

—Hijo mío, este beta, Taehyun ha traído información muy importante que quiere comunicar contigo y el consejo...

El alfa miró a su madre con un semblante estoico antes de permitirle hablar al mencionado. No podía permitirse lucir feliz por lo que sea que quisiera contarle, pues un rey jamás debía adelantarse a los hechos.

—Habla, por favor.

—Sí, majestad—hizo una reverencia y comenzó a hablar—. Soy mensajero, así que mi trabajo es recorrer el reino de arriba hacia abajo día a día, incluyendo mis visitas a este palacio, pero hoy en particular tuve que ir a una zona por la que usualmente no paso...

—¿Qué fue lo que viste? Ve al punto.

—A un joven omega que nunca he visto en Valtoria, portando un brazalete que encaja con la descripción que dieron a personas como a mí por si llegábamos a ver algo raro.

Oh, cierto. Yoongi, su mano derecha y amigo de la infancia había sugerido aquello y él no le prestó tanta atención cuando se lo dijo, aunque poco importaba porque confiaba en que ninguna de estas personas sería lo suficientemente idiota como para ponerse la soga al cuello y revelar el problema que se suscitó dentro de su castillo.

Eran demasiado leales a la corona... ¿cierto?

—Yo lo sugerí por si no lo recuerda, majestad.

—Sí, ya lo recordé, gracias—contestó con un tono neutro, sin detener el intenso escrutinio en el que tenía sometido al beta—. De ser cierto lo que dices, todos aquí ya saben que hay que hacer.

—Majestad, pienso que deberíamos esperar hasta mañana, no sería prudente hacer un escándalo a estas horas.

—Tienes un punto, Jimin—concordó con la pareja de Yoongi, aquel omega al que también podría denominar como su otro amigo de la infancia, quien también formaba parte del consejo junto a Byulyi y Yongsun, su prometida. Era una verdadera suerte que en aquel grupo solo estuvieran jóvenes desde hace tres años, porque de tener a ancianos en él, Taehyung sabía que el protocolo a seguir no sería tan fácil como ese. En segundos pudo imaginar que antes de actuar lo hubieran enviado a comprobar si era cierto o no lo que decía el beta y quizá era lo ideal, pero lo único que el alfa deseaba era sacarse ese problema de encima lo más pronto posible—. Mañana en la mañana, exijo que me traigan a ese omega ladrón.

Taehyung dio la orden desde su trono a los guardias que se mantenían a un costado con la cabeza baja hacia el piso, quienes respondieron con una potente afirmativa.

—Y Taehyun, de ser cierto, serás recompensado.

—Muchas gracias, su majestad—volvió a reverenciar al imponente alfa frente a él—. Ahora, si me disculpa...

—Puedes retirarte. Todos pueden hacerlo, menos mi consejo y mi madre.

Algunos sirvientes y los guardias se marcharon al instante y sin rechistar, escoltando al beta que salió primero del salón.

—¿Piensas matar al ladrón, Taehyung? —cuestionó la alfa, Byul.

—¿Tú que crees? Es importante demostrar que ese tipo de cosas tienen consecuencias.

—Es cierto, pero todos aquí creemos que puede ser importante para poder dar con el resto de joyas—opinó Yongsun—. Porque tenemos la leve sospecha de que este omega solo tiene esa pieza, caso contrario, Taehyun lo hubiera visto luciendo las demás, ¿no crees?

—Es un argumento rebuscado a mi parecer. No necesariamente debería de usar todas las joyas de Valtorixa, podría tenerlas guardadas en otro lugar.

—Ver para creer, hijo. También pudo venderlas y eso sería peor, así que piensa con la cabeza.

—¿Tú también estás sugiriendo que lo mantengamos con vida, madre? —inquirió con el ceño fruncido y los brazos cruzados en su fuerte pecho. Su aroma agriándose a cada segundo.

—Hasta que nos diga todo lo que sabe al menos.

—Bien. Será como ustedes quieran, pero luego me lo dejarán para mí solo.

—Uhhh, tu vena sádica ha hecho aparición y no estarás contento hasta mandarlo a mejor vida, ¿no?

—No tengo razón para decirte que no, Jimin—relajó su expresión, y bajó los brazos para dejar de lado su aura seria y peligrosa—. No me gusta ser así, pero si se meten con la paz de mi reino, debo hacerles pagar para que nadie otra vez intente una estupidez de ese calibre.

—En parte lo entiendo—expresó Yoongi con calma—, pero por ahora, guarda esos impulsos locos hasta que todas las joyas estén donde deben.

—Así será. Les doy mi palabra.

Esas palabras bastaron para el alivio colectivo a pesar de que Taehyung siguiera con esa espinita en el corazón. No podía defraudar la promesa que le hizo a su padre sobre cuidar Valtoria con su vida. Le daría tiempo al tiempo antes de consumar su satisfactoria venganza.

Pobre alfa que no sabía a lo que se enfrentaría cuando cierto omega estuviera en la misma habitación que él, porque un rey caería y la venganza ya no parecería tan tentadora cuando dos destinos se vieran entrelazados.

Continuará...

Espero les haya gustado mucho el capítulo, cuéntenme que les pareció en los comentarios. Una vez más lamento la tardanza, pero mi día a día últimamente ha sido demasiado ajetreado, pero aquí sigo, gracias por seguir al pendiente. Otra cosa que quiero aclarar es que imaginen este universo como una mezcla entre lo moderno y lo antiguo, en mi cabeza lo visualizo así, por lo que no se sorprendan si existen ciertas cosas o se dan situaciones que parecieran no respetar como tal a la antigüedad por ser muy actuales, porque esa es la gracia.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro