Cuatro tortugas sueltas en ciudad oculta
Leo abrió los ojos como platos, se quitó la máscara en busca de aire, escuchó un ruido, no, un estruendo, como el sonido de un cañonazo retumbando en sus oídos, luego gritos, pero no de terror, no, eran gritos bárbaros y valerosos, pisadas sobre tablones, viento trazando cada centímetro de su ser, se sintió mareado, como si estuviese sobre...un...BARCO.
Ahora lo veía, están en un barco, ese viento es el que choca contra las velas, más específicamente porque este no es un barco común. Quiero decir, ¿acaso un barco común estaría a metros del mar, flotando en el aire? Las tortugas se levantaron algo confundidas del suelo al que habían caído.
-¿Piratas?-fue lo único que dijo antes de tener que moverse, él y su equipó se deslizaron a un lado cuando la punta del mástil principal acabó de romperse y cayó hacia cubierta.
-¡NO RETROCEDAN!-sobre el castillo de popa, a un lado del timón un enorme yokai con la forma de un lobo marino, sus colmillos relucían con rabia entre sus gritos comandando a la tripulación, otro estruendo igual al anterior, uno tras otro, si eran los cañones. Se encontraban en medio de una disputa "marítima" (aunque estuvieran en el aire) los yokais corrían por la cubierta, llevando y trayendo cosas, pólvora, balas de hierro, arpones y lo que sea que sea esa cosa puntiaguda de ahí. Las velas del barco eran del más reluciente rojo con vivaces trazos negros que formaban un cráneo de morsa. La madera estaba gastada y en algunas partes rota por el impacto de las balas enemigas. Un miembro de la tripulación, más específicamente el contramaestre detuvo sus repeticiones para señalar a los cuatro intrusos.
-¿¡KAPPAS!? ¡¿CÓMO LLEGARON AQUÍ?!
-¡DEBIERON COLARSE POR EL PORTAL QUE INTERCEPTAMOS! ¡ENCARGARSE DE ELLOS SEÑOR ASHIKA!
-¡SÍ CAPITÁN!- contestó el contramaestre, un yokai muy parecido, quizás un hermano o algo así, seguramente él creyó que sería fácil y regresaría a la pelea pero estaba muy equivocado. El líder azul desenfundó sus katanas y las meneó en el aire, sus hermanos no tardaron en entenderlo y empuñaron armas, eso tomó por sorpresa al yokai, no pudo vencer a los cuatro el solo y pronto no pudo manejarlos. Él velamen del barco del lobo marino cayó junto con los mástiles cuando una nueva ola de cañonazos arrasó, durante esa pequeña pelea los tripulantes del barco contrario tuvieron tiempo para abordar a sus oponentes. Los tacones en sus botas hacían crujir los tablones, pronto se volvió una guerrilla y solo se escuchaban gritos o gruñidos, el contra master colapsó en el suelo, no muerto pero desmayado. tendría suerte si no lo pisaban. Leo llamó a sus hermanos, debían salir de ahí, incluso si no sabían que era "aquí" exactamente.
-¡VA HACIA TI HERMANO!- escucharon un grito, pertenecía al capitán del otro barco, el alzaba con una mano su filosa espada y con la otra arrojó a un miembro enemigo con rudeza en la dirección contraria, era un yokai muy curioso, me refiero a que la mayoría de los que habían visto antes eran semejantes a animales y este en cambio no lo supieron identificar ¿Qué es eso? ¿un yokai de jamón? tal vez un cuero de algo, no lo se, su figura es confusa, no parece tener huesos, la ropa que usaba eran de tonos azules o negros, su sombrero era burdeo y sus ojos verdes como relucientes esmeraldas, se veía intimidante para ser de tal extrañeza. Le hablaba a otro pirata, al menos eso parecía, el enemigo que lanzó iba hacia él, era una clase de calavera, un esqueleto viviente con ropajes similares, un pañuelo rojo surcaba su frente, no se si se puedan considerar ojos o labios, pero esas dos cosas, o el lugar en donde deberían estar, estaban tintados de un azul grisáceo. Él lo recibió de una patada y lo tiró de regreso al suelo, parecía algo molesto.
-¡NO RECUERDO CÓMO ME INVOLUCRÉ EN ESTO EN PRIMER LUGAR!- contestó a la par que con la espada propia se defendía de los ataques, en su voz se notaba un acento escondido por la fatiga, seguramente este enfrentamiento no es muy reciente o solo no está acostumbrado a la batalla.
-¡VAMOS HERMANO, DISFRUTA UN POCO DE LA VIDA!-contestó el otro yokai con esa sonrisa sin dientes en lo que enterraba el filo de su espada en el brazo de uno de los lobos marinos, este gritó de dolor pero pronto siguió peleando.
-¡PIEL! ¡BASTARDO! ¡COMO TE ATREVES A ATACAR AL MARINSUKARU!
-¡ROBASTE ALGO MUY PRECIADO PARA MI, FOCA VIEJA!
-¡ESE TESORO YA NO TE PERTENECE! ¡desde que mi bisabuelo Seiuchi falleció yo he nave-
-YA CÁLLATE Y PELEA, en serio que es un pesado...- Piel escaló al castillo de proa con una agilidad sobrehumana y peleó el mismo contra el capitán del Marisukaru, las tortugas chocan sus armas contra cualquiera que quisiera dañarlos, nadie los reconoce, así que no tenían un bando.
-¡Leo, no podemos con todos estos!
-¡Tenemos que salir de aquí Leo!- sus hermanos de morado y rojo (respectivamente) exclamaron alertados.
-¡¿Donnie, cómo aterrizamos esta cosa?!-preguntó el líder azul.
-¡no se que es lo que lo mantiene flotando! ¡Tal vez el mecanismo esté bajo el barco pero si es magia no hay nada que hacer!
-en ese caso será mejor que lleguemos abajo-
-¡¡¿Leo?!!- el yokai de hueso pareció detenerse para preguntar-¡¿Leonardo Hamato?!
-¿?
-¿?
-¿?
-¿? amm, ¿sí?
-Jmm, no eres él, seguramente Pepino estuvo jugando con su espada otra vez- hablo más para él mismo que para las tortugas- ¿QUIENES SON EN REALIDAD?
-Es una larga historia señor...em, hueso-contestó Mikey inventando rápidamente un nombre para el nuevo yokai, que curiosa imaginación la que tiene -pero conocemos a Leon- supuso que de ahí el Sr. hueso los reconoce, o los relaciona al menos. Hueso logró derribar a uno de los marineros enemigos.
-¿Qué hacen ustedes aquí?
-Caímos por el portal- resumió Donnie.
-Era de Leo ¿verdad?-todos asintieron-por supuesto. Ayúdenos con estos piratas y los guiaré de regreso a la superficie- no se dijo más, de un momento a otro fue como si se transformaran en piratas, piel derrotó al capitán del barco y le hizo confesar la ubicación del artefacto robado, con ayuda de las tortugas (sin tener a ambas tripulaciones peleando contra ellos) lograron vencer a los lobos marinos y los amarraron al mástil destrozado. El capitán piel bajo del castillo de un salto y aterrizó en cubierta.
-¿Quienes son tus nuevos compatriotas hermano?-preguntó carismático enfundando su espada.
-Nada de eso Piel, primero, donde está es cosa "tan" importante-Dijo hueso interrumpiendo al líder azul, quien ya iba a presentarse.
-por supuesto, vengan aquí- invitó, hueso le siguió con el ceño fruncido y en vista de las circunstancias las tortugas también. Ahí, en el camarote del capitán, sobre un escritorio de madera vieja y rayada había un pequeño cofre de arco dorado, el capitán se aproximó a él y lo abrió con confianza, ahí reposaba una perla azulada de gran tamaño.
-¿Es esa?
-SIP, la perla de nuestra tátara, tátara, tátara abuela.
-¿y la tuviste todo este tiempo?
-no quería que tu la vendieras-se defendió.
-¡Jamás vendería una reliquia familiar!
-cálmate huesitos, valió la pena recuperarla- sonrió, Leo miró a sus hermanos, y ellos a él, se sentían totalmente ajenos a esta conversación, no tenían ni una pizca de contexto.
-supongo que tienes razón- suspiró hueso- Leo, no eres "Leo" pero supongo que tendré que ayudarte de todas formas, le debo un par a esa tortuga rayada.
-Gracias señor, amm.
-hueso.
-claro.
-jajaja, lo sabía- sonrió el menor de los cuatro para sí mismo tras haber adivinado.
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-Entonces, déjenme ver si entendí, se metieron al tren de gran mamá, causaron pánico en el tren de gran mamá, le robaron un artículo místico carísimo a gran mamá y detuvieron el tren de gran mamá.
-dijo gran mamá muchas veces- dijo Mikey al aire.
-PORQUE SE METIERON CON GRAN MAMÁ.
-nos han hablado mucho de ella.
-y con razón, les advirtieron de ella, eso hicieron- refunfuñaba huesos mientras guiaba a las tortugas a un lugar más seguro- ¿Cómo pudieron hacer eso en primer lugar? Se supone que al tren lo rodea un escudo anti-magia mística.
-no lo sabemos, solo funcionó- dijo Raph, nadie sabía nada de un escudo, nadie se los dijo- lo que sí sabemos es que ese tren es secreto para muchos yokais, ¿Cómo sabes tanto?
-No es mi primer rodeo niños, yo antes pertenecía al bajo mundo...
-...
-...
-...
-Leon tiene amigos raros...
- :O, Mikey >:I
-perdón...-Huesos se rio por lo bajo, cuando no hablaban, las tortugas se centraban en mirar a su alrededor, era un lugar muy extraño, con criaturas diferentes en cada rincón, las luces, los olores, los paisajes, todo era tan distinto y tan hermoso, les recordó la vez en la que viajaron al espacio, sentían como si se hubiesen teletransportado a otro mundo. Habían extrañas estructuras flotando en el cielo, edificios se alzaban gloriosos y otros parecían de lo más antiguos y que incluso podrían caerse de un solo golpe, raíces se amontonaba en algunas esquinas, animales extraños, artefactos desconocidos, comida irreconocible, todo tan nuevo, tan emocionante, si no estuvieran tan cansados tal vez disfrutarían aún más de su visita. Siguieron a Huesos un largo tramo por la ciudad, prefirieron ponerse nuevamente las máscaras, consejo de su guía, dijeron que así estarían más seguros, que su Leo siempre se metía en problemas y no querían que los vincularan con el, mejor que no. No muchos kappas lucen así en el mundo yokai. Ya les faltaba poco para llegar a uno de los conductos, muy poco, pero en algún momento los problemas les pondrían las garras encima. Un fuerte gruñido llamó su atención, eran ladridos o ruidos ¿ambos? Algunos yokais huyeron asustados, se armó una gran conmoción, las tortugas y huesos voltearon hacia la fuente del terror, no solo era uno, eran tres, tres perros, uno, el mas grande, muy parecido a un sabueso y otros dos que estaban montados por un par de yokais con armadura. Ambos apuntaron sus espadas hacia el grupo, las tortugas sintieron un escalofrío recorrer su cuerpo.
-esos son de Gran mamá-susurró huesos, su expresión cambió totalmente, se veía incluso algo espantado. El líder azul analizó a sus oponentes, desconoce su verdadera fuerza, pelear no es una opción.
-¡¿CREYERON PODER ESCAPAR SIN SUFRIR LAS CONSECUENCIAS?!- vociferó uno de los caballeros, Leo se preguntó cómo los habían encontrado, pero intuyó que tal vez era por el olor, los perros tienen muy buen olfato. eso significa que les siguieron la pista, que incluso si huían o se esconden podrían encontrarlos. El sabueso ladró, de su pelaje surgieron extrañas puntas de hueso y sus ojos brillaron en un tono verde fosforescente. Debían correr, correr y pensar en un plan, Leo le hizo una seña a sus hermanos y huyeron de ahí, le agradecía mucho a Huesos pero de aquí tendrían que salir solos, sabía que los perros no se detendrán por él así que se centró en escapar en otra dirección, los yokais los persiguieron, iban pisándoles los talones, apartaban a la gente de su camino, subieron a los tejados y desde ahí mantuvieron su distancia, no parecían cansarse, si esto continuaba los alcanzarán.
-por aquí- dijo Rafa brincando hacia la calle al lado contrario de donde estaban los yokais, el lugar parecía un mercado, se mezclaron con la gente, sus hermanos bajaron con él.
-tal vez si escondemos nuestro olor los perderemos-dijo Donnie falto de aire.
-Bien, hagamos eso, sepárense- todos asintieron y tomaron distintas direcciones.
En el mercado había gran variedad de objetos y alimentos, una mezcla de aromas tan peligrosamente grande que hasta la nariz experta se perdería (o desmayaría directamente) los jinetes y el sabueso irrumpieron en la avenida atravesando uno de los edificios que los separaban, más a pesar del violento estruendo nadie se alarmó. Se escuchaban a los vendedores anunciar su inventario y precios, gente regateando, el sonido de las monedas y los unicornios pasándose de mano en mano, carretas, campanas e instrumentos musicales de silueta confusa. Aves extrañas de piel blanca estaban amarradas a un lado de los locales, semejante a lo que consideramos estacionar un transporte, las especias, plantas, carnes y artefactos de magia desconocida eran el corazón de este mercado, luces cálidas de tonos rojos, naranjos y amarillos, otros azules, morados y blancos (los juegos de lámparas delataban la especialidad de ciertos puestos) algunos lugares vendían platillos recién hechos y ese irresistible olor no hacia mas que difuminarse con los demás en una nube de fragancias, algunas agradables, otras repulsivas. Los perros estaban perdidos pero aún así tenían una misión, y no desistirían. El sabueso se irguió sobre sus patas traseras y meneó la nariz, inspiró una gran cantidad de aire y la retuvo en sus pulmones esperando que su cerebro tomara la mezcla y la separara, como los símbolos en una partitura, de esta forma vería por separado cada uno de ellos y sabría cual seguir. Luego de unos minutos lo logró, tenía una pista, sus objetivos se habían separado, pero el camino que siguieron aún tenía algo de distinguible, si dejaba pasar más tiempo entonces los perderían.
El sabueso emprendió la marcha tras el rastro, siendo seguido por los otros dos a poca distancia. Rafa estaba oculto dentro de una carpa a un lado de la vía, ahí había muchos barriles llenos de especias, semillas aromáticas y aliños completamente desconocidos para mi, no le fue difícil entrar y una vez ahí estuvo seguro de que no lo podrían encontrar. El sabueso pasó frente a él, pero no fue capaz de identificarlo. Rafa sonrió desde las sombras. El siguiente fue Donnie, estaba oculto en una pescadería, o algo parecido, los peces eran demasiado grandes, casi del tamaño de un tiburón, el olor a sal, vísceras y la esencia natural del pescado era insoportable para el sabueso así que ni siquiera se animó a investigar, en cambio persiguió otra raíz del rastro, Mikey estaba oculto en una tienda de dulces, o más bien a un lado de ella, entre la basura, su aroma dulce y la basura se combinaron tan bien que pareció inexistente, como si fuese parte del aire que se forma donde la dulcería termina y el callejón comienza. No, el rastro que el perro tenía se sentía como bambú, madera tallada, un dejo metálico, té, agua hervida y arroz. Claro que además de eso también había algo de lodo, sal, hierbas yokai, rocío y sangre. El sabueso estaba, otra vez, algo perdido ¿Dónde estaba? ¿donde? ¿donde? Si no se los llevaba a su ama seguramente estaría castigado no quería regresar al hotel con las garras vacías.
-Ooooou, no.
¿Qué pasa?-los jinetes se detuvieron, uno de ellos sostenía una piedra o cristal plano que brillaba intermitentemente y produce un sonido extraño.
-Es ella.
-¿que? ¿ahora?
-¿qué hago?...
-no le contestes
-¿que no le conteste? ¿quieres que me mate?
-aún no tenemos nada, ¿Qué le quieres decir? hola señora, verá, no tenemos nada de lo que pidió, ni el orbe ni a los ladrones, pero Hey, ¿quiere que le compremos algo ahora que estamos en el mercado?
-si no le contesto será peor.
-Agh, Gus ¿lo tienes?- el sabueso olisqueaba en dirección a la carnicería, algo, muy en el fondo de sus ser le decía que ahí estaba, pero el aroma de la carne lo estaba volviendo loco, luchaba por no distraerse -concéntrate perro, tienes que encontrar a esos ladrones, no es momento para comer- El sabueso escondió su cola entre las patas apenado, no podía, no encontraba nada, el olor era muy vago- ¡GUS!
-está sonando más fuerte.
-OKEY, RESPONDELE- el jinete tocó la "pantalla" del cristal, del otro lado la figura de una mujer en vestido púrpura y de lentes se proyectó, su expresión era tranquila, una amable sonrisa se dibujaba en su rostro.
-Hola gran mamá-saludó con nerviosismo. Leo, oculto no muy lejos en el techo de la carnicería, agudizó el oído.
-Hola, mis cachorritos preciosos, ¿ya encontraron a esos maliperversos rufianes que se metieron a mi tren?-Su voz sonaba entretenida y carismática, con un dejo de cariño en ella, pero...algo no cuadraba bien.
-S-si, es decir no, gran mamá.
-SÍ o NO, querido, no balbucees tonterías.
-los encontramos mi señora.
-perfecto~
-p-pero, los seguimos hasta el mercado y los...p-perdimos.
-...
-¿Gran Mamá?-se asomó el otro jinete, la mujer sonreía apacible.
-¿entonces dicen que los tenían y los perdieron?
-P-pues...
-Pásenme a Gus por favor.
-sí señora- el jinete le enseñó el cristal al sabueso. Él se veía apenado.
-perdón-gimió desconsolado, Leo pudo ver desde arriba como la mujer se transformaba en una bestia de seis ojos y dientes salidos, aumentó de tamaño descomunalmente, sus manos eran garras, su cuerpo se volvió voluptuoso y horrible, era casi un monstruo. Se ocultó un poco, incluso sabiendo que verlo era imposible.
-USTEDES TRES VUELVAN AL NEXUS INMEDIATAMENTE, MONTÓN DE INÚTILES, COMO PUEDO TENER A LOS MEJORES BUSCADORES DE CIUDAD OCULTA Y QUE LOS TRES SEAN UNOS INCOMPETENTES.
-sí señora.
-¿AL MENOS ENCONTRARON MI ORBE?
-No señora- la mujer gruñó, no dijo nada y solo colgó. Los tres sabían que estaban en serios problemas. Esperaron hasta que los tres desaparecieran lejos por la avenida (podrían haberse teletransportado o apresurado el paso, pero prefirieron el camino largo). Él líder azul bajó del tejado y fue por sus hermanos, Rafa y Mikey salieron pronto, a Donnie lo echaron de la pescadería a escobillazos pero estaba bien y por suerte no fue mientras corrían peligro.
-¿Todos están bien?
-si.
-si.
-sip.
-tenemos que subir, debe haber alguna forma simple de regresar arriba- entonces el audífono dentro de sus máscaras chillo, sus oídos zumbaban pero pronto la señal se arregló.
-chs re-ibn-a-i Leon-e-c-an-e escuchan, ¿me escuchan? ¿Hola?- Leo reconoció la voz de Leon y habló instantáneamente.
-Aqui Leo, te recibo Leon.
-Ay, gracias a Gran A'Tuin, ok, ok, ¿Dónde están?, ¿están todos bien?
-estamos bien, estamos en esta..."ciudad oculta", en un mercado.
-yo se donde es- se escuchó la voz de Mike de fondo.
-iremos por ustedes, pónganse en un lugar seguro y los llevaremos a casa- Los cuatro suspiraron aliviados, esta a sido una de las misiones más agotadoras que hayan tenido, ya estaba amaneciendo, pero al final lograron obtener el orbe, Leon lo teletransportó a casa en cuanto pudo antes de empezar a buscar a los cuatro perdidos, ya lo tenían todo, estaban a nada de regresar.
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Leo sus comentarios y me encantan...
sale huyendo*
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