Epílogo
Benyamin Blake
Cuatro meses habían pasado más rápido de lo que pude contemplar.
Mi herida de bala ya no era más que una nueva cicatriz en mi cuerpo y aquellas semanas que tuve que estar en el hospital, haciéndome curaciones y evitando hacer movimientos bruscos para que la herida no se abriera, habían quedado atrás.
Pero no pasó lo mismo con el resto de secuelas que dejó aquella noche.
Ojalá todo lo malo hubiera sido el disparo que recibí, pero siendo honesto, me lleve la parte más leve. En especial porque sabía que un nuevo caos se había desatado y estaba lejos de terminar.
Bajé de mi auto jugueteando con las llaves en mis manos mientras me aproximaba a la mansión. Trataba de venir todos los días a la misma hora, por lo que no me sorprendió demasiado cuando Nate abrió la puerta antes de que tocara. Él corrió hacia mí lleno de entusiasmo, como ya le era costumbre.
—Hola pequeño— saludé alzándolo en brazos y dándole un apretado abrazo.
—Hola, Blake. ¿Vienes a jugar?— sonrió.
—Si, jugaremos un rato. Pero primero debo ver a mi novia o ella sentirá envidia de que pase más tiempo contigo que con ella.
Él asintió con preocupación ante mi declaración y yo lo bajé de entre mis brazos para luego comenzar a caminar detrás de él, ingresando en la casa.
—Hola— anuncié mi llegada a nadie en particular.
—¡Estoy en la cocina!— Anunció Marcus.
Nate y yo avanzamos hacia donde estaba su padre y no me sorprendió demasiado encontrarlo sentado en el comedor, con su laptop, leyendo documentos y bebiendo café.
—Hey, ya te estabas tardando en venir— saludó Marcus dejando los papeles que revisaba sobre la mesa.
—Digamos que el trabajo me ha estado manteniendo más ocupado de lo usual.
Y no mentía, pues con todo lo que estaba ocurriendo con Nahim, la policía sospechando, Pietro y Aditya desapareciendo como si se los hubiera tragado la tierra, no me sorprendió demasiado cuando Akim llamó anunciando su vuelo a Madrid.
Edwin era el más disgustado con la llegada de su padre, pero sin duda la situación ameritaba su presencia.
—Si, a mí también— sonrió volviendo a mirar sus documentos. —Pero estaba esperando que vinieras. Quiero hablar sobre un tema contigo.
—Claro— asentí. —Solo iré a saludar a Noemí y...
—En realidad, Blake. Es sobre ella de quien quiero hablarte.
—¿Qué pasa?— me preocupé.
Marcus bajo su mirada al hombrecito junto a mi antes de responder.
—Nate, ¿puedes dejarnos a mí y a Benyamin solos un momento?
—¿Es un tema de grandes?— interrogó el pequeño.
Marcus le asintió y él soltando un suspiro entristecido y a regañadientes se marchó de la habitación.
Lleno de ansiedad, ni siquiera me aseguré de que el pequeño pusiera los pies fuera de la cocina para interrogar a Marcus.
—¿Qué pasa?
—Es sobre Noemí...está empeorando, Blake.— Sabía lo que Marcus quería hacer, llevaba semanas hablando del mismo tema y yo no estaba de acuerdo, es por eso que le di una mirada llena de desaprobación. —Solo piénsalo— me insistió rebuscando entre sus papeles, entregándome un folleto.
—Sabes que no le gustará la idea.— solo mire el trozo de papel, sin recibirlo.
—No está en condiciones de elegir.
—Quizás yo no quiero elegir. — me sinceré.
—Lo sé, yo tampoco quiero. Pero estamos siendo egoístas si tomamos esa decisión, porque ahora mismo debemos pensar en ella.
Un nudo en mi estómago comenzó a formarse al imaginarla lejos de mí. Al saber que no podría visitarla todos los días, al saber que quizás pasaría semanas sin escuchar su voz.
—Ya perdimos a Nahim, no quiero perder...no puedo perderla a ella.
—La estamos perdiendo aun teniéndola junto a nosotros, Blake. Bajó sus calificaciones, casi no va a clases, no sale de su habitación y cuando quiero que coma algo no resultan más que peleas.
—¿Qué tal estuvo hoy?
—No ha comido, no ha salido de su cuarto e hizo llorar a Nate porque él quería estar con ella en su habitación.
Él tenía razón. Pero no era algo que me tomaría a la ligera, mucho menos cuando sabía que ella se enfadaría con nosotros por hacerle eso. Aun así, nos estábamos quedando sin demasiadas opciones para ayudarla, y verla así ya me estaba haciendo perder la cabeza.
—Necesito pensarlo. — solté.
Marcus me miró con compasión y asintió con lentitud.
—Bien, pero solo un par de días. No más de dos semanas. — sentenció, y ahora el que asintió fui yo. Volvió a extenderme el folleto y sin más lo tomé.
Dejé a Marcus solo en la cocina y no murmuré palabra cuando vi a Nate escuchando tras la pared. Sabía que estas cosas le afectaban, en especial cuando era tan sensible y pequeño.
Sus ojos verdes estaban llenos de lágrimas y solo pude reaccionar acercándome a él.
—Ben, ¿tú crees que Noemí aun me quiera?
—¿Por qué preguntas eso?
—Es solo que...Ella ya no juega conmigo, no me hace panqueques y no me deja dormir con ella. —bajó la cabeza lleno de tristeza.
—Por supuesto que te quiere, te quiere mucho. Solo...ella es quien ahora necesita nuestra ayuda y cariño.
—Se que está triste porque Nahim tuvo que irse, pero cuando papá la regaña porque no quiere comer me pone triste a mí.
—Lo sé, pequeño. Prometo hacer todo lo que pueda para que todo vuelva a ser como antes y que ella esté mejor.
—¿La enviaran a ese hospital?
—Si es necesario, lo haremos.— asentí acariciando su cabeza.
Ya miré el folleto una última vez antes de guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta.
Marcus tenía un buen punto. Y admitir que ella no estaba pudiendo recuperarse con nuestra ayuda, me causaba aún más conflictos.
Abrí la puerta de su habitación de un solo movimiento, decidido a hablar con ella para ser ignorada como el resto de días, pero entonces la vi, pero ella no notó mi presencia, debido a que estaba con los audífonos puestos observando el hermoso paisaje del lago que se apreciaba de su ventana.
Se veía pálida y llevaba puesta una de las sudaderas de Nahim y un buzo. Su cabello estaba recogido, pero a pesar de eso se veía grasoso, sus pies estaban descalza y abrazaba sus piernas como si tuviese frío. Estaba acostumbrado a verla en ese estado en los últimos meses, pero sin duda no esperaba que cerca de ella estuviera su cuaderno de dibujos y un lápiz.
Se quitó un audífono y sin voltear a mirarme murmuró un débil —Hola, Blake.
—¿Cómo sabías que era yo?— sonreí mientras me acercaba, sentándome junto a ella.
—Vi cómo te bajabas de tu auto. Y Nate y Marcus golpean antes de entrar.
Chica lista.
—¿Cómo estás?
—¿Podemos saltarnos la parte donde te digo que "bien"? Porque es obvio que Marcus ya te dijo toda su versión antes de que subieras.
—Marcus me dijo que sigues sin comer, sí. Pero ahora quiero escuchar tu versión.
Ella no respondió nada. Me dio el silencio al que estaba acostumbrado cuando le hablaba.
—Son las cuatro de la tarde. ¿Por qué no salimos de aquí por un rato? —Propuse —podemos ir al cine o al parque. O podemos quedarnos aquí y ver alguna película con Nate y...
—¿Por qué no simplemente dejas de esforzarte?.— declaró mirándome por primera vez en toda nuestra conversación. Sus ojos derrochaban tristeza y cansancio, sus ojeras eran notorias y su nariz estaba rojiza.
—Porque me importas. Y me preocupas. Y necesitas comer.
—¿Qué es lo más grave que podría pasarme? ¿Morir?—se burló.
—No digas eso.—Le reclamé.
—¿Por qué no?. Mi mejor amiga lo hizo, se murió y mi hermano... no está muerto, pero también se fue.
—¿Por eso intentas alejarme?
—Todos me dejan. Tarde o temprano tú también lo harás, solo estoy apresurando las cosas.
—Si te refieres a lo que me dijiste el otro día. Mi respuesta sigue siendo no.
—Termine contigo, Benyamin. No es algo en lo que puedas decidir.— dijo firme antes de fingir una risa cínica. —Ni siquiera sé porque digo que "terminé contigo". No se puede terminar algo que jamás...
—¿Que jamás comenzó?— inquirí. —¿Y todos estos meses? ¿Que fueron? ¿Un juego?
—Solo estábamos calientes. Era el maldito efecto de querer tener lo que nos prohibieron tener, solo eso.
—¿Fue solo "un efecto" decir que me amabas?
—Quizás lo fue.
Sus palabras me dolían y ella era consciente de ello, aunque creo que esa fue la razón por la cual las pronunciaba en primer lugar. Quería alejarme, quería lastimarme lo suficiente como para que no quisiera saber de ella. Lo hacía cada vez que venía a verla e intentaba proponerle hacer algo y eso me estaba pasando la cuenta, sus palabras me estaban pasando la cuenta.
No tenía a Nahim, no tenía a mi padre y ahora la única persona que me daba algo de paz me estaba haciendo perder la cabeza.
Pero aún no estaba preparado para rendirme.
—Bien, entonces esto se acabó.— nos señalé —Pero ten en claro que eso no cambia nada. Seguiré viniendo cada día a verte, continuaré preguntándole a Marcus por ti, vendré a pasar tiempo con Nate ya que tu no lo haces. Porque, aunque me mandes a la mierda yo tengo un compromiso con Nahim y a diferencia de mi promesa anterior, planeo mantenerla.
—Haz lo que quieras.
—Bien.
—Bien.
Salí de la habitación completamente enfadado. Avancé con rapidez a la salida de la enorme casa y me subí a mi auto no sin antes enviarle un mensaje a Marcus.
—Discúlpame con Nate, dile que mañana estaré aquí temprano para llevarlo a la escuela.
Dejé mi teléfono de lado y puse en marcha el auto para dejar la mansión atrás. Mis planes eran conducir a mi departamento y seguir esperando a que los hombres de Akim me dieran algún hilo del que tirar para saber del paradero de Aditya. O mejor aún, esperar a que el abogado de Nahim me diera una buena noticia.
Pero un mensaje cambió todos mis planes.
Mi padre está a horas de pisar tierras europeas. Y para continuar con nuestra desdicha, Ayami viene con él.
Edwin–
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