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Capítulo 27. / Tell me: This is a date?

Tell me — This is a date?

Noemí Higgins

Blake me trajo a clases temprano. A pesar de que nos levantamos antes de que alguien de la casa lo hiciera, me sentía bastante energética, después de todo tenía un examen que reprobar.

Si, reprobar.

Porque iba en la pregunta número cuatro, quedaban diez minutos y no sabía nada más.

Intenté ver a la persona de enfrente pero simplemente el chico tapaba su prueba con su cuerpo, por otra parte, Scarlett y yo habíamos quedado separadas por órdenes del profesor.

Le dije mil veces que no era discreta leyendo mi examen en la prueba anterior, pero simplemente siguió anotando.

Si algo me ha enseñado la vida, es que algunas veces tienes suerte en los juegos de azar, así que ese era mi plan ahora, no entregaría la prueba en blanco, simplemente comencé a marcar las respuestas que me parecían más razonables ya que, con algo de suerte podría acertar.

Cuando la hora de entrega llegó, no tardé en ponerme de pie para ir a entregarle el examen al maestro e irme de la sala. Pero su voz llamando mi nombre me detuvo.

—¿Me harás la ley del hielo?— solo la miré — muy madura.— se burló. —Ni siquiera sé por qué estás tan molesta, solo fue...

—¡Te follaste a mi hermano!

—No grites— regañó.

—Tiene novia y está embarazada— susurré lo último sin quitar mi tono severo. —Y, por si fuera poco, está metido en cosas turbias y lo sabes.

En realidad, no estaba molesta porque había estado con mi hermano, ya que ambos eran grandes y Nahim sabe lo que hace con su vida y sus malas decisiones, pero el que ella estuviera involucrándose con él, arriesgándose a que alguien la pudiera poner en riesgo después de que me esforcé por mantenerla alejada de todo para que nada malo le ocurriera, me jodio lo suficiente como para enfadarme.

—Solo fue un calentón, ¿sí? No volverá a pasar.

—No me mientas, no a mí. Sé que te gusta, Scarlett. Se te nota.

—Sí, es verdad, pero no voy a interferir en su vida del modo que crees.

—Ya lo hiciste.

—Oye, no es solo mi culpa.

—No. Claro que no, se necesita consentimiento de los dos para tener relaciones de lo contrario sería abuso. Pero si es tu culpa exponerte a todo esto. No sabes quién lo sigue, no sabes para quién trabaja. Arriesgue cosas para mantenerte lejos de todo esto, para mantenerte lejos del club y tu solo fuiste y te metiste con él.

—¿Qué?

—¿Qué?— imité yo dándome cuenta de que había hablado de más.

—¿Por qué dices que arriesgaste cosas?, ¿Qué cosas Emi?— interrogó y yo solo supe quedar en blanco.

—Hola chicas— llegó interrumpiendo Alex.

—Hola— saludé intentando sonar amable mientras que Scarlett solo continuaba con su mirada llena de dudas, dudas que yo no podía responder.

—¿Está todo bien?

—Si— respondí al mismo tiempo que la morena decía un firme "no".

—¿Si o...

—Noemí se está dando cuenta que no puede controlar a las personas, porque para ser sinceros, últimamente ni siquiera puede controlar que le sale de su boca.

—¿Yo? ¿Controladora?.

Ella asintió cruzándose de brazos en una posición amenazante.

—Te acostaste con mi hermano— recalque.

—Y esa es tu única excusa para intentar controlar mi empleo, mi vida sexual y mis decisiones.

—No intento controlarte, intento protegerte.

—¿de qué tu hermano me rompa el corazón?. Joder, Noemí, no soy tan sensible.

—No me refiero a Nahim, yo...

—¿Tu?— inquirió. Pero volví a cerrar mi boca y eso le molesto. —Finges ser valiente, audaz y una buena amiga, pero no te da el valor suficiente para decirle de una puta vez a Alex que no se ilusione porque tu solo lo quieres como amigo.— bufó con rapidez antes de darse media vuelta y marcharse de la escena.

Yo cerré los ojos y solté un suspiro lleno de frustración. Pues sabía que ahora tendría una conversación inevitablemente incómoda con Alex.

—Alguien sí que está de malas— se burló intentando alivianar el ambiente, sin mucho éxito.

Solté un respiro dándome valentía y me paré frente a él para comenzar a hablar. —Alex yo...

—No tienes que darme explicaciones, Emi. Parte de mí siempre ha sabido que tu no me ves más que como un amigo.

—Lo siento.— susurré.

—No tienes que disculparte por lo que sientes, o lo que no— me sonrío. —Además tú y el chico tatuado hacen buena pareja.

—No es mi novio— negué con la cabeza rápidamente.

—No tienes que mentir solo para no lastimar mis sentimientos. Además, se nota desde lejos que no le agrado ni un poco—Se burló de sí mismo y yo le di una mirada llena de confusión.

Alex rápidamente apuntó intentando ser disimulado hacia el paradero detrás de mí y lo vi. Estaba recargado sobre su auto mirándonos con una mirada desafiante y los brazos cruzados.

Al menos esta vez no está fumando.

—Bueno, no lo hagas esperar más.— dijo en forma de despedida antes de rodearme con sus brazos en un abrazo particularmente largo y cariñoso.

¿Es que acaso está jugando al pasivo agresivo?

—Nos vemos— respondí yo antes de quedar completamente sola y no tener más opción que caminar en dirección al auto.

Realmente tenía ganas de llorar. Odiaba que mis sentimientos no quisieran aferrarse a alguien que era bueno y definitivamente me haría bien, odiaba tener que actuar el noventa por ciento de mi día, odiaba tener que pensar cada cosa que iba a salir de mi boca para no meter la pata y odiaba que mis putos traumas me hicieran sentir débil cada vez que alguien me hablara con algo de frialdad.

—¿Qué pasó?— le pregunté sin rodeos en cuanto llegué frente a él.

—¿No saludas?

—Nos vimos temprano, Blake.

—Sube— señaló su auto con la cabeza.—te quiero llevar a un sitio.

—La última vez que me llevaste a alguna parte, no terminó bien. Y hoy no estoy de ánimos para hacer...nada.

—Solo sube, te aseguro que no te arrepentirás, y si lo haces te llevaré de inmediato a casa.

Y sin pensarlo demasiado accedí, después de todo estaba en mis planes encontrar algún momento de mi día donde pudiésemos hablar a solas y disculparme con él.

—Esto es raro, ayer estabas molesto y hoy por alguna razón estás intentando ser amable.— dije abrochando el cinturón de seguridad.

—Es mi intento de disculparme sin tener que decir las palabras mágicas.

Rei un poco, pero cuando puso el auto en marcha solté un suspiro —Creo que la que debe disculparse soy yo.— Benyamin no dijo nada, solo continuó mirando a la carretera como si no hubiese escuchado mis palabras. —Sabes Blake, siempre pensé que si hacía todo bien, que si complacía a las personas haciendo lo que ellos querían o lo que me pedían, las cosas me saldrían bien. Y claramente no fue así. Solo termino lastimando a todos y ganando que me llamen "controladora" y "cobarde".

—No creo que seas cobarde—Me miró con compasión.

—¿Y sobre lo de controladora qué opinas?— reí notando que había ignorado esa palabra.

—Quizás solo un poquito— se burló gesticulando con sus dedos y a diferencia de hace algunos minutos, el que me llamara de esa forma me pareció gracioso.

—Se que quizás lo sea y que lo de ser mentirosa también es verdad, pero tengo cosas que ocultar y personas que proteger.

—Quizás deberías dejar de intentar proteger a todos y protegerte a ti.

Me quedé en silencio sabiendo que tenía razón y que él tenía más que motivos suficientes para saber que prefería cuidar a los demás que a mí misma. Mis heridas y moretones eran una prueba de eso.

—Aún no me dices donde vamos—desvíe el tema intentando no autoanalizarme.

—Y no lo haré.— respondió serio.

—Esto es secuestro.

—Quizás, pero no sería la primera vez.— se encogió de hombros.

Lo mire mal recordando la vez que me había dejado lo suficientemente drogada como para caer dormida en cuestión de segundos.

—Se está haciendo frío y no traje abrigo.— intenté persuadir para que al menos me diera alguna pista de nuestro destino.

—Normal en ti.— se burló antes de voltearse aprovechando el semáforo en rojo para tomar algo del asiento trasero y entregármelo.

—Esta es tu chaqueta.

—¿y?

—Y te dará frío a ti, solo traes camiseta.

—Joder, que fastidiosa estás hoy.

—Y tu demasiado misterioso— contraataque. —Dame una pista—insistí.

Él se limitó a mirarme y luego volvió su vista al camino.

—Por favor—rogué.

Benyamin esta vez soltó un pesado suspiro lleno de fastidio —Bien, pero te advierto que no te diré nada más. — Yo solo asentí con emoción. —Podrás ver toda clase de colores y sentirte fuera del mundo por unos momentos— declaró.

De inmediato lo miré llena de confusión.

—¿Vamos a drogarnos?

—No— rio.

Y como era de esperarse, no volvió a responder ninguna de mis preguntas en todo lo que quedaba de camino.

Había tantas pinturas por ver, que ni siquiera sabía por cual comenzar. Simplemente me sentía demasiado eufórica por ver tantos retratos, dibujos y colores hechos proyecciones. Era la primera vez que podía apreciar el arte en todas partes, incluso en el suelo o techo de la habitación. Era literalmente como estar sumergida dentro de un cuadro. Y agradecí que Blake tomara mi mano para no perderme de vista, porque de no ser por eso, me habría perdido mientras admiraba todo lo que me rodeaba.

Jamás había venido a ver una exposición de arte a pesar de ser fan de este, pero creo que me gusto que la primera que visitará fuera la de Van Gogh, aunque de seguro dejo mi vara muy alta.

—Mejor que las drogas, ¿verdad?— preguntó cerca de mi oreja.

—Mucho mejor— solté mientras seguía con la mirada perdida en la proyección de "la noche estrellada".

De pronto caí en cuenta de que, de no ser por él, probablemente mi día de hoy hubiera sido un día realmente malo. Incluso podía visualizar como después de clases hubiera llegado a casa y me hubiera acostado a dormir, sin haber comido y con el sentimiento de que este día acabará con rapidez.

Pero ahora ese sentimiento había cambiado completamente.

No sabía qué clase de bicho le había picado, o si quizás hacía todo esto por lastima, pero realmente uno de mis días malos se había vuelto uno de mis favoritos.

Es por eso por lo que con rapidez me acerque a su cuerpo y deposite un corto beso en su mejilla. —Gracias por traerme.

Avanzamos de cuadro en cuadro, incluso quedándonos un tiempo sentados sólo admirando lo que había a nuestro alrededor y en cuanto terminamos el recorrido por la exposición audiovisual, Blake al ver la hora me llevó a rastras hasta un restaurante para que comiéramos algo, y yo internamente me juré hacer el intento de hacerlo, aunque eso me costará más de lo que aparentaba.

—Y entonces...¿no vas a comer?.

—Si, ahora lo haré.

—Se enfría rápido.

—Puedo pedir que lo calienten.

—La comida recalentada no es buena.

—Lo sé.

—Si, así que come. —ordenó.

Pasamos un par de segundos en silencio.

—¿Sigues mirándome como acosador?

—Si

—¿No dejarás de hacerlo?.

—No hasta asegurarme que comas.

Con cierto grado de molestia llevé una de las papas a mi boca y no fue hasta ese momento, en el que saboreé la comida por mis papilas gustativas y esta pasó por mi garganta, que me di cuenta de que realmente me estaba aguantando el hambre desde después del desayuno.

—¿Cómo te fue en tu examen?

—Me darán los resultados la próxima semana, pero...considerando que no estudie, solo me queda esperar un milagro.

—Después de lo qué pasó anoche me sorprendió que siquiera te levantarás de la cama y fueras a la universidad.

—Yo solo debí haber estudiado antes, pero estoy demasiado distraída, tanto que hoy olvidé que tenía que presentar un nuevo proyecto, porque mi profesor lo rechazó por ser "poco creativo" y te juro que le puse esfuerzo, me frustré, discutí con mi mejor amiga, en el examen solo me sabía cuatro preguntas y...para que te hagas una idea hoy hasta olvide almorzar.

No debí haber dicho eso.

Él levantó una ceja y me vio esperando que continuara mi monólogo. Pero no constaba darse cuenta de que decir eso había sido un error.

—Come— ordenó.

Y yo solo volví a poner otra papa en mi boca, obedeciendo.

—Cualquiera diría que me conoces bien.

—Lo hago— alardeó.

—No lo creo. Hay demasiadas cosas que no sabes de mí.

—¿Como qué? ¿Tu relación con Aditya? — se burló de sí mismo.

Yo solté un poco de aire por la nariz carcajeando, antes de volver a mi estado neutral. Baje la mirada nuevamente a la comida antes de atreverme a decir algo.

—Es peor.

—¿Qué es?

—Le temo a ponerle aceite a mi ensalada, a beber alcohol por la cantidad de calorías que tiene, le temo al espagueti, al pastel de chocolate y a las gaseosas. Y, sobre todo, le temo a quedarme sola. Aunque creo que este último miedo es el único que no puedo controlar, porque controlar lo que como y lo que no, es más simple que controlar cómo las personas vienen y se van de mi vida.

—Edwin les teme a las arañas, Nahim les teme a las alturas y te teme a ti— logró sacarme una sonrisa —Yo de pequeño le tenía miedo al agua. Cosas como tomar una ducha me causaban pánico, pero hay algo en que todos los miedos se parecen...mientras te atrevas a enfrentarlos más poderoso te sentirás.

—¿Por qué hidrofobia?— mire con extrañeza y al ver como desvío su mirada a mi cabello y cuando comenzó a jugar con el noté que no debería haber preguntado eso. —Lo siento, no tienes que responder.

—Está bien— fingió una sonrisa —Es solo que en el orfanato...Para castigarnos, además de golpes, algunas veces nos llevaban a la habitación del lavado y nos sujetaban bajo el agua. No te dejaban salir hasta que dejabas de luchar por tu vida pensando que estabas muerto.

—¿Tus cicatrices son de allí?

Él asintió. —Cortes, quemaduras, puñetazos. Heridas que dejaron marcas permanentes, y no solo en mi piel.

—Lamento que pasarás por eso.

—No lo hagas, no es tu culpa.

—Si, pero tuya tampoco.—Blake me observo y yo a a él, como si quisiéramos ver quien quitaba la mirada primero. Pero obviamente perdí —¿Superaste la hidrofobia?

—Sí y no. Ya no es tan grave cómo antes, pero aún me parecen complicados los días de tormentas o meterme a nadar en el océano. Sin duda, si mi padre no me hubiera obligado a ir a terapia, no podría haber avanzado.

—Tenemos eso en común entonces. Somos dos personas que fueron a terapia y están un poquito jodidas.

—Ve el lado bueno, nos preocupamos por nuestra mala salud mental.

—Eso es verdad.

En cuanto bajé mi vista a ver mi plato noté que este estaba vacío, pues mi interés por saber sobre el pasado de Benyamin me mantenía lo suficientemente ocupada como para comer sin preocuparme en algo más que en su historia.

Blake encendió su celular para ver la hora y de inmediato le pidió al camarero la cuenta.

—¿Ya nos vamos?

—Claro que sí, aún quedan cosas por hacer antes de ir a casa.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunté rodeando mi cuerpo con mis brazos debido a que el viento que corría me hizo estremecer.

—Quiero que veas algo.— señaló con la cabeza que siguiera caminando.

—Tú sí que eres raro ¿verdad?, ¿traes a todas las chicas de paseo al cementerio o solo a mi porque planeas matarme y enterrarme en una tumba abierta?

el río —Veremos una tumba, pero no está abierta y aun no puedo matarte, los guardias escucharían tus gritos.

Lo mire risueña —idiota.

—Tú comenzaste.—se encogió de hombros y continuó avanzando frente a mí.

Avanzamos unos metros hasta que se detuvo en aquella tumba, en la que llegaba algo de sobra debido al gran árbol a unos metros de ella.

De inmediato me aproximé a la lápida y leí su nombre. "En memoria de Joan Blake".

—La última vez que estuve aquí prometí vengarme, Noemí. Vengarme de quien lo asesinó, sin importarme quien cayera. — me explico.

—¿Cómo era él?— me atreví a preguntar mientras me aferraba a la chaqueta que Blake me había obligado a ponerme.

—Gentil, bueno, siempre demasiado ordenado. Era de esa clase de persona que compra el periódico todos los días en el mismo lugar. Y a pesar de que su solitaria vida no fuese sencilla, siempre traía una sonrisa. Marcus me recuerda un poco a él.

—No quiero imaginar lo que sentiste, lo siento.

—Ya lo sabes, ¿no?. Digo, tu padre también falleció.

—Pero no es lo mismo. Tú jamás tuviste a nadie en tu infancia y cuando por fin tuviste a alguien, te lo quitaron. Yo solo fui una niña criada en cuna de oro que perdió a su familia, y aun cuando ninguno de ellos estuvo, seguía teniendo dinero y personas que se preocupaban por mí— lo compadecí.

—Tienes razón, yo gano— bromeó y yo le devolví una sonrisa que se esfumó con rapidez al notar que a él le paso lo mismo —Me encargaré de protegerte, Noemí. Lo prometo. Solo dime el verdadero nombre de Aditya y me encargaré de que él y el asesino de Joan caigan.

—Me gustaría que fuera tan fácil como se oye.

—¿Por qué no lo sería?

—Porque si mi hermano me odia ahora, cuando sepa quién es no volverá a hablarme. Porque en tu plan hay demasiadas cosas que no estás evaluando y porque no sacrificaré que mi familia o Gabriela mueran.

—No estaré solo, tengo a Akim de mi lado, tengo a Edwin y te ayudaré a decirle a Nahim. Todo lo que debes hacer es decirme quién...

—Blake, espera.

—¡No!, solo quiero saber quién...

—Alguien nos observa—anuncié logrando que él cerrara la boca.

Benyamin intentó girarse sin ser disimulado, pero lo sostuve evitando que lo hiciera.

—No eres discreto— le reclame. —Nos giraremos de una forma que se vea natural y entonces fíjate en el sujeto que está con la cazadora azul junto a el arbusto.

Él asintió con sutileza y yo intenté coreografiar nuestra improvisada escena. Por suerte yo solo me preocupé de mirar la tumba y Blake tratando de disimular, miró en todas direcciones antes de enfocar su vista en el sujeto.

Mis manos habían comenzado a temblar levemente con el temor de que algo fuera a ocurrirnos, pero no me tranquilizo nada cuando Benyamin en un tono severo me ordenó:

—Ve al auto.

—No sin ti.— respondí con rapidez.

—Solo vete y sube al auto.

—No.— negué, esta vez mirándolo directamente y él a mí.

—No seas terca, mocosa. Súbete al auto.

—Y tú no seas idiota. Si Aditya lo envío no me lastimara, pero a ti sí.

—¿Crees que se ha dado cuenta de que sabemos que está allí?— intentó cambiar de tema.

—No lo sé.— negué con la cabeza llena de incertidumbre.

Intentar no mirar en aquella dirección me parecía un desafío complicado, por lo que opté por comenzar a mirar las otras lápidas buscando distraer mi vista mientras pensaba en algo. Pero siendo más rápido que mi mente, Blake me sujetó mi cintura apegándome a su cuerpo.

—¿Qué haces?— Intenté apartarme de él, pero no me lo permitió.

—Intento disimular— me susurró. dio una nueva mirada disimulada antes de hablar. —bésame. —ordenó.

Alcé una ceja —Pensé que no éramos nada, ya sabes, ni amigos, ni conocidos, ni alguna clase de intereses románticos. — bromeé repitiendo sus palabras.

—Quizás amigos podría ser...Como sea solo bésame.— insistió.

—Los amigos no se besan o se tocan de forma inapropiada...tampoco tienen sexo.

Su mirada estaba fija en mis labios y yo sabía perfectamente lo que pretendía hacer. Nos acercaría lo suficiente como para tentarme a acortar la distancia y unir nuestros labios, pero esa era su táctica y ya la había logrado descifrar.

—Quieto.— jugué con él rozando nuestras narices.

—Solo bésame—ordenó apretando mi cintura.

—No— negué con la cabeza. —Siempre soy yo la que te besa primero, es tu turno. Bésame. —le susurré.

Por un momento sentí que le temía a comenzar algo entre nosotros, le temía a ser él quien quisiera besarme. Las otras veces yo comenzaba, pero cuando lo desafié a que él lo hiciera, titubeo. Al notar sus dudas, aparte su cuerpo del mío, o lo intente, pues sus acciones fueron más rápidas que las mías y tomándome por sorpresa, me besó.

Podía sentir nuevamente la ansiedad de sus acciones haciendo efecto en mí, ansiedad que rápidamente se fue convirtiendo en una sensación de deseo. No tardé en ponerme en puntillas para que nuestras bocas pudieran tocarse mejor. Sus labios eran suaves y decisivos, sabiendo perfectamente lo que hacían y donde tocaban. Nuestras lenguas se buscaron mutuamente y terminaron jugando entre ellas. Como siempre, sus tentadas manos comienzan a descender hasta mi trasero y maldigo internamente que esa mínima acción que suele hacer me caliente tanto. cierro con fuerza mis ojos dejándome llevar sólo por mis otros sentidos. Una de mis manos va a su nuca y la otra se desliza por su cuello dejando leves caricias con mis uñas que sé que le causan hormigueos. No se cuánto tiempo llevábamos así, solo sintiéndonos el uno al otro, cuando el decide apartarse primero y no lo culpo, pues, así como íbamos terminaríamos muertos por no respirar.

Él apego su frente a la mía en un intento desesperado por recobrar el aliento. —Se que recién llegamos, pero quiero llevarte a mi departamento, justo ahora.—Dijo completamente agitado. —Además creo que debemos irnos de aquí— miró nuevamente en dirección a nuestro acosador y llevándose una sorpresa de ambos, él ya no estaba.

—Mierda, si— jadeé.

Benyamin Blake

En cuanto comencé a conducir a mi departamento, aquella vibra sexual se esfumó, pues estábamos discutiendo. Ella decía que debería llevarla al club y que ella hablaría con Aditya y yo me negaba rotundamente a llevarla, y cuando superamos esa idea, yo quería que se quedara a dormir conmigo y ella decía que debía llegar a casa.

—¿Y entonces qué? ¿Te iras luego de tener sexo?

—Quizás.

—No puedes hacer eso.

Me miró incrédula —tú ya me lo has hecho.— se cruzó de brazos y miró por la ventana el resto del camino.

En cuanto llegamos a mi departamento, ella me entregó mi chaqueta, yo fui a ponerme ropa cómoda y ella entró al sanitario. Así fue como terminé sentado en mi cama, sin camiseta y solo con un pantalón deportivo gris.

La puerta del baño se abrió y ella entró en la habitación con el cabello recogido y la cara lavada, dejando ver así entre su maquillaje, el color morado de su pómulo. Sabía que sus heridas eran la razón por la cual hoy no traía vestido como acostumbraba, pues necesitaba algo que cubriera sus rodillas.

La idea de que alguien la lastimara había comenzado a molestarme desde que le cure las heridas, pero justo ahora lo sentía con mayor intensidad y solo una frase cruzaba mi mente;

No dejaré que nadie más le haga daño.

—¡Benyamin! te estoy hablando— se cruzó de brazos frente a mí.

—Si, si— sonreí intentando disimular mi desconexión con lo que decía—Es tarde, deberías ponerte algo para dormir. Usa alguna de mis camisetas.

Fue una tonta excusa para verla desvestirse, y ella lo sabía, por lo cual su única reacción fue rodear los ojos.

—Te decía que mi profesor de dibujo digital me regañó porque mis dibujos no eran "creativos" y que si podías ayudarme con ellos— frunció el ceño. —No me estás prestando atención.

—Te ayudaré en lo que quieras.

Se acercó con lentitud hacia mí para rodear mis hombros con sus brazos. Y yo reaccioné sujetando la parte trasera de sus muslos, comenzando a subirlas con lentitud, buscando apretar su trasero.

El ambiente de la habitación había cambiado, el mínimo contacto de nuestras pieles nos hacía pensar en lo mismo.

—¿Y si me ayudas a desvestirme también?— jugó.

—Me gusta esa idea— sonreí antes de besarla.

La temperatura fue subiendo y la ropa no parecía más que un estorbo, por lo que intenté meter mis manos debajo de su camiseta para quitarla, pero ella apartándose abruptamente de mi se detuvo.

—¿Qué tienes?— pregunté mirándola con preocupación.

Ella parecía avergonzada, e incluso le costó hablar —Es solo que hoy...hoy es un día complicado con mi cuerpo.

—¿Complicado?

—No me gustan mis piernas, mi abdomen está lleno de moretones, mis brazos están lastimados y tengo un moretón en mi pómulo. No quiero que me veas.

—Ya te he visto en ropa interior antes. Incluso te he visto desnuda.

—No hoy, no así.

Sonreí recordando las palabras de Joan cuando tenía inseguridades por las cicatrices en mi cuerpo. Sabía lo que ella sentía y no me gustaba nada dejarla ser así de dura consigo misma, por lo que tomé la parte trasera de sus muslos y la posicioné a horcajadas sobre mí. Ella estaba a punto de reclamar cuando tomé su mano y su concentración fue a mis tatuajes.

—Mira— Ordené comenzando a pasar sus dedos suavemente por cada una de mis cicatrices. Solté su mano y sus dedos continuaron trazando líneas sobre mi piel con suma lentitud, aun me incomodaba demasiado que alguien más las tocara, esa era la razón por la cual evitaba el contacto físico, pero con ella era diferente. Su tacto me hacía estremecer, pero no quería que se detuviera, me parecía extrañamente relajante.

—¿No te avergüenzan o te traen malos recuerdos? —preguntó mirándome con tristeza.

—Por supuesto que sí, cuando era más pequeño las cubría todo el tiempo, no quería que nadie me viera extraño o me preguntara que me había pasado. Pero, un día, cuando le dije a Joan sobre lo que sentía me dijo...que cada una de las cicatrices de mi cuerpo me marcaron y aunque no las merecía, me transformaron de una forma u otra, tú decides si fue para bien o para mal. Él me enseñó a que cada una de ellas era bonita.

—¿Por qué las cubriste entonces?

—Porque eso me ayudó a sobrellevar mis recuerdos.

Su mano dejó mi cuerpo y esta vez acarició mi rostro.

—¿Cuál es tu favorito?

—Este—Dije tocando mi cuello donde estaba aquella ave que a ella tanto le gustaba admirar.

—También es mi favorito— Sonrió.

Por alguna razón sentí la necesidad de continuar, de contarle la historia detrás del único tatuaje de mi cuerpo que tenía significado, el único que no cubría una cicatriz.

—Cuando estaba en el orfanato...Recuerdo que un día me sentía demasiado solo en mi habitación, otro de mis compañeros de cuarto se había marchado y yo seguía allí, nuevamente me había quedado solo, pero entonces miré por la ventana y frente a ella había un gran árbol de manzanas, daban muy buen aroma, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino que el canto de unos pájaros que vivían allí. Vi el nido, un hermoso pájaro, y descubrí que era una madre alimentando a sus polluelos. En ese entonces esa ave representó todo lo que quería; Libertad, paz, una familia. Prometí luchar para proteger a los que me importan y no dejar a nadie pasar la soledad que yo sentí.

—Creo que ahora tengo aún más motivos para que me guste—Me sonrió —Eres...muy fuerte Benyamin. Y no me refiero a solo físicamente.

—Mi mente no es fuerte, Noemí.

—Si lo es.

Negó con la cabeza muy poco convencido —¿No te asusta que pueda lastimarte? ¿Que en algún momento pierda la cabeza como mi papá y te haga daño?

—Tu jamás me lastimarías.

—Suenas muy confiada.

—Porque lo estoy— me sonrió —No eres como tu padre, no lastimarías de esa forma a alguien y si alguna vez desconfíe de ti, fue porque no sabía lo que sé ahora.

—¿El que?

—Veo eso. En la forma en la que juegas con Nate, en la forma en la que cuidas a Nahim, en cómo intentaste proteger a Gabriela, aunque yo te dijera cosas que no merecías...eres bueno, no un santo, pero, bueno.

Jamás creí que había bondad en mí.

Estaba tan acostumbrado escuchar las cosas malas que hacía o lo malo que tenía que hacer que juraría que había olvidado la bondad de mi ella me lo recordó fue como si pudiera ver a través de esa coraza que había tardado años en construir. En ese momento recordé las palabras de Joan él me dijo que había algo más peligroso que cualquier arma, cualquier enemigo o cualquier guerra me dijo que mi mayor batalla sería enamorarme.

Y no sabía a qué me enfrentaba, solo sabía que quería ganar.

Dejé un corto beso en su boca para luego alejarme, ella sonrió y repitió mi acción. Esta vez me acerqué nuevamente dándole uno más largo y profundo, pero cuando me aparté ella no despegó sus ojos de mis labios. Entonces aquellos cortos besos se volvieron uno lleno de la lujuria que ambos sentíamos.

—si tu plan era convencerme para que tuviéramos sexo, lo conseguiste— jadeó, levantando su camiseta y dejándome ver sus bonitos pechos.

—Mi plan era mostrarte que hay partes de mí que también me avergüenzan. luego te iba a decir que viéramos la tele— sonreí desabotonando sus jeans.

—Un chico que respeta un "no". Eso sí que es caliente.

Se quitó de encima mío sólo para bajar sus pantalones y quedando solo en bragas volver a posicionarse sobre mí.

Yo deslice la yema de mis dedos con delicadeza por la zona de su costilla decorada por un tinte negro.

—Es tu turno

—¿Uhu?

—Dime el significado de tu única marca permanente.— pedí.

—Era la pintura favorita de mis padres. Demasiado extravagantes, pero, sobre todo; demasiado religiosos.

—Me gusta— susurré logrando a propósito que mi aliento chocara en su piel.

—Y a mí me gustas tú— soltó mirándome con sus bonitos ojos verdes.

El contacto visual fue suficiente para que me acercara a ella y la volviera a besar. No necesitábamos tantos rodeos, pues estaba seguro de que desde que la bese en el cementerio ella y yo no estábamos más que rogando por quitarnos la ropa.

Sus labios se posaban sobre los míos con suavidad, yo temía lastimarla o ser brusco, pero sus manos estaban sosteniendo mi rostro con firmeza, evitando que me apartara, a pesar de que yo no tenía intención de alejarme. Separé los labios para comenzar la guerra de lenguas y disfrutar lo más que podía de ella. Apreté su trasero sin rodeos. Juraría que sólo había una palabra para describir lo que pasaba cuando él y yo nos besábamos; caos.

Me levanté de la cama y en un ágil movimiento la dejé sobre está para quedar encima suyo y besar su cuello.

—¿Qué necesidad tienes de marcarme como ganado?— se quejó y entonces me di cuenta de que mi entusiasmo le había dejado algunas marcas.

—No te preocupes por eso ahora— le susurré.

—Ya encontraré una forma de dejarte una marca también, no creas que por tener tatuajes no lo haré— me desafío.

¿Para qué quieres dejar marcas en mi piel, mocosa?, ya estás dejando una huella imborrable dentro de mí.

—¿Qué?— me miró sonriente.

—Nada, yo...— mire los anillos en mis dedos y de inmediato me levante —No quiero lastimarte.— le expliqué antes de dejar sobre el velador todos mis anillos y mi cadena con rapidez para volver a posicionarse sobre ella.

—No soy tan frágil, Blake.— rio antes de dejar un corto beso en mis labios.

Creo que era la primera vez que lo hacíamos así. En la que nos tomábamos el tiempo de quitarnos una a una las prendas de ropa, de admirar nuestros cuerpos como si jamás nos hubiéramos visto desnudos. Mi vista fue a los morados de su abdomen y no pude evitar hablar.

—No dejare que ese idiota vuelca a tocarte— jadeé — lo prometo.

—No tienes que prometer nada, Blake. No es tu responsabilidad...

—No, no es mi responsabilidad, pero me enloquece la idea de que él ponga sus manos sobre ti de esta forma. Nadie tiene el maldito derecho a tratarte así. ¿Entiendes?.

Noté en su rostro que le costó captar por completo mi frase, pero solo terminó asintiendo un par de veces con lentitud antes de sujetar mi nuca y volver a unir nuestros labios.

Tomé una de sus manos entrelazándola con la mía. Sus piernas rodearon mi cadera. Era extraño. Me resultó completamente extraño que aquella brusquedad entre nosotros se había esfumado. Pero, sin duda, esto me estaba gustando mucho más. Sus labios acariciaban mi piel y mis movimientos eran lentos y suaves. Besaba su cuerpo con cautela queriendo dejar una huella en cada espacio de su piel. Mi mente estaba perdida en sentimientos y solo podía concentrarme en la forma en que su húmedo y esponjoso interior rodeaba a la perfección mi longitud, y en cómo emitíamos sonidos. No pude evitar cerrar mis ojos dejándome llevar por la forma en que mi piel se erizaba ante cualquier mínimo contacto. Mi corazón latía fuertemente, Sus manos se paseaban por mi espalda y sentía la forma en que su corazón estaba igual de agitado que el mío. Lo hacíamos con delicadeza y cuidado, admirando cada tatuaje, cada cicatriz, cada peca en nuestra piel, incluso besando moretones y cicatrices como si eso fuese a hacer que se borraran. Le mostré que podía ser dulce y suave, fue como si le mostrara mi otro lado, un lado indefenso y tierno que no sabía que existía, uno que le agrado tanto como el que ya conocía. Entonces entendí que no importaba la forma en que tuviéramos sexo, me gusto porque era ella y solo ella la que me hacía sentir así.

Ambos pasamos el resto de la noche dándonos caricias mientras conversábamos de lo primero que nos viniera a la mente. Yo le hablé sobre mi pasado y ella me habló de sus planes para el futuro, pero a pesar de aquello ambos disfrutamos de este presente, de lo que estábamos haciendo aquí y ahora, de nuestra compañía y calor corporal. Aquella conversación nos llevó a un trato, un trato que no podíamos romper, pero como todo trato tenía una condición, y yo fui quien la puso.

—Tengo una condición.

—¿Cuál?— cuestionó intrigada.

—Deberás decirme toda la verdad.

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