Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26. / Tell me: Blood ties or more lies?

Tell me — blood ties or more lies?

Noemí Higgins

Estoy segura de que el noventa por ciento de las personas le tiene miedo a no ser suficiente. A no ser lo suficientemente inteligente, no ser lo suficientemente bueno, gracioso, atractivo, valiente o fuerte.

Yo le temía a todo lo contrario.

Me asustaba ser demasiado.

Y no, no es de la forma egocéntrica.

Me asustaba reír demasiado fuerte y llamar la atención, me asustaba que al mostrar mis sentimientos me dijeran que era demasiado dramática. Que era demasiado testaruda, ruidosa, insistente o cariñosa. Incluso en mis peores días de dismorfia corporal, como lo es hoy, me parezco demasiado voluptuosa, demasiado ancha, demasiado grande, demasiado gorda. Siento que ocupo demasiado espacio. También siento que llevo demasiado tiempo en esto, demasiado tiempo cometiendo errores, demasiado tiempo odiándome y odiando todo lo que me hace ser yo.

Creo que Benyamin me está contagiando sus malos hábitos. Porque por alguna razón eran las dos de la mañana y no lograba conciliar el sueño.

Miraba el techo esperando que alguna señal de cansancio me invadiera, pero por alguna razón olvidé poner en silencio mi teléfono y este había comenzado a sonar, distrayendo mi intento de concentración para dormir.

No tardé en removerme sobre mi cama para tomarlo, preguntándome quién llamaría a esta hora. Pero, cuando leí el nombre de Blake supe que algo malo ocurría. Él jamás llamaría tan tarde, para ser sincera dudo que siquiera me llamara a una hora decente. Por lo que, sin darle demasiadas vueltas, solo descolgué.

—Hol...

—¿Hace cuánto tiempo lo sabes? ¿Eh? —Su notable tono agresivo logró confundirme. Sonaba agitado, enojado y no lograba oírlo con claridad debido a la música a su alrededor.

—¿Blake?.

—Ni siquiera porque te conté todo pensaste en decirme que lo sabías ¿verdad?.

—Blake, ¿Estás ebrio otra vez?

—Estoy malditamente sobrio y tú eres malditamente mentirosa. —Atacó.

—¿Okey?, no sé a qué te refieres, yo...

—Él es mi padre, Noemí. Tu sabías que es mi padre biológico y no dijiste nada.

Y con esa frase, todo mi cuerpo se estremeció. Por mi mente pasó cada parte de lo que callé por años resumida en un par de horas conversando en el club con Aditya y Pietro anunciando que no son uno solo y toda la verdad.

—Blake, ¿Dónde estás? Yo...

Pero él no volvió a responderme, solo soltó un pesado suspiro antes de colgar la llamada sin darme mayor detalle y dejándome con la intriga carcomiendo mi mente. ¿Cuánto sabía? era mi mayor cuestionamiento.

Benyamin antes me había ayudado a ocultar que yo conocía a Aditya, pero esto era diferente, porque sabía que ahora, no tendría intención alguna de ayudarme. Muy probablemente estaba enojado.

Creo que debí advertirle antes de acostarme con él que mi relación con Aditya no es algo que sea discutible.

Jamás esperé ser salvada, jamás esperé un mejor trato y siempre supe que delante de todos quedaría como alguien mentirosa y traicionera, siempre supe que ese era el precio de proteger a mi familia.

Pero, aun así, sentí aquella extraña necesidad de ir a explicarle. Sentí la necesidad de que pensara bien de mí. Quizás era porque lo había visto demasiado afectado con el tema de sus padres o quizás era solo mi ego diciendo que no quería quedar mal frente a él, pero se merecía una explicación, de todas las personas a las que les he mentido o engañado, sentía que él merecía la verdad, su verdad.

Así que con rapidez y sin duda alguna, levanté mi cuerpo de la cama y comencé a vestirme. Sabiendo que, si iba al club, Aditya me estaría esperando para comenzar a hacer preguntas.

Y eso, no estaba destinado a resultar bien.

Benyamin Blake

—Tus citas imprevistas me hacen perder tiempo y no estamos llegando a nada— dije sin tapujos.

El río soltando aire por su nariz —Si no mal recuerdo, la última vez que nos vimos fuiste tú quien desapareció. Incluso te llevaste a la rubia.

Me mantuve en silencio, demostrando que él tenía razón.

—Bien— suspiro. —Tienes razón, llevamos demasiado tiempo perdido y aún no logramos concretar un solo negocio.

—El único problema es que mi jefe dijo que debía cerrar el trato con quien estuviera al mando.

—¿Perdona?

—Se que tú no eres el hombre a cargo de todo esto, solo eres la tapadera de Aditya ¿no?. Finges decidir, sobre todo, pero en realidad no decides ni mierda.— me burlé.

Pietro no pudo esconder su rostro de sorpresa ante mis palabras, no se esperaba que yo tuviera esa información, pero no pasó ni un minuto antes de que sonriera, como si acabara de entender todo. —Veo que la rubia abrió la boca.

—Ella no dijo nada.—Mentí, con temor a que ella tuviera represalias por mi culpa.

—No me malentiendas, pero no creo que eso lo hayas deducido con tu intelecto. No es una información que todo el mundo conoce. Pero Noemí...ella sí que sabe quién es Aditya, a veces me sigue el royo, pero, tiene su carácter. Sabe que nadie puede hacerle daño y se aprovecha de eso.

—Pero Aditya si la lastima, ¿No?.

—Solo cuando ella olvida las reglas.

—¿Qué reglas?

—¿te interesa Aditya o Noemí?— se burló.

—Aditya.— respondí sin rodeos.

—Mientes. Aprietas los puños cada vez que la nombro, como si te molestara o tuvieras miedo de que alguien la lastime. Además, Samuel me contó del incidente del otro día. Obviamente Aditya no tiene idea, porque, si alguien toca a su solecito él es capaz de cualquier cosa.

—Samuel intentó violarla, yo solo evité que eso pasara.

—Mientes, otra vez.— repitió — la ayudaste porque te interesa, de lo contrario también hubieras ayudado a la pelirroja que golpeábamos.

—Eran cosas diferentes, Nahim estaba conmigo y no sabía si al intervenir tus hombres nos atacarían, en cambio cuando la defendí, solo estábamos Samuel y yo.

—Le dejaste la cara hecha mierda al pobre.

—No es mi culpa que no le hayas enseñado a defenderse, o peor aún, a respetar a las mujeres.

Estaba siendo directo, sin tapujos y sin temor a lo que me podía hacer, pues esta vez solo estábamos él y yo. No había nada que temer.

—Sabes Benyamin, me recuerdas mucho a mí.

—No creo que nos parezcamos.

—Tengo como probar que sí, pero antes quiero hacer un trato; si te digo la verdad tú me dices la verdad.

—No te he mentido en nada.

—Entonces no tienes nada que perder ¿Verdad?.

Asentí con sutileza dándole a entender que continuará.

—Verás, desde que tengo memoria tengo una vida caótica y bastante intensa. — suspiro con una sonrisa de satisfacción como si estuviera recordando —Siempre tuve, cada cosa que quería; dinero, poder, armas. Es por eso que cuando una mujer me rechazó por primera vez, necesitaba probarle de una forma u otra que yo siempre ganaba. Ya sabes, esa necesidad masculina de probar que no aceptas un "no" por respuesta.

—No tengo esa necesidad.

—Jamás volví a saber de ella hasta después de 14 años— continuó como si nada, mientras yo me estresaba porque seguía sin ir al punto— cuando llegó a mí el rumor de que ella había concebido a un hijo mío. De inmediato envié a mis hombres a buscarla, pero resultó que la pobre mujer estaba demasiado desquiciada como para confirmar mi teoría. Para mi suerte no resultó difícil dar con el nombre del orfanato, el problema fue que las personas que trabajan allí no tuvieron los huevos suficientes para decirme que mi hijo había huido. Me engañaron y me entregaron a otro chico, Samuel. Aditya como un buen hombre de negocios aprovechó de ofrecer buen trato; El financiaba el lugar y ellos a cambio, nos daban a las niñas que, por su edad, ya era difícil que fueran adoptadas. Todo marchó bien por varios años, hasta que el año pasado, descubrí la verdad sobre Samuel. Ya era demasiado tarde como para deshacerme del idiota, sin tomar en cuenta que le había agarrado afecto, después de todo lo crie como mi hijo. Pero aquella espina de buscar a quien era de mi propia sangre me volvió a invadir. Entonces, di con el nombre de Joan Blake, un hombre que aseguraba tener un hijo adoptivo de la misma edad que Samuel. Nos contó toda la historia y de cómo su muchacho se había marchado al extranjero. Con mis nuevos conocimientos e investigaciones, necesitaba hacer algo para que mi hijo volviera a la ciudad, después de todo, con él trabajando para la mafia de Akim era algo complicado contactarlo. Necesitaba algo escandaloso, algo que lo hiciera tomar el primer vuelo de regreso. Aditya fue de mucha ayuda para eso.

En cuanto terminé de escuchar sus palabras me levanté de mi asiento y lo tomé por el cuello de su camisa. —¿Qué mierda me estás contando? ¿Eh?— bufé.

—Sé más de ti de lo que crees.

—No sabes nada sobre mi...

—Lo sé todo de ti, Benyamin. ¿Crees que no conocería a mi propio hijo?

Sus palabras se repetían en mi mente como aquella mala canción que quería olvidar.

"¿Crees que no conocería a mi propio hijo?". Me pregunto con una sonrisa que rozaba lo siniestro, pues él disfrutaba saber lo que yo desconocía.

En un desesperado intento de no seguir los impulsos de mi mente y romper cualquier cosa que se me pase por delante, encendí un cigarrillo.

Solo quería escapar de allí, dejar de sentir que se reían en mi cara, por lo que terminé conduciendo a toda velocidad a mi departamento mientras llamaba a Noemí para tener con quien desquitarme, dejando a Edwin en la ruidosa fiesta que ofrecía el club Sky. No fue hasta ahora, que estaba solo en mi silencioso hogar, que me di cuenta de que la había llamado a mitad de la noche, posiblemente despertándola y dejándola completamente desorientada.

Pero solo quería decirle lo que pensaba sobre sus mentiras. Oh sobre lo que me había ocultado a mí.

Luego de darle una calada a mi cigarrillo y terminar en un suspiro exhalando el humo, escuche mi celular sonando.

Lo primero que pensé en cuanto leí el nombre que anunciaba mi teléfono, fue que tendría que hacer de chofer de un niño pijo y ebrio.

—¿Qué?

—Benyamin, ¿dónde estás?

—En mi departamento, Edwin. ¿Dónde más estaría a las dos de la mañana?— le di una nueva calada a mi cigarrillo y luego lo apague en el barandal del balcón.

—La pequeña Higgins está aquí.

—¿Y a mí qué?

—No, no entiendes Benyamin. —de verdad estaba haciendo un esfuerzo por descifrar lo que decía, debido al bullicio que se escuchaba a su alrededor. — la golpeó.— declaró sin rodeos.

—¿Que?

—Escúchame, ahora yo estoy con ella, pero hay que sacarla de aquí ¿Entiendes?. No está bien.

—Que dices Edwin, yo no tengo que...

—Te esperaré en la parte trasera, no tardes— anunció antes de colgar de forma abrupta.

Entonces comencé a dudar un poco. Parte de mi me decía que no le debía nada a ella, no tenía por qué ayudarla, ni sentirme culpable.

Pero el solo hecho de imaginarla herida, necesitando de mi ayuda me convenció de que si a ella le pasa algo malo quedaría en mi conciencia.

Con un bufido lleno de frustración tomé una de mis sudaderas y las llaves de mi auto antes de salir.

El camino al club fue rápido. La carretera en la madrugada estaba más que expedita lo que apresuró mi llegada. Estacione el auto frente a donde Edwin me había dicho y ambos ya estaban esperándome allí. La rubia rodeaba el cuello de Edwin intentando sostenerse y él, mientras la ayudaba a avanzar en mi dirección, no dejaba de mirar de un lado hacia el otro asegurándose que nadie los viera.

Después del trayecto a casa y de qué Edwin intentará sacar cualquier tema de conversación con tal de evadir el incómodo silencio, llegamos a esta inusual situación.

Noemí estaba sentada en el sofá mientras yo curaba las heridas de sus rodillas. También tenía un pequeño corte en el labio y sus nudillos estaban dañados. Su nariz estaba rojiza al igual que sus mejillas y ojos, podía suponer que había llorado. Y algo era obvio, se había defendido.

Yo estaba concentrado en lo que hacía, intentando causarle el mínimo dolor y Edwin no dejaba de abrir los muebles de mi cocina en busca de comida.

En cuanto terminé sus rodillas, tomé su temblorosa y fría mano, dispuesto a limpiar su herida, pero en cuando pase la gasa sobre esta, ella se movió logrando que le hiciera daño por lo que soltó un pequeño chillido.

—Quédate quieta— ordené de mala gana.

—Tú sé más cuidadoso.

Solo sonreí con cinismo ante su absurdo comentario.

—¿Podrías por lo menos fingir que no disfrutas esto?— me reclamo frunciendo el ceño.

—No disfruto del dolor ajeno, no como tú.

—¡Fui al club por ti!— alzó la voz — Me llamaste a mitad de la noche, diciendo que era una "maldita mentirosa". Intentando dejarme con cargo de conciencia, ¿y adivina qué?, lo conseguiste y este es el estúpido resultado.

—no es mi culpa que te hayan golpeado por si eso es lo que insinúas. — solté. —Y te dije mentirosa, porque lo eres.

—No me conoces.— siseó.

—Y tú me conoces más de lo que pensaba.— contraataqué.

Ambos luego de esa conversación nos quedamos en silencio y yo solo continúe limpiando sus heridas mientras mi mente divagaba.

No soy de llorar frente a las personas, jamás lo fui. Sentía que llorar frente a las personas era tan riesgoso como sangrar frente a un tiburón, pues al verte débil le dabas poder sobre ti y lo dejabas atacar en tu punto más débil. Suponía que esa noche en la dejé verme de esa forma, fue solo porque estaba ebrio. Pero esperaba de su parte al menos un poco de compasión. Tampoco creo que sea su culpa que yo supusiera una lealtad entre ella y yo que jamás existió.

Ella dijo que había salido de su casa a mitad de la noche porque la llamé, pero mi mente solo se enfocó en la parte en que ella y Edwin estaban juntos, en el mismo lugar y él ayudándola. Aquel sentimiento extraño burbujeaba en mi pecho, era como si estuviera enfadado y con un nudo en el estómago. Sin contar que de por sí, Noemí ya me tenía fastidiado con la información omitida.

—¿Estabas con Edwin?— libere las palabras de mi mente.

—¿Y a ti te importa porque...?— me preguntó alzando sus cejas.

—No creo que sea bueno que tú y él...

—¿Es que acaso te crees Nahim?.— me detuvo abruptamente sabiendo hacia donde iba.

—No, pero soy...

Una persona que debe filtrar más lo que dice.

—¿Eres?—inquirió.

Para mi suerte Edwin nos interrumpió una conversación que no estaba destinada a terminar mal.

—¿Dónde guardas los platos?

—Segundo mueble junto al refrigerador— respondí yo antes de verlo desaparecer nuevamente.

—Edwin solo me encontró en el bar y me trajo hasta aquí. —explicó ella con resignación —Nada más.

—Ya veo.— asentí. —¿Me dirás quién te golpeó?

—Tú sabes perfectamente quién fue.

—¿Es la primera vez que lo hace?

Negó con la cabeza sumida en vergüenza.

—¿Y aun así te quedas con él?

—No es tan fácil como crees.

—Pero adivino que no me explicaras ¿verdad?— respondí en un tono agresivo antes de soltar su mano con brusquedad y apartarme de ella.

Ella no protestó, más bien solo desvió la mirada dándome la razón de que estuviera enfadado. Mi vista esta vez fue a su ropa y logré ver como la blusa de tirantes que llevaba puesta estaba rota. No tarde demasiado en avanzar hasta a mi habitación, tomar algo de mi armario y luego volver al cuarto de estar para entregárselo. No dije nada, solo tendí la prenda frente a ella y con algo de desconfianza la recibió.

—Gracias— siseó.

Ella se levantó y yo comencé a ordenar y guardar cosas en el botiquín.

—Deberías dejar de salir tan desabrigada.— sugerí y ella solo me esbozó una sonrisa mientras se colocaba mi sudadera. —Recuéstate en mi habitación y descansa— ordené.

—No, debo ir a casa, mañana tengo universidad y...

—¿No estarás pensando en ir así verdad?

—¿Gracias?— me miró ofendida —La cosa es que tengo examen y los golpes, puedo...usar maquillaje.

—Es la peor idea que he escuchado.

—Es lo que haré— respondió con firmeza.

Terca. Como siempre, malditamente terca.

—¿Y me dirás quién te llevará a tu casa tan tarde?.— me crucé de brazos desafiante.

En cuanto entramos en su habitación y como noté le era costumbre, lo primero que se quitó fueron los zapatos. Juraría que odia usarlos y solo se los coloca cuando tiene que salir.

La rubia me rogó que la acompañara hasta su habitación, no lo admitió, pero no fue difícil deducir que estaba lo suficientemente asustada como para temerle a caminar entre la oscuridad de la mansión.

Mi propósito era acompañarla hasta su habitación y marcharme, por lo que, ya no veía razones para continuar aquí.

—Bien, será mejor que me vaya— anuncié.

—Espera— detuvo sujetando mi antebrazo —Por favor no me dejes sola yo...No quiero...no quiero estar sola.

Entonces al ver cómo sus ojos suplicantes me decían a gritos lo asustada que estaba. Recordé el miedo que sentí muchas veces en mis interminables noches de insomnio, miedo que siempre intentaba ignorar sin mucho éxito.

Ella no había hablado de lo que le habían hecho, lo único que sabía era que la habían golpeado, pero no sabía con qué más cargaba.

Fue entonces cuando entró una lucha entre dos partes de mi mente. Una que me decía que debía dejarle claro lo molesto que estaba con ella, después de todo yo le cubría la espalda de Nahim y ella no me estaba dando nada a cambio. Pero por otra parte pensaba en aquella noche en la que vi como golpeaban a aquella chica del club y no hice nada. Imaginaba que con ella habían hecho lo mismo, solo que la dejaron con vida.

—Está bien.—Murmuré con resignación —Me quedaré contigo.

Noemí dio una genuina, pero leve sonrisa antes de alejarse y buscar su pijama.

Soltando un leve suspiro me resigné a sentarme en el borde de su cama y a quitarme la chaqueta para dejarla a los pies de esta.

La rubia comenzó a quitarse mi sudadera y luego su blusa rota delante de mí. Como siempre, no traía brasier y la única razón por la que no vi sus pechos fue porque me estaba dando la espalda. Al ver su piel desnuda no pude evitar tragar duro, pasando por alto un par de recuerdos que tenían su rostro.

No tardó en colocarse su playera del pijama y quitarse sus jeans para cambiarlos por un short a juego con la camiseta.

Después de cambiarse la ropa, de inmediato avanzó hasta su cama y bajó las mantas para sentarse sobre las sábanas.

Al verme dio unas palmaditas en la cama para que me recostara junto a ella, pero yo solo me di media vuelta, dándole la espalda.

—¿Dónde...?

—Dormiré en el sofá.

Ella parecía algo desilusionada ante mi actitud tajante, pero fue mi forma de marcar límites, o al menos intentarlo. No se negó ante mi decisión y solo se levantó de la cama para sacar de su armario una frazada. Avanzó con ella entre sus brazos hasta que estuvo lo suficientemente cerca de mí como para extendérmela.

—Gracias— murmuré recibiéndola.

La mocosa se volteó dispuesta a volver a su cama, pero arrepintiéndose de sus acciones volvió frente a mí. Estaba nerviosa, jugaba con sus dedos y entreabría sus labios esperando que alguna idea viniera a su mente, pero no fue hasta que le di una mirada confusa que comenzó a hablar.

—Blake, yo...Lo lamento ¿sí?. — Me vio apenada —No te dije lo de Pietro porque...

—Porque estás con ellos. Lo entiendo.—Intente evadir el tema.

—No, no entiendes.— balbuceo.

—Entonces dímelo.

—No puedo.

—Es que no logro entenderte—reí con frustración —¿Por qué lo proteges? ¿Es que tiene algo que tú quieres o te amenaza?

—¿Amenaza?— sonrió con falsedad —Blake, cada vez que intentó alejarme de Aditya algo malo pasa. No me amenaza, me aprisiona junto a él.

—¿Y no te cansas de eso?

—Yo...

—¿No te gustaría una vida donde tus amigas no tengan que prostituirse en un club, donde él no te golpee cuando le dé la maldita gana, donde nadie más tenga que morir?

—¿Y quién va a hacer que eso pase? ¿tu?

—Si me dices todo, te prometo hacer lo posible para que...

—"Hacer lo posible" no es suficiente, Blake. No sé cómo funcionan las cosas en Japón y con Akim, pero aquí, en Madrid y con Aditya nadie tiene inmunidad.

—Eso es lo que tú crees.

—Eso es lo que he visto.

Duramos unos segundos en silencio antes de que ella volviera a hablar.

—¿Quieres hablar sobre lo de tu papá?

—No.— La detuve abruptamente sabiendo que quería llevar el nombre de mi padre a la conversación.

—Blake, sé que es difícil, pero...

—Noemí, no somos ni amigos, ni conocidos, ni alguna clase de intereses románticos, así que deja de intentar que te diga cómo me siento, porque te aseguro que ni siquiera te lo imaginas.

—Si crees que soy de las que se enamora de alguien solo por tener sexo, no puedes estar más equivocado conmigo.

—Me he equivocado contigo desde el primer momento que te vi, no me sorprende.

—Bien— bufó.

—Bien.

Cese nuestra conversación antes de que cada uno se recostara donde habíamos acordado. Cubrí mi cuerpo con la manta y la vi arroparse antes de que apagará su lámpara de noche. El último pensamiento en mi mente fue ver cómo su cuerpo se acomodaba en la enorme cama, haciéndola parecer más pequeña y solitaria.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

—————————————————
VOTA-COMENTA-SÍGUEME
(Si quieres 🥺)

Búscame como @amsc_hs en Instagram
Allí subo frases, adelantos y primicias de mis proyectos❣️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro