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Capítulo 25. / Tell me: Get her pregnant too?

Tell me — Get her pregnant too?

Benyamin Blake

Noemí siempre me pareció la clase de chica aburrida, que va a la escuela porque odia faltar, que siempre llega antes a clases y hace la tarea para tener créditos extra y agradarle al profesor. O así la describía su hermano, como una chica inteligente, nerd y castrosa a la que le gustaba sobresalir en todo.

Pero, cuando llegué aquí, descubrí que mi idea de ella era realmente errónea.

Porque me encontré con una chica totalmente impredecible, testaruda, inteligente y mentirosa, muy mentirosa. Que en lugar de buscar agradarle a su profesor se acuesta con él.

Y aún sabiendo todo esto, algo en ella me resulta malditamente adictivo. Por eso terminamos otra vez aquí, en una cama desecha completamente desnudos.

Intento convencerme de que no es un error y que son simples coincidencias las que nos llevaron aquí. Pero esas coincidencias me hacen perder el tiempo. Porque intento buscar algo que estoy lejos de encontrar.

Ignorando el hecho de las notas, sólo sabía que Samuel había estado en un el mismo orfanato que yo, lo que podría haber sido una simple casualidad. Quizás que Joan muriera en el mismo lugar que me encontró también lo era. Tal vez los policías decían la verdad, tal vez solo fue un asalto que terminó horriblemente mal y quizás la razón por la cual el destino me trajo aquí es porque debía conocer a mi madre, y mi historia. No encontrar un culpable.

Soy cobarde por pensar en rendirme, pero esto no me está llevando a nada. Solo estoy cometiendo error tras error y Noemí está en el top uno de cosas que no deberían haber ocurrido. Porque cada vez que estoy cerca de ella terminó engañando y defraudando a la única persona que me ha demostrado lealtad.

Baje mi cabeza para poder verla y comencé a analizar su rostro mientras dormía. Tenía una que otra marca de acné en su frente y en su barbilla, las ojeras debajo de sus párpados eran notorias, al igual que las pecas que cubrían su nariz y parte de sus mejillas.

En ese momento, cuando hasta sus imperfecciones me parecieron perfectas, me di cuenta de lo perdido que estaba.

Soy un cliché.

Ella me convirtió en un maldito cliché.

Se supone que soy el hombre que desea cuerpos, no sentimientos.

Pero, ¿Por qué deseaba que ella me quisiera? ¿Por qué amaba cada vez que me sonreía o cada vez que la hacía enojar?, cada vez que me miraba con sus tiernos ojos y podía sentir su piel apegada a la mía, su calor, su aroma, me daba paz y alejaba completamente mis pesadillas.

¿Por qué a pesar de ya haber tenido sexo con ella seguía queriendo más?

Con la mayoría de las mujeres con las que habia estado, siempre dejan de parecerme atractivas o interesantes cuando terminabamos de tener sexo. Entonces, ¿Porque ella me parece el triple de bella? Solo lleva mi camiseta, su rubio cabello desordenado y con uno que otro nudo, chupones en el cuello, moretones en sus piernas y estas temblaban debido a sus espasmos. Y para mí se veía como mi mejor fantasía sexual.

Me gusta, me gusta en serio, y no me refiero solo a físicamente. Pero no puedo confiar en ella y eso me jode.

Y aunque no fuese así, aunque algún día me dijera cada cosa que esconde, yo decidiera dejar mi pasado atrás y decidiéramos ser honestos.

¿Qué pasaría si no lograba ser lo suficientemente bueno para ella?

Soy un hombre que no conoce a su familia y vino al mundo siendo despreciado por muchos, que está en cosas ilegales y ha lastimado personas que no lo merecían.

Porque puede que jamás haya tocado a una mujer sin consentimiento, pero termino lastimando con la droga que ayudo a vender, tanto como a las personas que la consumen, como a las que la crearon. Sin contar que he tenido que deshacerme de uno que otro cabo suelto de Akim...

El sonido de mi celular logra sobesaltarme, pues estaba demasiado perdido en mi mente.

No tardé en levantarlo y darme cuenta que Nahim estaba llamando, decidí cortarle para no despertar a la mocosa junto a mi y con rapidez me dispuse a enviarle un mensaje.

—¿Qué pasa?, estaba durmiendo.

Ella no aparece.—

Carajo, si supieras dónde está justo ahora...

—¿Le hablaste a su amiga?

No quiso decirme donde fue—

Por lo visto alguien aprendió un poco sobre lealtad.

—Está bien, me visto y voy a ayudarte.

No estoy en casa, ¿Puedes recogerme?—

Mi lado chismoso de inmediato me hizo preguntarme dónde estaba un sábado a las once de la mañana, pero tomando en cuenta mi posición, evité las preguntas.

—Sí, envíame tu ubicación.

Volví a colocar mi celular en la mesita de noche y me volteé sobre la cama para volver a mirarla. Aun estaba dormida, pero tenía que despertarla rápido si no quería que <<en un ataque de impulsividad>> Nahim llegara a mi departamento y nos encontrara así.

—Noemí, arriba, es tarde.— intenté despertar.

Pero ella soltó un quejido y cubrió su cabeza con mi almohada.

Por mi parte, me levanté de la cama y comencé a vestirme apresuradamente.

—Noemí, despierta.— volví a intentar.

—Blake, no porque tu no duermas significa que nadie tiene que dormir. —balbuceó moviéndose perezosamente.

Mocosa.

De inmediato, me acerqué a ella y le quité las mantas de la cama para destaparla.

—Joder, que pesado.— se quejó sentándose en la cama y restregándose la cara con suma pereza. —¿Qué hora es?

—Casi medio día— respondí mientras terminaba de abrochar mis pantalones. —Será mejor que te lleve a casa. Nahim está un poquito alterado y no quiero que aparezca de repente y nos atrape así.

—¿Tanto le temes a mi hermano?— se burló.

—Solo intento no crear problemas.— respondí mientras colocaba mi camiseta.

—¿Y si se entera, que?

—¿Perdona?.

—Ninguno se aprovechó del otro, Blake.— se encogió de hombros, como si fuese algo simple.

—¿Tu crees que Nahim aprobaría...esto?

—No me importa lo que él opine.

—A mi si.

Ella me miró incrédula hasta que respondió con frialdad— Bien. Haces mucho drama y después de todo tú comenzaste este "jueguito".

—¿Yo?—Alcé una ceja, sorprendido de sus palabras.

—Sí, tú. —acusó.

—Noemí, esto lo empezaste tu, cuando luego de quitarte a Samuel de encima te traje a mi departamento y me intentaste besar.

—¿Sabes por qué te intenté besar?— preguntó con un tono agresivo.

—Porque te gusto.

—Porque estaba drogada— corrigió.

—¿Y ahora también lo estabas?.

Ella no respondió, solo se limitó a rodear los ojos como tanto me gustaba que lo hiciera y yo escondí una sonrisa de satisfacción al haberla hecho enojar.

Continué vistiéndome y ella solo soltó una leve risita antes de levantarse.

—¿Ahora que?— pregunte terminado de acomodar mi sudadera.

—Oh, nada. Solo acabo de tener un vago recuerdo nuestro en el bar.— murmuró quitándose mi camiseta y quedando solo con la braga cubriéndola de la completa desnudez. Dejó mi playera sobre la cama y no me permitió ver sus pechos, pues se colocó de espaldas a mi. —¿Como me dijiste?— fingió no recordar mientras tomaba esta vez su camiseta y se la colocaba —¿Que me encanta sexualizarme y tener la atención de todos por mis problemas parentales?.

—No se, no lo recuerdo.— mentí.

—¿Pero si te acuerdas cuando dijiste que que la única razón por la cual tenía tu atención era porque no entendías mi relación con Aditya?

Aún no lo hago.

—¿A qué quieres llegar?

—A nada— dijo sin interés.

—¿Qué quieres de mí?—cuestioné acercándome a ella.

—No tengo que decirte que hacer.

—No. Dímelo, ¿Qué quieres de mí?

— Y-yo...yo sólo—suspiró —olvídalo.

—Dime.— la sujeté del brazo.

—¡No quiero nada de ti!.—exclamó— Tú solo querías que alguien te hiciera compañía por la noche y eso hice. Y en realidad fuiste mucho más amigable anoche estando borracho que lo que lleva el día.

—Y tú eres mucho más simpática cuando estás drogada y comienzas a decir de una puta vez toda la verdad.

—¿Eso es todo lo que te importa cierto?— inquirió —Saber la verdad sobre todo lo que te rodea, incluso aunque no te incumba. Pues dejame decirte que quizás cuando sepas toda la verdad, vas a desear no haberla encontrado.

—¿Tanto le temes a lo que escondes?

—Lastimaría a demasiadas personas.

—¿A demasiadas personas o a Nahim?— interrogué.

No contestó, solo evito mi mirada y supe que había dado en el clavo. Ella le escondía algo a Nahim, algo que según la mocosa, lo iba a lastimar. Pero aún intentaba descifrar cómo todo esto tenía que ver con Joan.

Ella continuó recogiendo sus prendas una a una. Se vistió con tanto enfado y rapidez que en cuestión de segundos estaba lista y dispuesta a marcharse, pero cuando la vi caminando en dirección a la entrada, la detuve.

—¿A dónde vas?— pregunté con frustración.

—A casa.—anunció.

—Te dije que yo te llevaría.

—No quiero irme en un auto contigo.

Ella abrió la puerta del apartamento, pero yo la cerré de un manotazo.

—Te subirás a mi auto, iremos a la farmacia, compraremos la pastilla y luego te llevaré a tu casa, ¿entiendes?— Bufé y ella me dio una mirada desafiante.

Estacioné el auto en las afueras de la farmacia, ella y yo no habíamos pronunciado palabra desde que estábamos en el departamento y el ambiente entre nosotros estaba más que tenso.

Era la primera vez que estaba en esta situación tan peculiar. En un auto con una mujer la cual me hacía perder tanto la cabeza que olvidaba ponerme condón.

Aclare mi garganta antes de hablar. —¿Quieres que vaya yo o...?

—No, iré yo—declaró con frialdad.

—¿No te da vergüenza o algo?

—No te preocupaste de eso cuando vine aquí la última vez, ¿o si?.

—No responderé eso.

—Bien— contestó para luego extender la mano y yo la miré extraño. —No trabajo Blake, soy una niña ¿Cómo puedo tener dinero?— preguntó con sarcasmo. Y yo la mire de mala manera —Además fue tu pene el que...

—¡Bien, entendí!—la detuve con fastidio antes de sacar mi billetera y entregarle efectivo.

Ella miró el fajo de billetes con desagrado.

—¿Sabes que la pastilla vale la mitad de esto?

—Pues cómprate algo bonito— fingí una sonrisa.

Ella rodeó los ojos y abrió la puerta del auto, pero antes de bajarse anunció:

—Me quedaré con el cambio.

—Como quieras.— respondí sin interés y acomodando mis gafas de sol.

Hice el tonto por un par de segundos mirando a las personas ir y venir intentando que la espera fuera más corta, para mi suerte ella no tardo demasiado. Encendí el auto cuando la vi salir de la tienda y una cara de confusión se formó en mi rostro al ver que traía demasiadas cosas en sus manos.

Se montó en el carro y luego de dejar las cosas sobre sus piernas cerró la puerta.

—¿Qué demonios compraste?

—Chocolate, goma de mascar, una botella de agua y la pastilla— anunció. —Oh, y traje esto para ti— dijo lanzándome una caja de condones. —Para que aprendas a usarlos y no seas como mi hermano.

Reí —De seguro serás una buena tía, no te preocupes, mocosa.

En cuanto terminé de hablar no tardó en reprenderme con una mala mirada.

Procedió a sacar la pastilla de su envoltorio y comenzó a intentar abrir la botella de agua, pero por lo visto además de mentirosa, testaruda e insoportable es debilucha.

De inmediato le arrebaté la botella de las manos y la abrí sin mayor esfuerzo para luego volver a entregársela.

—Thank you— murmuró por lo bajo para luego poner la pastilla en su boca y beber un trago de agua. —Felicidades, oficialmente no serás padre.

—Felicidades para ti también— le seguí el juego comenzando a conducir.

Cuando tomamos la autopista procedí a encender un cigarrillo y bajar la ventanilla de mi lado para que el humo no inundara el carro.

Sin duda era difícil de complacer, pues ahora me miraba de forma indescifrable.

—¿Qué? ¿Quieres?— dije pasándoselo.

Ella sonrió y me lo recibió, solo para apagarlo en el cenicero del auto.

—Era mi cigarrillo— bufé.

—Que triste.

—¿Puedo preguntarte porqué estas molesta?

—Quizás porque me despertaste, me dijiste que te importa más la opinión de mi hermano que incluso lo que tú creas, dijiste que era desagradable y que según tú, yo fui la que comenzó...sea lo que sea esto.

—Oh, entonces ahora vendrás con esa mierda de que lastime "tus frágiles sentimientos" y que...

Ella interrumpió mis palabras subiendo el volumen de la música.

Bota mi cigarrillo, usa mi dinero y ahora no me deja hablar.

Muy madura.

Para mi suerte el resto del camino fue solo silencio y seguir el gps de mi celular. La rubia junto a mi solo se dedicó a mirar por la ventana y hacer globos con su goma de mascar. Pero cada vez que el camino a la ubicación en el mapa se hacia mas corto, ella parecía mas confundida e intrigada.

—¿A dónde vas?

—Recogeré a Nahim. Le dirás que me llamaste y pasé por ti.— ordené.

—O, le digo que pase la noche en tu casa, desayunamos, luego follamos, y no es la primera vez que lo hacemos.

—No es gracioso.

—Sí para mi— se encogió de hombros. Ella tomó unos segundos para mirar mejor el camino antes de volver a hablar —¿No te dijo donde estaba?

—No, no lo hizo, ¿por qué?

—Estás conduciendo hacia la casa de mi amiga.

Noemí Higgins

Un nudo se formó en mi estómago cuando aparcó el auto bajo su edificio.

Hay más de veinte familias viviendo allí, no hay razón por la cual tendría que estar justo en el apartamento de Scarlett. ¿Verdad?

Estoy intentando consolarme de la manera más estúpida posible. Eso es verdad.

Cuando ví a ambos saliendo del edificio sólo pude aumentar mis malas teorías. Ambos avanzaron a el auto uno detrás del otro, para terminar subiéndose en la parte trasera.

—¿Dónde estabas?— espetó Nahim sin rodeos.

—Ya te lo dije, fue a casa de Alex— regañó Scarlett, aunque sabía que esa frase iba con la intención de que yo siguiese su mentira.

—Y llamé a Blake para que pasara por mi—agregué yo.

El tatuado junto a mi solo se limitó a sonreír con sutileza dándose cuenta de la complicidad que teníamos ella y yo.

—¿Y por ir a la casa de tu novio te parece prudente apagar el teléfono?— inquirió mi hermano.

—Primero, no es mi novio, es mi amigo. Segundo, me quedé sin pila y se apagó. Tercero, no tienes porque saber a cada minuto, dónde o con quien estoy, stalker.

—Tú eres la imprudente.

—Tú un tarado.

—Tonta.

—Idiota.

—Imbécil.

—Niños, los adultos queremos silencio. Cállense de una vez —se quejó Scarlett y ambos obedecimos.

Pero cuando logramos estar un par de minutos en completo silencio, logré distinguir por el espejo retrovisor el rostro de mi mejor amiga. Me pareció curiosa su expresión puesto que era la cara que hacía cuando volvía con su ex novio, cuando me mentía sobre algo, o cuando no asistía a clases y mentía diciendo que estaba enferma.

Culpa. Lucia culpable.

¿Será que ella le dijo algo que no debía a mi hermano?

Esta vez me volteé sobre mi asiento y miré a Nahim.

De saber algo de anoche él no estaría tan tranquilo.

Entonces caí en cuenta de aquello. Mi hermano estaba demasiado tranquilo y logré sentir esa tensión que había entre ellos, actuaban como si en el asiento de en medio hubiera una bomba, cada uno miraba su ventana y cuando sus miradas se cruzaban se veían de una forma demasiado extraña.

Holy shit.

—Oh my God!, you two fucked!— exclamé.

De inmediato la atención de todos se dirigió a mí, pues pasamos de un absoluto silencio a un grito un poco confuso de mi parte.

—Get in your business— bufó mi hermano.

—Did you get her pregnant too?

—Shut up!

—¿Les entiendes algo?— preguntó Blake a Scarlett.

—Ni una mierda— se rió ella.

—Tu y yo tenemos que hablar — me dirigí a Scarlett —Y tu — mire esta vez a mi hermano

—Deberías comenzar a pensar más con la cabeza y no con...your dick.

Eso Scarlett si lo había entendido y al parecer Blake igual, porque comenzó a reír un poco mientras que mi amiga se acomodaba cada vez más abajo en el asiento completamente avergonzada.

—¿Quién se queda a cenar?— preguntó Marcus.

—Yo sí— murmuró Scarlett

—¿Blake?

Fue entonces que todos nos volteamos a mirarlo y él estaba en una esquina de la habitación hablando por teléfono.

Él se limitó a gesticular en negación mientras continuaba murmurando monosílabos por el teléfono.

Pero nadie le dio importancia a su llamada hasta que al pasar unos segundos de que cortara comenzará a despedirse de todos ignorando cualquier súplica de Nate.

Por un momento pensé que quizás era mi culpa. Debido a que peleamos la mayor parte del camino a casa de Scarlett o quizás le hacía ponerse incómodo estar en la misma habitación conmigo y Nahim.

Con ese sentimiento presente, me escabullí de la conversación que había entablado el resto de personas en la habitación y salí detrás de él.

—¡Blake, espera!— llamé cuando me fijé que estaba por subirse a su auto.

Él de inmediato se detuvo y se volteó para mirarme.

Avancé con rapidez hacia él y cuando estuve cerca me dispuse a hablar.

—¿Por qué no quieres quedarte?— cuestioné.

—Tengo cosas que hacer.— se intentó alejar nuevamente pero yo lo detuve sosteniendo su mano.

—Hey, ¿Pasa algo?.

Él solo rió soltando aire por la nariz.

—Cualquiera diría que te preocupas por mí, mocosa.

—Lo hago.— solté sin pensar.

Sus ojos cafes me vieron de una forma indescifrable y yo solo me limité a bajar mi mirada con algo de vergüenza ante mi espontánea declaración.

—Debo irme— insistió, y yo solo me limite a, esta vez, asentir con lentitud.

Fue entonces cuando se acercó a mi cuerpo y sujetando mi barbilla deposito un corto beso en mi mejilla. Su repentina cercanía me tomó por sorpresa y logré extasiarme de su agradable aroma antes de que volviera a alejarse de mí.

Nos despedimos con un beso en la mejilla como si no hubiéramos estado solo hace unas horas completamente desnudos en su cama, tocándonos y emitiendo sonidos y frases que son difíciles de borrar de mi mente.

Nos despedimos sin saber que nos volveríamos a ver en la madrugada entre llamadas, confesiones y golpes que nos dejarían mal.
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