Capítulo 24. (Parte 2) / Tell me: Drunk but good boy?
Tell me — Drunk but good boy?
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Benyamin Blake
Mi corazón y respiración estaban hechos un lío. Por alguna razón, sus besos no me parecían suficientes, quería más de ella, quería volver a sentir que me pertenecía y recordarme que sin importar quién la hubiera tocado antes, yo lo hacía ahora y ella era quien me lo pedía. Nos besamos hasta quedarnos sin aliento y yo aproveche de vagar por su cuerpo hasta apretar su prominente trasero.
Jamás había deseado tanto a alguien como la deseo a ella, ni mucho menos me había sentido así de caliente. Ella quería, y yo quería cada parte de ella.
Cuando nuestros labios se encontraron fue como si estuviéramos esperando esto desde la última vez que lo hicimos.
Cada vez que su mirada se encontraba con la mía podía sentir el recuerdo del sabor de sus dulces labios en mi boca, su piel haciendo contacto con la mía, sus cálidas manos deslizándose por mi cuello, su aroma, su respiración agitada, el sonido de sus gemidos.
Sabía que esto estaba mal, pero mi mente solo quería repetir ese día, ese momento, ese instante, ese "error".
Tenía rabia y no tenía obstáculos. Ella y yo estábamos solos en mi departamento sin nadie que nos interrumpiera. Por eso, en cuanto la puerta de mi habitación estuvo cerrada, me aproximé amenazantemente sobre ella y la empuje contra esta.
Mi acción la hizo posar una pequeña sonrisa en sus labios.
—Te ves un poco desesperado, Blake— murmuró.
Ella tenía las mejillas ardiendo, su mirada nublada de puro deseo. Básicamente pedía a gritos ser devastada por mí.
—Y tú un poco necesitada.—le respondí.
Separó sus labios para regañarme o darme alguna de sus respuestas ingeniosas, pero, sin dejarla hablar , solo me dispuse a sujetar su cuello y volver a besarla. Juraría que jamás podría cansarme de la forma tan perfecta en la que sus labios tocaban los míos. La besaba con ferocidad y demostrando quien dominaba. Como si mi mente pudiera traspasar toda esa rabia que tenía a mis labios. Ella no se resistió. Más bien me siguió con demasiado entusiasmo.
Sus ojos verdes me miraron hacia arriba cuando me separe para dejarla respirar. Amaba la notable diferencia de altura entre nosotros. Ella siempre parecía tan pequeña e indefensa ante mí.
Si tan solo supiera que ella es quien me hace sentir indefenso.
Bajé mis manos y la alcé por los muslos e instintivamente enrollo sus piernas alrededor de mis caderas, apoyé su espalda contra la puerta, sosteniendo firmemente su trasero con mis manos mientras las suyas rodeaban mi cuello, acercándome cada vez más a ella.
Ella dejó escapar un quejido silencioso cuando me zambullí en su piel deslizando mis labios hasta su cuello. Mi aliento caliente acariciando su piel la hizo inhalar bruscamente.
Avancé con ella hasta la cama, soltándola y posicionándome sobre ella, teniendo cuidado de no aplastarla. Un gemido sin aliento atravesó sus labios contra los míos cuando sintió mi mano desabrochando sus pantalones y perdiéndose dentro de ellos para rozar su húmeda ropa interior. Me miraba con fascinación mientras acariciaba aquel punto entre sus piernas que rogaba por atención.
—Dime, mocosa.
—¿Decirte...que?— jadeo.
—Dime que no dejabas de pensar en cómo te folle cuando no estaba.
Por la forma en que me miraba, podía predecir que jamás le habían hablado sucio. Un escalofrío recorrió su espalda cuando mis dedos continuaban estimulándola, pero luego de un par de roces terminé por quitarme de encima y apartarme de ella con rapidez.
Su mirada de confusión me causó ternura, pero me limité a quitarme la sudadera que cubría mi torso, para luego quitar uno a uno los anillos de mis dedos y dejarlos sobre el velador, porque no quería lastimarla. Esa fue la única razón por la cual solo tocaba su entrepierna de forma desinteresada y utilizando solo la punta de mis dedos. Mi voz ya estaba más ronca de lo normal y la notable erección en mis pantalones me estaba matando.
Y ella lo notó.
Por lo que no tardó en imitar mis movimientos y levantarse de la cama para comenzar a desvestirse con una lentitud que me resultó desesperante, a pesar de su tardanza, me fascinó el hecho de que, como siempre, no llevaba brasier.
Cuando logró desprenderse de cada prenda que cubría su pálida piel, a excepción de su braga, trató de besar mis labios, pero la esquive.
A ella pareció divertirle mi obstinación por no dejar que su boca y la mía se fusionaran. Y fue entonces cuando deslizando una de sus manos por mi pecho comenzó a bajar, hasta quedar de rodillas frente a mí.
—¿Qué haces, mocosa?—gruñí mientras sentía como mis pantalones se ajustaban más.
—Me disculpo— murmuró.
Perdió poco tiempo en desabrocharme el cinturón y los pantalones para luego utilizar sus ágiles dedos para liberar mi erección prisionera por la tela.
Relamí mis labios y mi respiración cada vez estaba más agitada. Quería que lo hiciera, quería follarme su bonita boca.
Con su mirada llena de inocencia acercó su boca a mi miembro y deslizó su lengua solo por la punta un par de veces moviendo su mano hacia arriba y abajo igualando los movimientos de su lengua en mi polla, antes de alejarse repentinamente. Emití un gruñido lleno de frustración. Ella quería jugar conmigo, desesperarme, y yo no estaba dispuesto a seguirle su juego, porque mi paciencia ya estaba al límite.
Una de mis manos fue a su rubio cabello y la sujeté con firmeza —No juegues. — advertí.
Y con obediencia introdujo mi miembro en su boca lentamente, girando la lengua alrededor un par de veces antes de que comenzara a mover su cabeza de arriba abajo dándome el placer que quería. Mientras, sus manos se movían alcanzando áreas que su boca no lograba cubrir.
Apreté el agarre de su pelo con fuerza, guiándola, lo quería más rápido, más rudo y sumida en mis órdenes, así lo hizo. Eché mi cabeza hacia atrás maldiciendo. La calidez de su boca alrededor de mi piel me estaba enloqueciendo lo suficiente como para no notar que estaba siendo brusco.
Ella lo hacía bien, malditamente bien.
Mire cómo abrió sus verdes ojos y me observaron con fascinación. Tener a la chica que me era imposible de descifrar, de rodillas solo por y para mí ya era estimulante, pero mirarla a los ojos mientras intentaba meterlo todo en su boca me enloquecía.
—Joder—gemí— s-sí, así preciosa.
Siguió lamiendo, chupando, succionando y repitiendo el proceso, el suficiente tiempo como para comenzar a sentir como cada vez mi polla se ponía más grande y dura. Ella estaba empujándome al límite.
—Noemí...— Jadee con esfuerzo —voy a correrme—dije en tono de advertencia.
Yo suponía que se apartaría, pero ignoró mi advertencia y en su lugar ladeo la cabeza y continúo golpeando mi polla en su boca hasta que sentí brotar de mi miembro chorros calientes en su garganta.
Solté su cabello, dejándole libre el espacio para que se apartara si lo deseaba y no ahogarla, pero para mi sorpresa ella solo se limitó a tragar lo que más pudo y terminó alejándose dejando que el líquido escurriera por sus labios.
Yo aún demasiado jadeante mire su boca con fascinación y con mi dedo pulgar limpie mis fluidos que escurrían por sus labios y barbilla, pero antes de que pudiera apartar mi mano completamente, ella se llevó mi dedo a su boca, succionándolo y limpiando todo rastro de mis fluidos.
—Joder, tu...—suspiré —No puedo contigo.
En cuestión de segundos, volví a sentir toda mi excitación irse a una sola zona de mi cuerpo. Sin duda ella me estaba enloqueciendo, y mantenía mi libido al tope. Pero lo que más me gustaba era saber que yo producía lo mismo en ella.
—Sube a la cama y voltéate— ordené.
Noemí me quedó viendo un poco desconcertada, seguramente porque esperaba que la besara. Pero no tardó demasiado en ponerse en la posición que le ordené .
Apoyó sus rodillas en la cama y echó el resto de su cuerpo sobre el colchón.
Me acerqué lentamente a su cuerpo admirando su trasero. Tomando el dobladillo de sus bragas las tiré hacia abajo con brusquedad rompiéndolas. Noté cómo se volteó, pero antes de que pudiera reclamarme algo, le di una fuerte nalgada sacándole un quejido.
—¿Quieres que nos escuchen los vecinos?— cuestione dándole otra palmada.
—N-No— Jadeó débilmente.
—Este bonito trasero es todo mío—declaré dándole otro azote, mientras veía como su pálida piel se enrojecía.
Aún tenía sus rotas bragas en mi otra mano, por lo que simplemente las arroje a una esquina de la habitación. Deslice uno de mis dedos por su humedad sintiendo sus resbaladizos pliegues —Ah...Ben— gimió débilmente.
Introduje uno de mis dedos en su interior robándole un fuerte jadeo.
—Estas tan mojada— Le dije introduciendo el segundo y comenzando a moverlos curvándolos un poco sintiendo aquel punto que le causaba tanto placer. Su respiración era temblorosa y gemía cada vez que volvía a introducir mis dedos, acelerando mis movimientos. Mordía sus labios con fuerza desmedida intentando reprimir aquellos sonidos que tanto me encantaban.
Sin duda lo que más me calienta, es escucharla tan deseosa y excitada.
Cuando sentí que las paredes de su interior se contraían poco a poco, mis movimientos se volvieron débiles y desinteresados.
—Blake...— Se quejó.
Terminé retirando mis dedos de su interior y llevándolos a mi boca para saborear sus dulces fluidos.
No, Ella no era dulce...era jodidamente deliciosa.
—Siempre sabes tan bien Emi...
Sujete firmemente sus caderas para comenzar a deslizarme lentamente en su interior, sin aviso, por lo que a ella se le escapó un fuerte gemido. Mientras mis caderas la empujaban hacia adelante con mis manos la empujaba hacia atrás para chocar contra mi pelvis. Ella apretaba con fuerza las mantas de la cama y escondía su rostro entre ellas evitando que sus quejidos sonarán demasiado fuertes. Aumenté considerablemente la velocidad de mis movimientos, embistiéndola rudamente sobre la cama, dejando escapar roncos gemidos de mi boca al sentir su cálido interior.
Se suponía que esto no pasaría otra vez. Pero aquí estoy, disfrutando de cómo su cuerpo temblaba ante mis movimientos, disfrutando de cómo su cuerpo me robaba gemidos. Ella era la primera chica que me hacía sentir de esa forma. La primera chica que me hacía cuestionarme todo mi mundo y romper reglas que prometí jamás rompería.
Dirigí una de mis manos a su cuello y tomé de este, levantándola con el fin de voltearnos y que ella quedara con su espalda pegada a mi pecho. Noemí era ahora quien comenzaba a moverse sobre mí, mientras yo sujeté bruscamente sus caderas ayudándola. Apoyó su cabeza sobre mi hombro, dejándome su cuello a mi disposición. Mordisquee y bese la zona dejando uno que otro morado y sus manos fueron a mi cabello tirando un poco de el. Se perfectamente que me regañaría por dejarle marcas si no estuviera tan vulnerable ante mis caricias.
—Mierda Emi, me gusta sentirte. — le susurré entre gruñidos y gemidos que se escapan de mis labios.
Ella buscó mi boca para unirla con la suya, pero nuevamente le corrí el rostro.
Pude comenzar a sentir sus paredes contrayéndose y como cada vez le era más difícil mantener el ritmo, sabía que estaba a punto de llegar al orgasmo, sin embargo, nuevamente la detuve, quitándola de encima de mí.
Noemí puso una expresión de confusión mientras sus piernas temblaban.
—Quiero verte— le expliqué neutralizándola dejando su cuerpo bajo el mío.
Deslizé mi polla por sus húmedos pliegues y ella arqueó la espalda, de inmediato me rodeó con sus manos y clavó sus cortas uñas en mi espalda.
Dentro de ella está tan húmedo y apretado que solo con un par de estocadas más podría correrme.
—Mírame— le ordené cuando comencé a dar embestidas. Pero ella parecía demasiado abrumada por mi polla como para concentrarse. —Mírame cuando te lo ordeno, mocosa.— Bufé, logrando que esa vez sus hermosos ojos me observaran. Era un fuerte estimulante sentir su coño alrededor de mi polla, pero la forma en la que me veía era mi detonante.
Mis movimientos eran precisos, arrastraba hasta la punta y luego volvía a golpearla. El sonido de nuestras pieles chocando, sus incontrolables gemidos y todo mi cuerpo ardiendo de deseo me hizo perderme un momento.
Mantuve mi ritmo bastante rápido y brusco, por cada movimiento ella hundía las uñas en mi espalda con más fuerza. Sujeté sus muslos con fuerza, de vez en cuando cambiando mi agarre a su cadera, sabía que le haría morados, pero yo quería eso, quería dejar mi marca en ella.
Cuando noté que su cuerpo se estremecía violentamente y tu respiración se aceleraba, supe que otra vez estaba por correrse, pero a diferencia de antes, esta vez estaba dispuesto a acabar con ella.
Todo su cuerpo tembló ante su hipersensibilidad. Yo dejé escapar un gruñido.
—Blake, voy a...
—Solo hazlo— accedí.
Ella se corrió violentamente, logrando que por consecuencia yo me corriera dentro de ella. De sus ojos escaparon algunas lágrimas y un disparo de semen caliente acabó en su interior.
Gimoteo cuando me retire de su cuerpo y me quite de encima.
Otra vez olvidamos usar condón.
Lo único que ahora se podía escuchar en la habitación era a nosotros intentando regularizar el aire que llegaba a nuestros pulmones.
En cuanto sentí su mirada en mí, giré mi rostro para encontrarme con sus ojos llenos de cansancio.
—Tienes razón—dijo luchando por estabilizar su respiración.
—¿En qué?
—En que no deje de pensar en ti cuando no estabas. — mordió su labio, arrepentida de sus palabras y yo le sonreí.
Pero, al escucharla, una sensación de ansiedad invadió mi estómago.
¿Qué significó eso? O peor aún ¿Qué significó lo que acabábamos de hacer para ella?.
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