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Capítulo 12. / Tell me: What thoughts are you hiding, Blake?

Tell me — What thoughts are you hiding, Blake?

Benyamin Blake

—Akim me llamó. Necesita que al menos uno de nosotros vaya al club y convenza a Pietro de cerrar el trato. —Dije en cuanto entré en su despacho.

Él estaba sentado en el sofá, lucía realmente exhausto y no podía culparlo. La mocosa se había marchado luego de la discusión con su hermano y su amiga. No sabíamos su paradero y su teléfono estaba apagado, Marcus seguía sin pista alguna de donde estaba su esposa y Nate preguntaba cada 5 minutos cuando llegaría Emi.

Sin duda hoy no era el día para la familia Higgins.

—Okey, ¿y qué haremos?.

—Yo... no quiero dejar a Marcus solo, no mientras su esposa desapareció y mi hermanita hizo una rabieta.

—¿Y el rastreador?

—No. Aún tiene el celular apagado— dijo pasando sus manos por su cabello. Sin duda estaba bajo presión.

Entonces sus verdes ojos me miraron suplicantes.

Sabía perfectamente lo que pensaba.

Tendría que ir yo solamente y negociar con él. Pero el problema es que no me gusta socializar, por esa razón Nahim era el que hablaba.

Akim solía decir que éramos la dupla perfecta; mientras que Nahim tenía el don de convencer con sus palabras y se adaptaba con cualquier persona o conversación, yo era el que intimidaba a la mayoría de personas que se pasaban de la raya. Raya que Akim decidía hasta donde llegaba.

Y yo estaba de acuerdo con ser el de pocas palabras. Pero esta vez no teníamos ninguna otra opción.

—Bien.— suspire con resignación —Solo no dejes que vaya Edwin a estorbarme.

—Sí. Le diré que se quede en el hotel.

Le asentí.

—Ben— llamó antes de que me marchara. Yo solamente me volteé a verlo antes de que murmurara un —Gracias.

—No te pongas sentimental, idiota— me burlé logrando sacarle una sonrisa antes de marcharme.

Noemí Higgins

—¿Y?

—Aún no lo sé— me respondió del otro lado.

Sin darme cuenta había comenzado a mordisquear mis uñas y Gaby no se quedaba quieta por siquiera un segundo. Caminaba de un lado a otro en la habitación, sin poder disimular su nerviosismo.

—¿Por qué tardaste tanto en traerlo?

El recuerdo del cuerpo sin vida de la pelirroja invadió mi mente. rápidamente, agité mi cabeza levemente, intentando quitar el escalofrío que generaba ese recuerdo en mi cuerpo. —Tuve... problemas.

—Ya— murmuró cruzándose de brazos mientras seguía moviéndose —¿Supiste algo de la chica nueva?.

No me atrevía.

¿Cómo se supone que le diría que una de sus amigas estaba muerta?

Para mi buena suerte la puerta del baño se abrió dejando ver a Emma del otro lado interrumpiendo nuestra conversación.

Se veía asustada. Y eso hizo que yo me asustara.

Sus ojos se cristalizaron mientras tenía la vista puesta en el test.

—¿Y?— le preguntó Gaby. Aunque ya todas deducíamos la respuesta.

Todo se confirmó cuando ella asintió con la cabeza.

—Estoy embarazada.— dijo más bien para convencerse a sí misma de sus palabras. —estoy embarazada— repitió.

Gaby y yo nos miramos, mientras que la chica se lanzaba a los brazos de Gabriela, abrazándola, para comenzar a llorar más fuerte.

—¿Qué se supone que haga? ¿Qué hago?— sollozó —No tengo una maldita casa, o dinero, no tengo a mi familia conmigo. ¡Demonios, estoy secuestrada en un maldito prostíbulo!. ¿Qué se supone que debo hacer?.

La escena me partía el corazón, toda la situación lo hacía. Ella no merecía esto, ninguna lo hacía.

Me daba impotencia saber que todo lo que hacía era en vano, que no lograba nada, porque nada ayudaba.

¿Qué se supone que debía decirles?

Aditya era diferente conmigo a como lo era con ellas. Yo no conocía esa faceta de él, me golpeaba, sí. Pero no ponía a la venta mi cuerpo y me obligaba a tener sexo con alguien para ganar dinero.

Yo solo sufría lo mínimo, pero debía ver cómo las personas que me importaban sufrían las consecuencias.

Y aun así era egoísta.

Estaba por entregarle el maldito cd a Aditya con tal de que una mujer pudiera volver a su psiquiátrico, mientras que decenas de ellas sufrían aquí.

Viviría con la culpa de lo que decidiera por el resto de mis días.

Solamente esperaba esta vez tomar alguna decisión correcta. Porque nunca lo hacía.

—¿Quieres abortar?— pregunté directamente.

—¿Qué?

—Es tu decisión, no te juzgaré y te apoyaré, así que dime; ¿Quieres abortar?—repetí.

Ella miraba a Gabriela intentando pedirle ayuda para buscar una respuesta, pero esta no hizo más que desviar su mirada.

Ella soltó un último sollozo antes de secar sus lágrimas y murmurar —No quiero hacerlo, no quiero tener un bebé aquí y que esté condenado a tener un padre asqueroso y una madre que no lo desea.

Le sonreí y le asentí levemente.

Fue la respuesta más honesta que había escuchado jamás. No fue egoísta en lo absoluto, pensó en ella, en el futuro bebé que crecería en su interior y en la vida que ella le podía ofrecer, o más bien la que no.

—¿Cómo lo haremos?. Aditya no puede enterarse de esto y nunca nos dejaría salir.—dijo Gaby.

—Puedo comprar algunas pastillas. Conseguiré Mifepristona en algún lado y te la traeré. Prometo no tardarme esta vez— aseguré.

—¿Y si es peligroso?— le preguntó Gaby a Emma sosteniendo su mano. —No quiero que nada malo te pase—soltó con preocupación.

—Nada me pasará—le aseguró ella sonriéndole.

Podía predecir ese tipo de miradas.

No eran miradas de amistad, sino de algo más. Y me alegré por un momento que, a pesar de todo lo malo que pasaran, se tuvieran la una a la otra.

—Nada de esto a nadie, ¿entienden?.

Ambas asintieron.

—Gracias.— Murmuró Emma abrazándome —Eres muy buena, Noemí.

Y esa frase fue suficiente para que la lucha de qué decisión tomar volviera a mi cabeza.

Saliendo de las habitaciones decidí buscar en mi bolso mi celular para encenderlo. Cuando lo hice comenzaron a llegar cientos de notificaciones; decenas llamadas, mensajes de Nahim e incluso algunos mensajes de Scarlett disculpándose.

Abrí el chat de Marcus y sin siquiera tomarme el tiempo de leer detalladamente los mensajes, le envié un "estoy a salvo, no te preocupes".

Continué caminando por el lugar, distraída en mi celular mientras intentaba ignorar el ruido de la fiesta que se desarrollaba en el club. No me detuve hasta llegar a la entrada. Estando allí me dispuse a sacar el porro que Scarlett me había regalado hace un par de días.

Dudé por un segundo, pero guardando mi celular nuevamente en mi cartera, me decidí a prenderlo.

Lo sostuve entre mis dedos para luego colocarlo entre mis labios, encenderlo y darle la primera calada. El picor en mi garganta se hizo presente, pero no me hizo toser.

Sin duda Scarlett sabía dónde conseguir de la buena.

Di una segunda calada antes de percatarme de quien se estaba aparcando en el auto frente al club.

Rápidamente y casi sin analizarlo completamente, apagué el porro y lo guardé entre mis cosas, para avanzar y esconderme detrás de un pequeño grupo de personas que charlaban.

Noté como ellos me miraron raro cuando me acerqué, así que solo saqué mi teléfono para disimular y fingir estar enviando un mensaje. Cuando en realidad, mi vista estaba puesta en aquel chico que se bajó del auto y caminaba hacia la entrada del club.

Creo que era la primera vez que lo veía vestido de esa forma. Traía una camisa blanca, con los primeros botones desabrochados y la camisa arremangada en los puños que dejaban ver que sus brazos estaban tatuados. Llevaba unos pantalones de vestir y sus dedos estaban adornados con sus típicos anillos. Cuando me fijé en mi tatuaje favorito noté que su mandíbula se veía más marcada de lo habitual. Jugueteó un poco con las llaves del auto antes de meterlas en su bolsillo.

Estaba nervioso o demasiado incómodo.

Decidí seguirlo y no pude evitar reír al notar que los papeles se habían intercambiado.

O quizás esas caladas que le di al porro me afectaron a pesar de ser mínimas.

Cuando entre nuevamente y note que lo había perdido de vista, comencé a escabullirme entre la gran cantidad de gente para buscarlo.

Para mi buena suerte, no fue tan difícil hacerlo. Estaba en la barra pidiendo un trago cuando una idea para molestarlo vino a mi mente.

Sin duda hoy me voy a divertir.

Benyamin Blake

Distraía mi mente bebiendo de mi vaso y mirando una a una las personas en el bar. Ni siquiera sabía cuánto tiempo me tomaría estar aquí y ya estaba aburriéndome.

Solo debía esperar el mensaje de Nahim, quien coordinaría todo con Pietro.

A pesar de que este jamás fue mi tipo de ambiente, realmente dejaron de parecerme siquiera soportables. En especial cuando tenía tantas cosas en mi cabeza.

No había hecho más que negociar y hacer de guardaespaldas en las últimas semanas. No me había estado enfocando en lo que me había traído a la ciudad.

Necesitaba comenzar a buscar pistas. Un hilo del cual tirar para saber quién asesinó a mi padre.

Pero no lo tenía.

Solamente sabía el cómo, el cuándo y el dónde. Pero necesitaba saber quién.

Debería partir por pedirle a Akim que me envíe los archivos de su caso. Pero él no lo haría. Sabía que no.

Pedirle los archivos del caso a la policía no era una opción.

Estaba en esto por mi cuenta.

Las notas anónimas no ayudaban en nada.

Pocas personas me conocían y conocían toda la historia, pocas personas sabían del callejón y que jamás supe quiénes eran mis padres.

Eso rápidamente me hizo pensar en una idea.

Creo que ya sé por dónde comenzar.

Fue entonces, en medio de mi idea, cuando entre tanta gente una cabellera rubia me pareció familiar.

Por supuesto. La pequeña Higgins no encontró lugar más seguro para ir a divertirte que un club dirigido por un mafioso, lleno de adultos y ancianos deseando tocarla. Nótese el sarcasmo.

Lucía un corto vestido rojo que combinaba con la pintura que cubría sus labios. Note como movía sus caderas lentamente al ritmo de la música mientras pasaba las manos por su cuerpo de manera provocativa, y jugaba levantando un poco su corto vestido.

Pude notar como tenía encima la mirada de algunos hombres del bar y no podía culparlos, era excitante la forma en la que sabía lo hermosa que era y lo usaba a su favor.

Cuando su mirada se levantó y me observó, una sonrisa se posó en sus labios. No se veía sorprendida ante mi presencia en aquel sitio, no, más bien parecía que sabía justo donde estaría y estaba haciendo todo eso a propósito.

Sin duda no sabe con quién, ni a qué está jugando.

Por un momento me permití dejar de oprimir mis pensamientos, me permití fantasear con ella; Quería ir allá, sentir el tacto de sus manos en mi cuerpo, el sabor de sus labios pintados de color rojo para luego llevármela a un cuarto privado, deshacerme de su corto vestido y hacerla gritar mi nombre.

Pero eso no sería correcto.

Le juré a Nahim que no la tocaría y que le ayudaría a cuidarla.

Aun así, Nahim era lo que menos me asustaba, sería un problema, sí, pero sería mi menor problema.

Si alguien se enteraba de que tenía algún vínculo con otra persona que no trabajaba conmigo, haría lo que fuera para atraparla y hacerle daño.

Como lo hicieron con Joan.

Eso me asustaba, que lastimaran a alguien por mi culpa, temía desgraciarle la vida y saber que fui el culpable de su destrucción. Porque mi única debilidad tenía nombre y no tardaron en acabar con él.

Sabía que yo siempre tendría enemigos.

Y esa fue la vida que elegí tener.

Por suerte mi moral siempre fue más fuerte que mis deseos.

Y esta vez, no sería la excepción.

Le di un sorbo a mi vaso intentando entrar en razón y pensando en qué hacer.

Podría llevarla a su casa para que Nahim por fin pudiera estar tranquilo.

Podría enviarle un mensaje a Nahim diciéndole que ella estaba aquí. Pero me arriesgaba a que viniera y ambos causaran un alboroto.

Podría no hacer nada y dejarla divertirse, pero estar al pendiente por si algo le pasaba.

Estaba tan concentrado en las escenas que creaba mi imaginación que la había perdido de vista.

Comencé desesperado a buscarla con la mirada por toda la habitación, la enorme cantidad de gente no ayudaba en mi búsqueda. Deje mi vaso de lado y me aleje de la barra para buscarla. Avance por la habitación, entre la gente, esperando encontrarla, pero no fue así. Busqué en los baños, nuevamente en la pista de baile y en la barra, pero seguía sin aparecer. Mi mente estaba inquieta, tenía un mal presentimiento.

No podía desaparecer de la nada, no aquí.

¿Dónde carajos se había metido esta Mocosa?

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