Capítulo 10. / Tell me: We are friends?
Tell me — We are friends?
Noemí Higgins
Mi mente seguía en aquella habitación del club, aquella que no podía abrir, aquella que estaba prohibida.
Recuerdo voltearme rápidamente hacia otra parte para evitar seguir mirando, pero era inevitable borrar de mi cabeza lo que ya había visto.
Un cuerpo sin vida se encontraba allí dentro, con su cabeza separada casi completamente del resto de su cuerpo debido a que notablemente fue degollada. Había sangre, mucha sangre, y a pesar de que su rostro estaba completamente desfigurado no tardé en reconocerla por el color de su cabello y su vestimenta, era ella, aquella pelirroja a la que Gaby me pidió ayudar hace un par de días y yo no había podido hacerlo, no había podido ayudarla.
Alcé la mirada de mi plato habiendo perdido completamente el apetito con aquella escena que no dejaba descansar mi mente y contemplé a las personas de la mesa una a una. Nate saboreaba la comida con su típico bailecito de felicidad mientras escuchaba la historia que le cuenta su padre. Nahim empujaba las verduras hasta la orilla de su plato como cuando era pequeño, intentando pasar desapercibido mientras sonríe por las bromas de Marcus, y hablando de él, hace mucho que no lo veía con esa sonrisa tan genuina en el rostro. Me recuerda a papá y la forma en la que era tan feliz cenando en familia. Ellos no merecen esto, no merecen que Aditya los lastime.
Mi vista se va a la última persona en la mesa, pero, para mi sorpresa, sus ojos cafés ya me estaban observando con atención, lo que consiguió que rápidamente bajara la mirada.
Por alguna razón cada vez que él me miraba me sentía juzgada. Antes solía evitar la mirada de todos debido a que sentía que cada persona se fijaba hasta en mi más mínimo defecto, pero cuando lo converse con mi psicóloga me dijo que eso era debido a que tenía una mala percepción de mi misma, aun así, ahora estando segura de lo que soy y de lo que valgo, su mirada me logra incomodar. El piensa que no lo noto, pero sé que me mira de arriba a abajo con meticulosidad. Intento mantener mi vista levantada hacia él, como si de una guerra de miradas se tratase, pero es inevitable, terminé bajando mi vista.
—Hola—Saludó Scarlett entrando al comedor con su particular sonrisa.
Marcus no tardó demasiado en pedir que pusieran un puesto para ella. Se sentó junto a mí y luego de dejar un beso en mi mejilla, se acercó hacia mí oreja con sutileza.
—¿Quién es el chico guapo?—susurró en mi oído.
Pero por la forma en que se le escapa una sonrisa y me mira, noto que Blake escuchó el comentario de Scarlett.
—Un idiota amigo de Nahim— le expliqué en el mismo tono y esta vez Blake chasquea la lengua. Se que escucho lo de "idiota", pero no me importaba, después de todo sus palabras de ayer aún resuenan en mi cabeza.
Inconscientemente lleve mi mano a mi cuello con sutileza recordando como me acorraló en el baño del club. Recuerdo como su tacto género escalofríos por todo mi cuerpo y que sus palabras, a pesar de no querer aceptarlo, me lastimaron. Me molesto el que él creía conocerme cuando realmente no conocía toda la historia.
Benyamin Blake
La cena transcurría con tranquilidad, pero la verdad es que no podía dejar de sentirme incómodo. No estaba acostumbrado a cenar con tantas personas, mucho menos "en familia".
Aunque lo intentaba, no podía dejar de mirar a la rubia frente a mí, quien durante toda la cena solo miraba un punto fijo en su plato. Ni siquiera había probado la comida cuando comenzó a mirar a su familia uno a uno y luego su vista se posó sobre mí. Pude notar cierta tristeza en su mirada, incluso por sus ojeras y lo rojizo de sus ojos, podría deducir que estuvo llorando.
Me pregunto si sería debido a su trastorno alimenticio o era algo más lo que la molestaba. De inmediato un flashback de anoche invadió mi mente.
Luego de que Nahim y yo terminamos de hacer negocios y logramos encontrar a Noemí, los tres nos subimos al auto para emprender llevarlos a casa. Ella parecía asustada y demasiado callada, en especial conociendo su temperamento. Nahim le decía que no volviera a ir a ese club, que no volviera a salir sin avisarle y que mucho menos saliera sola, ella solo asentía sin musitar la más mínima queja.
Su rostro solo cambió un poco cuando la chica morena entró en la habitación, fue como si por algunos segundos hubiese olvidado lo que pensaba.
No fue hasta que me llamo "idiota" que note que quizás lo que le había afectado habían sido mis palabras. ¿Será que la pequeña Higgins estuvo llorando por mi hostil comportamiento? Lo peor fue que ni siendo así de cruel logré que me dijera algo útil.
Cuando la cena terminó, todos pasamos a la sala de estar que tenía la enorme casa. Nos acomodamos en los sofás para continuar con la conversación, todos excepto Marcus, quien se acomodó en el banquillo frente al piano. Todo eran risas y ver cómo el pequeño Nate intentaba convencer a la amiga de la mocosa de que fuera su novia, hasta que Marcus comenzó a mover sus dedos presionando las teclas del instrumento. Los rostros de los hermanos Higgins cambiaron drásticamente al escuchar la melodía y la rubia no tardó en salir paso apresurado de la habitación sin pronunciar alguna palabra.
Nahim miró a la morena y luego intercambiamos miradas, la chica y yo teníamos la misma idea. Mientras que ella le dio solo una mirada, yo le hice una seña con la cabeza para que fuera detrás de su hermana para ver cómo estaba. Por suerte él solo asintió y obedientemente la siguió.
Noemí Higgins
Avance hasta el balcón que tenía una de las habitaciones.
Mentiría si digo que esa dulce melodía que Marcus tocó no me generó tristeza. Recordé cómo papá en cada reunión familiar tocaba el piano y cantaba baladas románticas a mamá. Como Nahim y yo fingíamos asquearnos cada vez que se besaban frente a nosotros.
Sin darme cuenta nuevamente lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.
—Deberíamos quemar ese maldito piano— Murmuró Nahim apoyándose en la baranda junto a mí.
No pude evitar reír y comencé a secar mis lágrimas con el borde de mi sudadera —Es una buena idea.— respondí sorbiendo mi nariz.
—Lo es—asintió riendo, pero su sonrisa no duró mucho antes de que se volviera a poner serio —No escuchaba a alguien tocar desde que papá murió.
—Yo tampoco.— confesé.
Pasamos un par de segundos en silencio mirando el cielo estrellado y la forma tan delicada en que la luna se reflejaba en el agua cristalina del lago.
Creo que esta casa me estaba comenzando a gustar.
No sabía si era la situación o que por primera vez en mucho tiempo no estábamos discutiendo o alzando la voz, pero aquel silencio fue cómodo y reconfortante.
—¿Nahim, alguna vez te arrepientes? ¿Te arrepientes de irte?.— apreté mis labios esperando no haber arruinado nada.
Él soltó un pequeño suspiro —Algunas veces pienso qué hubiera pasado si me quedaba, pero no me arrepiento realmente— se sinceró —En especial cuando veo lo bien que te está yendo sin mí y que a mí tampoco me está yendo mal.
Si algo caracteriza a mi hermano, es que dice todo sin tapujos. Amaba que siempre fuera sincero, a pesar de que a veces sus palabras me lastimaran.
—Tu...¿Eres feliz?, ¿Ella te hace feliz?.—Solté de repente.
Note como aclaró su garganta y su cuerpo se tensó, seguramente mi pregunta lo tomó desprevenido.
—Creo que...Me di cuenta de que más que ser feliz necesito a alguien que me entienda y sepa lo que hacemos. Kiara lo entiende.
—¿La amas? ¿o sientes algo como todas las mierdas sentimentales que mamá nos enseñó?.
—Eso creo.
Solo asentí lentamente a su respuesta antes de volver a hablar. —¿Aun te golpeas con el primer idiota que se te cruza?.
Río un poco antes de contestar —Hey, algunas veces las peleas eran por tu culpa.
—¡Claro que no! —me hice la ofendida.
—¿Recuerdas cuando en tu primer día de escuela un idiota te llamo tonta y que si querías vivir en su país debías aprender primero a hablar su idioma? —me recordó. —Fue la primera vez que golpeé a alguien sin entender muy bien lo que decía.
Eso me hizo reír. —Lo había olvidado.
—Y tú...¿tienes novio?— interrogó esta vez el.
—No, para nada.
—¿Segura?
—Si—Lo miré extrañada ante su insistencia.
—Yo...vi tus moretones Emi, los vi el día que nos encontramos y tuve que cambiar tu ropa mojada. ¿Quién te los hizo?.
Mierda.
—Y-yo...nadie. —mentí. —Con la anemia se me hacen demasiados moretones en todo el cuerpo.
—Sé lo que vi Noemí, esos eran golpes.
—No.—intenté irme, pero él me detuvo.
—¿Algún idiota te está lastimando?¿Es eso?.
—Nadie me está lastimando, Nahim.— Respondí de mala gana soltándome de su agarre. —y no tienes el puto derecho a exigirme respuestas.
—¿Pero tú a mi sí?
—Yo no fui quien te dejó.— espeté. —Sabes, creo que tienes razón. A ambos nos va mejor estando sin el otro. Ya no eres el hermano tierno que recordaba y sé que yo ya no soy la niña que admiraba cada cosa que hacías, así que ya deja de intentar que esta mierda funcione.
—¿Por qué evades decirme quién te golpeó?
Para mi buena suerte, la silueta de mi mejor amiga asomada por el balcón interrumpió la incómoda situación. No pude evitar notar cómo el cuerpo de mi hermano se relajó completamente al ver que teníamos compañía. Creo que no era la única que agradecía que hubieran detenido nuestra conversación.
—¿Qué pasa?—preguntó Nahim
—Vengan rápido— Ordenó Scarlett.
Yo y Nahim no tardamos demasiado en seguirla debido a que ella estaba demasiado sobresaltada.
Al llegar a la sala y encontrarme con los ojos acuosos de Marcus un nudo en mi estómago me invadió. Mire a todas partes hasta que note que Scarlett distraía a Nate y Benyamin rascaba su nuca con incomodidad, como si buscara una solución.
—¿Qué pasa?— pregunté sin entender nada.
Marcus nos miró, parecía demasiado triste y preocupado como hasta para hablar.
—La madre de Nate desapareció— habló Benyamin por el —Acaban de llamar y dicen...dicen que se escapó del psiquiátrico.
Tenía insomnio, no había conseguido dormir desde que Scarlett apagó la luz de la habitación. A pesar de que ella dormía plácidamente junto a mí, no logré siquiera que me diera un poco de sueño.
Luego de que todos logramos calmarnos un poco, Nahim les dijo a Scarlett y Blake que se quedaran, debido a que se nos hizo muy tarde intentando decidir si llamar a la policía o no. Para evitar conectar todo con las cosas turbias de mi hermano, Marcus tuvo que hacer la denuncia por la desaparición de su esposa en la comisaría. Calmar a Nate fue todo un trabajo, mucho más cuando no quería despegarse de su papá porque no entendía qué pasaba.
Me levanté de la cama lentamente y tomé mi teléfono dispuesto a dirigirme a la cocina.
Bajé las escaleras sigilosamente, sintiendo el frío piso debajo de mis pies. Me gustaba como -debido a que la casa estaba repleta de ventanales- la luz de la luna era suficiente para iluminar la casa entre tanta oscuridad.
Observé mi teléfono y luego de ver la hora termine chocando con algo, o mejor dicho el pecho de alguien. No pude evitar soltar un pequeño gritito al sobresaltarme un poco.
—No seas tan ruidosa, mocosa— se quejó su ronca y somnolienta voz.
—Lo lamento—me disculpé rápidamente en un susurro, intentando controlar mis ojos que miraban detalladamente su cuerpo.
No llevaba camiseta, solo un pantalón de buzo color gris. Admire sutilmente la piel limpia de tatuajes en su abdomen que estaba trabajado en los lugares correctos. luego mi vista se fue a sus tatuados bíceps, note como sus brazos eran la única parte de su cuerpo que estaba completamente tatuada, excepto por aquella ave en su cuello. Sin duda ese diseño era mi favorito. Su cabello estaba levemente desordenado y pude ver el cansancio en sus ojos.
—¿Qué haces despierto?
—Tenía hambre. ¿Cuál es tu excusa?
—No tengo porque darte una— respondí.
—¿Siempre eres así de hostil?
—Depende de la persona.— me sincere, pasando junto a él para entrar en la cocina encendiendo la luz.
Para mi sorpresa él se apoyó en el marco de la puerta y me observo.—¿Tu no me tienes miedo? ¿verdad?
—¿Miedo? ¿Por qué debería temerte?— pregunté abriendo el refrigerador.
—La mayoría me teme.
—Yo no. —murmuré sacando el pote de helado y luego ir por la cuchara.
—¿Todas las noches sueles comer helado?— me miró con desaprobación mientras yo llevaba una bocanada de este a mi boca.
—¿Y eso a ti te importa por qué...??
—Solo me da curiosidad.— preguntó encogiéndose de hombros. —La niña que trabaja con un proxeneta, mafioso y asesino, se levanta a comer helado cada noche. Si lo piensas es tierno.
Eso fue suficiente para enfadarme. Dejé el helado de lado y me aproximé a él.
—No trabajo con nadie.— espeté.
—¿A no? ¿Y qué haces entonces visitando tanto el club?
—¿Eres un Stalker o algo así?— cuestioné —¿Qué harás si no te contesto? ¿Ahorcarme?.— mi frase lo hizo reír y pasó su dedo pulgar por sus labios.
—Si quieres que lo haga solo debes pedirlo, mocosa.
—Deja de llamarme así— exigí molesta. —No sé qué clase de loco, psicópata, acosador o imbécil eres, pero...
—Emi— murmuró la voz de Nate entrando a la cocina, con su cabello desordenado mientras rascaba sus ojos por culpa de la luz.
De inmediato me aparté de Blake y luego de mirarlo de mala manera, me acerqué a Nate.
—¿Qué pasa enano? ¿Qué haces despierto?.
—Estaba teniendo una pesadilla.— Dijo bajando su cabeza con tristeza.—¿Por qué están peleando?
—No es nada. ¿Te acompaño hasta que vuelvas a dormir?
—No quiero volver a soñar lo mismo— abrió sus ojos completamente y vi que los tenía enrojecidos.
—¿Qué soñaste?— pregunté mientras lo alzaba del piso y lo sentaba en la encimera de la cocina, para que sus pies descalzos no tocaran el frío piso.
—Que papá me dejaba, igual como lo hizo mamá— un nudo se forma en mi garganta. Quizás porque se lo que él debe estar pasando.
—Eso no pasará enano, él no te dejará. Yo tampoco lo haré. ¿sí?— él solo asintió levemente aun con tristeza.
—¿Mamá no me quiere porque soy raro?— miré su tierno rostro e intenté descifrar que decirle —Escuché a papá llorar mientras le decía a Nahim que la extrañaba —explicó —Si es porque no le agrado yo me puedo ir. Pero solo quiero que papá deje de llorar por mi culpa, Emi— agachó su cabeza con tristeza.
No sé qué decirle, con el nudo que se formó en mi garganta no pude articular ninguna respuesta coherente.
Él piensa que es su culpa, cuando es el único inocente en todo esto.
—¿Crees que algún día regrese con papá?— preguntó intrigado. —¿Crees que si me comporto bien y hago amigos ella volverá?
—Enano yo...y-yo.
No sé qué decir.
Para mi suerte la voz de Blake llena el vacío en la habitación.
—Sabes Nate, hay veces en que las personas se enferman y no podemos hacer nada por ayudarlas.— soltó un pequeño suspiro —Al comienzo sientes que es tu culpa por no poder ayudarla, pero...No es verdad. Hiciste todo lo que tus pequeñas manos te permitieron hacer. Y duele como el carajo que...— le di una mala mirada debido a que Marcus no nos dejaba decir groserías enfrente de él. Pero que lo dijera hizo que Nate riera un poco. —Te duele mucho que no esté contigo—continuó — pero, con el tiempo comenzará a doler menos y menos y luego cuando crezcas comprenderás que no depende de ti, o de cómo te comportes y por supuesto entenderás que no es tu culpa.
Nate le sonrió. —Los amigos dan consejos, ¿verdad?— le preguntó a Blake.
—Si, así es
—¿Entonces tú y yo somos amigos?— murmuró animado.
—Sí, lo somos.
—¡Emi, tengo un amigo!—Me dijo entusiasmado y yo no pude evitar sonreírle.
—Si enano, tienes un amigo.
—¿Puedes hacerme macarrones para celebrar?
—Son las 3 de la mañana Nate, no te haré macarrones— dije en modo de regaño y de inmediato hizo un mohín. Sus ojos se cristalizaron lentamente y musitó un pequeño "por favor Emi".
El pequeño rufián si sabía cómo manipular. Pero, ¿qué más podía esperar de un Géminis?.
—Hey no, no me hagas esa cara.—regañé nuevamente.
—Oh vamos mocosa, el pequeño solo quiere macarrones y luego se irá a dormir, ¿verdad?— murmuró Benyamin. Nate solo asintió aún con sus ojos de cachorrito. Es la misma cara que me hacía Nahim para que le cocinara lo que él quisiera.
Rodeé los ojos —okey, bien, ustedes ganan— dije comenzando a abrir los muebles y sacar los ingredientes para cocinar.
Pude ver como Blake y Nate se sonreían mutuamente con satisfacción al obtener lo que deseaban.
Tal vez yo no podía confiar en él, pero Nate parecía hacerlo.
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Pregunta random:
¿Que signo del zodiaco son?
Por si se lo preguntan, no les diré el mío o dejarán de leer el libro...
No, no lo haré.
No, me niego.
Solo diré que soy igual de manipuladora que Nate.
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