Capítulo 09. / Tell me: Why are you so predictable?
Tell me — Why are you so predictable?
Noemí Higgins
Solía anotar el nombre de cada chica desaparecida que veía en la televisión. A pesar de que la mayoría eran femicidios, en dos ocasiones fueron nombres de chicas que habían terminado en el club.
Todos los días me repetía a mi misma que no estaba haciendo lo suficiente, pero llamar a la policía no era una opción, dejó de serlo desde que me di cuenta la cantidad de gobernadores, alcaldes y elitistas que frecuentaban el club.
De cualquier forma, intentaba reconfortarme diciéndome que por más poco que hiciera, peor sería que no hiciera nada.
Aunque esa frase nunca me parecía suficiente.
Mi teléfono vibró distrayendo mi vista del televisor y no tardé en tomarlo.
—Una de las chicas quiere verte.
Iré esta tarde.—
Respondí sin dudar por algún segundo en mi respuesta. Había estado casi más de dos semanas sin ver a Gabriela y estoy segura que debe estar preocupada.
Un nuevo mensaje sonó en mi teléfono.
Scarlett
—Adivina quien tiene un nuevo trabajo
—Y no, no voy a decirte quién soy
No pude evitar reír ante sus mensajes. Debido a la universidad Scarlett siempre debía estar buscando trabajos que se adaptaran a su horario, lo cual era bastante complicado, por eso la mayoría de sus trabajos no pasaban de dos semanas.
Eres como Trish de Austin y Ally—
¿Cuando vendrás a verme a mi nueva mansión en la que me tienen encerrada para que hagamos maratón de la serie?—
—Pobre rapunzel :(
—Con tal de ver a Ross Lynch voy cuando quieras.
Seguía apresuradamente los pasos de Samuel, mientras me fijaba atentamente cómo bajaban botellas de alcohol para guardarlas en la bodega, había mucha gente moviéndose de un lado al otro organizando cosas y limpiando el lugar. Fue bastante notorio que Samuel estaba acelerado por la forma tan veloz en la que me hablaba, además de que no hubo ninguno de sus comentarios desagradables, por su falta de tiempo.
Día ocupado supongo.
Pasamos la seguridad de las habitaciones y note que del otro lado de la puerta estaba una inquieta pelinegra esperándome.
—Hola hermosa—Salude abrazándola y notando su rostro de preocupación. Ella recibió el abrazo con rapidez.
—Hola.— murmuró casi demasiado bajo como para escucharla con claridad.
El celular de Samuel comenzó a sonar logrando que Gaby y yo lo miráramos. El solo respondió la llamada y comenzó a caminar desapareciendo por el pasillo.
Note como Gabriela miraba a todas las esquinas del corredor con desconfianza a pesar de que Samuel ya no estuviera.
—¿Qué pasa Gaby?
Tomó mi mano y comenzó a arrastrarme a una de las habitaciones para asegurarse de que nadie nos escuchara. Cuando la puerta detrás de ella se cerró fue que comenzó a hablar.
—Es Emma— susurró — el periodo debía llegarle hace tres semanas, pero no fue así. Dice que uno de sus clientes se negó a usar preservativo y está demasiado asustada. La última chica que estuvo embarazada aquí, murió desangrada porque se intentó hacer ella misma un aborto.
—¿Aditya lo sabe?
Ella negó con la cabeza, pero esto no me sorprendió. Aditya veía cada cosa como una oportunidad de negocio. Era tan sangre fría que no le importaba arrebatarle a una mujer su bebe recién nacido con tal de que le dieran una buena suma de dinero.
—Llévame con ella.
Gabriela no tardó en asentir y volver a tomar mi mano. Esta vez me guío hacia una puerta que tenía dirección hacia el sótano donde las chicas vivían. A pesar de estar bien amueblado y tener aparatos como; televisiones, camas cómodas y una cocina, seguía siendo un sótano y ellas seguían estando secuestradas e intentando cada día poder huir.
Avance por el sótano siguiendo los pasos de Gaby y saludando a algunas de las chicas que conocía, pero no nos detuvimos hasta que llegamos a la puerta que se dirigía al baño.
Gabriela abrió la puerta de golpe y logré ver a la chica sentada en el frío piso, abrazando sus delgadas piernas, llorando desconsoladamente. De inmediato me hizo recordar a la primera vez que estuve aquí y vi a Gabriela cubriendo su cuerpo con una sábana. La promesa que le hice ese día sigue en mi cabeza y cada día intentaba buscar una forma de cumplirla.
—Hola bonita, ¿cómo estás?
—Tengo miedo— soltó comenzando a llorar más fuerte en cuanto hice la pregunta.
No la culpo, sí que fue mala.
—Está bien tenerlo—dije acercándome a ella con lentitud y cuando estuve lo suficientemente cerca tomé su mano y ella sonrió por compromiso. Amaba que la mayoría de personas tuvieran las manos cálidas, mientras que las mías debido a la anemia siempre estaban demasiado frías, resultando incómodas para algunos. —Gaby ya me explicó lo que pasa— le hice saber —Qué te parece esto: Iré a la farmacia y compraré un test de embarazo para ti, ¿sí? Para primero saber la respuesta a esa pregunta. Sabes cómo somos las chicas, a veces el periodo decide atrasarse y asustarnos ¿No?.— Ella asintió sorbiendo su nariz. —Luego, con la respuesta en el test decidirás que hacer. Pero ten en cuenta que decidas lo que decidas estoy aquí para ti.
—También yo—agregó Gaby sonriéndole.
—Ni siquiera te conozco.
Sonreí —Mi nombre es Noemí, y tú eres Emma ¿verdad?
—Si— dijo sonriente secando sus lágrimas.
—Pues ahora nos conocemos y te ayudaré lo más que pueda.
—Gracias Noemí.
—Te traeré las cosas hoy por la noche ¿sí?.
—Hoy hay una fiesta en el club — se explicó Gaby.
Ahora entiendo porque hay tanto alboroto en la parte de arriba.
—Será mejor así, mientras Aditya está distraído con la gente, de cualquier forma, piensa que estoy enferma.— Sugirió Emma y yo asentí en aprobación.
Cuando por fin logré que la chica se calmara un poco me dispuse a comenzar a avanzar junto a Gaby nuevamente por el corredor, en dirección a la salida de este lugar. Me detuve a pasos de la puerta que sabía que Gabriela no podía pasar para despedirme, esta era la parte que siempre me parecía demasiado triste y me hacía cuestionarme mis privilegios. Porque mientras yo podía salir de este lugar y volver a fingir que era una chica normal con una vida monótona, ella debía volver a hacerse la fuerte y pedir que le dieran la oportunidad de ser una adolescente normal con una vida monótona.
—Noemí una última cosa—añadió jugando nerviosamente con sus dedos y yo por inercia tome su mano, sus tiernos ojos me observaron y me sonrió. —Pietro se llevó a una chica esta mañana y aun no vuelven con ella, era la nueva, Camila.
Entonces tuve un vago recuerdo de haber visto su cabellera pelirroja alguna vez por el club.
—Okey, si se algo te avisaré ¿sí?
—Si.
Intenté soltar su mano para marcharme, pero ella me detuvo jalando de esta.
—No te desaparezcas tanto tiempo otra vez ¿okey?, sabes que te necesito para no volverme loca.
Eso fue suficiente para que apegara mi cuerpo al suyo y la rodeara con mis brazos. —Está bien, no lo volveré a hacer.
Sin duda entrar a la farmacia fingiendo necesitar más de mis vitaminas para la anemia era una mala excusa para comprar dos test de embarazo. De cualquier forma, creo haberle perdido miedo al farmacéutico la vez que compre condones.
Salí de aquel lugar y guardé mi compra en mi mochila dispuesta a dirigirme nuevamente al club, pero esta vez se me había hecho de noche. El cielo ya estaba cubierto de estrellas y me encontraba en mi notable estado natural de <<sin abrigo y con frío>>.
No tardé demasiado en pagar el taxi y llegar al local, que, a diferencia de hace algunas horas, ahora estaba repleto y se podía notar que la fila para entrar pasaba la cuadra. Me gustaría pensar que, si la mayoría supiera lo que pasa en los sótanos y en los lugares privados, no vendrían aquí.
Me adentre en el lugar con cierto desagrado. Si me mareaba con tan solo levantarme rápido sin duda las luces de colores cambiando constantemente eran mi perdición. La fuerte música y la gran cantidad de personas en el interior me impedían llegar a mi destino con mayor rapidez.
Mientras me disculpaba y avanzaba entre las personas, sentí como alguien sujeto mi brazo y me jalo hacia una esquina con rapidez y brusquedad.
—Oye—me quejé soltándome de su agarre y por fin notando quien era.
—¿Qué haces aquí?—dijo en un notable tono de regaño.
—Es un bar y es viernes, ¿qué crees que hago? ¿estudiar?.
—Debes irte de aquí— ordenó.
—No lo haré, yo ...tengo planes.
—Escúchame Noemí, no es momento para que empieces con tus...
—Él te está buscando— lo interrumpió Benyamin, quien arqueó una ceja al verme.
Mi hermano soltó un pesado suspiro y yo agradecí no tener que escuchar su discurso de moralidad.
—Quédate aquí, no te muevas, no hables con nadie y en cuanto vuelva te llevaré a casa.— informó mientras me apuntaba con su dedo índice.
Ni siquiera tuve tiempo de reclamarle antes de que me diera la espalda y caminara entre la gente logrando que lo perdiera de vista.
No tardé en sentarme, colocando mis codos sobre la barra y apoyando mi mentón sobre mi mano con cansancio. Aunque no tarde demasiado en removerme en el asiento con incomodidad cuando note que Benyamin seguía mirándome e incluso se acomodó en el banquillo vacío junto a mí.
—¿Qué?— Desafíe molesta ante la forma tan juzgante en la que ya le era costumbre observarme. —¿No tienes a alguien más a quien molestar o mirar cómo acosador?.
Él soltó una risita por la nariz y no contuvo su sonrisa.
Si que era guapo.
—Apagaste el teléfono. —afirmó.
—Si, no fue muy inteligente de tu parte. Apago el teléfono y no tienes como rastrarme.
Luego relamió sus labios —Tu problema es que aun que eres lista, sigues siendo muy predecible.
—Ni siquiera sabía que tenía problemas— arqueé una ceja e intente verme lo menos ofendida posible. —Pero ¿de verdad? ¿Predecible?.
—Predecible—afirmó. —Aun no entiendo cómo has logrado ocultar tantas cosas.
—Te sorprenderías.—Alardeé.
—Pero aun así no fue demasiado complicado descifrarte.
—¿Ah sí?
—Sí— murmuro antes de pedirle a la chica de la barra un whisky.
Y la predecible soy yo.
—Estoy seguro de que tienes buenas notas, de seguro eres el mejor promedio de tu clase y siempre entregas todo a tiempo. Eres fría con todo el mundo porque no quieres que te lastimen. Te gusta salir con hombres mayores, probablemente porque tu padre murió cuando estabas pequeña y creciste sin una figura paterna, el que Nahim te dejara no ayudó mucho. Es por eso que te gusta sexualizarte para así tener la aceptación, la atención y el sentir que todos te quieren. Y si no obtienes lo que quieres comienzas a atacar y rogar como un cachorro que necesita cariño. Fue así como terminaste durmiendo con tu maestro ¿no?— El que dijera eso me sorprendió, pero no deje que él lo notara. Sonrió burlonamente y se acercó a mi —pero déjame decirte que con esa actitud solo demuestras que eres bonita, pero nada más.
¿Y este se cree psicólogo?
Estoy segura de que antes hubiera huido de esta clase de situaciones o rompido en llanto, pero él me subestima, de seguro cree que es el primer idiota que me trata mal.
—Que me lo digas no te hace especial— declaré— solo me demuestras que te sientes amenazado por mí y que crees que soy guapa.— Sonreí intentando aparentar control — Sobre lo de necesitar atención, tienes razón, me gusta llamar la atención, sobre todo porque sé que los idiotas como tú me la dan. Y que folle con mi maestro, ¿de verdad me vas a juzgar por eso?.
—No, tienes razón. No te juzgare por eso, pero no te creas especial, mocosa. La única razón por la que tienes mi atención es porque hay algo que no me cuadra.—Se explicó.
—¿El que?.
—¿El que haces tú con alguien como Aditya?
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y trague duro. —No sé de qué...
—Por favor, no te molestes en negarlo, recuerda que te seguí.— dio un trago a su vaso luego de interrumpirme —te vi con Samuel y no fue difícil deducir que él está con Aditya.
—Eso no te incumbe.
—Tienes razón, quizás no tiene nada que ver conmigo, pero la verdadera pregunta es ¿Tu hermano sabe que Aditya y tú son tan cercanos?.
—No metas a Nahim en esto o te juro que...
—¿Qué harás, eh?— dijo acercándose amenazantemente, tanto, que me vi obligada a girar mi rostro y bajar mi mirada. Odiaba admitir que él me intimidaba.
Me levanté de mi asiento con rapidez y comencé a caminar entre el tumulto de gente. No fue necesario voltearme para saber que Blake seguía mis pasos.
A paso apresurado me adentre a los baños del club, que para mi buena suerte estaban vacíos. Escuché la puerta abrirse nuevamente y vi su silueta aparecer frente a mí.
—Ya me quitaron lo único que me hacía débil, lo único que me importaba. Tu dijiste que sabías, así que, de una maldita vez, dime quién fue y te dejaré en paz.
Comencé a retroceder por cada paso que él daba y no fue hasta que mi espalda chocó con la fría pared que pronuncié alguna palabra.
—Tú también eres predecible Benyamin Blake. Tienes tanta curiosidad por saber todo lo que desconoces, que no te importa el precio ¿verdad?. Es por eso que no le dijiste a mi hermano lo de la marca en el brazo de Nate, mucho menos lo de Aditya o lo de las notas.
Gaby escucho a Samuel decir que extorsionarían a Blake conmigo. Era su retorcida manera de saber si podían confiar en él, saber si traicionaría a Akim o Nahim, saber hasta donde era capaz de llegar por respuestas. Pero para su sorpresa, él ignoro el trato que le habían propuesto. Es por eso que no tengo duda de que Aditya tiene algo que ver con la muerte de su padre y de no ser así, sabe quién lo asesino.
En cuanto termine de hablar, una de sus manos fue a mi cuello aplicando leve presión sobre mi. Estaba acorralada, con su mano sobre mi, sintiendo el frío metal de sus anillos en mi piel, pero no tenía miedo, porque sabía que él no iba a lastimarme.
—No sabes en lo que te metes conmigo, mocosa.— amenazó.
—Ni tú conmigo.— dije en el mismo tono tomado su muñeca y apartando su mano de mi cuello con brusquedad.
Su teléfono vibró y en cuanto su vista miró la notificación, aprovechando su distracción me dispuse a salir del baño con rapidez. Esta vez en dirección a las habitaciones asegurándome que Blake esta vez no me seguía. Solo quería dejarle los test a Emma y largarme de aquí.
Continúe avanzando, pasando por la seguridad y adentrándome en el solitario pasillo. Cuando una idea pasó por mi cabeza.
Sabía que Aditya no estaría en su oficina, así que tomé la decisión de aprovechar esta oportunidad para volver a husmear donde no podía.
En silencio entré a su despacho, dispuesta a buscar cualquier cosa que me resultara útil. Abría y cerraba cajones, miraba una y otra vez sobre el escritorio, pero no hallaba nada. Cuando abrí el último cajón noté que dentro de este se encontraba un arma. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, pero decidí que no tenía tiempo para pensar demasiado en ello, solo quería algo, algo como los cds que había encontrado la última vez. Eran grabaciones de algunos clientes, de lo que hacían en las habitaciones, algunas grabaciones eran del sótano del club mientras torturaban a algunos hombres.
El sótano.
Rápidamente mi vista se dirigió en la puerta dentro de su despacho, aquella que sabía que no me permitirían pasar, pero no me importaba, no cuando intentaba buscar el lugar donde habían escondido lo que la última vez casi me da una oportunidad de destruirlos.
Sabía que aquella puerta estaba bajo llave, pero aun así me dispuse a tratar de abrirla y para mi sorpresa esta se abrió. Sin poder creer mi buena <<o más bien mala>> suerte, comencé a bajar las largas escaleras solo iluminadas con la tenue luz que daba desde el despacho. Algo me decía que no continuara, pero mi curiosidad era más grande que mi razón en esos momentos.
Avance por la habitación tocando las paredes con desconfianza intentando buscar algún interruptor que iluminara el lugar.
No tarde demasiado en encontrarlo y presionar de él, iluminando la habitación y encontrando algo que parecía salido de una película de terror.
—¡Mierda!—Grité por la impresión y rápidamente cubrí mi boca con mi mano acallando mis sollozos.
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