Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 07. / Tell me: Do you want to make a deal?

Tell me — Do you want to make a deal?

Noemí Higgins

Se supone que sería fácil. Soy amable, sonrió un par de veces y luego, fingiendo inocencia, le pido un favor. Eso me funciona, ese patrón me funciona, pero creo que subestime su lealtad hacia mi hermano.

Solo necesito quitarlo del camino. Necesito que mi hermano y él no se entrometan con Aditya, pero por supuesto sería más complicado de lo que pensaba.

—Dime lo que sabes, ahora.— Exigió saber apretando el agarre de mi muñeca.

Por lo visto, estos idiotas no pueden hablarme sin tener una mano puesta sobre mí.

—No, no ahora—Volví a mirar a Nate.

—¿Cuándo?—Pregunto sin sonar amable o siquiera intentando disimular su intriga. Su mandíbula se tensó en cuanto escuchó mis palabras y podía ver que sus nudillos estaban blancos de tanto apretar los puños.

—Y-yo...

Antes de que pudiera seguir hablando, la puerta de la parte trasera del auto se abrió sobresaltándonos a ambos.

—¿Todo bien?—Preguntó Nahim, mirándonos extrañado mientras desabrochaba el cinturón de Nate para levantarlo en sus brazos. Benyamin soltó rápidamente mi muñeca y yo la llevé hacia mí acariciándola con mi mano contraria para extinguir el dolor.

—Si, todo bien— Respondió Benyamin sin dejar de mirarme de una forma realmente indescifrable, aunque seguramente molesta.

Cuando la puerta de la parte trasera se cerró y vi a Nahim avanzando hacia la casa con Nate en brazos, Benyamin se extendió hacia mí y no pude evitar asustarme cuando pasó su brazo por encima de mis piernas y abrió la guantera. Intentando no verme demasiado indecorosa, comencé a mirar sus tatuajes mientras estaba atenta a cada uno de sus movimientos.

Deben doler demasiado los tatuajes en los nudillos o en cualquier parte de la mano.

Sacó una libreta y un lápiz, para luego recargarse en el volante y comenzar a escribir algo. Arrancó un trozo de la hoja y me lo entregó rápidamente para luego devolver la libreta a su sitio, cerrar la guantera de golpe y bajarse del auto dando un fuerte portazo.

Aún algo arrepentida por mis estúpidas palabras, miré la hoja y descubrí que allí estaba escrito su número de teléfono. Fue entonces cuando supe que no pude haberla cagado más. Guarde el papel en el bolsillo de mi sudadera y baje del auto para comenzar a avanzar a la casa detrás de él.

Solo tenía claro que al entrar a la casa debía borrarle la marca a Nate antes de que alguien la viera e hiciera preguntas. A paso apresurado me adentre a la enorme y fría casa.

Me recordaba demasiado a nuestra casa en Canadá, en la que estaba una familia de cuatro integrantes, en la que estaba mamá y papá, pero creo que dejamos de ser una familia en cuanto uno a uno dejamos ese lugar.

Rápidamente y sin haber saludado a Marcus subí las escaleras y me dirigí a la habitación en la que Nate dormía. Encontrándome a mi hermano, quien iba en dirección contraria.

—¿A dónde vas?— preguntó.

—A.... despertar a Nate para cenar— me excusé y para mi suerte él no hizo más preguntas, solamente asintió siguiendo su camino.

En cuanto llegué a su habitación, abrí la puerta y con algo de culpa, encendí la luz y pude ver su pequeño cuerpo usando menos de la mitad de la cama.

—¿Qué pasa Emi?—balbuceo frotando sus ojos por culpa de la molesta luz.

—Perdona enano, no quería despertarte, pero es hora de cenar.—expliqué aproximándome hacia él y sentándome a su lado en la cama. —Nate sobre lo que pasó hoy...

—Ya te dije que lo lamento Emi—Murmuró entristecido. —No lo volveré a hacerlo— aseguró.

Nate solía ser muy sensible y cada vez que Marcus lo regañaba o no tenía un buen día en la escuela terminaba llorando.

—No le diremos lo que pasó a Marcus, será nuestro secreto, ¿sí?—Persuadí mientras tomaba una toalla húmeda del paquete que tenía en el velador y me agaché en cuclillas frente a él para comenzar a frotarla con delicadeza sobre su piel, mientras poco a poco la tinta del marcador se iba borrando.

—Está bien.— Asintió levemente. Y le sonreí acariciando su sedoso cabello. Pasamos unos segundos en silencio y en cuanto estaba por levantarme, él habló. —Emi, ¿tú crees que soy raro?—Soltó de repente.

—¿Raro?—Lo miré extrañada. —¿De dónde sacaste eso?.

—Unos niños de la escuela dijeron que era raro porque no hablo mucho y no tengo mamá. —Respondió cabizbajo jugando con el borde de su camiseta con nerviosismo.

—Claro que tienes mamá, no vive contigo, pero la tienes. Además, no eres raro solo por ser un poco tímido, solo debes encontrar a alguien con quien te sientas cómodo. Hoy hablaste muy a gusto con el amigo de Nahim ¿no?. Eso ya es un gran paso para vencer tu timidez.—Alenté y él sonrió. Amaba verlo sonreír porque se le marcaban sus tiernos hoyuelos en sus mejillas. Realmente siempre intento cuidarlo y hacerlo reír, quizás porque antes de Marcus nunca nadie había hecho eso por mí y me hubiera gustado que lo hicieran. 

—Emi, ¿sigo siendo tu hermano favorito?—Preguntó.

A pesar de ser primos, Nate siempre me llamó su hermana, en especial cuando en distintas partes pensaban que Marcus era mi padre, creo que, a pesar de no tener esas etiquetas, lo sentía de esa manera; Marcus era mi padre y Nate mi hermanito pequeño.

—Claro que eres mi hermano favorito— Dije abrazando su pequeño y delgaducho cuerpo —Eres el único que duerme junto a mí cuando tengo miedo por la noche, con el que puedo ver películas animadas y al único que le cocino panqueques.

—Si soy tu hermano favorito, ¿mañana podrías hacerme panqueques de desayuno?—Fingió inocencia haciendo un puchero.

—Chantaje emocional, ¿eh?— Dijo frunciendo el ceño para luego lanzarme a hacerle cosquillas. —Eres malo.

Sus amigables carcajadas se escuchaban por la habitación, provocando las mías, mientras me pedía que parara entre risas.

Ambos reímos hasta que alguien golpeó el marco de la puerta y pude ver la silueta de Nahim observándonos con seriedad. —Marcus está sirviendo la cena— Anuncio.

Nate de inmediato se levantó de la cama y se fue corriendo de la habitación aun con una sonrisa juguetona.

Entonces solo quede junto a la mirada de mi hermano. Me levanté dispuesta a seguir a Nate, pero cuando estuve a punto de pasar junto a Nahim, él murmuro —Solíamos jugar así todo el tiempo, ¿te acuerdas?.

—No—Mentí dispuesta a continuar mi camino, pero él sujetó mi mano deteniéndome.

—No quiero seguir así Noemí. —Negó con la cabeza. —No puedes odiarme toda la vida.

—¿Es un reto?.

Él sonrió. —Sé que me extrañaste, aunque no lo admitas, enana.

—Oh no, si lo admito. Te extrañé, te necesité, te esperé. ¿Y sabes de qué me sirvió eso? De nada. Porque mientras estuve con psicólogos, nutricionistas y pastillas, tú estabas ganando dinero fácil y ligándote a una chica, ¿no?.

Así de poco le importé.

—Me di cuenta de que Kiara no te agradó, ¿verdad?.

—¿Realmente mi opinión te importa?. Ni que fueras a terminar con ella porque no me agrada. —Bufe.

—Lo admitiste. —Se burló— no te agradó.

Rodeé los ojos ante su inmadura respuesta y seguí mi camino hacia el comedor, pasando de él.

En cuanto bajé las escaleras, logré ver que, en la entrada de la casa, Benyamin se excusaba con Marcus para no cenar con nosotros. Note que antes de salir por la puerta, sus ojos marrones me miraron con recelo. Sabía que él querría respuestas, respuestas que yo le prometí dar, el único problema era que no sabía si mi respuesta le sería suficiente para él.

El resto de la noche paso con rapidez y para mi suerte la cena no fue tan inusual. Marcus contando como le había ido en el trabajo, Nate riendo de las muecas extrañas que Nahim le hacía y yo intentando no sentirme tan extraña ante lo inusual que era que él estuviera nuevamente aquí después de años.

Por lo menos Marcus y Nate se veían felices con su presencia.

Cuando baje mi vista a mi plato, logre ver un pequeño morado en la zona interna de mi muñeca, el mismo lugar en el que Benyamin me había sujetado bastante fuerte hace algunos minutos. Con la anemia estaba acostumbrada a encontrarme con moretones nuevos en mi cuerpo todos los días, algunas veces por más leve que fuera el golpe, un hematoma aparecía en mi pálida piel.

Esto de inmediato me hizo pensar en que mañana al despertar lo primero que debía hacer era ir a visitar a Aditya.

En el fondo siempre he sabido que vivimos en un mundo donde jamás haber sido violada o tocada sin tu consentimiento es un privilegio. Tenía la prueba frente a mis ojos cada vez que visitaba a las chicas del club, en especial al ver a Gaby. Ninguna mujer de las que estaban aquí deseaban estarlo. Las más pequeñas fueron secuestradas, arrebatas de sus madres y de sus países natales, sacadas de zonas demasiado humildes como para ser buscadas o ser noticias que causarán impacto, a otras les quitaban sus pasaportes, todo para ganar dinero a costa de sus cuerpos, todo para que hombres ricos y poderosos pudieran continuar siendo ricos y poderosos, pero cumpliendo las más turbias de sus fantasías sexuales, sin que nadie los juzgara.

Aditya les daba anonimato, mujeres, droga, sexo, armas. A algunos incluso les cobraba más cuando "se les pasaba la mano" y las asesinaban. Así las veían, como un número, como una cifra de dinero que alguien podía pagar, como un objeto del que luego se podían deshacer, algo desechable, algo sin opinión o sueños, algo sin derecho a decidir sobre su cuerpo.

A todas ellas las marcaban. Las obligaban a tatuarse un sol para dejar claro que pertenecían a Aditya y a su mafia.

El club era un cielo y Aditya su Dios.

Llevaba meses intentando descifrar una manera para exponerlos, pero no había podido obtener nada, no con Samuel vigilándome todo el tiempo, no cuando eran tan cuidadosos con cada uno de sus pasos. La única vez que creí hacerlo, Aditya me descubrió y se encargó de mostrarme de lo que era capaz, de cómo me puede lastimar.

Creo que tenía suerte de que Aditya me necesitara, de lo contrario dejaría que Samuel me lastimara o hiciera lo que quisiera conmigo.

Entré a aquel lugar aún paranoica de que alguien me pudiese estar siguiendo, le había mentido a mi tío y le dije que Scarlett y yo queríamos adelantar trabajo de la universidad, le envié un mensaje a Scarlett para que me cubriera, y lo hizo con la promesa de que le contara donde iría más tarde.

Cada vez que ponía un pie aquí un escalofrío recorría mi cuerpo, este sitio me resultaba inquietante y macabro, en especial cuando descubrí lo que pasaba aquí.

Solo tenía claro que mi objetivo era hablar con Aditya. Tenía las palabras ensayadas en mi cabeza desde temprano, aunque probablemente se me olvidara todo cuando lo viera. Él era intimidante, en especial cuando sabías el poder que tenía sobre las personas y su vida.

Mi vista se posó rápidamente en el pelinegro, quien estaba charlando con uno de los trabajadores del bar. Sin vacilar me aproximé hacia él casi dando zancadas. —¿Dónde está?— Le pregunté.

—No puedes pasar— Me detuvo Samuel sujetándome del brazo, notando que yo me dirigía en dirección al despacho de Aditya. —Él está ocupado.

—Me importa una mierda— le dije y de un jalón me solté de su agarre para seguir caminando. Avanzaba por aquellos pasillos que solían asustarme, con confianza que no se dé donde apareció. Quizás era la adrenalina recorriendo mi cuerpo, solo esperaba mantenerse así de segura cuando estuviera frente a él.

Sabía que Samuel seguía mis pasos para intentar detenerme, pero lo ignoré. Pasaba puertas que no podía pasar, ignoré las advertencias y terminé abriendo la puerta de aquel despacho de golpe solamente para encontrarme algo que no quería ver.

Él estaba sentado en la silla detrás de su escritorio, gimiendo con brutalidad, mientras una chica arrodillada entre sus piernas le hacía un oral. Desvié la mirada rápidamente, evitando ver la desagradable escena, en especial cuando noté quien era la chica.

La jalo del pelo apartándola de su cuerpo en cuanto notó mi presencia en la habitación, ella simplemente limpió sus labios dirigiéndome toda su ira con la mirada. Aditya subió y abrochó sus pantalones rápidamente con una sonrisa en el rostro, seguramente porque la situación le resultaba cómica.

—No es día de visitas Noemí, sabes que es tu castigo por dejarme plantado— Se levantó de su asiento dejando a la chica algo desconcertada.

Mi vista se seguía posada sobre ella, él lo noto y de inmediato decidió actuar como el dictador que era.

—Largo de aquí— le ordenó de mala manera.

—Y-yo, pero si ella...

—No me hagas repetirlo.

Note como ella sumisamente se levantó del suelo y avanzó a la salida, no sin antes darme un fuerte choque con su hombro. Rodeé los ojos con fastidio ante lo desagradable que era esa mujer.

—Tú también Samuel, déjanos solos— murmuró cruzándose de brazos.

Me volteé levemente para notar la aún molesta presencia del pelinegro detrás de mí. Solo me dio una mala mirada antes de cerrar la puerta, dejándome por fin a solas con Aditya.

—Creo que no les agradas— Bromeó.

El rió levemente, pero yo no lo hice.

Ni que buscara agradarles.

De inmediato el sentimiento de rabia se volvió a apoderar de mí, ese sentimiento que me había traído hasta aquí.

—Tú... ¡No te vuelvas a acercar a él!— Le di un fuerte empujón y él continuaba con su estúpida sonrisa de superioridad. —Es solamente un niño, no tiene nada que ver con tus estúpidos juegos. Suficiente es que enviaras a la idiota de Kiara a vigilar a Nahim.—Le volví a dar otro empujón, a pesar de que no le hacía mover siquiera un músculo.

—No sé de qué hablas. —Mintió, pero ni siquiera se molestó en sonar creíble.

—Lo marcaron al igual que a ellas. Un puto sol para marcar a tus víctimas ¿no?. Teníamos un trato, yo me mantenía en contacto contigo y tú te alejabas de mi familia.

—Te lo advertí—Gruñó acercándose a mi desafiante.

—¡Eres un...!. No te atrevas a volver a acercarte a ellos.

—¿Y quién me lo impedirá?, ¿tú?— se burla ante mis vagos intentos de sonar amenazante —Tu hermano está aquí en Madrid.

—¿Y eso que? Te dije que eso no cambiaba nada. Mi hermano y yo somos temas aparte.

—¿Aun cuando quiere negociar con mi club?.—Arqueó una ceja.

Nahim nunca haría eso, no trabajaría junto a alguien tan misógino y depravado como Aditya, no lastimara así a esas chicas. Mamá nos educó con un pensamiento de respeto, consentimiento y libertad. No con esto.

—Mientes, él jamás...

—¿Él jamás trabajaría con alguien como yo?—me interrumpió. —Y aun creyendo eso, él fue quien me busco. Solo debo hacer una llamada y estaría aquí cerrando el trato conmigo— Dijo sacando el celular de su bolsillo.

Esa frase fue suficiente para que la impotencia me consumiera.

—Yo hago todo lo que me dices, te digo lo que quieres saber, miento por ti, ¡¿Qué más quieres?!. La única cosa que te pido es que no te acerques a ellos, no les hagas daño— pedí con desesperación.

Él se acercó a mí y pasó su pulgar por mi mejilla limpiando una lágrima que descendía por mi rostro —Eres tan frágil— Se burló antes de que yo me alejara rápidamente de él. Su tacto me asqueaba completamente. —Sabes que te necesito solecito, ¿Con quién me voy a divertir si no estás? ¿Eh?.

—Eres un imbécil— escupí con rabia. —Déjalos en paz o no vuelves a verme. Nunca.

—Cariño, si no vuelves... los mato. —susurró amenazante. —Así que mejor, comienza a cuidar tus palabras y recuerda tu lugar aquí, o atente a las consecuencias.

—¿Los matarás como al padre del amigo de Nahim?.

Su cara cambió a una de confusión, pero seguía siendo seria. — No me culpes por las muertes que yo no provoque, Noemí, yo no asesino a cada cadáver que aparece.

—Sé que fuiste tú.

—No lo hice, pero me importa muy poco lo que pienses de mí— Respondió.

Él jamás había ocultado a las personas que mataba, no tenía razón para hacerlo. La policía no lo atraparía, nadie se atrevería a vengarse de él, mucho menos iría a prisión. ¿Por qué mentir sobre el padre de Benyamin?. Lo más razonable sería que quisiera confundirme o él no lo hizo.

Pero entonces, ¿Quién fue?.

—Hoy no verás a las chicas, así que, si no tienes ninguna otra acusación, lárgate— ordenó tomando el vaso que estaba en su escritorio y dándole un sorbo.

—Sabes, algún día pagarás todas las mierdas que haces— asegure avanzando a la salida y cerrando la puerta detrás de mí.

En cuanto logre salir del bar, desbloquee mi teléfono y rápidamente marqué el último número que había agendado, pasaron un par de segundos, pero él no tardó demasiado en responder.

—Hasta que por fin me llamas, mocosa...—Respondió su ronca voz desde el otro lado de la línea. Me dio la impresión de haberlo despertado a pesar de ser las 4 de la tarde.

—Dile al idiota de mi hermano lo que viste. No me interesa.

Se quedó un largo tiempo en silencio, posiblemente tratando de comprender lo que yo le había dicho—Teníamos un trato.— espetó con una notoria molestia.

—Se rompió cuando me enteré de que eres un idiota.— le dije antes de alejar el celular de mi oreja y colgar.

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

—————————————————
VOTA-COMENTA-SÍGUEME
(Si quieres 🥺)

Búscame como @amsc_hs en Instagram
Allí subo frases, adelantos y primicias de mis proyectos❣️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro