Capítulo 06. / Tell me: What's your secret?
Tell me — What's your secret?
Benyamin Blake
Creo que jamás me había cuestionado tanto quienes eran hasta hoy...
De niño solía preguntarme por ellos todo el tiempo, ¿A quién me parezco físicamente?, ¿Están vivos o muertos?, ¿Tendría hermanos?, ¿Cómo será mi mamá?, ¿Se arrepentirá de dejarme aquí?, ¿Pensarán alguna vez en mí?, esa era la clase de preguntas que me acompañaban en mis largas noches de insomnio dentro del orfanato. Pasé muchos años deseando poder salir y encontrarlos, pero para mí, mala suerte cuando por fin tuve los medios para buscarlos, nada sobre ellos apareció.
Supongo que mis padres solo son personas que no me quisieron en su vida.
Daba vueltas y vueltas por aquella habitación mientras mi cabeza estaba en una lucha. Como ya se me había hecho costumbre, había dormido poco y me había pasado la mayor parte de la noche intentando encontrar una respuesta a todas mis preguntas.
Él conocía el orfanato donde crecí. Decía saber el nombre de mis padres biológicos, pero eso era imposible. Cuando le dije a Akim que quería mi certificado de nacimiento y documentos de mis padres, me dijo que todos mis archivos habían sido extrañamente borrados, ni un registro, ni una dirección o nombre, fue como si yo hubiese nacido de la nada. En ese entonces creí que era el destino intentando decirme que no buscara algo que no valía la pena, después de todo yo ya tenía una familia, tenía a Joan cuidando de mí como el padre que siempre deseé. Pero ahora que él los nombró, ahora que mi única familia no está, miles de teorías pasaban por mi mente.
¿Y si los archivos no fueron borrados?. Akim no me mentiría, lo razonable sería que alguien los robo, pero ¿Quién?
¿Y si era alguien que conocía a mis padres?
¿Y si solo quería jugar conmigo?
Por un momento me pregunté de qué chica hablaba, aunque realmente estaba seguro de que se refería a la hermana de Nahim.
Pero; ¿Por qué pedirme a mí que la entregara?.
La tenía en la mira, podía secuestrarla cuando él quisiera, pero no lo hizo y ahora que estamos aquí, me pide que yo sea quien traicione a Nahim.
Eso quiere, ponernos en contra.
Y estoy seguro de que esa niña oculta algo.
Creo que seguir a la mocosa ya no era solamente un favor, sino que ahora lo hacía por motivos personales, para descubrir que ocultaba y como todo esto la conectaba con el asesino de Joan.
Edwin entró a mi habitación sosteniendo la carpeta que tanto esperaba, distrayéndome de mi ruidosa mente.
—Akim te envío...
Antes de que siquiera pudiera terminar de hablar, le arrebate la carpeta de sus manos y la abrí.
—Vaya impaciencia— Se quejó, mientras note como se acercaba a mi mesita de noche a robarme un cigarrillo.
Ignoré sus comentarios y el hecho de que odiaba que tomara mis cosas y me dispuse a abrir la carpeta casi con desesperación. Dentro de esta, había una ficha del pelinegro con el que la pequeña Higgins hablaba días atrás. Su nombre era Samuel Rodríguez, sin antecedentes, sin propiedades a su nombre, sin la más mínima multa o infracción, sin familia, estaba tan limpio como una hoja en blanco. Esto solo me hizo confirmar que sus papeles estaban vilmente modificados.
Pero, ella lo conocía.
Le dije a Nahim que había visto a su hermanita charlando con un chico sospechoso, pero no fui capaz de decirle lo de la carta, algo me lo impedía.
¿Será que me lo estoy pensando? ¿Hasta dónde estará dispuesta a llegar mi curiosidad?
La mocosa no me interesa, pero si traicionar la confianza de Nahim. Él no haría eso. Él no sería así de egoísta.
—¿Dormiste algo?—preguntó Edwin.
—Si— Mentí, dándome cuenta de que realmente no analicé la pregunta y que mi respuesta fue más bien automática. —¿y Nahim?— cuestione, puesto que no había sabido nada de él en todo el día.
—Solucionando lo de su sexy hermanita— Dijo estirándose en la cama.
— Será mejor que Nahim no te escuche decir eso— advertí mientras continuaba leyendo entre líneas todos los archivos sin dejar escapar detalle alguno.
—Vamos Benyamin, ¿Negarás que la rubia es guapa? ¿O tampoco es suficiente para ti?— se burló encendiendo el cigarrillo y dándole una calada, expulsando parte del humo por la nariz. —Así como vas, terminaras solo, viejo, infeliz y... frustrado sexualmente.
—¿Y qué quieres?, ¿Qué me vaya acostando con una tras otra para probar mi masculinidad?— Dije sabiendo que eso era exactamente lo que él hacía. Deje los papeles sobre uno de los muebles y me acerque a Edwin desafiante —Si quiero sexo lo consigo, pero no necesito acostarme todos los días con una chica distinta para probar algo— Espeté quitándole el cigarrillo y apagándolo en el cenicero que tenía en el velador. —Además, Nahim dejo claro que nadie puede acercarse a la mocosa, no de ese modo.
—Joder, que agresivo— Se quejó levantándose de la cama. —Como sea. Nahim dijo que te estaba llamando y no respondiste.
—Ya lo llamaré de vuelta.
Luego de un largo viaje por la carretera, aparqué el auto en las afueras de la gran mansión. Quedaba a media hora de la ciudad, pero sin duda valía la pena viajar tanto para vivir allí. Ventanales enormes, dos pisos y un sótano, un gran lago frente a la casa, grandes árboles que daban buen aroma, incluso a unos metros se podía apreciar un establo. Las hectáreas estaban rodeadas por grandes paredes con fines de seguridad, tuve que pedir permiso y esperar a que alguien del interior autorizada mi entrada para poder pasar.
Me aproxime a la entrada y no alcance siquiera a golpear antes de que la puerta se abriera mostrando a una agradable señora que —por su uniforme— supuse que era del servicio.
—Adelante joven— Dijo con una sonrisa.
Me quite las gafas de sol e ingrese, mirando detenidamente toda la decoración. Si creía que la fachada de la casa se veía lujosa, era porque no había visto el interior. Candelabros, colores blancos, todo muy pulcro y ordenado, dos escaleras que dirigían al piso superior, cuadros firmados con nombres que ni siquiera podía pronunciar.
—Te tardaste— Señaló Nahim bajando por las escaleras rápidamente hasta llegar frente a mí.
—Esta vez Akim si se lució— dije aún demasiado anonadado por la excéntrica decoración.
—Ya lo creo— respondió dándome un apretón de manos.
—¿Para qué me llamaste?—Pregunté sin rodeos.
Pero ignoró mi notable impaciencia y luego de mirarme detalladamente por segunda vez, murmuró —Tienes mala cara, ¿Has dormido bien?.
Fingiré que eso no lastimó mi ego.
—Sí—respondí con pesadez —Como un bebe. Ahora, al punto Nahim.
—Quería pedirte un favor...
—Es para lo único que me llamas últimamente, ¿no?.
El río por la nariz antes de continuar —La cosa es que necesito lleves a Noemí a recoger a Nate a la escuela, Marcus no está y yo tengo un par de encargos que hacer.
—¿Y la verdad cuál es?.
—La verdad es que me quedaré para recibir el cargamento que Akim envió y lo guardaré en la bodega— Me explico.
—¿Quieres sacar a la rubia para que no vea que en el sótano guardas polvos alucinógenos?—me burlé — ¿es que no podías guardar la droga en otro lado?.
—Akim quiere que estemos vigilando todo desde cerca para no tener más tropiezos, está paranoico.
—¿Tropiezos? ¿Eh?—Alce las cejas.
—Joder, Ben no quise...
—Ya—Detuve en seco. —Tú y yo sabemos que Akim lo ve así, como un insignificante tropiezo en todo su juego.
—Pero yo no lo veo así, porque no es así para ti. — murmuró. Yo solo asentí levemente, intentando dejar el tema. —¿Y Edwin?— preguntó.
—Perdido en las bragas de alguna española, supongo—Respondí logrando que a Nahim se le escapara una sonrisa. —Deberías llamarlo y recordarle que no estamos de vacaciones— sugerí.
La relación entre Edwin y yo jamás fue de las mejores. La única persona que consideraba mi amigo era Nahim, Edwin me parecía un niño pijo con aires de superioridad que lo único que le quitaba el sueño era que su padre le quitara las tarjetas de crédito. Akim y él se parecían bastante; cabello negro, rasgos asiáticos, tés pálidas y una personalidad narcisista y autoritaria que resultaba intimidante, pero no para mí.
Estoy seguro de que Edwin jamás ha perdido a alguien, que nunca le ha faltado el dinero, que su padre es bueno con él y lo consciente en todo, que nunca sabrá lo que es tener una mala infancia o no tener familia.
Quizás la verdadera razón por la cual no me agrada es que lo envidio.
—Por lo menos no soy el único idiota al que Akim no le ha dado trabajo— solté en un suspiro.
—Sabes que quiere que te tomes unos días para pasar el duelo.
Eso me molesto, quizás porque no quería pensar en lo que pasaba o sumergirme en mi tristeza y sentirme débil.
—No necesito tomarme tiempo, necesito respuestas—Solté en un pesado suspiro y sentí como él coloco su mano en mi hombro, mostrándome su apoyo.
—Las obtendremos... te lo prometo.
Asentí levemente deseando que eso fuera cierto. —Dile a tu hermana que la espero en el auto—le dije antes de alejarme.
Me aproximé a mi auto y me subí rápidamente. No pasó demasiado tiempo antes de ver a la mocosa aproximarse y notar que Nahim le estaba pronunciando algo, no pude evitar reír cuando ella se volteó solo para enseñarle el dedo de en medio. Jamás había visto a nadie que se atreviera a responderle a Nahim como ella lo hacía.
Se subió rápidamente al lado del copiloto y colocó su cinturón.
No pude evitar analizarla completamente. Traía unos leggings y zapatillas deportivas, su rubio cabello tomado en una coleta, sus mejillas estaban enrojecidas, ya que estaba acalorada y no fue hasta ese momento que note que tenía escasas pecas en esta zona. Edwin tenía razón, la niña es guapa. Me fijé en que aún algunas gotas de sudor resbalaban por su cuello y sin poder evitarlo bajé un poco más mi vista a su sudadera que tenía la cremallera levemente abajo. No tenía grandes pechos, pero con ese brasier deportivo y su pecho aun subiendo y bajando agitadamente...
—¿Por qué no arrancas?—preguntó dándome una mirada curiosa.
Tragué duro y desvié rápidamente mi mirada.
—Creí... Ver algo— Mentí y puse en marcha el auto.
El camino se me estaba haciendo corto y silencioso. De vez en cuando podía sentir aquellos ojos verdes sobre mí, fingía no darme cuenta y estar demasiado concentrado conduciendo, sin embargo, su intensa mirada era algo difícil de ignorar.
Cuando estábamos a solo unos metros de llegar a la escuela, un niño pequeño se atravesó abruptamente por mitad de la calle, obligándome a reaccionar con rapidez.
Aferre mi mano al volante y pise con fuerza el freno, llevando mi brazo instintivamente hasta el asiento del acompañante, deteniendo el cuerpo de la mocosa de cualquier impacto. El frenón fue brusco, pero me detuve a tiempo.
Mi pecho subía y bajaba agitadamente, aún podía sentir la adrenalina en mi cuerpo, lleve mi vista hasta la calle y aquel niño ahora estaba del otro lado de la acera, por suerte sin ningún rasguño.
—Perdona no quería...— musité retirando mi brazo, pero ella parecía demasiado concentrada en otra cosa como para escuchar mi disculpa.
—Mierda, ese es Nate— la escuché jadear antes de que se quitará el cinturón y se bajará rápidamente del auto.
Mire por el retrovisor, la calle se veía desierta, así que solo me apresure a orillar el auto, prender las luces intermitentes y bajarme detrás de ella.
—¿En qué pensabas? ¿Eh?— La escuché regañar cuando me aproximé a ellos. —¡Pudieron atropellarte, Nate!— El rostro del pequeño reflejaba tristeza por como su prima lo regañaba.
Note como algunas de las personas que recogían a sus hijos de la escuela estaban atentos a la escena.
—Y-yo, lo siento Emi, ese hombre me dijo que lo hiciera— Murmuró.
—¿Qué hombre?— pregunté yo rápidamente, logrando que ambos me miraran.
—Dijo que es tu amigo Emi, solamente quería jugar— Se excusó el pequeño.
—¿Dónde estaba?—Cuestione mirando en dirección a la entrada de la escuela, pero estaba repleto de personas y maestros que aún estaban demasiado atentos a nosotros.
—Junto a la entrada— Respondió indicando con su dedo índice hacia la entrada de la escuela.
Las pupilas de la rubia se fijaron en las mías, como si intentara descifrar que haría —Suban al auto, ya vuelvo— les ordene en tono autoritario mientras me alejaba de ellos.
Avance lo más rápido que pude hasta la entrada, intentando ver entre tanta gente alguien o algo que pareciese sospechoso, pero solamente termine ganándome miradas de reproche de parte de los padres ante mis tatuajes y una que otra mirada lujuriosa de parte de algunas de las mamas.
—¿No lo ves?— escuché murmurar una voz a mis espaldas.
Por lo visto la mocosa es tan testaruda.
—Te dije que fueran al auto.
—Claro que no. Iré a hablar con la señora de la portería, se supone que no pueden dejarlos salir hasta que alguien venga por ellos— explicó frunciendo el ceño con el pequeño en brazos. —Así que— dijo dejando al niño en el piso y tomando mi muñeca para que tomara la mano del pequeño —Ustedes deberían ir al auto—Agregó con una sonrisa antes de avanzar hacia la mujer que supervisaba la entrada y salida de los niños.
Miré al pequeño hacia abajo y él en cuanto cruzamos la mirada bajó la cabeza. Me dio la impresión de que era bastante tímido, pero lo sorprendí mirando los tatuajes de mis dedos.
—¿Te gustan?— Le pregunté agachándome frente a él para quedar de su altura.
Este asintió levemente.
—Y-yo también tengo uno—Dijo con algo de timidez.
—¿A si?— Cuestione algo risueño, volvió a asentir y se levantó la manga de su playera enseñándome su antebrazo. En su pálida piel había un sol dibujado con un marcador rojo, estaba demasiado bien dibujado para alguien de su edad. —Te lo hiciste tú?— Le pregunté rápidamente y este negó con la cabeza.
—Bien, ya nos podemos ir—Dijo Noemí apareciendo por un costado.
—Mira esto— Dije levantándome y señalando el brazo del pequeño.
—¿Ese... ese hombre te lo dibujo, Nate?— le preguntó sosteniendo su brazo para ver aquel símbolo con más detalle.
Este solo asintió.
—¿Sabes qué significa?— Pregunté notando que solo su rostro cambió drásticamente cuando vio aquel dibujo. Parecía tensa y asustada.
—No.
—Emi me lastimas—Se quejó el pequeño por la manera en la que ella le sujetaba el brazo con brusquedad.
—Lo lamento Nate, es solo que—soltó un pesado suspiro— Me asustaste. Por favor no vuelvas a hablar con extraños, mucho menos hacer lo que ellos te dicen, ¿de acuerdo?.
—Si, de acuerdo— le respondió.
Finalizando la conversación los tres nos dirigimos al auto, Noemí acomodó al pequeño en la parte trasera del auto y luego de colocarle el cinturón se volvió a subir al asiento del copiloto.
Comencé a manejar de regreso a la casa, encendí la radio para aturdir el silencio y me dispuse a cambiar una tras otra la emisora hasta encontrar alguna canción que me gustara, pero cuando sonaba una canción de Maroon 5 alguien me detuvo.
—¿Puedes dejar esa?—pidió la voz de la parte trasera del auto.
Note como la Mocosa sonrió al escuchar a su pequeño primo hacer esa petición.
—Si—Le respondí apartando mi mano del tablero del auto.
El resto del camino el pequeño se fue cantando canción tras canción con un inglés casi perfecto, hasta que se quedó dormido. Pude ver como la rubia movía los labios acorde con la letra de las canciones, pero no emitía sonido alguno, seguramente le avergonzaba que la escuchara cantar.
No fue hasta que estábamos llegando a casa qué musitó un —Gracias.
— No me agradezcas, solo hago lo que tu hermano pide.—Le respondí sin saber muy bien por qué agradecía.
—Él te pide que nos vigiles, no que seas amable con Nate— Sonrió mirando a la parte trasera del auto. Miré por el retrovisor y pude ver al pequeño rubio profundamente dormido, una sonrisa involuntaria me invadió al verlo.— Le agradas, él es muy tímido y casi nunca habla con nadie, que no sea yo o Marcus, pero lo hizo contigo.
—¿Debería sentirme especial?
—Sí, deberías.— Sonrió comenzando a jugar torpemente con la cadena que colgaba en su cuello. No había que ser un genio para notar que estaba nerviosa. —¿Te puedo pedir un favor?— preguntó finalmente.
Yo no pronuncié palabra, solamente la miré.
—No le digas a mi hermano lo que pasó hoy.
—¿Por qué no debería hacerlo?— Cuestione un poco impresionado por su petición.
—Por favor yo...
—No haré eso— la detuve en seco. —No le guardo secretos a tu hermano, mucho menos con lo que está pasando.
Para mi buena suerte esta rara conversación llegaría pronto a su fin, debido a que estábamos en la portería. Esta vez no fue necesario presentarse, debido a que en cuanto nos vieron, el gran portón se abrió y continué andando.
—Si le guardas secretos— Afirmó con seguridad en sus palabras.
—¿Ah, sí?, ¿Cuál?— desafíe mirándola con intriga en cuanto apague el motor del auto y por fin quite mis manos del volante.
Note como dudo por un momento, pero terminó manteniendo su mirada firme y diciendo con seguridad —Que planeas entregarme a cambio de saber quiénes son tus padres.
Mi cuerpo por completo se tensó al escuchar sus palabras, y el ambiente que antes consideraba neutral o incluso amigable se volvió totalmente tenso.
Note como ella al ver el cambio de mi rostro intentó bajarse del auto, pero antes de que pudiera hacerlo la sujete de la muñeca sin ser realmente consciente de mi fuerza. —¿Cómo carajos sabes eso?— Pregunté exaltado.
Ella miró de reojo a la parte trasera del auto, asegurándose de que Nate no se hubiera despertado por el fuerte tono de mi voz. Y volviendo a mirarme en un susurro casi inaudible, soltó:
—Yo sé quién fue.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
—————————————————
VOTA-COMENTA-SÍGUEME
(Si quieres 🥺)
Búscame como @amsc_hs en Instagram
Allí subo frases, adelantos y primicias de mis proyectos❣️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro