Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4


Uno creería que, luego de una noche tan agitada como la tuvimos domaríamos todo el día.

Claro que, si alguien piensa así no tiene parentesco con mi hermana. Y de hecho, puede considerarse la persona más afortunada del mundo.

No sé cómo, pero Melissa y Rachel lograron, no solo sacarme de mi cama, sino que vestirme decentemente y obligarme a manejarles al centro comercial para desayunar.

Cierro mis ojos con fuerza, esperando que la pastilla de dolor de cabeza que me tome hace 2 segundos me haga efecto.

Gruño por la cantidad de luz que entra por la ventana del local, los oscuros lentes que cubren mis ojos no están cumpliendo la función que prometen.

Demandaré a la compañía.

—¿... Te parece bien?— la voz de mi hermanita se hace presente.

Es cuando me doy cuenta de que han estado hablando durante un rato, pero mi cerebro ha decidido ignorarlas.

—¿Qué?—bajo mi mirada, veo la sonrisa burlona de Melissa y la mirada fastidiada de mi hermana.

—¿Tengo que repetirlo otra vez? Llevas haciéndome repetir todo por las últimas 2 horas.

—No tendrías que hacerlo si me hubieras dejado dormir esas dos horas. ¿Qué horas son? ¿Cómo es que este lugar está abierto?—digo mirando mal a todas las personas que, tranquilamente están comiendo.

—Son casi las 12 del medio día, esto es más un almuerzo que un desayuno.— su burla Melissa y yo le desarreglo su cabello sin dañarla.

—¡Déjala y escoge que quieres comer!—dice mi hermana, dándome un manotazo que me hace apartar la mano.

—Quiero un cigarro.—digo, de una manera tan calmada e inconsciente. Y me arrepiento al instante.

Rachel mi mira furiosa, agarra su bolso y me lo tira, antes de levantarse y dirigirse hacia el baño.

—¡Dije que quien uno, no que me fumaría uno!—grito, pero ya es tarde, la chica ha desaparecido atrás de las puertas. — Mierda.

Melissa aparta la mirada de la puerta de baño lejana, y luego me mira uniendo sus labios.

Ella no me recrimina, sabe tan bien lo difícil que ha sido ese tema. No lo acepta claro esta, ¿a qué persona le gustaría ver como otra es adicta a algo que terminara matándolo más rápido? Pero no dice nada, porque lleva años queriendo consolarme por algo que solo el cigarrillo parece poder hacerlo.

—Iré a hablar con ella, pide lo que quieras, asegúrate que la comida este aquí cuando volvamos, esta así porque tiene hambre.— Melissa no espera respuesta, agarra su cartera y sigue el camino que tomo mi hermana.

Abro mi boca para quejarme, pero se va antes.

Miro la mesa vacía y con mucho esfuerzo agarro el menú para ver que pedir.

La mirada de mi hermana se ilumina cuando ve la gran cantidad de comida que esta sobre la mesa.

Somos tres, pero aun así pareciera que 15 personas comerán.

Exageré, como siempre, solo para hacerla feliz.

Como siempre.

La conversación vuelve a fluir, tan tranquila como si nunca hubiera cambiado.

Terminamos lo que pudimos y luego pedimos lo demás para llevar, Rachel menciona que algunos amigos llegaran a casa para platicar de la experiencia de cada uno en su fiesta de graduación así que les dará la comida a ellos.

Suspiro de alivio cuando salimos del restaurante, ingenuamente esperanzado que iremos a dormir a casa.

Mis esperanzas se van tan rápido cuando Melissa y Rachel gritan, ambas corren hacia un cartel pegado. "50% de descuento en todas las tiendas"

Mierda, mierda, mierda.

.

.

.

.

.

El anuncio que están pasando en la tienda donde hemos estado como una hora empieza a ser desesperante cuando me doy cuenta de que me lo estoy empezando a aprender.

Volteo a ver a las chicas con toda la intención de quejarme, otra vez, pero me detengo a ver a Melissa, lleva una camisa desmangada color celeste. Se ve genuinamente feliz con ella, pero su rostro se ensombrece rápidamente al ver las heridas en sus brazos.

Ella no acostumbra a llevar ropa donde se exponga su piel, no desde que las heridas empezaron a ser más notorias.

—Te ves hermosa.— le digo, sonríe tristemente, sin mirarme.

Suspira un poco antes de volver a meterse al cambiador.

Bajo mi mirada a mi celular, viendo las fotos que Bau manda. La están pasando bien en la playa. Estoy seguro de que el noventa por ciento de las fotos que mandó ni siquiera quería enviarlas, esto porque están borrosas o con muy poca luz.

Me carcajeo al ver sus caras, volteo a ver al cambiador al tiempo que mi hermanita sale con la que creo es, la falda número 100.

Muerdo mi labio, dudando un poco. Sin querer pensarlo más envío el mensaje, diciéndole que llegaré hoy por la noche a la playa.

Rachel va a matarme. Pero no necesita saber exactamente adonde estaré.

—¿Podemos irnos?—digo y Rachel me insulta desde dentro del cambiador.

Rachel paga la ropa y baila feliz cuando la trabajadora les da el recibo.

Melissa sale de la tienda mencionando que necesita algo para tomar.

—Espera, olvidé mi celular.— Rachel me tira las bolsas que tiene en la mano y yo me balanceo tratando que no se me caigan ninguna.

Volteo a ver a Melissa para decirle, pero ella ya salió de la tienda.

Maldigo entre dientes mirando como Rachel busca abajo de la silla del cambiador.

—¡Rápido! Melissa ya salió.—grito, pero, nuevamente, mi hermanita me insulta.

Mucha amabilidad y solo insultos gano.

Rachel corre hacia mí mostrándome su teléfono. Niego la cabeza, pero ella solo saca su lengua y empieza ayudarme con alguna de sus bolsas.

Salimos de la tienda solo para encontrarnos a Melissa hablando con una chica bastante bajita. Su cabello castaño lo tiene tan largo que creería le llega hasta la espalda baja.

Mi ceño se frunce al ver que lleva dos zapatos diferentes. Trato de ocultar una carcajada cuando mis ojos chocan con los de ella.

La sorpresa es notoria en mi cara cuando mi nombre sale de sus labios, pero mi sonrisa crece cuando logro reconocerla.

Es la chica de la fiesta de Rachel, la misma chica que entraba a un restaurante caro con un chico, justo la misma que, la noche anterior, tenía todo el maquillaje corrido por las lágrimas en sus mejillas.

La reconozco porque desde esa fiesta no he podido no buscarla con la mirada cada que voy por Rachel al colegio. Es bonita, es sencillamente bonita.

Lo curioso aquí es ¿Cómo me recuerda? Las últimas dos veces que estuvimos lo suficientemente cerca como para dialogar, no se veía que estaba en todos sus sentidos.

—¿Se conocen?—pregunta Melissa confundida.

Las mejillas de Emily se enrojecen.

Abre su boca, pero no parece encontrar las palabras indicadas.

Mi risa la hace levantar la mirada.

—En tu fiesta.—respondo mirando a Rachel.—Nos conocimos en tu fiesta.

—¿En mi fiesta?—mi hermanita nos mira confundidos, tratando de acordarse si nos vio juntos esa noche. Luego de un rato se da por vencida, no lo recordará de todos modos, ella también bebió de más esa noche.

—No pude felicitarte anoche.—la chica aparta la mirada de mí y se dirige a mi hermana.—Felicidades por tu graduación.

Rachel sonríe grande.

—Muchas gracias Emily.—dice agarrando su mano de manera cariñosa.—Ahora que lo pienso no me recuerdo haberte visto. Fuiste con Tomas ¿no? No te vi en la sección de fotos.—Rachel se queja al sentir como Melissa le pega con el codo.

Gesto que no pasa desapercibido para nadie.

Mi hermana como no es buena con las indirectas se queja y le pregunta por qué le ha pegado.

Emily se ve incómoda y yo hago una mueca.

No parece que haya tenido una buena noche.

—Es hora de irnos.—digo y me arrepiento al instante al no poder controlar el tono de mi voz. Las tres voltean a verme. Dos de ellas molestas una, aliviada.

—Yo también tengo que irme, fue alegre verlos.—dice la chica, se despide de los tres agitando su mano, y empieza a caminar hacia las puertas del centro comercial sin que pudiéramos despedirnos bien de ella.

Nos quedamos en silencio un rato, cuando el quejido de Melissa interrumpe. Rachel la ha golpeado.

—¿Por qué me pegas?—mi hermana se queja y Melissa la mira furiosa, aún sobándose adonde la golpeó.

—Lo mereces por hacer preguntas que no vienen al caso.—responde ella, mi hermana y yo la miramos confundidos. Melissa deja salir aire.—Vengan, vamos a tomar algo, les contaré qué pasó.

.

.

.

.

.

Salgo de casa suspirando con alivio.

Rachel me ha dejado huir luego de lo que le pareció, a ella, el tiempo suficiente para compensar que no le había dicho nada sobre la situación de Melissa.

Entro al carro tirando en el asiento trasero la mochila con las pocas cosas que creo que son necesarias para una noche en la playa.

Aunque posiblemente terminaré pasando más tiempo, como de costumbre.

Enciendo el carro y empiezo a manejar.

Es tan solo unas cuantas cuadras lejos de casa que me siento lo suficientemente a salvo como para encender un cigarrillo.

Desde la noche anterior no he podido probar uno y mi cuerpo ya esta pidiéndomelo.

Pongo el cigarrillo en mis labios y estoy a punto de encenderlo cuando veo a una chica al otro lado de la calle.

No la hubiera reconocido si no fuera por los zapatos.

Se ha cambiado completamente de ropa, ¿aun así no notó que lleva zapatos diferentes?

Muevo mis dedos sobre el volante, pegándole al son de la música, tratando de decidirme si sería buena idea hacer lo que mi mente quiere hacer.

Miro la hora de mi teléfono y calculo que si no me tardo más de 30 min podré llegar antes de la cena.

Finalmente aparco el carro cerca de una tienda que está cerrando.

Me bajo del auto y miro a la chica que esta sentada en una de las bancas del parque cercano.

Al estar ahí parado me siento un poco patético, ¿Cómo puedo solo acercarme?

Ni siquiera se me ha ocurrido alguna excusa medio creíble antes de bajarme del auto.

Al diablo, como si no he improvisado toda mi vida.

Mis ojos no se despegan del último mensaje de Amanda.

"Necesito terminar de empacar y pensar un poco... Te llamaré cuando esté lista"

¿Qué demonios significa eso?

Regresan las imágenes de esta tarde, corrí a casa a cambiarme debido a que me tiré encima la bebida que compré de impulso al salir del centro comercial.

Me sentía acalorada, encontrarme a Melissa y a los demás me ha sorprendido más de lo esperado.

Creí inútilmente que una bebida fría me ayudaría. SI lo hizo, a pesar de que no probé nada de ella.

Corrí a casa de Amanda, pero fue su madre que abrió. Dijo que ella estaba ocupada, que me llamaría luego.

Fue la primera vez en lo que recuerdo que no he podido entrar a casa de Amanda.

—Sé que lo que dije está mal ¿si? No soy tonta. Muchas cosas pasaron, pero no quiero que peleemos.—digo al aire. Como si de alguna manera ella podría escucharme.

Realmente deseo que pueda hacerlo.

Suspiro cansada, mis ojos amenazan con cerrarse y es cuando recuerdo que no he dormido mucho, o nada.

Siento que es inútil tratar de hablar con Amanda hoy, iré a casa a descansar.

Las cosas seguirán igual mañana de todos modos, al menos tendré más fuerzas para enfrentarlas.

En mi campo de visión veo una sombra.

Me asusto, levanto la mirada rápidamente.

—Perdón.—el chico se disculpa, entendiendo que me ha asustado.

Sus botas negras se esconden bien en su holgado pantalón negro, lleva una camiseta del mismo color.

Es prácticamente una sombra viviente.

A pesar del color oscuro su blanca sonrisa sobresale, Alexis Cross sonríe de lado. Ha levantado sus manos adonde pueda verlas, como acto de mi arrebato al asustarme.

Mi boca se abre pero mi cerebro está tan dormido que no sé que decir.

El chico lo nota. Baja sus manos y se acerca un poco a la banca.

Se ríe y señala hacia abajo.

—¿Es una nueva tendencia de la cual no he escuchado?—mi ceño se frunce , pero es hasta que sigo con la mirada su dedo es que me doy cuenta de que llevo un zapato diferente para cada pie.

Mi cara se vuelve completamente roja, mis manos van hacia mis mejillas y mis ojos se cierran al instante que escucho otra ronca risa de la parte del chico.

—Mira, que no juzgo, Rachel por veces aparece con unas cosas que ya nada me parece raro.—dice y no puedo evitar reírme un poco. Aun con mis manos sobre mi cara.

—He estado tan despistada que ni lo note. ¿Cómo no pude hacerlo?—digo y rio de nuevo.

Es una risa de incredulidad y cansancio al mismo tiempo. Una risa genuina ante una torpeza.

Alexis se vuelve a reír, sin apartar los ojos de mis zapatos.

Cuando levanto la mirada, mis ojos chocan con los suyos. Su sonrisa no desaparece.

—¿Puedo?—señala la banca y yo asiento.

Me corro un poco dejando que el chico se siente.

Mi corazón empieza a palpitar con nerviosismo.

Mismo nerviosismo cuando alguien que no conozco quiere entablar conversación y yo no sé como.

Nos quedamos en silencio un rato.

No soy capaza de romperlo.

Imágenes de la fiesta de Rachel vienen a mi cabeza. A pesar de que él mencionó ante su hermana que nos vimos en esa fiesta no recuerdo más que algo vago y borroso.

Espero no haber hecho nada vergonzoso.

Aunque, cualquier cosa que haya hecho, los zapatos diferentes lo superan, de eso estoy segura.

—¿Noche larga?—pregunta y yo volteo a verlo un poco sorprendida.

Alexis ha estirado sus piernas, poniendo una bota sobre la otra.

Sus manos están sobre su estómago y sus ojos miran el cielo que amenaza con querer llover.

Suspiro, inconscientemente, poniéndome en la misma posición. Recostando mi cabeza en la banca y mirando el cielo.

—Ha sido, una larga semana.—digo y noto como el chico sonríe sin mostrar sus dientes.—¿Empezaste a trabajar con tu padre?

Mi inocente pregunta hace que el chico voltee a verme con el ceño fruncido.

Noto conflicto en sus ojos.

—Lo siento, no recuerdo mucho de la fiesta de Rachel, pero si recuerdo que mencionaste algo así...—digo, mis palabras apagándose de a poco.

Alexis se relaja al instante, tal vez, recordando mejor que yo nuestra conversación.

Cierra los ojos un momento, meditando la respuesta.

—Ha sido complicado.—dice finalmente. Dando por entendido que no responderá más.

Asiento aunque no lo vea.

Nos quedamos en silencio un rato más.

Cierro los ojos disfrutando el viento cuando una gota de lluvia cae justo en mi frente.

Mis ojos se abren, me sorprendo al darme cuenta de que la nube se ha vuelto tan oscura que apenas se ve el cielo.

Empieza a llover bastante rápido.

—¡Ven!—Alexis agarra mi muñeca y empieza a correr.

Sin tener tiempo de reaccionar, corro detrás de él.

Escucho un clic y noto como las luces de una camioneta negra enciende sus luces.

Alexis me guía hasta la puerta del copiloto, abre la puerta y me indica que entre.

Mi cerebro hace corto circuito, pero la lluvia es cada vez más fuerte que inconscientemente busco refugiar mi cuerpo dentro.

El chico cierra la puerta y corre hacia el otro lado para subirse.

Cierra la puerta, y por unos segundos solo se escuchan nuestras respiraciones.

Miro la ventana, las gotas la llenan por completo.

Alexis enciende el auto y pone la calefacción.

Pasa su mano hacia atrás y agarra una maleta.

Saca unas toallas y me tiende una.

Le agradezco y empiezo a secarme con una.

—Gracias.—digo casi en un susurro.

Miro la maleta sobre sus piernas.

—¿Vas de viaje?—Alexis me mira y una sonrisa burlona aparece en su rostro.

Su mano se alarga hacia mí, haciéndome retroceder un poco.

Su mano agarra una pequeña rama que se ha quedado en mi cabello, por el árbol que pasamos mientras corríamos.

Le agradezco antes de tratar de peinar mi cabello.

—Unos amigos están en la playa, planeaba ir a pasar la noche.—dice tirando la maleta otra vez hacia atrás.

—Lo siento, puedes dejarme en cualquier lugar con techo yo esperaré a que baje la lluvia. Si manejas hacia carretera ahorita puedes llegar antes de la cena.—digo mirando mi celular, buscando la aplicación de mapa para ver cual es la ruta más rápida.

—No te preocupes. Era mala idea de todos modos. Rachel me querrá en casa esta noche.—dice y yo asiento, blockeando mi teléfono.—¿Tienes hambre?

Alexis enciende los limpia parabrisas.

Mi boca se abre para inventar una excusa, pero la verdad es que si tengo hambre.

El helado que ni pude terminar es lo único que he comido desde a noche.

—Sí.—digo, más rápido de lo que nunca podría responder a una pregunta como esa.

Tal vez es por el hambre, o tal vez es porque estoy cansada de sobre pensar todo.

Es solo una invitación a comer, nada más.

—Me alegro, porque conozco un restaurante cerca que vende las mejores hamburguesas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro