Capítulo 2
La llamada se corta y me quedo paralizado en el mismo lugar donde me encuentro. Mis manos tiemblan un poco y empiezo a sudar frío. Trato de concentrarme, de pensar claramente y de no perder la cordura ahí mismo.
Guardo mi celular en uno de los bolsillos del saco y me pego un poco en la cara para estar en los cinco sentidos.
Miro a un grupo de chicos y chicas salir del salón y aprovechando que abren la puerta entro rápidamente.
Trato de buscar a mi hermana entre todas estas personas pero se me hace difícil por las luces, la gran cantidad de gente y mi falta de sobriedad.
Trato de llamar a mi hermana pero sé que es inútil, es su noche de graduación, obviamente no va a estar pendiente de su celular más que para tomarse fotos y eso.
Al otro lado del salón me doy cuenta que hay un grupo de chicas con vestido blancos. Me acerco rápidamente con la esperanza que una de ellas sea mi hermana.
Lastimosamente mi suerte nunca ha jugado a mi favor pero aun así no pierda la oportunidad de preguntarle a una de ellas si la ha visto.
Me desconcierto al ver la cara de susto que tienen cuando pregunto. La chica bajita y regordeta que está frente a mí titubea y hace señas raras con sus dedos.
Cuando le repito la pregunta siento que la chica está a punto de llorar. Como no entiendo nada me estoy comenzando a desesperarme. No tengo tiempo para estar lidiando con nerviosismos de chiquillas.
—¿Alexis?—la chica frente a mi mira a la persona a mi espalda y suspira. Me giro sin antes dirigirle una mirada molesta que la hace caminar lejos.
Cuando la pierdo de vista encaro a mi hermana. Su gran sonrisa hace que mi corazón se detenga.
Mi hermana está frente a mí y se nota que ha estado disfrutando de la fiesta. Tiene un vaso medio vacío y curiosamente tiene a un chico tomado de la mano.
Levanto una ceja al notarlo y mi hermana dirige la mirada también. Incómodamente aparta la mano lo que hace que el chico se queje un poco. Mi hermana lo golpea con el codo y es ahí cuando finalmente el chico nota mi presencia.
El chico palidece un poco, se pone recto y desajusta un poco su corbata.
—¿Dónde estabas?—pregunto cortante y mi hermana sonríe nuevamente.
—Bailando, ¿adonde más?—la chica ríe y yo me molesto un poco.
Trato de tranquilizarme, mi hermana ya tiene la mayoría de edad y a pesar de verla medio borracha sé que ella no haría ni la mitad de lo que yo hice en esa época. Confío en ella y ella lo sabe.
—Tengo que irme.—digo rápidamente y como lo supuse la sonrisa de mi hermana desaparece inmediatamente.
—¿Irte? ¿Por qué? Aún no son ni las 2 de la mañana.—mi hermana me sujeta del brazo y me aparta de la multitud, no antes de dirigirle una mirada al chico, este solo asiente con un poco de miedo.
Cuando estamos lo suficiente apartados de la gente ella me mira seria y por alguna razón parece más sobria que hace dos segundos.
—Tengo un asunto.—digo tratando de no entrar mucho en detalles.
—¿Un asunto? ¡¿Un asunto?!—grita un poco para que la escuche.— ¿El día de mi graduación? ¿Justo hoy?
—No es algo que yo planee.—le respondo entre dientes, estoy empezando a molestarme y lo único que necesito es salir de allí ahora mismo.—No lo entenderías.
—Oh, claro que no, por que son temas de adultos ¿no?
—Rachel...
—No, Alexis, la verdad es que ni siquiera sé porqué me sorprendo si tu haces lo mismo una y otra vez. ¿No te cansas?.—mi hermana toca su cabello desesperada antes de volver a poner sus ojos sobre mi.— ¿Sabes qué? No, yo ya estoy cansada, harta de estar lidiando con esto. Con estar preocupada con lo que haces y lo que pueda pasar allí afuera haciendo solo Dios sabe que. Es mi noche Alexis, prometiste que sería mi noche.
—No he hecho nada para arruinarla.—le respondo enojado.
—Te estas yendo. Me estas dejando sola una vez más ¿y le dirás a nuestros padres?—me tenso a la mención de ellos.—Claro que no.—se ríe irónicamente.— Me dejaras a mí para que invente una estúpida escusa que claramente ellos no creerán. Pero esto siempre sera así ¿no?
—Rachel.—la tomo del brazo para tratar de explicarle pero mi hermana se aparta de mí.
—No, esta vez no, vete. Disfrutaré mi noche, la disfrutaré sin ti, después de todo he logrado hacer todo sin ti.—mi hermana se gira y se pierde entre la multitud.
Me quedo unos minutos solo allí, viendo mi alrededor.
Cuando siento mi celular vibrar vuelvo a la realidad y salgo del salón.
Enojado aparto a todas las molestas personas que se me atraviesas. Entro a mi auto y sin poder controlarme más empiezo a pegarle al volante.
Cuando consigo calmarme pongo mi espalda en el asiento y trato de regular mi respiración. Mis manos van hacia mi cara aplastando mis ojos. Las bajo y suspiro una vez más antes de arrancar mi auto y meterme a la calle.
Me toma más tiempo del que creí, las calles están llenas de gente queriendo disfrutar al máximo su sábado en la noche. Tuve que pasarme algunos altos y semáforos en rojos para poder llegar lo más rápido posible.
Me parqueo de cualquier manera, freno el carro rápidamente y justo frente a mi, gracias a las luces delanteras, la veo.
Me quedo sin aire por un momento. Sin apartar la vista de ella me obligo a abrir la puerta y salir del auto.
Lo dejo encendido con la calefacción encendida ya que desde ahí puedo ver como la chica tiembla.
Me acerco a la banca donde está acurrucada, cuando sus ojos se ponen sobre los míos un mar de lágrimas llena su rostro.
—Tranquila, ya estoy aquí.—me siento en la banca y la abrazo.—Todo estará bien, ya estoy aquí.—susurro mientras la chica llora sobre mi pecho.
Mi mirada va a mi alrededor, para ver si alguien estaba viéndonos desde la oscuridad pero la verdad es que no podría estar seguro de nada.
La chica se separa un poco de mí así que vuelvo a poner toda mi atención en ella.
—Alexis...—susurra para luego volver a llorar.
—Estoy aquí. Ya estoy aquí.—le repito. Pongo mis manos en sus mejillas obligándola a levantar la cara, la chica sigue llorando aunque sus lágrimas ya son menos.
Pasan los minutos y me doy cuenta que su respiración ya se está regulando. Sus labios siguen un poco azules y tiemblan de vez en cuando pero la chica ya parece más relajada.
—Melissa, ¿qué ha pasado?—mi voz tiembla un poco al preguntárselo, porque sé que la respuesta será tan dolorosa de oír como de decirla.
Melissa abre los ojos lentamente y en su mirada puedo ver el dolor que siente.
Vuelvo a abrazarla y nos quedamos así unos segundos.
Trato de abrazarla más fuerte para la chica se queja lo que hace que yo baje mis brazos.
Me separo de ella aterrado y mi mirada baja hacia sus brazos. Me quedo paralizado al ver los hematomas y una quemadura nada bonita que tiene en su muñeca.
Mis dedos viajan por todo alrededor, la piel viva, la sangre seca y la ampolla que ya está comenzando a crearse.
—¿Tu madre...?—la chica mira la herida y suspira un poco. Limpia su rostro y abre la boca para hablar.
—Mi hermana...—mi mirada va directo hacia sus ojos y mi cuerpo se tensa completamente. Mi respiración se hace irregular, mis ojos se cierran y mi cuello se queda rígido.Trato de levantarme pero sus manos sujetan mis hombros.—Tranquilo Alexis, por favor, no pierdas la calma. Te lo ruego, las cosas se pondrán peor, no puedo...por favor.—la chica empieza a sollozar de nuevo y yo suspiro tomando sus manos.
—No puedo quedarme sentado viendo como ellas te destruyen.—Melissa asiente ante mis palabras.
—Ellas...no están bien, no desde que papá murió. Pero lo estarán, ellas....yo sé que esto quedará en el pasado, solo necesitan tiempo.
—¿Tiempo? Melissa tu padre lleva muerto más de dos años.—digo y mis palabras son duras y la dejan helada.— Tu madre te maltrataba mucho antes de eso, tu padre se dio cuenta y quiso huir, quiso llevarte con él y alejarte de ese monstruo. Lo sabes bien.—Melissa mira hacia otro lado y asiente repetidamente con los ojos cerrados.—¿Por qué no huyes? Ya tienes la mayoría de edad, me dijiste hace unos meses que tu padre te había dejado dinero, reclámalo y huye de aquí. Yo te ayudaré a hacerlo.
—No puedo.
—¿De que hablas? Melissa si te quedas más tiempo bajo ese techo terminarás muerta.
—No puedo.
—Melissa...
—¡No puedo Alexis!—grita y me quedo callado. Mis músculos siguen tensos y estoy a nada de tener un paro por no poder respirar bien.—Mi madre está embarazada.
—¿Qué?—pregunto, muevo mi cabeza con el ceño fruncido, confundido.—¿Y eso qué?
—No puedo dejar al bebé con ellas dos. Le harán lo mismo que a mí.—Melissa me mira y veo determinación en sus ojos. Suspiro negando con la cabeza y sujeto sus manos más fuerte.
—No puedes seguir ahí.
—Puedo aguantar lo suficiente como para poder robarme al bebé y llevarlo conmigo.—dice y su respiración vuelve a regularizarse.—No permitiré que ese bebé...ese bebé que nada ha hecho, pase por el infierno que he vivido. No lo haré Alexis.
—¿Cuánto?—mi mirada va a la suya.— ¿Cuánto tiempo más tendré que verte morir lentamente?—mi voz se entrecorta y Melissa aparta una de sus manos para ponerla en mi mejilla.
—El bebé nace en tres meses.—digo y mis ojos se cierran nuevamente.— Resistiré, seré buena, lo suficientemente buena para poder resistir. He pasado 18 años, ¿que son tres meses?—bajo mi cabeza y la pongo en su hombro, la chica acaricia mi pelo consolándome.
Consolándome cuando lo que debería de hacer es agarrarla y llevarla directo al aeropuerto para que se pierda de una vez por todas.
Levanto mi cabeza y asiento aun con los ojos cerrados.
—Tres meses, solo te daré eso, pasé lo que pase, en tres meses tú estarás volando al lugar más lejano que el dinero de tu padre pueda pagar.—digo y la chica asiente, sus ojos se aguadan nuevamente y las lágrimas amenazan con volver a salir.— Vendrás a dormir conmigo hoy y no es pregunta.
Digo y la tomo de la mano para arrastrarla a mi auto.
El camino fue en silencio, mis dedos no se quedaron quietos y se movían por todo el timón.
Mi copiloto lo nota pero no dice nada.
Mi celular no ha dejado de sonar, desde la primera vez que lo vi supe que era mi hermana y sigue siendo ella.
—¿No contestaras?—pregunta Melissa acomodándose en el asiento.
—Ya sé lo que dirá, me lo dirá ahora o más tarde. Prefiero que sea luego.—le respondo cortante y la chica solo asiente antes de poner su mirada nuevamente en la ventana.
Cuando llegamos a mi casa la chica se tensa.
—Pensé que te quedabas en casa de Bau.
—No esta noche, es la graduación de mi hermana. La he hecho enojar demasiado, si no me encuentro aquí cuando vuelva me va a matar más de lo que ya va a hacerlo.
—Alexis...—Melissa aparta la mirada de mi casa y los pone en los míos.—Sabes que no puedo entrar si tus padres...
—Ellos no estarán. Mis padres viajarán a los Estados Unidos. Se van directo de la fiesta. No te preocupes. Créeme que si hubieran venido yo no estaría aquí tampoco.—digo y la chica ríe.
Salgo del auto y Melissa lo hace también.
Entramos a la casa y le digo que suba a mi cuarto. Como ella ya conoce el camino solo asiente y sube las gradas.
La casa está completamente a oscuras, así que casi que me escapo a matar cuando intento llegar a la cocina.
Enciendo la luz y suspiro al ver la exageradamente ordenada y grande cocina.
Me quito el saco y lo tiro al suelo, desabotono mi camisa y deshago mis mangas. Cuando ya estoy más cómodo empiezo a revisar la refrigeradora. Saco los ingredientes para hacer sandwiches y empiezo a preparar algunos. Subo rápidamente a dejárselos a Melissa.
La chica se encuentra tomando una ducha así que pongo el plato encima de la cama y bajo nuevamente al oír el sonido del microondas avisando que el té caliente ya está listo.
Estoy a punto de servirlo cuando escucho la puerta principal abrirse.
Mi cuerpo se queda completamente tenso pero se relaja al escuchar la voz de mi hermana.
La chica se despide de quien sea que la ha venido a dejar y yo miro el reloj de mi celular. 4:30 a. m.
Suspiro tratando de prepararme por lo que se avecina. Que mi hermana viniera a dormir a casa no estaba en mis planes.
Rachel entra a la cocina y me encuentra con dos tazas en la mesa.
Mi hermana levanta una ceja y empieza a reírse descontroladamente.
—¿Qué?—le pregunto empezando a molestarme su risa.
—La verdad cuando dijiste que tenias un asunto pensé que iba a ser más importante que traerte a una zorra a casa.—dice y vuelve a reír.
—Estas ebria y no sabes de lo que hablas.—digo ignorándola y empezando a caminar hacia las escaleras.
Rachel me empuja un poco lo que hace que un poco del caliente líquido caiga al piso.
—No puedes estar enojado conmigo, yo soy la enojada contigo.—mi hermana ríe de nuevo y yo gruño por el desastre que ha hecho en el piso.—¡No me ignores! ¿No ves que lo único que yo quería era poder disfrutar de mi noche como una familia normal?
—¿Una familia normal? ¿Eso crees que somos?— pregunto dejando las tasas en una mesa y tratando de secarlo con un trapo que estaba cerca. Mi hermana se encoge de hombros y empieza a quitarse los tacones. Los tira por la sala y vuelve a reír.
—No...Pero no nos constaba nada fingir que lo somos ¿no?
—Rachel...Ve a dormir. Mañana hablamos, iremos a desayunar y hablaremos sobre esto. Lo prometo.
—No, no digas "lo prometo" porque si lo dice no se cumplirá, nunca se cumple contigo.—mi mandíbula se tensa y trato de acercarme a ella. Pero ella retrocede y se ríe.
—Por favor, hablaremos mañana, pero ve a dormir. Tienes que descansar.
—¡No!—dice y corre un poco y se pone debajo de las escaleras, dejándome solo en medio de la sala.—Primero quiero conocer a la zorra que has traído esta noche, ya sabes para ver si valió la pena haberme dejado tirada.—mi hermana empieza a correr escaleras arriba.
—¡No! ¡Rachel ven aquí!—trato de seguirle el paso pero ella puso sus tacones ingeniosamente para que yo tropezara con ellos al pasar.
Maldigo en voz baja antes de volverme a parar y correr escaleras arriba.
La risa de mi hermana se escucha por los pasillos y yo trato de alcanzarla lo antes posible.
No puede verla, no así.
Llego al pasillo donde se encuentra mi cuarto pero ya es tarde. Mi puerta está abierta y Rachel se ha quedado paralizada al ver la escena.
Cierro los ojos y dejo salir el aire por la nariz ruidosamente. Me acerco y me pongo atrás de mi hermana.
Veo lo que ella ve y no puedo evitar quedarme un poco helado también.
Melissa está dándonos la espalda, tiene un jeans pero nada más la cubre de la cintura para arriba.
Lo único que podemos ver es su muy lastimada espalda. Moretones, rasguños, heridas abiertas y quemaduras.
Cuando Melissa se da cuenta de nuestra presencia se pone la camisa rápidamente y se da la vuelta. La chica abre la boca para decir algo pero no sale nada.
Me mira pidiendo explicación pero yo solo niego con la cabeza.
Volteo a ver a mi hermana, que sigue paralizada. Sus ojos están llorosos y parece que no respira.
—Rachel...—Melissa susurra y trata de acercarse a mi hermana pero esta última retrocede topándose conmigo. Me voltea a ver por las lágrimas ya corriendo por sus mejillas. Se aleja de mí negando con la cabeza.
—¿Qué es esto?—pregunta con la voz entrecortada.
—Rachel...—empieza pero mi hermana levanta la mano callándome.
—¿Quien...? ¿Cómo...? Melissa...—mi hermana voltea a verla y Melissa solo se acerca a ella.
—Es...una larga historia.—dice y luego sella sus labios.
—Ven.—tiendo mi mano para que mi hermana la agarre, ella un poco conmovida la toma, hago lo mismo con Melissa. Las dos toman mis manos y entramos a mi habitación antes de cerrar la puerta.
Mi hermana asiente por enésima vez, Melissa se ha quedado callada luego de terminar con su relato.
Le contó desde la primera vez que su madre la golpeó, de las peleas con su padre, del tribunal donde su padre perdió la custodia, donde su hermana empezó a hacer lo mismo por diversión. Le contó todo. Y mi hermana solo lloraba en silencio escuchándola.
—¿Por qué no me lo dijiste? Yo pude ayudarte.—dice y Melissa empieza a llorar también.
—Yo no quería...Yo no quería preocuparte.—dice y Rachel se acerca a ella para abrazarla. Las dos lloran por un momento mientras yo me quedo aún parado con la espalda pegada a la pared y mi vista en la oscura calle.
—No seas tonta, yo tuve que haberme dado cuenta. Sabía que algo pasaba, tu actitud era rara, no eras la misma. Me alejaste Melissa, te alejaste de mí y yo no luché lo suficiente por mantenerme junto a ti.—se lamenta Rachel.
—No te lo hice muy fácil. No quería que pasaras por esto.
—Tuve que haberlo hecho, para eso está la familia ¿no? Para apoyarse en estas situaciones. Eres mi prima Melissa, no debí dejarte.—las dos lloran nuevamente, se tranquilizan con palabras de aliento y finalmente se separan ya más tranquilas.—No puedes volver.
—Rachel...—intervengo y mi hermano me mira con furia.
—No podemos dejarla, no ahora.
—A penas hace dos segundos conoces todo, no puedes decidirlo cuando ella ya tomó su decisión.
—No me hubiera enterado hace dos segundos si hubieras tenido la decencia de contármelo.—me recrimina mi hermana.
—¿Acaso me diste la oportunidad? ¡Jamás me la has dado! Intuyes lo peor de mí siempre y no me dejas explicarme.
—¡No es así yo...!
—¡Basta!—nos grita Melissa y los dos la volteamos a ver.— No pueden pelearse por esto. Nuestra familia ya está lo suficientemente arruinada como para que los hermanos estrellas se pelen. Basta por favor. Necesitamos descansar, lo tres. Podemos hacer una pijamada ¿como los viejos tiempos?—nos sonríe y los dos rodamos los ojos al mismo tiempo. Melissa se ríe y agarra nuestras manos para obligarnos a sentarnos en la cama.— Todo estará bien, lo sé porque los hermanos Cross están junto a mí.— dice y sonríe.
Mi hermana me mira unos segundos, toma mi mano y besa mi palma. Sonrío inmediatamente y me tiro encima de ella para besar sus mejillas, mi hermana se queja pero luego comienzo a hacerle cosquillas.
Melissa se une a la guerra y así termina esa agitada noche.
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