https://youtu.be/D2x3acsGSIM
Si tú me dice' ahorita que me quieres a tu la'o
Qué lindo sería
Si tú con esa boquita ya me tienes emboba'o
Yo te besaría
Emma
Nunca
Nunca había recibido una foto de un chico.
Me refiero a una foto comprometedora de un chico sin ropa.
¿Saben cuánto tiempo me quedé con el celular en la mano, gritando en silencio, antes de hacer click en el maldito chat?
Quizás solo un minuto... pero se me hizo eterno. No sabía qué esperar.
¿Y si no me gustaba? ¿Y si lo encontraba feo? ¿Poco sexy? ¿Y si me mataba las pasiones?
¿Acaso me creo ahora la mismísima virgen?
Rodé los ojos e hice click. La foto apareció en toda la pantalla.
Lo confieso: hice zoom.
¿Acaso tú no lo harías?
Sucedieron varias cosas en ese instante: el rojo se apoderó de mi cara, las manos me transpiraban, el corazón se me aceleró y se me fue el aire. Apreté los labios entre sí como si estuviese aguantando un grito, y luego... un suspiro.
Era él, desnudo frente al espejo... pero una de sus manos tapaba su miembro y con la otra sostenía el celular. Los músculos de su cuerpo se marcaban a la perfección y sus ojos los tenía abiertos mirando inocentemente hacia arriba. Bueno... como si quisiera dar ese aire inocente.
Y mientras veía esa foto, llegó la siguiente, que la abrí sin pensar. Su mano ya no tapaba nada y esta vez sonreía para la cámara... o para mí.
De Kai:
Para que sueñes con los angelitos... o conmigo
Era hermoso.
¡Dios, qué hombre más sexy!
Me derretí en el lugar y a la vez me dio una especie de pánico escénico. ¿Realmente iba a hacer lo que tenía en mente? Me miré al espejo y me veía... guapísima. El conjunto blanco me daba un aire bastante inocente... pero a la vez era revelador. Si hubiese tenido más opciones... me habría ido por uno con un color más atrevido, sin embargo, era eso o nada.
Y pensar en estar sin nada... no, no, no... calmémonos, Emma.
Sí, eso se podía describir perfectamente como pánico escénico... fotográfico.
Tú puedes. Quiero hacerlo.
La emoción recorrió mi cuerpo.
Alcé el teléfono y tapé mi cara. Mi cuerpo se veía hasta un poco más abajo de los muslos, gracias al enorme espejo del baño. Y Click.
No les voy a mentir diciendo que envié la primera foto que saqué. Fueron unas cuantas, pero en una encontré que salía bastante sexy y sin mostrar demasiado.
De: Emma
Uffff. Guardaré estas fotos. Yo preferiría que soñaras conmigo en vez de los angelitos. Buenas noches!!!
Envié la foto y me quedé aguantando la respiración. Esto era demasiada emoción para mi ser. Estaba 100% segura de que Kai nunca se hubiese imaginado que le iba a enviar de vuelta una foto mía. Era demasiado audaz para lo que yo era. Me dio frío y fui a vestirme con las piernas temblorosas, procurando dejar el celular en silencio en el baño para poder calmarme.
Cuando volví por él, había una nueva notificación.
De: Kai.
Eres una diosa. Esta será mi foto favorita (por el momento)
Suspiré profundamente, ya totalmente envuelta por el enamoramiento hacia Kai. Recordé la segunda pregunta. Era momento de contestarla.
Pregunta número 2: ¿Qué fue lo primero que pensaste del otro al conocerlo?
Que iba a ser difícil vivir con alguien tan guapo.
No, no Emma. Demasiados halagos.
Necesitaba algo menos empalagoso.
Fui a la habitación de Laura y la encontré viendo un documental de un asesino en serie con la manta hasta la nariz. Zanahoria estaba al lado igual de tapada. Parece que era verdad eso de que los animales se parecían a sus dueños. Laura y Zanahoria eran igual de mimadas Cuando abrí la puerta, el control remoto voló por los aires y la perrita salió volando.
—¡Emma te voy a matar! Este documental me tiene nerviosa. —Laura se destapó la cara.
—¿Por qué sigues viendo cosas que te dan miedo?
—Porque soy masoquista, eso ya lo sabemos. ¿Necesitas algo, bebé?
—Sí, ¿qué fue lo primero que pensé de Kai? —Abrió la boca y la detuve con un gesto de mi mano—. Fuera de que me parecía un dios precioso caído del cielo. —Cerro la boca y entrecerró los ojos, pensando.
—Mmm... ¿Que tenía pinta de que haría muchas fiestas?
Resoplé.
—Otra cosa.
—¿Que era muy egocentrico?
Arrugué el entrecejo.
—Yo no pensé eso.
—Ups, creo que esa fui yo. Entonces...mmm... pensaste que no era el tipo de chico que viviría con nosotros.
—Pensé que se aburriría.
Laura me quedó mirando de forma sospechosa y me di cuenta de algo muy importante: no le había dicho del proyecto con Michel. ¿Me iba a matar cuando se enterara? Probablemente. La primera partidaria de que no estuviese con Kai, era Laura... así que mejor decidí guardar el secreto. Después se lo contaría todo, todo, pero si lo hacía en ese momento, iba a estallar. No porque me gustara Kai, eso ella ya lo sabía, sino porque iba a gastar tiempo en él. Laura no quería a Kai para mí, Diego siempre se abstenía de opiniones, sin embargo, sospechaba que tampoco.
Los entendía en parte, pero era principalmente porque ellos no conocían el lado que yo sí conocía de él. Diego llevaba algunos años sin vivir con él, y además... antes de vivir juntos en Nueva York con nosotras, no eran muy cercanos.
Así que decidí en ese mismo momento, que me iba a guardar ese pequeño secreto y no le iba a decir a mi mejor amiga lo que estaba tramando. No era un secreto para siempre... solo quería dejar esto para mí, y Kai... y Michell.
Y... rayos, Luca.
Le conté a Luca y no a Laura. La virgencita de la amistad me expulsará del reino.
Ok, solo hasta algunas preguntas... que ya esté más avanzada la cosa.
—¿Por qué me haces esta pregunta tan rara? ¿Le estás escribiendo una carta de amor a Kai? —preguntó, arrugando la nariz—. Por favor, no. Con eso lo espantarás, Emma... no...
—No le voy a escribir una carta de amor —gruñí, y me senté en la cama. Estiré la mano para hacerle cariño a Zanahoria que había vuelto, pero me miró con desdén y se giró. Indignada igual que su madre—. La última carta de amor que escribí fue a los 10 años y eso tú lo sabes.
Serio.
—Es que no sé hasta dónde estás dispuesta ahora por amor. Nunca te había visto tan loca por alguien.
—Sí, sí... y ya sé que no te gusta Kai, pero no puedo decirme a mi corazón: Oye, olvídate de Kai. —Me toqué el pecho y me di unos golpecitos—, ¿aló? ¿aló?
—Yo creo que no es tu corazón, es tu vag...
Le di con la almohada en la cara y nos largamos a reír. Luego de un rato, Laura gruñó:
—Lo sé, no te diré nada más de Kai. Es solo que me gustaría que expandieras un poco tus horizontes. Hacia... por ejemplo, el departamento de al frente.
—No conoces a Luca, Laura. Podría ser un asesino en serie. Y entre uno de esos y Kai, creo que las dos preferiríamos a Kai —dije seriamente. Laura alzó una ceja—, ¿quieres ver el documental del asesino conmigo? Acaban de mostrar una cabeza en un refrigerador.
—Ehhh, no gracias. Iré a ver algo más feliz.
—Tú te lo pierdes. Buenas noches.
—Buenas noches.
Corrí a mi habitación para responder la segunda pregunta.
Respuesta Emma pregunta nº 2:
Pensé que eras muy alto y si me paraba al lado tuyo, sería como tu llavero. Y también creí que no eras para vivir con más gente (es que te veías muy serio)
Me fui a dormir, y tengo que admitir, que miré sus fotos una última vez antes de cerrar los ojos. No sé si fue tan buena idea porque terminé soñando con Kai, bailando sin ropa frente a mí. Y eso era demasiado, incluso si era en mis sueños, porque desperté con ganas de estar con él, y ,en cambio, tenía que ir a la universidad.
—Maldita sea —refunfuñé, poniéndome de pie. Otro día de la carrera que tanto quería, y otro día de las malditas arpías que me miraban como si yo fuese algo espantoso. No vi a Laura por la mañana y revisé su horario por si tenía que levantarla, pero no tenía clases hasta las 12, así que me tocaba solo a mí madrugar.
Llegué a la primera clase y procuré sentarme lo más atrás posible, para que nadie me viese, ni tampoco para que hablasen a mis espaldas. Me resultó hasta que llegó Leia y al notar que yo estaba arriba, subió las escaleras y se sentó a mi lado.
—¿Por qué tan lejos, Ross? —Inquirió, fingiendo curiosidad.
—Por si me quedo dormida, la profesora de matemáticas es un poco ciega.
—¿Estás muy cansada? ¿Será por eso tus enormes ojeras?
Maldita idiota.
Giré la cabeza y le sonreí.
—¿Estas? —Señalé bajo mis ojos. Asintió apenada.
—Te ves muy demacrada, quizás con un poco de maqui...
—Son de tanto tirar —repliqué sin pensar, abrí los ojos para enfatizar mis palabras—. Horas y horas... toda la noche prácticamente.
Bufó.
—Supe que Kai se fue.
¿Cómo sabe algo así?
—Y tengo nuevo vecino —respondí, buscando mi celular en la mochila, para fingir alguna llamada. Sentía tanta rabia que prácticamente no tenía control sobre lo que decía—. A ti te faltan este tipo de ojeras.
—¿Por qué?
—Porque en vez de cansada, te ves un poco amargada. Como si no estuvieses feliz, ¿pasa algo? ¿Todo bien en casa? —pregunté con fingiendo la misma expresión de preocupación que ella. Me imaginé a Abril aplaudiéndome y me sentí un poco orgullosa. Yo no era de pelear ni de reaccionar así, pero esa chica ya se estaba sobrepasando. ¿Acaso pensaba que me podía decir cualquier cosa y salirse con la suya? No, no... faltas de respeto, no iba a aceptar.
Leia bajó la cabeza y tragó saliva.
—Sí, todo bien. —En ese instante, apareció su mejor amiga, Grace. Grace era peor que Leia, mucho peor. Iba a ponerme de pie para cambiarme a otro lugar, pero Grace subió los escalones como si echara una maratón.
—¿Vas a alguna parte? —me preguntó.
¿Qué te importa?
—Sí, me sentaré de las primeras. No quiero quedarme dormida.
—Parece como si me tuvieses miedo.
Arrugué la frente.
—¿A qué te refieres?
Grace se encogió de hombros.
—A que aparezco y arrancas. ¿Crees que te haré algo?
No pude evitar lanzarle una mirada a Leia, solo para saber si estaba de acuerdo con las palabras de su amiga.
Exhalé profundamente.
—¿Tienen algún problema conmigo? —Volví a sentarme, y las quedé mirando con la expresión más adorablemente fingida que logré. Incluso hice unas respiraciones lentas para poder calmar mi estrés del momento. Claramente, esto me iba a dar dolor de estómago más tarde.
Gracias colon.
Se llevó la mano al pecho.
—¿Nosotras?
—¿A ti?
Otra respiración profunda.
—Sí, a mí.
—No, claro que no. Además, como enfermeras, tenemos que proteger a los menos... favorecidos.
En mi mente, las tiré escalones abajo.
—¿Y esa se supone que soy yo? ¿Menos favorecida? —pregunté como si me estuviesen gastando una pésima broma—, ¿por qué dirían algo así? —resoplé—. No me interesa, la verdad. —Tú no eres de una familia de médicos y enfermeros —contestó Leia—. No lo llevas en tu sangre. ¿Sabes que la mayoría de los que estamos aquí, venimos de familias ligadas a la salud? ¿Y tú... no tienes a nadie?
Me quedé unos segundos analizando las palabras, y por cada segundo que pasaba, más impactada estaba.
—¿Me están diciendo que porque no tengo familia en el área de la salud, merezco estar aquí menos que ustedes?
—Por supuesto —replicó, Leia—. No lo llevas en la sangre. No te culpamos —añadió, estirando el brazo para tocarme el hombro. Me alejé unos centímetros impidiéndoselo—. No eres igual a nosotras.
Volví a ponerme de pie.
—Seré una excelente enfermera. —Me acerqué más a ellas y les susurré cerca—. Mucho mejor que ustedes, malditas estúpidas. Mis calificaciones son mejores, y mi calidad de persona también. No se acerquen a mí. Si quieren, nos podemos llevar de maravilla, no tengo ningún puto problema con eso, pero no con ustedes siendo unas idiotas sobre esto de la familia o sangre de salud... o lo que quieran. No me molesten más. Hagan como que no existo.
—El problema con eso, Emma... es que sí existes. Y te crees mejor que nosotras, cuando no es así. Sería mucho mejor para todos si dejaras de venir. —Grace alzó la mano para saludar a Fabiana. No iba a esperar a que llegara la otra arpía a intentar arruinar mi día. Cada una que llegaba, era más terrible que la anterior.
—Preocúpense de sus vidas. Suficiente tengo con la mía para siquiera pensar en la existencia de ustedes. —Comencé a bajar las escaleras y noté, a mi pesar, las piernas temblando. Traté de ser fuerte y responder de forma que no me hablaran nada otra vez, sin embargo, me afectó más de lo que hubiese esperado. No el hecho de que me dijeran esas cosas tan absurdas, sino que yo no les había hecho nada, y todas las ganas y emoción de estudiar lo que tanto había soñado, se estaba viendo empañado por ellas, que me las encontraba en cada clase, y en cada una de ellas, me miraban como si fuese algo raro.
—¡Emma! —Me saludó la profesora Martin, justo cuando estaba llegando a sentarme a primera fila. Entró al salón atareada de cosas—, ¿me recuerdas al final de la clase que quiero hablar contigo?
Las risas no se intentaron ocultar.
—Sí, claro —respondí. Los primeros 20 minutos de la clase, me la pasé pensando en qué acciones podía tomar para que no me molestaran más. Hasta qué llegó la notificación de la respuesta de Kai.
Eso me aisló por completo de lo que sucedía a mí al rededor. La voz de la profesora enseñando cálculo básico se alejó hasta que quedó inaudible, porque solo estaba yo y el celular en mi mano.
Respuesta número 2 de Kai:
Ok, que Diego me debería haber avisado que la amiga que iba a vivir con nosotros estaba tan buena.
Solté una carcajada que me atrajo de inmediato a la clase.
—¿Sucede algo que quieras compartir con el resto de tus compañeros? —La profesora aún señalaba una formula escrita en la pizarra—. Te agradecería que guardes tu teléfono.
Risas.
—Una falta de respeto —comentó Grace en voz alta, lo suficiente para que llegara hasta mi oído, varios escalones más abajo.
—Lo siento profesora, tengo una emergencia. —Me puse de pie y le sonreí como si nada hubiese pasado.
—Está bien, ¿pasas por mi oficina cuando puedas?
—Sí, hoy mismo o máximo mañana.
—Bien.
Salí del salón con una sensación extraña, nerviosa y agitada. Mi respiración acelerada me hizo sentir más confundida, y con una mano en el pecho, caminé a paso rápido al baño. Me metí en el primer cubículo vacío.
Tomé aire lentamente, tratando de calmar mi ritmo cardiaco. Sentí las manos y la espalda perlada por el sudor. Me senté sobre la tapa del inodoro.
Respira, Emma.
Inhala.
Exhala.
Inhala.
Exhala.
Puta madre, siento que no puedo respirar.
Tomé una bocanada grande de aire y fui por agua. Una chica entró en el baño con una botella de agua en la mano.
—Perdona, ¿me das? Me siento...me siento...un poco mareada.
Se acercó, destapó la botella y me cogió del brazo.
—Chica, estás agitada. Necesitas respirar más lento o te dará algo.
—Es que... es que no puedo. —La voz me salió apenas. La chica abrió su mochila y sacó una botellita pequeña color violeta. La destapó y la acercó a mi nariz—. Inhala profundamente. Tres veces. Esto te calmará.
Lo hice, sin pensar en qué era. Lo bueno es que funcionó, el olor fuerte de la lavanda, calmó la desesperación que estaba sufriendo. Me mojé la cara.
—Gracias —murmuré. Cerré los ojos un momento, y cuando los volví a abrir, ella me miraba fijamente.
—¿Tienes a alguien que te acompañe a casa?
Meneé la cabeza. Laura estaba en pleno examen.
—No, iré caminando.
—¿Podrías pedirle a alguna amiga o amigo que te acompañe? Parece que acabas de tener un ataque de ansiedad, deberías... ir a descansar. Yo te acompañaría, pero tengo...
—Oh, no... no. Ya has hecho suficiente. Muchas gracias. —La abracé y salí rápido del baño. Me seguía sintiendo extraña y no quería que nadie más me viera así. Cuando alcancé la entrada de la universidad, el camino se me hizo muy largo a la casa y tenía ganas de hacerme bolita en alguno de los sofás de la entrada.
Hasta que se me ocurrió que quizás Luca podía ayudarme. No perdía nada con intentar. Cogió el teléfono al segundo tono.
—Hola ladrona, ¿todo bien?
—Hola. Sí... o sea... un poco...
—¿Qué sucedió? —preguntó, serio— ¿Dónde estás?
—En la universidad. —La voz me salió casi normal, pero lo dije con un puchero marcado en la cara—, ¿estás muy ocupado? No quiero molestarte... ¿podrías venir por mí?
—Ya voy saliendo, llego en 5 min.
—Pero, ¿estás seguro de que no te interrumpo?
Bufó.
—Somos cómplices de un delito. Ya no me puedo deshacer de ti tan fácil.
—No digas eso por teléfono que lo podrían tener intervenido —murmuré, aún con la voz temblando. ¿Qué me pasaba?
Cinco minutos después, llegó Luca manejando un Jeep. ¿De dónde lo habrá sacado? Ni idea.
Me subí rápido y le extendí una sonrisa enorme, o al menos lo intenté.
—¿Hay que golpear a alguien? —Fue lo primero que dijo.
—No, solo... me sentí un poco mal.
—¿Te duele algo? —Se giró asustado—, ¿te tengo que llevar a urgencias?
Solté una carcajada.
—Oh, no. Solo necesito ir a descansar. Me sentía un poco mareada y dol...
—¿Estás embarazada?
Le di un golpecito en el hombro.
—¿Puedes calmarte? —Me reí y él rodó los ojos—. Gracias, creo que me salvaste un poquito.
—¿Ya te llegó otra pregunta? —Serio solo, mientras manejaba—. Lo siento, ya me metiste en esto y soy demasiado curioso.
Cogí mi celular y volví a leer la respuesta de Kai. Corazones aparecieron al rededor del teléfono. Suspiré.
La tercera pregunta ya estaba allí y comencé a leerla en voz alta:
—Pregunta número 3: ver una película, durante muchos muchos años, se ha considerado como una actividad fundamental para realizar con alguien que estás conociendo, sino... ¿cómo sabrás si se tapa los ojos en las películas de terror, tiene corazón y llora en las tristes... o que no acepta las infantiles? Si tuvieras que invitar al otro a ver una de tus películas favoritas, ¿cuál sería?
—Uhhhh... esa... esa de 365 días —replicó Luca, más emocionado de lo normal.
—¿Cuál es esa?
—Una que me obligó a ver mi novia. Respóndele esa.
Por la forma en que se reía mientras me lo decía, supe que estaba bromeando.
—No gracias. Está difícil porque tengo muchas películas favoritas.
—¿Cómo cuáles?
—Mmm... Orgullo y prejuicio, El viaje de Chihiro, Coco, La llegada... esa podría decirle, es como más madura, ¿o no?
—¿Pero hay alguna que te guste más que el resto?
—Mmmm... es que me faltan muchas más.
—Por ejemplo, para mí es Interestelar o las de Batman. Lo sé... porque las he visto muchas veces.
Abrí los ojos.
—¡Son muuuuy buenas!
—¿Cierto? Me encantan... generalmente todas las de Nolan son mis favoritas.
—¡Me encantan!La que he visto más veces es... El viaje de Chihiro, pero me da vergüenza decirle eso.
—¿Por qué?
—Porque es un poco infantil.
—Pero es lo que te gusta —respondió, confundido.
—Mmm... La llegada también es mi favorita. Le responderé esa.
Respuesta pregunta nº 3 - Emma: La llegada me tuvo en el borde del asiento hasta el final... confieso que El viaje de Chihiro también es mi favorita.
Agregué lo último porque Luca tenía razón, ¿acaso pretendía ocultarle por siempre que me encantaba ver películas animadas?
—Si quieres cambias la música. Puedes poner música infantil...—Le di otro golpecito en el hombro.
—Qué pesado, buscaré de tus listas del celular —murmuré, cogiendo su celular del soporte del coche—. ¿puedo?
—Sí, la clave es 1234.
—Un ladrón nunca la adivinaría.
—Métodos de seguridad infalibles.
—A ver... ¿Tienes Taylor Swift? ¿te gusta Taylor?
—Esa lista no es mía, pero de todas formas ya me las sé casi todas.
Apreté play a la primera canción y justo... justo en ese mismo instante llegó una notificación de wattpad.
Parravaleria comentó en capítulo 17. Adicto: "Necesito otro capítulo. Ayuda"
Junto al comentario aparecía la portada del libro y ,por lo tanto, el nombre: Samuel.
Me puse tan nerviosa que el celular se me resbaló de las manos, había descubierto el secreto de Luca, más... pronto de lo que pensé.
Me sentí algo culpable, aunque no fue mi intención. Volví a dejar el celular en el soporte y el resto del camino me picaron los dedos por meterme a wattpad y buscar el libro de mi nuevo vecino.
¿Qué escribes, Luca?
____
Ayyyyy que me entretuve escribiendo este capítulo. Y va especialmente dedicado a dos lectoras increíbles <3 sepulvedacelpa y GabyDonp964. Gracias por leerme bbys <3
¿Les gustó?
¡Cuéntenme qué les pareció! Yo leo todos todos los comentarios jijiji
Ahora me retiro lentamente ijijiij
a ver a ver... pero antes.
¿Team Kai?
¿Team Luca?
sígueme en mi ig!! y si quieres que te dedique el próximo capítulo, solo debes comentar jijiji
Besoooos!!!!
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