Capítulo 6. / Tell me: One last chance?
Tell me — One last chance?
Noemí Higgins
Abrí su velador y antes de poder sacar su cargador mi vista fue a un arrugado folleto, en cuanto leí el nombre o mejor dicho las siglas, un nudo se formó en mi estómago.
Adaner Madrid
Sabía perfectamente lo que significaba y cuando observé que debajo de este había una ficha de inscripción con mi nombre encima supe que estaba completamente jodida.
Aun con el papel entre mis manos, envolví mi cuerpo en las sábanas y me puse de pie.
—Noemí, yo...
—Eres un idiota — arrugué el folleto y se lo arrojé con rabia. Aunque obviamente esto no lo lastimó.
Tomé mis bragas y me las puse con rapidez, al igual que mi vestido. Blake no reaccionó. Aún parecía en shock, pensando en que decir o en cómo actuar.
Pero cuando avance hasta la puerta de su habitación, sus actos me lograron sorprender.
Yo abrí la puerta, pero él la cerró de un manotazo.
—Noemí...
—Si no me dejas ir, voy a golpearte— amenacé.
—No irás a ningún lado mientras no aclaremos esto. Jamás dejaría que te vayas molesta conmigo.
Le di una fuerte bofetada en el pecho y de inmediato me arrepentí de mi actuar.
—No puedes juzgarme, yo soy quien te ve hacerte daño. — trató de acariciar mi rostro, pero yo me aparté.
—¡Y yo soy quien se lo hace!— grité. —Es mi vida, yo sé lo que hago con ella y como la arruino.
—No es verdad, no tienes puta idea de lo que haces. No sabes cómo lastimas a todos ignorando la ayuda que te damos. No piensas en Marcus, en Nate, mucho menos piensas en mí.
—¿Pensar en ti? ¿Por qué debería pensar en ti?
—¡Porque estoy enamorado de ti!
—¡Y yo de ti, pero ya no sé cómo enfrentar esto!— solté —No sé cómo. Solo sé que quiero a Nahim aquí, quiero a Scarlett aquí, quiero que todo vuelva a ser como antes. Y por supuesto que no quiero entrar en un hospital donde me tratarán como una enferma.
—No es solo mi decisión, Marcus fue el de la última palabra en todo esto.
—¿Y no planeaban decírmelo? ¿O esperaría hasta que los médicos fueran a por mí y me llevarán a la fuerza?
Cuando creo que me dirá algo y espero su respuesta, esta jamás llega y el incómodo silencio responde por él.
En cuanto no pronunció la excusa que yo deseaba, la zona de mi pecho se llenó de rabia, en especial con Marcus. Le dije mi miedo con ir a ese lugar, me comprometí con asistir a mis terapias y trabajar mi relación con la comida, pero supuse que él ya no confiaba en mí.
Y por más que me frustre aceptarlo, hace bien en no confiar, porque ya ni yo confío en mí misma.
—Solo apártate —Le pedí al borde de las lágrimas.
Él se niega. Yo solo lo muevo con fuerza y abro la puerta logrando salir. Avancé con rapidez tratando de que Blake no me alcanzara, porque sabía que me detendría y me obligaría a escuchar su explicación y subir a su auto. No quería eso. No quería explicaciones ni malos discursos llenos de reproches, solo quería marcharme a la mansión para encerrarme en mi cuarto y llorar. Pero en medio del pasillo, la aparición de Ayami logró asustarme y detener mi huida.
La veo de arriba a abajo y alzo mis cejas cuando noto que no lleva más que un short deportivo y un brasier.
—Buenos días, tórtolos— nos saluda aún algo somnolienta.
—H-hola —digo confundida. —¿Tú... Que haces aquí?
Me muerdo el labio cuando noto lo celosa que soné.
—Oh, me he estado quedando aquí desde que llegué... en el cuarto de visitas, obviamente.
Aquí no hay cuarto de visitas, solo está la habitación de Blake y la de su padre.
—Ya veo.
—Iré a la tienda. ¿Les traigo algo para desayunar? Digo; se ve que están cansados... de seguro la pasaron mejor hoy por la mañana que en la fiesta de anoche —Trata de bromear, pero yo solo me tenso.
—Lamentó que tuvieras que escuchar... todo eso. No sabía que había alguien más que nosotros aquí.
—Oh, no te disculpes, yo...
—Ayami, ¿puedes dejarnos a solas unos minutos?— Blake por fin se resigna a hablar.
—En realidad yo ya me iba— evito que ella haga lo que Blake le pidió.
—No. —Ordena.
—Si—bufó.
Ayami nos observaba con confusión y su rostro demostraba su incomodidad.
—Creo que sí debería dejarlos solos...
—No. —Insisto mientras avanzo con rapidez a la puerta. —Yo soy quien los dejara solos. Adiós Ayami. —Abrí está y Blake sujetó mi mano.
—Mocosa, por favor déjame explicarte...
El sonido del teléfono de Ayami nos interrumpe otra vez.
—Blake, es para ti— anuncia ella.
Benyamin me observa con culpa, y yo comprendo perfectamente que no seguirá insistiendo.
—Adiós, Blake.
—Nos vemos más tarde y te aclararé esto. —me dice por lo bajo.
Yo asiento con lentitud antes de cerrar la puerta del departamento y emprender camino a la mansión.
—¿Qué color te gusta?
—El rosa. —Me dice señalando la caja de colorantes.
—Bien, rosa será. —Le doy en el gusto mientras agrego gotas de color sobre la crema batida que utilizaremos para decorar el pastel que hornee para Blake.
Miro el reloj antes de comenzar a decorar con cierta preocupación en mi cuerpo. Ya eran las ocho y Blake aún no llegaba. Distraje a Nate y a mí misma cortando los bizcochos en forma de un corazón, agregando capas de crema y mermelada de fresa, decorándola con mostacillas y trozos de fruta, además de tomado la manga pastelera y dejando que Nate le agregara diseños por las orillas. Cuando el pastel ya estaba terminado y solo faltaba poner las velas, Nate comenzó a quejarse de la ausencia del cumpleañero.
—De seguro se retrasó en el tráfico. —le responde Marcus mientras yo vuelvo a marcarle por celular sin éxito, pues nuevamente me lanza al buzón.
—Bien, iré a la entrada a esperarlo. —dice Nate sin perder la esperanza corriendo fuera de la cocina.
Marcus me mira con preocupación y yo niego con la cabeza dándole a entender que Blake no ha tomado mi llamada.
Pero pese a la frágil situación en la que estábamos, Marcus aprovechó que nos quedamos solos para comenzar a hacer preguntas difíciles de responder.
—¿Puedo saber la razón de tu mal humor?. —Trató de ser delicado.
—No estoy de mal humor, es solo que... Blake lleva horas de retraso.
—Estás enfadada desde que llegaste por la mañana. —Me observa. —¿Pasó algo con Benyamin?.
Permanecí en silencio titubeando en sí debía abordar el tema de la inscripción a la clinica ahora.
—Sé que tú y Blake tenían planeado internarme en una clínica.
Marcus soltó un suspiro repleto de frustración.
—¿Él te dijo?
—Ojalá alguno de ustedes lo hubiera hecho. Encontré los papeles en el departamento de Blake.
—Escucha Emi, sé que piensas que soy desleal y un traidor, pero...
—Sí, eso pienso. Me siento traicionada por ti, te dije que no quería ir a ese lugar, no quiero estar lejos de ti, de Nate, de Blake, no quiero estar lejos de mi vida.
—Y yo no puedo perder a nadie más, mucho menos a ti. Ya perdí a mi esposa, no puedo perder a mi hija.
Sus palabras tocan mi corazón y mis ojos se llenan de lágrimas.
—No me perderás, lo prometo Marcus. Solo déjame intentarlo. Una última oportunidad.
—No sé si sea una buena.
—-Por favor... Haré todo lo que me pidas y si ves algún comportamiento que no te guste yo misma me internaré en esa clínica. —-Le insistí.
—Necesito reflexionarlo.
Yo asentí resignada a que él tendría la última palabra. Y por más que no me gustase seguir órdenes de nadie, siempre seguiría las de Marcus, después de todo es quien me puso límites y me ayudo a convertirme en la mujer que hoy soy.
Las horas comenzaron a pasar más rápido y yo solo observaba a Nate quien está sentado frente a la puerta esperando que el chico tatuado que se hizo su amigo apareciera por ella. Cuando faltan veinte minutos para medianoche, yo y Marcus tratamos de ser delicados con Nate, quien estaba algo berrinchudo por el sueño que tenía.
—Nate, mañana estarás cansado para ir a la escuela. Debemos dormir. Mañana podemos ver a Benyamin— le trata de sugerir Marcus.
—Pero debemos esperar a Ben— se quejó. —Tenemos que dejar que sople las velas del pastel.
—Nate, yo no sé si él...
Detenemos la conversación cuando escuchamos un auto estacionarse y de inmediato Nate abrió la puerta para salir al jardín. Yo seguí sus pasos para apoyarme en el marco de la puerta y observé cómo el pequeño se lanzaba a los brazos de Blake, este lo alza y le dice frases que por la distancia no logré escuchar, pero por la forma en que Nate sonríe, me hago una idea.
Cuando ambos entran a la casa, Benyamin deja a Nate en el suelo y se acerca a mí.
—Hola. —Murmura aproximándose a mis labios. Yo ignoro su saludo y giro mi rostro, dejando que bese mi mejilla en lugar de mi boca.
—¿Dónde estabas? —lo interrogué por lo bajo.
—Yo...
—Vamos Ben —Nate lo jala de su camiseta interrumpiendo nuestra conversación y yo debido a la hora decido no volver a interferir.
Marcus acomoda las velas en el pastel después de saludar a Blake. Ponemos el pastel sobre el comedor y Benyamin se sienta en la cabecera de la mesa, con Nate en sus piernas y conmigo en el asiento junto a ellos. Tomé el encendedor y me dispuse a encender las velas, pero Marcus me detuvo.
—Antes de que cantemos el cumpleaños, quería entregarte esto. —Le dice a Blake mientras le extiende una bolsa de regalo.
—No tenían que molestarse en comprarme nada. Yo no...
—Ábrelo. —Le pide Nate.
Se resigna a recibir la bolsa y ante la mirada de todos comienza a sacar los objetos de su interior.
Lo primero es lo que más le hace sonreír. Es una hoja con un dibujo en ella.
—Oh wow, ¿Quién hizo esta obra de arte? —preguntó Blake fingiendo estar maravillado, lo que me hizo reír.
—Yo lo hice. —Anuncia Nate con una sonrisa de satisfacción ante la sonrisa del cumpleañero. —Somos tú, yo, Nahim, Noemí y papá. —Le apuntaba cada silueta y nos nombraba.
—Me encanta, lo pondré en mi habitación para que sea lo primero que vea cuando despierte. Muchas gracias, amigo— Blake lo abraza y Nate le devuelve el abrazo.
Lo segundo y último que había en la bolsa era un estuche negro, que cuando Blake lo abre deja ver unas gafas de sol negras, en ellas resaltaba el diseño de los bordes con la marca.
—No es mucho, pero quería asegurarme que fuera algo que usaras.
—Me gustan mucho, gracias Marcus.
Él asintió para luego levantar su celular y pedirnos que posáramos para la foto. Blake con una mano sujetó mi pierna y con la otra sostenía a Nate. Marcus tomó muchas fotos y algunas selfies luego de que le pidiéramos que se uniera a nosotros.
Cuando la sesión de foto acabó, yo encendí las velas en el pastel.
—Ahora tienes que pedir un deseo. —Le explicó Nate.
—¿Solo uno?
—Solo uno, hasta el próximo año. —Nate levanta un dedo.
—Bien —Fingió pensar unos segundos antes de soplar las velas.
Marcus grababa y yo y Nate aplaudimos celebrando a Blake. Le quitamos las velas al pastel y yo saqué platos y cubiertos limpios para partirlo, pero un bostezo nos interrumpió.
—Esa es señal de que debes irte a la cama. —dijo Marcus.
—Pero yo quiero comer pastel. —Se cruzó de brazos el pequeño.
—Te guardaré tu parte para mañana. Incluso te pondré una porción en tu lonchera para que les compartas a tus compañeros.
Nate se vio un poco más animado ante mis palabras, por lo que beso mi mejilla y le dio un abrazo a Benyamin antes de que Marcus lo cargara en brazos y se lo llevara para acostarlo.
—¿Quieres pastel? —Cuestione llenando el silencio que se había formado en la habitación.
—Sí, por favor.
Corte el trozo de pastel y lo serví en un plato limpio para luego colocarle un tenedor y entregárselo.
—¿Lo hiciste tú? —Parecía intrigado.
—Sí, con ayuda de Nate.
Tomó el tenedor y se llevó un trozo de bizcocho a la boca.
—Está delicioso.
—Ajá —alcé las cejas fingiendo desinterés mientras dejaba algunos vasos en el fregadero.
—¿Estarás cortante toda la noche?
—Quizás.
—Es mi cumpleaños.
—En realidad— miré el reloj que cortaba de la cocina —Tu cumpleaños se terminó hace tres minutos.
12:03
—Muy bien chica lista ¿Podemos hablar de lo que pasó antes de que te marcharas de mi casa?
—¿Te refieres a lo de que tienes a tu ex viviendo en tu departamento?
—No me refería a eso, pero ahora entiendo por qué estás enfadada; Ami te molesta.
—No me molesta ella, me molesta que no me dijeras. Y antes de que digas algo, pudiste decirme que ella estaba allí antes de haber tenido sexo conmigo y que ella claramente nos escuchara.
—No sabía que estaba en la casa.
—Le diste las llaves de tu departamento, ella puede estar allí cuando quiera y tú no darte cuenta.
—Si quieres puedo sacar una copia de mis llaves para ti —se burló.
—Ja, ja. Me encantaría verte a ti soportando que yo viva con mi ex... Tan solo imagínatelo; me vería al despertar, antes de dormir, en pijama, luego de salir de la ducha...
Apretó su mandíbula con fuerza y su sonrisa se borró completamente. Ahora él estaba molesto por lo que su imaginación lo hizo ver.
Lo observé levantarse de su asiento con rapidez y aproximarse a mí con enfado, pero yo no me dejé intimidar, a pesar de que me tenía acorralada contra la encimera.
—¿Qué? ¿Eso no te parece tan gracioso?
—No me hace ni puta gracia.
—Mmm, ya ves...
—Pero Ami no es mi ex. —Dice y yo Rodeé los ojos —Solo follamos Noemí.
—Conmigo también follas.
—¿Ese es el problema? ¿Querías que fuera virgen antes de conocerte?
—No seas dramático. Solo digo que conmigo también comenzaste de esa forma. Por lo visto es tu táctica para conquistar mujeres.
—¿Qué quieres que te diga, Noemí? ¿Qué desde el primer momento que te vi supe que cambiarías todo?. Eso es una mentira. Yo pensé todo el tiempo que eras sexy, pero malditamente insoportable. No fue hasta que ambos nos fuimos conociendo que entendí que sexy e insoportable solo eran algunas de tus cualidades. —Trato de bromear, pero yo solo mordí mi labio algo frustrada.
Quería reírme de sus bromas y olvidar mis celos, pero ese sentimiento en la boca de mi estómago no me dejaba en paz. En especial cuando tenía una mezcla de razones para sentirme así, lo principal fue que Blake no me dijera que ella se estaba quedando en su apartamento, mucho menos que se paseaba por este con poca ropa. Lo segundo era tan simple como comprender que ella era mucho más linda que yo. Tenía unas piernas largas y esbeltas, unos brazos tonificados, un rostro y piel perfecta, un estilo de vestir muy bonito por lo poco que había visto. Tenía la misma edad de Blake. Y por sobre todo lo anterior, ella era más delgada.
—Hey—Blake trató de sujetar mi rostro, pero me aparté. —¿Que tienes mocosa?
—Celos. —Solté sin pensar y de inmediato me sentí avergonzada.
—No tienes que tenerlos. Si solo entendieras parte de lo que siento por ti, no tendrías celos de nadie, nunca. Soy tuyo.
—No quiero que mis celos se acaben a base de frases tóxicas. —me quejé y él mordió su labio aguantando una risa.
—¿Y qué hago para ayudarte?
—Dime.
—¿Te digo qué?
—Dime por qué no me dijiste que ella se estaba quedando en tu casa... mierda, tuvimos sexo y fui horriblemente escandalosa.
—Nunca describiría tus gemidos como horribles...
—Y ella estaba en la habitación de al lado. En la habitación de tu padre.
—¿Querías que durmiera conmigo en mi habitación?
—No, pero Jamás me has enseñado el cuarto de tu padre, siempre esa puerta está cerrada. Supuse que era un tema delicado para ti y nunca pregunté.
—Tienes razón, era un tema delicado, pero ya guarde las cosas que quiero conservar de él en cajas y el resto las done. —Me explicó con paciencia. —Y no te dije que ella se estaba quedando conmigo porque no tuve tiempo de hacerlo, además creí que anoche se había marchado a su casa junto a Edwin.
—¿No quiere quedarse en una mansión repleta de seguridad?
—No quiere quedarse en la misma casa que su padre, en especial porque hace notar demasiado su preferencia por ella y deja a Edwin de lado. Ayami trata de evitar que su hermano pequeño se sienta incómodo.
Ya con ese tema aclarado y aquella espina quitada de mi cuerpo, ordenamos la cocina y subimos las escaleras preparados para dormir juntos, o eso era lo que teníamos planeado hasta que Marcus nos detuvo en el corredor.
—Escuchen, sé que suelo ser el tío buen rollo que es permisivo y jamás dice que no, pero es mi casa y son mis reglas...
—¿Cuál es el punto? —digo viendo que está algo incómodo.
—Nada de dormir juntos.
—¿Qué? —Soltamos yo y Blake al unísono.
—No es como si nunca hubiésemos tenido sexo aquí. —dice Blake y yo le doy un codazo.
—Ya me escucharon.
Observé a Marcus comprendiendo que hablaba en serio y decidí ceder ante la incómoda situación.
—Está bien, dormiremos separados.
Sabía perfectamente que luego de pedir hora al ginecólogo y que Marcus me acompañara para mi revisión, su lado de padre sobre protector saldría a la luz. El que me dieran píldoras anticonceptivas para regular mis periodos inexistentes y que tuviera en registro haber tomado dos pastillas de emergencia en el mismo mes no ayudó nada a su preocupación.
—Bien, hasta mañana.— se despidió para avanzar hacia su habitación, dejándonos a mí y a Blake en el pasillo.
—¿Y eso qué fue?— me interroga risueño.
—Solo está tratando de evitar que cometamos algún error, especial porque me acompañó al ginecólogo y no estuvo nada feliz cuando le comenté que tú y yo no estábamos siendo tan cuidadosos.
—Buen punto.
Me paré en puntillas y dejé un beso en su boca.
—Creo que tengo que decir Buenas noches y marcharme a mi cuarto. Después de todo mañana tengo que ir a la universidad.
—Despiértame así, desayuno contigo y te llevo.
—Bien, lo haré.
Blake acaricia mi cintura y deja un beso en mi frente.
—Buenas noches, mocosa.
—Buenas noches, Blake.
Avance a mi habitación, cerré la puerta para comenzar a desvestirme y me coloqué mi pijama. Lave mis dientes, limpie mi rostro y cepille mi cabello admirando lo mucho que me gustaba el nuevo color.
Revise mi horario de mañana y aliste mi bolso, conecte mi celular y dejé caer mi cuerpo sobre el colchón cerrando los ojos concentrándome en dormir.
Realmente lo intenté, pero el tiempo pasaba y solo me giraba de un lado al otro buscando alguna posición cómoda que me hiciera conciliar el sueño. Incluso debido a mi inquietud saqué las sábanas de la cama.
Levanté mi cuerpo y comencé a hacer mi cama nuevamente cuando la necesidad de recostarme a su lado me invadió.
Quizás está dormido, no debería molestarlo.
Pero me gustaría mucho dormir junto a él y que me abrace.
Marcus podría atraparnos y regañarme por no seguir sus reglas, debo mantener un buen comportamiento hasta que me dé su decisión.
Soy la primera en despertarme, es casi imposible que nos atrape.
Moví mis pies hasta la entrada de mi habitación y abrí la puerta solo para encontrarme con Blake a punto de golpear. Ambos nos quedamos viendo por unos segundos mientras yo contenía una sonrisa.
—¿Qué haces aquí?— le pregunté.
—Yo... —él rascó su nuca buscando una excusa, pero negó con la cabeza para terminar diciendo. —Planeaba meterme a tu cama mientras dormías. —Alcé las cejas sorprendida de su sinceridad. —No me mires así, de seguro tenías la misma idea.
Solté una risa y lo sujeté por la nuca para besar sus labios de forma corta y tierna. Tomé su mano y lo dirigí a mi cama, en donde ambos nos cubrimos con las mantas y nos acurrucamos. Me recosté boca arriba y Blake se acomodó sobre mí acariciando con su nariz mi cuello. De inmediato su perfume inundó mis fosas nasales.
—Espero que Marcus no nos atrape. —Solté en un susurro.
—Si no hacemos ruido, no nos atrapará.
—¿Insinúas que haremos algo más ruidoso que dormir?
—Insinuó que si no nos dormimos pronto, algunas partes de mi cuerpo despertarán.
Solté aire por la nariz, reprimiendo mi carcajada.
—En ese caso, buenas noches Blake.
—Buenas noches, mocosa.
Él me rodea con su brazo y yo pego mi espalda a su pecho, lo único que se escucha en la habitación son nuestras calmadas respiraciones y con esa paz me quedo dormida, por lo menos por algunas horas.
Desperté con ganas de orinar y sed, una extraña combinación que me hizo dejar mi cama con lentitud para no despertar a Blake y caminar en la oscuridad hacia el baño. Después de orinar tuve que bajar a la cocina por un vaso de agua y volver a subir a mi habitación, sin duda una desvelada que me dejaría con sueño por la mañana.
Entre a mi cuarto y luego de dejar el vaso en el velador tuve la intención de volver a recostarme, pero escuchar la voz de Blake me detuvo. Balbuceaba palabras indescifrables y comenzó a moverse con incomodidad en la cama.
—¿Blake?— pregunté, pero solo comenzó a hablar más fuerte.
Fue entonces cuando lo traté de tocar con delicadeza para despertarlo de su notable pesadilla y noté que estaba sudando.
—Blake, despierta— pedí meneando suavemente su cuerpo, lo que solo empeoró la situación, pues de un sobresalto golpeó el velador y el vaso que había dejado allí cayó al piso trizándose y provocando un estruendo que por fin hizo que Benyamin despertara.
Él se sentó en la cama con rapidez y encendió la lámpara de noche mientras yo recogía los vidrios del piso con rapidez.
Entonces, en medio de la noche preocupada de que Marcus llegara a la habitación y nos atrapara mientras recogía trozos de vidrio, comprendí que Blake no estaba tan bien como aparentaba.
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