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Capítulo 5./ Tell me: Happy Birthday to me?

Este capítulo cuenta con material explícito de contenido +18. Si no es de tu agrado, no dudes en saltar la escena.

Tell me — Happy Birthday to me?

Benyamin Blake

Eran las tres de la mañana y todos llevábamos alcohol en nuestro sistema, todos, excepto Noemí, quien se me había perdido por unos veinte minutos y cuando apareció fue con Edwin colgado a su cuello porque ambos habían decidido salir a fumar hierba.

—Pudiste invitarme— me quejé con cierto nivel de celos.

Ella sonrió y rodeó mi cuello con sus brazos. —Tú no querías hierba, Edwin te ofreció. —Me respondió entrecerrando sus ojos —Solo hubieras querido ir para evitar que Edwin y yo estuviéramos a solas. Pero no te preocupes, él es mi amante desde que tuvimos que estar solos esperando tu operación. —Bromeó y se carcajeó de su propia frase.

—No es gracioso. —Bufé.

Ella rodeó los ojos. —Deja tus celos, Blake. Edwin no es mi tipo. Me van más los mayores, tatuados y malotes.

—¿A si? —Coloque mis manos en su trasero y lo apreté.

—Si— Dejó un corto beso en mis labios.

Me observo a los ojos y supe que deseaba cambiar de tema cuando su rostro parecía pensativo.

—¿Blake?

—¿Sí?

—Sé que mi hermano está en prisión, que es tu primer cumpleaños sin tu padre y todo a nuestro alrededor es un desastre, pero... estoy feliz de haberte conocido y poder pasar este cumpleaños contigo.

—Qué mocosa más cursi— me burlé tratando de ignorar el hecho de que había nombrado a mi padre. Había tratado de no pensar en ello todo el día, pero mis esfuerzos fueron en vano.

—¡Ey!— se quejó y yo carcajeé.

—Mi cumpleaños no me emocionaba este año, lo admito, pero en cuanto te vi aquí, mi ánimo mejoró.

—Me alegra oír eso... ahora, ¿podemos ir a bailar?— me sonrió suplicante observando cómo Aarón bailaba con Ayami y Edwin bailaba con... ni idea quién era esa nueva chica.

—Yo no bailo.

—Bien, entonces yo te bailaré a ti.

—¿A sí?— alcé una ceja.

—Sí. —dijo y de inmediato dio media vuelta quedando con su espalda pegada a mi pecho. Tomó mis manos y las colocó sobre sus caderas para comenzar a moverse al ritmo de la música.

Restregaba su bonito trasero en mi pantalón y yo trataba de no tener una erección en público.

Piensa en otra cosa Blake...

Apoyó su cabeza en mi hombro, dejando su cuello a mi disposición. Se veía una fina capa de sudor en su pálida piel y su perfume inundó mis fosas nasales.

—Mocosa... Para ya—susurré en su oreja y apreté su cadera.

—¿No te gusta como bailo, Blake?— Murmuró haciéndose la ofendida, cuando su sonrisa llena de malicia me demostraba que sabía perfectamente que pensaba completamente lo contrario.

—Creo que ya es hora de que vayamos a casa.

—Wow, sí que debo bailar mal. — se burló con ironía.

Tomé la mano de Noemí y nos acercamos a nuestro intento de grupo.

—Bien, ya se hizo tarde, Noemí y yo nos vamos.

Edwin nos abuchea. —Aguafiestas.— me dice mientras el resto ríe.

Cuando las carcajadas cesaban, Noemí aprieta mi mano y yo la observo. Ella alza las cejas y menea su cabeza, entonces comprendo lo que quiere que haga.

Aclaré mi garganta con algo de nerviosismo —Gracias por... esta extraña fiesta.

Observo a Ayami y ella sonríe con dulzura, Aarón asiente y Edwin, por supuesto, no se abstiene de hablar.

—Wow, ¿puedes decirlo otra vez?, lo grabaré y lo pondré de tono de llamada.

Lo observo de mala manera y él sonríe.

—Noemí —Ayami capta su atención para lanzarle las llaves de mi auto. —Conduzcan con cuidado.

—Es mi auto. — digo ofendido.

—Si nos detiene la policía y nos hacen el examen de alcohol darás positivo, yo no. — me explica la pelirroja con aires de superioridad.

—Pero darás positivo en drogas, eso es seguro.

Ella ignora lo que digo y ambos luego de despedirnos avanzamos hacia el estacionamiento. Noemí caminaba delante de mí y en cuanto salimos observo como se rodea a sí misma con sus brazos por la ligera, pero helada brisa.

Otra vez sin chaqueta.

Con rapidez me quito la mía y la coloco sobre sus hombros.

—Estoy bien, no la necesito.— trata de quitársela, pero yo lo evito.

—No te la quites.

—Tú tendrás frío — me dice apenada.

—Estaré bien, traigo camisa, tu vestido que no te cubre la espalda, ni las piernas, ni el pecho, ni el trasero...

—Ya entendí.— se quejó y yo la rodeo con mi brazo para dejar un beso en su frente.

Ambos continuamos avanzando hasta llegar a mi auto y la miro caminar hasta el lado del conductor.

—Ya te dije que no conducirás mi auto.

—Si lo haré.— murmuró desafiante.

—Nadie más que yo conduce este auto.

—No seas dramático.

—¿Tienes idea de cuánto cuesta?

—Lo dices como si el dinero para ti fuera un problema.

—El punto es...

—El punto es que te compraste un auto que vale la misma cantidad de dinero con la que se alimenta a un país completo— dramatiza.

—Mocosa...— suspiro.

—Ni siquiera me has dejado mostrarte lo bien que manejo. — me observa de forma tan rogona, con sus ojos verdes suplicantes y sus labios haciendo un puchero al que soy difícil de resistirme.

—Solo por esta vez.

Ella da un salto de alegría y se monta en el auto mientras yo me subo al lado del copiloto.

Observó cómo ajusta los espejos y como arregla el asiento, pues a la altura donde estaba puesto ni siquiera llegaba a los pedales.

Me coloqué el cinturón por mi propia cuenta antes de que la mocosa arrancara el auto y me matara.

Para mi sorpresa, cuando tomamos las calles de Madrid y las vio totalmente solitarias, una sonrisa juguetona se posó en sus labios. Trate de preguntar qué idea había cruzado su mente, pero ella con audacia comenzó a acelerar creyendo que estábamos en una película de rápidos y furiosos. Pasó los límites permitidos de velocidad probando mi auto y mientras yo me afirmaba del asiento con nerviosismo, ella moría de risa.

Llegamos al departamento en tiempo récord y yo agradecí a todos los Dioses de distintas religiones por hacerme llegar a casa vivo, con la promesa de nunca más dejarle mis llaves a la mocosa suicida. 

Cerré la puerta tras de mí y observé como ella dejaba mi chaqueta y su bolso sobre el sofá para luego quitarse los tacones, volviendo a su tamaño normal.

Sigo sus pasos hasta mi habitación mirando como deja caer su cuerpo sobre el colchón y yo no tardo en recostarme junto a ella. Noemí se voltea para mirarme y yo sujeto su cintura para colocarla sobre mí.

Nos besamos enseguida y sonrió cuando nos separamos.

—Feliz cumpleaños Benyamin Blake— murmuró antes de dejar otro corto beso en mis labios. —Espero que todos tus sueños se cumplan. —Me besó nuevamente. —Que cumplas todas tus metas en la vida y seas feliz.

—No sabía que trasnochar te ponía romántica. — me burlo de ella antes de besarla nuevamente, esta vez logrando que la unión sea más larga, más placentera y más excitante.

Pero de inmediato trato de bajar las revoluciones entre nosotros. "Nada de sexo, yo estando borracho y ella drogada", pienso. Tengo suficientes pesadillas en donde me aprovecho de ella como para buscar tener sexo sin estar con mis cinco sentidos.

—Es tarde, debemos dormir. —beso su mejilla y trato de levantarme, pero ella me detiene con su mirada confusa.

—Blake...

—¿Sí? —Me hago el desentendido.

—¿Debo decirte directamente que quiero follar?. Porque quiero follar. Estoy algo caliente y...

—Eso lo hubieras pensado antes de drogarte.

—Drogarte—se ríe —Solo fue un poquito, de hierba y ya— excusó.

—Mhm.

—Me gustan tus ojos— apretujó mi rostro. —Y me gusta como me besas— dejo un pequeño beso en mis labios. —y me gusta cuando me follas.

Noemí trató de besarme nuevamente, pero fui más rápido y me aparté.

—Y a mí me gusta cuando me obedeces y no tomas decisiones estúpidas.

—Joder, que pesado estas... De seguro puedo ayudarte a ponerte de mejor humor. — Bajó sus manos por mi abdomen con esa mirada juguetona que me hacía desearla.

—Pon tus manos donde las vea Mocosa. —Le advertí risueño ante sus intentos de seducción.

—Me gusta que me digas así.

—Deja de coquetear. No lograrás nada.

—Por favor...—rogó —Estás literalmente ebrio y yo drogada, ambos nos aprovecharemos del otro.

—Si lo pones de esa forma, me convences. —Beso su frente. 

—¿De verdad? —Me miró sorprendida.

—No. Ahora a dormir. —Declaro alejándome y quitándome los zapatos.

Ella suspiró con frustración levantándose de la cama y arrastrando sus pies con desgana, abrió mi closet y tomó una de mis playeras.

Se quitó su bonito vestido delante de mí, no me dejó ver más que su espalda, pero podía notar su delgadez. No dije nada, jamás me atrevería a decirle algo negativo sobre su cuerpo, mucho menos si sé que a ella le afectara, por lo que aparte mi mirada y yo, mientras tanto me quite la ropa solo quedando en bóxer.

Ambos comenzamos a quitar los cojines y a abrir las cobijas para terminar recostados juntos. No fue necesario más charla, yo me apoyé sobre ella y escondí mi rostro en su cuello, podía sentir su aroma y respiración calmada, mientras que ella con sus frías manos comenzaba a hacer mimos en mi cabeza relajándome.

En esta posición, y con su presencia, logré conciliar el sueño en cosa de segundos como hace meses no podía.

No hubo pesadillas, nada de insomnio, nada de despertar cada hora por aquel sentimiento de incomodidad o estrés, pero si hubo algo que logró interrumpir mi sesión de sueño; Noemí moviéndose delicadamente, tratando de quitarme de encima de ella.

—Ya quédate quieta —Me quejo somnoliento apretándole la cintura.

Ella suelta aire por la nariz, riendo. —Necesito orinar, ya vuelvo. —Dejó un beso en mi mejilla y me movió, huyendo a la fuerza de mí.

Me quejé todo el tiempo que ella estuvo en el baño, estiraba mi cuerpo venciendo la pereza y veía mi celular vibrar en el sofá repleto de nuestra ropa de ayer. Estaba por tomarlo y atender, pero Noemí apareció en la habitación con una sonrisa y su rostro recién lavado. Eso fue suficiente para ignorarlo y concentrarme en lo sexy que se veía con mi camiseta encima.

—Buenos días— Murmuró.

—Buenos días, mocosa.

Ella se queda parada y yo continúo mirándola, mientras cruza por mi mente cobrarle las palabras de anoche.

—Ven aquí...—Ordené dando palmadas en mi regazo. Ella se acerca de inmediato y se posiciona a horcajadas sobre mí y yo la sujeto para acomodarla justo en mi intimidad.

—¿Me extrañaste?.

—Mucho. —Acaricie sus muslos.

—Solo fueron cinco segundos, Blake. —Se ríe.

—Te llevo extrañando desde los cuatro meses anteriores.

—No tienes que seguir extrañándome más. Estoy aquí. Y aunque mi salud mental es una mierda, no tengo pensado volver a alejarme.

—Esa es mi chica. —Le sonrío y levanto mi torso del colchón para acercar mis labios a los suyos besándolos suavemente.

—Espera.— me interrumpió mirándome con algo de tristeza.

—¿Qué pasa?

—Yo...— estaba nerviosa, lo veía en la forma en cómo jugaba con las cadenas de mi cuello y evitaba mirarme a los ojos. —Hace meses que nosotros no...

—Lo sé.— Jadee.

—Lamentó no poder hacerlo.

—No digas estupideces. Tú no estabas bien y en lo que menos pensaba era en eso. Solo quería volver a verte bien.

—Ahora lo estoy, te lo prometo. Pero, tú y yo habíamos terminado.— mi rostro de confusión la hizo aclararse la garganta. —A lo que quiero llegar es a que si te has acostado con alguien estos meses, dímelo.

—Bien. — Fingí tener que decirle algo solo para ver como su rostro se preocupaba. —Tienes razón, pase estos meses follándome a alguien.

—¿A quién? —Tragó arrepentida de siquiera preguntar.

Con una sonrisa juguetona le enseño mi mano y ella suelta una fuerte carcajada.

—Eres un idiota. —Me golpea entre risas.

—Me ofende que creas que podría estar con alguien más.

—Es solo que... Te traté mal, termine contigo y...

—Respondiendo a tu pregunta. —La interrumpí evitando que siguiera sintiéndose culpable. — No. No estuve con nadie, así que no te burles si me corro en cinco segundos, porque llevo un par de meses sin ver a mi sexy novia desnuda.

Ella rodeó los ojos tratando de disimular que mis palabras la ponían nerviosa.

—¿Sabes qué?... jamás he follado con una pelirroja —digo sujetándola por el trasero para mecerla sobre mí. Ella mordió su labio inferior cuando nuestras zonas se rozaron, se sentía malditamente bien.

—¿Ah si?—jugueteó. —Eso es una gran sorpresa considerando tu historial.

—No es más largo que el tuyo. —Contraataque.

Pero logrando yo ser el último en hablar, me acerco a su mentón y cuello dejando besos. Ella cierra los ojos mientras su respiración se altera. Mis manos suben de sus muslos a su abdomen, levantando la playera que cubría su cuerpo y quitándola de mi camino.

—Estoy deseando esto desde que te vi en el club llevando ese vestido. —suspiro en su pecho. Estando yo en bóxer y ella en bragas apretó su trasero obligándola a mover sus caderas contra mi erección. Sus pezones erectos chocan contra mi pecho y sus ojos me ven fijamente.

—No debiste esperar tanto para esto. — Susurra entre jadeos por lo placentero que se le hacía el frote entre nosotros.

—Quería estar sobrio para esto —Digo antes de girarnos y dejarla debajo de mi cuerpo. Ella gime y yo sonrío antes de besar su boca.

Mis labios comienzan a descender, por su cuello, clavículas y juego con sus pechos. Noemí se arquea y gime sin tapujo alguno.

—Blake...

Su tono de súplica me hace besar su abdomen y bajar hasta su vientre. Ella alza las caderas y yo quito sus bragas con desesperación.

Dispuesto a probar su coño, le separo las piernas y me acerco deleitándome con sus fluidos, pero cuando estoy por comenzar a hacerle un oral, ella me detiene.

—Es tu cumpleaños, Blake. Se supone que yo debo hacerte disfrutar. —Jadea.

—Es mi cumpleaños, yo decido como disfruto.

Noemí comienza a moverse algo incómoda y sé que algo malo ocurre, por lo que me posiciono sobre ella para verla a los ojos.

—¿Qué pasa? —Digo con preocupación.

—Estaré arriba— ordena para luego, pillándome desprevenido, girarnos nuevamente hasta que ella queda encima de mi cuerpo. Me observa con sus ojos verdes derrochando dominación y baja mi bóxer.

Jamás había follado en esta posición, con alguien sobre mí. Por lo general, siempre me gustaba llevar el mando de la situación, pero el verla desnuda, con su boca entre abierta y teniendo una perfecta vista de sus pechos, me resigno a dejarla dominarme.

—Hay condones en mi velador. —Le digo antes de que vayamos más lejos.

—Estoy tomando las píldoras desde hace un par de meses. — Dice para sujetar mi polla y bajar sus caderas, dejándome entrar en ella.

Noemí gime fuertemente y yo tampoco me contengo. Hace meses que no sentía tanto placer y estoy seguro de que ella está teniendo la misma sensibilidad que yo. Comenzó a moverse rápido, apoyando sus manos en mi pecho para estabilizarse, mientras que yo sujeté sus caderas, ayudándole con sus ágiles y satisfactorios movimientos. Comenzó a moverse en círculos sobre mi pene, deslizándose y aumentando el ritmo a su manera. Yo me permanecí quieto, deleitándome de la hermosa vista de su cuerpo desnudo y disfrutando de como saciaba sus ganas conmigo.

Necesitaba dejarla tomar el control más seguido...

Sus paredes me apretaban haciéndome gemir demasiado fuerte, ella se sentía malditamente bien, la facilidad con la que se deslizaba sobre mí y sus gemidos que ya eran gritos solo lograban excitarme más. Todo entre nosotros estaba llevándonos al límite y apenas eran las diez de la mañana.

Me gusto el cambio de roles que tuvimos. Ella era quien me hacía lo que quisiera y yo estaba perdido de placer.

La amaba demasiado.

Estaba preocupándome en aguantar mi orgasmo, lo que más pudiera para que ella también lograra correrse.

—Mocosa, como no vayas más lento, llegaré antes de que tú...

Grave error. Mis palabras solo lograron que ella aumentara el ritmo y lograra que yo me corriera. Pero comprendiendo que ella estaba igual que yo, acabamos al mismo tiempo. Noemí aún jadeante, se quitó de encima para recostarse junto a mí. Dejándome aún con taquicardia y tratando de recuperar el aliento.

—Maldición— le digo con dificultad —Quiero casarme contigo. —Suelto y escucho su carcajeo mientras me mira.

—¿Cómo nos vamos a casar si aún ni siquiera somos pareja? —Bromea, aunque sé que tiene razón. Jamás le había pedido ser mi novia, ni siquiera exclusividad, todo entre nosotros se fue dando espontáneamente y por más que estaba cómodo con aquello, el no aclararlo nos podría traer problemas a futuro.

—Entonces comencemos por hacer eso, formalicemos esto. —la miro serio —Sé mi novia.

Ella arruga la frente.

—¿Es una pregunta o una orden?

—Es lo que yo quiero que seas. Quiero que seas mi novia.

—¿Entonces es una orden?

—Joder mocosa...

—Además, la pregunta debería ser si tú puedes ser mi novio, no al revés.

—Eres fastidiosa, lo sabes, ¿verdad?

—No soy fastidiosa, tú no te expresas bien.

Me acerco a ella y le dejo un beso en la frente.

—¿Y bien? —Casi exijo una respuesta tratando de disimular que me estaba por morir de los nervios.

—Pensé que habíamos aceptado ser pareja cuando dijiste que me amabas. —Me sonríe. —Pero si necesitas una respuesta, es un sí.

Dejo un corto beso en sus labios y Noemí se recuesta en mi pecho cubriéndonos con la sabana mientras yo sonreí mirando el techo como un maldito idiota.

Pasado media hora de caricias y charlas tontas, caigo en cuenta de que debo preocuparme en que coma algo.

—Es tarde, nos prepararé desayuno antes de llevarte a tu casa.

—¿No nos podemos quedar aquí todo el día? —Dice con un mohín.

—Eso suena tentador. —Acaricio su espalda. —Pero tengo cosas que hacer. Igualmente, nos veremos más tarde en la mansión ¿Recuerdas?. Nate quiere que lo visite.

—Te podrías quedar a dormir.— su voz sugerente me hace reír.

—Eres una mocosa muy pervertida— Me acerco juguetón a su oreja para susurrarle.

Ella muerde su labio aguantando una sonrisa.

—Jamás sugerí algo. Me gusta dormir contigo.—Fingió inocencia.

—Por supuesto...

El ruido de mi celular interrumpe nuestra burbuja. Noemí bufa y yo me levanto, no sin antes colocarme mi bóxer. Camino hasta la otra esquina de mi cuarto y tomo mi celular. Leo en la pantalla el nombre de Aarón y me preocupo de inmediato.

¿Por qué me llama Aarón y no Akim?

Pero antes de poder coger la llamada, mi celular se apaga por la falta de batería.

—Mierda. —me quejo. —Mocosa, ¿me alcanzas mi cargador?. Está en el cajón del velador. 

Ella lo abre y de inmediato viene a mi mente que los documentos que se supone, que ella no puede ver, están metidos allí.

La observo completamente tenso, pero cuando miro a la pelirroja sosteniendo los papeles sé que estoy jodido.

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