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Capítulo 4./ Tell me: Wasn't she blonde?

Tell me — Wasn't she blonde?

Noemí Higgins

El golpe de realidad me llegó fuerte.

Por no decir que me habían metido tantas vitaminas por la intravenosa que tenía un subidón de energía que no tenía hace meses.

Cuando me desperté a las ocho de la mañana, lo primero que hice fue bajar a la cocina y servirme desayuno. Ni siquiera lo pensé demasiado, solo dejé que mi mente divagara y mi subconsciente actuara.

Un café, una manzana.

Eso es mejor que nada.

Marcus llegó a mi lado diciendo un simple "buenos días". No me presiono para que comiera más, no me hizo sentir incómoda con que estuviera comiendo después de tanto tiempo sin hacerlo por voluntad propia.

Le informé que asistiría a la universidad para rogarle a los maestros que me dieran un plazo para entregar trabajos tardíos envidando que me reprobaran. Insistió en que llamara a Blake pasa que él me llevará, pero me negué repetidas veces. No quería molestarlo, mucho menos un día antes de su cumpleaños.

Conseguí un mes de plazo en algunas asignaturas, otros se negaron rotundamente, por suerte fue la minoría. No me preocuparía de tener sobresalientes este semestre, me conformaba con pasar.

Regresé a casa, a la hora del almuerzo, Nate llegaba de la escuela y yo servía la comida. Los tres nos sentamos en la mesa, Marcus habló de cómo le estaba llenado en su trabajo, Nate de cómo había hecho un par de amigos en su escuela, yo, sobrepensaba mientras veía mi plato, o así fue hasta que Marcus tomó mi mano y sonrió.

Terminé un tercio del plato.

Eso es mejor que nada.

Después de comer, Nate y yo nos pusimos bañadores para pasar la tarde jugando en el lago frente a la mansión. Ni siquiera comprendía cómo podía ser cruel con ese niño pequeño que solo se dedicaba a amarme.

Nos salpicamos agua y reímos por horas hasta que Marcus nos llevó toallas. Cuando me metí en el baño para darme una ducha tibia, evité ver mi cuerpo en el espejo, no quería arruinarme el día. Quite la toalla que cubría mi cabello y lo peine con cuidado, pero ni estando lavado se veía bien, tenía el tinte rubio deslavado, el cabello demasiado largo para mi gusto y hasta le faltaba brillo y sedosidad. Sin duda necesitaba hacerle algo drástico, algo que me hiciera sentir como una nueva persona, una nueva versión de mí.

Rebusque en los cajones del baño hasta que por fin encontré la caja de tintura rojo cobrizo.

—¿Crees que me quede bien el pelirrojo? — le pregunté frente al espejo.

—Nena, cualquier cosa te queda bien.

Recordé la voz de Scarlett decir eso y fue el gatillante que necesitaba para hacer esa locura, locura que postergue por meses. Coloqué música desde mi teléfono, saqué toallas, me coloqué guantes y me puse una camiseta vieja preparándome para el desastre que dejaría con la tintura.

Separe mi cabello por capaz, apliqué el tinte de manera uniforme sobre cada mechón y cuando terminé, decidí también agregar tinte en mis cejas. Dejé actuar por los minutos que decía el empaque y luego lo lavé.

Realmente me gusto demasiado el color, pero aun así decidí tomar unas tijeras y cortarlo por mí misma. Lo peiné y sequé de manera cuidadosa para quedar perfectamente peinada, como si acabase de salir de un salón.

Me observé al espejo por unos segundos, completamente conforme con como me veía. Realmente necesitaba hacer esto. Darme algo de autocuidado y dejar de lastimarme a mí misma.

La puerta del baño se abrió de golpe y Nate se quedó observándome con la boca abierta, asombrado.

—¡Te ves muy bonita!— saltó a mis brazos y yo lo alcé.

—¿Te gusta?

—Si, mucho. Aunque ya no parecemos hermanos— se entristeció un poco.

—Mira mis ojos— pedí y obedeció. —Y ahora mira los tuyos— lo llevé junto al espejo. —Seguimos teniendo eso en común, por siempre.

El sol se escondió y la noche se hizo presente. Podía recostarme y dormir dando el día por terminado, pero deseaba hacer otra cosa, estar en otro lugar, con alguien a quien le debía disculpas.

Tenía el cabello arreglado, el outfit en mente y el maquillaje hecho, solo me faltaba que Marcus aprobara mi salida.

—No. —Ni siquiera titubeó.

—Marcus, por favor. —Rogué. —Necesito disculparme.

—Puedes decirle que venga mañana.

—Oh vamos, hoy sus amigos celebrarán su fiesta de cumpleaños, tú fuiste quien me lo dijo.

—No sé si es buena idea que salgas Noemí. No sabemos si Nicolás está por allí o cuáles son sus intenciones.

—Prometo ser cuidadosa, además estaré con Benyamin toda la noche, prometo volver temprano. —insistí. —Por favor.

Él continuo con su rostro serio, pero cada palabra que escuchaba salir de mi boca lo hacía titubear un poco más.

—Responderás todas mis llamadas y cuando estés con Blake me avisarás. — murmuró sus condiciones de forma dictadora, pero se contagió de mi alegria cuando comencé a dar saltaría mientras decía gracias una y otra vez.

Corrí a mi habitación y comencé a vestirme, por supuesto Nate entró de chismoso al escuchar mi conversación con Marcus.

Me observé ante el espejo con Nate a mis espaldas.

—Pareces una princesa— me dijo con dulzura y yo sonreí.

Llevaba un vestido blanco de satén bastante corto y descubierto de la espalda, mi cabello pelirrojo con ondas y un maquillaje delicado, pues mis labios rojos eran los protagonistas de todo mi look.

—Muchas gracias. Pero debo recordarte que se supone que deberías estar en la cama, Marcus me regañara si ve que te traje para ayudarme con mi outfit.

—Está bien, me iré a la cama —Musito en una voz entristecida. —Pero no olvides que cuando veas a Blake debes decirle que mañana le haremos un pastel por su cumpleaños.

—Se lo diré, te lo prometo. Ahora, buenas noches— me agaché para que me diera un beso en la mejilla y posterior a eso se marchó a su habitación.

Tomé mi pequeño bolso y metí lo esencial; dinero, gas pimienta, y el pequeño regalo que le había comprado a Blake esta mañana. De inmediato recordé que no podía salir sin teléfono, o Marcus me mataría. Lo busqué con la mirada encontrándolo en mi velador. Lo desconecté dispuesta a meterlo en mi bolso, pero al hacerlo termine tirando un pequeño joyero que tenía encima.

Maldije por ser tan torpe y me agaché a recoger mis aretes y collares, encontrando entre ellas algo que no me pertenecia. Levante el anillo del piso y lo observe con más detalle, recordando perfectamente el momento en que lo robe.

Era de Blake. Lo había tomado de sus pertenencias cuando pasé toda la noche despierta junto a su cuerpo adormecido por la anestesia después de que recibió el disparo. Era de plata, completamente liso, excepto por la rosa que tenía tallada por su interior. Lo tomé porque quería que algo suyo se mantuviera conmigo, en ese entonces pensé que lo perdería, así como parecía haber perdido a todos, pero con el pasar de los meses lo olvidé y jamás se lo devolví. Seguramente él lo dio por perdido.

Lo coloqué en mi dedo anular y como ya me lo sospechaba me quedaba enorme, pero de inmediato una idea cruzó mi mente. Busqué una cadena que no tuviera, dije y metí el anillo, para luego colgarlo de mi cuello.

Levante todo el resto de cosas del suelo y tomé mi teléfono nuevo, para esta vez si ponerlo en mi cartera. La colgué de mi hombro y bajé a la primera planta en busca de Marcus. En cuanto me observó una sonrisa espontánea lo invadió, pero no dijo nada, ningún cumplido salió de sus labios y yo sabía que era porque así lo había pedido mi psicóloga. No mencionar ningún cumplido ni ningún defecto que me hiciera sobre pensar o creer que lo que hacía estaba bien.

—Deséame suerte. —Pedí algo asustada con no saber cómo Blake se tomaría mi espontánea presencia.

—No la necesitas, él te adora y de seguro se pondrá feliz de verte. —Me aseguró.

En cuanto entré al bar comencé a buscarlo, pero ver demasiada gente me agobio. Pasar de estar meses sin salir de casa a ahora estar en un club que me traía malos recuerdos no había sido mi mejor idea.

¿Cuándo he tenido buenas ideas?

Sin éxito en mi búsqueda decidí acercarme a la barra buscando dejar de chocar con personas que querían avanzar en sentido contrario al que yo quería ir.

Me recargué sobre la barra y trate de pedir algo para beber, para mi desgracia todos los baristas se veían ocupados tratando de dar abasto en el repleto local.

—Hey... Disculpa, ¿Puedes...? —Traté de buscar alguno que me diera su atención, pero todos parecían no escucharme, el que la música estuviera extremadamente fuerte no ayudaba.

Rendida con mis patéticos e ignorados intentos, percibí a una chica de cabello negro colocarse junto a mí.

—Déjame ayudarte—murmuró observándome sonriente y supe que la humillante escena no había quedado solo para mí. —Una cerveza, por favor— Le habló a uno de los baristas y dejó todo lo que hacía para atenderla. —¿y una...?

Dejó la pregunta al aire esperando que yo hablara, pero realmente ni siquiera sabia que iba a pedir.

—¿Tienen algo sin alcohol? —Pregunté torpemente y la chica carcajeó.

—Mejor dame dos shots de tequila. —Cambió su orden y extendió su mano ante mí. —Ayami. —Se presentó y fue cuando la observé detenidamente. Rasgos asiáticos, ojos marrones, cabello negro, me sacaba casi una cabeza de altura y era delgada, traía un vestido negro largo, con apertura en una de sus piernas, al observarla solo podía pensar en lo hermosa que era y que parecía modelo. —Necesitas algo con alcohol si quieres sobrevivir a esta montonera de simios desesperados por bailar con alguna chica. —Me explicó, logrando que dejara de observarla de forma tan inapropiada.

—Ya lo creo, pero esto no es lo mío. —Me excusé.

—¿Las fiestas?

—El alcohol.

—Tranquila, un solo shot no te embriagará, solo logrará que te relajes un poco. —dijo recibiendo los shots y entregándome uno. Ella bebió de golpe el suyo y yo la observé con algo de asombro. —¿Qué te trae por aquí? ¿Viniste con tus amigas? —preguntó tratando de entablar una conversación.

En realidad, ya no tengo amigas.

—No. Vine a... intentar volver con mi ex.

—Amiga, yo estoy en el cumpleaños de mi ex. —soltó una risa. —Somos amigos ahora.

—Eso nunca termina bien. —dejé el shot sobre la barra segura de que hoy no sería el día en el que comenzaría a beber.

—Tienes razón. Odio tener que verlo y recordarme a mí misma que es extremadamente sexy, demasiado respetuoso, demasiado bueno en la cama... Sobre todo con la lengua... pero también fue bueno cuando me dejó en claro que no siente nada por mí. — Hizo un mohín al decir lo último. —¿tu trágica historia, cuál es?

—Mi historia...

Di un pequeño salto cuando Blake apareció de la nada junto a nosotras.

—¿Qué pasa?—Preguntó Ayami rápidamente suponiendo que él venía a hablarle.

¿Ella lo conoce?

Blake la ignoró completamente y sus ojos y cuerpo se dirigían a mí —¿Qué haces aquí?

—Yo... Vine a hablar contigo.

—¿Se conocen?— nos señaló la pelinegra.

—Ella es mi novia. — respondió sin rodeos Blake.

¿Novia?...

—Joder— alzó la voz como si se acabara de arrepentir de todo de lo que me había contado —Creí que me dijiste que era rubia.

—Yo también lo creía— Blake me miró.

—Tinturé mi cabello hoy— aclaré a ambos.

—Oh, maldición. De verdad lo lamento, no quería decir todo eso, por favor no creas que lo hice a propósito, te juro que...

—Deja eso para después, Ayami —la detuvo Blake.

Obviamente él la conocía. Ella me dijo que estaba en el cumpleaños de su ex, por supuesto Blake es su ex... el que es bueno con la lengua. Y si Blake la conoce eso explica por qué la atendieron tan rápido en la barra, ella trabaja con Akim.

Blake sujetó mi mano con firmeza y sin siquiera preguntar comenzó a llevarme con él a través del tumulto de gente.

Y yo, en un intento de no ser descortés, solo sonreí a la chica tratando de alivianar la incómoda situación.

Avance detrás de él sin hacer preguntas y sin quejarme, solo me preocupaba de decir "permiso" y "disculpa" a cada persona que Blake empujaba para pasar. Parecía algo desesperado de llevarme a algún lugar, que según lo que veía, estaba alejado de las personas.

Continuamos caminando hasta que estuvimos frente a la puerta de la ex oficina de Aditya. Él abrió la puerta y me jalo hasta estar dentro. Tenía tanta intriga por hablar con Blake que pase mis malos recuerdos de este sitio por alto.

Cuando la puerta se cerró, se abalanzó sobre mí. Mis ojos miraban los suyos e intentaba descifrar su estado de ánimo. Diría que era una mezcla de preocupación y enfado.

—¿Qué haces aquí?— interrogó.

—Hola— me quejé de su tono de voz.

—Hola. ¿Qué haces aquí?.

Su voz fría y sus preguntas lograron hacerme sentir incómoda.

Quizás no debí venir.

—Necesitaba hablar contigo.

—¿No pudiste esperar hasta mañana?

—No porque...

—No deberías estar aquí, sabes que es peligroso.— me regañó.

—Lo lamento, solo quería venir aquí, encontrarte y hablar contigo pasando desapercibida.

—No te pondrías ese vestido si quieres "pasar desapercibida".

—¿Qué tiene de malo?. Es solo un vestido, muchas chicas en la fiesta llevan uno puesto.

—Es solo que...— aclaró su garganta y decidió cuidar sus palabras—Nada, olvídalo. ¿Qué te dijo Ami?

Esa es una pregunta trampa.

—Sabías de qué hablábamos, por eso llegaste a interrumpirnos, ¿no?.

—Chica lista— sonrió.

—Pensé que jamás habías tenido novia. —Me crucé de brazos con cierto malestar en mi estómago.

—Y nunca lo hice. La historia con Ami es simple; fue solo sexo. Pero cuando ella me confesó que quería algo más conmigo, fui sincero y le dije que yo no sentía lo mismo. A ella no le quedaba más que aceptar y un par de semanas después debía estar en Madrid porque la hermana de mi mejor amigo tenía problemas.

—¿Ella trabaja contigo?.

—Más bien yo trabajo para ella. Ayami es hermana de Edwin.

—Oh— murmuré con sorpresa. —No era necesario que me contaras todo eso. —Separe mis brazos.

—Si lo era. Porque después no quiero que te sientas insegura con esto. —Asentí levemente —Ahora; dime qué quieres.

—¿Mhm?

—¿Qué haces aquí?

—Yo... Se que es tu cumpleaños— pronuncié y él luego de mirarme por unos segundos se apartó.

—¿Quién te dijo? ¿Edwin o Marcus?— preguntó con cierto tono molesto.

—Eso no importa— evadí —Lo que importa fue que tú no me dijiste.

—No es como si contigo se pudiera hablar mucho.

La culpa me invadió al oír eso.

—Tienes razón, lo lamento. Convencí a Marcus de que me dejara venir para disculparme contigo, porque he sido un real fastidio estos últimos cuatro meses. Te traté como la mierda cuando tú solo tratabas de ayudar. Yo... Quiero Que sepas que todo lo que dije no era ni es lo que siento. Solo quería desquitarme contigo porque no sé cómo canalizar mi ira a alguien que no sea yo misma y que ustedes no me dejen hacerlo, me frustra. La verdad es que te amo y... no quiero perderte. No me queda mucha gente a la que acudir, ya no tengo a Scarlett y no sé cuál es el paradero de Gaby, Nahim no me deja ir a visitarlo y... Solo sé que no quiero perder más gente, no quiero perderte a ti.

Su rostro parecía inexpresivo, y ya no me miraba a los ojos, sino que al piso, como si tratara de analizar palabra a palabra mi improvisado discurso de disculpas.

Mordí mi labio arrepentida de mis palabras.

Soy patética, doy vergüenza ajena, soy...

—Jamás me pediste, mocosa.

Un escalofrío recorrió mi espalda llenándome de alivio.

—Aunque me mandaste a la mierda y dijiste cosas que me lastimaron, no te desearás de mi tan fácil.

Asentí de inmediato y él acarició mi rostro.

—Prometo esforzarme más para no ser una carga más para ti. —murmuré.

—No eres una carga. Te amo y necesitas ayuda, pero debes dejarme que te ayude ¿Sí?

—Lo haré. Lo prometo.

—Bien. —se acercó a mí y yo cerré los ojos esperando recibir un beso en mis labios, uno que deseaba demasiado, pero mi decepción se hizo notoria cuando sentí sus labios en mi frente.

—Cuéntame qué hiciste hoy—Pidió.

—Me desperté temprano y fui a la universidad para hablar con algunos de mis profesores. Por suerte me tienen lástima y accedieron a que si hacía trabajos extra me ayudarían con todos los exámenes que no di por estar faltando tanto. Nate y yo jugamos en el lago. Después se me estaba haciendo tarde, por lo que fui a tinturarme el cabello, me bañe y luego me arregle porque recordé que alguien estaba de cumpleaños.

—No te hubieras molestado, no hay nada que celebrar.

—Yo creo que si, no se cumplen veintidós todos los días.

—Pudiste llamar o mandar algún mensaje. Sabes que no me gusta que andes por allí tú sola, mucho menos cuando Aditya y Pietro...

—Ya, lo sé. —Detuve la cátedra. —Pero quería darte una sorpresa.

—Considérame sorprendido —Bromeó, haciéndome reír.

—Nate quiere que mañana vayas a casa a cenar. Haré un pastel y compraré de esas velas que no se apagan para fastidiarte.

Él sonrió —No me gustan los pasteles en mi cumpleaños y mucho menos...

—Esto es para ti— extendí la pequeña caja hacia él, recibiendo su mirada de regaño —¿Qué?, es un regalo.

—Como decía...

—No me importa. — lo interrumpí. — Yo celebro los cumpleaños con regalos y un pastel y eso es lo que haremos.

Blake rodeó los ojos, acción que sin duda le contagie, pero resignado ante mis insistencias, terminó tomando la caja que le ofrecía.

Admiró por unos segundos el pequeño lazo que la caja tenía encima y jugueteando con los bordes de esta entre sus manos, se decidió a abrirla.

En su interior había un anillo plateado de estilo minimalista, pero por su interior tenía grabado su nombre, solo que con un pequeño cambio. En lugar de decir simplemente "Benyamin Blake" había agregado el apellido "Higgins" al final.

—Benyamin Blake Higgins. —Leyó en voz alta.

—Eres un Higgins ahora, con todas las desventajas que eso conlleva. —Bromeé. — Sé que crees que perdiste a tu única familia, pero, yo creo que también encontraste otra. —Me escuchó con atención, pero su silencio permaneció, lo que me inquieto de inmediato.

Quizás fue un mal regalo.

—Si no te gusta puedo pedir que lo cambien o que...

—Me encanta— susurró devolviéndome el alma al cuerpo —Muchas gracias, mocosa.—Dejó un beso en mi mejilla y volví a sentirme decepcionada.

Sabía que Blake no trataría de besarme después de decirle que terminábamos. Pero parte de mí deseaba que lo hiciera.

—¿Pensaste en reponer el que me quitaste?—Observo mi cuello.

—Lo tomé después que te operaran.— comencé a juguetear con la cadena.

—Ese era de mi padre. — bajó la mirada.

—Oh, lo lamento.— alcé mis manos para quitármelo, pero él me detuvo.

—No, quédatelo. Luce mucho mejor en ti. —me alagó mientras se ponía el anillo que acababa de regalarle.

—Entonces... ¿Te gusto pelirroja?

—Rubia, pelirroja, castaña, pelinegra... Joder Noemí, me gustarías hasta calva. Declaró poniendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

Eso me hizo reír.

—Me acabas de dar muchas ideas para mi próximo look. Aunque por el momento me quedaré con el pelirrojo. —Comenté. —¿Y el vestido?

—¿Qué con el?

—¿También te gusta?

Alzo una ceja analizando mi atuendo y fingía desagrado.

—Mi problema con este vestido es que...—Relamió sus labios y acaricio mi espalda desnuda con la punta de sus dedos, ese minúsculo toque fue necesario para estremecer todo mi cuerpo. —Este escote en la espalda le deja saber a todos que no traes brasier.

—Jamás traigo.

—Ya, pero, también está el hecho de que —su mano esta vez bajo a mi muslo, específicamente en el borde del vestido. —Está muy corto de esta zona y con un solo movimiento mal hecho alguien puede verte el trasero.

—Algunos me ven el trasero aunque traiga joggers —le reste importancia.

—¿Y decidiste este vestido en lugar de joggers por qué...?

—¿A qué quieres llegar?

—Dime. —Pidió.

—¿Decirte qué?

—Dime que te pusiste ese vestido pensando en lo sexy que te verías desvistiéndote frente a mí. —Su voz se puso ronca y sus ojos tenían ese brillo de jugueteo lascivo que hacía reaccionar a todo mi cuerpo.

"No todo gira al rededor de ti" hubiera respondido de no ser porque me moría por besarlo. Pero en su lugar, me acerqué a sus labios a una distancia desafiante y con su mismo tono retador murmuré:

—La verdad es que no quería desvestirme sola, quería que tú me lo arrancaras.

Mi picardía solo logró que Blake sonriera y le diera el impulso de tirar de mi cuello para unir nuestros labios.

Empezamos lento, acariciando nuestros labios después de meses, lo hacíamos suave, delicado, con deseo de que ese momento no acabase, pero la lentitud no nos dura mucho, pues rápidamente subimos la intensidad del beso, logrando que nuestra desesperación y necesidad salgan a flote. Llevábamos demasiado tiempo sin besarnos, sin acariciarnos, sin follar.

Mis manos acariciaban su cuello y nuca, mientras que las manos de Blake bajaban a mi trasero. Sujetándolo por debajo de mi vestido.

Sin siquiera darme cuenta, Blake avanza conmigo y me acorrala contra el escritorio. Cuando separamos nuestras bocas, suelto un jadeó y él se encarga de dar un fuerte manotazo y despejar la mesa.

—Eres un bruto— suspiro entre risas, pues con ese acto ha causado un desastre en toda la habitación.

—Solo cuando te follo— dice tomando mi cintura y posicionándome sobre el escritorio.

Así podíamos besarnos mejor, pues yo no tenía que estar de puntillas ni él tan agachado.

—Mierda, como te extrañé— dijo besando mi cuello a la vez que subía mi vestido, mientras yo gemía sutilmente.

—¿Cómo haces para pasar de caliente a tierno tan rápido?— me burlé de su frase completamente agitada, observando cómo Blake bajaba mis bragas lentamente hasta mis tobillos.

Ambos estábamos desesperados, yo solo quería que me arrancara la ropa y por fin poder sentirlo dentro de mí, pero la víspera del cumpleaños no estaba destinada a ser tan satisfactoria.

La puerta del despacho se abrió de golpe dándonos un sobresalto.

—Oye Blake yo... ¡Joder!

—Fuera de aquí, Edwin—ordenó Blake colocando su cuerpo delante del mío para evitar que él me viera, pues mis bragas estaban en el piso y la parte superior de mi vestido estaba corrido, consiguiendo que se viera uno de mis pechos.

—Mierda, yo. Perdón— cerró la puerta y se marchó completamente asustado por la cara que Blake le puso. Y eso me causó gracia.

Comencé a reír a carcajadas mientras arreglaba mi vestido.

—¿Que es gracioso?— me miró risueño, pues mi risa era contagiosa.

—El pobre salió completamente aterrado— me reí —Sí que te tiene miedo.

—Eso le pasa por arruinar la mejor parte de mi cumpleaños.

Di un brinco bajándome del escritorio y me acerqué a él aún con una sonrisa en la boca para darle un corto beso en los labios.

—¿Nos vamos a mi departamento?— murmuró con una voz seductora sujetando mi cintura.

—Tus amigos organizaron esto para ti, sería descortés que por mi culpa los dejes. Y no sería una buena forma para agradarles.

—No son mis amigos— farfulló —Mi amigo es Nahim, Edwin es el hijo de mi jefe que cree que todos son sus amigos. Además, el novato de Aaron y Ami solo buscaban una excusa para beber.

—Blake...—pedí que se pusiera serio.

—¡Es la verdad!

Rodeé los ojos antes de mirarlo seriamente.

—No porque él no esté significa que tu cumpleaños pasara por alto. Mi hermano ama las fiestas y el alcohol, también el drama, créeme, esta fiesta en tu honor le encantaría.

—Solo un par de horas más y luego nos vamos —Negoció.

—Un par de horas y podemos irnos a tu casa, pero deberás llamar a Marcus y decirle que me quedaré contigo.

—Trato hecho. —Aceptó volviendo a besarme delicadamente en los labios.

Cuando me coloque las bragas, acomodé mi vestido y Blake me ayudó a volver a peinar mi cabello, entrelazamos nuestras manos y ambos nos decidimos a salir del despacho. Él me guio hasta la zona VIP y allí me encontré con rostros conocidos como el de Edwin y Ayami, pero también desconocidos como el que suponía era Aaron y la chica de pelo castaño que Edwin tenía sobre sus piernas.

—Pero si por fin apareció el cumplañero —Alabó el extrañó. —Y veo que no vienes solo.

—Aaron, ella es Noemí, Noemí, él es Aaron— Nos presentó Blake de mala gana antes de sentarse en el sofá.

—La hermanita Higgins. —Movió la cabeza de forma de saludo y yo sonreí.

—Y ella es Ana —Edwin me presentó a su... ¿Novia?.

—¡Ava!— le corrigió la chica.

—No te molestes en memorizar su nombre, de seguro esta es la primera... y única vez que la veremos. —me explicó Benyamin.

Todos en la habitación se rieron, obviamente sin contar a la chica, quien luego de mirar completamente ofendida a Edwin, se levantó de sus piernas y se marchó. Él trató de detenerla, pero ella, ignorándolo abandonó el lugar.

—Muchas gracias por eso. —Le dijo Edwin a Blake de mala gana.

—Tú arruinaste mi noche primero. —Alzó sus manos en señal de inocencia.

Posterior a eso, Blake trató de decirme que me sentara en sus piernas, pero yo me negué y solo terminé sentándome junto a él.

No quería incomodar a Ayami, no cuando ella ya me había confesado que "aún estaba encariñada con su ex, el que le hacía buenos orales".

Debería superar lo de los orales, pero no puedo. Soy consciente de que el chico es bueno con la lengua, pero imaginarlo haciéndole un oral a otra chica hace que me sienta incómoda y celosa.

—El rojo es tu color Noemí.— halagó Edwin notando mi cambio de imagen. —Perdón por lo de...

—No te preocupes— le sonreí.

—Solo buscaba a Blake para que pidiéramos un whiskey.

—No beberé, tengo que conducir. —Bufó.

Creo que poco a poco comenzaba a entender que Blake era serio y borde con todos, excepto por mí y mi familia.

—Okey señor aburrido... ¿Emi?

—Yo no bebo. —Me encogí de hombros.

—¡Joder!. Todos parecen unos abuelos.

—Yo puedo conducir —Sugerí a Blake al analizar su excusa para no embriagarse.

—Mocosa, ni estando ebrio, dejaría que condujeras mi auto.

El sonido de un tintineo de llaves llamó la atención de los presentes.

—Olvidaste las llaves de tu preciado auto en la mesa.—Ayami sonrió maliciosamente y yo la miré con complicidad.

—Edwin, embriagarlo. —Ordené risueña.

Y todos los presentes supimos que la verdadera diversión estaba recién comenzando.
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