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VII

—No crees que es un poco...

—¿Grande?—le interrumpe Fukuzawa cerrando la puerta de la habitación matrimonial que habían estado viendo hasta hace unos momentos.

—Sí—asiente Mori, siguiendo su camino hacia la siguiente habitación. Un tercer chico les seguía sus pasos; un joven beta que trabaja en la inmobiliaria que ellos mismos escogieron con anterioridad.

—El departamento cumple con las especificaciones que ustedes mismos señalaron—el chico, que no pasaba de los veinticinco años de edad les recordó—pero si necesitan algo en especial podemos buscarlo para ustedes.

Mori negó atento a cada detalle del lugar. Desde que su hijo Ryuunosuke y Osamu habían comenzado con los preparativos de la boda, él junto a Fukuzawa habían retomado un mayor contacto entre ambos.

Un día mientras intercambiaban un par de mensajes, quedaron de buscar un regalo de bodas para sus hijos y luego de mucho discutirlo, llegaron al unánime que comprarían un departamento para ambos.

Y allí estaban, una mañana de sábado visitando el piloto de lo que sería el próximo hogar de sus hijos.

—Como pueden ver el departamento cuenta con cuatro dormitorios, dos baños, una cocina americana, living y comedor independiente, y un cuarto de lavabo—el chico les hablaba y daba las características de cada una de las habitaciones—y dos balcones; uno desde el living y otro desde el cuarto destinado al matrimonio.

Mori miró un momento a Fukuzawa buscando algún indicio negativo en su rostro, pero tal parece que este se encontraba completamente satisfecho con el lugar.

—Si desean puedo dejarlos solos un momento—habló el beta. Fukuzawa y Mori asintieron ante ello y el chico los dejó solos en la gran sala de estar.

Mori se siguió paseando, escudriñando cada centímetro a la vista. En cuanto llegó al ventanal, que mostraba la vista de la ciudad desde un séptimo piso, volteó para mirar a su acompañante.

—Cuando nos íbamos a ir a vivir juntos, nuestra opción no era tan ostentosa—soltó, a la vez que reía.

—Y no teníamos mucho apoyo de nuestros padres—puntualizó Fukuzawa. Mori asintió, dándole la razón.

—Aún así, no podíamos darnos esos lujos—guía su mirada nuevamente hacia el frente, viendo a través del vidrio.

Fukuzawa caminó hacia él, colocándose a su lado. Mori lo escuchó soltar un suspiro.

—Las cosas son muy diferentes de hace veinte años atrás—puntualiza. Y en un movimiento inesperado, ambas miradas conectan. Y se sienten como si el tiempo retrocedería, como si volvieran a tener veinte y aquella decisión nunca hubiese sido tomada.

—Yukichi...—su nombre salió como un suspiro de sus labios y su omega interior se inquietó.

Habían pasado tantos años, tantas cosas que pasaron juntos, tantos sentimientos de por medio y una conexión enviada por el mismo destino.

Pero el peso de la razón recayó sobre los hombros de Fukuzawa, recordándole la resolución que hicieron años atrás y que debía cumplir, porque ambos estaban en distintas páginas y tenían su propia vida.

—Mori, no—fue el primero en desviar la mirada y alejarse unos centímetros. Eso ayudó a que Mori se recompusiera y volviera en sí.

Se escuchó carraspear e ignorar la sensación que se produjo en su pecho. Muy en el fondo de su corazón lo sabía, lo tenía claro que nada volvería a ser como antes, que Yukichi ya lo había dejado atrás y había avanzado, que lo suyo no había sido nada y su vida siguió inclusive mejor.

Y eso, aunque no lo demostrara, le dolía pensarlo.

—Sí, lo sé—bufó—Solo que, ya sabes... Mi omega siempre me empujará hacia ti.

Fukuzawa suspiró.

Lo sabía, claro que sí.

—Eso es lo que significa ser destinados.

Chuuya quería golpearse con cualquier cosa que tuviera a la mano. Se sentía idiota, imbécil y todos los sinónimos que el diccionario tuviera para descalificarlo. Es que ¿cómo se le había olvidado aquel gran detalle? ¡En dos horas debía juntarse con Dazai y Akutagawa en la casa de modas!

Esa noche misma no había podido dormir tranquilo gracias a que en su mente se repetía una y otra vez la escena del beso que compartió con Dazai; la calidez de sus labios, sus movimientos lentos, la suavidad de su piel.

Y lo peor de todo, era que no se arrepentía. Y el sentimiento de culpabilidad que sentía en el pecho se debía simplemente a eso y no al acto en sí.

El nudo en la boca del estómago no lo había dejado probar bocado en el desayuno, más que un poco de su acostumbrado café con crema (el cual dejó a medias gracias a las náuseas que sentía).

Ahora, parado junto a la gran puerta de entrada de la casa de modas y con su cuerpo siendo atravesado por un ligero temblor gracias al nerviosismo que sentía, tomaba aire profundamente, dándose la valentía suficiente para poder por fin entrar y encontrarse con la pareja.

Quizás... no debería estar ahí. Pero tampoco podía desaparecer así como así.

Suspiró, dándose el impulso final y entrar.

—Nakahara—Ryuunosuke le habló en cuanto este dio unos cuantos pasos dentro de la recepción del lugar—Buenos días.

Centró su mirada en él y le sonrió lo mejor que pudo.

—Akutagawa, buenos días—le devolvió el saludo y desvió sus ojos hacia a Dazai, quien tenía al omega abrazado por la cintura.

Un sentimiento parecido a la adrenalina se apoderó de su cuerpo. ¿Cuándo había sido la última vez que estuvo tan nervioso? Años quizás...

—Buenos días—saludó el alfa, sereno.

—Buenos días.

En ese momento una chica les habló desde el gran escritorio que había en el hall, llamando la atención de los tres.

Chuuya fue quien tomó la palabra.

—¿Tienen cita?—les preguntó la trabajadora aparentemente alfa.

Chuuya asintió dando el nombre de la pareja. La mujer tecleó en el computador de escritorio frente a ella y volvió a centrar su atención en los tres.

—Pasen por el pasillo de la derecha, allí los recibirá un chico que los llevará junto a la modista—indicó con una sonrisa en los labios.

Chuuya le agradeció y siguieron el camino.

Dazai en ningún momento mostró interés en acercarse a su lado, es más parecía que este lo ignoraba y trataba de hacer el menor contacto posible con él.

Y aunque gracias a ello la cita fue más llevadera de lo que pensó, no podía evitar sentirse contrariado.

Le dolía un poco su indiferencia.

La cita duró un poco más de una hora, por lo que un poco antes de las once de la mañana estaban ya saliendo del lugar.

—¿Debes irte?—escuchó a Dazai hablar hacia Akutagawa. El omega asintió, mirando un momento hacia su móvil.

—Quedé de ir con papá a almorzar. Hoy salió temprano con el tuyo.

El alfa bufó.

—¿Eh? ¿Y por qué no me dijo?—hizo un puchero que a Chuuya le pareció gracioso.

Y a Akutagawa también, por la media sonrisa que mostró.

—Eso no lo sé, deberías preguntarle—en ese momento un automóvil se paró en la acera junto a ellos—Llegó mi uber, me voy.

Ryuunosuke se despidió de ambos y se marchó.

Chuuya soltó un suspiro. También era tiempo que se fuera.

—Chuuya—sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando su nombre salió de los labios de Dazai.

Le miró dudoso, manteniéndose a raya.

Quería irse. Debía irse.

—Hay una cafetería cerca de acá. Necesito conversar contigo.

Mierda.

En cuanto llegaron hasta la cafetería, se sentaron en la mesa más aislada que encontraron. Gracias a la hora no había mucha gente allí, pero aun así querían la mayor privacidad posible.

El nudo en el estómago que había estado molestando a Chuuya desde temprano y que fue disolviéndose con el paso de las horas, volvió a aparecer. Y con más fuerza, por lo que no se sentía preparado para comer algo.

Simplemente pidió un té negro y Dazai un americano.

Cuando se vieron completamente solos en la mesa y cada uno con sus órdenes, el silencio reinó en ellos, un silencio incómodo y doloroso.

Chuuya no era capaz de mirarlo a los ojos y el recuerdo repercutía en su mente.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Y lo peor de todo es que quería volver a sentir lo mismo.

Pero sabía que no era correcto.

—Dazai yo...—sus labios se movieron, queriendo interrumpir el hilo que sus propios pensamientos estaban tomando—Quiero disculparme por lo de anoche.

Se calló un momento, fijando su vista en la humeante taza.

—¿Te arrepientes?—fue la pregunta que salió de Dazai, una pregunta a la que Chuuya no estaba preparado para contestar.

—¿Eh?—por la impresión, levantó su mirada, posándola finalmente en la castaña del alfa.

Este se mostraba serio, esperando una respuesta a su interrogante.

Chuuya debatió internamente.

¿Qué contestar?

Quería un relajo emocional, es lo único que tenía claro en esos momentos.

—No—soltó finalmente—Y eso es lo peor de todo.

Y el silencio volvió a reinar.

Dazai entendía perfectamente cómo se sentía y eso no podía evitar deprimirlo un poco. Porque él mismo estaba experimentando aquella confusa sensación desde el día de ayer desde que habían compartido aquel beso.

Eran como mariposas que revoloteaban sin parar, para luego convertirse en avispas que querían asesinarlo desde dentro.

Obviamente las avispas eran la culpa por traicionar a Ryuunosuke.

—Akutagawa no se merece esto—suelta Chuuya y Dazai asiente en medio de un suspiro.

—Lo sé.

Una media risa con tonos irónicos escapa de la boca del omega.

—Tal parece que ni como amigos funcionamos.

Y Osamu no tuvo cómo refutar aquello.

Chuuya tomó un largo sorbo de su té. Su garganta ardía y se sentía apretada, conocía esa sensación... no era su favorita.

Dejó la taza y se puso de pie. No quería seguir ahí.

—Espera—el alfa lo detuvo y Chuuya le miró—¿Esto es por la persona que nombraste en la florería?

La sopresa pintó el rostro del omega.

—¿Qué?

Dazai no aparta su mirada, pero Chuuya no tiene interés en contestar eso.

—No es de tu incumbencia—la molestia ahora se hacía presente en su voz—Solo déjalo así.

Y camino, dejando a Dazai atrás.

Se han cumplido tres meses desde que Chuuya había comenzado a trabajar en la preparación de la boda de Dazai y Akutagawa. Y ese día cumplía un poco más de dos semanas desde que no veía a ninguno de los dos.

Diciembre era el mes del año donde la gastronomía tenía una mayor demanda y gracias a ello, habían suspendido las reuniones para que ellos pudieran enfocarse en sus negocios propios.

Chuuya había seguido con su vida normal durante esos días; haciendo clases en la universidad y una que otra asesoría para algún evento pequeño de fin de año.

Hasta esta semana.

Tal y como los años anteriores, Chuuya había pedido esa semana completa para descansar y quedarse en casa. Y gracias al papel médico este fue dado sin problema.

Por lo que ahora, ese lunes, a las nueve de la mañana aun se mantenía en pijama y recostado en el sillón de la sala de estar de su casa, mientras veía cómo su hermana Kyoka y su madre Kouyou iban y venían con unas maletas y bolsos.

—Hijo—le llamó su madre en un momento, mientras se sentaba junto a él. Su mirada se posó atenta en ella—¿Estás seguro que estarás bien solo?—Kouyou ni siquiera podía esconder su preocupación.

Este sería el primer año que su hijo pasaría solo esa semana y por más que quisiera acompañarlo no podía; Kyoka tenía un importante seminario gastronómico en otra ciudad, la cual duraría toda esa semana.

Al ser parte de su formación académica, la asistencia era obligatoria. Y aunque Kyoka fuera una alfa, aun era menor de edad y debía ir con su apoderado.

—No te preocupes, estaré bien—Chuuya le sonrió intentando darle tranquilidad, aunque en realidad no sirviera de mucho.

Kyoka apareció junto a ellos, vistiendo un lindo vestido rosa palido, junto a una gabardina blanca y una bufanda del mismo tono del vestido. El frío por las mañanas era cada vez más intenso.

—Estoy lista.

Kouyou asintió y se coló de pie. En ese momento una bocina sonó fuera de su hogar. El taxi que las llevaría al aeropuerto había llegado.

—Te dejaré las llaves del auto por si necesitas usarlo. Aun le queda algo de bencina—comenzó a dar las últimas indicaciones mientras tomaba una maleta, Kyoka le seguía y Chuuya se ponía de pie para ayudarlos—En mi habitación quedaron unas tarjetas de crédito en caso que quieras ir al supermercado.

—Está bien, mamá—le mostró una sonrisa.

—Alimentate bien, por favor.

—Lo haré, tranquila.

Kouyou le dio una última mirada y besó su frente.

—Te llamaré cuando lleguemos.

Chuuya asintió.

—Cuídate, hermano.

—Tu también—le correspondió—Cuídense mucho.

Y ambas alfas subieron al taxi, partiendo de forma inmediata.

Chuuya volvió enseguida al cálido interior de su hogar. Quizás desayunaría algo rápido e iría a ver alguna película o serie en Netflix.

A pesar de haberle prometido a su madre que se alimentaría, no tenía apetito para hacerlo correctamente.

Se tomaría una taza de café y unas tostadas con mantequilla. Eso sería suficiente.

Dazai miraba atento a cada persona que salía por la gran entrada de la universidad, buscando con sus ojos a alguien en especial.

Aunque ya estaba perdiendo las esperanzas de verlo.

Llevaba exactamente una hora y no había rastro de él. Tampoco le había contestado las llamadas ni mucho menos los mensajes de WhatsApp.

Estaba un poco preocupado. Y es que desde el sábado que fueron a la casa de modas no había vuelto a comunicarse con Chuuya.

Su llamada será transferida al buzón de voz.—Dazai colgó con furia por octava vez en esa hora.

Se estaba estresando y, para qué negarlo, también preocupando. Su alfa estaba completamente loco en su pecho.

Quería saber de Chuuya, necesitaba verlo.

—¿Dazai?

Levantó su mirada rápidamente al escuchar el llamado. Pero la esperanza fue fugaz como un suspiro.

Frente a él, Oda le miraba extrañado.

—¿Qué haces acá?

—Estoy buscando a Chuuya—dijo con simpleza—¿Sigue dentro?

Oda le miró extrañado y frunció el labio. Eso no le dio buena espina.

—Chuuya no vino hoy y no lo hará por el resto de la semana.

Dazai se preocupó.

—¿Por qué? ¿Está enfermo?

Oda frunció los hombros.

—No lo sé. Pero desde que trabaja acá, se toma esta semana libre—comunicó—Quizás sea su celo. No lo sé realmente—dice como si nada—¿Lo has llamado?

El aludido asintió, mordiendo su labio inferior.

—No me contesta. Los mensajes tampoco—hizo un pequeño puchero—¡Y desactivó los vistos! Aunque sé que los lee—bufó.

Oda lo miró serio con una ceja levantada.

—¿Qué le hiciste?

—¿Ah?—la expresión de Dazai mostraba una mueca como si lo dicho por Oda fuera la peor ofensa hacia él—¡Odasaku, yo no le hecho nada!

Pero a pesar de ello, Oda seguía mirándolo incrédulo.

—Ajá.

Y el berrinche del alfa duró un par de segundos más.

—Yo ya debo irme—le dijo en un momento Oda, ignorando su palabrería y mirando su reloj de pulsera—Ango tiene un compromiso en la noche y debo llegar a ver a los niños.

Dazai asintió.

—¿Quieres que te lleve?

Oda accedió y se encaminaron hacia el estacionamiento frente a la universidad.

La noche estaba pronto a caer, el frío había estado menos intenso que el día anterior, pero aun así Chuuya se mantenía abrigado con una manta de polar y una taza de té de melisa en sus manos, mientras veía y escuchaba el agua correr por la pequeña fuente que tenían instalado en el jardín trasero de su hogar, sentado en un sillón largo de mimbre y acolchado con unos cuantos cojines.

Soltó un suspiro, sintiendo que las emociones y recuerdos le abrazaban.

Había estado toda la tarde allí, contemplando aquel pequeño santuario en su jardín, conversando con ella y sacando todo lo que en su pecho molestaba. Hubieron momentos de lágrimas, momentos de enojo y momentos de calma, como el de ahora, donde luego de toda esa catarsis emocional podía relajarse un poco y disfrutar de la calma que le rodeaba.

Pero su calma recién adquirida fue interrumpida por el timbre de su casa, anunciando que alguien buscaba.

Y aunque quisiera ignorarlo, este comenzó a ser insistente. Por lo que con el ceño fruncido y aspecto molesto dejó su taza a un lado del sillón, la manta y se colocó de pie, yendo a ver quién era el molesto visitante que acudía a esa hora, siendo cerca de las ocho de la noche.

Pero en cuanto lo hizo, una parte de él se arrepintió.

—¿Qué haces aquí?—su voz salió amarga y eso le preocupó un poco al otro.

Al otro lado de la puerta, Dazai miraba a Chuuya con pasimornia.

—Estaba a punto de abrir yo mismo la puerta si no atendías.

—¿Ah sí? ¿Y cómo?

Dazai levantó una de sus manos, la cual traía unas bolsas plásticas con cosas dentro, y le mostró un pasador de metal.

—¿Ibas a forzar mi puerta?—aunque quiso sonar molesto, una suave y corta risa lo traicionó.

Dazai mostró una sonrisa y asintió.

—Eres imposible... Bien ¿qué quieres?

—No contestabas mis llamadas y mensajes—comenzó a hablar Osamu, sin dejar de mirarlo a los ojos—Y ayer fui a buscarte a la universidad, pero Odasaku me dijo que te habías tomado la semana y pensé que...

—¿Pensaste que estaba en celo y necesitaría tu ayuda?—le interrumpió Chuuya, cruzándose de brazos y con una ceja alzada.

Dazai frunció su labio. No quería admitirlo pero el tono que usó y la forma cómo lo dijo le golpeó una parte sensible en él.

Chuuya se dio cuenta de esto y se mordió la lengua.

Tsk.

Olvídalo, ¿quieres pasar?—se hizo a un lado junto a la puerta y el alfa entró.

—¿Has comido algo?

—No, no tengo mucho apetito—contesta mientras cierra la puerta.

Dazai le sigue el paso a Chuuya dentro de casa. Todo estaba muy silencioso, ¿estaría solo? Recordaba que en una ocasión este le había contado que vivía con su madre y hermana menor, ambas alfas.

Pero no había rastros de ninguna de las dos.

—¿Vas a cocinar algo?—Chuuya se mostró interesado en las bolsas que aun cargaba el otro en las manos y este le mostró una sonrisa mientras asentía.

—¡Por supuesto que sí! Y te va a encantar.

Chuuya soltó una risa.

—Bien, usa mi cocina sin miedo, chef Osamu—se cruzó de brazos—Pero si rompes o quemas algo me lo pagarás con sangre.

—¡Já! Ya veremos.

—Debo decir que quedó bastante bueno—fue lo primero que dijo Chuuya luego de probar el primer bocado de risotto que Dazai había preparado—Pensé que tu restaurante lo sacaba a flote tu subchef; Kunikida.

Al escucharlo, Dazai le miró molesto.

—¡Hey!

Chuuya soltó una risa y siguió comiendo.

Conversaron una que otra cosa, mientras disfrutaban del plato y el vino que Osamu escogió para acompañar. Chuuya no quería admitirlo, pero la compañía del otro le estaba sentando bien, bastante bien, luego de estar dos días completos es un huracán de emociones en la soledad de su hogar.

Pero por más que ambos disfrutaran de la conversación y la comida, Osamu tenía preguntas, muchas preguntas que quería que fueran contestadas.

Y aunque no quisiera arruinar el ambiente (o quizás, siendo empujado por él) se atreve a sacar a colación el tema que tanto le intrigaba.

—Chuuya, necesito que conversemos—soltó en un momento.

Este suspiro. Realmente sabía que solo era cuestión de tiempo para que el otro dijera algo al respecto.

Y lo había pensado, durante el resto de la tarde, si es que era correcto abrirse a Dazai y decirle todo aquello que había escondido en lo más recóndito de su corazón. Y aunque quizás la idea no le agradara del todo, porque significaba abrir heridas que estaban cicatrizando, sabía que debía sincerarse y decirle el porqué de su actitud.

Porque quiera o no, Dazai Osamu era su destinado y este quería respuestas.

—Dazai...

—Chuuya, necesito saber todo, porqué rechazas nuestro lazo.

Chuuya buscó su mirada, mientras dejaba los cubiertos a un lado.

—¿De verdad quieres saber?

Dazai asintió, expectante.

—¿Por qué?

—Quiero saber todo de ti, Chuuya.

Y no tuvo cómo negarse a la petición, no cuando los ojos de Dazai suplicaban respuestas.

—Bien—se coloca de pie, dejando su plato de lado a pesar que aun no terminaba, pero el nudo que se le formó en el pecho no le dejaría probar ningún alimento más.

Dazai le siguió con la mirada, viendo cómo este tomaba su copa de vino y la botella.

—La necesitaré—dijo simplemente—Sígueme.

Y Dazai le hizo caso, dejando también su platillo a medio comer y tomando su copa, siguiendo los pasos de Chuuya.

Ambos salieron al jardín trasero y a cada segundo que pasaba Dazai estaba más intrigado.

El cielo nocturno ya se había hecho presente desde hace instantes atrás y la oscuridad cubría la ciudad, siendo iluminada solo por las pocas estrellas que se veían.

Era una noche sin luna.

—Siéntate conmigo—le dijo Chuuya, tomando asiento en el sillón que estuvo usando durante la tarde.

Dejó su copa en la pequeña mesa de centro que había y se sentó. En ese momento su mirada se centró en la fuente de agua que adornaba el jardín. Era realmente hermoso; pequeñas y tenues luces blancas estaban encendidas, iluminando el caer del agua; muchas plantas adornaban las rocas, de variados colores, rosados y morados principalmente, y una que otra a flor falsa de loto flotaba en el agua (se notaba que era de adorno porque dentro de ella tenía una luz, logrando que la flor se iluminara).

Pero lo que más llamó su atención fue ver que detrás de la pequeña cascasa que se formaba en el centro, hubiera una roca completamente camuflada por el agua, con una pequeña caja.

Por el reflejo de esta misma, no podía distinguirla muy bien.

Debía decirlo, el lugar era un pequeño santuario de tranquilidad en el jardín de Chuuya.

Su curiosidad estaba por los cielos.

Desvió su atención a Chuuya, quién también se mostraba absorto en la fuente. Y no pudo describir con palabras la serenidad que expresaban los ojos azules de él, llenos de un montón de emociones que nunca le había visto experimentar.

—Chuuya, ¿qué es esto?—se atrevió a preguntar.

En esos momentos nada le interesaba, ni el frío ni la hora que podía estar marcando el reloj, mucho menos el que haya dejado su teléfono dentro de la casa y Ryuunosuke o su padre o cualquier otro podían llamarlo. Ahora solo su interés y atención eran exclusivas de Chuuya y en todo lo que este podía decirle de ahora en adelante.

—Esto es...—comenzó a hablar sereno—Esto es la razón por la cual debo usar un collar, mi omega estuvo años dormido y no puedo corresponder nuestro destino—desvío su mirada a Osamu, mostrándose tranquilo. En cambio, este mismo estaba siendo comido por los nervios—Ponte cómodo, te contaré la historia de cómo un día perdí todo lo que una vez amé.

*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola a todos, tanto tiempo. ¿Cómo los ha tratado la cuarentena?

Espero que se encuentren bien.

Yo he estado un poco desaparecido porque no he tenido la instancia oara escribir con tranquilidad; tengo dos hermanos menores que meten ruido en la casa todo el día con sus juegos o vídeos y eso me sacaba de onda, por lo que tiempo o momento para escribir eran nulos.

Lo bueno es que he podido avanzar y encontrar formas para escribir. Por lo que les traigo este capítulo después de tanto♡

Realmente espero que estén cumpliendo con todas las medidas para cuidarse de este bicho, laven sus manitos, coman nutritivamente (sobre todo alimentos ricos en vitamina C) y quédense en casa.

Ahora, respecto al capítulo. Me ha gustado mucho escribirlo, estaba ansioso por hacer este y el próximo que se viene, el cual comenzaré a trabajar ahora mismo para no demorar. Así que espero que les haya gustado.

Cualquier acotación que tengan, comentario o duda pueden dejarla sin problema.

Ahora, me despido.

Cuídense mucho.

Saludos a todos☆

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