Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VI

—Entonces el cóctel será una hora antes de la cena—habló Chuuya, anotando lo recién discutido en su agenda—para frío dulce tendremos mini tartaletas de fruta rellena con crema pastelera, macarons de zarzamora rellenos con crema de limón y menta, y mini pasteles de hojaldre rellenos con dulce de leche y crema chantilly.

Desvió su mirada hacia la pareja frente a él buscando algún indicio de negatividad, pero solo asintieron.

Chuuya prosiguió.

Anotó el resto del menú del cóctel en su libreta, haciendo unos cuantos cambios y acotaciones que Akutagawa le nombraba.

Dazai se había mostrado tranquilo durante toda la reunión, lo que Chuuya agradeció internamente. Aunque no podía evitar sentirse extraño, nunca, en todo ese tiempo que le había visto comportarse de esa forma.

La parte irracional de su cabeza, creía extrañar a ese Dazai intenso e irritante.

Sí, estaba loco. Ya lo presentía.

¿No era esa la tranquilidad que tanto había buscado? ¿Por qué ahora se sentía tan inconforme?

"Es lo que significa ser amigos" se respondió de forma casi inmediata.

Y su omega interno sollozó.

—Solo nos quedaría ver para la cena y el cóctel—puntualizó Chuuya.

—Esos los revisaré en la los vinos bodega de mi restaurante y allí escogeremos—nombró Dazai, hablando con tranquilidad.

Chuuya sintió su corazón palpitar con fuerza al escucharlo.

—Claro, no hay problema—asintió—ahora, la modista que contacté me envió estos catálogos de trajes para bodas—dijo, sacando de su maleta dos revistas de su maletín y colocándolo sobre el escritorio frente al omega y alfa—pueden escoger uno y pedirlo tal cual o tomar ideas de varios y hacerlos a su gusto—la pareja comenzó a ojearlas mientras Chuuya les hablaba, prestando atención a ambas cosas—faltan un par de meses para la boda, pero es un trabajo difícil y deben tener varias pruebas de vestuario en el proceso, así que lo mejor es ir con una idea clara a la cita con ella.

Akutagawa y Dazai se tomaron su tiempo para revisarlas. El trabajo de aquella modista se veía de alta costura y eso los dejó satisfechos. Chuuya había hecho bien al trabajar con ella.

Luego de varios minutos en los que el alfa y su omega discutieron en voz baja mientras pasaban las páginas, haciendo comentarios y puntualizando un par de cosas, llegaron a la idea final; Ryuunosuke escogió un traje que consistía de pantalón y blazer de color blanco marfil, junto a un chaleco celeste pastel, una camisa blanca y un pañuelo en el cuello del mismo tono del chaleco. Finalmente, en su cabeza iría un corto velo blanco de gasa con encaje en el borde.

En cambio, Dazai usaría un traje completamente negro; tanto pantalón, blazer y camisa, y corbata de color rojo.

Los zapatos serán un tema que verían luego, pero estaban claros que debían ser de color blanco y negro, respectivamente.

Chuuya tomó nota y recibió ambos catálogos de vuelta.

—Con esto estaríamos listos entonces.

—Muchas gracias por tu tiempo, Nakahara—agradeció el omega, colocándose de pie para despedirlo.

Este tomó sus cosas y se despidió.

Cuando Chuuya salió de la pastelería con intención de caminar hacia la estación de metro más cercana, Dazai apareció a su lado dándole alcance.

—Espera un momento.

Este se detuvo y le miró. Era la primera vez que intercambiaban palabra a solas desde la conversación que tuvieron en el auto de su madre hace un par de días, por lo que una incomprensible ansiedad le atacó, una mucho peor de la que sintió mientras estaba con Akutagawa.

—¿Qué sucede?

—Dame tu número—pidió sin más.

—¿Ah?

—Oh, no te preocupes. Yo lo busco—sacó su móvil y aparentemente el de Chuuya, y comenzó a manipularlos a ambos.

—¿Cómo mierda tienes mi teléfono?—exclamó intentando alcanzarlo. Pero el maldito de Dazai usó su gran altura a su favor—¡Entrégamelo!

Dazai lo ignoró un par de segundos más, mientras seguía tecleando en las pantallas y luego le miró, para proceder a entregarle su móvil.

Chuuya lo recibió bufando y guardándolo en el bolsillo de su camisa. Luego, se cruzó de brazos y le miró molesto.

—¿Para qué quieres mi número?

Dazai se encogió de hombros y rascó su nuca con una de sus manos perezosamente.

—Debemos ver los vinos para el menú—dijo simplemente—Y quiero que me avises sobre la fecha final en la que iremos con la modista.

Chuuya soltó un pequeño bufido.

—¿Y eso? Generalmente solo hablo con Akutagawa...

—Ay Chuuya—le interrumpió—tu solo hazlo. Anoté mi número en tu agenda para que me hables—dicho eso, le dio la espalda y comenzó a mover su mano de un lado a otro—¡Estaré esperando tu llamado!

Chuuya solo pudo apreciar la espalda del otro, viendo cómo se alejaba.

Era jueves por la noche y Chuuya se encontraba en su habitación, específicamente en su escritorio, junto a una gran cantidad de papeles (que eran los exámenes que había tomado esa semana a una sección a la cual le hacía clases) y su laptop, donde se mostraba una cartilla de Excel, con la tabla de puntuaciones escrita.

Vio la hora en el sector inferior de la pantalla; este marcaba las once y treinta y cinco de la noche. ¿En qué momento había avanzado tanto el tiempo?

Se incorporó en su asiento, soltando el lápiz rojo que usaba para corregir y estiró su cuerpo entumecido por llevar varias horas en la misma posición.

—Mierda—murmuró cuando tomó su móvil. Había olvidado avisarles a Dazai y Akutagawa que la modista había onfirmado la cita.

¿Era muy irrespetuoso si les enviaba un mensaje a esta hora?

Lo pensó un momento, abriendo el vacío chat que tenía con Dazai. En ese momento, bajo el nombre apareció el conocido en línea, así que olvidando la vergüenza inicial, comenzó a escribir.

"Buenas noches. Disculpa la hora, pero no había tenido tiempo de tomar mi celular.

La modista me confirmó la hora, nos espera el sábado a las nueve de la mañana.

La dirección la tiene Akutagawa."

Y lo envió.

Bloqueó su teléfono y lo devolvió a su escritorio. Pero este vibró antes que pensara en hacer algo más, por lo que lo volvió a tomar.

"Dazai O.

Está bien. Gracias"

Chuuya se sintió extraño ante la vaga respuesta de Dazai. Tampoco esperaba la gran cosa... es decir.

... Ugh. Ni siquiera él mismo se entendía.

Simplemente se limitó a responder rápidamente un "de nada" y soltó su teléfono, como si de esa forma también de deshiciera de sus pensamientos tan extraños y ese sentimiento en su pecho que comenzó a brotar desde hace un rato.

Los minutos comenzaron a pasar lentamente, mientras Chuuya seguía con el trabajo que había dejado pausado momentos atrás. Estaba ya cansado, pero no quería ir a dormir aun. Su mente estaba demasiado inquieta y prefería mantenerla ocupada en los desastrosos exámenes de sus alumnos que en lo que su propio corazón prefería recordar gracias a su omega interno.

Pero un nuevo mensaje fue anunciado en su teléfono y sus alarmas se dispararon.

Era Dazai.

"Dazai O.

¿Despierto tan tarde?"

Chuuya acomodó su espalda contra el respaldo de la silla y tecleó.

"Sí, estaba revisando unos exámenes"

El en línea bajo el nombre de Dazai aun aparecía, mientras se debatía entre escribir algo más.

"¿Y tú?"

Bien, un mensaje era solo un mensaje ¿si? No debería sentirse tan ansioso por ello. Además, no estaba haciendo nada malo, así que su omega interno podía comenzar a calmarse antes que se siga descontrolando.

Realmente se sentía como una colegiala.

Y más aun, cuando el doble ticket azul apareció y luego el en línea desapareció

¡Maldito hijo de...!

Chuuya quiso lanzar su teléfono por la ventana. ¿Qué se creía ese idiota?

—Creo que lo mejor será irme a dormir—murmuró, luego de soltar un bufido. Guardó los exámenes separados por carpetas para no confundirse, cerró la laptop una vez que dejó su móvil guardado en uno de los bolsillos traseros.

Fue hasta su closet para buscar un pijama limpio y unas toallas para encaminarse al baño a asearse.

Una vez dentro, se desvistió, dejando la ropa sucia en el cesto y su móvil sobre el lavamanos. En ese momento, el aparato vibró y Chuuya no perdió el tiempo para revisarlo.

Era un mensaje nuevamente.

"Dazai O.

Estaba cerrando el restaurante.

Voy saliendo del trabajo.

Estuvo fatal."

Chuuya bufó, sintiéndose idiota.

"¿Mucha gente?"

Dazai contestó de inmediato.

"Dazai O.

Algo así.

Tuvimos una reservación para una empresa.

El servicio terminó hace una hora más o menos, pero debíamos limpiar todo."

"Entiendo.

Que fastidio, sé lo que significa trabajar de esa forma"

Y claro que lo entendía; un servicio de restaurante era muy diferente a uno especializado, debían seguir los protocolos según la ocasión.

"Dazai O.

Lol lo sé.

Pero así es nuestro trabajo.

(´;ω;`)"

Chuuya soltó una risa al ver el emoji. En ocasiones como esas, no podía creer que el otro fuera un alfa. Muchas veces, los arranques de Dazai, le dejaban sin habla.

"Sí..."

En ese momento su mente se quedó en blanco sin saber más qué decir. ¿Sería oportuno despedirse ahora? Además, ya era tarde y el otro debe querer manejar tranquilo, para llegar a casa y descansar por fin...

Con su omega.

Aunque todo el hilo de pensamientos que estaba teniendo se esfumó en cuanto el otro volvió a escribirle.

"Dazai O.

¿Qué harás mañana?"

Su corazón dio un vuelco al leerlo.

"Tengo clases en la mañana"

Mordió su labio inferior, esperando una respuesta.

"Dazai O.

¿Quieres ir a almorzar?"

—Mierda...—masculló por lo bajo.

"Dazai O.

Como amigos, claro..."

Se apresuró en escribir. Aunque Chuuya no creía que fuera oportuno. ¿Siempre serían así las cosas entre ellos?

"Tengo planes para la tarde."

"Dazai O.

Ya veo..."

Lo pensó un momento más, sintiendo su corazón casi salirse por la boca.

¿Qué pasaría si...?

"Pero estoy libre para la cena."

¡Listo! Lo hizo... ¿qué tan malo puede ser?

"Dazai O.

¡Excelente!

Entonces nos vemos para la cena, en mi restaurante ¿te parece?

Así aprovechamos de revisar la bodega con los vinos

(-‿◦)"

Una pequeña sonrisa adornó sus labios, respondiendo afirmativamente.

Se enviaron unos mensajes más, se despidieron y cada uno siguió con lo suyo.

Chuuya soltó un suspiro, aun sintiendo a su omega revolotear en su pecho.

¿Qué podía salir mal?

—Chuuya, querido—le llamó Kouyou a su hijo, quien revisaba la lista de compras mientras tachaba con un lápiz lo que iban metiendo en el carro. Ambos quedaron de ir al supermercado luego de las clases de Chuuya, para comprar lo necesario—no quiero sonar inoportuna pero su aniversario ya se acerca.

El aludido soltó un suspiro, tomando dos botellas de aceite y dejándolas en el carro, para seguir caminando, seguido por su madre.

—Lo sé, mamá—contestó desganado—se cumplirán tres años ya.

—¿Vas a querer hacer algo ese día?—preguntó con calma y atenta a las reacciones de su hijo.

—No lo sé—mordió su labio inferior, leyendo la lista nuevamente—Creo que pediré unos días libres en la Universidad—le miró directamente a los ojos. Kouyou pudo notar una sombra de tristeza en los azulados orbes de su cachorro—Sabes que esos días no estoy con mucho ánimo.

Kouyou acercó su mano hacia los rebeldes cabellos de su hijo y le regaló una caricia.

—Lo sé, hijo. Para tu omega aun es muy reciente todo—le dio una mirada comprensiva.

Chuuya asiente, lanzando un suspiro.

—Tranquila, mamá. Todo estará bien—le sonrió levemente, no queriendo preocupar más al alfa interno de su madre.

"Todo estará bien" repetía en su mente, queriendo creer en aquellas palabras.

Irremediablemente la imagen de Osamu apareció en su cabeza. Esa noche lo vería y esperaba que nada malo sucediera. En su corazón ya bastantes emociones estaban presentes como para agregar más.

Sí, todo estará bien.

Ambos estaban sentados, uno frente a otro, junto a tres copas de diferentes tamaños (uno con agua, otra con vino tinto y la última con vino blanco) y un plato principal para cada uno.

Desde que Chuuya había llegado y se había reunido con Osamu en una de las mesas apartadas (siendo guiado por uno de los garzones), una conversación fluida se había instalado, hablando de distintas cosas que pudieran ocurrirseles. Aunque mayoritariamente  los temas sacados tenían que ver con su trabajo y la gastronomía.

Pero no por ello les resultaba aburrido.

Cuando por fin llegaron al postre, Chuuya se sentía un poco mareado y bastante alegre. Todo se debía al vino y su poca resistencia a él.

Aquello era irónico, tomando en cuenta que se desenvolvía en el mundo de la enología y cata de vinos.

—En cuanto termines podemos ir a la bodega—le dijo Osamu, reposando su espalda en el cómodo respaldo de la silla.

Chuuya asintió, con un brillo especial en sus ojos. Estaba ansioso por conocer la bodega y la distinta colección de vinos que pudiera tener en su poder.

Se terminó el helado de matcha que quedaba en su plato y dejó sus cubiertos en posición. Se colocó de pie, bajo la atenta mirada del alfa y le tomó del brazo.

—¿Chuuya?

—Vamos a tu bodega.

Osamu parpadeó sorprendido, aun sintiendo el tacto del omega sobre su brazo. Sus ojos se encontraron un sintió una corriente traspasar su cuerpo.

Una leve sonrisa se formó en sus labios y asintió.

—Vamos.

Dazai lo guió hasta el área del bar, dónde una escalera hacia lo que parecía ser un subterráneo aparecía. Aquella área era de acceso restringido y solo su padre, Kunikida, el barman y él mismo podían entrar libremente a buscar botellas para los comensales.

Una vez dentro, Chuuya abrió sus ojos impresionado. La bodega era muy grande, tanto como el salón comedor que había en el primer piso.

—Vaya...—soltó por lo bajo, paseando su mirada por todos los estantes llenos de botellas de vinos y destilados. Habían muchas variedades de cepas y marcas, vinos espumantes, tintos, blancos, rosé, con doble fermentación, etc.

Para Chuuya, era el paraíso.

—¿Qué opinas?

—No tengo palabras—soltó, leyendo una por una las etiquetas de las botellas. ¡Muchas de esas botellas equivalían una sola a su sueldo de todo el mes! Y claro, no pensó que se encontraría con tales joyas.

El restaurante acababa de subir de categoría en su mente.

Osamu se limitó a observarlo recorrer la estancia y comentando ciertas cosas cuando Chuuya decía algo respecto a algun vino.

Debía aceptarlo, el chico sabía mucho.

Datos y anécdotas iban y venían por parte de cada uno, y en cuanto cayeron en cuenta respecto al tiempo que llevaban dentro, una hora ya había pasado.

—¿Está bien que estés tanto tiempo fuera de la cocina?—le preguntó preocupado a Dazai—Creo que ya debería irme.

—Kunikida va a asesinarme—comentó por lo bajo, para luego hacerse el desentendido y mirar a Chuuya—Si quieres puedo ir a dejarte.

Chuuya frunció el ceño, extrañado.

—¿No debes supervisar el cierre?

—Tranquilo, tranquilo. Kunikida se encargará—una gran sonrisa se formó en sus labios, tomando al omega de los hombros y guiándolo hacia la salida, sin decirle nada a nadie.

—Pero...—intenta negarse, pero al mirar de reojo a Osamu prefirió callarse. Siempre terminaba saliéndose con la suya.

Cuando llegaron al estacionamiento, ambos se subieron al automóvil de Dazai en silencio.

—Pensé que sería más grande—comentó Chuuya haciendo alusión al carro.

Dazai le miró alzando una ceja.

—Bueno... No es ni muy grande ni muy pequeño. El tamaño perfecto.

—Ajá.

Se colocaron el cinturón de seguridad, Dazai encendió el auto y conectó su móvil a la radio, para luego entregárselo a Chuuya.

—Ten, pon algo de música—dijo despreocupado, para luego comenzar a acomodar los espejos y otros detalles antes de conducir.

—¿Estás seguro?

—No hay problema.

Chuuya sonrió, tecleando en la pantalla con el Spotify abierto.

Un par de segundos después y con Osamu ya arrancando, una fuerte melodía comenzó a sonar a través de los parlantes.

Dazai frenó de golpe y le miró sorprendido.

—¡Chuuya! ¿Es en serio?—exclamó y este soltó una carcajada.

—¡Tu dijiste que podía, así que ahora no molestes!—divertido.

—¡Pero no pensé que te gustaría ese tipo de música!—intentó quitarle el móvil y Chuuya le detuvo.

—No te distraigas del volante que es peligroso—soltó con su sonrisa intacta, burlesco—Ahora, yo me encargo de la música y tu llévame con cuidado a casa.

—Esto es horrible...—murmuró, acomodándose en su asiento.

Porque sí, para él, escuchar las fuertes melodías de la canción Engel de Rammstein era la peor tortura del mundo.

¿Quién diría que Chuuya tendría ese gusto musical?

Le miró por el rabillo del ojo, notando como la cabeza del omega se movía casi imperceptible al ritmo de la música y sus labios deletreaban sin generar sonido alguno la letra de la canción. Se notaba tranquilo, emocionado, con un aura de felicidad que nunca le había visto.

Suspiró sonriendo por lo bajo.

Quizás no todo era tan malo.

Luego de cuarenta minutos de camino, por fin habían  llegado hasta el hogar de Chuuya.

Para Dazai, había sido un viaje reconfortante, a pesar de la pesada y para nada tranquila música que repercutía dentro del auto. Pero es gracias a eso que pudo conocer una nueva faceta de Chuuya; una tranquila y relajada.

Su carro venía con un exquisito aroma a naranjas dulces que traía a su alfa completamente gozoso.

Las últimas notas de Du Hast resonaban, terminando la canción. Y con ello, Chuuya paró la siguiente reproducción y un silencio los envolvió.

La sonrisa de Chuuya se mantenía, iluminando toda la visión de Osamu.

—Gracias por traerme—soltó por fin al cabo de unos segundos, con Dazai aun embelesado.

Chuuya se sentía bien, se sentía tranquilo. No sabía si era por el alcohol ingerido con anterioridad o por la emoción que sintió al conocer la bodega de vinos o por el viaje tan relajado, a su parecer, escuchando la música que amaba (porque sí, el rock y metal eran su género de música preferido, aunque en muy pocas ocasiones tuviera la oportunidad de perderse en aquellas notas).

O por tener a Dazai Osamu frente a él, con su exquisito aroma a café inundando sus fosas nasales.

O el conjunto de todo eso.

—No es nada, Chuuya—le contestó este, unos tonos más bajo, casi como si no quisiera romper aquel silencio que los envolvía.

Sus miradas chocaban y sus lobos internos rogaban por contacto.

La mano de Osamu viajó hasta una de las mejillas del omega, con delicadeza, sintiendo el calor del otro pasar por sus dedos y viajando hasta lo más recóndito de su pecho. Había anhelado tocarlo desde hace tanto tiempo, que hacerlo ahora, lo hacía sentirse casi realizado.

La piel de Chuuya era tan suave, tan cálida, que Osamu podía jurar que nunca se aburriría de tocarla.

Y Chuuya no se apartó.

—Dazai...—murmuró, cerrando sus ojos y deleitándose con el contacto. La voz de la razón en ese momento se escondió en algún lugar donde no le escuchaba ni mucho menos prestaba atención.

Quizás era por la época, quizás era su necesidad de sentirse amado o quizás simplemente era lo que había estado deseando desde hace tiempo, que en ese momento, Chuuya no notaba nada más que la mano de Dazai contra su mejilla y lo cómodo que se sentía.

—No digas nada...—le pidió de igual forma, llevando ahora su mano restante hacia la otra mejilla del omega, acunando su rostro entre ellas.

La distancia entre sus rostros comenzó  a acortarse poco a poco, sus alientos mezclándose y sus lobos rogando por consumar lo deseado.

Ambos corazones latían sincronizados y agitados.

Hasta que lo inevitable sucedió.

Sus labios hicieron contacto, delicados y tranquilos, como si temieran que ante cualquier movimiento el ambiente se rompería y finalmente todo sería una ilusión.

Pero ambos sabían que era cierto, que era viernes por la noche, estaban dentro del auto de Dazai y que sus labios por fin se habían conocido.

Cuando por fin se separaron, simplemente se miraron, transmitiendo con aquella acción todo lo que las palabras no podían.

Porque no sabían qué decir ni mucho menos explicar lo que sintieron.

Había sido mágico.

¿Así se sentirá besar a la persona correcta?

Aunque Chuuya tenía muy claro, en el fondo de su corazón, que no era del todo correcto.

—Debo irme...—rompió el silenció Chuuya, mordiéndose el labio inferior.

—Claro...—le contestó en el mismo tono Dazai.

Se miraron unos segundos más, hasta que finalmente Dazai soltó el rostro del omega y este desabrochó el cinturón.

—Buenas noches.

—Buenas noches—y bajó del auto, comenzando a caminar hasta su hogar, sin mirar hacia atrás.

Cuando por fin entró en la comodidad de su hogar y se sintió por fin protegido, se permitió soltar un fuerte suspiro, tratando de calmar a su agitado corazón.

Lo había hecho... había besado a Osamu.

Y se había sentido tan bien.

—Santísima mierda...

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola, ¿qué tal?

Ha pasado un poco mucho desde que publiqué el ultimo capítulo, me disculpo por eso. Pero por un momento había perdido mi libreta donde tengo la historia completa organizada, luego la encontré pero me fui de vacaciones y al volver hice unos trabajos esporádicos.

Bien.

Respecto al capítulo, mi beta me dijo que podía agregar lo de las copas, así que les dejo una imagen donde explica las distintas formas de ellas para cada trago.

Generalmente las mesas se montan con estas tres copas, que son las principales. En caso que el comensal consuma alguna otra bebida o trago, ya sea como un aperitivo y/o bajativo, es traído por el garzón a su mesa y colocado junto a las otras copas.

Estas otras pueden ser:

Las copas son retiradas solo antes del postre (a excepción de la copa de agua, que se va rellenando a medida que el comensal vaya tomando de ella). Y cuando el comensal ya haya dado por finalizada su estancia, es que la copa de agua se quita y la mesa vuelve a montarse para recibir a otro cliente.

Y por cierto, respecto al cóctel, estos se dividen en tres tipos de alimentos; bocado dulce frío, bocado salado caliente y bocado salado frío. Los tragos aperitivos generalmente son cítricos, ya que estos estimulan el hambre y preparan al estómago antes de la cena. Por eso es común beber limonadas, pisco sour, mojito, etc, en un cóctel.

Bueno, espero que les haya gustado el capítulo. Disculpen nuevamente la demora.

Cualquier acotación, petición, comentario, etc, pueden sentirse libres de dejarla.

Nos leemos pronto. Saludos☆

P.D: el capítulo ya está beteado, pero puede que se me haya escapado algo de igual forma. Pueden decirlo sin miedo(?) Jaja. Nos vemos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro