V
El reloj marcaba las nueve y cuarto de la noche, el ambiente era cálido y el bullicio no era el suficiente para perturbar la conversación que Odasaku y Dazai compartían en aquel bar, sentados frente a la barra.
Como siempre, Osamu estaba usando a su mejor amigo como pañuelo de lágrimas y buscaba en él un refugio que no podía encontrar en nadie más.
Ambos llevaban allí un poco más de media hora y con un vaso de whisky entre sus manos, Osamu le contó lo sucedido con Chuuya en la florería.
—Estoy seguro que hay algo detrás, Odasaku—iba ya concluyendo su idea, mientras apoyaba el codo en la barra y su cabeza descansaba en la palma de su mano—Y necesito averiguarlo.
Odasaku no puede evitar sentirse contrariado. Entendía (o trataba) de entender todo el tumulto de emociones que se albergaban en el pecho de su alfa amigo, pero habían cosas que se encontraban fuera de su alcance.
Además, si el mismo Osamu no lo hacía ¿cómo podría entenderlo él?
—¿Estás seguro que quieres poner en riesgo tu relación... por esto?—fue directo. Si bien, no era primera vez que se lo preguntaba en este corto tiempo, aun tenía la pequeña esperanza de que Osamu desistiera de su para nada buen plan y volviera a su vida normal.
Pero Osamu es Osamu y sabe que es difícil de lograr.
Aunque al ver como el menor frunce su labio y desvía su mirada, le hace creer que sí puede lograrlo.
—No lo digas así... Sé que no lo conozco demasiado aun. Pero mi alfa interior lo reconoce y me empuja a querer estar a su lado—vuelve a enfocar su mirada en el mayor y prosigue—No quiero ofenderte, pero sé que para un beta puede ser difícil de entender. Nuestros cuerpos y emociones no trabajan igual.
Oda toma un sorbo de su vaso y le contesta.
—Tienes razón, no entiendo los asuntos de alfas y omegas—consiente—Pero sí hay algo que tengo y es sentido común... No pondría en riesgo mi relación de años por una intuición.
—Odasaku...
—Pero de todas formas—prosiguió—No voy a juzgarte, es tu vida y tu sabes qué haces con ella.
Dazai le miró atento, no sabiendo qué decirle. Oda era el único que podía dejarlo sin palabras.
—Veré que puedo hacer—terminó de decir el mayor.
Osamu se toma un momento antes de decidirse a hablar nuevamente.
—Gracias, Odasaku. Eres el mejor.
Es viernes, el reloj marcaba las seis y treinta de la tarde y el salón de profesores comenzaba a vaciarse acorde los minutos iban pasando, todos yendo hacia sus respectivos destino luego de terminar cada uno sus clases correspondientes.
En el lugar, solo quedaban Chuuya, Odasaku, Yosano y unos cuantos profesores con los que el omega solo ha hablado lo justo y necesario.
Chuuya mantenía su mente ocupada en los muchos papeles que tenía junto a su lap sobre el escritorio. El tiempo de los exámenes ya estaba cerca, por lo que debía ir publicando en el sistema las notas de las pruebas para que sus alumnos vayan enfocándose en los finales.
—¿Tienes planes para hoy, Nakahara?—le preguntó Oda de repente, quién en algún momento se había sentado a su lado y le miraba tranquilo.
Tan inmerso estaba que no notó la presencia del otro hasta que le habló.
—¿Por qué lo preguntas?—no puede evitar sonrojarse un poco, con un leve tono rojizo en sus mejillas. Y es que aun no se acostumbra del todo la extraña familiaridad que ha ido desarrollando desde hace unas semanas.
—Estaba pensando que podríamos ir por una copa al salir—fue directo.
—¿Ah?—exclamó sorprendido—¿Y eso?
—Tómalo como una disculpa por lo del otro día.
Chuuya lo pensó un momento. La verdad es que lo de Oda solo le sonaba a una excusa, pero a la vez pensaba que era su lado desconfiado el que pensaba.
¿Qué tan malo puede ser salir con Sakunosuke un viernes por la noche?
Este había demostrado ser una buena persona y nunca había escuchado algún tipo de queja por parte de los otros profesores de él.
Chuuya miró un segundo la pantalla de su laptop y luego volvió a mirar al beta mayor.
—Está bien. Deja que termine con esto y vamos—accedió.
El aludido le sonrió mientras hacía un gesto de "bien" con su mano y se puso de pie.
—Te espero en el estacionamiento.
Chuuya asiente y se apura pars terminar lo suyo.
Finalmente, ambos llegaron hasta un restobar, donde sin problemas pudieron pedir algo contundente para cenar y a la vez compartir en un ambiente relajado.
Chuuya, a pesar de mostrarse un tanto reacio al principio, estaba bastante cómodo conversando con Oda. Le inspiraba una cierta confianza, a pesar que su acercamiento se haya dado por causas para nada agradables para el omega.
—Nunca pensé que algún día estaríamos así—comenta Chuuya un tanto divertido.
Oda entiende a qué se refiere y asiente.
—Lo mismo. Siempre has sido bastante distante de los otros profesores.
Chuuya corta un trozo de carne de su platillo y lo lleva a su boca, tomándose su tiempo antes de contestar lo que Oda había dicho recién.
—¿Distante?—repite y el otro asiente, comiendo también—Nunca lo había pensado—frunce sus hombros—No lo hago a propósito.
—Tranquilo, solo tu sabes porqué eres cómo eres.
Este asiente tomando un sorbo de vino.
—Sí, tienes razón. Después de lo que me pasó hace un par de años, mi forma de ser cambió bastante—Chuuya no supo si era por el vino que hizo que su lengua se soltara o por la comodidad que le entregaba Oda, que pudo decirle eso.
Las alarmas de Oda se encendieron al escucharle.
—¿Pasó algo?
Pero Chuuya a pesar de todo, no se sentía aun listo para contárselo a alguien fuera de su círculo familiar.
—Fue algo que marcó el término de una etapa y el comienzo de otra. Pero es algo que en parte quiero olvidar—dijo simplemente y queriendo cerrar el tema.
Aquella fecha estaba cercana y no podía evitar ponerse nostálgico, sobretodo al pensar en el ¿Y si...?
Y Oda tampoco insistió, comprende que hay cosas que a pesar del tiempo, duelen como el primer día.
—¿Y tu, es verdad que tienes cinco niños?—sacó un tema nuevo Chuuya, mirándolo curioso.
La conversación comenzó a ser fluida nuevamente, tomando otros rumbos, no muy profundos. Esta oportunidad les ayudó a ambos a conocerse y aprender cosas del otro.
Y Oda por fin supo qué hacer.
Luego de comer y ver que se hacía tarde (para Oda más que nada, quién debía ir a ver a los niños), salieron del lugar.
El mayor se ofreció a llevar a Chuuya hasta su hogar, el cual aceptó luego de que el otro se mostrara insistente.
Finalmente, después de dejar a Chuuya en la puerta de su casa y un camino de treinta minutos hacia el propio, hacía ingreso por la puerta principal y con el reloj marcando las diez y treinta de la noche.
—He llegado—anunció en cuanto cerró la puerta y sacó sus zapatos.
El silencio que había le dio un indicio de que los niños ya se habían ido a dormir y esto solo fue confirmado cuando al entrar a la sala de estar fue recibido por Ango, quien estaba solo y sentado en el sillón, junto a un libro entre sus manos.
—Bienvenido—le dijo este, dejando el libro a un lado—los niños están durmiendo.
—Lo sospeché—dejó caer su peso en el sillón largo, al otro extremo de donde estaba Ango.
El extraño mutismo de Oda, junto a su aroma un poco alterado, le hicieron saber qué algo le pasaba al beta.
—¿Qué sucede?
Oda lanza un leve suspiro.
—Creo que estoy presenciando las crónicas de una muerte anunciada.
—¿Ah?—Ango no tiene idea a qué se refiere y Oda le resta importancia.
—Olvídalo, no es nada.
Insatisfecho, Ango no pudo más que asentir.
—¿Vas a cenar?—cambió el tema, cerrando el libro y dejándolo en el antebrazo del sillón.
—No, comí antes de venir.
Ango movió su cabeza afirmativamente e hizo el amago de colocarse de pie, pero la mano de Oda sobre su muñeca le hizo volver a su lugar.
—¿Te irás?—pregunta el beta, mirándolo serio.
—¿Quieres que me quede?—le devuelve la pregunta el omega, sin dejar de mirarlo.
—Ya es muy tarde para que te vayas.
Ango soltó una corta risa y asintió.
—Iré a prepararme para dormir entonces—se puso de pie.
—En mi closet hay ropa tuya.
—Lo sé, lo sé. Yo mismo la coloqué ahí—y salió con dirección al baño.
Una vez solo, Oda sacó su móvil de su bolsillo. El encuentro con Nakahara le había dejado una sensación extraña en el pecho, si bien la pasó mejor de lo que habría pensado, no pudo pasar por alto el aire melancólico que en algún momento lo rodeó.
Quizás aun no lo conocía del todo, pero sentía la necesidad de no lastimarlo.
Marcó el número de su mejor amigo.
—¿Odasaku, sucede algo?—fue lo primero que dijo Osamu en cuanto contestó el teléfono.
—Hablé con Nakahara.
El alfa silenció unos momentos antes de preguntar.
—¿Y...?
Oda está dispuesto a ser directo y franco con él.
—Dazai, eres mi amigo y sabes que quiero lo mejor para ti—comenzó—Te ayudaré y apoyaré siempre, como lo he hecho hasta ahora. Pero...
—¿Pero...?
—No puedo ignorar los sentimientos de Nakahara—soltó—No creo que esté bien lo que estás haciendo.
Un silencio crudo los envolvió a ambos. Oda no podía sentir más que la respiración tranquila de Osamu a través del auricular.
Conocía a su mejor amigo y sabía que aquello no le vino muy bien.
—Odasaku, yo...
—Dazai—le interrumpió—Sé lo que dirás, no es necesario... ¿Por qué no intentas ser solo su amigo?
—¿Es muy grave?—la voz de Osamu salió suave, como un murmullo, pero Oda le pudo entender perfectamente.
—Tal parece que sí.
Osamu se toma otro momento para procesar lo dicho.
Y lo entiende. O trata de hacerlo.
—Está bien, Odasaku. Tu sabes porqué lo dices—accedió finalmente.
Oda se siente un poquito mejor, aunque sabe que este aun no es el final.
Ambos intercambian un par de palabras más y se despiden. Oda guarda el móvil de vuelta en su bolsillo y se permite soltar un bostezo cansado.
Por ahora solo quiere dormir.
Por su parte, luego de colgar el teléfono, Dazai lo deja con tranquilidad sobre el velador junto a su cama.
Las palabras de Oda daban vueltas en su cabeza. Si bien no le dijo mucho, aquello fue suficiente como para hacerlo pensar sobre sus decisiones.
Lo que menos quería era lastimar a alguien en el proceso...
—¿Quién era?—preguntó Akutagawa, recostándose a su lado luego de salir del baño. La verdad no le interesaba en demasía, pero Osamu se notaba pensativo y eso le hizo sentirse curioso.
—Odasaku. Necesitaba contarme algo—fue sigiloso.
—¿Le sucedió algo?
Osamu niega con la cabeza, a la vez que pasa uno de sus brazos bajo el cuerpo del omega y lo atrae hacia él, quedando ambos acurrucados.
—Nada de qué preocuparse—le resta importancia—Ahora, vamos a dormir.
Ryuunosuke asiente, le regala un corto beso y se permite relajarse, aspirando el fuerte aroma a café que desprende el cuerpo de Osamu. Pero este, a pesar de sus esfuerzos, no puede conciliar el sueño enseguida, revolviendo una y otra vez las palabras de Oda y los momentos que ha compartido con Chuuya.
El lunes llegó y con ello una nueva jornada laboral. Lo bueno de todo esto, es que para Chuuya ese día no tenía grandes compromisos, así que pasado el medio día ya podía irse a su hogar con tranquilidad.
—Hasta mañana—dijo con tranquilidad, despidiéndose de quienes trabajan como anfitriones y guardias en la entrada de la universidad (y se encargan de revisar que solo alumnos y personas que trabajen allí entren al establecimiento) para encaminarse hacia el estacionamiento de enfrente.
Pero antes de poder caminar más, chocó con el cuerpo de alguien nada agradable para él.
—¿Qué mierda haces acá?—escupió en cuanto sus ojos chocaron con los de Osamu, frunciendo el ceño—Y junto a la entrada... ¿Cómo no burlaste a los anfitriones y guardias ahora para entrar?
Al escucharlo, el alfa esboza una gran sonrisa en su rostro.
—Es que cuando iba saliendo por donde entré, tropecé, caí y me notaron—contó como si nada—Y me prohibieron la entrada o llamarían a la policía—su castaña mirada se desvía de Chuuya hacia los hombres mencionados, que estaban a un par de metros—Pero ahora estoy fuera, así que no pueden hacer nada—alzó la voz y mostró un tono burlesco.
Chuuya siente que un dolor de cabeza le quiere comenzar y no puede evitar sentirse contrariado por la presencia del otro. No quiere verlo...
—Ya—le cortó la escena y llamó su atención nuevamente—¿Qué es lo que quieres?
El semblante de Osamu se torna serio.
—Necesito hablar contigo.
Chuuya le mira molesto.
—Yo no tengo nada que hablar contigo—le corta e intenta seguir con su camino. Pero la mano de Osamu sobre su brazo le hizo detener de nuevo sus pasos.
—¡Pero Chuuya!—exclamó—¡Necesito hablar contigo, es urgente!—Chuuya notó la expresión llena de picardía—Chuuya, si no me quieres escuchar haré un escándalo. Me lanzaré al suelo a llorar. ¡Chuuya!
Varios alumnos que iban pasando notaron la escena y los miraban extrañados. Y Chuuya no pudo evitar sentirse avergonzado.
—¡Bien, bien! Pero cállate—accedió hastiado—Vamos al auto.
Osamu mostró una gran sonrisa satisfecho y se limitó a seguir los pasos del omega.
Chuuya caminó rápido hasta el automóvil de su madre, quién ese día se lo prestó para que lo utilizara, e ingresó al asiento del piloto a la vez que le hacía una seña al alfa para que entrara en el del copiloto.
Una vez dentro, Chuuya lanzó su maleta al asiento trasero y bufó, mirando a Osamu, aun con el ceño fruncido.
No quería estar a solas con él, menos a tan poca distancia. Pero sabía que el otro no lo dejaría en paz hasta decir lo que quería decirle.
Y prefería que fuera rápido.
—Bien, escupe tu mierda pronto—fue directo al grano.
—Chuuya, tan mal hablado que eres—dramatizó—En las reuniones no te muestras así.
—Lastima que no puedo decir lo mismo de ti; eres irritante en todas las ocasiones. Pobre de Akutagawa, no sé qué te vio—se lamenta.
—¡Hey! Eso dolió—Osamu se muestra con una expresión herida y Chuuya esboza una sonrisa al escucharlo.
—Ya di lo que tengas que decir, para poder irme a casa—a pesar de mostrarse un poco más relajado, su voz seguía siendo firme.
Su omega interno estaba desesperándose.
—Hablé con Odasaku—dijo por fin el alfa.
—¿Odasaku?—repite Chuuya.
—Odasaku. Oda.
—Oh—Chuuya asiente—¿Te contó de nuestra salida del viernes?
Dazai no puede evitar mostrarse sorprendido.
—¿Salida? Él solo me dijo que habló contigo.
Chuuya frunce sus hombros, restándole importancia.
—¿Y?
El alfa frunce el ceño molesto.
—Olvídalo—corta Osamu—Solo estoy acá para pedirte... ¿Disculpas? Por decirlo de alguna forma—sigue—Ya sabes, por mi comportamiento y todo eso.
Chuuya ennarcó una ceja soprendido.
—Bueno, disculparte es lo mínimo que puedes hacer.
Dazai se encoge de hombros, como si nada.
—Pero no por ello estoy arrepentido—continuó—Quiero que sepas que es innevitable para mi querer estar a tu lado y sé que para ti es lo mismo—le miró directo a los ojos—Y es por eso que quiero pedirte, aunque sea, que seamos amigos.
Chuuya se toma un momento para procesar las palabras recién dichas por el otro.
Amigos...
La palabra se repetía como un eco en su cabeza. ¿Era eso lo que realmente quería?
Ser amigos.
Su omega lloraba por eso, pero su cabeza le decía que era lo correcto y lo único que debería recibir por parte de ese alfa.
Ser amigos, solo amigos.
—Bien—soltó luego de un rato, en un murmullo débil—Pero ten en claro que estoy aquí para organizar tu boda. Nuestra relación será solo de trabajo la mayor parte del tiempo.
Osamu asintió, lento, como si realmente no quisiera hacerlo.
—Como tu digas—mostró una sonrisa desganada y Chuuya no pudo mantenerle la mirada.
Ambos quieren mostrarse satisfechos con la decisión, pero desde el fondo de su corazón, no podían hacerlo.
Amistad.
Eso duele, pero quieren creer que es lo correcto.
—Bien, eso era todo—comienza a despedirse Osamu. Notaba a su alfa interior demasiado inquieto y no quería cagarla, no cuando creía que por fin había hecho algo bueno por fin.
—Bien.
—Adiós, Chuuya—se bajó del auto, regalándole una corta mirada al omega de azulina mirada.
—Adiós, Dazai—el otro cerró la puerta y le vio alejarse lentamente desde el interior del automóvil.
Amigos, solo eso deben ser.
*-*-*-*-*-*-*-*
Buenaaaas.
¿Cómo han estado? ¿Cómo estuvo el término de semestre? No sé si ya han salido todos, pero ya he visto que muchos ya salieron de vacaciones, lo que me alegra mucho.
Les traigo actualización, hecha con mucho cariño.
En este capítulo no hubieron palabras "extrañas", pero aun así aclararé lo que es un restobar.
•Restobar: clasificación que se le da a un establecimiento gastronómico que funciona como restaurante y bar a la vez. En el lugar se pueden consumir platos elaborados y variados, junto a tragos de distintas preparaciones.
Tiende a tener una iluminación tenue, pues guarda el ambiente de un bar, por lo que el tipo de comensal es más adulto–joven.
Bien, con esto listo, puedo comenzar a despedirme.
No creo que traiga nuevo capítulo antes de Navidad, por lo que les deseo unas felices fiestas con anticipación.
Si Dios quiere, estaré acá antes de Año Nuevo con la última actualización del año.
Nos estaremos leyendo.
P.D: El capítulo está beteado, pero si hay algún error pueden hacérmelo saber. Espero los haya gustado. Saludos☆
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro