IV
La mente de Osamu trabajaba a todo dar, rememorando cada uno de los momentos, palabras y gestos que compartió con Chuuya durante la cena. Su nariz aun estaba embriagada con el dulce y débil aroma del omega, sentía la necesidad de querer recordar y mantener su olor en sus fosas nasales. Era como una droga que comenzaba a volverse cada vez más adictiva.
Y su mente, su parte racional sabía que eso estaba mal, sabía no debería sentir esa necesidad.
Pero no podía evitarlo.
—¿Pasó algo?—la voz de Ryuunosuke le sacó de sus cavilaciones. Desde que el otro había llegado a su hogar se había mostrado más callado de lo normal. Además que su aroma característico estaba mucho más intenso y con toques más amargos. Su omega interno no podía evitar sentirse inquieto en respuesta.
—No, nada—negó, estirando sus brazos y colocándolos tras su cabeza, tomando una postura más relajada sobre la amplia cama de Ryuunosuke.
Este asintió y siguió revisando los trajes que tenía sobre la cama. Al otro día tenía una importante reunión, por lo que debía escoger sabiamente su tenida.
Luego de unos minutos revisándolos minuciosamente, tomó finalmente uno y lo apartó de los demás. Los restantes los devolvió al gran armario (que en realidad era una habitación anexa que funcionaba como closet) y volvió a su cuarto.
—¿Te falta mucho?—Osamu le miró en cuanto llegó a su lado a buscar su teléfono que se encontraba sobre el velador junto a la cama.
Ryuunosuke encontró su mirada castaña y se permitió soltar una pequeña risa.
—Deja ir por mi pijama y vengo—le comunicó paseando su mirada por la mejilla de Osamu. En cuanto este quiso seguir con lo suyo, fue detenido desde la muñeca.
—No es necesario—ejerce un poco de presión en el brazo de Ryuunosuke y lo acerca a sí, lo suficiente como para poder capturar los labios del otro y comenzar un beso ansioso.
Ryuunosuke le siguió el ritmo inmediatamente, disfrutando el sabor de la boca de Osamu que tanto conocía y de la que tanto se había acostumbrado.
Con un movimiento rápido, empuja el pequeño cuerpo de su omega sobre la cama, colocándose sobre él, sin querer detener la sesiones de besos y caricias que habían comenzado.
Cuando lograron separarse unos centímetros, Osamu se tomó el tiempo necesario para contemplar cada uno de los rasgos y detalles que tan bien conocía de Ryuunosuke; su omega era hermoso y nunca lo había dudado, con sus ojos profundos y oscuros, su cabello lacio y sedoso, su piel blanca y suave.
Sí, definitivamente lo era.
Entonces, ¿por qué se sentía de esta forma?
No era justo; para él, para Chuuya y mucho menos para el omega al que estaba a punto de hacerle el amor.
¿Cómo es que todo puede cambiar de la nada?
—¿Pasa algo?—la voz de Ryuunosuke salió débil y un poco agitada. Su mirada y manos no se habían detenido sobre su cuerpo.
Osamu sabía que el problema solo estaba comenzando y solo él podía solucionarlo.
—No, tranquilo.
Y le besó nuevamente.
El nuevo día de la cita con los novios había llegado más rápido de lo que Chuuya le hubiera gustado.
Desde aquella noche que se encontró con Osamu es que las escenas se repetían una y otra vez en su cabeza, día y noche. ¿Por qué tenía que suceder esto? Era como si a la vida le encantara golpearle donde más le duele.
Sabía lo que tenía que hacer, lo tenía bastante claro. Pero no podía evitar dudar, sobre todo al sentir como su recién despierto omega le reprochaba constantemente su lejanía y solo le impulsaba a querer estar con él.
Debía olvidarlo, debía guardar en lo más profundo de su ser aquel dato y hacerle entender a su estúpido omega que hay cosas en la vida que no se pueden tener.
—Buenas tardes—saludó a ambos en cuanto ingresó a la oficina. Ryuunosuke le saludó con el mismo semblante que le había mostrado desde el primer día que se vieron y Osamu... Él se limitó a asentir y tomar asiento con tranquilidad.
Su omega no pudo evitar sentirse un poco herido por aquella indiferencia, pero solo optó por ignorarlo y preocuparse de lo único que lo convocaba a venir una vez por semana con ellos.
Si lo pensaba de esa forma, la fecha de la boda llegaría más pronto de lo que se dieran cuenta y podría seguir con su vida tal y como lo había hecho hasta ahora.
La reunión comenzó, discutiendo los puntos que ese día tocarían.
Entre folletos, bosquejos en su croquis y varias hojas sueltas, el tiempo pasó. Ryuunosuke como siempre había sido el más cooperador, mientras Osamu poco y nada decía. Chuuya sabía (o se hacía una idea de lo que podía estar pensando el otro), así que sin querer desgastar sus energías en querer hacer entender al tonto alfa, prefirió mantener cada palabra con Ryuunosuke, sin sonar maleducado o como si estuviera ignorando al otro (a pesar que era lo que realmente estaba haciendo).
Chuuya vio la hora en su móvil y se dio cuenta que ya era el momento de retirarse.
—Me contacté con la modista y encontré fecha disponible para el mes que viene. Con la florería que escogieron también hablé y pueden recibirnos la semana entrante. Finalmente, mañana con esto—en su mano mostró unas hojas en las que estaban los nombres completos de los invitados—iré a la imprenta para mandar a hacer las invitaciones.
Ryuunosuke asintió, atento a cada palabra.
—Entonces me retiro—guardó lo restante en su maleta y se colocó de pie.
—Gracias por tu tiempo—se despidió el otro omega. Chuuya correspondió y salió, no sin antes darle una rápida mirada a Osamu, quien ni siquiera se había inmutado.
Bufó y se marchó.
En cuanto salió, sintió el peso invisible de sus hombros desaparecer, el oxígeno comenzó a entrar en su organismo con normalidad y el nerviosismo que se había apoderado en cuanto había entrado empezaba a esfumarse.
Cuando se vio recuperado, sus pasos le guiaron hacia la estación de metro más cercana, donde lo tomó para volver a casa.
Gracias a la hora, había muy poca gente yendo, por lo que pudo sentarse sin problema. Una vez cómodo, sacó las hojas donde estaban los nombres de los invitados y comenzó a leerlos, sin ningun fin más que simple curiosidad.
Eran cerca de cien invitados entre familiares, amistades y compañeros de trabajo de ambos.
Algunos nombres los conocía o los había escuchado en alguna asamblea, otros derechamente no y suponía que tenía que ver con familiares íntimos sin ningún tipo de conexión con el mundo gastronómico.
De repente, su móvil comenzó a sonar, distrayéndolo de su tarea. Con tranquilidad lo sacó y leyó el texto que la pantalla dictaba; era de Yosano Akiko, alfa y colega de la universidad.
En este dictaba lo siguiente: "Nakahara, en tu escritorio se quedaron unas llaves. Las dejé con el secretario. Saludos." Y adjuntaba una fotografía de las llaves, ¡las llaves de su casa!
¡Maldición! ¿Cómo se le habían quedado? Debía ir por ellas o no podría entrar a su hogar, porque tanto su madre como su hermana llegarían más tarde lo acostumbrado. Además que era su turno de preparar la cena.
Mierda.
Bajó en la próxima estación para cambiar de andén y devolverse en el próximo tren. Agradecía no estar tan lejos (y que Yosano le haya avisado antes que llegara a su casa).
Aun así se sentía un poco cabreado.
Mientras esperaba, siguió leyendo las hojas. Cuando iba por la mitad, un nombre en particular saltó a la vista, sorprendiéndolo.
—Sakunosuke Oda—leyó bajo.
¿Oda, ese Oda?
Abrió la puerta del gran salón de profesores, encontrándolo como siempre vacío, a excepción de cierto personaje que ocupaba su escritorio asignado.
—Nakahara, ¿no te habías ido?—le habló Oda en cuanto lo vio entrar.
—Sí, pero se me quedaron mis llaves, así que tuve que volver—explicó, mostrando el objeto recién adquirido.
Oda asintió y siguió escribiendo en su laptop.
Chuuya tomó un asiento cualquiera y lo colocó junto a Oda, sentándose a su lado y mirándolo con los brazos cruzados. Este lo miró de reojo extrañado.
—Sakunosuke, ¿puedo hacerte una consulta?
—Claro, dime.
—¿Conoces a un tal "Dazai Osamu"?—dijo sin rodeo, atento a su reacción.
Oda carraspeó un momento y le miró unos segundos, desviando sus ojos a otro lado.
—Vaya, mira la hora que es—soltó el otro, intentando parecer casual.
Chuuya ennarcó una ceja molesto (y a la vez sorprendido) por su para nada sutil desvío de tema.
Oda se dio cuenta de esto y lanzó un largo suspiro. Se acomodó en el respaldo de la silla y giró un poco su cuerpo en su dirección.
—¿Te lo dijo?
Chuuya negó.
—Vi tu nombre en la lista de invitados a la boda.
Oda asintió y dejó salir bastante aire de su boca. Chuuya lo notó un poco más relajado.
—Creí que te había dicho que fui yo el que le dio tu horario de trabajo.
—¿Qué tu qué?—exclamó Chuuya sorprendido—¿Por qué lo hiciste? Creí que... no sé, había sido una coincidencia que viniera, no que tu...
—Lo siento—le interrumpió—pero se lo hubiera dicho o no, lo habría descubierto de alguna forma. Además, no sabes lo hostigante que puede llegar a ser a veces...—dijo esto último en un susurro lastimero.
Chuuya hace un leve puchero, procesando sus palabras, para luego finalmente soltar un largo suspiro.
—Está bien... pero aun así no puedo evitar sentirme traicionado.
Oda no sabe que decir al respecto y solo se limita a mirarlo. No era como si conociera demasiado a Nakahara pero sí en esos momentos simpatizaba con él.
No podía imaginarse el gran tumulto de emociones que podría estar sintiendo en esos momentos y todo por culpa de su mejor amigo.
—Yo debo retirarme—Chuuya se colocó de pie y devolvió la silla a su lugar.
—Que estés bien, Nakahara.
—Igualmente, Sakunosuke.
—¿Esa es tu propuesta?—la imponente voz de Osamu cortó la conversación entre ambos omegas quienes ya llevaban bastante tiempo discutiendo sobre platos para el menú de la cena.
Chuuya le miró con el ceño fruncido.
—¿Acaso tienes una mejor?—le contestó duro—porque si es así me encantaría escucharla.
Este movió su cabeza de forma negativa, sin dejar de mirarle.
—Te contratamos a ti para eso.
《Maldito hijo de puta》pensó Chuuya más que cabreado. Ryuunosuke podía sentir la tención en el aire, pero a pesar de querer decir algo, las feromonas del alfa interior de Osamu lograban que su omega se comportara de forma sumisa.
—Podemos cambiar el plato de entrada a tostadas de camarón con crema de chipotle—Ryuunosuke asintió ante su idea. La verdad es que le habría encantado servir chile en nogada, pero sabía que los ingredientes eran más difíciles de conseguir—de plato principal un lomo saltado con tacu tacu acompañado de salsa de reducción de vino tinto y decorado con plátano barragonete frito—miró a ambos intentando buscar algun gesto negativo (sobre todo en Osamu) y al no verlo, prosiguió—Y de postre leche asada acompañada de salsa de caramelo, decorado con merengue italiano y rayado de chocolate.
—Bien—fue lo único que soltó el alfa, frunciendo sus hombros—¿Y para el aperitivo?
—Pisco sour, caipiriña y mojito, con y sin alcohol. Y para los pequeños limonada de hierbas.
—Me parece bien—Ryuunosuke le sonrió leve. Chuuya asintió en su dirección, como si le diera las gracias por el gesto.
—Es lo más latinoamericano posible, tomando en cuenta que hay varios ingredientes que cuesta encontrarlos acá en Japón—comentó Chuuya.
Este juntó las recetas necesarias y luego se las entregó a Dazai.
—Allí está todo especificado, ustedes se encargan del resto.
—Claro.
—Entonces, ¿es todo?—preguntó Akutagawa mirando al otro omega.
—Sí, es todo por hoy—Chuuya comienza a guardar sus cosas. Siente una gran tensión en su cuello y espalda, cada reunión lo dejaba agotado, con un creciente dolor de cabeza y un tumulto de emociones en su pecho. Su omega no quería entenderlo e intentaba acercarse a Osamu cada vez que lo veía, pero su parte racional trataba de calmarlo.
Eso y el tener que aguantar el maldito humor de mierda de Osamu, lo dejaban demasiado agotado.
Pero debía ser fuerte.
Mientras terminaba de ordenar sus cosas, no pudo evitar echar una rápida mirada a la pareja, quienes compartían unas cuantas palabras. Vio como la mano de Osamu llegaba hasta la mejilla del omega, regalándole una caricia y luego acercándose lo suficiente como para darle un corto beso en los labios.
Irremediablemente, su pecho sintió una opresión y sus ojos se nublaron unos segundos.
Sí, debía ser fuerte.
—Les recuerdo—aclaró su garganta llamando la atención de la pareja—que mañana tenemos una hora con la florería a las nueve, la dirección ya la tienen.
—No hay problema, Nakahara—correspondió Ryuunosuke, sin dejar de mirarle.
Este le medio sonrió y asintió. Se despidió rápidamente de ambos bajo la excusa de tener que atender unos asuntos y se marchó.
—Buenos días—les saludó Chuuya en cuanto llegó a la florería. Osamu y Ryuunosuke ya se encontraban en el lugar esperándole.
—Buenos días, Nakahara—saludó el otro omega. Dazai solo se limitó a asentir.
《Tal parece que hoy también andará de idiota》pensó cabreado Chuuya. Aun ni siquiera empezaban y ya estaba estresandose...
Los tres entraron al lugar y fueron recibidas por una mujer alfa de mediana edad.
—Buenos días, ¿ustedes son el matrimonio Dazai Akutagawa?—preguntó la mujer.
—Casi, aun no—bromeó Ryuunosuke un poco. La mujer asintió con una sonrisa.
—Claro, claro. Me presento, soy Akiyama Rin y estaré encargada de ayudarlos con lo que busquen—dijo la mujer de largos cabellos castaños sujetos en una cola de caballo y vestida de un traje de dos piezas—siganme por favor.
Su recorrido comenzó, ambos omegas miraban atentos cada flor y arreglo que se les presentaba, discutiendo colores y formas. Si bien, tenían claro qué eran lo que necesitaban, no estaba demás ver otras opciones.
—Las rosas blancas son muy bien vistas en las bodas, para acentuar la pureza de los omegas—la voz de Akiyama sonaba serena y su aroma a roble fresco se sentía realmente agradable—Y las ilusiones les da ese sentimiento de volumen y delicadeza al arreglo.
—¿Qué opinas, Osamu?—Ryuunosuke se dirigió a su alfa, quien no había dicho palabra alguna y solo se limitaba a mirar todo.
—Por mi está bien.
Chuuya le miró acusatoriamente. Se sentía un poco mal por Ryuunosuke, quien se esforzaba visiblemente para que todo saliera bien y quedaran conforme con el resultado.
Sentía unas inmensas ganas de golpear al alfa para hacerlo reaccionar.
Respiró pausadamente, buscando su temple de siempre. No podía dejarse llevar por sus emociones.
Siguieron caminando por el interior del recinto, hasta que llegaron a la sección de los arcos, ideales para matrimonios. Los ojos de Ryuunosuke habían adquirido un cierto brillo.
—Estos arcos se utilizan como decoración para el altar. Es ideal para bodas en jardines, al aire libre—dijo la mujer—tenemos estos modelos pero también podemos diseñarlos según el gusto de la pareja, pueden escoger las flores, motivo y si desean luces incorporadas.
—Excelente idea—correspondió Chuuya.
—Me gusta también—siguió Ryuunosuke.
—Si te gusta, podemos hacerlo—fue lo único que dijo Osamu.
—Disculpe...—una chica mucho más joven apareció entre ellos, llamando a la alfa—perdonen la intromisión, pero señorita Akiyama, la buscan en el teléfono, es urgente.
La mujer asintió.
—Disculpen un momento, ya vengo.
Akiyama salió caminando rápidamente hacia una de las oficinas que había a unos metros del lugar.
—Voy y vuelvo—rompió Osamu el mutismo que se habían envuelto los tres. Sin esperar una respuesta, caminó hacia lo que era el jardín trasero del edificio.
Ryuunosuke al ver cómo se iba, no pudo evitar soltar un pequeño suspiro entristecido. Eso sacó de quicio a Chuuya.
—Yo lo arreglo—fue lo único que soltó antes de seguir los pasos de Dazai hacia el exterior.
En cuanto salió, vio la figura del alfa a unos metros del gran ventanal que funcionaba como puerta.
Se acercó hasta él, intentando verse firme y seguro. No quería demostrar que su omega interno lloraba aun más cada vez que estaban solos.
Osamu le miró en cuanto reparó de su presencia. Traía un cigarrillo recién encendido entre sus dedos.
Chuuya se detuvo de golpe en cuanto estuvieron a una distancia prudente.
—No sabía que fumabas—fue lo primero que dijo, aludiendo a aquel detalle.
Osamu exhaló el humo hacia el lado contrario y luego añadió.
—No sabes nada de mi, Chuuya—soltó amargo.
Sus palabras solo lograron molestarlo más.
—¿Puedes dejar de comportarte como un imbecil?—escupió—Estás cada vez más insoportable. Deberías preocuparte de tu omega que está allí dentro esperando a que te dignes en cooperar con su boda.
Dazai le da otra calada a su cigarrillo.
—Preocúpate de tus asuntos.
—Este también es mi asunto—aclaró—También estoy metido en este maldito embrollo—intentó sonar lo más calmado que podía.
—¿Tanto te cuesta entender que no puedo hacer cómo si nada pasara? Eres mi destinado.
—¡Ya basta con eso, olvídalo!—le cortó—No puedes lanzar a la mierda cinco años de relación y tus planes de matrimonio solo porque encontraste a tu destinado. ¡No puedes ser tan egoísta, Fyo...!—Chuuya detuvo sus palabras en cuanto notó lo que iba a decir.
Su rostro se puso pálido y su labio inferior comenzó a temblar levemente.
Mierda, mierda, mierda.
Y no ayudaba para nada la cara de extrema sorpresa de Osamu.
—¿Qué dijiste?—preguntó casi en un hilo de voz el alfa.
Chuuya se tensa notablemente y su aroma cambia radicalmente.
—Nada, olvídalo—se da media vuelta, dándole la espalda a Dazai y haciendo como si nada—Ve adentro, Akutagawa te está esperando.
Y se aleja, como si estuviera huyendo de Dazai, de la escena y sus palabras.
Y Osamu no puede detenerle.
En cuanto Dazai se digna a volver a entrar en la florería, ve de lejos a Ryuunosuke y Chuuya conversando mientras admiraban varios tipos de flores. La mujer alfa encargada ya había regresado y se encontraba asesorándolos de nuevo.
Las palabras de Chuuya lo dejaron descolocado, aunque sentía que no eran realmente para él.
¿Qué se supone que era lo que iba a decir en ese momento? ¿Por qué se había mostrado tan asustado luego? ¿Qué era lo que escondía? ¿Tendría que ver con...? Su mirada recayó en la gargantilla, aquel fiel accesorio que Chuuya siempre usaba.
¿Qué era lo que había pasado?
Su curiosidad le asaltaba a cada momento y se sentía con la obligación de saber qué era lo que al omega tanto le atormentaba.
Se acercó lentamente hasta Akutagawa, quien lo recibió con una pequeña sonrisa. Chuuya ni siquiera reparó en su presencia.
Algo sucedía y sentía que tenía que ver con su forma tan arisca de ser.
Por su parte, Chuuya se había mostrado más pensativo y decaído desde que había vuelto a entrar. Ryuunosuke asumió que su alfa le había dicho algo no muy agradable al omega, por ello no quiso indagar.
Pero la verdad era que sin querer Chuuya sentía que las emociones que tanto le había costado soltar en estos años, volvían a aparecer, causando que esa espina en su corazón volviese a doler.
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Hola buenas. ¿Cómo han estado?
Yo bien, por fin pronunciándome con un nuevo capítulo. Lo siento por demorar tanto.
Antes que nada, les dejaré unas referencias a los platos escogidos:
•Entrada: tostada de camarones con salsa de crema de chipotle (cocina mexicana)
•Principal: lomo saltado con tacu tacu (cocina peruana)
•Postre: leche asada (cocina chilena)
•Aperitivos:
○Pisco sour
○Caipiriña:
○Mojito:
○Limonada:
•Arreglos florales:
○Ilusiones:
Así se vería con rosas blancas:
○Arcos de altares: estos serían unos ejemplos de ellos.
Bien.
Como algunos saben soy chileno y las cosas en mi país no han estado para nada de bien, la verdad es que la televisión muestra cerca del 10% (si es que) de toda la problemática y violaciones de Derechos Humanos que estamos sufriendo como sociedad.
Es muy triste y preocupante. Por mi parte voy a cumplir esta semana un mes sin clases (y un mes desde que comenzó el estallido social) y aun no sabemos que pasará, todo es muy ambiguo.
Por ello no había tenido cabeza para escribir un nuevo capítulo, pero sentía que no era lo correcto, así que puse manos a la obra.
Espero que haya quedado decente, tuve algunos problemas para hacerlo.
Cualquier acotación que tengan o necesiten saber, pueden dejarlo sin miedo en los comentarios.
Saludos y que se encuentren muy bien.
P.D: las fotos de los platos son sólo referencias, trataré de hacer unas ilustraciones estos días y lo subiré. Saludos☆
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