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I

El salón de clases se encontraba en silencio, el único sonido que se escuchaba era el del vino siendo servido en cada una de las copas que tenían sus alumnos frente a sí; tres copas por cada uno, para los tres distintos tipos de vino que estudiarían aquel día.

—Este vino, que les estoy sirviendo ahora—se escuchaba la voz tranquila y concentrada de Chuuya, mientras que con maestría vertía el líquido carmesí—proviene de Chile, su cepa es el carmenere—con una rápida ojeada, veía como sus alumnos tomaban apuntes—es el único país en el mundo que la posee, luego que en los años 1860 a 1863, Europa sufriera un desastre ecológico a causa de la filoxera—al terminar de servir, volvió a su lugar frente a la clase, con una copa del vino también en su mano—por mucho tiempo se creyó una cepa extinta, hasta que años después se descubrió que aún seguía en ese país. 

Se quedó un momento en silencio, moviendo lentamente la copa, aireando el vino. Sus alumnos le siguieron, conocían aquella rutina de memoria.

Repentinamente, el teléfono celular de Chuuya comenzó a sonar, generando que se desconcentrara de su labor. Rápidamente lo sacó y pidiendo permiso a la clase, contestó. 

—¿Mamá?—su mirada se posó en sus alumnos nuevamente y se dirigió a ellos—anoten por el momento las características visuales del vino, ya vuelvo.

Chuuya salió del salón y volvió a concentrar su atención al móvil. 

—Chuuya, querido—la voz tranquila de Kouyou se dejó escuchar por el auricular—disculpa que te moleste en medio de tu clase, pero es urgente.

Lo reciente dicho hizo que Chuuya se preocupara.

—¿Qué sucede? ¿Pasó algo? ¿Es Kyoka?—Kouyou soltó una pequeña risa, lo que lo dejó más descolocado.

—No, no. Tranquilo. No es nada malo—soltó tranquilamente—es solo que... ¿Recuerdas a Ougai Mori?

—¿El chef repostero dueño de la pastelería Elise's?—más que una pregunta, parecía una afirmación. 

—Así es—confirmó Kouyou—como sabes también, somos conocidos desde hace muchos años—Chuuya hizo un sonido de asentimiento—su hijo mayor está pronto a casarse y me pidió hablar contigo para que seas tu quién organice la boda.

Sintió que su pulso se aceleraba de la emoción y una sensación de vértigo se apoderó de él. 

—¿Es en serio?

—Totalmente—Kouyou podía sentir la emoción de su hijo aun a través del teléfono—¿nos vemos cuando tus clases terminen?

—Está bien, en la cafetería cercana.

—Claro, nos vemos allí. 

—Nos vemos—y cortó, con una gran sonrisa en su rostro. Sabía que, en condiciones normales, todo el pasillo habría estado inundado por sus feromonas.

Suspiró ante aquel pensamiento.

Guardó su móvil en el bolsillo de su mandil y volvió a ingresar al salón de cata.

—Bien, chicos. Sigamos con la clase.

—Entonces...—la voz de Chuuya salió, intentando no demostrar ansiedad en ella—¿Ougai Mori quiere que organice la boda de su hijo?

Kouyou asintió, llevando la taza de fina porcelana a sus labios.

—Por lo que me dijo, lleva una relación de cinco años con Dazai Osamu, hijo del chef Fukuzawa Yukichi. Y hasta hace un par de meses hicieron oficial su compromiso.

Chuuya escuchaba atentamente, mientras degustaba su bavaroise de maracuyá con salsa de frutos rojos.

—¿Y cómo llegó a pensar en mí?—preguntó curioso.

—Nunca hemos perdido contacto y en cuanto me dijo aquello no dudé en hablarle de ti. Le di tus referencias y quedó bastante complacido con tus estudios.

—Ya veo.

Un sonido proveniente del móvil de Kouyou hizo que ambos callaran. Con la elegancia que le caracterizaba, sacó el aparato entre sus ropas y contestó. 

—Mori, justamente estábamos hablando de usted—fue el saludo que Kouyou le dio. Chuuya se removió inquieto en su posición—sí, estoy acá con mi hijo. Claro, no hay problema.—Kouyou le alcanzó el móvil a Chuuya y este entendió rápidamente el mensaje.

—¿Diga?

—¿Nakahara Chuuya?—la voz de Mori se hizo escuchar.

—A sus servicios—contestó complacido.

Escuchó una pequeña risa a través del auricular.

—¿Kouyou le explicó la situación?

—De eso estábamos hablando ahora.

—Bien. Mi hijo, Akutagawa Ryuunosuke, está comprometido y necesitamos que seas quién organice la boda—comenzó explicando—como sabrá, tanto mi familia como la de mi yerno estamos gran parte del día ocupados y no podemos dedicarle el tiempo necesario a la organización. 

—Entiendo perfectamente.

—Entonces, ¿cuento contigo, Chuuya?

—Será un placer.

Luego de dar unas cuantas indicaciones más, donde Mori le entregaba la dirección para el encuentro con los novios que sería al día siguiente, y demás. Chuuya cortó el teléfono. 

—¿Emocionado?—preguntó Kouyou, una vez que su móvil volvió a ella. Su alfa interior se sentía complacido al ver a su cachorro tan feliz (porque sí, Chuuya sería siempre un cachorro para ella, sin importar la edad que tuviera)

—Mucho—podía sentir a través de su olfato, como su madre también estaba complacida y eso le generaba más sosiego. Siempre había amado las feromonas de ella.

—Bien... ¿Cómo te ha ido con las clases?—cambió de tema, concentrando ahora su atención en el bizcocho de chocolate relleno con salsa de naranja y crema que tenía a su lado.
Chuuya soltó un largo suspiro.

—Bueno, eso no va tan bien como quisiera.

El resto de la tarde se la pasaron conversando trivialidades y comprando lo necesario para la cena de aquella noche.

En momentos como estos, Dazai Osamu se preguntaba por qué había escogido hace un par de años atrás, caer en las influencias de su padre. A veces, tal y como ahora, deseaba tener un trabajo normal, quizás de oficina o hasta como artista.

Pero no, él tuvo que compartir la misma fijación por la cocina que su padre.

—¿Chef, la mesa cinco está lista?—se escuchó la voz del steward desde la entrada de la cocina.

—¡Un minuto!—exclamó Dazai, sin dejar de saltear las verduras en la sartén. Listo eso, comenzó el montaje de cuatro platos consecutivos—¡Listo!—tal y como dijo, en menos de un minuto ya estaba servido, listo para entregarse 

Dazai soltó un suspiro cansino. El trabajo dentro de una cocina era extenuante, el ambiente demasiado caliente y la presión que se ejercía era para volver loco a cualquiera, pero cuando veía los platos montados armoniosamente, todos iguales, sentía como su alfa interior gozaba de ello.

Quizás era un nuevo nivel de masoquismo.

Sin más, volvió a su labor. Una mesa más ya estaba entregada, pero otras comandas esperaban ser atendidas. Y si se retrasaban, corrían el peligro de apanarse y el servicio se convertiría en un total caos.

Cuando estaba por terminar de emplatar para sacar nuevos platos y ser entregados al steward, Akutagawa hizo acto de aparición, entrando por la puerta trasera de la cocina. No es algo que acostumbre a hacer, él mismo estaba consciente del enorme trabajo que se realizaba dentro de las cocinas, pero el motivo lo ameritaba.

Dazai en cuanto sintió su aroma, se incorporó para mirarlo.

Akutagawa le hizo unas señas, dando a entender que necesitaba hablar con él y Dazai asintió. 

—¡Kunikida!—le gritó a un rubio que se encontraba a unos metros de él, era el Sub-chef—quedas a cargo mientras vuelvo.

—¿Ah?—exclamó sin descuidar su tarea. Dazai hizo caso omiso a sus reclamos y fue hasta la oficina con Akutagawa.

Una vez juntos y a puertas cerradas, Dazai se lanzó a los labios de su omega.

—Estás todo sudado—dijo Akutagawa una vez se separaron. Dazai no pudo evitar reír ante su comentario.

—No esperes que huela a flores cuando trabajo en una cocina a cuarenta grados de calor—soltó riendo y rodeando al otro con sus brazos.

—Bueno... No. De todas formas, me gusta tu olor—hizo un movimiento con la cabeza y Dazai supo que estaba disfrutando de su aroma. Tantos años juntos hacían que ya reconociera cada acción del otro.

—Hey, ¿y a qué se debe tu visita?

Akutagawa al escucharlo, salió de su ensoñación y se alejó unos centímetros de él para mirarlo a la cara.

—Mi padre llamó mientras estaba en la pastelería, ya encontró a quién puede hacerse cargo de la organización de la boda. 

—¿Tan rápido?

Akutagawa lo miró extrañado.

—Llevamos desde principio de año comprometidos, ya estamos a mediados de octubre ¿cómo es posible que eso sea "rápido"?—casi podía sentir la molestia en su voz.

—No me malentiendas. Sólo pensé que esperaríamos un poco más, ya sabes, estoy en medio de un nuevo proyecto.

Akutagawa rodó los ojos.

—Lo sé, lo sé. Y por eso mismo mi padre buscó a alguien que se encargué de ella—explicó—De todas formas, no es como si nuestra boda fuera a ser en una semana.

Dazai soltó un suspiro. Él tenía razón. 

—Ryuu—le llamó bajo, haciendo que este le mirara expectante—¿Estás seguro de esto?

—Sí—contestó e hizo una pausa unos momentos—¿Y tú?

—Claro.

Ambos comparten un tierno y lento beso, para luego separarse.

—Nos encontraremos mañana en la pastelería con él. Ahora, yo debo volver.

—Está bien, ¿nos vemos en la noche?

—Bien.

Ambos salieron de la oficina y cada uno siguió con su rutina.

—¡Maldición!—se podía ver a Chuuya corriendo con un gran montón de papeles en sus manos e ingresando al salón de profesores.

—¿Nakahara?

—Ah, Sakunosuke. Lo siento, pensé que no había nadie.

Oda Sakunosuke es un profesor y colega de Chuuya desde que este comenzó a hacer clases en aquella universidad. A pesar de llevar dos años de conocerse, Chuuya nunca había mostrado gran interés por acercarse a él. Lo único que sabía, que era de lo que todos estaban enterados, es que era un beta y tenía a su cargo cinco niños pequeños.

—No. Bueno, solo estoy yo—se encogió de hombros, volviendo a su tarea de leer las hojas sobre su escritorio.

Chuuya asintió, apurando el paso, dejando todo lo que traía en sus manos en una pequeña repisa junto a su escritorio. Tomó un par de cosas más y las fue echando dentro de su maletín.

Oda no pudo evitar mirarlo con curiosidad.

—¿Sucedió algo?

Chuuya levantó su mirada unos instantes para posarla en el otro.

—No, nada. Solo que la clase de hoy terminó más tarde de lo esperado y voy atrasado para la cita—explicó.

—¿Cita?

—Fui contratado para organizar una boda y quedé de verme en cuarenta minutos más con los novios.

—Ya veo—Oda calló unos momentos, mostrándose pensativo—¿Será la época de matrimonios?

—¿A qué te refieres?

—Nada, solo recordé que mi mejor amigo también está en planes para casarse.

—Oh, debe ser porque la mayoría se hacen en primavera o verano.

—Debe ser.

Chuuya terminó de guardar todo y se encaminó a la puerta. 

—Debo irme. Nos vemos.

—Que te vaya bien.

Y salió disparado al estacionamiento de la universidad. Agradecía enormemente que su madre le haya prestado el vehículo esa mañana o nunca llegaría a tiempo al lugar de la cita.

En cuanto subió a él, salió lo más rápido que pudo y con precaución, manejó hacia su destino.

Media hora después, aparcaba con cuidado el automóvil en frente de la pastelería. 

—Por fin—se permitió soltar un suspiro para calmar sus ansias. Una vez listo, bajo tranquilo y fue hasta el interior del recinto.

—Buenas tardes—le saludó uno de los trabajadores en cuanto llegó a la barra—¿En qué puedo ayudarle?

—Buenas tardes, soy Nakahara Chuuya y busco a Akutagawa Ryuunosuke—anunció. 

El chico, que parecía ser un beta, asintió y fue hasta un lugar apartado, lo que parecía ser la cocina.

En menos de cinco minutos, el chico estaba de vuelta. A su lado se podía ver junto a un pelinegro de mediana estatura.

—Buenas tardes—le saludó Chuuya en cuanto estuvo cerca de él—¿Akutagawa Ryuunosuke?

El otro asintió.

—Un gusto, Nakahara Chuuya—le saludó de vuelta, mostrando una pequeña sonrisa—¿Vamos a mi oficina? Ahí podremos estar más a gusto.

Chuuya asintió, siguiendo al chico omega junto a él, quien antes de ingresar a la oficina, le avisó a uno de sus trabajadores que no les molestaran mientras estuvieran dentro y que cuando llegara su pareja, solo pasara a ella. Con ello listo, ambos omegas se acomodaron en el lugar.

Akutagawa no podía evitar notar ciertos rasgos en Chuuya; ciertamente, era un omega hermoso, de rizados cabellos naranjos y delgada figura. Pero había un detalle, un pequeño, pero a la vez gran detalle, tenía un collar para omegas en su cuello. No pudo evitar sentir un poco de pena por él. Era bien sabido que los collares para omegas eran usados solo en casos especiales. Y Akutagawa, notando la ausencia de su olor, asimiló que este podía tener mucho que ver con ello. Quién sabe qué tipo de experiencia tuvo que atravesar como para tener que verse en la obligación de usarlo.

Chuuya se dio cuenta de la mirada escrutadora de él y se removió incómodo en el asiento. No le gustaba sentirse así, como un omega defectuoso, ya le bastaba con ver todas las mañanas aquel collar a través de su reflejo en el espejo, que le recordaba uno de los peores episodios que ha vivido hasta ahora.

—Bien...—intentó desviar la atención de Akutagawa, quien ahora le miró directamente a los ojos—¿Y tu pareja?

El aludido soltó un bufido.

—Debe estar retrasado, algo normal en él—dijo.—Pero descuida, dijo que vendría así que llegará en cualquier momento, mientras podemos avanzar.

Chuuya asintió y sacó un cuadernillo junto a una pluma.

—Bien, comencemos entonces.

—¿Cuántos invitados serían?—había pasado ya cerca de media hora desde que habían comenzado oficialmente aquella cita. Por el momento ya tenían lo básico listo, como el estilo de matrimonio, lugar a realizar, tipo de invitados y una fecha estimada.

—Cien personas, aproximado.

Chuuya asintió, escribiendo.

Fue en ese momento cuando la puerta de la oficina fue abierta y un perezoso castaño hacia acto de aparición. Sin decir nada y lanzando un bostezo, llegó hasta Akutagawa y se sentó flojo en el asiento.

A Chuuya le pareció demasiado desagradable su actitud.

—Osamu...

El aludido no se inmutó y soltó otro bostezo.

—Lo siento, lo siento. Pero me atrasé—para Chuuya, aquella "disculpa" distaba mucho de parecer real.

Pésima primera impresión.

—Bueno...—Akutagawa se removió en su asiento. Notó que Dazai no mostraba ningún tipo de interés en el otro omega que estaba allí con ellos—Osamu él es Nakahara Chuuya, será el encargado de todo—habló, intentando llamar su atención—Nakahara, él es Dazai Osamu.

Al levantar su mirada y encontrarse con la azulina de Chuuya, Dazai sintió que el aire se volvía pesado y nada más existía en el mundo. La temperatura de su cuerpo subió y su alfa interior se descontrolaba. ¿Qué era lo que le sucedía?

Por su parte, Chuuya sintió algo nuevo, algo que hace mucho tiempo, como si su omega interior se removiera un poco, despertando de su letargo.

No quiso prestarle mucha atención, pensando que quizás su ciclo por fin comenzaría a regularizarse y su próximo celo estaría por llegar.

Chuuya carraspeó y se acomodó mejor en su silla. La mirada de Dazai lo ponía un poco nervioso, sin decir que ahora el cuarto apestaba a su aroma de alfa; café amargo recién preparado.

No podía negar el atractivo de su olor. Pero no era algo de lo que tuviera que preocuparse ahora.

—¿Qué... qué es lo que llevan?—preguntó Dazai, removiéndose en su lugar. El calor le hacía imposible concentrarse.

Necesitaba distraerse.

Akutagawa notó el extraño comportamiento de Dazai, pero no dijo nada al respecto. Ya hablarían cuando estuvieran solos.

—La ceremonia será estilo occidental y en el jardín privado de mi familia. La fecha será para principios de abril—dijo Akutagawa y Chuuya asintió.—El menú...

—De eso nos encargaremos nosotros—le interrumpió Dazai.—Pero tú debes decir cuál será—se dirigió a Chuuya.

Chuuya le miró arqueando una ceja.

—Claro—en su mente ya le había pateado los huevos unas cien veces. En momentos como ese es cuando odia tener que relacionarse con clientes, nunca faltaban los imbéciles y esta no era la excepción.—¿Y los anillos?

—Trae los catálogos y ahí escogeremos la joyería—dijo calmo Akutagawa. Sentía que el ambiente se había vuelto un poco pesado.

—Bien—Chuuya terminó de anotar unas cuantas cosas en la libreta y dejó la pluma.—Entonces, con esto listo haré mi parte y nos veremos dentro de una semana para ver el asunto de las decoraciones y la fecha oficial. Traeré catálogos de florerías y propuestas de menús.

Tanto Akutagawa como Dazai asintieron.

Chuuya se colocó de pie, dispuesto a irse. Se despidió de él y Akutagawa lo encaminó hasta la salida.

Una vez ambos estuvieron solos, Akutagawa fue hasta Dazai, mirándolo de forma escrutadora. Por su parte, el calor le había bajado considerablemente, dejando solo un indicio de liberarse.

—¿Qué pasa?—preguntó Akutagawa, llegando a su lado. Dazai lo tomó de la cintura y lo acercó a su cuerpo. El omega sintió como las feromonas del otro comenzaban a alterarse y llenar la habitación, su propio cuerpo comenzó a reaccionar.

Dazai se colocó de pie y con ello, levantó a Akutagawa, posándolo sobre el escritorio. Un gruñido nació desde lo profundo de su pecho, haciendo que Akutagawa soltara un gemido necesitado.

—Osamu...—gimió cuando Dazai mordió superficialmente la extensión de su cuello y comenzó a repartir lamidas en él. Su respiración se volvió agitada y sus feromonas comenzaron a oler mucho más dulce, denotando la excitación que se estaba apoderando de su cuerpo.

—Déjame hacerlo...—gruñó cerca de oído, colando sus manos bajo el holgado suéter que estaba usando y tocando cada porción de piel que encontraba a su paso.

—Tu sigue—se entregó completamente al placer. Tantos años juntos les habían enseñado dónde y cómo tocarse para alcanzar el máximo placer.

Los besos se tornaron salvajes y ruidosos, la ropa comenzaba a estorbar y sus manos no se mantenían quietas.

Dazai no entendía el porqué de su repentina excitación, pero por el momento disfrutaría del cuerpo de su omega y descargaría todo en él.

*-*-*-*-*-*-*-*-*
Hola, ¿qué tal? Acá reportándome con el primer capítulo de este fanfic.

Antes de cualquier cosa, haré unas aclaraciones de unas palabras extrañas que puse en el capítulo:

•Cepa: La cepa es por definición el tronco de la vid (planta) del cual brotan los sarmientos o ramas, las hojas y los frutos. 

•Cata de vinos: en palabras simples, es el estudio de los diferentes vinos. Se estudian las distintas cepas, colores de los vinos, texturas y aromas.

•Bavaroise: es un postre frío de pastelería que suele llevar gelatina, crema inglesa y nata montada.

•Apanarse: no estoy del todo seguro si el término lo usan en otros lados (estoy en grupos de gastronomía donde hay gente de varios países y tal parece que sí) y es para referirse cuando las comandas y pedidos comienzan a juntarse y el servicio se retrasa.

•Steward: es una palabra norteamericana que significa "encargado de algo". En este caso, el steward es aquel que está encargado de entregar los platos listos a los garzones o mozos encargados de las mesas.

•Sub-chef: es quién queda encargado de la cocina cuando el Chef ejecutivo (quién maneja por completo la cocina y designa tareas) está ausente.

Creo que eso es todo... en caso de cualquier consulta, saben que pueden hacerla sin problema.

Por otro lado, las actualizaciones serán quincenal o mensual, según el tiempo que tenga en la universidad. La próxima semana vuelvo ya a clases y debo estar al cien con mis clases.

Espero que les haya gustado. Saludos a cada uno y nos estaremos viendo en la próxima actualización.

Nos vemos☆

P.D: si ven algún error en el capítulo, no duden en decirme.

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