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La graduación

—¿Te gusta este? Por que la verdad a mí me gusta mucho más que el otro que escogiste.—dice Eric mientras hace una mueca de disgusto y yo río ante ello.

Me acerco a él y miro el ramillete que tiene en manos, es una flor rosada, los pétalos son grandes y un poco largos. Al mirarla sonrío y Eric empieza a palmar mi espalda feliz.

—¡Eso! Señorita, mi amigo se llevará este ramillete.—exclama llevándoselo a la caja.

Me quedo ahí parado con una gran sonrisa en mi cara.

Tacho de mi lista mental el ramillete, ya solo tengo que ir a recoger el esmoquin y ya está todo listo para mi fiesta de graduación.

Miro mi celular y veo la hora 4:30, tiempo suficiente para pasar por él esmoquin e ir a la casa para arreglarme antes de pasar por Emily para irnos al salón donde habrá una sesión de fotos con familia antes de que la fiesta comience.

—¿Nos vamos? ¿O te quedarás ahí parado con esa sonrisa de estúpido?—Eric llega y me dice luego de darme un manotazo en la cabeza. Yo me quejo y lo sigo a la salida.

La tienda de esmoquin está a un par de vitrinas así que nos apuramos a entrar. Tenemos hora específica ya que tenemos que medirnos por ultima vez para verificar que todo esté bien entallado. No podíamos retrasarnos ya que los demás chicos llegarán a hacer lo mismo.

Una joven nos abre la puerta y nos sonríe. Nos deja pasar y nos pregunta nuestros nombres antes de ir por nuestros esmoquin.

—¿Lo puedes creer? 15 años de colegio terminan hoy.—dice Eric y me regala una sonrisa nostálgica.

—Aún no puedo creerlo. ¿Qué harás sin mí?—pregunto golpeándole el brazo y él ríe.

—Oh créeme, estaré demasiado feliz al poder librarme de ti finalmente.—dice y me devuelve el golpe.

Empezamos a golpearnos y a empujarse mutuamente hasta que escuchamos que alguien se aclara la garganta. La joven de antes nos mira con una sonrisa de lado, sus ojos demuestran diversión.

—Él empezó.—decimos los dos y la chica se ríe.

—Esto es lo que amo de mi trabajo. Ver a los chicos buscando sus trajes para algo tan especial como la graduación. Es muy emocionante.—dice y sonríe. La chica se queda mirando el esmoquin que tiene en la mano con un poco de nostalgia.

Ahora es Eric el que se aclara la garganta. Esto hace que la chica se sobresalta y se sonroje. Se disculpa antes de pedirnos que la sigamos a los cambiadores.

Me quedo mirando mi reflejo y no puedo evitar sentirme un poco triste, por mi mente pasan muchos momentos con mis amigos, con mí prom. Sonrío nostálgico y dándome aliento decido salir.

—Pareces chica, te has tardado mucho.—se burla Eric, luego se gira hacia la joven.—Sin ofender.—le dice y todos reímos.

—Eric, hay un problema con tu esmoquin.—mi amigo se mira al espejo un poco asustado, al igual que la chica, que me doy cuenta, cómo palidece un poco.—No te queda tan bien como a mí me queda el mio.—digo sonriendo y él me pega.

—No hagas eso casi me matas.

—A mi igual.—dice la chica abanicándose un poco con la mano. Me río al ver lo roja que se ha puesto y me disculpo con ella.

Otras trabajadoras llegan a revisarnos y a ajustar cosas mínimas.

Una media hora después salimos de la tienda con nuestros esmoquin en mano.

Entramos al carro un poco apresurados ya que se nos había hecho tarde.

Me sorprende que mi madre no me haya llamado, ya que ella específicamente me dijo que tenía que recoger a Emily a más tardar a las 6:30, para no llegar tarde a la toma de fotos.

A medio camino recibo finalmente una llamada. Sonrió al ver el nombre.

—¿Ya estás desesperada por verme?—sonrío y Eric a la par mía finge vomitar. Yo lo empujo.

—Muy gracioso.— su tierna y aguda voz me hace sonreír mucho más. Escucho un poco de ruido al otro lado de la línea y su respiración un poco irregular.

—¿Emily? ¿Todo bien?—pregunto con el ceño fruncido.

—Yo si, ¿tú?—miro a Eric un poco extrañado y él, claro al no haber escuchado nada no entiende.

—Si...

—Hoy es tu gran día.—dice y yo sonrío.—Todo tiene que estar perfecto, ¿ya tienes el esmoquin?

—Así que eso es...¿me llamas para verificar que todo esté listo?

—Es que puedes llegar a ser muy olvidadizo...—dice y yo me río. La chica de manera incómoda ríe también.

Últimamente nuestra relación ha estado un poco rara, pero yo trato de actuar de la mejor manera posible para poder recobrar su confianza.

—Todo bien Emily, no te preocupes. Estoy a unas cuadras de casa, me arreglaré rápido y pasaré por ti como a las 6:30.

—Está bien, estaré lista.—dice y me la imagino jugando con sus dedos.

—Nos vemos.—digo y ella responde con lo mismo antes de colgar.

Dejo el celular nuevamente y al segundo vuelve a sonar. Me río al imaginar a Emily olvidando algo y llamando otra vez pero cuando veo que es mi madre mis ánimos decaen un poco. Aquí viene la regañada.

—¡¿Por qué no contestabas?!—grita un poco y yo aparto el aparato de mi oído.

—Lo siento, Emily me llamó recién y yo...

—¡No importa! Tomas escúchame bien.—se escucha como muy agitada, como si estuviera caminando muy rápido.

—¿Mamá? ¿Esta todo bien? ¿Qué pasa?

—Tomas, no veng...—el audio se corta y yo tratando de no morir de nervios miro la pantalla que está completamente negra.

—Maldición me quedé sin batería. Eric, préstame tu celular, necesito llamar a mamá.—mi amigo empieza a tocar sus bolsillos pero luego se me queda mirando.

—Lo he dejado en la tienda.—dice y yo suelto un suspiro exasperado.

Llegamos a casa cuanto antes, he acelerado lo suficiente como para no morir pero lo hemos logrado.

Dejo el auto como queda y me apresuro para ir a la entrada de la casa.

Con las manos temblando trato de encontrar la buena llave para entrar pero antes de que pueda hacerlo la puerta se abre.

Mi cuerpo se queda completamente paralizado al ver a la persona frente a mí.

—Tomas...

—¿Papá?

Salgo del baño y me quedo viendo mi reflejo. No puedo evitar enrojecer al imaginar la mirada de Tomas sobre mí.

—Estas hermosa.—levanto mi vista y por el reflejo veo como los ojos de mi madre se llenan de lágrimas.

—Mamá no llores que yo empezaré a llorar.—digo dándome la vuelta.

—Lo siento, no puedo evitarlo. Es que estás tan grande.—dice y me toma de los brazos antes de pasar su mirada por mi cuerpo lo que me hace reír.

Me gira para que quede nuevamente viendo al espejo. Mi mirada va desde mis grandes tacones plateados hasta el vestido lila pegado de mi busto hasta mi cadera, luego baja delicadamente hasta el piso dejando ver mi pierna derecha por un corte un poco arriesgado que va desde mi muslo hasta abajo.

La parte de arriba es preciosa, dos finos tirantes me sostienen y se cruzan en la espalda, dejando lo demás todo descubierto hasta la espalda baja. De mi cuello cuelga el dije.

Mi pelo está recogido en una cola alta, que tiene una pequeña elevación. Dos mechones están libres a cada lado de mi rostro.

Mi maquillaje es digno de una fiesta como la graduación así que sea un poco exagerado es completamente entendible.

—Te han dejado hermosa.—repite mi madre y yo río.—¿A qué hora vendrá por ti?

—Dijo que tipo 6:30, así que no ha de tardar.—le respondo mirando mi celular.

—Esta bien, ¿quieres que espere contigo?

—La verdad iba a retocarme el maquillaje, así que bajaré en un momento.

—Esta bien, linda.—mi madre besa mi coronilla antes de salir de mi habitación.

Me pongo un poco de gloss. Miro la hora. Me pongo un poco más de rimel. Miro la hora. Me ajusto el tacón. Miro la hora.

Me siento en mi cama suspirando un poco. Me encuentro nerviosa y me siento tonta por sentirlo. Las cosas han estado medio raras pero me prometí olvidar todo eso para que Tomas disfrute a más no poder su noche. Después de todo es la noche que todo niño espera desde el momento en que lo obligan a entrar al colegio ¿no?

Suspiro parándome, empiezo a caminar por mi habitación. He pasado mas de treinta minutos esperando, me preocupo al pensar que Tomas se ha perdido la toma de fotos.

Mi celular empieza a sonar y rápidamente me tiro a la cama para contestar.

—¿Tomas?—escucho un respiración al otro lado antes de escuchar una puerta cerrarse.

—Emily...—separo mi celular y confirmo mis sospecha al oír su voz.

—¿Nico?

Abro la puerta de mi casa y observo a mí mejor amigo acercándose a mí. Nico me mira con una pequeña mueca y yo trato de no caer en llanto.

—Te ves hermosa.—dice tratando de darme un beso en la mejilla pero yo me muevo dejándolo bateado.

Sé que no debería de estar enojada con él, pero como es él el que está aquí es él el que recibe mi enojo, mi decepción, mi confusión y tristeza.

—Él me dijo que te diera esto.—dice buscando algo en su saco. Cuando lo saca puedo ver una flor un poco aplastada.—Lo siento, yo... La guardé aquí no creí que se aplastara...tanto.—Nico hace una seña para que estire el brazo y yo lo hago lentamente.

Mi mejor amigo pone en mi muñeca la que solía ser una hermosa flor.

—¿Quiere que yo te ponga esto?—digo irónicamente mostrándole la caja que tenía para Tomas.

—No, puedes ponérselo a él en la fiesta.—dice un poco incómodo.—¿Nos vamos?—yo me encojo de hombros y empiezo a caminar hacia su auto.

El camino fue en completo silencio. Pasé todo el trayecto tratando de no llorar, de no gritar. Nico no me había dicho nada del porqué él estaba ahí y la verdad que a estas alturas yo no me atrevía a preguntar.

Parquea frente al hotel donde es la fiesta, puedo ver desde mi asiento las hermosas parejas que están entrando, las chicas con sus hermoso vestidos y los chicos con sus esmoquin. Puedo ver una que otra graduada, con su hermoso vestido blanco que todas esperamos usar algún día.

Suspiro un poco abrazándome a mí misma.

—Emily...

—No...—lo detengo.—Tengo miedo de escucharte.—confieso en un susurro.

—No sé qué sucedió ¿esta bien? Él me llamó, sonaba mal, dijo que si le hacía el favor de pasar por ti. Me dijo que él te lo explicaría aquí, así que por favor dale una oportunidad. Tuvo que haber pasado algo importante que lo justifica.

—¿Por qué lo defiendes? ¿Por qué estas de su lado?

—¿Lado? ¿Hablas enserio?— mi vista está fija al frente, una lágrima sale de un ojo y yo la aparto rápido para evitar que esta arruine mi maquillaje.—Mírame Emily, ¡Mírame!—lo hago, y no puedo evitar que mis ojos vuelvan a aguadarse.— No es de lados, es de que le ha pasado algo y por eso no pudo llegar. Pero él te lo explicará y todo estará bien.

—¿Realmente? ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que lo que él tenga que decirme tendrá arreglo? Las cosas están mal, lo han estado desde hace mucho ¿así que como podrías asegurarlo?

Nico se queda en silencio. Suspira mientras se recuenta en el asiento.

—No lo sé, pero tengo fe en que así será.

Unos minutos después nos bajamos del carro. Entramos por las puertas del hotel y damos nuestra entrada para que nos dejen pasar.

La fiesta ya ha comenzado, las fotos de familia fueron hace ya una hora y media así que los invitados ya están disfrutando de la fiesta a más no poder.

A lo lejos unos ojos se quedan fijos en lo míos y mi cuerpo se queda paralizado. Nico también se da cuenta así que me susurra al oído que me tranquilice y que lo escuche.

Nico se aleja y se va a un lado del salón mientras saluda a la gente.

Tomas empieza a apartar a la gente sin apartar los ojos de mí. Su sonrisa es tan grande que parece de mentira.

Mi cuerpo por inercia retrocede hasta finalmente darse la vuelta y empezar a caminar hacia el lado contrario.

Aunque me cuesta logro salir del salón, decido irme a la derecha donde hay un pasillo vacío a diferencia del otro donde la gente está dando sus entradas.

Camino sin rumbo hasta que una mano me sujeta y me hace girar bruscamente.

—¡Emily!—Tomas se tambalea un poco y sin que yo lo esperara une sus labios a los míos bruscamente. Sus manos me sujetan un poco duro de mis mejillas haciéndome difícil separarme de él.— Estuve buscándote pero no te encontré, luego recordé que no viniste conmigo.—el chico frente a mí se ríe y se sujeta el estómago mientras se agacha por el dolor provocado por esto mismo.

—¿Estas ebrio?

—Todos lo están querida Emily.—me responde poniendo sus manos en mis hombros, sus ojos se fijan a los mio y puedo darme cuenta de lo inyectados de sangre que están los suyos.— ¡Estamos celebrando!—grita alzando las manos y girando. El chico se tambalea pero lo sujeto antes de que caiga.—No sé que estamos festejando pero algo será ¿no?—se ríe nuevamente.

—Tomas, ¿cuánto has tomado?

—No lo sé, tal vez una o dos...

—Una o dos ¿que?

—Botellas...

—¡¿Botellas?!—me alarmo y el chico se acerca nuevamente a mí con una gran sonrisa.

—Dicen que el alcohol ayuda a olvidar ¿no? Pues que mejor que esta estúpida fiesta para olvidar todo lo horrible que pasa en el mundo.

—¿Qué ha pasado?—Tomas se tensa y se separa de mí, por dar un mal paso cae al piso yo alarmada trato de levantarlo pero él empieza a hacer puchero.

—Siéntate conmigo Emily, por favor.

—¡Tomas! Levántate, no puedes quedarte ahí.

—¡Puedo hacer lo que yo quiera!—grita un poco empujándome luego de levantarlo. Me quedo quieta por su acción. El chico saca una pequeña botella de su esmoquin y le da un trago largo. Se ríe dejando salir un poco del líquido de su boca.— Ah no, olvídalo, a pesar de tener la mayoría de edad este chico aún no puede decidir por sí solo. Después de todo sigo siendo un estúpido adolescente que no sabes que es mejor para su futuro ¿no?

—¿De qué hablas?— mis brazos empiezan a temblar. Tomas se queda mirando a la botella. A pesar de que no me mira a mí puedo sentir enojo emanando de su mirada.

—Emily debemos terminar.—su mirada se dirige hacia mí. Me mira como jamás me ha mirado. Retengo la respiración cuando esas palabras salen de su boca.

Cierro los ojos y agito un poco mi cabeza mientras retrocedo.

—¿Qué?—Tomas trata de acercarse a mí pero nuevamente se tropieza pero esta vez es la botella que cae al piso y se rompe en mil pedazos. Pero el sonido ni siquiera me hace saltar. Nada lo haría.

—Maldición.—dice entre dientes. Olvida la botella y con cuidado trata de acercarse a mí. Pero yo retrocedo más y levanto mis manos para alejarlo.

—No te acerques.

—Oh por favor. No puedes estar enojada conmigo. Tú sabías que esta relación acabaría, teníamos fecha de vencimiento ¿no te acuerdas? Yo me iré y tú te quedarás aquí, nuestra relación no tiene futuro.—sus frías palabras me destrozan.

—Pero yo...tu...nosotros...

—No. No "nosotros". Ya no hay un "nosotros" ¿No lo entiendes? Tú tienes que concentrarte en los estudios, en sacar las mejores notas para poder entrar a esa escuela de dibujo que siempre has soñado y yo...me iré a Rusia...—mi mirada pasa del piso a sus ojos completamente confundida.

El chico frente a mí ya no me mira, su cuerpo está completamente tenso y sus ojos están lleno de furia nuevamente.

—¿Rusia?

—Oh, ¿no te dije? Papá está aquí, no solo él, sino que su amada nueva esposa y su amada nueva hija. Quieren unir lazos ¿no te parece gracioso? Quieren unir lazos con las cuerdas que ellos rompieron lenta y dolorosamente. No tengo mucha opción igual, mamá perdió su trabajo y mi padre le dijo que si no le daba mi custodia voluntariamente entrarían a juicio donde la perdería igual. Gracioso porque tengo 18 años ¿no? Pero en los grandes países no es importante. Es el poder y el dinero que gana, siempre gana...—susurra.

Mi cuerpo está temblando, mucha información trata de tener sentido en mi mente pero todo está tan desgarrador que no puedo hacerlo.

—Pero ¿qué pasó con Madrid?

—¿Es que no lo entiendes? Mi padre vino a quitarme las únicas cosas que no había podido quitarme, mi universidad, a mi madre y a ti...—dice lo último tragando grueso.

—¿A mí?

—Me iré, Emily, y no estaré haciendo lo que quiero, donde quiero y con quiero. Seré la marioneta de mi padre como él siempre lo quiso.

—Pero...

—Debemos terminar.

—No.—mi respuesta fue rápida y dura, su vista va finalmente a mis ojos y puedo ver como los suyos como los míos están completamente cristalizados.

—Emily...

—Tu padre no puede hacer esto.

—Él puede hacer lo que quiera, siempre lo ha hecho.

—¿No pelearas? ¡¿Te rendirás así de fácil?!

—¡No puedo hacer nada! ¡Tú no conoces a mi padre! ¡Él podría dañar a mi madre y eso es algo que no podría perdonarme!—mi corazón se detiene al escuchar eso.— Mi vuelo sale mañana por la mañana.

—¿Y te iras así como así?—el chico frente a mí se desmorona frente a mis ojos. Mi labio tiembla pero aparto la mirada cuando él no responde.

Tomas se acerca a mí, me quedo rígida con la mirada al muro, el chico duda cuando levanta su mano y la pone en mi mejilla, da un beso en la comisura de mis labios.

—Lo siento tanto. No sabes cuanto te amo Emily Forest.—dice antes de alejarse y salir del hotel.

Cuando su cuerpo desaparece de mi vista me desmorono, mis piernas se rinden y caigo al piso con lágrimas en mis ojos.

Los sollozos son tan fuertes que alarman a la gente.

Siento brazos alrededor de mí pero mi vista sigue en el lugar donde yacía la persona que amo. Que amo y que me ama también y que a pesar de eso se fue de mi vida antes de que pudiera siquiera pensar en confesárselo.

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