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Capítulo 22

Me quedo ahí parado viendo como Emily baja por las escaleras. Tal vez buscará a su amiga o tal vez regresará con el idiota que la ha hecho reír toda la noche.

Odio no haber podido decirle, odio que no me haya dejado explicarle, odio no ser yo el que baile junto a ella y que la haga sonreír como el hermano de Rachel.

No, no puedo permitirlo, esta vez no escaparás de mí Emily.

Rápidamente bajo las escaleras y empiezo a buscarla entre toda la gente, lo que se me complica por las luces de colores que giran, la gente saltando y la fuerte música.

Camino por toda la maldita casa sin tener ni un solo rastro de ella. Finamente visualizo a su amiga hablando con un chico así que sin dudarlo me acerco a ella.

—Eh...¿Amanda?—cuando la chica me mira sonríe de una manera muy exagerada. Yo frunzo el ceño.

—Tomas...Hola.

—Hola, mira, busco a Emily, ¿la has visto?—ella me mira confundida y empieza a mover la cabeza de un lado a otro como buscando a alguien.

—Creí que estaba contigo.—termina de decir eso mientras saca su celular, frunce los labios al ver que no tiene ningún mensaje o llamada. Marca rápidamente y lo pone en su oído mientras camina hacia afuera. Yo solo la sigo.—¡¿Emily?! ¡No te escucho! ¿Dónde estas?—la chica para abruptamente lo que me hace chocarme con ella. Ella gira molesta hasta que se da vuelta y me mira. Se había olvidado de mí, genial.—¿Qué? ¡Espérame voy contigo! ¿Emily? ¡¿Emily?!—se separa de su celular sorprendida—¡Me colgó!

—¿Dónde está?—pregunto.

—No me lo dijo, solo dijo que se había ido. Que se iría caminando a casa.

—Bien, debo irme.—quise irme pero la chica me agarra del brazo.

—Buscaré a Nico e iremos contigo.

—Me adelantaré, si la encuentro te llamo.—rápidamente anotamos nuestros números y salgo corriendo.

No había traído carro así que no tengo más opción que correr hacia la única dirección que Emily pudo haber tomado para irse a su casa.

No sé cuanto tiempo llevo corriendo pero el hecho de que hay solo unos cuantos faroles iluminando las calles lo hace todo más oscuro y más peligroso. Mis nervios están a tope y el hecho de que Emily haya apagado su celular no ayuda en nada en mi búsqueda.

Miro la hora antes de volver a poner mi mirada hacia delante. Mi cuerpo para en seco cuando veo a una figura frente a mí.

Olvidando lo cansado, frustrado y nervioso que puedo estar corro lo más rápido que puedo para estar junto a ella.

—¡¿Emily?!— descuelgo el celular al ver la llamada de Amanda. Apenas puedo escucharla ya que la música es demasiado fuerte.

—Amanda, hola...Estoy bien ¿de acuerdo?

—¡No te escucho! ¿Adonde estas?

—Lo lamento, me fui de la fiesta, no quería molestarlos así que caminaré

—¿Qué? ¡Espérame voy contigo!

—No, necesito estar sola. Te contaré todo cuando llegue a casa.—digo y sin dejarla decir algo cuelgo.

No pienso dos veces antes de apagar mi celular, no quiero recibir más llamadas, al menos por ahora.

Me abrazo a mi misma maldiciéndome por no haber traído una chaqueta o algo, por no haberme puesto pantalones y por haber venido a esta fiesta en primer lugar.

Camino con mucho cuidado porque todo está muy oscuro.

Este día ha sido un completo desastre. Me rio de mi misma por lo patética que soy ¿enserio creí que él podría tener un mínimo de sentimientos hacia mí? Sé lo que todas las chicas dicen de mí, que no soy suficiente para él. Pero no entiendo desde cuando les he prestado atención a esas chicas superficiales.

Soplo hacia arriba para apartar un mechón de pelo de mi cara y alzo mi cabeza para mirar el cielo negro.

—¿Por qué me afectas tanto?—susurro para mi misma. Suspiro mientras cierro los ojos, para tratar de tranquilizarme.

—¡Emily!—un grito me hace abrir los ojos de golpe y girar para ver a la persona, que con su grito, me dio un susto de muerte.

Y ahí está él señoras y señores, el chico que me ha quitado toda concentración, viene corriendo hacia mí muy preocupado.

Sin poder reaccionar ante el susto y la sorpresa de verlo él ya esta frente a mí, Tomas me mira por unos segundos antes de abrazarme mientras suspira aliviado.

—Estás aquí, y estás bien, pensé que no te encontraría.—se separa de mí y pone sus manos en mis mejillas. Me pongo nerviosa en el momento en que sus hermosos ojos hacen contacto con los míos.

Mi corazón empieza a palpitar rápido nuevamente, mi respiración se entrecorta y empiezo a temblar y no es por el frío.

Una de sus manos baja lentamente de mi mejilla hasta mi labio inferior, sus ojos sigue en los míos y yo por alguna razón no puedo ni quiero apartarlos de los suyos.

Sus ojos apartan la mirada y los ponen en mis rojos labios, me siento caliente, y estoy segura de que estoy roja y no puedo culpar al alcohol, mis ojos inconscientemente van a sus labios que están ligeramente abiertos, dejando ver como su respiración está entrecortada por lo que supongo es por la gran corrida que dio.

¿Corriste desde la fiesta Tomas? ¿Por mí? ¿Por qué?

Sus manos siguen en mi cara y por inercia las mías van a las suyas, dejándolas encima.

—Lo siento, ya no puedo.—dice y acorta la distancia juntando nuestros labios.

El beso comienza salvaje, violento, pero baja su ritmo con cada respiración, sus labios encima de los míos se presiona lentamente.

Una de sus manos baja de mi mejilla a mi cintura para acercarme más a él, una de mis manos pasa atrás de su cuello jugueteando con su pelo.

Finalmente nos separamos, tratamos de regular nuestras respiraciónes. Yo muerdo mi labio para evitar que la enorme sonrisa que quiere salir salga.

—Emily...—suspira. Mis ojos se van a los suyos.—Ella no me hace sentir todo lo que tú me haces sentir.

—Tomas...

—Hablo enserio Emily, no tienes por que preocuparte por ella. No es nada importante para mí.—no sé qué contestarle así que luego de negar con la cabeza, dejo que mi sonrisa aparezca y con mis manos agarro su cuello para atraerlo hacia mí y besarlo nuevamente.

Fue un beso corto ya que dos gigantes luces hace que nos separemos y que pongamos nuestras manos frente a nuestros ojos para protegernos.

Dos personas salen de el carro. Amanda corre a abrazarme.

—¿Estás bien?—pregunta preocupada y yo solo asiento sonriendo. Nico se acerca a nosotros más lento.

Cuando me mira suspira aliviado, pero la sonrisa que trae se va cuando ve que mi mano y la de Tomas están agarradas. Nico levanta la cara rápidamente, su mandíbula está tensa y su cara por poco se ve roja del enojo.

—¡¿Ves lo que provocas?!—Nico se acerca a Tomas, los dos fulminandose con la mirada.

—¿Disculpa?

—¿Por qué juegas con ella?—dice señalando a lo que yo abro la boca ofendida.

—¡Nicolas!—trato de agarrarle el brazo para que no se acerque pero él se suelta fácilmente.

—Yo no juego con nadie.—dice Tomas enfadado pero sin gritar, tranquilo.— ¿Por qué no dejas de meterte?

—Me meto por qué ella me importa y no dejaré que le sigas haciendo daño.

—¡Basta! Nico por favor, basta.—me pongo entre ellos, con mis manos sujeto la cara de Nico. No logro que me mire pero aun así sigo hablándole.— Sé que lo haces por mi bien pero ya basta. Tengo la suficiente edad para cuidarme yo sola, así que por favor te pido que me dejes y que no te metas en esto, no ahora que no lo necesito.—su mirada se despega de Tomas y pasa a la mía, en vez que esta se tranquilice muestra más furia que nunca.

Está enojado y no solo por Tomas sino que por mis palabras. Me mira enojado, decepcionado y triste.

Se desprende de mis manos y se da la vuelta antes de entrar a su carro y cerrar la puerta fuertemente.

—¿Em?—me doy la vuelta y miro a Amanda.

—Yo...—miro a Tomas.—caminaré con él.—mi amiga solo asiente, se acerca a mí y me abraza.

—Ten cuidado.—me susurra y yo asiento, le prometo escribir cuando llegué a casa.

El carro se va rápidamente dejándonos en la oscuridad otra vez.

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