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Capítulo 13

Me desperté y ya no logré dormirme, hace una hora de eso. Eric está roncando en el sillón lo que no ayuda mucho a mí insomnio. Miro el reloj de mi mesa de noche: 3:00am

Me levanto y me voy al baño para lavar mi cara, en el espejo veo mi pelo todo revuelto y mis ojos un poco rojos aun.Ya no estaba tan ebrio pero no llegaba a la sobriedad. Aunque el dolor de cabeza que tengo es infernal.

Me pongo una sudadera, agarro las llaves de mi casa y sin hacer ruido salgo de la habitación. Paso por la cocina para tomarme una pastilla con la intención de hacer bajar la intensidad de la resaca que estoy sufriendo. Luego de tomarme como un litro de agua para saciar mi sed salgo de casa.

Todo está oscuro y silencioso, supongo que soy el único despierto a las 3 de la mañana. Comienzo a caminar para calmar mis pensamientos. La fría brisa hace que cierre mis ojos unos minutos antes de seguir caminando.

Cuando me doy cuenta donde estoy me sorprendo a mí mismo, estoy delante de la casa de Emily. Me quedo ahí parado sin saber que hacer o porque estaba ahí.

No sé si fue por el alcohol que aún estaba en mi sistema o por la adrenalina del momento pero camino hacia la casa. Estaba a punto de tocar el timbre hasta que recuerdo la hora, sin saber que hacer empiezo a alejarme un poco de la casa.

El maullido de un gato hace que me sobresalte, volteo a verlo y me doy cuenta que pasa por una puerta, una puerta que llega a la parte trasera de la casa de los vecinos.

Eso significa que...

Me doy cuenta que la casa de Emily también tiene una, me acerco a ella y me alegro a darme cuenta que está un poco abierta. Entro y ruedo la casa, cuando estoy en el jardín trasero me quedo mirando la segunda planta tratando de adivinar cuál de las dos habitaciones era de Emily. No estaba en mis cinco sentidos aún pero sabía que entrar al cuarto de sus padres no hubiera salido nada pero nada bien.

Volteo desesperado buscando un árbol o algo que me ayude a subir, cuando me doy cuenta que a pocos pasos de mí hay una escalera oxidada sonrió como idiota. La agarro y subo con mucho cuidado. La parte de atrás de la casa muestra dos cuartos en la parte de arriba uno de ellos tiene un balcón, así que subo con la ayuda de las escaleras y trato de ver a través de la puerta corrediza del cuarto.

El cuarto está a oscuras, lo único que puedo ver es una cama a un lado y un escritorio. Me acerco un poco más y me doy cuenta que al lado de la cama está la mochila de Emily y solo de verla me emociono. Abro con cuidado la puerta de vidrio, no quiero asustarla.

Cuando estoy dentro trato de respirar correctamente ya que me estaba poniendo nervioso. Antes de arrepentirme me doy la vuelta y cierro la puerta tras de mí y me adentro un poco más a la oscuridad de la habitación.

Mis ojos siguen adaptándose a la oscuridad cuando de la nada un objeto me golpea justo en mi frente haciéndome caer. Mientras me quejaba en el piso la luz se enciende.

—¿Tomas?

Cuando veo a alguien subiendo por mi balcón me asusto mucho. La verdad no sabia si gritar, correr por ayuda o solo llorar y esperar a que me mataran. Me paro y me alejo lo más posible del balcón y espero paralizada. Mi mano tantea la mesa que tengo a la par y agarro el pequeño trofeo que gané años atrás en un concurso de dibujos.

La verdad tenía tanto miedo que no creí que le daría pero mi increíble puntería no me sorprende tanto como el hecho de que sea Tomas.

Instintivamente veo la hora en mi reloj de pared: 4:00am. Luego de eso me acerco a él que seguía quejándose en el piso.

—Lo siento tanto, ¿estas bien?—dijo ayudándolo a levantarse. Los dos nos sentamos en mi cama.

—Estoy bien.—dice quitando su mano de su frente, me alivio al darme cuenta que no sangra, solo está un poco rojo. El chico ríe cuando ve que me le he quedado viendo.— No quería asustarte, aunque ahora que lo pienso sí debió de ser muy aterrador.—Nos quedamos en silencio, la verdad no sabía siquiera que pensar. Él estaba aquí, en mi cuarto, a las cuatro de la mañana y ¿ebrio? El chico baja la mirada.— Linda pijama.— Me sonrojo inmediatamente al recordarme de mi pijama, ya que solo me había puesto un mini short y un camisa pegada y fina.

Salgo corriendo a mi armario y agarro un sudadera que me llega casi a mis rodillas y me la pongo. Cuando regreso al cuarto él ya no está en mi cama sino que mira mis fotos que están por toda mi habitación.

—¿Qué haces aquí?—digo y él voltea a verme.

—No lo sé.—dice sincero.

—¿No lo sabes?.—me acerco un poco a él, pero no tanto, no podría. Él se encoge de hombros y acorta más la distancia por su repentino movimiento yo retrocedo pero choco con la pared.

Su mirada está pegada a la mía y esos ojos cafés que tanto adoraba se habían vuelto muy oscuros. Yo trago fuerte. Tomas acorta el espacio pero mi vista sigue pegada a su pecho.

—No lo sé Emily.—siento como su mano quita el mechón de pelo que cubre mi cara, su dedo acaricia mi mejilla antes de levantar mi barbilla, obligándome a mirarlo. Lo hago y mi corazón está a punto de explotar.— La verdad es que no entiendo porque estoy aquí si tú ni siquiera estás interesada en mí.—susurra.

Una de sus manos se pone en mi cadera y la otra se queda en mi mejilla donde con su pulgar hace círculos. Para con los círculos y pone su mano en la parte de atrás de mi cabeza lo que hace que me acerque más a él.

Nuestras narices rozan y estoy segura de que el ruido que escucho no solo es el de mi corazón. Tomas baja la vista a mis labios y yo sin siquiera pensarlo paso mi lengua por ellos y lo muerdo un poco, nerviosa. Mi respiración se entrecorta por la cercanía.

—¿Sabes lo peor? Es que no me importa.— finalmente pega sus labios a los míos de una manera violenta lo que me hace suspirar. Su agarre en mi cadera se hace más fuerte y yo paso mis manos por su cuello acercándolo más a mí.

El beso cambia de ritmo y se hace más lento, más suave, como si quisiera aprovechar cada roce. Mi mente explota y todo el nerviosismo que tenía desaparece. Siento pequeños escalofríos en todo mi cuerpo cuando me paro en puntitas para tenerlo más cerca.

Nos separamos por falta de aire pero nuestras caras siguen cerca, nuestras frentes tocándose y nuestra respiración agitada. Él me mira directo y mientras toca mi mejilla de una manera más tranquila una hermosa y gigante sonrisa sale de sus labios lo que me hace reír. Cuando lo hago sus ojos pasan por mis labios lo que hace que me sobresalte internamente. Pone uno de sus dedos sobre ellos mientras no puedo evitar sonreír.

El roce de sus dedos en mi labio siguen y siento como se acerca así que instintivamente cierro los ojos esperando otro beso pero este no llega, no en mis labios al menos, sino que uno en mi frente. Yo no puedo sonreír más. Tengo los ojos cerrados aun, disfrutando de ese momento. Pero un movimiento brusco hace que casi me caiga.

—Perdona.—se aleja de mí demasiado rápido y fue ahí cuando me di cuenta que el me sostenía porque cuando mis pies tocan firmemente el piso casi caigo.— Yo no sé porqué lo hice enserio perdona.— dice tocándose el pelo con una expresión de arrepentimiento.

¿Pero que...?

Yo no entendía nada, no sabia como la situación había cambiado tan rápido.

—No...no te disculpes.—no lo hagas porque me encantó. Él me observa del otro lado del cuarto, sus manos juguetean con las cintas de su sudadera.

—No tenia que hacer venido.—dice jalándose el pelo.— Y menos después de lo que dijiste en el colegio. Yo no quería forzarte a nada yo...

—No lo hiciste.—lo interrumpo tomando fuerzas para acercarme a el.— No quise decir lo que dije en el colegio. No fue un buen día, la verdad fue uno bastante malo. Pero jamás, jamás quise decir eso.

—Emily no tienes porque mentir.

—Tomas.—tomo su cara en mis manos, en mis pequeñas y nada largas manos. Siento como su respiración cambia por el toque.— No miento, no ahora. Mentí cuando dije que no estaba interesada en ti. Porque lo estoy. Enserio.— el chico frente a mí me mira directamente buscando algún indicio de una mentira. Cuando ve que soy completamente sincera suspira y una pequeña sonrisa aparece.

—¿Emily?— la voz de mi madre me hace saltar, empujo a Tomas detrás de la puerta y la abro un poco. Mi madre se sobresalta cuando la abro tan bruscamente.—¿Estás bien?

—Si, solo...tenia algo de frío y no podía dormir pero estoy bien.

—¿Te sigue doliendo la cabeza?

—No, ya no, estoy bien. Lamento haberte despertado. Vuelve a dormir.—ella se me queda mirando dudosa. Supongo que tengo que tener una cara...— ¿Mama?

—Si, si. Si necesitas algo me avisas.

—Si, gracias.—cierro la puerta y suspiro. Pero aún no decimos nada, hasta que escuchamos como la puerta de mi madre se cierra.

—Creo...—se aclara la garganta lo que hace que yo abra los ojos.—Creo que debería de irme.—yo me rió.

—Si, supongo que si.— caminamos hacia el balcón. Antes de bajar me acerca a mí y besa delicadamente mi mejilla. Lo hace lentamente como si que no quisiera irse.

—Nos vemos Emily.

—Adiós Tomas.—susurro.

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