
9. Buena suerte
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"Me miraste y te miré
Temblé y temblé
Con tus ojos conecté
Temblé y temblé"
Laura
—En vez de ir al cine, vamos por pizza y helados, ¿qué les parece? —propuso Emma, apenas salimos de la casa.
—Y vemos otra película. —Abril se quedó pensando con la vista pegada al cielo—, ahora veamos una de terror. Una sangrienta, nada más de amor.
—Si —suspiré—. No sé por qué terminamos viendo una comedia romántica.
—Ok, sangrienta —Emma asintió.
Fuimos a tan solo unas cuadras a comprar la pizza y los helados. El lugar se encontraba vacío, así que antes de lo esperado nos entregaron toda la comida. Nos fuimos cada una con una pizza en una mano, y en la otra un helado.
Llegando a la casa de Emma, comencé a caminar más lento. No quería volver a ver a Oliver, es que parecía que últimamente cada vez que lo veía, era vergonzoso, ¿hasta donde llegaría eso?
En una misma semana nos habíamos dado un beso por error, me vio en ropa interior de niña buena, y luego en ropa interior sexy. Y si eso no fuera todo, le había enviado un correo totalmente absurdo a Diego. Me sonrojé de solo recordar eso.
¿Cómo fui tan tonta? Necesitaba planear qué decirle a Diego sobre mi correo; explicarle que había sido un error, que lo había escrito una de mis amigas para molestarme, no sé, pero no se podía quedar así.
Más encima estaba la foto que me había enviado —probablemente— Vanessa. Resoplé enojada mientras caminábamos, me metí tanto en mis pensamientos que casi se me cae la pizza que llevaba en la mano.
—¿Pasa algo? —preguntó Emma, acariciándome la cara. Emma siempre era muy cercana y cariñosa. Negué con la cabeza.
—Solo pensaba en lo mucho que ha pasado en poco tiempo...como las cosas han cambiado...como yo he cambiado.
—El tiempo te ayudará a que te duela menos lo de Justin, lo que podemos hacer ahora es distraernos y tratar de no pensar en él.
—Es que me gustaría saber por qué, por qué me engañó —dije eso en voz alta, y el dolor que llevaba días acompañándome se acrecentó—. Además...las fotos.
—Eso ha sido cruel e innecesario. —Emma se cruzó de brazos enojada—. Voy a hablar con Vanessa, si quiere guerra está bien...pero tú no estás sola, y se lo dejaré claro.
—Prefiero seguir con mi plan de hacer como que no me importa.
De repente, Abril me miró con una mueca de culpabilidad.
—Yo...yo había escuchado que a Vanessa le gustaba Justin —musitó. Y respiró hondo, como si hubiese estado aguantando la respiración desde hace rato. Me quedé quieta, con el helado a medio llegar a mi boca—. No te dije porque pensé que era darte una preocupación innecesaria, además justo cuando supe, los vi a ustedes muy bien.
Cerré los ojos, algo enfadada. Quizás hubiese podido impedir que me robaran a mi novio.
—Ya sé lo que estás pensando —agregó Emma, sacudiendo sus manos frente a mí—. Y no, él era el que tenía novia, no debería importar si tiene cien chicas detrás.
Suspiré, Emma tenía razón. Se produjo un silencio.
—Este viernes hay otra fiesta —dijo Abril de repente, mostrándonos su celular. Estábamos en la entrada de la casa de Emma—. Es el cumpleaños de Jose. Dice...todos invitados—. Jose era una de nuestras compañeras, perteneciente al círculo de los chicos ricos. Algo bueno que hacían ellos, era que invitaban a todos a sus fiestas, probablemente para mostrar la cantidad de dinero que tenían, y que se comentara sobre todo lo que poseían.
—Vamos —dije, un tanto ansiosa. Estaba decidida a no encerrarme a llorar en mi habitación. Bailar sonaba como una excelente idea.
Mis amigas se miraron asombradas y felices.
—¿Y qué nos vamos a poner? —preguntó Emma, mientras abría la puerta de su casa.
—No sé, yo...
El aire abandonó mi cuerpo, y luego mi piel por completo vibró de forma que hasta mi respiración se aceleró.
Oh no
Solo faltaba esto.
Y mi pies pegados al piso, sin darme la opción de huir.
Oliver se hallaba desnudo frente a nosotras. Las luces se encontraban apagadas, pero aun así su trasero perfecto estaba iluminado por la luz que entraba por la ventana desde la calle. Me quedé sin aire, y las piernas me temblaron. Me afirmé del marco de la puerta. No entendía por qué él estaba solo, desnudo, en la entrada de su casa. Pero tengo que admitir que no podía parar de deslizar mis ojos sobre su cuerpo, es que nunca había visto a un chico desnudo, y créanme cuando les digo que este no era cualquiera.
Sentí que cumplí una fantasía que ni siquiera sabía que tenía.
Dios mío.
¿Esto siente la protagonista de mi libro cuando ve al chico sin ropa?
Oliver tenía el cuerpo perlado por el sudor, y el cabello revuelto como si alguien se lo hubiese estado tirando.
Vi movimiento a la altura de sus rodillas
Oh, no
No estaba solo. Pestañee tantas veces como pude y creo que la boca se me quedó un poco abierta de la impresión. Afirmé la pizza fuertemente para que no se me cayera. Una chica, se encontraba arrodillada frente a él.
Ni el libro erótico me hacía sentir tanto.
—Madre mía —susurró Abril, con la boca abierta de la impresión—. Es mejor de lo que había imaginado.
Su cuerpo era perfecto y lo miré como si ante mí tuviese una escultura legendaria. Pero cuando la chica se separó de él, mis ojos viajaron a su entre pierna. Es que todo pasó tan lento que parecía que él quería que lo viéramos. En ningún momento se sobresaltó, y se quedó unos segundos parado frente a nosotras.
Primera vez que veía un miembro masculino en vivo y en directo y —lo que lo hacía más terrible—, erecto. Y no era más ni nada menos, que el del hermano de mi mejor amiga.
Quería desaparecer.
La chica, se levantó, se vistió rápidamente, y salió por la puerta sin inmutarse.
Era oficial, nunca más podría ver a Oliver de nuevo. Aunque a él no pareció importarle, se puso el bóxer dándonos la espalda. Lo que hizo que Abril y yo dejáramos de respirar nuevamente, porque todo su trasero quedó expuesto hacia nosotras. Al menos quedamos a mano en ese aspecto.
Se le marcaban dos círculos en su espalda baja, y un tatuaje de un lobo en su omóplato derecho relucía aún con la escasa iluminación. Se giró, y por su expresión, discutía con Emma pero para mi todo había quedado en silencio.
Si ya pensaba que él era guapo, allí lo encontré increíblemente atractivo, sexy, y caliente. Su torso desnudo, y su ropa interior apretada, no dejaba mucho a la imaginación, menos en ese momento que tenía la imagen fresca de su anatomía. Mis pensamientos revolotearon, llevando mi mente a otro lugar, más oscuro, donde me tiraba al hermano de mi amiga, no porque me gustara ese insoportable, sino porque quería sus manos expertas sobre mí. Lástima que eso era imposible.
Reaccioné cuando Emma subió las escaleras apurada. Con Abril nos quedamos allí, cuál de las dos más estupefactas, cuál de las dos más extasiadas. Miré a Abril de reojo, y vi como le sonrió a Oliver, antes de subir.
Él, me miró divertido, y se acercó. Se detuvo a mi lado, y susurró con la ronca:
—¿Te calentó verme? Porque si quieres, así te puedo tener.
Mi corazón se detuvo un segundo.
Si seguía diciéndome todas esas cosas no sabía qué iba a pasar conmigo porque —aunque no quisiera—, pequeñas llamas se encendían por todo mi cuerpo, extendiendo el calor por toda mi piel.
Tuve que obligar a moverme de allí. Subí las escaleras con un hormigueo en todo el cuerpo.
Lo había visto, y no solo eso, sino que en la boca de alguien. Dios mío, fue como si me leyera todas las escenas eróticas del libro en un puro segundo. Una explosión de sensaciones, que últimamente me estaban volviendo locas, se acumularon en mi cerebro.
Y él me estaba provocando.
¿y yo?
Y yo quería que esas manos me tocaran de una vez por todas.
Laura, has caído.
Maldito Oliver, te odio.
¿qué me has hecho?
En el último escalón mi celular vibró. Un mensaje.
Número desconocido: Así que libros eróticos. Y yo pensaba que eras de novelas románticas. Creo que tengo a varios amigos que te podría presentar si la oferta sigue en pie. Diego R.
Mátenme.
Apoyé mi frente en la pared antes de entrar a la habitación de Emma.
Soy un desastre.
No le respondí. Ya eran demasiadas emociones por un día, y si no me iba a encerrar a la habitación de Emma, estaba segura de que algo más sucedería.
Emma estaba en su cama con una almohada sobre la cara.
—Creo que nunca podré quitarme esa imagen de la mente —dijo, dándole un golpe con su puño a la cama.
—Yo tampoco —Abril me miró y me sonrió. Y solo con el movimiento de sus labios me dijo: ¡Guau!
Emma le lanzó la almohada.
—No es chistoso, no puedo creer que vi a mi hermano...no, no puedo. Voy a vomitar —Emma comenzó a hacer arcadas, y se retorció en su cama—. Por favor, hagamos como que los últimos minutos no sucedieron. —Nos quedó mirando con cara de súplica.
—No puedo, es como que la imagen se fijó en mi cerebro —rio Abril—, ni intentándolo se va.
La entendí porque me pasaba exactamente lo mismo, y por la cara de Emma, a ella también.
—Creo que es definitivo, nunca más vendré a tu casa —dije, acostándome al lado de Emma—. No puedo creer que el primer hombre que veo desnudo es a tu hermano.
—Te entiendo. —Se sentó en la cama, y se encogió de hombros—. Al menos Abril cumplió su sueño.
—Yo que estaba a solo verle el torso desnudo de volverme loca, ahora...podría morir en paz en este momento —dijo Abril, asintiendo con la cabeza—. Una meta en mi vida se ha cumplido. Ahora empezaré a leer el libro del que tanto hablan. He completado todas las imágenes mentales necesarias para imaginármelo.
Nos partimos de la risa.
Más tarde, cuando mi corazón y mi respiración habían vuelto a la normalidad, recordé el correo de Michelle, y me fui al baño a leer la respuesta de Diego.
Yo soy Diego, jugador de fútbol de la escuela, y novio de la chica más asombrosa. Vivo con mis padres aunque raramente están en casa. Me gusta hacer e ir a fiestas, y soy un amante del deporte. Mido 1.80 y tengo tez morena. Aunque algunos crean que soy un tipo desagradable por mi modo de vida y por la gente con la que me rodeo, me gusta hacer amigos y tender una mano a quien la necesite. Tengo dos perros que son como mis hijos. Odio la filosofía y me encanta el chocolate, si es con caramelo, mejor.
Rodé los ojos.
—Que aburrido, al menos, tenemos el caramelo en común —murmuré, guardando el celular en mi bolsillo.
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