Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5

De Stacy a Melanie, de Melanie a Carol, de Carol a Rose. Saltamos de chica a chica con el viaje pagado por besos profundos y promesas vacías. Nuestra cama nunca estará fría mientras la excitación y el romance sean una enfermedad contagiosa, una forma fácil de conseguir el brote de los néctares más íntimos de una mujer. Daniel se llevó a la mayoría... No hay nada más atractivo para una adolescente que un muchacho adulto que les muestre como es el mundo y las haga sentir más maduras de lo que son. Luego le bastaba uno o dos susurros cerca de la oreja para convencerlas de compartir el pecado original conmigo.

Tras cansarnos de recorrer una y otra vez el monte de Venus, deleitamos nuestros bajos instintos con la piel andrógina de esos jóvenes que visitan los antros nocturnos en busca de música fuerte, emociones aún más ensordecedoras, y quizás una respuesta a la incertidumbre que guardaban sobre su sexualidad. El aspecto del elegido difiere con las noches y con nuestros caprichos. A veces más alto o más bajo, o más fornido y directo, o tímido y vacilante, o intenso y loco. Pero los abordamos igual, con la cautela y el ansia de los mejores depredadores, mezclándonos con la muchedumbre y las luces que aturden la visión. En algunas ocasiones usamos drogas o alcohol, pues los vasos adulterados y las pastillas son llaves para el cuerpo y el corazón.

En un cuarto de motel, o baño, o estacionamiento, o cualquier lado donde se dé, recostamos nuestros cuerpos en una danza lenta y estrecha. Ojos vidriosos; Labios rosas entreabiertos, brillantes y deseosos; Mordisqueamos el cuello cerca de la nuez de Adam y recorrimos la piel desnuda del hombro; Tiernos gemidos brotan, como los de una mujer, o hasta más dulce y complacientes; Manchamos con nuestra eyaculación el paladar del desconocido y luego degustamos la semilla amarga de él. ¿Con cuántos compartimos el lecho...? Ya perdí la cuenta. O nunca la empecé. El licor y las sustancias dejan profundas lagunas en mi memoria.

La compañía de extraños no bastó, y decidimos desahogarnos entre nosotros. Dos mitades que se unen para explorar las capas más interiores del otro, cosechamos nuestros jadeos con la lengua entre besos muy largos. Daniel quiso probar a ser el pasivo primero. Durante la penetración enterré mis dedos en su espalda y aré la piel, y coseché su sangre y sus gritos, y entonces se vino en un orgasmo de inmediato. Limpié con mi lengua el fluido carmesí que lagrimeaba por su espalda. Cambiamos las tornas... Fue brutal para interrumpir en mis entrañas, la primera vez me desgarro. Me hizo llorar, y gritar su nombre, y pedir más.

Noches de desenfreno. Tabúes que se multiplican. La vida es un váter que gira sin llevarse el excremento, y aun estando hasta el cuello de mierda seguimos buscando aquello que nos haga decir: Valió la pena. Dinero, poder, fama, familia, religión... O en nuestro caso, una extravagancia que no nace en lugares donde la ética o la moral iluminen. La mayoría se rinde. Personas como Daniel, personas como yo, jamás dejan de intentarlo hasta que la vida termina.

—Asesinemos a alguien —Dijo Daniel una vez. Me cuesta recordar cuándo. Tal vez lo soñé. O tal vez me lo dijo cuándo me embestía contra la pared del baño. Sensación. Palpitaciones. La tibieza y fundido en blanco que se lleva la visión por un segundo, síntoma de alcanzar el clímax. Todo luce tan nublado.

Y en el fondo un hombre loco no para de reír.

No mataras... Exige el texto que, junto al Manifiesto comunista, ha dado rienda suelta a las peores matanzas de la humanidad. El tiempo pasa y nada mejora, nadie aprende, o simplemente nadie quiere aprender. La muerte se convierte en estadística cuando visita a la mayoría, en negocio si el fiambre es cantante o actor, u motivo de celebración si el que palma es un presunto violador, asesino, o dictador. Cada segundo alguien en un rincón del mundo fallece, puede que de cáncer, o un accidente de tránsito, de hambre, de suicidio, o por acciones de alguien más. La muerte es mundana... ¿O me equivoco? ¿Será el asesinato un diamante en bruto? ¿Es la pieza faltante de nuestro camino-rompecabezas en espiral? ¿Qué hay en el fondo? ¿Azufre y fuego, o un conejo blanco?

Toca continuar y descubrirlo.

Daniel está conmigo en esto.

Llegaremos al final.

Lo sé.

—Todos acabamos como sacos de carne podridos en gusanos, Josh —Entre el frío y bajo la luz pálida de la luna menguante, entierra la pala. Hice lo mismo. La tierra blanda y húmeda cede con facilidad ante nuestra violación—. ¿Y qué? Olvídate del resultado y piensa en la causa. ¿Recuerdas a nuestra amiga, a Cherry?

¿Cómo olvidarla? Mire alrededor, a los centenares de tumbas con encaje de bruma. Es un sitio elegante, le habría gustado ser enterrada aquí.

Daniel continua con el monologo.

—Apuesto que sus últimos momentos fueron los más emocionantes y apreciados de toda su puta existencia. Cada golpe, cada crujido de los huesos, tuvo que avivarle las ansias por respirar y por ver otro amanecer. Cosa irónica si te detienes a pensar sobre lo poco que se cuidaba. ¿Sabes lo que creo? Creo que el alma, y en consecuencia el mundo, muestra el verdadero resplandor, los colores más bellos e intensos, en los momentos cruciales. Durante el final inminente. ¿Qué tan hermoso e intenso es? Eso no lo sé.

Asentí mostrando simpatía, y seguimos trabajando. El montículo de tierra a nuestro lado crece y se completa. Rompemos el sello del ataúd y casi arrancamos la tapa de sus bisagras. El hedor a ultratumba se riega, apesta a lirios marchitos y ratas muertas. Cuencas oscuras nos encaran con reproche. Daniel alza la pala con ambas manos, baja y clava la punta en el cuello del cadáver, lo cercena de una sola embestida.

Con el cráneo ennegrecido entre sus dedos y la piel desquebrajándose igual que papel mache, toma asiento sobre la lápida de su madre y le propina un beso tan inocente como las rosas de Mayo. Los labios se caen.

Recubrimos la tumba. Daniel lleva el trofeo bajo el brazo y marchamos a nuestro edificio. Él durmió con su madre por primera vez en mucho tiempo, le hizo el amor hasta que se deshizo frente sus embestidas, y me contó cada obsceno y cariñoso detalle.

Un recuentro feliz, supongo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro