Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21


ALEXANDRE


Aunque no sabía exactamente lo que el anciano decía, podía darme una idea general del significado.

Alguna vez, mientras hacía mi investigación sobre doppelgängers, leí la anécdota de una persona que aseguró que, tras largos meses de sufrir el acoso del doble de un familiar, un día vio cómo el demonio moría frente a sus ojos. Si no mal recuerdo, el deceso fue debido a un accidente automovilístico; un descuido por parte del doble que terminó con su vida.

En fin, lo extraño del caso fue que el original falleció al mismo tiempo. A varios kilómetros de distancia, mientras leía un libro en la tranquilidad de su casa, la muerte encontró al familiar de esa persona. La autopsia reveló que fueron causas naturales; su corazón simplemente dejó de latir, dijeron en la morgue.

Quizá de casos similares se adornaron las leyendas que decían que si se mataba al doble, también moría el original. Aunque claro, no era una ley de vida, puesto que había muchas historias en las que podían deshacerse del doppelgänger sin que la otra persona se viera afectada.

—Tal vez le estaba mintiendo —dije pensativo—. Sin embargo, no podía arriesgarse a comprobar de primera mano si era cierto lo que le dijo, ¿me equivoco?

Ahora, con las palabras de Chester, las cosas se podían apreciar con más claridad.

—Tienes razón, muchacho. Eso cambió todo. Calíope nos acorraló de la peor manera posible.

Me llevé las manos a la cabeza. De repente, unas terribles ganas de reír me invadieron. Sin embargo, no fue porque encontrara esa situación cómica; más bien, lo hilarante era darme cuenta de lo jodido que estaba.

Durante esas semanas había creído que quizá nuestras mentes se habían conectado debido a un efecto colateral del fenómeno doppelgänger. Algo normal dentro de todo lo anormal.

Pero ¿y si lo que me hacía entrar en su cabeza era que él había entrelazado nuestras vidas? ¿Qué tan factible podría ser esa teoría?

Si no me equivocaba —y estaba casi seguro de no hacerlo—, aquello empeoraba una situación que de por sí era mala. Ahora no solo tendría que preocuparme por que mi doble no me matara, sino también tendría que vivir con el pendiente de que no le sucediera nada, o me arrastraría con él a la muerte.

En verdad que Graham Sinclair tenía una forma muy original de joderme la vida.

—¿Qué sucedió después? —pregunté solo para evitar que la carcajada de histeria no saliera de mi garganta—. ¿Regresaron a América?

Chester, quien se había quedado ensimismado en sus recuerdos, volvió en sí.

—Si bien ese era nuestro plan, antes de comprar los boletos Emme quiso hacer una última parada. —De manera inconsciente, acarició la sencilla argolla en su dedo anular—. Vinimos a Guildtown porque quería mostrarme el pueblo que la vio nacer. Asimismo, deseaba visitar la tumba de su madre para darle la noticia.

"Estuvimos en esta casa una semana, jugando a una vida doméstica para la que quizá no estábamos listos. El amor existía, claro está; pero yo no ganaba mucho como carnicero, su trabajo en la boutique tampoco le pagaba bien, y nuestros pocos ahorros ya estaban dando lo último de sí.

"Al utilizar el dinero de nuestro pasaje en la comida que tanto ella como el bebé necesitaban, nos resignamos a pasar aquí una temporada. Conseguí trabajo en Dundee y nos esforzamos en establecer una rutina más o menos normal, aceptando que Calíope seguiría cerca de nosotros.

Traté de imaginar la precaria situación que había vivido Graves. ¿Yo podría hacer lo mismo, aceptar por las buenas que Sinclair sería parte de nuestras vidas por el resto de las mismas?

No estaba tan seguro de querer verle la cara por tanto tiempo. Irónico, sabiendo que era mi rostro.

—Las semanas se convirtieron en meses —continuó después de una breve pausa en la que tomó un poco de limonada—. La doppelgänger siguió acechándonos, pero conforme pasaba el tiempo, su nivel de odio pareció disminuir. Incluso hubo un par de ocasiones en las que la encontré en el supermercado de Dundee y ya no se le notaba ese brillo macabro en sus ojos; nos saludamos como viejos conocidos y cada quién siguió con sus propios asuntos.

"Recuerdo una noche en específico. Era el séptimo mes de embarazo y Emme despertó sedienta; fui a la cocina para prepararle un poco de limonada, pero me he de haber tardado mucho, puesto que cuando regresé ya se había dormido.

"Calíope estaba ahí, parada junto a la cama, viendo a mi mujer dormir. Claro que me asusté, muchacho; ella tenía tantos antecedentes que no podía fiarme de su repentino cambio de actitud. No obstante, su expresión era relajada, casi feliz.

"Con suavidad, acarició el vientre abultado de Emeraude. Supongo que ha de haber sentido una patada, puesto que sonrió como si acabara de ver el sol por primera vez. Al bebé le gustaba patear mucho.

"Yo estaba pasmado, hijo. No podía reaccionar ante tal escena.

—¿Le hizo daño al bebé con su toque? —pregunté con premura.

Chester, más pensativo que antes, negó con la cabeza.

—No. Por el contrario, hizo algo que me sorprendió. Se acercó hasta mí y me dijo que esa niña debería llamarse Tara. Luego, se fue tan silenciosa como llegó.

"Después de ese encuentro, fue común despertarme a media noche. En cada ocasión la descubría haciendo lo mismo; mimaba el vientre de Emme con increíble devoción.

"Un día comenté que el nombre de nuestra hija debería ser Tara. No dije cómo supe el sexo del bebé, ni de dónde había salido esa idea, y mucho menos que Calíope nos visitaba con frecuencia cuando dormíamos.

"Al ver las lágrimas que salían de los ojos de mi mujer, intuí que quizá no había sido buena idea. Sin embargo, cuando logró tranquilizarse, me confesó que así se había llamado su madre.

—¿La bebé hizo que su maldad se apaciguara? —cuestioné con verdadero interés.

—No. Por lo que entendí tiempo después, si su carácter disminuyó fue por la lejanía que se estableció entre la original y ella; al estar separadas, toda su furia interna quedó resguardada, permitiéndole hacer una vida lo más normal posible.

"En cuanto al cariño que sintió por nuestra hija, supongo que fue más que nada la semejanza con la madre de Emme. Por lo que me contó ella, así como lo que leí en el diario, Calíope le tuvo un cariño irracional a la mamá de las hermanas.

—Vaya cariño —murmuré con sarcasmo—, si ella fue quien la mató. O al menos eso es lo que entendí del diario.

—Sí, y eso fue una culpa que cargó por el resto de su vida —dijo apenado—. Verás, durante los últimos meses de embarazo, me propuse ser amable con ella. Quizá solo necesitaba una oportunidad.

"Charlábamos al encontrarnos en el supermercado. Era recelosa con su naturaleza, pero dicharachera con su día a día; me contaba sobre las personas que conocía, lo que la hacía feliz y los planes que querría hacer si no se viera ligada a seguir a mi Emme por todo el mundo.

"De a poco se fue abriendo. Un día, justo en el aniversario luctuoso de Tara, me confesó que se arrepentía por haber provocado su muerte. No dio detalles de cómo lo hizo, solo mencionó que si ella la hubiera aceptado en su vida, las cosas habrían sido muy diferentes.

—Ella era huérfana —comenté con pesar. De no haber sido una situación tan trágica, me habría regocijado en mis habilidades analíticas—, solo quería lo que Constance y Emeraude tenían, ¿cierto?

—Efectivamente, muchacho. Y supongo que el miedo que mi esposa instauró en la familia fue lo que hizo que Tara no la aceptara, provocando que Calíope a veces se hiciera pasar por Constance.

La tensión del momento se rompió cuando mi celular comenzó a sonar. Era Monique.

Chester me instó a contestar y, supongo que para darme privacidad, caminó a la cocina.

La llamada de Dunne fue corta. No me había dado cuenta de que el tiempo había pasado tan rápido que mi hora de terapia estaba a punto de empezar.

Antes de hacer algún otro movimiento, debía analizar con claridad la nueva información. Así que le pasé a la doctora la dirección de Chester para que viniera a recogerme y quedó de hacerlo lo antes posible. Al menos ya no tendría que esperar a que un taxi pasara por esa carretera del infierno.

Me reuní con el anciano en su cocina. Sus manos sostenían una gran pieza de pan casero que era cortado en rebanadas de buen grosor. Me ofrecí a ayudarlo con los emparedados, pero se negó. Debo admitir que las personas de pueblo eran buenos anfitriones; bueno, excepto Graham que casi me mata.

—¿Qué sucedió después? —pregunté ansioso. No tenía mucho tiempo antes de que Dunne llegara—. ¿No le dio miedo que en algún momento le pudiera hacer daño a su hija?

—Al principio, sí —respondió, mientras untaba mayonesa en el pan—. Pero como dije, con los días se volvió una persona normal. Cuando nuestra pequeña Tara nació, Calíope incluso mostró un lado que no pensé que tuviera.

"Al despertar, la vi con la bebé en brazos. La arrullaba con un amor que ni siquiera Constance, siendo su tía, podría profesarle. Y es que, según Emme, sí había mucho de la madre de ellas en esa diminuta criatura.

Chester suspiró al recordar aquella época. Yo no tenía hijos —es más, desde que inicié mi vida sexual ese fue mi mayor temor e hice todo lo posible para evitar una sorpresa así—, pero al imaginarme tal dicha, no pude evitar sonreír. Quizá eso debía a que en la escena no solo estaba yo con un humanito en mis brazos, sino también una chica con el cabello naranja, regañándome por sostener mal a nuestro hijo.

Mis cavilaciones se vieron interrumpidas con un sonoro carraspeo.

—Nuestra pequeña Tara nació tan fuerte y vivaz, que su partida fue un terrible acontecimiento que no vimos venir —murmuró con un nudo en la garganta. El ambiente se tornó gris en un segundo.

—¿Calíope...?

—No. A pesar de todo lo que hizo, antes y después, aún sigo creyendo que ella sería incapaz. Es más, de haber podido hacer algo, no dudo que habría dado hasta su vida. —Era sincero. Ese hombre tenía la firme convicción de que la doble tuvo luz en su interior—. Fue muerte de cuna. Una mañana, ella simplemente no...

Las palabras se quedaron atoradas. Sentía tanta pena por el hombre, que incluso mirarlo se volvió difícil.

Comimos en silencio por un rato, hasta que sus recuerdos dejaron de atormentarlo. Cuando volvió a hablar, lo hizo con una fortaleza obligada.

—Eso también destrozó a Calíope. Lo poco que había avanzado con su humanidad, se desvaneció en segundos. Enfureció tanto que aquellos primeros meses se volvieron un tormento.

"Sus ataques ya no solo fueron mentales, sino físicos. Por más que me aseguraba de cerrar puertas y ventanas, lograba colarse. Una noche trató de asfixiar a Emme; y aunque logré detenerla a tiempo, ya nada fue igual a partir de entonces.

"Dejamos de dormir y comer. La tristeza era tanta que poco nos importó si un día de esos llegaba la muerte para reunirnos con nuestra difunta hija.

"Una tarde, cansado de tanta oscuridad, compré boletos para regresar a América. Debíamos alejarnos de aquí; ella necesitaba a su familia y, para ese momento, nuestra relación estaba en ese borde en el que se debe decidir si el amor es más fuerte que lo demás.

—¿Qué? —interrumpí ofendido—. ¿Cómo podían plantearse eso?

Mírate Tremblay, me dije. ¿Quién hubiera pensado que un día estarías abogando en nombre del amor?

Bufé para mis adentros. Sería mejor que esa pelirroja volviera a mí pronto, o yo jamás le perdonaría lo que hizo conmigo.

—No dejamos de querernos —se excusó—. No obstante, hay ocasiones en las que las relaciones se ponen a prueba y se debe considerar si estar juntos le hace más mal que bien a la otra persona.

"Si crees que tu presencia le trae más problemas que alegrías, e incluso si eso la pone en eminente riesgo, simplemente te vas. Cuando el amor es real, no es egoísta.

—Pero tampoco es cobarde —contraataqué.

—No, no lo es —dijo. Esbozó una sonrisa y se encogió de hombros—. Sin embargo, esa decisión ya no me competía a mí. Emeraude se sentía tan culpable que estaba dispuesta a dejarlo todo.

"Regresamos a Bronx de un día para otro. Para ese entonces, Calíope más o menos me había explicado sobre las anclas, y sabíamos que era cuestión de tiempo para que nos alcanzara.

"Constance, así como el señor Williams, todos esos meses habían pasado por una época de prosperidad que hizo sentir aún más culpable a Emme. Sin contarles nada de la pesadilla que vivimos, los instó a regresar a Escocia; les aseguró que su hogar volvía a ser seguro y que a su madre le hubiera gustado que estuvieran cerca de ella.

—¿Y no le pidieron que regresara con ellos?

Chester suspiró. Un poco de felicidad volvió a su mirada.

—Sí, por supuesto. Pero les aseguró que ella ya había encontrado el lugar al que pertenecía y que su felicidad estaba en Nueva York, junto a mí.

"Debo admitir que eso me sorprendió. Creí que en cuanto pisáramos tierra firme, rompería conmigo; su mutismo durante el viaje se me antojó de mal agüero y en mi mente solo pasaba lo peor.

"Al escucharla decir aquello, y ver en sus ojos la verdad, supe que no volveríamos a Escocia. Jamás. El año que estuvimos ahí era parte del pasado.

—¿Cuánto tardó Calíope en volver? —cuestioné en un susurro.

Si estaba tan enojada como decía, de seguro no demoraría tanto en seguir su instinto. Con eso, quería saber el tiempo aproximado que tardaría Graham en encontrarnos una vez que me llevara a Merybeth.

—En llegar al continente, no sé. Pero en hacer su siguiente movimiento tardó un mes.

"Constance y su padre volvieron a Europa una semana después. El tiempo justo que nos tomó sacar un permiso de matrimonio y preparar una boda humilde.

"Esos días, en los que estuvimos a la expectativa de su aparición, fueron un recordatorio de que tal vez esa era la vida que debíamos enfrentar por siempre.

El reloj decía que ya habían pasado cuarenta minutos desde la llamada de Monique. Me estaba quedando sin tiempo y aún muchas preguntas rondaban en mi cabeza.

—¿Cuál fue su siguiente movimiento?

—Trató de quitarse la vida. Por fortuna, la llevamos a un hospital y pudimos evitar que sucediera lo peor.

El motor de un auto se detuvo demasiado cerca. Me asomé por la ventana y vi el perfil inconfundible de la doctora.

—Pero eso no era una solución —argüí con premura—, al estar unidas, en cualquier otro descuido pudo intentarlo. ¿Cómo la detuvieron?

Quizá su respuesta fuera una posible solución para mi situación.

Unos golpes tímidos se escucharon en la puerta de entrada.

—Le dimos parte de lo que quería —confesó con el ceño fruncido.


***


Ya no pude indagar más, puesto que Dunne tenía prisa por irse, y tampoco era algo que seguiríamos discutiendo con la presencia de un tercero.

Mientras ella me esperaba en el auto, le agradecí a Chester la plática que tuvimos. Si me daba tiempo de volver en un futuro próximo, de seguro lo haría.

El regreso a Edimburgo transcurrió en silencio. Si hay algo que admiraba de Monique, era su madurez para aceptar las cosas. Cuando preguntó qué es lo que estaba haciendo ahí, y obtuvo un no quiero hablar de eso como respuesta, solo se limitó a encender la radio local.

La vi de reojo y sonreí. Con ella las cosas eran muy sencillas, no tenía que aguantar berrinches, ni interrogatorios; sabía darme mi propio espacio.

—¿A dónde vamos? —pregunté con mejor humor.

—Al hotel —dijo casi como si fuese una pregunta—. ¿O planeabas ir a otro sitio?

—Vamos a la bahía Dalgety.

En puerto St. David's hay una plazuela en cuyo centro se erige una escultura con la clásica figura que representa a esa pequeña y tranquila comunidad de Dunfermline: un ancla.

Desde ahí se puede ver a lo lejos el puente de Forth cruzando las oscuras aguas; y ya en tierra, alrededor de la pesada escultura de metal y detrás de un par de jardines, las casitas de estilo colonial dan la bienvenida a los turistas que buscan días serenos.

Nos estacionamos muy cerca del edificio que mi padre tiene en renta y al que lleve a Merybeth meses atrás. Por alguna extraña razón, no quería que Dunne supiera de la existencia de ese lugar, así que la guie hacia una pequeña cafetería para que tomáramos un aperitivo.

Mientras la veía tomar su bebida, rememoré la charla con Chester.

No dudaba de mis sentimientos, solo quería encontrarles una explicación lógica. Tantos años creí que el amor era algo muy similar a lo que veía con Gerard y Simone; cariño incondicional, paz, una tranquilizadora rutina, tomar café por la tarde sin tener la necesidad de llenar el silencio con palabrería insustancial. Y luego llegó una chica escocesa a imponer su voluntad.

Siendo honesto, ni siquiera me importaba cómo fuera a pasar mis tardes, siempre y cuando ella estuviera ahí.

—¿Cómo se llega a ese punto? —preguntó Monique, viendo hacia el puente rojo.

Después de salir de la cafetería, caminamos por la plaza y por el borde del puerto; finalmente regresamos a la escultura para sentarnos en uno de los círculos concéntricos que elevaban el ancla, y estuvimos viendo a la nada por unos cuantos minutos, cada quién perdido en sus pensamientos.

—Cruzas el puente —respondí con una sonrisa.

Rodó los ojos con fastidio.

—Me refería a donde estás tú —aclaró frunciendo el ceño. Capté la vibra que nos envolvía y supuse que sería otra de esas charlas incómodas—. Quiero decir, es obvio que estás enamorado de esa chica. Pero, ¿cómo llegaste a ese punto en el que dejas todo, absolutamente todo, por alguien?

—Supongo que ella es especial —dije pensativo—. Oye, esto es incómodo, ¿no?

Una de sus risas ligeras le salió del pecho.

—Solo fue un beso, Alex. —Y sueños subidos de tono, pensé—. Es solo que, quiero creer que todos merecemos un amor bonito que no juegue con nuestros límites de razón, ni que nos haga cometer locuras. Alguien que en verdad esté ahí.

—No soy tu mejor opción para entrevistar, Dunne. Tú misma has visto que he cometido muchas locuras.

Asintió.

—Por eso quería que respondieras. Creo firmemente en lo que dije; pero por otro lado, te veo y no puedo dejar de pensar en que tal vez sí existe ese tipo de amor avasallador. Entonces, ¿cómo logras desnudar tu alma, dejar todos tus defectos a la vista, y lograr que alguien te acepte tal cual eres? ¿Cómo aprendes a vivir sin el constante temor de que en algún momento algo no será suficiente y la otra persona se irá? ¿Cómo se llega al punto de ser amado con tal devoción?

"Y no es que piense que esa chica no es especial. Solo me gustaría poder entender por qué a veces funciona, y otras no.

—¿Crees en las almas gemelas?

—No. Creo en la constancia; en ser perseverante y paciente; en dar lo mejor de uno.

"Si me diera el lujo de creer en el destino, me volvería loca sabiendo que, a pesar de todo mi esfuerzo por siempre dar lo mejor de mí, quizá quepa la posibilidad de que no encuentre a nadie en mi camino porque así está escrito.

"Eso atormenta, ¿sabes? La simple idea de una vida que ya está planeada por alguien, o algo más, nos quita posibilidades. Y no es como si yo hubiera tenido toda una abundante cosecha de éxitos amorosos; digo, soy una chica normal que hasta el momento no ha sido considerada lo suficientemente interesante, bonita o simpática para hacer que se queden; pero al menos me consuelo con la idea de que el esfuerzo algún día me traerá frutos.

"No sé; es solo que no quisiera que un ente omnipotente me quite opciones.

Ahora entendía por qué para mí sí era incómodo. Mi egocentrismo me hizo creer que hablábamos de nuestra situación, cuando ella se formulaba preguntas generales.

—Yo tampoco lo creía —confesé—. Pero luego te das cuenta que suceden cosas que van más allá del entendimiento y, de pronto, pasa; tu vida cambia en un segundo. Un momento, una mirada, o un beso, y ya no eres el mismo.

"Me fue más fácil aceptar que era el destino porque, de haber sido casualidad, y aunque sé que el pasado no se puede cambiar, si me pongo a pensar en esos pequeños detalles que pudieron cambiar el curso, siento un terrible vacío.

"Si esa noche no hubiera regresado por mi chaqueta, o si no hubiera tenido un conflicto con mi novia, lo más probable es que la casualidad no me dejara conocer a la mujer con la que me gustaría pasar el resto de mi existencia.

"Quizá es de gente perezosa, pero me gusta la idea de que esa noche todo estuvo en calculada sincronía para que ella y yo nos encontráramos.

Por un rato, Monique se quedó pensativa.

—¿Qué tuvo que ver tu chaqueta, o tu novia? —preguntó curiosa después de unos minutos.

Recordé aquella noche con nostalgia.

—Unos amigos y yo queríamos ir a un bar que solía estar de moda. Salí del hotel donde me hospedaba y vi a quien en ese entonces era mi novia. Aunque no hacía frío, sabía que más tarde la ropa delgada que usaba no le serviría de mucho. Al regresar por mi chaqueta, me entretuve unos minutos en responder un correo que acababa de llegar de mi madre.

"Ese tiempo que estuvo esperándome sirvió para fundamentar un argumento por el que peleábamos con frecuencia.

"Discutimos gran parte del trayecto. Cuando llegamos a Via del Tritone, estaba tan fastidiado de la situación que perdí todo interés en reunirme con mis amigos; así que me metí en el primer bar que se cruzó en nuestro camino.

—Y ahí la conociste —concluyó ausente, sumida en sus propios conflictos.

Miré alrededor, había menos gente que antes y el sol ya descendía por el horizonte. Recordé que había tenido prisa por regresar, pero se veía tan reflexiva que no quise interrumpirla.

Aunque su sonrisa siguió siendo melancólica, había cierta esperanza en sus ojos que no pasaba desapercibida. Soltó un suspiro cargado de significado y apoyó su cabeza en mi hombro, justo como lo haría una vieja amiga.

—¿Por qué el cambio tan drástico, bonita? —pregunté tratando de sonar como siempre.

—Porque quizá tengas razón, y tal vez te conocí por una razón. —Mi cuerpo se tensó. Esperaba que no volviéramos a la charla anterior. Supongo que se percató de mi súbita resistencia, puesto que rio con soltura antes de continuar—: Deja de pensar que siento algo intenso por ti, Alex. Me refería a que he aprendido mucho en estas semanas gracias a ti.

—¡Dunne! —respondí con falsa indignación—. No puedo creer que, después de todo lo que pasamos, no sientas nada por mí.

No quería sacar a relucir el tema, pero antes de cerrarlo por completo, debía saber si las señales que noté eran producto de mi imaginación.

—Solo me gustas, Alex. No te creas tan importante.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro