Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. La segunda muestra de amor.

—No puedo creer que te mandarán otra carta —dijo Baxter—. ¿Es que acaso los adolescentes de ahora no saben maneras más prácticas para confesarse?.

—Suenas como un abuelo —se burló el rubio—. Tal vez sea una broma.

—Con este rostro que cargo lo dudo —repliqué—. ¿Es la misma persona de la otra carta?.

Baxter comenzó a buscar algo en su mochila y sacó un estuche color café de plástico en donde se encontraban sus lentes. Sujetó con cuidado ambas cartas que estaban sobre la mesa para compararlas, mientras que con Levi aprovechábamos el momento para comer algunos de los pequeños tomates que había en su lonchera.

Estábamos en la cafetería, había tenido esperar dos horas completas para conseguir hablar con ambos, ya que no nos sentábamos juntos y si llegaba a levantarme para ir a hablar con alguno era probable terminara castigado. Como capitán del equipo cerduno estaba en la obligación de ser un ejemplo para el resto de mis compañeros, al menos la gran mayoría del tiempo.

—Son de diferentes personas, nada coincide —concluyó Baxter con rapidez—. Deberíamos preguntarle a Tobías quién la envió.

—¿No íbamos a hacer eso de las piezas? —cuestionó Levi.

El rubio apoyó su mentón en su mano derecha mientras miraba hacia la nada misma, lucía como yo en clase de historia: desinteresado por lo que estaba sucediendo.

—¿Esperar? —dijo el castaño confundido—. Si, pero eso era con Frank, ahora Adonis tiene a otra jovenzuela detrás suyo.

—Tal vez deberíamos ignorarlo, esto de las cartas y los misterios me tienen un poco cansado —respondí encogiéndome de hombros—. Vamos a tener un partido de práctica pronto, esa es mi prioridad.

—¿Tú? ¿Ignorando a una chica? Eso no es propio de Adonis —se burló Baxter—. ¿Esto tiene algo que ver con Frank?.

—No —mentí—. Los cuervos son más importantes, tenemos que ganar ¿No recuerdas? Además, ahora debemos encargarnos del asunto de Levi, si la chica está tan enamorada de mí puede venir, no va a ser rechazada, los brazos de Adonis siempre están disponibles.

—¿Mi asunto? ¡¿Al fin me toca?! —festejó con una sonrisa—. Amor de Ryuichi ahí voy.

—¿Yu… ? ¿Rui… ? ¿Eh? —dije confundido, lo había pronunciado tan rápido y con tanta facilidad que no había terminado de procesarlo, mi cerebro era del mismo tamaño que el de un cocodrilo.

—Ryuichi —repitió—. Ese es el nombre de Ryu, ¿no es lindo?.

—Claro, si tan solo pudiera pronunciarlo —protesté.

Baxter soltó un suspiró, el buen humor que manejaba antes se había extinguido y ahora lucía agotado, como si no quisiera hablar sobre el coreano de nombre raro o ayudar a Levi con su asunto. No quería meterme en sus cosas, porque Baxter era demasiado reservado en cuanto a sus sentimientos como para decirme algo, estaba seguro que me engañaría en la cara y yo, siendo tan estúpido como él afirma, terminaría por creerle. En mi defensa debo decir que Baxter suena demasiado convincente cuando miente.

De todas formas, pese a querer o no, Baxter asintió de mala gana y metió una mini zanahoria en su boca mientras escuchaba a Levi parlotear sobre su teoría de que Hazel y el coreano estaban juntos.

—¿Y por qué no se lo preguntas y ya? —cuestioné.

Confesarme, preguntar, hablar con chicas guapas nunca había significado un problema para mí. Era seguro de mi mismo, directo y cuando me gustaba alguien lo terminaba diciendo a los cuatro vientos, lo cual ocurre más seguido de lo que me gustaría y siempre me terminaban rechazando. A las mujeres le gustaban los promiscuos como Jesse en vez de chicos de corazón puro y buenas intenciones como yo.

—Va a terminar sabiendo que me gusta —protestó Levi—. Eso va arruinar todo.

—No deberías confesarte —le recomendó Baxter—. No es un buen plan por el momento.

—¿Están seguros? Es que para mí dejar las cosas claras es lo correcto —repliqué.

—¿Y si no es gay? ¿Y si se lo toma raro? Tu eres el mejor ejemplo que puedo dar —protestó Levi.

—Bueno, es extraño al principio, pero no puedo culpar que mi belleza similar a la de un Dios enamore hasta a los hombres —admití de manera seria.

Levi pareció analizar el asunto y llevo sus manos hacia su rostro,  estaba avergonzado.

—Solo quiero cortejarlo de manera indirecta y suponer que de ese modo terminaré por gustarle, es lo único que me queda —admitió el rubio.

¿Cortejar? Levi hablaba como un abuelo, creo que quedaba en evidencia el tiempo que pasaba con Baxter, el castaño era un alma vieja.

—¿Tanto te gusta ese coreano? —cuestioné.

—Japonés —me corrigió Baxter.

—Supongo que sí —admitió, se estaba comenzando a sonrojar tanto que estaba apunto de hacerme vomitar—. Es que… es muy lindo.

—Bueno, te tendremos que ayudar en ese caso —afirme con seguridad—. Desde ahora dejaré de ser Adonis, el hermoso jugador de básquet, y pasaré a ser Eros, el dios del amor.

El castaño negó con la cabeza mientras cubría su rostro con una de sus manos, pretendiendo tener vergüenza de lo que acababa de decir, aunque yo había sido bastante claro. Levi era uno de mis mejores amigos, y si tan enamorado estaba de ese chico coreano ¿Por qué no juntarlos?.

—¡¿En serio?! Woah… Adonis, creo que comienzo a entender porque le gustas a la gente —confesó Levi.

—Lo sé, además de ser hermoso, mi corazón es de oro, me alegra que te hayas dado cuenta.

—La gente normal no se haría cargo, pero tú eres tan… tú —se burló Baxter.

La charla tomó un rumbo más casual y comenzamos a hablar sobre qué haríamos en el festival Flor de Manzano, ya que Levi estaba obligado a asistir por su familia —al igual que yo— y luego podríamos ir a recorrer los puestos los tres juntos. Una vez que concluyera el festival tan solo tendríamos que prepararnos para las competencias y dudaba que tuviéramos tiempo libre para hacer algo que no fuera entrenar, deberíamos aprovechar el festival.

Apenas terminé de invitarlos recordé que había hecho lo mismo con Frankie cuando estábamos comiendo pollo frito, por lo que les avisé que era probable que él también viniera. No por el hecho de ser sospechoso de gustar de mí debía que cancelar la invitación, sus sentimientos no lo hacían una mala persona y Frankie siempre me había agradado, además era probable que viniera con Jenna y ni siquiera nos prestara atención.

Al cabo de un par de minutos el almuerzo terminó y tuvimos que regresar al salón de clase, donde estaba separado de mis amigos y sentado al lado de Katie, quien se dedicaba más que nada a tratarme mal y hacerme sentir inferior señalando mis errores ortográficos y cuan desorganizado estaba mi lado de la mesa. Siendo sincero no sé qué había hecho para que me molestara ¡Incluso la había invitado a salir! No recordaba en ningún momento haber sido grosero con ella, por lo que tenía que soportar su injustificado maltrato hacia mí mientras observaba a lo lejos a Baxter burlarse y a Levi dormir en clase como todos los días.

—No tengo ganas de entrenar —confesó Levi de repente—. Hace demasiado calor como para estar sudando en el gimnasio, quiero ir por un helado y estar bajo el aire acondicionado de mi casa.

—En otro momento te hubiese dicho que eres patético, pero la verdad ahora concuerdo contigo —admitió Baxter desajustado la corbata de su uniforme.

—Creo que es lo más gentil que ha dicho Bax en años —dije entre risas, ganándome un golpe de parte del castaño—. De todas formas tenemos que entrenar y tú debes decir lo que viste de los chicos cuervos.

—Ni me lo recuerdes, no anoté nada —lloriqueo—. Solo vi que tenían a dos jugadores altos, creo que superan tu estatura, Adonis

—Mi uno con setenta y siete es insuperable, habrás visto mal —protesté.

—Ser alto es lo de Adonis, lo eligieron capitán solo por eso —se burló Baxter.

—Me eligieron capitán por mis inigualables habilidades en el baloncesto y tal vez mi atractivo haya tenido algo que ver —protesté.

—En realidad Bax tiene razón, yo te elegí por eso al menos —admitió Levi—. Es que un jugador de baloncesto es alto y tu eras el más alto, uní los cabos y pensé que merecías el puesto.

—Ustedes tienen envidia, no pueden tolerar que alguien como yo, un total Adonis, incluso sea capitán del equipo.

—Si eso te ayuda a dormir —continuó el castaño burlándose de mí.

Las risas siguieron hasta que llegamos a los vestidores, en donde ya se encontraba Jesse sentado en uno de los bancos de madrera, con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en los casilleros, su torso estaba desnudo y aún sujetaba la camisa del uniforme.

—¿Está muerto? —susurró Levi, y por su rostro atemorizado supe que no estaba haciendo ninguna broma.

—Solo está dormido —le aseguré, pero luego giré a ver a Baxter para cerciorarme—. ¿Está dormido, no?.

El castaño rodó los ojos, irritado por nuestra forma de actuar, y se acercó al pelinegro para sujetar su hombro y comenzar a sacudirlo con suavidad. Jesse no se despertaba, era como si estuviera muerto o algo por el estilo, por lo tanto le di un golpe a una de las puertas de los casilleros, provocando que se levantara de un salto y su frente chocara contra la de Baxter en el proceso.

—Que mierda —se quejó—. Adonis, maldito hijo de perra.

—Juro que lo intentamos todo, esta fue nuestra última opción —mentí.

Levi y yo estábamos aguantando la risa debido a la fría mirada que nos estaba dando Baxter mientras acariciaba su frente con molestia, seguro estaba pensando distintas formas de asesinarnos y esconder nuestros cuerpos sin dejar rastros.

—¿Qué te sucedió? —preguntó Bax—. ¿No dormiste en tu casa?.

—No pasa nada —respondió con desinterés—. Practiqué mucho ayer, tan solo estoy un poco cansado.

¿Qué tanto habría practicado como para quedarse dormido en los vestidores? La verdad no quería saberlo, además de que no era tan amigo de Jesse como para preguntárselo, por lo que le resté importancia al asunto y comencé a cambiarme mientras Baxter continuaba hablando con él.

Al cabo de un rato llegaron el resto de los integrantes del equipo, todos lucían emocionados por saber qué es lo que diría Levi con respecto a los Cuervos, quien estaba pidiéndole al espíritu Santo que Jenna se olvidara del asunto y lo dejara en paz, algo imposible de conseguir, inclusive para Dios.

Una vez que terminamos de cambiarnos y fuimos a la cancha, nos encontramos con la sorpresa de que ya estaba ocupada. Un grupo de siete chicas estaba haciendo tiros libres, de los cuales tan solo unos pocos conseguían entrar en la canasta. Por su uniforme —y por el simple hecho de estar ahí en ese momento— supe que se trataba del equipo femenino de baloncesto, las mayores perdedoras de toda la escuela debido a que nadie recordaba cuándo fue la última vez que ganaron una competencia. Me sorprendía que aún tuviera miembros, aunque la mayoría eran chicas de grados mayores, así que una vez que se graduaran el equipo femenino se desintegraría, tal vez por eso ni siquiera tenían entrenadora.

—Iré a hablar con el entrenador para saber qué está sucediendo —dijo Baxter—. No molesten a las chicas ¿Okay? Spencer, estás a cargo.

El moreno sonrió como si le estuvieran dando el premio Nobel de la Paz y apenas Baxter se marchó nos ordenó a todos que fuéramos a calentar.

Siendo sincero me molestaba un poco que las chicas usaran la cancha hoy de todos los días posibles, pronto tendríamos el partido de práctica con los Cuervos y era bastante importante ganarlo. Comencé a caminar hacia el lado izquierdo de la cancha que estaban ocupando, captando de inmediato la atención de su capitana y la mayor molestia del mundo: Margot Mery Watson, mi vecina y compañera desde el jardín de infantes.

—¿Qué hacen aquí? —dije cruzándome de brazos.

Margot era la única chica que conocía que me llegaba por arriba del mentón, era demasiado alta, de piernas largas y cabello color azabache que le llegaba hasta la cintura. Muchos dirían que Margot era una completa belleza, pero para mi lucía igual que Sadako, porque daba miedo y jodía a todo aquel que la miraba.

—No seas llorón, ustedes tienen la cancha todo el tiempo —protestó rodando los ojos—. Déjanos entrenar un poco aunque sea.

—Tenemos un partido importante, no es mi culpa que seas una perdedora —repliqué.

—Ya demasiado tengo con que las chicas quieran cambiarse de nombre como para que vengas a molestarme tú también, mierda andante —se quejó—. Déjanos la mitad, aunque sea por hoy, en algún momento tenemos que practicar en la cancha.

—Los Cerdos es un nombre genial —aseguré, esas chicas eran demasiado irrespetuosas.

—¡Lo sé! Los cerdos son geniales —concordó conmigo—. Pero a algunas chicas no les gusta ser presentadas como las Cerdas de la secundaria Mc Malum.

—No apreciarían una obra de arte incluso teniéndola en sus narices. —Negué con la cabeza, decepcionado de la juventud de hoy en día—. Bien, tu patético ser me da pena, te cedo la mitad, pero cómprame comida de camino a casa.

—Es un trato —aceptó de mala gana.

—Te daré un humilde consejo como capitán de un equipo ganador —dije colocando mi mano sobre su hombro—. Dile a tu equipo que el balón tiene que ir dentro del aro, porque parece que entendieron las cosas mal.

Margot comenzó a tironear de mi oreja justo cuando Baxter hizo acto de presencia con su garrapata detrás suyo, Levi, ambos estaban mirándonos con curiosidad.

—¿La estás invitando a salir? —cuestionó—. Deberías donar un poco de testosterona, Adonis.

—¿Por qué le pediría salir a esta horrorosa mujer? No caería tan bajo —protesté.

Margot me dio un codazo en las costillas que me dejó sin respiración por un par de segundos, aún tenía la misma fuerza sobrehumana que la caracterizaba desde que era una niña pequeña. No sé porqué no abandonaba el baloncesto y se dedicaba a pelear en la UFC.

—Estas actuando muy extraño estos días —dijo el castaño mientras negaba con la cabeza, como si no pudiera creerse lo que estaba diciendo.

—Sadako se va a quedar con la mitad de la cancha, así lo acordamos —les informé.

—¡Woah… ! ¿Te llamas Sadako? —preguntó Levi sorprendido.

Margot lo miró molesta, suponiendo que el rubio se estaba burlando en su cara, cuando era más que obvio que lo estaba preguntando de verdad, por lo que Baxter se disculpó y se fue a dejar a Levi con el resto del equipo.

Estaba a punto de marcharme, cuando el entrenador Chuck hizo su aparición enfrente de nosotros, con su ropa deportiva completamente negra y el silbato color dorado colgando en su cuello, se había dejado la barba, tenía una argolla en su oreja derecha y la gorra al revés, dándole un aspecto espeluznante, del tipo que si lo ves por la noche terminas cruzando a la cuadra de enfrente o marcando el novecientos once por seguridad.

—¡Entrenador! —festejó Margot—. ¿Será que puede ayudarnos? Necesitamos practicar, tenemos que ganar tres competencias para poder competir en las intercolegiales.

—¿Y cuántas van ganando? —preguntó el entrenador.

—Si mis cálculos son correctos, un total de cero —respondí por ella.

Margot soltó un suspiro y asintió, no podía negar la realidad.

—¿Qué opinas? —dijo el entrenador volteando a verme.

Como capitán, él tendía a resolver conmigo y Baxter algunas dudas que le surgían, ya que el equipo también era nuestra responsabilidad.

—Les cedí la mitad de la cancha —le informé—. Pero entrenarlas nos atrasaría un poco y si lo hacemos todos juntos sería complicado para ellas seguirnos el paso y malo para nosotros que tenemos un partido de práctica importante.

—Podremos hacerlo —protestó Margot con seguridad—. Yo me haré responsable de mi equipo.

—Nuestro capitán tiene un punto —dijo Chuck—. ¡Jenna! Ven un segundo.

La pelirroja llegó caminando de forma despreocupada, llevaba su cabello pelirrojo sujeto en una trenza que descansaba en su hombro y sostenía un balón en sus manos.

—¿Quieres ayudar al equipo femenino a practicar? —preguntó.

No entendía por qué se lo pedía a ella, dudaba que pudiera con un equipo que apenas sabía cómo sostener un balón y mantenerse de pie, aunque viendo como tiraban al aro dudaba que incluso supieran como sostenerlo de manera correcta.

—¿El equipo no me va a necesitar? —dijo volteando a mirarme junto con el entrenador.

—No, no lo creo —respondí.

Entrenar sin Jenna haría que la práctica no fuera una tortura para todos.

—Entonces está bien —aceptó—. Frankie puede ser mi reemplazo como asistente cuando llegue.

—Podemos hacer un partido de práctica al final —sugirió el entrenador.

—¿Está seguro? —dijo Jenna—. No seré piadosa.

—Por eso eres mi asistente favorita —admitió Chuck.

—Soy la única asistente.

—Frankie es como un asistente también, ¿o no?.

—Supongo que sí.

Margot y yo nos miramos entre nosotros, confundidos por lo que estaba sucediendo.

—Está bien, practiquemos y después tengamos un partido con las chicas —afirmó el entrenador—. Tómalo como si te estuvieran evaluando, Jenna.

La pelirroja asintió y se fue con Sadako pisándole los talones.

—¿Las chicas y nosotros no estamos en una diferencia de nivel? —pregunté.

—Supongo que hoy todos nos llevaremos una gran sorpresa —afirmó.

No entendía a lo que se refería, pero cuando tuviéramos el partido sería capaz de descubrirlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro