
11. Adonis vs Jesse.
Hacer que Baxter dijera qué le estaba sucediendo iba a ser más complicado de lo que había pensado, en primer lugar, porque no contaba con el apoyo de Levi y, en segundo, porque Baxter estaba demasiado metido en su mundo como para prestarme atención. Necesitaba pensar en un plan para hacerle ver que contaba con mi apoyo y podía hablar conmigo sobre sus problemas, pero no era tan inteligente como para que se me ocurriera algo.
Una vez que entramos a los vestidores, además de estar impecables gracias a mí y Frankie, se encontraba Jesse durmiendo como era habitual, creo que nos sorprendería más el hecho de que no estuviera tomando su siesta de la tarde como los niños de jardín.
—¿Crees que sufre narcolepsia como en ese capítulo de los Simpsons? —preguntó Levi quitándose la camiseta para colocarse la remera que usábamos para entrenar.
—No creo —respondí, aunque no estaba muy seguro—. ¿Y Baxter? Le iba a preguntar si había hablado con él.
—Ya se fue a la cancha —avisó Levi encogiéndose de hombros—. Odio cuando se pone de este modo.
—¿Todavía no sabes qué le pasa?.
—En algún momento se va a calmar y volverá a la normalidad —respondió restándole importancia.
Dicho eso nos íbamos a marchar de los vestidores, dispuestos a ir a la cancha de una buena vez, hasta que recordamos que Jesse seguía semidesnudo durmiendo en el banco de madera y tuvimos que regresar a despertarlo.
Debimos compartir la cancha con el equipo femenino, esto iba a volverse habitual hasta que las chicas fueran capaces de encontrar una nueva entrenadora, pero conociendo a Margot estaba seguro de que no le entusiasmaba la idea de que alguien reemplazara a Jenna.
El entrenamiento estuvo más duro de lo habitual, ya que el partido de práctica tenía fecha para este viernes y perder contra un equipo nuevo no era una opción, esto se trataba de ganar o morir. Como el partido iba a ser abierto al público muchos miembros de otros equipos rivales vendrían a vernos, así que como los cerdos de la secundaria Mc Malum, uno de los equipos a vencer, teníamos que marcar territorio, todos debían saber de qué éramos capaces.
Practicamos durante dos horas completas, inclusive en un momento Jenna y el entrenador decidieron que sería divertido que tuviéramos una revancha del partido anterior y nos pusieron a jugar treinta minutos antes de que terminara el entrenamiento. Me sentía como una pieza en el tablero de ajedrez de los lunáticos que teníamos como entrenadores, era demasiado agotador soportarlo, pero por fortuna sobreviví al final del día y en lo único que pensaba era en llegar a casa y tomar un baño de agua helada.
—Adonis —llamó Levi limpiando el sudor de su frente con el dorso de su mano—. El entrenador te está llamando.
—¿Está enojado? —pregunté con preocupación, no recordaba haber hecho algo mal como para que me estuviera llamando.
—No sé, siempre parece que está enojado —respondió el rubio con una sonrisa—. ¿Te espero para irnos juntos?.
—Vas a tener que soportar a Margot —le advertí.
—Hecho —aceptó chasqueando sus dedos
Fui caminando, como si fuera una cascada humana maloliente, hacia donde se encontraba el entrenador hablando con Jenna sobre algo que no entendía. Una vez que llegué, ambos se quedaron en silencio, como si yo no tuviera permitido ser parte de su conversación secreta de mejores amigos, como si yo no fuera el capitán del equipo, esto era una falta de respeto.
—Levi dijo que me estabas llamando —anuncié intentando despegar la remera de mi abdomen.
—Si, necesito hablar sobre algo que me comentaron —respondió el entrenador mientras Jenna me entregaba una toalla para que me secara el sudor con una notoria cara de asco.
—Nos vemos el miércoles —dijo la pelirroja de manera general mientras caminaba hacia donde se encontraba el equipo femenino esperándola.
Levanté la cabeza dispuesto a ver al entrenador, pero Frank hablando con el grupo de Spencer y Dylan llamó más mi atención, ¿desde cuándo ellos eran amigos?.
—Me han dicho que Jesse ha estado durmiendo en los vestidores —afirmó el entrenador intentando capturar mi atención.
—Si, lo vi un par de veces —confirmé limpiando mi frente con la toalla.
—Le acabo de preguntar el porqué y me lo negó —confesó para mi sorpresa—. A mí no me lo dirá, así que necesito que te encargues tú.
—No creo que sea un gran problema —le resté importancia.
—Vienen las intercolegiales, necesitamos asegurarnos que todos los miembros del equipo estén en condiciones de participar —dijo cruzándose de brazos, intentando darle seguridad a sus palabras—. Si sientes que no puedes con ello me avisas y voy a intentar hacerme cargo otra vez.
—Está bien —acepté—. Hablaré con él.
Este era el peor día de mi vida, tenía que hablar con Jesse y fingir que tenía interés en él, desearía poder pasarle esta tarea a Baxter, pero además de que se encontraba más raro que nunca, el entrenador me lo había pedido a mí por algo y no podía ignorarlo solo porque Jesse no fuera mi persona favorita.
Como me encontraba solo en la cancha vacía, decidí ir hacia los vestidores para alcanzar a hablar con Jesse antes de que se fuera a su casa, pero solo me encontré con Levi en la entrada mirando su teléfono.
—¿Viste a Jesse? —pregunté tirándole mi toalla repleta de sudor encima suyo, pero él la esquivó a tiempo y terminó cayendo al suelo.
—El apocalipsis se acerca, estás preguntando por el innombrable —se burló corriendo el cabello de su cara, estaba goteando como si hubiera puesto su cabeza debajo de una manguera—. Se había ido al baño, pero suele quedarse después de clases a practicar, así que lo puedes encontrar en la cancha.
—Está bien —acepté de mala gana—. Mejor vete primero, el entrenador me pidió que hablara con Jesse.
—Buu, que mala suerte —se burló de mí—. Está bien, nos vemos.
Tuve que entrar a los vestidores para quitarme el uniforme de gimnasia lo más rápido que pudiera, mientras rezaba esperando que Jesse se encontrara en la cancha y no se hubiera ido. No quería retrasar esta situación y hacerlo mañana, porque me comenzaría a dar flojera intentar hablar con él y terminaría por evitarlo, necesitaba hacerlo ahora antes de que pudiera ser capaz de comprender la situación.
Una vez que mojé un poco mi rostro y mi cabello en un fallido intento por refrescarme, comencé a caminar hacia la cancha donde se encontraba Jesse girando uno de los balones en su dedo índice como si fuera lo más divertido del mundo.
—Eres la última persona que pensé que entraría por esa puerta —dijo levantándose del suelo con el balón en sus manos—. Ninguno de tus amigos raros está aquí.
—Ya sé, venía a hablar contigo —anuncié de mala gana, esperando que se diera cuenta de que no me hacía feliz estar ahí.
—No sé porqué, pero estoy empezando a tener un poco de miedo —intentó bromear—. ¿Qué pasó?.
—Necesito saber porqué te quedas dormido en los vestidores.
—Porque tengo sueño.
Como capitán del equipo no podía golpear a mis compañeros, por más estúpidos que estos fueran, no podía odiar más ser capitán que en estos momentos.
—¿Podemos hablar con seriedad? —dije cruzándome de brazos.
—El entrenador te dijo que hablaras conmigo. —A pesar de tener una sonrisa en su rostro no sonaba muy feliz—. No me pasa nada.
—¿Entonces por qué cada vez que vamos a los vestidores te quedas dormido? Solo necesitas responder eso y me podré ir a mi casa a comer tarta y darme un baño —respondí intentando que se notara que ya estaba bastante harto de esta situación.
—Hagamos un trato —dijo comenzando a acercarse a mí—. Juguemos uno contra uno, si tú ganas te digo la verdad.
—¿Cómo voy a saber que no me estás mintiendo? —cuestioné.
Era estúpido, pero no tan estúpido.
—Te prometo hablar con sinceridad —me aseguró colocando una mano en su corazón.
—¿Y si tú ganas qué?.
—Entrena conmigo por una semana —respondió con una enorme sonrisa en su rostro.
—Esto me huele a mierda de caballo. —Me crucé de brazos—. ¿No puedes solo decirme y ya?.
Estaba seguro de que él estaba jugando con mi mente de algún modo, pero todavía no comprendía el error en la ecuación. En estos momentos extrañaba a Baxter más que nunca, era probable se burlara de mí y me dijera lo tonto que soy, pero terminaría por ayudarme cómo era habitual.
—¿Aceptas o no? —preguntó tirándome el balón, pero no pensaba sujetar nada que viniera de su parte, por lo que deje que siguiera su curso hacía el suelo.
Antes de que pudiera ser capaz de responder, el sonido de unas pisadas llamó nuestra atención, provocando que ambos giremos de manera automatica nuestras cabezas hacia la puerta, en donde se encontraba Frank ingresando a la cancha con su mochila negra colgando en uno de sus hombros.
—Solo vine a buscar algo —avisó.
—Frankie, ven aquí —lo llamó el idiota de Jesse—. Cuenta los puntos para nosotros, estamos por jugar un partido.
—No lo metas, primero lo de los vestidores y ahora esto —protesté, era injusto que Frankie siempre se estuviera metiendo en nuestras cosas cuando no lo merecía.
—A Frankie no le molesta, ¿no? —dijo girando para verlo a la cara mientras apretaba su hombro.
Quería agarrar su mano y partirla en dos, pero me estaba controlando bastante bien. Esta no era la primera vez que lidiaba con Jesse.
—No lo escuches, no tienes que quedarte —protesté rodando los ojos.
—Está bien, ¿solo es ser árbitro, no? —aceptó Frankie.
Era obvio que lo haría, pero tenía la esperanza de que pensara en sí mismo por primera vez en su vida.
—¿Ves? Deja de ser tan sobreprotector con Frankie, no eres su mamá —dijo con una sonrisa en su cara, se estaba burlando de mí—. Mucho menos su novio.
¿Qué?.
—El primero que tenga dos puntos de ventaja es el ganador —anunció buscando un balón para comenzar el juego.
Yo estaba tan distraído por lo que me había dicho antes, que cuando me lo arrojó terminó chocando contra mi rostro.
—Tienes unos reflejos de mierda —se burló.
Yo solo rodé los ojos y me quité la mochila para dejarla cerca de donde se encontraba Frankie.
Una vez que el pollito hizo su mejor intento de silbido para anunciar que comenzaba el juego, giré hacia la derecha de Jesse y enceste a distancia con facilidad, intentando que se diera cuenta de que ganarle iba a ser tan sencillo como la tabla del uno. Pero cuando voltee a ver su rostro me di cuenta de que él tenía una sonrisa de oreja a oreja, parecía estar disfrutando que me estuviera yendo bien y eso me daba un poco de miedo.
El resto del partido nos dimos cuenta de que esto iba a ser mucho más complicado de lo que pensábamos, ambos éramos buenos, ambos sabíamos las debilidades del otro y ninguno se iba a dejar ganar, por lo que durante los primeros treinta minutos estuvimos jugando sin parar como un par de maniáticos, al menos hasta que Frankie anunció que nos veíamos como la mierda, no con esas palabras, pero se entendió el concepto principal.
—No necesito descansar —dijo Jesse corriendo el cabello de su cara mientras jadeaba en busca de aire—. ¿Tú sí?.
—Estoy perfecto, puedo seguir durante dos horas —respondí intentando espantar las gotas de sudor de mi rostro con las palmas de mis manos.
—Yo necesito descansar, me duelen los brazos, chicos —avisó el pollito masajeando sus hombros—. ¿Cinco minutos y después continuamos?.
—Toma asiento, ya terminaré con esto —avisé desabotonando mi camisa.
—No intentes seducirme, eso no funcionará conmigo —se quejó Jesse.
—¿Quién mierda intenta seducirte? —repliqué quitándole el balón para encestar de una vez.
—¡No vale! Estaba distraído —protestó como el cobarde que era.
Dicho eso, Jesse se abalanzó sobre mí, dispuesto a recuperar el balón, por lo que tuve que comenzar a correr con rapidez para intentar encestar de nuevo, terminar con este maldito empate y recuperar la ventaja.
No sé cuánto tiempo estuvimos jugando, pero dado el hecho de que Frankie estaba recostado en la banca y usando su mochila como almohada, dudaba que fuera poco tiempo. Jesse fue quien terminó ganando, de todas maneras yo no lo contaría como una victoria, estaba demasiado cansado como para continuar, lo dejé ganar. Pero una victoria —de dudosa procedencia—, es una victoria y yo era un hombre de palabra, por lo que iba a entrenar con él de todas maneras.
—¿Quieres agua? —preguntó Jesse tomando asiento a mi lado.
Estaba sentado en el medio de la cancha intentando recobrar el aliento, me sentía demasiado agotado por todo lo que había hecho el día de hoy y el calor no ayudaba en absoluto. Jesse estaba en la misma condición que yo, salvo por el hecho de que parecía feliz por la situación.
—Gracias —murmuré tomando la botella plástica, estaba helada, por lo que por instinto la presioné contra mi mejilla.
—¿Tu y Frankie son novios, no? —dijo de repente.
—¿Eh? —fue lo único que pude responder mientras intentaba sostener la botella.
—¿Era un secreto? —preguntó volteando a verme—. Apoyo su relación, chicos, no diré nada.
Jesse levantó sus pulgares en mi dirección con una sonrisa en su rostro.
—No somos novios —respondí alejándome de él—. Es en serio.
En ese momento Jesse giró a ver a Frankie, que estaba mirando su teléfono, y luego a mí, que estaba demasiado estupefacto como para pensar en algo que decir.
—Creo que metí la pata —murmuró soltando una risa nerviosa—. Es que como siempre lo defiendes y Frankie te mira como yo miro a la pizza de champiñones, pensé que estaban saliendo, todo el equipo lo piensa.
—¿Qué?. —No me lo podía creer—. ¿Todo el equipo?.
—Si, hoy el chusma de Spen le fue a preguntar a Frankie.
—¿Y qué le dijo?.
—No soy muy fan de Spencer, así que no tengo idea.
Me estaba ahogando con mí propia saliva y confusión. No podía creer que todo mi equipo pensara que estaba saliendo con Frankie, ¿qué debería hacer? ¿Ignorarlo? ¿Hablar sobre ello?.
—¿En serio piensas que él guste de mí? —pregunté.
Jesse no era un chico que me inspirara confianza, pero no encontraba razones para que me estuviera mintiendo sobre esto.
—Soy bueno en este tipo de cosas, estoy bastante seguro —me confirmó—. ¿Quieres conquistarlo o algo así?.
—No, ¿por qué piensas eso? —cuestioné.
—Es que no pareces demasiado disgustado por la situación —señaló quitándome la botella de las manos—. ¿Quieres que te ayude? No tengo experiencia en la conquista de chicos, pero dame una semana y averiguo cómo funciona.
—Me voy —afirmé levantándome del suelo para ir a buscar mi mochila.
—¡Vamos a comer juntos! —sugirió caminando detrás de mí.
Su actitud me recordaba a la de alguien, pero no podía recordar a quién con exactitud. De seguro era porque mi cabeza estaba tan llena de pensamientos sobre Frank que quería irme a mi casa de una vez a darme un baño de agua helada y hablar con mis amigos sobre esto.
—Te tendré que soportar durante una semana, Jesse, esto es suficiente para mí —respondí colgando mi mochila en mi hombro—. Nos vemos.
—Vamos todos juntos —protestó el pelinegro sujetando sus cosas y tomando a Frankie del brazo para luego comenzar a seguirme—. ¿Compramos helado?.
—Deja de molestarme —pedí rodando los ojos.
—¿No podemos solo ser amigos como con Frankie? —se quejó, estaba señalándome con su dedo, y solo pude recordar el meme de la señora de cabello rubio y el gato de cara extraña.
—No tengo ganas —respondí y solo recibí un empujón de su parte.
Estaba a punto de hacer lo mismo, pero Frankie se puso entremedio de nosotros y tuvimos que comportarnos.
—¿Van a entrenar juntos durante una semana? —preguntó volteando a verme y yo solo fui capaz de asentir. Ver el rostro principesco de Frankie me ponía nervioso—. ¿Puedo entrenar con ustedes?.
—Si me compras el almuerzo mañana lo pensaré —contestó Jesse apoyando su brazo sobre su hombro.
—Deja de intentar sacar provecho de Frankie —protesté dándole un empujón.
—Diji di intintir sicir privichi di Frinki —repitió para luego levantar su dedo medio—. Se llama broma, inténtalo de vez en cuando, solo conmigo.
No tenía ganas de responderle, por lo que fingí no haberlo escuchado, algo que había tomado como si hubiera realizado la ofensa máxima a su persona y comenzó a ignorarme de igual manera, hablando mal de mí como si yo no estuviera presente. Era más molesto tenerlo como amigo que como enemigo, sin duda una vez terminara esta semana intentaría ignorarlo lo más que se pudiera antes de que comenzara a hacerse una idea equivocada.
Por fortuna, Jesse se terminó cambiando de calle a mitad de camino, ya que vivía por otra zona, lo malo era que me iba a quedar solo con Frankie y estaba haciendo un esfuerzo máximo por tranquilizarme a mí mismo, pensando que él no estaba interesado en mí y Jesse solo dijo aquello para joderme la vida, porque con su existencia no le bastaba.
—¿Estás bien? —preguntó el pollito llamando mi atención.
Oh Dios mío, se había dado cuenta, estaba acabado, iba a morir.
—Si —le aseguré, aunque internamente estaba entrando en pánico—. Es que se suponía que Jesse me tenía que decir porqué duerme en los vestidores, pero no le saque nada.
En parte no era una mentira, eso era un problema que tendría que enfrentar, solo que no me parecía muy importante. Después de todo se trataba de Jesse, no me interesaba mucho lo que le sucediera.
—¿No van a estar una semana juntos? Puedes hacer que hable cualquier día, tal vez necesite un poco de tiempo para procesarlo ¿No crees? —sugirió, aunque no era una mala idea, no sé porqué no se me había ocurrido a mí.
—Tienes razón. Que inteligente, Frankie —lo halagué—. Lo único malo es que tendré que soportarlo durante una semana completa.
—¿Odias a Jesse?.
—No lo odio, pero su presencia me disgusta y lo que sale de su boca también, el resto me cae bien, es bueno en el baloncesto y ayuda a que el equipo gane —respondí sujetando las cuerdas de mi mochila tan solo para hacer algo mis manos, estaba un poco nervioso.
—Eso suena a que lo odias —dijo en un tono burlón—. Él parece querer ser tu amigo.
—Lo sé, eso es raro, ¿no?.
Frankie asintió dándome la razón.
—Deberías darle una oportunidad, eres el capitán después de todo —reconoció con una sonrisa—. Inclusive te puede ayudar a conocerlo mejor y mejorar al equipo.
¿Ser amigo de Jesse? Es como si le dijeran a San que fuera amiga de Eboshi, o que Batman le de un abrazo a el Guasón, además de ser raro es algo imposible. No me veía como amigo de Jesse, además de no tener nada en común con él, no era una persona que me agradara.
—Lo voy a intentar —dije, aunque era una mentira, pero no quería decepcionar al pollito. Gustara o no gustara de mí, en su mente yo era un héroe y deseaba mantener aquella visión.
—Hasta aquí es mi camino —avisó deteniéndose de repente—. Mañana almorcemos juntos.
—Como quieras —dije de forma casual, no quería pensarlo mucho, si lo hacía comenzaría a entrar en pánico otra vez.
Frankie asintió y se fue caminando hacia el otro lado de la cuadra.
Me quedé esperando un rato para ver que nada le sucediera, y una vez que me aseguré que el pollito estaba a salvo, continúe con mi camino hacia la parada de autobuses para irme de una buena vez a mi casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro